«Haikyuu no me pertenece, sólo juego un poco con los personajes de Furudate Haruichi».

«Se publicará de manera mensual. Cada día 30 del mes».


Verano

La energía comenzó a fluir por todo el cuerpo, un suave ruido de encendido se escuchó. Abrió los ojos, lo primero que observó fue la lista de sus funcionamientos, el arranque, la energía, la memoria, los comandos, funciones de sus focos, toda la información de su cuerpo. Pasó sólo un minuto de ello, parpadeo un par de veces de manera automática según establecido en su programa, giró su rostro de un lado a otro. La primera persona que miró fue alguien mucho más alto que él, ojos azules y cabello negro, antes de poder preguntar si él sería su amo una voz ajena a la del hombre se hizo presente.

—¡Tobio, está funcionando! —Una joven en una silla a su izquierda, pelirroja, delgada, pequeña y sonriente según lo leído en el programa y sistema.

—Es obvio que debe funcionar —El hombre habló, de manera monótona, se acercó a la joven y movió la silla de ruedas más cerca de él.

—Un gusto, yo soy Natsu y él es Tobio Kageyama —Mira de nuevo al joven hombre de ojos azules.

—Un gusto, joven ama yo soy su robot ayudante TZMLS10B, número de serie mil cuatrocientos seis —contestó como tenía programado—. Si le gustaría darme un nombre o de una manera en la que desea llamarme me gustaría guardarlo ahora mismo.

—Sí, tengo un nombre —dijo la chica mirando sus manos—. Shouyou Hinata.

—El nombre a sigo asignado —Volvió a parpadear tan pronto dijo eso ya que apenas había sido encendido y estaba acostumbrándose a trabajar de manera rápida sin esforzar su energía o alguno de sus motores—. Usted fue la encargada de darme un apellido, pero debo informarle que no es necesario…

—No te preocupes, es tu nombre y así está bien —dijo la joven—. Te enseñaré el lugar.

—Muchas gracias —contestó, aunque no le era necesario, luego él haría un escaneo del lugar, pero no estaba para negarle algo a su amo.

El sitio no lucia pequeño, ni muchos menos enorme, era suficiente grande como para dos o tres personas. Al momento le dieron un lugar para tomar sus reposos; este fue el sofá, le pidieron que se sentara o más bien la mujer pelirroja lo hizo porque su otro dueño parecía bastante lejano. Siempre lo veía apartado de él, además que había momentos del día que lo miraba, no entendía la expresión o sus razones porque sólo lo observara, no hacía ni un gesto, al parecer prefería verlo que acercarse a él. Sólo cuando Natsu se acercaba, él lo hacía. Su deber como robot era ayudar a la joven siempre que la otra persona no estuviera alrededor.

—He terminado de limpiar la cocina.

—Ve al cuarto de Natsu —ordenó Kageyama.

—Entendido —contestó Hinata caminando en dirección a la habitación de su ama, no iba nunca a la otra habitación por órdenes mismas del humano dueña de ella.

—Tobio, no deberías tratar así a Shouyou —susurró la chica con pena.

—No sé de qué otra manera debería hacerlo.

—Claro que puedes —Fue lo último que escuchó el robot de la conversación, aparte de un gruñido del pelinegro.


A su dueña le gustaba salir a pasear, cada que iban hacerlo él podía mover la silla de la mujer, dentro de la casa lo máximo que podía hacer era limpiar la mesa, la cocina, arreglar la cama y limpiar el suelo.

—¿Qué deberíamos comer hoy? —preguntó ella mirando al joven de ojos azules.

—No me importa mucho eso —Él miró a la joven un instante para luego volver su mirada al frente.

—Siempre dices eso, Tobio —dijo la joven de manera risueña.

El robot sólo seguía empujando la silla. Hinata podía afirmar que al amo Kageyama no le importaba comer lo que sea, podía verlos desde su lugar de reposo sentados uno frente al otro, la mujer comía, pero el hombre siempre parecía que sólo le era suficiente vivir de agua y por eso cree que a su amo no le importa lo que vaya a comer sólo que lo disfrute la otra persona. Era un humano bastante sincero.


Mientras limpiaba el mueble cercano a la televisión tiró un álbum de fotos, lo normal que debía hacer era levantarlo y dejarlo donde iba, pero su visión captó algo, aún tenía establecido en el programa volver a guardarlo, pero aun así algo le llamó la atención. La imagen de una niña sostenida en los brazos de un hombre, la reconoció por la fisionomía del rostro correspondía sin duda a su dueña, al lado de ese hombre estaba otro joven, pero no era el pelinegro, era un pelirrojo…

—¿Qué haces?

Se quedó estático por un par de segundos y sin comprender esa reacción en su cuerpo, se levantó con el álbum de fotos.

—Limpio como me ordeno —contestó.

—¡No vuelvas a tocar esto! —Gruño quitándole el álbum de las manos y se alejó, así que Hinata continúo con su deber. No miró el reflejo de la pantalla del televisor, su reflejo similar a alguien en esa fotografía, un robot no se fijaba en esas cosas.


Ciertos días en los que no salían a pasear, su ama se sentaba en el sofá y le pedía que se sentara en el suelo a su lado para poder peinarlo, la primera vez no entendía esa orden o para qué serviría él estando sentado así, sólo se limitó a seguir órdenes. Tocaba su cabello artificial, pasaba el peine de manera tan lenta que él pudo nombrarlo como "pacientemente" o algo similar que hacen los humanos; hacer las cosas lento para evitar errores, pero sólo era su cabello, algo no real. Aun así una orden seguía siendo una orden. La mujer agregó al ritual una canción que tarareaba, él no la encontró en alguna lista de música, parecía propia y tal vez por esa razón su otro amo no hacía o decía nada ante lo que hacían; sólo se quedaba mirándolos desde la pared más cercana.

—Desde lejos realmente parece cabello, pero…

—Las fibras son más gruesas y un poco áspera sin duda, pero sólo es una muestra falsa para aparentar y ser amigable a la vista humana —mencionó el robot. La mujer sólo rió.

—Ya lo he escuchado en muchas ocasiones, sólo hablaba conmigo misma —Continuó pasando el peine con suavidad melancólica, eran de la misma tonalidad a los de ella y sólo poder tocarlos lograba hacerla sonreír.


Hinata pudó ver sólo una ocasión, sólo una vez porque su amo estaba molesto y le di una orden con furia, aludía su comportamiento a que podría sentir un repudio por lo tecnológico, era común según escuchó y leyó en las noticias o podría ser algo humano, algo como una emoción; vergüenza. No lo podría saber, no lo entiende, sus expresiones son siempre estar con el ceño fruncido o muy serio.
Lo que vio fue a su amo Kageyama con la cabeza en el regazo de su ama, ella le acariciaba los cabellos, no volvió a ver ese acto, él sólo quería informar que había acabado con la limpieza, pero así lo haría, no volvería a acercarse por ningún motivo a la habitación del hombre. Aunque el robot no tenía la culpa de que el pelinegro hubiera dejado la puerta abierta y cuando tocó la puerta se abriera; causando que viera esa escena.


Shouyou estaba acostumbrado a que salieran casi todos los días, existían ciertas ocasiones en las que sus amos se iban sin él, eso sucedía una o dos veces al mes, pero en esa ocasión todo lucía muy diferente ya que le ordenaron subir a un auto, hasta ese momento para moverse caminaban, era la primera vez que se enteraba que tenían automóvil. Entonces la salida a pasear se transformó, comprendió que no era para pasear, todo lo contrario; se mudaban. El robot estaba acostumbrado a que sus dueños no le comunicaran las cosas y tampoco era necesario, sólo era una máquina para ayudar y por esa razón no cuestiono nada, no tenía por qué hacerlo. Terminaron viajando a otro cuidad, dejaron la antigua casa vacía. Se instalaron en un nuevo hogar, un sitio diferente donde pasar las tardes. Con el paso del tiempo Hinata comenzó a entender que ellos se mudaban seguido, sólo un día sin aviso sus amos partían a un lugar desconocido y nuevo.


Era la primera ocasión en todo los años de funciones en la que sus dueños escogían un lugar en el cual hubiera una playa, desde su hogar se podía ver el mar, su ama decía: "Puedes ver su inicio, pero no su fin". Era obvio que no podían ver el "final", su vista no llegaba para tanto, el mar no era infinito, sólo era una percepción pobre.

—Creo que aquí nos podríamos quedar —mencionó la mujer mirando al horizonte, el robot le servía jugo de naranja—. Me gusta la vista, además estando en verano es muy buen momento para ir a pasear.

—Si eso deseas —Kageyama terminaba de sacar las pertenencias de la última caja.

—Siempre dices eso —dijo un poco decaída, miró al pelirrojo y le sonrió—. Hinata.

—¿Sí, Natsu Hinata?

—¿Qué piensas sobre este lugar?

—¿Por qué le preguntas? ¡No tiene… —Bajó la voz tan pronto miró la expresión que mostraba la mujer.

—Quizás tienes razón, pero tengo la esperanza de que él este contigo como tú lo estuviste conmigo.

El pelinegro gruño—: Te he dicho que yo no necesito algo así. Además deja de hablar en pasado.

—El tiempo pasa, Tobio —dijo melancólica.

—Aún tenemos tiempo.

—Eso deseo —Suspiró con suavidad y comenzó a comer.

A veces no comprendía las conversaciones humanas, sobre todo las de sus dueños, parecían tan distintos y sobre todo Natsu que siempre estaba sonriendo sin ningún motivo aparente. Pero dejaron de mudarse, el hábito había acabado desde aquella mañana en la que su ama deseo vivir ahí, pero no entendía ya que siempre vivían sin importar el lugar. Estaban vivos los dos humanos… no los entiende.


Los días en los que se quedaba solo aumentaron de un momento a otro, ellos desaparecían por más tiempo y había semanas en las que no aparecían al tercer día, Hinata no preguntaba nada, no debía, si sus amos no le informaban respecto a ello, él sólo debía invernar hasta que volvieran, a veces se encendía para hacer las tareas del hogar. Sólo a veces se sentía raro por dentro, creía o asumía que era problema de sus programas, después de todo siendo un robot ayudante y al no haber nadie en esa casa para ayudar, nadie que le peinara o le gruñera, no había una joven tarareando o riéndose, no habían ojos azules mirándolo, sólo estaba él. Sólo él en un lugar vacío. Y por ello muy en el fondo no le gustaba que se fueran y lo dejaran, por eso siempre preguntaba cuándo volverían cada que estaban por salir sin él, aludía estos extraños sensaciones a su programa de ayudante.


Natsu de nuevo esa tarde le peinaba los cabellos, lo hacía de manera más calmada y la canción única sonaba más agotada, pero igual de significativa que la primera vez que la escuchó.

—Hoy prepare su plato favorito —dijo Hinata en algún momento—. También su bebida favorita para acompañarlo.

—Oh, muchas gracias, siempre tan amable.

—Servicial —corrigió.

—Amable y servicial —continuó ella.

Hinata no tenía nada como orden, ni programado, sólo una orden de sentarse y dejarse peinar, aun así giró su rostro y miró a la mujer que ahora tenía los cabellos más claros y brillaban con el sol de la tarde, tomó ese rostro entre sus manos.

—¿Shouyou? —Estaba confundida, en todo el tiempo que llevaba a su lado su robot nunca había hecho eso, por esa misma razón es que estaba sorprendida y emocionada, sobre todo lo segundo porque su corazón latía con tanta fuerza que creyó que explotaría en cualquier momento. Tan pronto reaccionó el pelirrojo soltó a la mujer y miró sus manos.

—Me disculpo por mi comportamiento, puedo hacer un reporte…

—No lo hagas —Está vez fue ella la que sostuvo el rostro ajeno, le sonreía como una mariposa naciendo, sus ojos se llenaron de lágrimas—. Tú eres más que programas.

Estaba claro que él no sólo estaba conformado por programas, eso era sólo su computadora y no tendría siquiera forma humana, no comprendió esas palabras como debería.


Con el paso de los días la mujer se dedicaba a tomar su rostro por momentos para sonreírle y verle, pareciera que buscara algún problema en este o un rasguño, pero no, él se aseguraba de no dañar su unidad.

—Natsu —Kageyama salió del lumbral.

—¿Dime? — El robot terminaba de sentarla en la silla de ruedas.

—Vamos al mar.

Hinata se levantó, no era normal que su otro amo pidiera algo, estaba acostumbrado a decir siempre "Lo que desees", "Si así lo quieres", un comportamiento muy extraño de su parte.

—Cuando lleguemos allá el sol estará en su mejor punto de la tarde —dijo ella mirando por la ventana de la habitación—. ¿Lo recuerdas, Tobio?

—Así es, por eso creo que es indicado que vaya.

La mujer extendió sus manos y Kageyama se acercó para abrazarla.

—Será como la primera vez que nos conocimos.

—Lo será.

Tan pronto llegaron a la playa Shouyou espero apartado de los dos humanos, pero no pudo evitar aun así escucharlos.

—El cielo se ve más rosado y morado que aquella vez —Natsu miraba al cielo—. Pero no importa.

El pelinegro se inclinó, se puso de rodillas y tomó la mano de la mujer.

—Soy su nuevo robot cuidador, TZMLS9B, número de serie setecientos uno. ¿Desea darme un nombre o quiere decirme de alguna manera en específico? —dijo con firmeza, observando a la mujer que se había vuelto más frágil, ya no era una niña, no tenía ocho años, nunca más los tendría.

Natsu comenzó a llorar y se rió, la tristeza y la felicidad fluían por sus venas envejecidas, se aferró a la mano del chico.

—Quiero darte el nombre de Tobio y el apellido de mamá —contestó, su amigo y cuidador le limpiaron las manos, la piel ajena la podía sentir suave y aunque era imposible que sintiera calor proveniente de está para ella era cálida.

—El nombre ha sido guardado, desde ahora estaré a su servicio.

—Tiene tantísimo tiempo que escuche aquello —Kageyama tenía las manos en el rostro de la anciana Natsu que seguía sin poder controlar sus lágrimas.

—No debería irse.

—Pero lo haré y por eso quería a Shouyou, él va estar contigo —Ella posó sus manos en las ajenas, sólo podía sonreír, ella igual deseaba quedarse con él y Hinata, lo deseaba más que nada, pero mejor que nadie entendía que no era posible.

Kageyama giró su rostro hacia el mar y gruño, le molestaba escuchar aquello.

—Entonces, ¿por qué tiene la imagen y el nombre de su hermano?

La mujer cambio su expresión, podía ser que le estaba reclamando o no, tal vez sólo le marcaba lo evidente, que ese robot ahí parado lejos de ellos con una estatura bajita fuera un remplazo de su hermano fallecido, por eso mismo lucía como un adolescente, por eso era tan bajito a la diferencia de otros robots, por eso razón es que su pelo es naranja brillante como el de un atardecer.

—Quería volver a verlo —No tenía sentido mentirse, ella se aferraba al pasado y quizás lo que hizo estaba mal, pero nadie podía juzgarla, no era la única que seguro había revivido a un ser querido sólo para tenerlo a su lado de nuevo, descubriendo que aun teniendo la apariencia no sería nunca igual, lo muerto así se quedaba.

—Un capricho, lo quería tener a mi lado, no lo remplace como tal vez deseaba, pero lo quería a mi lado de nuevo —Se sinceró y lo obligó a verla al rostro, los dos se sostenían entre las manos ajenas—. Pero este Shouyou no es mi hermano, es mi amigo y el tuyo, él siempre se quedara contigo, no se ira, no se marchitara.

—Usted misma dice que no se puede…

—No estoy diciendo que me va reemplazar, nunca lo ha hecho, pero estará contigo como tu conmigo.

El pelinegro bajó la vista, ya no sabía cómo responderle, aun le costaba entender sus propias emociones, pero la ira, la frustración y el dolor con cada día que pasaba fluían más por sus circuitos, esas emociones las conocía mejor que sus propios funcionamientos.

—La llevaré a la orilla del mar —dijo al final levantándose, ella sólo asintió. Hinata se quedó a observarlos pasear por la orilla del mar, no se movió en ningún momento ya que no se lo ordenaron, pero no volvieron a casa esa noche, fueron a un hospital y cuando volvieron a su hogar sólo fueron ellos dos, su ama no los acompañó. No más.

—¿Cuándo volverá la ama? —preguntó tan pronto se posiciono en su zona de descanso.

Kageyama sólo se detuvo un segundo en el umbral, miró a ese ser pequeño, anaranjado y mirada tan falta de alma como la propia.

—No volverá —Con eso dicho volvió a encerrarse en la habitación.

El robot era consciente que los humanos tienden a separarse por ciertas circunstancias, pero no imaginaba que sus amos decidieran hacerlo, no lucían como si quisieran separarse.


Podía verlo salir y volver, a veces regresaba con una bolsa del supermercado, pero los productos eran cosas en lata, se acumulaban en la alacena, muchas veces se iba por largo tiempo y volvía cuando estaba por dar las once de la noche. Se mudaban como lo hacían cuando la ama Natsu vivía con ellos, Hinata no decía nada, sólo limpiaba la casa como antes, no esperaba que su amo le peinara porque eso sólo lo hacía su otra dueña, pero no podía evitar comenzar extraer de su memoria ese recuerdo mientras cerraba los ojos. Y al parecer no era el único que hacía cosas fuera de un sistema establecido ya que cierta noche mientras reposaba, Kageyama había recostado su cabeza en sus piernas, lo pudo escuchar llamando a la mujer, no dijo nada, ni se movió porque se supone que estaba desconectado a esas horas.

"Extrañar", era la palabra que decía el diccionario, era lo que sentía su dueño, lo que experimentaba sin la presencia de la mujer y por esa razón, si su amo volvía a recostar su rostro para traer el recuerdo de Natsu lo dejaría, los humanos necesitaban aferrar a los recuerdos, pero una noche no pudo controlar su mano, estaba posada en la cabeza contraria.

—¡¿Qué haces?! —Le había gritado muchas veces, pero era la primera vez que pareciera que deseaba romperse las cuerdas bucales, pero no pudo contestar nada ya que su sistema no tenía respuesta a su acción, pero tampoco le dio un momento para responderle porque se había ido a encerrar en su habitación. No salió de ahí por tres días.


Seguían mudándose cada determinado tiempo, su amo seguía yendo y viendo, él limpiaba, pero siempre les faltaba la mujer, ella les hacía hacer cosas que ninguno de los dos llenaba del otro. Aun así Kageyama volvió a recostarse en el regazo de Hinata, éste trató de fingir que no se enteraba, pero su amo estaba un paso delante de él.

—Sé que finges dormir, idiota —Le dijo en una ocasión, no sabría cómo contestarle, sólo en su sistema le sugería la palabra "Lo siento", pero el pequeño robot creía que la palabra no funcionaba, no con ese humano.


Estaba sentado como siempre en el sofá, había acabado la limpieza del día cuando observó salir al humano de la habitación, lo miraba, estaba frunciendo mucho el ceño, luego parecía batallar con sus brazos o algo así.

—Hinata, vamos —Le ordenó mientras se llevaba las manos a los bolsillos. Se levantó del sofá y le siguió afuera, por un momento dedujo el robot que volverían a mudarse, pero el lapso de tiempo que se quedaban en el hogar tenía un máximo de cuatro años y acaban de llegar hace seis meses, pero tal vez había alguna razón por la que deberían adelantar su mudanza. No lo sabía, nunca le decían nada y estaba bien porque él sólo necesitaba las órdenes, aunque últimamente creía que faltaba algo, había huecos en todo lo que hacía. Como si una orden o deber faltara.

El pelirrojo estaba en el asiento de atrás del auto, llevaban más de dos horas en la autopista y para llegar a su destino faltaban otras tres, estaban muy apartados de una playa o mar, ni siquiera estaban aún en funcionamiento las conocidas como playas artificiales. Pero debían llegar ahí, volvía a querer algo y era ver de nuevo el mar, tal vez no sería lo mismo, pero lo deseaba. Kageyama comprendió ese sentimiento de añoranza sabiendo que no hay nada de lo que hubo hace años.

—No es similar como aquella vez o la primera —dijo Kageyama tan pronto miró el cielo.

—¿Extraña a la ama Natsu Hinata, Tobio Kageyama? —preguntó Hinata, los ojos marinos se clavaron en el pequeño cuerpo a su lado.

—Lo hago —respondió molesto porque ese enano mencionaba, preguntaba o hacía cosas tan raras como él, tal vez Natsu tenía esa habilidad de atraer a fallas andantes, quizás por eso tenía la forma de su hermano porque tal vez con el tiempo se volvería él…

—Pero no eres él —susurró, el pelirrojo inclinó su cabeza curioso por lo dicho—. Tampoco ella.

—No lo entiendo.

—No lo entiendas —dijo Kageyama, Natsu le hubiera dicho lo mismo, además él seguía sin comprender su otra frase; «Las cosas que un humano dice, lo que expresa, las palabras no son sólo para entender si no para sentir». Pero no importaba, era algo que su dueña dijo y creía en ella. Algún día las sentiría.

—A la ama le encanta el mar.

—Sí —contestó, miraba al horizonte como lo hacía el robot.

—Es verano y dice que venir al mar en esta temporada es la mejor.

—Sí, eso decía —No entendía por qué hablaba, tampoco a qué quería llegar con la conversación, pero sabía bien que eso que hacía no estaba en ningún programa, ni funcionamiento, estaba haciéndolo por su propio deseo, aun cuando no fuera consciente de ello.

—¿Ella no volverá?

—No, murió —«Nos dejó», eso último lo pensó con dolor.

—¿Sabía que el nombre de "Natsu" significa "verano"? Tal vez por eso le gustaba tanto esta estación del año.

En los robots existía un sistema donde almacenaban agua para ciertas utilidad de limpieza o ayuda en los humanos, lo tenía al lado de su reactor de energía, por eso no era raro que uno pudiera expulsar agua por los focos de visión, se podría usar esa agua para limpiarlos por alguna suciedad. Pero esa agua no salía por limpieza, brotaba porque ese pequeño robot estaba experimentado su primera y sincera emoción; tristeza.

En verano conoció a una pequeña niña que había perdido a su hermano, a su madre y la movilidad en las piernas, en verano se despidió de ella y en esa misma estación conoció a otro ser con miles de errores técnicos y del sistema tan altos como los propios, un robot que deseaba más, que sentía algo que se supone sólo le pertenecía a los humanos.


¡He vuelto! \o/

No estaba muerta, andaba de parranda. (?)

La verdad es que sufrí un bloqueo con este capítulo, además de que acaba la Universidad y claro, ahora mi problema es buscar un trabajo y esas cosas, pero eso es tema aparte.

Tuve un enorme bloqueo y nada me salía y me enojaba conmigo y con el escrito más de una vez, pero al fin salí de este y les traigo este capítulo que le puse todo mi esfuerzo.

Respecto a la siguiente actualización, debo decir que seguirán igual, cada 30 del mes, pero, pero estamos a mitad de Agosto, así que estoy rogando para poder escribir el capítulo siguiente para el 30 de este mes. Así que serían dos actualizaciones. /o/

¡Roguemos que si pueda hacerlo!

¿Comentarios o tomatazos? ¿Reclamos por desaparecer tanto tiempo? Pueden dejar todo lo que quieran. Ya saben que son bien recibidos, también pueden dejar alguna crítica constructiva. UvU Me gusta que me quieran aconsejar para que mejore.

Larga vida y prosperidad.