Bella POV
Al despertar mi vida era un libro en blanco, en el que todas las personas que decían conocía, intentaban anotarse a empujones y obligarme a recordar todo en unas horas, al menos hasta que el doctor entro a la habitación y les hizo callar. Me dolía la cabeza, y todo el cuerpo por las diversas heridas que me había hecho, según me habían explicado, había sufrido un accidente en auto, pero sin duda eso no era ni medianamente lo que más sorprendida me tenía, sino que el hombre que decía ser mi esposo, aseguraba que teníamos un hijo. Un bebé que tenía días de nacido.
No podía recordar haber estado embarazada y mucho menos haber dado a luz. Intentaba forzarme a recordar pero me era imposible, algo más allá de mí estaba bloqueando mis recuerdos, según el psicólogo del hospital, los sucesos traumáticos a veces causaban el tipo de amnesia que yo tenía, la mente se protegía de alguna manera para no tener que sufrir más, entonces solo tenía que descubrir lo que me estaba ocultando a mí misma, o lo que uno de los que decían me querían, me estaba ocultando.
Tarde dos meses en salir del hospital, no por la amnesia, sino por el resto de golpes que había sufrido en el accidente, había podido cargar a mi hijo finalmente, era un bebé precioso, pero por más que intentaba no lograba recordar todo el proceso. Aun así él se ganó mi corazón apenas lo tuve en brazos, tenía mi nariz y el mismo color que mis ojos, según Edward.
Él sin embargo no me agradaba, no podía creer que estuviéramos casados, era atractivo, pero había cosas de él que simplemente me ponían de nervios, me miraba como si se sintiera culpable, y por más que preguntaba la razón, él se negaba a dármela, mi madre seguía repitiendo que yo lo amaba y por eso nos habíamos casado, pero yo no sentía amor por ese hombre. Entendía que tuviera que estar ahí, quizás por la regla no escrita de que si tu esposa está en el hospital debes estar ahí con ella, o quizás porque el hijo que compartíamos pasaba el tiempo conmigo para poder alimentarlo, pero no me gustaba tenerlo cerca, toda mi piel se erizaba y sentía la horrible necesidad de salir corriendo.
Aun así había vuelto a la casa que compartíamos, el lugar no me parecía familiar, no me sentía como cuando llegas a casa después de un largo viaje y te sientes en tu hogar finalmente, en realidad me sentía como si fuera un lugar temporal, algo rentado con perfectos adornos para hacerla parecer una casa. Incluso le pregunte si esa en realidad era nuestra casa, él parecía sorprendido pero asintió sin dudas.
Me costaba adaptarme a la idea de ser madre, esposa y tener una casa enorme que ni siquiera me gustaba, sentía que todo ese papel no era mío, como si hubiese tomado el lugar de alguien más, alguien que llegaría en cualquier momento para echarme de su casa y tomar su lugar de nuevo. Amaba a mi pequeño Thomas, era sin duda el bebé más hermoso sobre la tierra, al menos para mí, a pesar de que no podía recordar mi embarazo, sentía un fuerte lazo a mi bebé. Pero no amaba a mi esposo, ni siquiera podía decir que lo quería, era tierno y considerado conmigo, pero nada me hacía sentir algo real por él, y con el tiempo se daría cuenta.
Para cuando Thomas tenía seis meses, los doctores que me habían atendido perdían las esperanzas de que recordara algún día mi vida, dándome alientos para rehacerla y dejar ir el pasado, lo estaba intentando pero la nueva vida que intentaba construir, la nueva Isabella, no quería a Edward a su lado.
―Necesito hablar contigo. ―murmuré mientras él terminaba de arropar a nuestro hijo, no sabía porque si es que él siempre había sido así, no podía recordar haberlo amado o al menos sentir algo cuando estaba cerca de mí, con todos los demás había algo, mis amigas me inspiraban calidez, cariño. Mi madre a su manera me hacía sentir que estaba en casa. Incluso a su amigo, Emmett, le había tomado cariño.
Edward se giró y asintió, salimos de la habitación, caminamos hasta la sala y nos sentamos uno frente a otro con una gran brecha entre nosotros.
― ¿Has recordado algo? ―preguntó y pude sentir su mirada de culpabilidad de nuevo.
―No. He perdido el interés en el pasado. He decidido que quiero centrarme solo en el futuro y dejar de obligarme a intentar recordar. ―murmuré, él asintió.
―Quizás sea lo mejor. ―suspiré y supe que ahora venía la parte difícil.
―Pero en la vida que planeo iniciar, creo que lo mejor sería que tú y yo no estuviéramos juntos. ―levantó la mirada para encontrarse con la mía, podía ver la desesperación en sus ojos, pero eso no cambiaría mi decisión.
―No. Sé que no logras recordarme, pero con el tiempo volverás a sentir lo que sentías por mí, en el fondo yo sé que me amas. Me lo dijiste cientos de veces antes del accidente. ―mientras hablaba de forma ansiosa, se acercaba más y más a mí.
―No, Edward. Yo no te amo. Y no puedo hacer nada para cambiarlo, lo intente, quería sentir todo eso que dices, pero no puedo forzarme a sentir algo por ti, hay algo que me pide quererte. ―mis palabras parecieron caerle encima con todo el peso del mundo, me dolía romperle el corazón, nadie merecía que lo hicieran, pero no iba a lastimarme a mí, pasándome el resto de mis días al lado de un hombre que no amaba y que jamás podría amar. ―Podrás ver a Thomas tanto como quieras, siempre serás su papá. Pero nosotros no tenemos un futuro. Lo siento. ―me incline y deje un beso en su frente antes de irme a la habitación, mientras subía las escaleras lo escuche sollozar y me detuve unos segundos, pero ya no había vuelta atrás.
5 años después.
―Mami, ya llegó papá. ―exclamó mi pequeño que salió corriendo apenas diviso a Edward por la ventana, le dedique una sonrisa antes de ir tras él y encontrarlo en los brazos de su padre en el pasillo para entrar a la casa.
Eran idénticos, de no ser pos ciertos rasgos en Thomas, sería el clon perfecto de su padre, Edward levanto la mirada y me sonrió dejando a nuestro hijo en el piso para que fuera a recoger sus cosas.
―Hola. ―salude con cariño, teníamos semanas sin vernos, había tenido que ir a una reunión urgente a Londres para verse con unos inversionistas de su empresa, por lo que esas dos largas semanas, no había podido venir a casa para pasar tiempo con Thomas, e incluso yo le había echado de menos.
―Hola, cariño. ―le sonreí y le deje pasar mientras Thomas seguía guardando cosas como si fuera a irse por el siguiente año.
― ¿Cómo te fue en tu viaje? ―pregunté mientras íbamos a la cocina.
―Bien. De hecho te traje algo. ―le miré interrogante y él saco una caja de joyería, a pesar del tiempo seguía teniendo lindos detalles, aun después del divorcio y la amnesia, incluso había hecho todo para que nuestro acuerdo con la custodia de Thomas fuera cómodo en todo lo posible y nuestro hijo no pagara las consecuencias.
―No deberías. Arruinaras los regalos de mis futuros pretendientes. ―bromee tomando la cajita que me extendía.
―Oh no, has descubierto mi plan maestro. ―le miré con una ceja levantada y una sonrisa, él me sonrió de vuelta y me miró fijamente. ―No es nada, solo lo vi y pensé que te gustaría.
Abrí la cajita y era un precioso collar con un relicario al final, dentro tenía la foto de nuestro pequeño Thomas cuando apenas era un bebé, sonreí encantada con el obsequio.
―Es precioso. Gracias. ―murmuré y le abrace con cariño. Thomas apareció corriendo por el pasillo, cargando una maleta que probablemente pesaba el doble que él, sonreí y Edward la tomo para quitarle el peso de encima.
―Despídete de mamá mientras voy a dejar esto al auto. ―Thom asintió y se acercó a mí, me puse de cuclillas y lo abrace fuerte a mi pecho, pasaría por primera vez una semana lejos y debía admitir que estaba algo sentimental.
―Adiós, bebé. ―él se acurruco en mi pecho y casi soltaba unas lágrimas por ese simple gesto, tenía que procesar que volvería el domingo, no se iría para siempre.
―Adiós, mami. Te quiero. ―se separó un poco y me miró con sus preciosos ojos que había tomado un color más claro, como un punto medio entre mi tono y el de Edward.
―Pórtate bien con papá y come todas tus verduras. Y por más que intente convencerte de saltarse la escuela e ir a un parque de diversiones, no le hagas caso ¿entendido? ―soltó una risita encantadora y bese su frente. ―Te quiero, cariño.
―A veces creo que lo envías para asegurarte de que yo coma mis verduras y no falte al trabajo para irme a un parque. ―exclamó Edward recargado en la barra de la cocina, levante la mirada y sonreí.
―Alguien debe hacerlo. ―respondí sonriendo, me levante y él se acercó a Edward, quien lo levanto en brazos. ―Si pasa cualquier cosa me llamas, lo que sea.
―Tranquila, no es la primera vez que se queda conmigo. ―asentí y solté un suspiró.
―Bien. Váyanse antes de que rompa en llanto. ―murmuré sonriendo, los despedí en la puerta y volví a la cocina a prepárame algo para comer.
Desde que Edward y yo nos habíamos divorciado, teníamos acuerdos sobre las visitas y la custodia de Thomas, él generalmente se lo llevaba los fines de semana y el resto de los días, se veía cuando pasaba por él a la escuela mientras yo estaba trabajando. A veces salíamos los tres, porque no quería que Thom creciera con la idea de que no éramos una familia, quería que nos viera juntos de cierta manera, aunque fuera como amigos.
Nos habíamos mudado a un distrito más escolar, por lo que Edward se había mudado lo más cerca posible, para que en cualquier circunstancia pudiera llegar rápido. Durante ese tiempo, nuestra relación había mejorado, al no sentir la presión de tener que amarlo, todo había sido más relajado, entonces se dio fácilmente nuestra amistad, podía decir sinceramente que le quería y le tenía cariño.
Ninguno tenía una relación, era difícil porque siempre teníamos que poner a Thomas primero, y habíamos pasado de todo entre los dos, desde hombres que salían corriendo al saber que era madre soltera, hasta mujeres que querían que Edward pasara el menor tiempo posible con nuestro hijo. Simplemente no era fácil encontrar al partido perfecto para nuestra situación, pero no perdía las esperanzas.
No había recordado lo que paso antes de ese accidente, tampoco sabía que tanto cambiaría si lo supiera, Edward me había contado cosas, algunas de las que estaba realmente avergonzado, y aunque me molestaron en su momento, admitía que era un buen gesto que a pesar de que sabía que podía librarse fácilmente de sus errores por mi falta de memoria, decidiera que merecía saberlo de todas formas. Sabía cómo se había dado nuestra relación, y realmente no parecía un cuento de hadas, sino todo lo contrario. A pesar de todo decidí dejar eso en el pasado, no quería cambiar mis decisiones por eso que ni lograba recordar, mi vida estaba bien así, tenía mi propio hogar, un hijo precioso al que amaba con mi vida, mi casa solía estar llena de pequeños juguetes que dolía en el alma pisar, mi ex marido era un padre maravilloso y sabía que al igual que yo daría la vida por mi pequeño, mi empleo era muy bueno y me encantaba poder valerme por mi misma, tenía la esperanza de que en algún momento encontraría al hombre perfecto, pero por el momento no le necesitaba, si pasaba sería tan bien recibido como si no lo hacía. Tenía amigas que habían sido un gran apoyo todo el tiempo mientras me sentía perdida en el mundo por no tener idea de quien era, y estaba segura de que no cambiaría nada, porque en ese momento me sentía feliz.
Gracias por su apoyo en este pequeño TS :)
No quise contar todo desde el punto de vista de Bella porque creo que no tenía mucho sentido repetir todo otra vez. Quería un final un poco más realista al común, pero al mismo tiempo no quería desarrollar un gran drama en torno a ello porque es un TS, y tendría que desarrollarse muy rápido haciendo que se viera forzado. En fin, espero les haya gustado el final de esta pequeña historia :)
Gracias por leer :3