Disclaimer: Nada de Harry Potter es de mi propiedad, los personajes y todo lo relacionado a la historia canon que pueda aparecer, a excepción de lo creado y modificado por mi persona, pertenecen a J.K. Rowling.

Summary: Harry Potter, un muchacho consciente de la magia, con una gran inteligencia, pero roto por culpa del maltrato de sus parientes. Hasta que por azar del destino, su vida va a cambiar completamente y ya nada va a volver a ser igual.


El Orden Natural de Las Cosas.

Año I

Capítulo I

"Cuerpo Encadenado, Mente Libre"

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—DIALOGO NORMAL—

—(PENSAMIENTO)—

—"PARSEL"—

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Una diminuta estela de luz entro por la pequeña rendija que tenía la puerta de su pequeña habitación haciendo que sus ojos comenzaran a acostumbrase a los destellos del nuevo día. Acostado boca arriba y sin de dejar de mirar lo que había encima suyo, el techo en donde dormía, un nuevo día había comenzado, una nueva tortura.

Llevaba ya mucho tiempo despierto, su mente divaga siempre en distintos pensamientos, algunas veces, tratando de justificar su miserable existencia, otras, de entender el entretejido que conforma al mundo, buscando, tal vez, una respuesta a la mísera pregunta que invadía su mente cada día, ¿Qué es el odio y porque merezco que me odien?, pero a pesar de todo, a pesar de todo lo que había leído y aprendido, siempre llegaba a la misma conclusión. Nada.

—(A veces, el odio puede cegar a las personas, hacer que hagan cosas que hagan dudar de su humanidad misma, pero, ¿Cuál es la diferencia entre estar ciego por el odio y el placer de hacer daño injustificado a otra persona?, la línea que las diferencia se hace muy difusa, hasta el punto, de no encontrar diferencia en su caso). —pensó, mirando la luz que se filtraba por aquella pequeña rendija de ventilación.

Con suave movimiento, tocó su brazo, a pesar de que ya había pasado una semana desde que había recibido ese golpe, todavía le dolía. Con una mirada cansina, trato de ver si todavía seguía el moretón del día anterior, pero la luz era poca, así que sus intentos de contemplar el daño fueron infructuosos.

~0~0~

En la oficina de un antiguo y lejano castillo al norte de Escocia, en donde los límites de lo que creemos posible son puestos a prueba, una bruja alta, de negro cabello, estoica mirada y serio semblante; que vestía una túnica verde esmeralda, firmaba con precisión y rapidez las cartas de aceptación para los futuros alumnos del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Su nombre era Minerva McGonagall.

Tal vez, por azar o capricho del destino, una cálida y agradable briza veraniego de fines julio, hizo que una de sus cartas recién terminadas cayera al suelo. La mujer al percatarse de esto, detuvo su trabajo y dispuso su atención a levantar la caída carta. Tal vez, y solo tal vez, en un atisbo de curiosidad, revisó a quien estaba dirigida.

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Señor. H. Potter

Alacena debajo de la Escalera

Privet Drive 4

Little Whinging

Surrey

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Ese momento de simple curiosidad, sin que se diera cuenta, iba a hacer que todos los eventos futuros y, tal vez, que el destino de la persona a la que iba dirigida esa carta, y quien sabe, el de todos en el mundo, cambiase de formas que serían imposible de predecir.

—¿Alacena debajo de la escalera?... —dijo Minerva con suavidad para luego abrir los ojos con horror —. ¡Los muggles no viven en alacenas! —exclamó horrorizada y con los ojos bien abiertos ante el solo pensamiento de vivir como lo hacían los elfos domésticos de los muy bien conocidos sangrepuras.

En un rápido movimiento guardó su tintero, su vieja pluma y salió de su oficina con dirección a la oficina del Director de la institución.

El Profesor Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore, un hombre mayor, alto, de serena y cálida mirada, con una cara enmarcada en una tupida, larga y blanca barba, con un pelo largo y del mismo color; vestido siempre de forma extravagante y con colores que resaltaban siempre a donde iba. Estaba sentado detrás de su escritorio comiendo alegremente un caramelo de limón, hasta que escucho el tocar de su puerta.

—Adelante. —mencionó desviando su concentración a quien entraba en ese momento a su oficina.

—Albus, hay un problema, ¿Qué significa esto? —preguntó Minerva entrando de forma apresurada y mostrándole la carta al director —, el Señor Potter este viviendo en una alacena. —comentó con cara molesta mientras miraba a su antiguo amigo a los ojos.

—Querida… seguramente tiene que ser algún tipo de error. —dijo Albus tranquilamente mientras miraba la carta.

—Albus, ambos sabemos que es imposible que se equivoque el Sistema de Localización de Alumnos para las cartas de los estudiantes, no tiene error. —respondió Minerva esta vez con algo de irritación, como si el Director le estuvieran tomando el pelo.

—Minerva las protecciones esta activas y en perfecto estado —replicó Albus —, es imposible que Harry tenga, o haya tenido, algún problema.

—Albus, ¿En estos últimos 6 años fuiste a revisar el estado de Potter? —preguntó la Profesora McGonagall con una mirada inquisitiva e irritada.

—No, mientras las protecciones estuvieran activas no tenía nada porque preocuparme. —respondió el Director tranquilamente.

Un silencio sepulcral se formó en la oficina, el semblante sereno pero irritado de Minerva cayó y la ira floreció.

—¡¿Cómo que no fuiste a revisar su estado?!, ¡¿Esta es la forma en la que honras la memoria de James y Lily?!, ¡No puedo creerlo, Albus! —dijo tocándose la frente con las manos —, tenía que haber seguido vigilándolo como cuando era un bebe, ¡Pero no!, tuve que hacerte caso.

—Pero Minerva, no puede estar mal, son su única familia. —se escudó el viejo mago.

—Pero nada, Albus, mañana a primera hora voy a ir a ver como esta, le voy a entregar personalmente su carta de Hogwarts y lo voy a acompañar a comprar sus útiles. Dame la llave de su bóveda. —dijo de forma imperativa.

—Pero Minerva… mañana es 31 de julio, tal vez interrumpirías su fiesta de cumpleaños. Creo que deberías enviar la carta por lechuza como siempre…

—Albus, no estoy negociando. —respondió Minerva entrecerrando los ojos y enviándole una mierda seria y firme al Director.

—Está bien… —dijo Albus suspirando de forma derrotada.

Albus buscó en el escritorio y le entregó la llave. La enojada mujer la tomó y se fue de la oficina comenzando a trazar planes sobre lo que iba a hacer mañana.

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Minerva estaba con su usual túnica verde esmeralda y sombrero de punta. Dando un suspiro largo y nervioso tocó a la puerta del Número 4 de Privet Drive.

—Un momento. —dijo una apagada voz detrás de la puerta.

Lentamente la puerta se abrió y delante de la bruja se vio un niño de no más de 10 u 11 años; tenía el pelo negro desordenado, piel pálida, un cuerpo algo pequeño para su edad y ropa extremadamente grande para su tamaño, y claramente envejecida. Sus ojos verdes esmeralda cubiertos por unos anteojos redondos, tenían una expresión vacía. Su rostro no demostraba emoción alguna. Ambos se quedaron viendo por un momento como si se estuviesen estudiando con la mirada hasta que el niño decidió romper el trance que se había formado entre ambos.

—Buenos días señora, ¿en qué puedo ayudarla? —pregunto, con todo el decoro posible, con voz monótona y carente de expresión para luego ver, por un momento, las extrañas ropas de la recién llegada.

—Buenos días joven, soy la Profesora Minerva McGonagall, estoy buscando al Señor Harry Potter. —respondió Minerva sin soltar la mirada del jovencito que tenía enfrente, sintiendo como si su mirada la estuviese llevando al abismo más oscuro y comenzase a analizar su alma.

El joven la miró por un momento evaluándola, como si estuviese estudiando que decir y qué hacer ante cualquier posibilidad.

—Soy yo señora, ¿En que la puedo ayudar? —preguntó Harry con monotonía, pero con algo de duda por lo que acababa de hacer.

La vieja bruja se mordió el labio inferior de forma imperceptible. Su pensamiento era un caos, el muchacho claramente no estaba mostrando emociones, sus modales era perfectos para su edad, demasiado perfectos pensó, su cuerpo, obviamente, era más pequeño que los de su edad y su ropa no era de su tamaño, con algo de nerviosismo saco la carta de uno de los bolsillos de su túnica.

—Esto es para usted —dijo Minerva entregándole la blanca carta con el inconfundible sello de Hogwarts —, ¿Podría pasar?, hay algunas cosas que deberíamos hablar. —agregó.

—Claro. —respondió Harry abriendo grande los ojos al ver el destinatario de la carta.

Movió su cuerpo a un costado y dejo pasar a la bruja. Cerró detrás de si la puerta de entrada, con la mano le señaló uno de los sillones de la sala para que se pudiera sentar y volvió a hablar.

—¿Le puedo ofrecer algo para beber? —preguntó nuevamente con la misma monotonía mirando a la bruja a los ojos mientras se sentaba.

—No gracias, estoy bien. —respondió ella sin soltarle la mirada.

Harry se sentó en el sillón, enfrente de donde estaba ella. Abrió la carta y comenzó a leerla.

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COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA

Director: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore.

Querido señor: Harry Potter

Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios. Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.

Muy cordialmente,

Minerva McGonagall

Subdirectora

Uniforme:

-Los alumnos de primer año necesitarán:

-Tres Túnicas sencillas de trabajo.

-Un sombrero negro puntiagudo para uso diario.

-Un par de guantes protectores.

-Una capa de invierno.

Libros:

Todos los alumnos deben tener un ejemplar de los siguientes libros:

-El Libro Reglamentario de Hechizos Miranda Goshawk

-Una Historia de la Magia, Bathilda Bagshot

-Teoría Mágica, Adalbert Waffling

-Guía de Transformaciones para principiantes, Emeric Switch

-Mil Hierbas y hongos mágicos, Phyllida Spore

-Filtros y Pociones Mágicas, Arsenius Jigger

-Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos, Newt Scamander

-Las Fuerzas Oscuras. Una guía para la autoprotección, Quentim Trimble

Utiles:

-1 varita.

-1 caldero de peltre número 2.

-1 juego de redomas de vidrio o cristal.

-1 telescopio.

-1 balanza de latón.

Los alumnos también podrán traer una lechuza, un gato, una rata o un sapo.

SE RECUERDA A LOS PADRES QUE A LOS ALUMNOS DE PRIMER AÑO NO SE LES PERMITE TENER ESCOBAS PROPIAS

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Harry terminó de leer la carta y miró por un momento a la Profesora que estaba delante suyo.

—Entiendo lo que dice en la carta Profesora McGonagall, pero lamento tener que informarle que no voy a poder asistir, no tengo el dinero para pagar esta institución. Lamento tener que pedirle que se retire si ya no tiene ningún asunto por atender. —dijo Harry monótonamente, pero con algo de ansiedad en la última parte mirando el reloj que había en la sala, colgado sobre una pared color vainilla.

McGonagall algo shockeada por la actitud del niño que tenía enfrente, pestañeó un par de veces con los ojos bien abiertos e intento recobrar la compostura.

—No se tiene que preocupar por el dinero Señor Potter, su plaza en Hogwarts esta paga desde el momento que nació… —dijo Minerva de forma tranquila pero anciosa.

—Profesora McGonagall, mis tíos no me van a permitir ir a Hogwarts y le tengo que volver a insistir a que por favor se retire. —respondió el muchacho algo más nervioso que antes.

—Señor Potter… ¿sucede algo? —preguntó McGonagall suavemente con seriedad y mirando de forma interrogante, al haber detectado el nerviosismo creciente en el muchacho.

—Usted..., creo que no lo está entendiendo. T-ti-tiene que irse en ahora. —respondió Harry parándose rápidamente, pero con nerviosismo en su voz y cerrando y abriendo la mano, en un intento fallido de mantener la compostura.

—¿Por qué, Señor Potter? —volvió a preguntar rápidamente con total seriedad.

Cuando estaba por responder la puerta se abrió de forma rápida permitiendo ver a una mujer alta, flaca, con un cuello largo y una cara parecida a un caballo. Su nombre era Petunia Dursley.

—¡Monstruo, ayúdame con las bolsas de lo que compre! —gritó Petunia.

—Sí tía, tenemos visitas. —respondió Harry con voz monocorde, caminando a donde estaba su familiar, agarrando rápidamente las bolsas y llevándolas a la cocina para después volver a la sala.

Petunia movió su cabeza mientras el muchacho llevaba las compras que había realizado, vio a Minerva y recordando el pasado como la misma mujer, pero claramente ahora más avejentada, que tenía en su campo de visión, había ido a su antigua casa de la infancia a darle la carta a su perfecta y anormal hermana. Este recuerdo hizo que su cara se pusiera roja de furia. Miro a Harry con odio y volvió a mirar a McGonagall.

—¡VOS!, ¡Fuera de mi casa! —gritó apuntando a la puerta con el dedo—, ¡No quiero monstruos en mi hogar, ya bastante tengo con el anormal! —agregó con odio señalando a Harry.

—Jovencita —dijo Minerva enojada levantándose —, no me hable de esa manera y no se dirija de esa forma al Señor Potter. Vine a traerle la carta de admisión de Hogwarts a su sobrino.

—Él no va ir a esa escuela de anormales, cuando lo dejaron acá prometimos que sería normal y no como la estúpida de mi hermana. ¡Ahora, fuera de mi casa! —respondió Petunia aún más enojada.

—¡No!, el Señor Potter es un mago y va a ir Hogwarts al igual que sus padres. —dijo Minerva con mirada estoica, mirando a fijamente a Petunia.

—¿Y después qué?, ¿Va a morir asesinado de la misma patética forma que Lily? —escupió Petunia de forma venenosa.

—Dijiste que habían muerto en un accidente auto. —dijo Harry interrumpiendo de forma consternada mientras miraba a su tía, mostrando emociones en público por primera vez en mucho tiempo.

—Te mentí!, ¡¿Contento?! —comenzó Petunia —, no tenías por qué saber que la estúpida de Lily era mágica, no podíamos permitir que fueras más anormal de lo que ya eras. Y ahora es tiempo de terminar con esto. —terminó de forma rápida agarrando el primer objeto que encontró a mano y se lanzaba contra Minerva.

Harry comenzó a ver todo en cámara lenta; como su tía se lanzaba a atacar a la profesora McGonagall, mientras ella intentaba sacar algo de su túnica, en un rápido movimiento estiro la mano con la palma abierta y con el único pensamiento que era el de proteger a la Profesora.

Delante de McGonagall se formó una pared curvada, ligeramente verdusca, que la protegió del impacto. En el momento que Petunia golpeo la pared con la lámpara que había agarrado, salió dispara hacia atrás e impacto con todo el peso de su cuerpo la pared dejándola inconsciente.

McGonagall vió anonadada como la traslucida pared que la había protegido comenzaba a desaparecer y rápidamente miro a Harry que tenía el brazo levantado con una ligera aura verdusca en su palma; por un momento la mujer creyó haber visto runas pero rápidamente volvió a la realidad.

—Gra... Gracias. —dijo McGonagall todavía anonadada por lo que acababa de pasar.

—Creo que ambos nos debemos unas cuantas explicaciones, ¿No le parece? —dijo Harry suspirando, ahora con un semblante más tranquilo.

Levantando con cierto esfuerzo a Petunia en su espalda, Harry llevó a la mujer hasta su habitación para que descansara del golpe que había recibido y que, al menos en la mente de Harry, cuando despertara estuviera menos furiosa de lo que iba a estar.

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Minerva McGonagall era un caos, su mente estaba funcionando al 100%, mientras, se volvía a sentar en el sillón tratando de procesar todo lo que había visto.

—(El muchacho, había hecho, en primer lugar, magia controlada sin varita, en segundo lugar, había sido protegida por un escudo de magia pura, no era un hechizo, era algo que nunca había visto y, en tercer lugar, había muchas cosas que claramente le habían pasado para controlar a tal punto sus emociones). —pensó Minerva intentando ordenar sus ideas.

Harry volvió a sentarse enfrente de Minerva y con un semblante tranquilo, completamente diferente a como se había mostrado inicialmente comenzó.

—¿Lo que dijo mi tía de como murieron mis padres es cierto? —preguntó calmadamente mirando fijamente a la mujer a los ojos.

—Sí, es cierto, los asesino un mago oscuro, su nombre era… Voldemort. —respondió Minerva con tristeza.

—Entiendo, un mago oscuro, ¿Es un mago malvado no es así? —volvió a preguntar Harry.

—Sí.

—Profesora, quiero que sea absolutamente sincera conmigo —McGonagall asintió en señal de confirmación. —, ¿Podría contarme que fue lo que paso el día que murieron? —preguntó Harry analizando a la bruja, buscando cualquier signo de mentira que pudiera aparecer.

Con un suspiro McGonagall comenzó:

—El mundo mágico, el lugar donde están todos los magos, estaba en guerra en ese momento, Voldemort tenía mucho poder y muchos seguidores leales, mortifagos, el mataba o mandaba a matar a todos los que se le oponían y unos de estos opositores, fueron tus padres. Ellos se escondieron en una casa en el Valle de Godric, sin embargo, los traicionaron y le revelaron a Voldemort su ubicación. Él los encontró, primero mato a James, tu padre, que intentó detenerlo, y luego fue a la habitación donde se estaban vos y Lily, tu madre. —hizo silencio por un momento, mirando fijamente los ojos de Harry y después fijando su vista hacia la nada continuo —. Ella murió protegiéndote, cuando él iba a asesinarte algo paso, la maldición que uso para matarte falló, le reboto y lo mató a él, o al menos eso se cree, pero lo que sí sabemos es que ese ataque destruyó su cuerpo, ese día te hizo esa cicatriz en forma de rayo que está en tu la frente. —McGonagall con mirada triste volvió a mirar a los ojos a Harry que tenía una expresión perdida como si estuviese enlazando y uniendo toda la información.

Él la volvió a mirar.

—Después de que mamá y papá murieran, ¿Qué fue lo que paso?, ¿Quién me dejo con mis tíos? —preguntó Harry mirando ahora de forma seria.

—Hagrid, el guarda bosques y guardián de las llaves de Hogwarts, te encontró después del ataque. Albus Dumbledore, él, considero que la casa de tus tíos era el mejor lugar para dejarte. —respondió Minerva tristemente.

—Usted, Profesora, ¿Tuvo algo que ver con que yo esté viviendo acá? —volvió a preguntar seriamente Harry sin apartar la mirada seria de Minerva.

—Si…. Al-al principio, yo no estaba acuerdo con el Director Dumbledore, porque tus tíos no me parecían buenas personas, pero al final Albus me convenció, porque eran tu única familia, porque creyó que ibas a estar protegido y vivirías con amor. —dijo McGonagall afligida mientras se tocaba nerviosamente las manos.

—Nunca la había visto, ¿Cómo sé que todo lo que me dice es real? —preguntó Harry entrecerrando los ojos.

—Yo, soy un animago, significa que puedo transformarme en un animal. Yo me puedo transformar en un gato. —Minerva le tomó un momento y donde estaba ella apareció un gato de color castaño y atigadro.

Volvió a transformarse en humana y miro la expresión de Harry. Tenía los ojos ligeramente abiertos y la boca ligeramente abierta.

—El gato, vos sos el gato que estaba siempre en la venta cuando era pequeño…. siempre estabas sentado en la ventana durante la tarde hasta que tuve 6 años. Siempre te miraba cuando estabas en el patio. —dijo con expresión de sorpresa y con una ligera sonrisa en los labios por el lindo recuerdo.

—Sí, ese gato era yo —dijo Minerva con una sonrisa —. Te cuide hasta que tuviste 6 años, después el director me convenció para que dejar de venir y comenzó a vigilarte por medio de protecciones que hay en la casa… —terminó perdiendo la sonrisa y mordiéndose el labio inferior por el resultado del descuido del director y en parte su propia falta.

—Entiendo, creo que es su turno entonces. —dijo Harry serenándose después de toda la información que había recibido.

McGonagall lo miro por un instante con una profunda tristeza, delante de ella no había un niño; había un adulto con el cuerpo de un pequeño de 11 años recién cumplidos. Fuera lo que fuera lo que había pasado a este niño, tenía que ser suficientemente grande para hacerlo ser así, para haberlo roto, para hacerle llevar la máscara que tenía antes, pero ya nada importaba el daño estaba hecho y en parte era su culpa.

—(Si tan solo hubiese sido firme con no mandarlo con sus horribles familiares o lo hubiese seguido vigilando, ahora no tendría al mismo muchacho). —pensó con una profunda tristeza.

Tenía muchas preguntas que necesitaban respuesta. Se intentó serenar y comenzó.

—¿Señor Potter usted vive en una alacena? —preguntó con algo de nerviosismo.

—Sí. —respondió Harry de forma seca.

—¿Puedo ver donde dormía? —volvió a preguntar con algo más de nerviosismo.

Harry se levantó y McGonagall lo siguió. No tuvieron que dar ni 10 pasos para que llegaran, debajo de la escalera, había una puerta con un pequeño respiradero de metal, Harry saco el seguro de la entrada y la abrió.

McGonagall se agachó y miró. Lo que vio ahí la horrorizo, un colchón mohoso tirado en el suelo con una pequeña lámpara suspendida en el aire por un cable. Encendió esta y al fondo de la pequeña habitación vio un montón de libros.

Se adentró más en el pequeño espacio y comenzó a ver los libros, había de todo tipo, desde filosofía, matemáticas, ciencias, historia, cuentos fantásticos, era sin lugar a duda literatura de mucho nivel para un muchacho de 11 años, hasta que la realidad de un golpe la trajo de nuevo a la realidad. Y comenzó a preguntar.

—¿Todos estos libros son suyos?

—Si profesora.

—¿Los leyó a todos?

—Sí.

—¿Por qué?

—Porque era lo único que podía hacer a escondidas de mis tíos.

—¿Leer?

—Sí. No se me permitía hacer nada que no fuesen mis tareas e ir a la escuela, sino, era castigado.

—¿Qué le produce leer?

—Hace que me sienta libre.

—¿Con sus tíos se siente atrapado?

—Sí y no, si, porque soy un esclavo para mis tíos y no, porque mi mente y mi conciencia son libres, es lo que me dan los libros, pensamiento propio.

Minerva afligida por dentro, salió del cuarto y se volvió a sentar en el sillón; Harry la siguió y también se sentó enfrente de ella. La mujer volvió a preguntar.

—Señor Potter, ¿Por qué lo castigaban sus tíos?

—Si me iba mejor en la escuela que a mi primo, era castigado; si decía algo que ellos no consideraban correcto, era castigado; si comería algún error, era castigado y sino simplemente mi tío me castigaba por gusto. —respondió Harry de forma lo suficientemente fría como para hacer helar la sangre de McGonagall.

—¿Con que lo castigaban? —preguntó de nuevo McGonagall con algo de nerviosismo.

—Con el cinto de cuero de mi tío. —volvió a responder fríamente.

—¿En dónde? —volvió a preguntar una vez más, aún más nerviosa.

Harry se levantó, dio de espalda a Minerva, con algo de nerviosismo se sacó la remera que tenía puesta. McGonagall dio un gemido ahogado de espanto viendo las viejas y algunas nuevas cicatrices que estaban por toda la espada y parte de los brazos del muchacho.

Esto era de forma indirecta su culpa, el niño había sido torturado de forma inhumana porque no había sido firme con Albus en un primer momento. Sus lágrimas empezaron a formarse y caer de forma descontrolada; tapó la cara con las manos, esto era demasiado para ella, había traicionado a sus amigos, James y Lily. Había permitido que su legado fuera tratado como basura. Pero antes de que se diera cuenta un par de brazos la estaban rodeando y apoyando su cabeza en el hombro ya cubierto nuevamente de Harry.

—Tranquila Profesora McGonagall, si tiene que llorar, llore. —dijo Harry de forma tranquilizadora.

McGonagall estaba shockeada, pero lo único que pudo hacer es abrazar al niño con fuerza y llorar en su hombro, pasaron 10 minutos en donde Minerva lloró con fuerza liberando todo el dolor y el arrepentimiento expuesto. Su semblante de hierro había caído. Muy poca gente la había visto en este estado. Cuando dejó de llorar se soltó de Harry y busco un pañuelo en su túnica, mientras se trataba de secar las lágrimas que le quedaban y escucho una voz.

—¿Se encuentra mejor Profesora? —preguntó Harry con suavidad.

—Perdón. —respondió en voz baja todavía algo dolida sin ver a los ojos a Harry.

—No tiene que disculparse, no creo que usted tenga la culpa de todo esto, pero si la hace sentir mejor, esta perdonada. —dijo Harry mientras volvía a sentarse en el lugar que estaba antes

—Gracias —comentó con una dulce sonrisa. Suspiro y volvió a cambiar a su semblante a uno más tranquilo —. ¿Cómo era tu vida con los Dursley aparte del maltrato que recibía? —preguntó Minerva de forma tranquila.

—Tenía que cocinar, ordenar la casa, cuidar el jardín de mi tía e ir a la escuela. Si hacia las tareas que se me pedían, tenía permiso para comer, sino iba a dormir sin cenar y era castigado. —respondió Harry con su semblante frío nuevamente.

—¿No hacías nada más?

—No.

—¿Cómo es la casa?

—Está la cocina, la sala de estar, en donde estamos, la habitación de mis tíos, las dos habitaciones de Dudley y la habitación de huéspedes. —respondió Harry mirando a la profesora con simpleza.

—¿Tu primo tiene dos habitaciones? —preguntó Minerva con genuina sorpresa.

—Sí, en una duerme y en la otra guarda la cosas viejas y cosas que no usa. —dijo Harry con simpleza.

—Señor Potter, ¿Sabe lo que es la magia?

—Sí, es la fuerza que usan los magos para hacer hechizos.

—¿Dónde aprendió eso?

—Mis libros de cuentos fantásticos hablan mucho sobre la magia.

—Señor Potter, ¿Qué cree que es la magia?

—Toda profesora McGonagall, ¿Acaso no lo siente?

—Creo que no le estoy entendiendo.

—La magia es como el aire, está en todos lados, en cada ser vivo, en cada objeto, es posible sentirla en mayor o menor medida y está en constante cambio y equilibrio. —respondió Harry entusiasmado y con genuina sinceridad.

McGonagall se quedó en silencio ante esta revelación. Pero su mente estaba funcionando a plena potencia, si Harry era lo que su mente estaba formulando en ese momento, entonces, solo entonces, muchas cosas se avecinaban para el futuro. Sacó su varita, la movió y la lámpara que estaba rota se reparó. Fue flotando hasta el sillón donde estaban, con otro movimiento de varita la convirtió en un florero. McGonagall volvió a mirar a Harry.

—¿Puede decirme que sintió? —preguntó Minerva de manera inquisitiva.

—mmm, como explicarlo, pude sentir los movimientos y como moldeó su magia, como fue canalizada por su varita ¿no? —McGonagall asintió.

Harry estiró su mano hasta el florero y de un movimiento convirtió el florero de nuevo en una lámpara para sorpresa de McGonagall. Decir que estaba sorprendida era poco. Harry Potter había replicado su hechizo a la primera, sin varita, sin palabras y solo con sentir como se había movido su magia mientras realizaba el hechizo.

—Increíble. —dijo Minerva con sorpresa.

—¿Qué cosa? —preguntó Harry como si fuese lo más normal del mundo.

—Lo que acaba de hacer, nunca vi a un mago sin experiencia previa con la magia y sin varita hacer lo que usted hizo, es simplemente sorprendente. Me gustaría probar un par de cosas. —respondió ella con entusiasmo.

McGonagall, volvió a hacer otro movimiento de varita e hizo levitar uno de los sillones y luego lo volvió a colocar en el mismo lugar. Harry volvió a repetir el proceso y obtuvo el mismo resultado, volviendo a copiar el hechizo a la perfección. Minerva con una mirada asombrada, como si hubiese descubierto una mina oro ante sus ojos, se levantó e hizo un hechizo y su ropa, esta cambió a una túnica ligeramente diferente de la que tenía originalmente. Harry después de esto, también se paró, y una pequeña esfera de magia verde qué partido de sus pies al nivel del suelo que fue subiendo y girando alrededor de su cuerpo mientras dejando de atrás de esta una estela que iba desapareciendo mientras ascendía. A medida que la pequeña esfera iba ascendiendo su ropa iba cambiando hasta quedar con unas zapatillas negras, pantalones negros y una camisa blanca de mangas largas.

—Bonito atuendo Señor Potter. —comentó Minerva con una risita ahogada.

—Gracias. —respondió él ligeramente divertido.

—¿Le ocurrió algo fuera de lo común alguna vez?, ¿Cómo pudo controlar su magia a tal nivel? —preguntó Minerva con mucho interés.

—Si, al principio, cuando mi magia empezó a aparecer y cosas sin sentido comenzaron a suceder mis tíos me castigaron de forma más dura que antes —respondió Harry con recelo —, entonces entendí que era yo el causante y que tenía que poder controlar mis habilidades para poder evitar las golpizas, pasado un tiempo entendí que, si controlaba mis pensamientos y emociones, podía controlar la magia y así fue como evite que cosas "extrañas" sucedieran y que dejaran de golpearme, al menos con tanta intencidad. —agregó con la voz ligeramente apagada.

—¿Ocurrió algo más digno de mención?

—mmm, bueno un día estábamos en el zoológico y Dudley estaba molestando a una serpiente e hice desaparecer el cristal de protección que la contenía y la liberé. Hablé con ella y me agradeció por haberla sacado, también dijo que iba a volver a Brasil, su tierra natal, pero nada más que sea destacable. —respondió Harry con simpleza.

—Parsel…. —dijo Minerva algo shockeada por la información.

—¿Qué? —preguntó intrigado.

—La habilidad para hablar con las serpientes se llama parsel, es una habilidad muy rara y no muy bien vista en la sociedad mágica, porque suele ser asociada a magos oscuros.

—Pero yo no soy un mago oscuro.

—Sí, eso es verdad, pero los estigmas que tiene la gente no se van fácilmente.

—Porque… tengo la sensación que los magos son muy parecidos a las personas no mágicas y también están llenos de prejuicios. —comentó Harry con dudas.

—Muggels… se les dice a las personas no mágicas y si, desgraciadamente la sociedad mágica está repleta de prejuicios muy antiguos.

—Entiendo, ¿tiene algunas preguntas más?

McGonagall cambio a su túnica común y con seriedad dijo.

—¿Podrías mostrarme las habitaciones de la casa?

Ambos recorrieron la casa hasta que llegaron a la primera habitación de Dudley y Minerva con cara de asco por el feo olor que emanaba la zona y el desorden, preguntó.

—¿Vive así?

Harry asintió.

Continuaron al segundo cuarto igual de desordenado que el anterior, pero al menos este no tenía feo olor y Harry siguió mostrándoles el resto de las habitaciones.

—¿Si tuviese que elegir una habitación para dormir, cual pediría? —preguntó mirando a Harry.

—Supongo que el segundo cuarto de Dudley estaría bien, no ocupo mucho espacio y no tengo muchas cosas, así que no necesito un lugar muy espacioso. —McGonagall asintió complacida por la respuesta y prosiguió.

—¿Podrías llevarme donde está tu tía? —preguntó seriamente.

Harry la condujo hasta la habitación donde reposaba su tía. McGonagall saco su barita y con un movimiento la despertó. Petunia se levantó sobresaltada por el repentino despertar y con una fuerte jaqueca, los miró con odio hasta que Minerva de forma seria y dura habló.

—Las cosas en esta casa van a cambiar —comenzó seriamente —, no creas que usted ni su familia van a poder seguir tratando al Señor Potter de la forma en la que estuvo viviendo, se acabaron los abusos, las torturas y las épocas de que este viviendo en una alacena. Vas a limpiar y ordenar el segundo cuarto de su hijo y ese va a ser el cuarto del Señor Potter, ¿Entendió?, y ni se le ocurra tratar de esconder o hacerle algo al contenido de la alacena, la voy a sellar con magia hasta que vuelva de comprar los útiles escolares que él va a necesitar. Infórmeles a los demás integrantes de la familia los cambios. —dijo apuntándole con la varita y dando una mirada que no iba a tolerar un no por respuesta.

Petunia, asustada por la mirada de la mujer, asintió. Ambos se fueron dejándola sola mientras respiraba agitadamente. Volvieron a bajar y se dispusieron a salir, pero antes Minerva apunto su varita a la alacena y esta se cerró.

—Solo por si acaso. —dijo mientras miraba a Harry ya en la puerta y se dirigía a donde estaba el.

Harry sonrió por primera vez en muchos años y mostró una sonrisa sincera, las cosas tenían que cambiar, ya no había vuelta atrás, o las cosas cambiaban o el infierno se iba a desatar.


El próximo capítulo esta titulado: "Un Mundo Lleno de Oportunidades"

Bueno este es el primer capítulo de una historia que hace mucho tiempo que lleva en mi cabeza, prometo subir capítulos sin que pase mucho tiempo entre uno y otro. Ese es mi primer fanfic en fanfiction, espero que lo disfruten, usualmente subía en foros, pero eso fue hace ya muchos años.

Cualquier crítica a la narración, ortografía, historia, duda, incoherencia o cosa que crean que se puede mejorar o pulir avísenme que trato de corregirlo o cambiar.