Fórmula para el desastre= Huron + Leona + Navidad

Aclaración: Los personajes no pertenecen, sino que son propiedad intelectual de J.K. Rowling.

Sin tanto preámbulo, la tercera parte de esta historia navideña.

...

El castillo estaba precioso todo ambientado con motivo de las navidades, creando el escenario perfecto. Aunque para la profesora de Encantamientos era como si el infierno se hubiera materializado en la tierra.

-Granger por favor cálmate!... Parece que te estuvieras muriendo y dentro de unas horas tenemos que dejar el castillo.

-Huron estoy por iniciar cuatro días de puros engaños hacia toda mi familia… - se agarró el pelo con las manos, tirando de el- Dios no te imaginas como son…

-Granger vengo de la estirpe Malfoy, pureza de sangre y fanatismo por la maldad.

Ella le sonrió. Realmente agradecía el esfuerzo por parte de el de levantarle el ánimo, pero nada podía a este momento. Estaba en crisis, no sabía cómo iba a poder engañar sus padres por tanto tiempo, y tampoco sabía cómo iba lidiar con la atracción que cada vez era más fuerte.

En realidad, había decidido después de mucha reflexión llamarlo atracción, porque no podía reconocer que sus sentimientos por el hurón albino había evolucionado hasta convertirse, en la horrorosa palabra que comenzaba con 'a´.

Draco la dejó sola, quería dale su espacio.

Realmente lo que deseaba era un instante para serenarse y seguir repasando su propio plan de acción. Era la oportunidad perfecta para demostrarle a su leona que quería cambiar por ella, solo por ella, por ninguna otra. Obviamente no había dicho ni una palabra al grupo de delincuentes que lo habían llevado engañado al mismo bar donde estaba Granger con el tejón, y que para colmo lo habían drogado. Amaneciendo la mañana siguiente con un chichón en la frente, y demasiado confundido.

Miró si en recamara no se olvidaba nada, los cuatro baúles estaban ya preparados. Había hablado con McGonagall, tergiversando solo un poco la realidad de su salida, había alegado que pasaría las vacaciones con su pareja, pero había omitido el nombre de esta.

Mientras tanto Hermione se dirigía a hablar con Minerva.

-Profesora…

Minerva le sonrió, realmente la quería mucho, esa chica había pasado a ser como una hija para ella.

-Hermione cuando me vas a llamar por mi nombre.

Ella se sonrió en devolución. No sabía si algún día iba a poder dejar de sentí tanto respeto y admiracion por su profesora.

-Venía a despedirme… ya me voy para la casa de mis padres…

Ella asintió:

-Si el profesor Malfoy también me informó de su salida.- lanzó una sutil risa – no tenía ni idea de que estaba en pareja, pero supongo que será serio ya que a va a pasar con ella las fiestas. Sabes de quién se trata Hermione?

"Draco le dijo a McGonagall que iba a pasar las fiestas con su novia"

-Hermione sabes quién es?

Despertó de sus pensamientos:

-No…ni idea, profesora. Lo que si estoy segura de que debe tener una paciencia de oro, para tolerarlo.

Minerva le sonrió, pero hizo una mueca como de tristeza o desconcierto:

-Entre nos…yo pensé que entre el profesor Malfoy y vos había algo.

Hermione enrojeció, superando a los colores de su casa:

-Pero que dice profesora…qué locura es esa?

-Lo mismo que dije yo, Señorita Granger- la voz del cuadro de Severus Snape intervino.

-Severus, Minerva el destino obra de maneras misteriosas, o no… Señorita Granger- ahora era Albus Dumbledore quien le hablaba, e inclusive ella podía jurar que sabía todo, todos los sentimientos que su corazón albergaba.

"Pero eso es imposible, o no?"

-Le sucede algo Señorita Granger?- inclusive el cuadro del antiguo director tenía la capacidad de perturbar.

-Nada director. Bueno… -miró tanto a Minerva como a los cuadros- me retiro, que pasen unas lindas navidades.

-Igualmente Hermione, y salúdame a tu padres.

Hermione salió del despacho, y se llevó a la mano al corazón, este palpitaba demasiado fuerte. Así que Draco iba a ir a pasar las navidades con su novia, se ruborizó de nuevo, si es que en algún momento había dejado de estarlo.

"Tengo que dejar de pensar en este hombre, por lo menos unos minutos al día."

Cuando ingresó en la torre, se encontró con Draco ya preparado, esperándola para irse, junto a sus cuatros baúles.

-Malfoy qué significa esto?

El no entendió:

-A qué te referís? Cuál es el problema?

-Qué es esto…? Cuatro baúles? Te estas mudando?

El parecía horrorizado:

-Para saber… cuántos baúles te llevas vos?

Ella contestó como su fuera lo más normal del mundo, -unas mudas de ropa, por? Nada que no entre en un bolso grande, con algún hechizo

-Oh por Merlín…que espanto!

Ella estaba debatiéndose entre reír o llorar:

-Malfoy vamos a la casa de mis padres no a un resort en la Polinesia.

El la miró confundido:

-Un resort en la Polinesia? Qué es eso?

-Un lugar de lujo de mi mundo.

El parecía sinceramente interesado:

-Me gustaría conocerlo…

Ella le sonrió, hay estaba de nuevo esa expresión de una extraña inocencia en alguien que había ignorado todo un mundo de posibilidades hasta hace algunos años.

Tercera cosa que amaba de él: su nueva pasión por descubrir ese mundo que se le había privado.

Draco decidió que ya había sido mucha charla e inclusive la notaba más relajada:

-Lista.

Ella asintió, con hechizo hizo que su bolsa llegara a la sala de su torre en común, y luego, arrojó los polvos flu a la chimenea.

Así se dirigieron a los próximos cuatros días más extraños de sus vidas.

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Sus padres no estaban en la sala, en realidad, ellos odiaban que ella utilizara esos métodos tan extraños en su hogar. Pero ella había terminado convenciéndolos que era lo más seguro. En caso de aparecerse en el exterior, cualquier muggle podía verla y eso ocasionaría algunos contratiempos. Por ende, el estudio donde estaba la chimenea había sido refaccionado, pasando a ser la nueva recamara de ella.

-Suponía que me tenías ganas leona, pero llevarme directamente a tu habitación…no me lo hubiese imaginado.

Ella contó hasta diez.

-Mis padres no quieren saber nada con la magia, realmente todo lo que habíamos construido en mis seis primeros años de Hogwarts se fueron por el caño cuando les borré la memoria.

Draco la miró con compasión, entendía que ella los había querido proteger, pero la vez, sabía lo que sus padres debían estar sintiendo, la impotencia de saber que le pudo haber pasado cualquier cosa y ellos no hubiesen podido hacer nada. El con sus padres había estado en una situación similar, pero nunca iba a olvidar unas de las últimas charlas que había tenido con Lucius.

"-Hijo no me va a alcanzar la vida para disculparme por todo el mal que te hice…

-Padre, deja de culparte, lo hicimos juntos, lo enfrentamos juntos, y lo estamos superando juntos.

Lucius nunca había sido afectuoso, ni siquiera cuando era un niño, pero, tal vez sabiendo que su vida estaba llegando a su fin, lo abrazó:

-Estoy orgulloso de vos Draco…"

Draco parpadeó, el recuerdo había removido una fibra que aún estaba en carne viva, y no quería que su leona se preocupara por él, bastante tenía ella con su propio dilema.

-Mione…

Ella estaba sorprendida por como él la había llamado:

-Cómo me llamaste?

Draco le sonrió (sonrisa mega devastadora), se le acercó, y la estrechó fuertemente:

-Mione…como suelo decirle a mi novia, o acaso ella prefiere que la llame por su apellido?

Ella estaba granate. Ni siquiera podía hablar correctamente, sino que trababa de no tartamudear. Se había olvidado de lo que ocasionaba la cercanía del rubio: obnubilación de los sentidos.

No parcial, sino total.

Él estaba acercando sus labios a los de ella, cuando la puerta se abrió de golpe, una mujer no muy alta, de cabello castaño oscuro y ojos miel entraba sin siquiera llamar:

-Hija ya llegaste- automáticamente se petrificó al ver la escena, un hombre extremadamente hermoso tenia aferrada a su hija por la cintura y estaba por besarla- Perdón…yo…

Draco solo sonrió, arruinó su preciado primer acercamiento, pero también reconocía cuando deslumbraba a una mujer.

-Mucho gusto, me llamo Draco Malfoy- no la había soltado todavía, clavó su mirada acerada en los de Hermione y dijo:- y soy el novio de su hija.- tras decirlo, la soltó y dirigiéndose a la madre, tomó su mano y le dio un beso.

Como el perfecto caballero que era.

"La madre ya es mía, me falta el padre y la hija"

Nuestra profesora de encantamientos se hallaba en una dicotomía de vida o muerte: no sabía si agradecerle a su madre que cortara ese momento tan 'perturbador', o precisamente matarla por haberlo hecho.

-Mami….él es Draco-

Jane Marie Granger estaba embelesada con su yerno; para sí, ya estaba pensando que su hija no podía dejar escapar semejante monumento de hombre. Si parecía un Dios hecho hombre.

-Mucho gusto Joven Malfoy

-Por favor, señora…llámeme Draco.

-Entonces tu dime Jane

Draco le sonrió de nuevo, arrebatadoramente:

-Jane, gracias por permitirme pasar las fiestas con usted y su marido.

Si en algún momento Jane Granger había sentido cierto rechazo a que su hija anduviera con alguien del mundo mágico (ya lo había vivido con el chico colorado ese, que nunca le había caído bien), en ese momento estaba descartando absolutamente todos los prejuicios posibles. Su único objetivo era que su hija llevara en su mano izquierda el anillo de ese hombre.

-Hermione por favor, cómo te hemos educado, dejen sus pertenencias y bajen al salón tu padre los espera.

Hermione sintió como una especie de pánico invadía todo su ser:

-Mamá ya arreglaste la habitación de huéspedes para Draco?

La madre la miró como si le hubiera dicho que los chanchos volaban al mismo tiempo cantaban la marsellesa:

-Qué?

-Si ya está listo el cuarto para que Draco deje sus pertenencias…

La carcajada que su madre lanzó fue la perfecta comunión entre maléfica, la madrasta de cenicienta y cualquier madre tonta que quiere ver a su hija casada.

-Hija….no te parece que ya estas grande…además, me dijiste que llevan de relación tres meses, no?

-Si…pero la vez que vino Ron…

Malfoy la miró fulminándola con la mirada, había llevado al pobretón.

-Hermione por favor, no compares tu relación con Weasley, con la que tienes con Draco. Tu padre y yo decidimos que está bien que compartan cuarto. Son grandes y nosotros también.

Hermione quería autolanzarse una imperdonable; mientras que Draco estaba exultante, más posibilidades aun para acercarse a la leoncita.

-Le agradezco su confianza.

-Bueno si quieren acomódense… pueden asearse. Ya hemos finalizado el baño, hija… así que desde ahora tienes tu propio baño.

-Gracias Mamá.

Jane se dijo mentalmente que debía bajar antes que su hija, tenía que advertirle a su marido que si arruinaba esta relación el futuro que le depararía seria gris y desolador.

-Voy bajando…para finalizar las cosas para la cena.

Al cerrar la puerta Draco vio como Hermione caía de rodillas sobre la mullida alfombra que cubría toda la superficie del cuarto.

-Merlín me odia...

Draco fingió sentirse dolido:

- Me ofendes Granger, sabes cuántas mujeres darían su alma para estar en tu lugar

Ella lo miró con odio:

- Pero yo no soy una de esas mujeres…

Y Draco decidió que era el momento ideal para empezar, ahora sí, sin interrupción alguna, su plan sistemático para enamorar a la leoncita daba inicio.

-Por supuesto que no lo eres…vos sos mi amiga, mi compañera…-se arrodilló a su lado- el lugar que ocupas en mi vida, no lo tiene nadie.

-Ni Pansy?

El la miró a los ojos, trataba de demostrarle de alguna forma lo que ella significaba para él:

- Ni siquiera ella…

Hermione estuvo tentada a lanzarse a sus brazos, besarlo y dejar que sus instintos manejaran todo, aunque ello conllevara a un abuso, cuasi violación del blondo que tenía enfrente. Sin embargo, racional como siempre, utilizó toda su fuerza de voluntad: sólo le dio un beso en la mejilla.

-No te he dado las gracias.- le susurró.

-No tienes que darlas…

Ella trató de insistir, pero él la frenó. No quería que ella sintiera gratitud, él quería que ella sintiera la misma desesperación que sentía el, la misma pasión que le enardecía el alma.

No gratitud, sino pasión, amor, desenfreno.

-Nos acomodamos?- le ofreció ella.

-Me parece perfecto. – Draco llego a la conclusión que era la mejor, se necesitaba para desviar el tema y alivianar la extraña atmosfera que se había formado alrededor de ellos. Entonces, le comentó:

- Compré un poco de ropa muggle para no desentonar con tu familia-

Ella rio enternecida. Cuando habían empezado a tratarse nunca había imaginado siquiera, que Draco tenía esa veta tan dulce en su carácter. Lo manifestaba raras veces, con muy poca gente, pero hay estaba de nuevo. Su ternura hacia ella.

La sorpresa de ella cuando vio la ropa muggle que haba comprado su pareja: Armani, Versace, Jean Paul Gaultier y tantas otras marcas que solo significaban lujo, glamur, excesos.

-Malfoy pero esta ropa… es todo carísimo…

El miró a hacia sus baúles:

-Te parece….estos trapitos no salieron más que unos cuantos cientos de galeones. Nada del otro mundo.

"Trapitos" empezó a reírse, "Dios Draco eres todo un personaje".

Mientras ella trataba de no estallar en una carcajada, ´trapitos', Draco había elegido un conjunto al azar y se había dirigido al baño. Ya dentro del este, se miró al espejo:

-Tu puedes Draco, realmente puedes, si conseguiste limpiar la imagen de tu familia, puedes demostrarle a ella que eres su mejor opción. Tú puedes hacerlo.

Al bajar al comedor Draco conoció al padre de Hermione, George Granger era un hombre alto, grande, aproximadamente de 50 años, con una dentadura impecable.

-Señor Granger- lo saludó respetuosamente. Draco era un manso corderito, obviamente ni se le cruzaba por la cabeza actuar como lo haría siempre.

Hermione le sonrió. Parecía tener una sonrisa tatuada.

-Papá te presento a Draco Malfoy, mi novio.

Draco sonrió, le encantaba como sonaban esas palabras, y más dichas por ella misma.

Su padre lo evaluaba desde todas las ópticas posibles: lo primero que tuvo que reconocer que era un hombre bien parecido, nada que ver con la anterior pareja de su hija. Ese muchacho colorado, aunque reconocía que era buen chico, nunca le había gustado para su hija. Lo segundo, este joven era muy educado y entendía a la perfección que no podía tratar de ser superior a él.

-Un gusto Joven Malfoy.

Draco se apresuró a decirle:

-Por favor llámeme Draco, señor.

Obviamente George aceptó, pero nunca le correspondió el gesto.

Sin embargo, el príncipe de Slytherin sabía que ese era el camino correcto. Además, la anterior pareja de su leona había sido el pobretón, que tan difícil era superar la impresión que la comadreja había dejado.

Hermione miraba alternando a su padre y a Draco, podía ver como su 'novio' había cambiado la actitud, mucho más sumisa y humilde, los chicos adorarían verlo así. Nada típico al príncipe de las serpientes.

El almuerzo empezó, Draco tenía que reconocer que la madre de su 'novia' cocinaba delicioso.

-Señora…-vio cómo su suegra la miraba, le sonrió a modo de disculpa- Jane… esto esta delicioso.

Ella se ruborizó:

-Te lo agradezco Draco, es una receta de mi suegra…

-Pues…-dirigió ahora su mirada al padre de Granger-….Señor lo felicito.

El padre de ella le sonrió, y asintió:

-No me puedo quejar tanto mi madre como mi esposa son excelentes cocineras.-le sonrió a Mione- Hija, la abuela viene este 25.

Ella de la impresión soltó los cubiertos:

-La abuela viene a almorzar en navidad?

Su padre no se percató de su reacción, y siguió como si nada:

-No solo la abuela…viene toda la familia. Están todos muy felices de saber que estas en pareja. En realidad tu abuela se había angustiado mucho cuando tu relación con Weasley finalizo. –Suspiró -Tenía miedo que no fueras capaz de encontrar otro muchacho.

Hermione estaba aún más colorada que la ensalada de tomates que había enfrente de ella. Y Draco no podía negar que estaba pasando un momento que no se lo olvidaría jamás:

"Esto no tiene precio, la cara de la leona…" Aguantó la risa.

Hermione para sí misma pensaba:

"En serio, yo ayude a salvar al mundo mágico de un asesino fanático como Voldemort, como es posible que Merlín, Dios, Ala….quien sea que esté a cargo de todo se haya olvidado. Toda mi familia. Toda la familia Granger reunida para navidad, y yo acá con Malfoy"

Ella estaba pensando seriamente en matarse

"Podre suicidarme con los tomatitos cherries"

En ese momento, vio como Draco tomaba la fuente de los tomatitos y la ponía en del otro lado. De pronto se percató que él estaba usando legeremancia

"Sal ahora mismo de mi cabeza hurón!" le 'dijo' furiosa.

El sonrió y le guiñó un ojo.

"Te odio"

Hermione tendría que haber sospechado, que Draco contratacaría:

-Señor, Jane solo quiero que sepan que amo mucho a su hija. Y gracias por recibirme.

Jane estaba emocionadísima. George suspiro, muy en el fondo sabía que algún día iba a llegar, que alguien llegaría para llevarse a su niña de su lado.

Hermione, cuyo estaba natural había pasado a ser, estar siempre roja como un tomate, supo que nunca había que provocar a un Malfoy. Pero por otro lado, una parte aun todavía un poco inconsciente, pensó que le encantaría que lo que Draco estaba diciendo fuera cierto.

Tras el almuerzo, se dirigieron a la galería que tenía la casa a tomar un té. Draco hay pudo ver que Hermione Granger tenía un excelente pasar.

-Me has engañado ratona?

Ella lo miró confundida:

-De qué hablas Draco?

"Me encanta cuando me llamas Draco". Suspiro con pesadez. "aunque lo hace porque sus padres están rondando".

-De que hablo…tu casa es una mansión, Granger.

Ella se ruborizó:

-A mis padres les ha ido muy bien en su trabajo, hasta tienen una clínica de odontología. Pero nunca lo considere como algo de lo cual presumir…no como hacen algunas serpientes que conozco.

Él le sonrió, sus dientes blancos resplandecieron:

-Las garras de mi leoncita son encantadoras.

Ella se ruborizo: "Su leoncita"

-Malfoy….Draco….cállate, que leoncita ni que leoncita

Draco la estrechó entre sus brazos con fuerza, pero sin lastimarla:

-No te hagas la dura…si te encanta…

La imagen que ellos dos brindaban era: la de una pareja de enamorados. Los dos abrazados, sonriendo, mirándose con dulzura.

Tanto su madre como su padre arribaron a la galería, trayendo consigo el té.

En plena charla, Hermione se excusó un momento. Y es cuando su padre atacó:

-Joven disculpe pero desde hace rato siento que su apellido me es familiar

Draco supo en ese preciso momento que era hora de poner las cartas sobre la mesa:

-Seguramente a lo largo de los años en los que Hermione estuvo en Hogwarts escuchó mi nombre. Yo provengo de una de las familias más antiguas en el mundo mágico, familia donde la pureza de sangre era el pilar fundamental. Fui criado con esas ideas, y en Hogwarts, me dedique durante años a atormentarla por la cuestión de su sangre. Luego con la aparición de Voldemort, mi familia fue mortifaga aunque mis padres para el fin de la guerra decidieron que no era la que deseaban y terminamos cooperando con la Orden.

Los padres de ella lo miraban fijamente, atentos escuchando cada palabra de él chico, que lucía sincero y realmente arrepentido.

-Ella aceptó mis disculpas, sin embargo, como pude siquiera pedírselas, la atormenté tanto, inclusive ella sufrió por culpa de esa causa de la sangre. Yo…

Draco no podía detenerse siquiera:

-En realidad…con sinceridad, no deberían aceptar que alguien como yo estuviera con su hija.

George se levantó y sentó a su lado, le palmeó la espalda y le dijo:

-Hijo….no podría pedir mejor hombre para que estuviera con mi hija…alguien que reconoce cada uno de sus errores pero tiene el coraje para pedir perdón. Eso es un signo de tu valentía y valor.

Draco tenía los ojos llenos de lágrimas.

-Gracias Señor.

Jane se levantó y lo abrazó:

-Draco bienvenido a la familial.

Draco le correspondió el abrazo, muy en el fondo añoraba ese calor maternal, que hacia tanto que había perdido.

Para todo esto Hermione estaba escondida detrás de unas de las paredes que daban a la galería, sus ojos desprendían lágrimas silenciosas pero tan sentidas. Ella sabía que Draco realmente sentía todo lo que había pasado, pero nunca hubiera imaginado que aún tenía ese pesar en su corazón.

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Draco había decidido llevar a los padres de Hermione y a ella a cenar. Después de lo que había sucedido a la tarde, sentía que debía de retribuirles de alguna manera su apoyo. Para si, se regañaba un poco, no podía entender como había perdido el control de la conversación, pero realmente necesitaba dejar todo claro.

Él iba a luchar por ella hasta el último momento, y no podía negar todo lo pasado.

Respecto a donde los iba a llevar a cenar, bueno, desde que había iniciado su amistad con Granger y más desde que se había visto obligado a asistir a una universidad muggle, había aprendido mucho de su mundo.

Las tres cosas más básicas y fundamentales que se vio obligado a aprender por su propio bien (tanto físico como mental) fueron: las mejores tiendas de ropa, la tecnología (aunque le diera vergüenza admitirlo era un adicto a la tecnología: tenía desde el ultimo celular, hasta laptop, Tablet y todo dispositivo que saliera en el mercado), y por último, pero no menos importantes, los mejores lugares para comer. Por eso había decidido hacer una llamada a su restaurante favorito, el Dinner que estaba en el Mandarin Oriental Hyde Park (*1). Lo mejor para el mejor.

Estaba recostado en la cama de Hermione, mientras que ella, muy poco sutilmente, se había atrincherado en un hermoso sillón que tenía junto a la ventana:

-Granger?

Ella estaba sumida en sus pensamientos. No podía creer lo que había pasado hacia un rato. Como es que ella no se había percatado de toda la angustia que su amigo tenia dentro. Qué clase de compañera era ella. Sus ojos se estaban llenando de lágrimas. Draco la seguía observando, se estaba planteando usar con ella legeremancia, pero sabía que ella no lo iba a ver con buenos ojos. Malditas sea tener conciencia en esos momentos:

-Granger?- Ninguna reacción.

-Granger?!- Nada de nada. Mas desesperado, le gritó (tampoco muy alto, lo justo para llamar su atención):

-Hermione…

Ella lo miró, confundida.

-qué?

Draco estaba preocupado, y eso se evidenció en su voz:

-Es lo que te quiero preguntar a vos…que te sucede leona?

Ella le sonrió:

-Nada…nada…solo me perdí en mis pensamientos.

Draco la miró, no necesitaba de palabras, en su mirada le cuestionaba si estaba bien.

-En serio Huron, tranquilo….me desconecte un poco nomas.

Decidió dejárselo pasar, no quería atormentarla demasiado:

-Y dime ratoncita….no te gustaría recostarte un poco…recuerda que los voy a llevar a cenar hoy.

Ella se ruborizó:

-No gracias…

Draco se acomodó mejor en la cama, y la miraba como si ella fuera un premio. Era una serpiente arrinconando a un ratoncito para luego devorarlo.

-Es muy cómoda tu cama, ratona.

"Dios mío…su voz"

Hermione sentía que su sangre empezaba a hervir, que su piel se erizaba con tan solo escucharlo, su cuerpo se estaba excitando.

-Ratona….yo no pienso dormir en el suelo….que a la noche vas a dormir también en el sillón ese?

"Hermione Jane Granger eres una Gryffindor, por favor, actúa como tal."

-Po supuesto que no…somos adultos y esto es un negocio, pero ahora no tengo intención de acostarme.

Tras decir eso se fue derecho al baño. En silencio.

Draco miró el techo:

"En parte es mejor que se haya encerrado en el baño porque si decidía acostarse ahora, con lo excitado que estoy, no sé si me hubiera podido contener. Lo mejor va a ser a la noche tomarme alguna poción para dormir."

Y cerrando los ojos se abandonó a los brazos de Morfeo. Aunque no lo reconocerá, el haberse abierto así con os padres de Granger lo había agotado emocionalmente.

Hermione estuvo encerrada en el baño durante hora y media aproximadamente entre la ducha fría que se dio, y luego un baño de inmersión. El tiempo había pasado volando, pero como se había metido tan rápido se había olvidado de prepararse la ropa.

"Maldita suerte la mía"

Abriendo la puerta, se asomó, y se encontró con que Draco estaba profundamente dormido. Viendo la hora, seis y media, supo que debía llamarlo, pero primero se vestiría. No quería escuchar alguno de sus comentarios que solo conseguían hacerla hervir (y cabe remarcar que cada vez era menos de rabia y más de otra cosa).

Tras vestirse se sentó nuevamente en ese sillón (lo había usado más esa tarde que en toda su vida) y se quedó viéndolo. Era una contemplación. Draco estaba relajado, su respiración era acompasada, su rostro mostraba una tranquilidad, poco antes vista en él.

"No puede ser más hermoso"

Ella volteo y vio su propio reflejo en el espejo.

"No hay punto de comparación entre él y yo, sería como 'El bello y la bestia' ". Suspiró.

Draco sabía que lo estaba observando, así que espero el momento preciso para decirle:

- Tan hermoso soy, que no puedes dejar de verme?

Hermione reconfirmó por centésima vez su teoría de que el universo la odiaba.

-Estas despierto?

...

Próximamente llega la navidad.

Besos.

Gracias por leerla.

Noelia.

18/12/2016