Aclaraciones:

YuriO: será "Yuri"

El cerdito amado será: "Yuuri"

Pá evitar confusiones :-D

Es un AU y en este AU en Rusia no son tan pinshes homofóbicos. -3-

OoC, sobre todo en el YuriO -lo siento-

Ahora sí, disfruten la lectura.

...


Little Cupid.

[Perfect Pair]

Al llegar a la puerta de su apartamento, lo último que esperaba era ver a un pequeño niño recargado aun lado de su puerta, cabizbajo y al parecer sollozando. Rasco su mejilla y el peso de las bolsas del supermercado comenzaban a destrozarle los brazos. Era un verdadero fastidio tener que hacer compras, pero Yuuri prefería cocinar para sí, de ese modo ahorraba dinero y podía darse ciertos lujos algunas veces, cuando el corte de sus gastos no quedaba en cero.

Pero este no era el momento de pensar en la cena -aunque su estómago no estuviera de acuerdo con esa idea-, lo importante ahora era ese chico.

— ¿Estas bien? — Los sollozos del pequeño se detuvieron. El niño se quedó quieto, sin hacer ningún movimiento, llego a pensar que incluso había dejado de respirar.

¿Debería llamar a la policía?

Dejo las bolsas en el suelo y con cuidado se acercó al niño, extendió su mano para tocar ligeramente su hombro, no quería asustarlo o que pensara que quería hacerle daño, simplemente quería ayudarlo. Si estaba perdido llamaría a la policía para que se hicieran cargo de él.

— ¡No estoy llorando! — Se sorprendió cuando repentinamente el pequeño se puso de pie, aquel acto le hizo caer al suelo, se quejó por el golpe en su trasero, y presiono su pecho para -inútilmente- tratar de que su corazón dejara de latir tan agitado. Vio el movimiento rápido de las manos del pequeño sobre sus mejillas y sus ojos, húmedos.

¡Por supuesto que estaba llorando!

—Claro que no estas llorando... — Le recordaba un poco a él cuando era pequeño, tratando de parecer fuerte cuando en realidad tenía miedo. — Uhhh ¿Estás perdido? — El niño negó, desvió su mirada y limpio sus ojos una vez más. — Espera, arruinaras esa bonita chaqueta.

Busco en su mochila, no tardó mucho en encontrar la caja de pañuelos que siempre llevaba con él. Tomo uno y con extremo cuidado limpio la cara del niño, con paciencia y con una pequeña sonrisa cálida, extrañamente recordó a su madre; ella siempre lo trataba como un bebé.

Recientemente no iba mucho a casa y es que su trabajo lo consumía, y viajar a Japón desde Rusia no era algo que podía hacer de la noche a la mañana.

Yuuri presiono la nariz del niño.

—Está bien, suena tu nariz. — Le indico.

—Puedo hacerlo solo. — El niño tomo el pañuelo y como le dijo a Yuuri, se hizo cargo del asunto de su nariz.

—De acuerdo... — Yuuri sonrió levemente, intentando ponerse de pie. — ¿Cómo te llamas?

—Yuri, mi nombre es Yuri. — El pequeño Yuri tomo la mejilla del pelinegro, obligando al japonés a quedarse en el suelo, su pequeña mano se deslizo hasta su mentón y ligeramente lo alzo.

Su mirada era bastante intensa, para solo ser un niño pequeño.

— ¡Que coincidencia, yo también me llamo Yuuri! — Dijo con una pequeña sonrisa nerviosa.

— ¿Si? — El pelinegro asintió. — Que gran coincidencia. — Ahora utilizo ambas manos para tomar su rostro. Su piel era terriblemente suave, muy, muy bonita. Sus pequeñas manos se deslizaron hacia su cabello, sedoso y de un hermoso color negro, enredo sus dedos entre las hebras y pudo percibir el aroma a fresas.

Un aroma bastante infantil de hecho. Nada comparado al aroma de su padre.

— ¿Yuri? — Su rostro también era lindo.

—Sí, eres perfecto. — Susurro y después una pequeña sonrisa apareció en sus labios, una inocente y bella sonrisa que al japonés le puso los vellos de punta.

— ¿Qué...?

Su estómago gruño y la pregunta de Yuuri murió cuando su risa apareció.

...

—Vivo en el apartamento del fondo.

— ¡Oh! Así que prácticamente eres mi pequeño y lindo vecino...

Generalmente Yuri odiaba que lo llamaran lindo o pequeño, sin embargo, en ese instante no podía decir nada, no podía pensar en nada, no podía hacer nada más que seguir comiendo lo que sea que Yuuri le ha dado.

—Me alegra tanto que te guste el Katsudon. — Tampoco puede hacer nada contra aquella sonrisa, pero no lo dirá.

Cerca de la mesa hay dos pequeños cuencos, uno tiene agua y otro contiene alimento para perro.

A diferencia de su apartamento, ese lugar era más pequeño. En contraste con su apartamento, aquí no había caras alfombras o muebles que valían más de lo que debería valer, a diferencia de su apartamento, este lugar si podía ser llamado "hogar". Había un ligero aroma que le traía mucha nostalgia, una extraña pero confortante calidez.

Ve al pequeño caniche acurrucado en el regazo de Yuuri y ahora más que nunca sabe que no se ha equivocado.

—Te he visto algunas veces. — Le dice y deja el tazón completamente vacío. — Siempre vas con prisa.

Yuuri rasca su mejilla, un viejo habito que tiene cuando se siente nervioso... pero ¿Por qué se siente de esa manera con aquella mirada?

¡Oh!

—Tus ojos son muy lindos... — Susurra y sin pensar demasiado en lo que hace, Yuuri alza su mano para recorrer hacia atrás el flequillo del niño.

Yuri tomo su mano antes de siquiera poder tocarlo.

—Se supone que tienes que seducir a mi padre, no a mí. — Hay algo en las palabras de Yuri que no entiende, ¿Qué tipo de nuevo idioma ruso es ese? — Bueno, tampoco es que me queje.

—¿Di-dis...? — Una vez más, se ve interrumpido antes de realizar su pregunta.

Alguien toca el timbre, una, dos, tres veces seguidas, golpean con fuerza su puerta y finalmente escucha la preocupada voz de alguien.

—Parece que papá me encontró.

—¡Me olvide por completo! — Obviamente el padre del niño estaría asustado e incluso bastante enojado. Las mejillas de Yuuri adquirieron un tono rojizo, ni por un segundo se le cruzo la idea de llamar al padre de Yuri e informarle que su hijo estaba con él, en su apartamento y que, lo estaba alimentando.

No, nunca lo pensó.

Como un adulto sentía vergüenza.

Tomando al pequeño perro del regazo de su anfitrión, Yuri corre a la sala para encender la televisión, justo a tiempo para ver su programa favorito. El caniche lame su mano, después su mejilla. Yuri prefiere a los gatos, pero sin dudas el pequeño perrito es lindo, tanto como lo es su dueño.

Una persona terriblemente amable, bastante ingenua, tanto que podría caer en la estupidez.

Yuuri se dirige a prisa a abrir la puerta, debe disculparse cuanto antes por su terrible descuido.

—¡YURI! — La puerta de aquel apartamento se abre, el celular que lleva sujetando en su mano derecha cae al piso, está inquieto, enojado y completamente aterrorizado.

—¡Lo siento tanto! — Todos esos sentimientos se esfuman, y sólo puede concentrarse en el sonrojo de las mejillas de aquel chico pelinegro. —Debí llamarlo de inmediato... — Sus manos hacen movimientos exagerados e innecesarios.

—Adorable... — y soltó una pequeña risilla.

—¡Oh, por fin llegas!

—¿Quién crees que eres para salir corriendo de esa manera? — Pero el enojo pronto volvió, incluso Yuuri se asustó con el tono de voz que el padre del pelirrubio había utilizado, sin embargo, el pequeño Yuri ni se inmuto, seguía manteniendo la mirada al frente y aquel porte de orgullo.

—¿Aun así quien fue el que prefirió ir a dejar a su casa a una estúpida mujer en lugar de llegar a casa en donde sabía que su hijo estaría?

El japonés se sentía fuera de lugar en esa conversación.

—Yuri, debes madurar... — incluso Yuuri sintió pena al escuchar el gran suspiro de aquel hombre.

Un hombre realmente guapo y el traje que llevaba puesto, realzaba todos sus puntos buenos.

Sus profundos ojos azules, el delicioso y masculino aroma que emanaba le embriagaba. Sus mejillas se tiñeron de un bello color borgoña.

—¡¿Qué demonios estoy pensando?!

—Ella no me gusta.

—Ninguna de las personas con las que he salido te gustan. — Coloco una mano sobre su rostro, después masajeo su sien.

Yuri tomo la mano del pelinegro, después tomo la mano de su padre. Ambos adultos se sorprendieron con la acción del niño.

—Viktor, te presento a Yuuri. Yuuri, él es Viktor, mi padre y... tu futuro esposo. — Yuri observo fijamente a su padre —Si es con él, tienes mi bendición para casarte. — Viktor se vio reflejado en los ojos de su hijo.

Yuri no mentía, él lo decía completamente en serio.

—¿Q-Q-Q-QU-QUÉ? — ¿Otra vez hablaban en un nuevo idioma que él no conocía? ¡Esa era la única explicación lógica que él tenía!

—¡Oh! ¿De verdad puedo?

Y sus ojos brillaron, como cuando un pequeño niño corre a abrir los regalos que santa le trajo.

—Aprobado. — Asintió. — Y ya con todo esto aclarado... Yuur... Mamá, —Tenia que acostumbrarse a llamarlo de esa manera. — ¿Puedo tener otro Katsudon?

— ¿Katsudon?

—Tienes que probarlo, mamá es realmente buena cocinando.

— ¿Ma-ma-ma-mamá?

— ¡Y es realmente lindo! —Viktor se vio atraído por la hermosa -y confundida- mirada del pelinegro.

Yuuri se había perdido hace mucho en la conversación.

—Entremos entonces, aún hay muchas cosas de las que deberíamos hablar. — Viktor tomo el brazo derecho de Yuuri, quien como si fuese una muñeca sin voluntad propia, se dejó llevar con facilidad. — Makkachin, también estará feliz.

¿Dónde estaban las cámaras que filmaban todo eso? ¿Por qué era una broma, cierto? ¡¿CIERTO?!

La puerta del apartamento se cerró.

Y esta es la historia de cómo Katsuki Yuuri consiguió al más guapo, ardiente y sexy esposo del universo entero, un hijo Tsundere realmente lindo y por supuesto, no podemos olvidarnos de Makkachin.

Y todos, junto a Vicchan, fueron felices por siempre.

—Owari—

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When la idea surge y no te deja dormir hasta que la escribas... X'D (de hecho lo escribí desde el 01-dic, pero no pude subirlo por mi Internet chafa :v)

Si llegaste hasta aquí, espero que esto te haya gustado. Si te gusto, espero me lo hagas saber con un comentario :3 , igualmente muchas gracias a los que leyeron O3O ¡Beshitos para todos!

Nos leemos.