Aclaraciones:

YuriO: será "Yuri"

El cerdito amado será: "Yuuri"

Pá evitar confusiones :-D


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Miedos infantiles.

Por la mañana suele levantarse antes de que el reloj suene, los maullidos del pequeño felino lo despiertan de su sueño, a veces —casi siempre—, de sus pesadillas, Yuuri le agradece con una larga sesión de caricias en su estomago y tras sus orejas, además de un extra en los bocadillos que le da, a escondidas del rubio claro está.

Casi siempre, las luces de fuera están encendidas.

Después de tomar un rápido baño, se alista para otro día en el colegio.

El olor de los panqueques y el chocolate caliente invaden sus sentidos al abrir la puerta de su habitación. Se remueve incomodo en su posición observando los rápidos movimientos de su tutor en la cocina.

La televisión en la sala está encendida, pero no tiene volumen; Yuuri ve las colillas de los cigarrillos en el cenicero y una botella de vino junto a una copa a medio terminar. Una visión que se ha hecho algo habitual en su mañana.

—Buenos días, Yuuri. — Inevitablemente Yuuri se asusta con aquel repentino saludo, atrapado por la intensa mirada del rubio, no puede mantener contacto visual, juega nervioso con sus manos y termina bajando su mirada apenado.

—B-bu-buenos… d-días. — Escucha al rubio suspirar, pero eso fue todo, esta vez no obtuvo una corrección por su incorrecta pronunciación o por no verlo a los ojos cuando habla.

Se acerca a le mesa con timidez, en completo silencio se sienta, dos segundos después su desayuno ya está servido en la mesa, toma el tenedor y el cuchillo, no sin antes bañar los panqueques con miel.

—Iré a dormir, cierra la puerta cuando te vayas. — En su camino hacia su habitación, hace un pequeño desvió para apagar la televisión y llevarse con él la botella de vino y la cajetilla de cigarrillos, después simplemente desaparece al cerrar la puerta y, dentro de aquel silencio, el "clic" cuando coloco el seguro se escuchó claramente por todo el lugar.

— ¡Sí! — Responde, olvidándose de todo gracias al dulce sabor de la miel.

Yuri siempre le prepara el desayuno, pero a diferencia de la cena, nunca se queda a comer con él, supone es por el cansancio al trabajar toda la noche…

Han pasado casi ocho meses desde que llego a Rusia, desde que vive con Yuri y aún no sabe qué clase de trabajo tiene. Debe ser uno muy bueno, si es que puede pagar por un apartamento grande y elegante,; tiene curiosidad, pero no se atreve a preguntar, ¿Quién es Yakov? ¿Por qué cuando habla de él, pareciera que habla de un demonio?

—Un oni*. — Susurra el pelinegro.

Su vista se fija entonces en la puerta de la habitación de su tutor.

—Él parece cansado. — Sus pensamientos se pierden en la taza de chocolate y los bombones flotando en el dulce líquido.

—Yuuri... — La puerta de la habitación de su hermana fue abierta, Mari bostezo al mismo tiempo que un trueno caía, Yuuri se aferró a su almohada y su pequeño cuerpo comenzó a temblar nuevamente. Todo el valor que había reunido para salir de su habitación y caminar por el —para él— interminable pasillo se esfumo.

—¿Puedo dormir contigo Mari-neechan? — Le suplico, sus ojos estaban húmedos y estaba tratando de controlar su llanto.

Yuuri le teme a las tormentas, más que al monstruo bajo su cama o al que se esconde en su clóset —según él—; cuando llueve esos monstruos pasan a un segundo o tercer plano, Mari se siente culpable por ese invariable miedo que le tiene Yuuri a algunas gotas que caen con fuerza del cielo.

—Adelante. — Autoriza su hermana, Yuuri sonríe débilmente y sin esperar un segundo aviso se adentra a la habitación de su hermana, sus pies lo llevan directamente a la cama, aun cálida y con el característico aroma del suavizante que su madre utiliza.

Odia la temporada de lluvia, no puede dormir bien y el miedo invadía cada parte de su ser.

—Gracias, Mari-neechan.

—No tienes que agradecerme nada, en parte es culpa mía que le temas a las tormentas. — Dice mientras cierra la puerta, rasca su mejilla y bosteza de nuevo, una rápida mirada a su reloj le da la hora exacta, con pasos cortos regresa a su cama.

Yuuri acomoda su almohada. La tenue luz que su hermana encendió le ayuda con su ardua tarea y en cuanto termina, su mirada enfoca a su hermana.

—Duérmete. — Mari regresa a la comodidad de su cama y la calidez bajo las mantas, cubre a Yuuri y sus brazos rodean el cuerpo de su hermano, cálido como solo el cuerpo de un niño podría ser.

Siente cierta nostalgia, Yuuri ha crecido más rápido de lo que algunas vez creyó.

"Hace poco tiempo, su mano era tan, tan pequeñita. Aun más que ahora."

"Yuuri era tan pequeño que temía romperlo."

—Podemos hablar un poco... — Expresa en voz baja, Mari conoce a la perfección ese tono, su pequeño hermano se siente apenado, por interrumpir su sueño, por tener miedo, por pedirle dormir con ella y ahora, por mantenerla despierta.

Tiene sueño, ha sido un día bastante ajetreado; en la escuela y en casa ayudando a sus padres, pero Mari no puede simplemente cerrar sus ojos e ignorar a Yuuri.

—¿Mari-neechan? — Yuuri tiene miedo, puede sentir su tembloroso cuerpo cuando otro relámpago ruge con fuerza, para Mari es solo un ruido molesto, para Yuuri es algo tenebroso, es un sonido poderoso que fácilmente podría romper el cielo.

—¿Sobre qué quieres hablar?

—Lo que sea... — Cualquier tema de conversación es bienvenido, ahora mismo, incluso las matemáticas ganarían por completo su atención, todo solo para olvidarse de la tormenta, de los truenos y los relámpagos.

—Lo que sea... es un tema de conversación bastante difícil, Yuuri. — El sueño poco a poco abandona a Mari.

No hay mucho que pueda decirle a Yuuri.

Su día es bastante monótono, no hay nada que Yuuri no sepa sobre su vida en las aguas termales "Yu-topia"* o en el colegio.

—¿Qué me dices tú? ¿Cómo te va en la escuela?

—Odio matemáticas. — Declara con sinceridad y Mari sonríe.

—Yo también las odio. — Mari sonríe al escuchar una pequeña risa de parte de Yuuri.

Los segundos y los minutos avanzaban rápidamente, el sueño abandono por completo a Mari, pero Yuuri sucumbía poco a poco a este.

—Mari...neechan... — Yuuri bostezo y era casi imposible para el pelinegro mantenerse despierto, frotaba sus ojos tratando de alejar al sueño, pero no era fácil, ya era muy tarde para que un niño estuviese despierto.

—Duérmete, la lluvia ya ceso. Yo estaré aquí.

Mari palmeaba su espalda suavemente y tarareaba algo, una bella melodía que Yuuri no guardo en sus memorias gracias al sueño.

Tomó con fuerza las sabanas y se cubrió con ellas cuando el rugido del cielo furioso ilumino su habitación. Las gotas de agua golpeaban con violencia su ventana, el viento movía las ramas de los árboles, dando como resultado: sombras tenebrosas, ruidos extraños y miedo.

Mucho miedo.

Yuuri le tenía miedo a las tormentas, sin embargo, nunca antes su miedo había sido tanto ¿Qué es diferente esta vez? Yuuri no debe pensar mucho en eso para entenderlo:

Está solo.

No hay nadie que venga a consolarlo, no hay lugar en donde se sienta protegido, su hermana ya no está con él para mimarlo y dejarle dormir con ella; sus padres ya no están en la habitación de al lado.

Dentro de aquella habitación, en el apartamento… no hay nadie más que él y el hermoso gato que duerme tranquilamente a su lado, el animal es ajeno al temblor en el cuerpo de Yuuri, desconoce el terror del niño y sus lágrimas.

Su llanto se intensifica con cada trueno, cubre sus oídos con sus pequeñas manos y está desesperado, sabe que es imposible que su corazón se habrá paso por su pecho, pero la lógica no funciona cuando se tiene miedo y la manera en como su corazón palpita sin control alguno; le harían creer a cualquier persona que, efectivamente terminara fuera de su cuerpo.

La electricidad se ha cortado desde hace media hora y eso solo empeora la situación.

No puede llamar a su tutor...

Y no debe hacerlo.

"Es ridículo que aún le tengas miedo a una tormenta."

"No puedo quedarme solo por eso."

"Se un buen niño y ve a la cama."

Sin embargó…

No le importaría ser regañado, no importa si piensa que es infantil o que es estúpido, Yuuri solo quiere escuchar su voz, quiere escuchar a alguien, quien sea…

—Papá... mamá... Mari-neechan... tengo miedo...

Yuuri debe despertar al pequeño gato dormilón cuando otro trueno cae, suena tan cerca, tan poderoso que teme pueda destrozar el apartamento, la sola idea le aterra; no importa que el gato lo arañe por abrazarlo tan fuerte como pueda soportarlo, algo que afortunadamente no pasa, el pequeño dormilón se deja abrazar, se acomoda en sus brazos y espera por algunas caricias como premio. Su lengua rasposa lame su palma y le hace reír.

Olvida por algunos segundos su miedo.

Solo hasta que otro rayo se abre paso en el cielo, el temblor vuelve, el miedo también.

Sera una noche bastante larga.

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—Yuuri.

Entre la línea que lo separaba del mundo de Morfeo y la realidad, Yuuri cree escuchar a alguien llamando por él.

Yuuri sabe que eso es imposible.

Debe ser un sueño.

Un bonito y agradable sueño.

—Yuuri... Perdón...

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*Los oni son yōkai del folclor japonés. Son ogros que viven en las montañas y generalmente malvados. Usualmente se traduce su nombre como "demonio".

*Yu-topia Katsuki es el complejo de aguas termales en Hasetsu dirigido por la familia Katsuki . La familia también vive en el complejo. (Aunque esta en discusión que se llame "Yu-topia" muchos dicen que en realidad es U-topia, yo la manejare como Yu-topia ;D)