Nota: Todos los personajes son propiedad de Tolkien y sus herederos. No tengo perdón de Eru Iluvatar por mi injustificada demora, pero como no puedo hacer otra cosa les pido humildemente que me perdonen por tardar dos años en continuar esta historia. Simplemente se me secó el cerebro y no pude escribir y hasta hoy en que hago el intento por continuar y que el capítulo no se vea tan disparejo en comparación con los anteriores.
Capítulo 21
El rey instruyó a uno de los guardias para escoltar a Eowyn. Esperó a que ella abandonara las mazmorras y caminó hacia Faramir.
—Ahora que se ha marchado, finalmente podremos conversar tú y yo —dijo seriamente Aragorn de pie frente Faramir que le sostenía la mirada serenamente —. Sabes como yo que eso no fue lo que pasó realmente.
Faramir contestó con una pequeña sonrisa, pero sin poder ocultar el dolor en su mirada porque, como Aragorn, entendía lo que había sucedido.
—En verdad, ha hecho su mejor esfuerzo —el rey se refirió a la dama de Rohan mostrando preocupación —. Ahora dame tu versión de los hechos.
—Mi versión sigue siendo la misma —dijo Faramir sin modificar su postura inicial —. Soy culpable.
—Eowyn ya me había advertido. Me dijo que sería exactamente lo que dirías—Aragorn dijo sin notar ni por un momento que Eowyn tenía más cercanía con Faramir que con él mismo. No era que Aragorn no pudiera verlo claramente, era que le preocupaba que su senescal no diera su brazo a torcer y continuaba echándose la culpa, negando cualquier argumento o excusa que le ayude en su defensa —. Según su relato, porque tú piensas que ella no quiere casarse conmigo. Al menos es lo que me dijo tú piensas —Aragorn observaba el rostro del senescal buscando el menor cambio en su mirada. Por su parte Faramir miraba al vacío, gesto que Aragorn encontró comenzaba a molestarle, era la primera vez que alguien le retaba de ese modo —. Ella piensa que te conoce bien y que eres muy leal con tus amigos.
—Pero no lo soy, he intentado evitar su boda.
—Pensaste que era tu deber impedir una boda que Eowyn no deseaba. —la voz de Aragorn sonaba fría y Faramir no mostraba gesto alguno cuando el rey le observaba con detenimiento para encontrar algo más —. Parece una excusa valedera, pero no parece el verdadero motivo. Te pregunto ¿por qué querías impedir esta boda?
—Soy una mala persona —respondió Faramir.
—No, no lo eres —Aragorn le contradijo rápidamente mirando fijamente al senescal —, a pesar de lo que tu padre te dijo. Eso puedo verlo claramente, como también veo el temor que sientes ante la idea de que Eowyn muera de pena como tu madre —Faramir no dijo nada, pero de pronto la sombra de una tristeza pasada cruzó su mirada —. Eres transparente como un cristal —siguió Aragorn indagando —, sin embargo eres complicado de leer. Dices lo que sientes, pero aún así hay cosas que no comprendo de tu proceder. ¿Por qué lo hiciste? —Le preguntó Aragorn escudriñando en lo más profundo de los ojos de Faramir, y de pronto surgió la pregunta obvia —¿Por qué quisiste llevarte a Eowyn contigo? ¿La amas?
—Más que a mi vida —respondió él con toda sinceridad y recién pudo ver en Aragorn un cambio, un destello, algo que nunca antes había percibido en el rey y siguió hablando —. Mis motivaciones eran completamente egoístas.
—Lo que dices es muy grave y tú conoces mejor que yo las leyes del reino. Sabes a lo que te enfrentas.
—Supongo que es un castigo justo —dijo Faramir —. Lo acepto. Amar a la persona equivocada no sería más que uno de los tantos errores que he cometido en esta vida.
Aragorn suspiró frustrado.
—¿Estás consciente de que puede ser el último? —dijo el rey sabiendo que Faramir conocía las leyes de Gondor mejor que él. Luego sintió que debía preguntar — ¿Ella te ama?
—Solamente respondo por mis acciones y sentimientos.
Elessar no pudo evitar sentirse invadido por la misma sensación de remordimiento cuando no pudo corresponderle a Eowyn en el Baluarte.
Aragorn abandonó el lugar y Faramir se apoyó contra la pared y suspiró.
De pronto pensó en lo que diría su padre. Denethor II no podría consentir que uno de sus hijos, aún él, aquel del que no esperaba nada, pudiera tener semejante comportamiento tan inapropiado, que era la ruina de su familia y el causante de la ruina de su linaje. Por su parte imaginó que Boromir le habría apoyado y luego de abrazarle para felicitarle por su decisión le habría llevado a la vieja hostería. Ninguno de los estaba ya y comenzó a sentirse muy solo.
Los guardias se cuadraron cuando Aragorn pasó por su lado, pero el rey el parecía no verles. Como tampoco vio que la ciudad recibía a nuevos visitantes llamados por el gran acontecimiento del día siguiente. Lo único que quería era encontrar una salida a todo este problema.
No quería hablar con nadie, pero no pudo evitar que Legolas y Gimli le encontraran muy cerca de las mazmorras.
—Vi pasar a la dama Eowyn —dijo el elfo —. Eomer la estaba buscando, supongo que le habrá encontrado.
—Nunca le había más triste que hoy —dijo el enano.
—Ahora no, amigos míos —dijo Aragorn —. Tengo muchas cosas en qué pensar.
—Lo sabemos y por eso hemos acordado, Gimli y yo, que debes conocer más detalles de esta historia —dijo Legolas mientras Gimli asentía con la cabeza.
—Vaya que debe ser algo importante —dijo con una pequeña sonrisa Trancos —, para que tú y Gimli estén de acuerdo.
El enano solamente resolló mientras que Legolas pareció no darle importancia.
—Sé qué piensas que tu deber como rey es hacer cumplir las leyes a cabalidad y aún tus amigos no pueden estar excluidos de ellas.
—¿Sin embargo? —preguntó Aragorn al ver la pausa que hacía Legolas, como si esperase que el elfo le diera una respuesta.
—Sin embargo pienso que debes conocer todos los hechos antes de tomar una decisión.
—¿Quién más sabe de esto? —preguntó Aragorn y era lo que el elfo esperaba.
— Maese Tuk, le necesitamos aquí por favor —Legolas llamó a Pippin que esperaba detrás del pórtico de las mazmorras.
—Trancos, es decir su majestad Aragorn, por favor… —Pippin comenzó a tartamudear — no mande a ejecutar a Faramir, él no ha hecho nada.
—Si tú sabes algo dímelo ahora Pippin, es importante que lo sepa —dijo Aragorn cuando se sentó en el suelo para ponerse a la altura del hobbit.
—Es que no puedo —dijo el mediano —, le prometí a Eomer, pero sé que Faramir no es culpable de nada de lo que se le acusa.
—No creo que entiendas Pip, él mismo se dice culpable —Aragorn trató de sonar tranquilo, pero en el fondo cada cosa que oía no hacía más que inculpar más a su senescal.
—Es que él no secuestró a Eowyn, ella se fue por su cuenta. Faramir ya se había adelantado con los hombres de Gondor —dijo Pippin sin reflexionar mucho en sus palabras —. Por eso Eomer no quería que le dijera una palabra. Y ya sé que he faltado a mi palabra y que no vale nada, pero yo no quiero que castigues a Faramir.
Aragorn solamente sonrió y despidió a Tuk con un tranquilizador "no te preocupes por nada", pero cuando el mediano se marchó el semblante sereno del rey cambio.
—Suena peor de lo que imaginabas —dijo el elfo que le observaba con detenimiento. El elfo tenía razón, ahora no solamente corría peligro Faramir, sino también Eowyn. No por nada Eomer le había hecho prometer a Pippin silencio sobre Aldburg.
—Sé que lo intentaste Legolas —dijo tratando de consolar al elfo —. Tú también Gimli. Con lo que me ha dicho Faramir todo indica que ellos dos tenían un plan para escapar.
—Pero no escaparon —dijo el elfo —. Es más, regresaron y a tiempo para detener el ataque. Yo no sé qué decirte. Ella simplemente se marchó y Eomer fue a buscarle. No sé qué pudo haber pasado porque Faramir se fue de Aldburg antes, pero Faramir y Eomer llegaron cuando les atacaron y Eowyn llegó con la compañía de Faramir. Tal vez Eomer encontró a Faramir y le pidió ayuda para encontrar a Eowyn.
—Si las cosas fuesen así no Faramir no tendría que echarse la culpa de nada —Aragorn luego le dijo gravemente a Legolas —. Lo que no sabes Legolas es que Faramir ama a Eowyn.
El rey esperaba ver una expresión de sorpresa en el elfo, pero éste solamente le siguió observando con esa mirada lejana de una criatura fuera de este mundo.
Aragorn no dijo más y se marchó hacia su palacio en el séptimo nivel. En el camino vio a los hijos de Imrahil. Se aproximaron y también intentaron abogar por su primo, pero nada podían decir que diera algún resquicio, la menos prueba de que Faramir no fuera culpable de todo este embrollo.
Eowyn trató de quedarse cerca porque abrigaba la esperanza de que Faramir saldría pronto de la mazmorra, pero la escolta le molestaba. Pidió ir a ver las nuevas puertas de la ciudad y ver si podía deshacerse de ese escolta si lo confundía entre la muchedumbre.
Cuando llegaba a las puertas del primer nivel se encontró con Imrahil.
—No esperaba encontrarte tan pronto —dijo el príncipe luego de saludar a la dama —. ¿Me permites conversar unos momentos contigo? —Ella sintió con la cabeza e Imrahil despidió al guardia —. Bien, ahora ya puedes quitar esa expresión austera de tu rostro querida porque parece que sufres mucho. Espero que no estés planeando una huída.
—Había oído que la gente de Osternesse podía ver más allá que el resto.
Imrahil e ofreció una sonrisa por respuesta.
—Pareciera que tenías intención de marcharte de esta ciudad, pero creo que hay algo aquí que te lo impide, y no creo que ese algo sea la boda —le dijo el príncipe de Dol Amroth —. Verás, sigo sin entender el proceder de mi sobrino. Es que sé que es un joven que no comete errores voluntariamente, y esa confesión me suena tan absurda.
—¿Y yo qué puedo saber?
—Bueno, eres la principal implicada —le explicó el príncipe —, pero en lo que conozco a mi sobrino no pareciera que él intentase algo tan ruin como arruinar tu boda por un simple capricho. Incluso creo que él estaría dispuesto a morir por los que ama, como ahora está a punto de suceder.
—Es lo último que quiero que ocurra.
—Bien, porque en esta historia él me dice que quiso evitar tu boda y no creo que te obligase a hacer algo que tú no quisieras. En el tiempo que he conocido a Aragorn sé que es justo y comprensivo ante los fallos de los demás. Si no estás segura de esta boda deberías hablar con él y contarle sobre tus dudas. No creo que te obligue a mantener tu palabra si le hablas con sinceridad acerca de tus sentimientos.
—Es que es la única manera. Siendo reina yo podría lograr el perdón para Faramir.
—¿Y qué ganarías con eso? —le dijo el príncipe —. Aún con el indulto Faramir se alejaría de Gondor. Tendría que vivir sin honor y en el exilio, mientras tú vivirías una mentira junto a un hombre que sentirías cada día más lejano y un rey cuya vida se alargaría en la tristeza de saberse no amado.
Eowyn le dirigió una mirada suplicante a Imrahil justo cuando entre los visitantes ingresaban uno pasó raudamente en un caballo blanco que no se detuvo hasta llegar al séptimo nivel
El salón del trono se sentía grande y vacío en la silenciosa y enorme habitación. La oscuridad ya había llenado cada espacio y a nadie se le había ocurrido mandar a encender las lámparas, tal vez porque no esperaban que el rey fuese al salón del trono a esas horas.
Solamente pudo ver una pequeña figura en la pequeña luz gris que se colaba del ocaso. Una cabecita con rizos oscuros que se volvió hacia él para mostrar un rostro amigable.
—Espero que no te moleste que te espere en este salón —dijo el mediano —, me dijeron que vendrías tarde o temprano por aquí.
—Frodo, amigo —dijo Elessar al ver al mediano —. No sabes cuán difícil es ser rey. Ni Elrond en toda su sabiduría me preparó para un problema como el que hoy enfrento.
—Quisiera decirte que te entiendo, pero no puedo —dijo Frodo —. Te darías cuenta de que estoy mintiendo porque yo nunca he sido rey.
—Peor fuiste alcalde de la Comarca —le dijo Aragorn.
—Que no se compara en nada con ser rey —respondió Frodo —, a lo mucho organizo las comidas para las festividades y de cuando en cuando soluciono alguna disputa por su alguna cabra se ha comida las flores del jardín de otra persona.
El rey le sonrió a Frodo. Se notaba en su mirada que le divertían sus sencillas anécdotas y en su ser envidiaba la vida sencilla de la gente pequeña. De pronto Frodo volvió a hablar
—Siempre me ha asombrado tu enorme capacidad de observación —dijo con ese aire ausente que había adquirido —. Es casi como si pudieras leer mente.
—¿A dónde quieres llegar, amigo mío? —preguntó el rey.
—Nada que no hubieras pensado ya —respondió el hobbit —. Creo que deberías hablar con quien sabe de este asunto que te atribula.
—Frodo, ya he hablado con todos hoy —dijo amargamente —. Todo me dice que Faramir es culpable. Si tú sabes algo o de alguien que sepa cómo solucionar este problema te suplico me lo digas
—Lastimosamente yo no sé nada —respondió tristemente —. Sin embargo sabes como yo que no hay maldad en él. Lo supe cuando lo conocí en Ithillien. Al principio, tuve miedo, y por el miedo quise ocultarle mi misión y el anillo. Si él tuvo miedo al liberarme y enfrentar el juicio de su padre, no lo sé. Tampoco sé si tuvo miedo al enfrentar a los nazgul para salvar a sus hombres, según me contaron.
—No sé a qué quieres llegar.
—¿Me permites decirte algo en confianza? —preguntó Frodo y Aragorn asintió con la cabeza —. Creo que tú también sientes miedo.
—Por supuesto Frodo, solamente soy un humano. He sentido muchas veces en mi vida.
—Lo sé, pero creo que hoy sientes miedo de fallar como rey y de ajusticiar a un inocente —dijo el mediano —. Tú nunca me defraudas Trancos, si me permites llamarte así. Sé que has tenido un día muy pesado y tal vez necesites descansar un poco. Ven conmigo a las Casas de Curación donde puede que encuentres lo que necesitas.
Aragorn le sonrió al mediano y su inocencia que le hacían pensar que en ese lugar había un brebaje o un remedio para sus tribulaciones, pero Frodo le era muy querido y no quería defraudarlo, tal y como había expresado el hobbit.
Fueron hasta los recintos donde el Mayoral cuidaba de los enfermos y fueron a la habitación donde Sam cuidaba de Meriadoc.
—Ven Trancos —dijo Frodo llevando al rey de la mano como un niño cuando lleva a su padre a ver lo que en su momento considera una novedad —. Creo que tú y Merry tienen muchas cosas de qué hablar.