El regalo
¿EL ELEGIDO REGRESA?
Después de meses de nada más que rumores desde el descubrimiento de la carta de 'despedida' de Harry Potter al mundo mágico, el niño que vivió, de 18 años, se presentó ante el Wizengamot el día de ayer para luchar por los derechos de los hombres lobo en nuestra comunidad. Su aparición pareció sellar el acuerdo ya que, después de siete meses de lucha, se aprobó la Ley de Derechos de los Hombres lobo.
Esta ley tiene numerosos nombres detrás de ella, desde nuestro salvador ¡hasta el ministro Kingsley Shacklebolt! El movimiento ha sido seguido de cerca, otorgando a los hombres lobo el derecho al trabajo igualitario y al acceso a la educación, así como derechos civiles, incluidos aquellos contra la discriminación (ver copia completa de la Ley en la página 4).
Harry Potter se detuvo para dar una breve declaración después de la audiencia, en la que expresó que "no podría estar más feliz" con la forma en que salió todo, así como con su vida. Parece que desde que dejó del mundo mágico con nada más que una breve carta descubierta en San Mungo (donde se había estado recuperando de su encuentro con el Señor Oscuro), ha estado disfrutando de la vida con su nueva 'familia'. "Vivo con Fenrir, por supuesto" dijo cuando se le preguntó, pareciendo perfectamente confundido ante la pregunta sobre dónde residía ahora. "Y con nuestro hijo. Vivimos con un grupo familiar extendido, que incluye a un amigo íntimo de mi padre, Remus Lupin, y su familia. Es maravilloso estar rodeado de familia, especialmente siendo huérfano y todo."
Sin embargo, Potter no estaba acompañado por su compañero, Fenrir Greyback, en ese momento. Simplemente dio una sonrisa melancólica y admitió que había preferido quedarse en casa con su hijo, Kirian Potter-Greyback, de ahora siete meses de edad. Cuando se le preguntó cuándo podríamos ver a su hijo en público o si estaría dispuesto a hacer una entrevista sobre su paternidad, solo ofreció que "es difícil, ser padre a los dieciocho años. Todavía estoy creciendo yo mismo. Pero él es, por mucho, lo mejor que me ha pasado." Se negó a decir más acerca de su joven ahijado.
Cuando se le preguntó si su presencia aquí significaba su regreso al mundo mágico, Potter dijo que "[salía] a menudo" al Callejón Diagon o para visitar a sus amigos, así como para ver los lugares que desea ver, pero que siempre vuelve a casa.
Junto a sus amigos cercanos, Hermione Granger (19) y Ronald Weasley (19), Harry Potter dijo que estaba inmensamente satisfecho con la aprobación de la ley que permitirá a los hombres lobo vivir entre la comunidad con los mismos derechos que todos los demás. Dice que espera que esto no solo signifique un mejor futuro para su hijo y su ahijado, Edward Remus Lupin (de 1), sino que también espera que sea una base sobre la cual otros seres mágicos puedan vivir las vidas que el prejuicio les ha impedido disfrutar hasta ahora.
Comentó brevemente sobre el escándalo de enero de este año, en el que salió a la luz que una operación no autorizada llama La Caza, dirigida por ciertos miembros poderosos de la comunidad, había 'sacrificado' ilegalmente a hombres lobo como ganado infectado algunas décadas atrás. Potter insistió en que este tipo de suceso horrible solo se produce cuando la gente tiene miedo de otros que son 'diferentes' y que la única forma de mostrarles que todos pueden vivir juntos es hacerlos vivir juntos, sin prejuicios ni leyes injustas. Dijo que no puede tomar todo el crédito por el éxito de la campaña y, haciendo un gesto hacia los dos a su lado, insistió en que no podría haberlo hecho sin ellos o sin Severus Tobias Snape (39), su familia y, por supuesto, su mentor y ahora Director General de los Derechos Civiles para el Departamento de Seres Mágicos en el Ministerio de Magia, Remus John Lupin (39).
Lupin, un ejemplo clásico de cómo un hombre lobo puede vivir su vida de manera normal, reside en la misma zona rural que Harry Potter y se aparece todos los días al trabajo, donde sigue luchando por la igualdad para todos… (Continúa en la página 3).
Dejando el Profeta a favor de sorber su mezcla favorita de té de manzana y arándanos, Minerva McGonagall se quedó mirando la imagen que dominaba la primera plana. Harry Potter no era su alumno más inteligente ni el más tonto, no era llamativo o ambicioso, pero sin duda era el más notable. «Ha superado tanto», pensó con orgullo, sentada en su silla viendo la fotografía de Harry de pie entre sus dos mejores amigos, luciendo feliz y más saludable de lo que nunca lo había visto. Ella lo veía con frecuencia cuando aparecía por el castillo para continuar con su proyecto con Severus, por supuesto, y también había visto al pequeño Kirian un par de veces.
—Estoy muy orgullosa de él —dijo en voz alta hacia los retratos que recubrían las paredes de la oficina de la directora, a un retrato en particular. Levantó la vista para ver a Albus Dumbledore asentir con una sonrisa suave tocando sus labios.
—Ha superado mis expectativas, y pese a todos los pronósticos, se ha convertido en un joven fuerte y de buen corazón, Minerva. Espero que pronto lo invites a tomar el té —dijo Albus, pensativo.
Minerva asintió. —Trataré de alejarlo del laboratorio de Severus en su próxima visita —dijo ella, levantando su pluma y sumergiéndola en el tintero. Miró por uno momento la página más reciente del grueso libro encuadernado en cuero que era el registro de estudiantes de Hogwarts. Ya se estaban agregando los nombres para los próximos años, y fue con una sonrisa peculiar que añadió a la lista: Potter-Greyback, Kirian. No tenía idea de lo que Potter –o para el caso Greyback– esperaban para su hijo, pero ¿no era toda esta campaña suya para darles la opción a los hombres lobo?
«Ellos o su hijo pueden decidir cuando llegue el momento», pensó, satisfecha. El mundo seguía estaba cambiando y cambiaría mucho más para cuando Kirian Potter-Greyback alcanzara la edad para unirse a Hogwarts –si es que alguna vez quiso. Pero pasara lo que pasara, sería una decisión que podría hacer sin temor al castigo o a la discriminación. Y lo que sea en lo que se convirtiera el mundo, parecía cada vez más brillante.
. * . * . * .
Harry hizo una mueca cuando deslizó el cuchillo sobre las alas de polilla un poco demasiado rápido, lo que significaba que la porción era un poco más grande en comparación con las demás. Levantó la vista y, por supuesto, Snape le estaba frunciendo el ceño. Antes de que el hombre pudiera abrir la boca, sin embargo, Harry se enderezó. —Mire, fue usted el que dijo que necesitaba volverme útil —dijo con firmeza. Ya no era un estudiante y este hombre no era su maestro. Ahora eran un equipo, ya sea que el idiota quisiera admitirlo o no. Habían llegado a un punto de entendimiento desde que Snape tuvo que contarle sobre su destino antes de la batalla con Voldemort, pero aun así, a veces los viejos hábitos tardaban en morir.
Ghost, que estaba sentado a sus pies y rara vez dejaba su lado, ladeó la cabeza con simpatía y movió la cola ligeramente.
—Arranca tu diminuta mente de los jugueteos en el bosque con Greyback mientras estés en esta habitación —dijo Snape con sequedad—, ¿seguramente te das cuenta de lo sensible que es esta poción?
Harry se sonrojó, pero no suavizó su mirada en absoluto. —Mi mano se resbaló. Disculpe si no son tan delicadas como las de Draco.
Draco, que estaba apoyado sobre sus codos en el lado opuesto de la mesa de trabajo leyendo las instrucciones transcritas, levantó la vista con rapidez. —Alto ahí, no necesitan arrastrarme a sus disputas. —Entonces pareció pensarlo y se sentó un poco más erguido—. Y mis manos son refinadas, no delicadas…
Harry resopló pero hizo a un lado la porción demasiado gruesa de ala de polilla y continuó con su trabajo. Sintió los ojos de Snape sobre él por un minuto más y deliberadamente levantó la vista. Sus ojos se encontraron y le pareció ver el parpadeo de una sonrisa tocar esa dura boca, antes de que el hombre continuara agitando la poción a fuego lento en el caldero de cristal, añadiendo garras de dragón molidas cada seis vueltas.
—Y en la quincuagésima vuelta, revuelva con el resto del polvo y las alas de polilla en tiras —leyó Draco en voz alta del pergamino en el que estaban transcritas las instrucciones. Snape asintió, haciéndolo. Este había sido su ritual por los últimos meses. Los tres habían hecho muchos lotes fallidos –algunos incluso habían explotado ante la más mínima interpretación errónea de la poesía vaga de la Bruja Original. Pero Harry tenía un presentimiento sobre este. Vació las alas finamente cortadas en el tazón y las deslizó hacia Snape, quien las añadió según las instrucciones de Draco.
—¿Listo para su parte, Sr. Potter? —preguntó Severus después de un momento, y se movió ligeramente a un lado para dejarle espacio. Solo habían llegado a esta etapa dos veces y Harry sintió una emocionante anticipación cuando aceptó el cuchillo esterilizado de la mano de Snape y presionó el filo de la navaja en la punta de su dedo. Hizo una mueca ante el agudo aguijón y rápidamente vertió tres gotas en el caldero antes de que su carne se curara.
El brebaje chisporroteó cuando su sangre golpeó la superficie, burbujeando peligrosamente. Dio un paso atrás, recordando la discusión que había tenido con Fenrir la última vez cuando la poción explotó literalmente en su cara. Esta vez, sin embargo, el agua marrón bulló y se volvió del más vibrante verde esmeralda. El color de los ojos de Kirian. Harry la miró brillar, como un caldero de Avada Kedavra. Snape y Draco también estaban iluminados por esa luz, y tan hipnotizados por ella como él. Ghost se levantó y retrocedió a toda prisa, con las orejas erguidas con interés.
—¡Añade los capullos de mariposas machacadas, rápido! —le siseó Snape a Draco, quien ya había agarrado el vial y estaba rociando el polvo en la poción. Severus la revolvió en tres largos y amplios movimientos y luego retiró la varilla de cristal por completo, dejándola en la mesa y dando un paso atrás para pararse al lado de Harry. Draco se apartó de su asiento e hizo lo mismo. Como uno, vieron la luz y el líquido fundirse en un color verde bosque vibrante.
—El color de la fertilidad —murmuró Draco, despacio, su voz suave con asombro—. Es esta. Está hecho. Está lista.
Severus dio un paso al frente, lanzando el hechizo para reducir lentamente el calor para que la poción no se enfriara demasiado rápido. Con un movimiento de varita, lanzó los encantos de protección necesarios y luego se volvió hacia Harry y Draco. —Ahora debe madurar durante siete días. Debería estar lista para un primer intento del ritual la próxima luna llena —dijo pensativo.
—¿Intento? —preguntó Draco perplejo—. ¿Crees que podríamos fallar ahora? La poción es la parte más difícil y la hemos hecho. El ritual en sí será fácil. —Era arrogante, confiado, pero Harry pensó que podría estar en lo cierto. Si habían llegado hasta aquí, entonces…
—No volverá a haber el mismo problema que con los solitarios —dijo Harry pensativamente, recordando a todos esos hombres lobo que habían desafiado a Fenrir por él, en su desesperación por tener hijos y su creencia de que era su única esperanza. Había sido la manera equivocada, por supuesto, pero aun así habían muerto por él. Ulric había muerto por ello, y ese conocimiento doloroso se aliviaría, pero nunca se desvanecería realmente. Los magos habían creado hombres lobo como esos, volviéndolos desesperados y haciéndoles volverse unos contra otros.
«Bueno, ahora un mago lo está arreglando –tres, de hecho», pensó determinado. —Pronto todo aquel que se enamore de un hombre lobo podrá tener la misma capacidad que yo.
Snape se burló. Ante el sonido extraño, Ghost levantó la cabeza y la empujó con prontitud contra los dedos largos y manchados de pociones del hombre. Sorprendido, Snape se quedó inmóvil por un momento antes de permitir que su palma acariciara la suave cabeza peluda. —¿Vas a hacerles prometer su amor eterno frente a ti, así sabrás que puedes cambiarlos sin repercusiones? —dijo Snape arrastrando las palabras—. Algunos hombres lobo pueden forzar esto sobre los humanos, algunos pueden entrar en esto sin pensar realmente en el futuro. —La mirada que le dirigió a Draco hizo que éste frunciera el ceño. Al parecer Snape no sabía que el muchacho no planeaba someterse al ritual –o al menos que Echo lo había convencido de esperar un tiempo. Harry solo lo sabía porque el beta se lo había contado cuando le preguntó si Draco sería el primero en intentarlo.
—Sé que habrá problemas, no estoy diciendo que no —dijo Harry, sentándose sobre un taburete—. Sé que habrá personas que se aprovecharán del ritual. Pero eso no significa que las buenas personas no deban poder estar con la persona que aman. —Vio a Snape hacer una mueca ante eso y demasiado rápido el hombre se giró y comenzó a ordenar el equipo que habían utilizando.
—¿Cómo distinguirá el poderoso Potter entre los mentirosos y los amantes? —preguntó con acidez.
Harry miró a Draco, el cual estaba hojeando sin prisa uno de los libros de la Bruja Original, aparentemente despreocupado por su disputa. —El ritual solo puede ser realizado de buena fe —dijo el rubio sin levantar la vista—. El participante no puede recibir la 'bendición' si vacila o es forzado. Lo dice en los textos. —Entonces levantó la vista, dándoles una mirada fulminante—. Pensé que todos habíamos leído estos libros. ¿Fui el único que prestó atención?
Para diversión de Harry, Snape se aclaró la garganta con molestia y comenzó a guardar las cosas con mucho más ruido del necesario. Harry creyó oír al hombre murmurar algo acerca de quitarse de encima a 'exasperantes ex alumnos' molestos y se rió por dentro, deslizándose de su taburete para comenzar a lavar el equipo en el fregadero de la mesa de trabajo, como había hecho en tantas detenciones. La familiaridad de la situación también debió tocar a Snape, porque hizo una pausa para mirar.
—No se preocupe, señor, incluso cuando la poción esté hecha, tendrá que hacer más —reflexionó Harry—. Volveremos a menudo.
—Y aun sin eso, estoy seguro de que podemos encontrar algo más para venir a molestar —añadió Draco mientras apilaba el pergamino y los libros cuidadosamente a lado del banco—. O pensar en algo con lo que fastidiarte.
Harry creyó ver el comienzo de una sonrisa tocar la línea dura de la boca de Snape. Fue breve pero definitivamente allí.
El sonido del Flu activándose atravesó la habitación y Draco se apartó del banco. —Iré a responder —ofreció, cruzando el laboratorio hacia la puerta contigua a la oficina de Snape. Harry fregó el mortero y los cuencos hasta que estuvieron limpios, los secó con un hechizo y los envió a las esquinas a las que pertenecían. Cuando miró a Snape, vio que el hombre lo miraba pensativo.
—¿Qué? —preguntó él.
—Solo estoy sorprendido de que prestaras atención de a dónde iban —admitió Snape, evitando la mirada de Harry al ocuparse de comprobar las barreras alrededor del caldero de cristal enfriándose lentamente—. ¿Te das cuenta de lo que esta poción podría significar para Lupin y su familia, por supuesto?
Harry asintió con fuerza. Había aprendido de Eithne la gravedad de los temores iniciales de Remus, cuando había ido a él aterrorizado porque Tonks estaba embarazada. Apretó los dientes al recordar la facilidad con la que los había descartado como cobardía, a pesar de saber que el hombre lo había perdonado y que todo había resultado bien al final. Los hombres lobo no podían engendrar crías vivas con un ser humano. Un feto hombre lobo, ya que comparte su sangre con la madre, la infectará involuntariamente con la licantropía, lo que la convertirá y la hará transformarse en la siguiente luna llena –efectivamente matando al feto. Que Teddy no fuera un hombre lobo era un milagro, uno en un millón. Eithne había sugerido que solo era posible por la potente matalobos en el cuerpo de Remus, que sometió a la licantropía.
—Creo que Tonks será una de las que tomen la poción esta luna —dijo Harry, secándose las manos—. Si ella y Remus llegaran a tener otro hijo, incluso si todavía estuviera tomando la matalobos, correría el riesgo de convertirse en un lobo y tener un aborto. —Apoyó la barbilla en sus manos y se quedó mirando el calmante resplandor verde del caldero. La mezcla se estaba volviendo de un verde más traslúcido al enfriarse –pero no menos vibrante. Esperaba que eso significara que sin lugar a dudas iba a funcionar.
» ¿Le dije que descubrimos que Teddy tiene el gen recesivo, como yo? Se raspó la rodilla en el pueblo el otro día y Fenrir lo olió. Kirian también lo hizo. Fue bastante dulce, en realidad —sonrió al recordar la nariz de su pequeña bludger fruncirse suavemente al oler la sangre derramada involuntariamente de Teddy—. Cuando sea mayor, si decide ser mordido, va a despertar como yo. Aunque Tonks y Remus quieren mantenerlo en secreto por el momento, creo que todavía están un poco sorprendidos por la revelación. Quieren que él elija por sí mismo, también.
—Ah —dijo Snape en voz baja—, ¿la elección que tu lobo nunca te dio?
Harry se erizó. —Eso no es justo —respondió, un poco herido, aunque de alguna manera sabía que el comentario de Snape no era nacido de la malicia, sino por su propia variante de preocupación—. Todos sabemos que fue una cosa egoísta y desconsiderada de hacer. Pero usted sabe que un hombre no puede deshacer sus errores, solo hacer las paces.
Los ojos negros como el carbón se volvieron hacia él lentamente, evaluando, pareciendo sorprendido de encontrar a un joven de dieciocho años en lugar del escuálido primer año recién salido del armario debajo de las escaleras. —Palabras sabias, quizá —ofreció el hombre—. Unas que podría haber descartado como las de un prisionero, pero a veces parece más probable que Fenrir Greyback sea prisionero tuyo. Parece rendir su voluntad ante ti con más frecuencia que a la inversa.
Harry se sonrojó, un poco incómodo por la implicación que la gente hacía a menudo, en parte porque era al menos mitad verdad. A Fenrir no le gustaban muchas de las cosas que Harry hacía, como salir al mundo mágico, visitar a Snape o el Callejón Diagon, pero nunca trató de detenerlo. Harry ni siquiera podía decir que Fenrir lo 'dejaba' ir, porque no lo 'dejaba' hacer nada. No existía el sentimiento de propiedad ni la necesidad de permiso. Ellos simplemente trabajaban bien juntos a pesar de todas las probabilidades, y Fenrir aceptaba que, a veces, Harry quería salir al mundo con sus amigos, porque siempre regresaba a casa con él.
—Por favor, ilumíname, ¿qué harás contigo mismo en términos de una carrera? —comenzó Snape con voz clara y más familiar—. Me doy cuenta de que eres un joven heredero con los brazos llenos con un niño chillón en este momento, pero ¿qué pasa cuando haya crecido? Porque puedo decirlo ahora, Potter, no te recomendaré para estudiar con ningún Maestro de Pociones.
—No se preocupe, señor —se rió Harry—. No estoy seguro de lo que haré. Remus tiene un trabajo de tiempo completo y regresa todos los días, y Draco tiene la intención de hacer lo mismo en cuanto su nombre quede limpio ante el Ministerio. Así que puedo hacer fácilmente lo mismo. Puedo hacer lo que yo quiera. Si cuando Kirian crezca quiero abrir una tienda de dulces en el Callejón Diagon o unirme a los aurores, podré intentar lo que quiera. Ahora mismo estoy feliz simplemente… ya sabe, viviendo.
Snape frunció su gran nariz. —Minerva sugirió que podría invitarte a enseñar aquí una vez que tu prole haya crecido.
Harry sonrió. —Aunque solo sea para estorbarle, profesor. ¿Tal vez aplicaré para ser su asistente?
Snape resopló en respuesta y se agachó para rascar las orejas de Ghost de manera ausente. El lobo meneó la cola y se dejó caer sobre la pierna de Snape ante el toque, disfrutando de la atención, ahora completamente crecido y saludable, nada como el enano flacucho que había sido cuando Harry lo vio por primera vez hace casi un año. A él parecía gustarle Snape, lo que era divertido, especialmente porque el hombre había intentado muy duro no quererlo a cambio y estaba siendo lentamente conquistado.
—Señor —dijo Harry después de un rato, preguntándose quién estaba en la chimenea y qué le estaba tomando tanto tiempo a Draco, pero no quería perder este momento ahora que lo tenía—. Yo solo… Nunca se lo dije. Nunca habría tenido el valor de enfrentarme a Voldemort si no hubiera sido por usted. Y todas las veces que me salvó la vida a pesar de odiarme. Todo a lo que ha renunciado todos estos años solo para deshacerse de él, más de lo que nadie ha dado y… —Apretó los dientes, avergonzado y nervioso y sin saber cómo expresar sus palabras, como siempre—. Es el hombre más valiente que he conocido. Gracias por todo.
Los dedos de Snape se congelaron sobre la cabeza de Ghost mientras miraba a Harry a la cara, como si calibrara si estaba diciendo la verdad o no. El incómodo silencio suspendido permaneció entre ellos por un momento, hasta que: —No te odio, Potter. Odiaba a tu padre. Fuiste un estudiante molesto por derecho propio y un recordatorio constante de mis fracasos, pero no te odié entonces y no te odio ahora.
Harry hizo una mueca. —¿Ni siquiera cuando miré en su pensadero? —Al instante, se arrepintió de sus palabras cuando vio la oscuridad de esa noche tocar los ojos de Snape—. Lo siento por eso, señor. Más de lo que puede saber. Y mi papá… él era un condenado matón en ese entonces, yo… me dio vergüenza verlo así. Lo siento. —Habló rápida y torpemente. Pero eran palabras que debían decirse, incluso si eran torpes y le costaban un poco de orgullo. Snape se merecía eso y más.
Morir, regresar, crecer, tener un hijo, tal vez eran cosas por las que tenía que pasar antes de poder darse cuenta de eso, pero ahora lo hacía. Algunas cosas eran más valiosas que el orgullo. Se lamió los labios resecos. —Mi madre era-
—No hables de esa memoria —siseó Snape, mostrando los dientes en una mezcla de angustia y rabia—. Es una que me gustaría poder borrar de mi memoria y de la tuya. No vuelvas a hablar de eso, ¿está claro?
Harry tragó, asintiendo con fuerza, de repente sintiéndose de quince años de nuevo, desesperado por no perder el entendimiento al que él y Snape habían llegado en los últimos meses. —Sí. Pero lo siento, señor. Por lo que hicieron, por lo que hice. Todo ello.
Otro silencio, este más tenso que el anterior y con Snape ahora incapaz de mirarlo a los ojos, mirando en cambio al líquido verde bosque totalmente traslúcido en el caldero de cristal. Snape extinguió el fuego por completo y añadió un último hechizo de protección alrededor del caldero y su contenido. —Acepto tus disculpas. Pero debes saber que tu madre era una bruja excepcional y una… mujer amable. Ella no se merecía ser llamada por el nombre que le arrojé con ira. —Snape se removió entonces, como si quisiera poder recuperar las palabras. Miró rápidamente a Harry y luego a la puerta por la que Draco había desaparecido.
—Señor —dijo Harry tentativamente—. Yo… nunca me di cuenta de que conocía a mi madre tan bien. —Había asumido que eran conocidos de escuela de la misma forma que él con algunos de sus compañeros de clase. Sirius y Remus siempre le habían contado historias de su padre, Dumbledore también lo había mencionado, al igual que muchos de sus profesores. Sin embargo, muy pocos mencionaban a su madre, excepto tal vez Remus una o dos veces. Era extrañamente reconfortante saber que alguien más la conocía, que no había sido olvidada.
—Debería… contarte sobre ella algún día, quizá —dijo Snape en un tono extrañamente melancólico, las palabras sonando como si fueran difíciles de pronunciar. Por fin, los ojos negros volvieron a centrarse en los verdes y Harry vio su comprensión de vuelta. Eran probablemente los únicos que sabían lo que el otro había sufrido a lo largo de los años, en la guerra y al lado de Dumbledore. Solo ellos, y ese era el fundamento de lo que Harry esperaba que fuera más que comprensión. Admiraba mucho a Snape, incluso si era un imbécil, y sentía una extraña compasión por él, una conexión que no quería romper. A juzgar por el hecho de que Snape toleraba que Draco y él aparecieran cada semana, pensó que el hombre podría sentir lo mismo.
Entonces se dio cuenta de que ya había visto esa expresión en el rostro de Snape y frunció el ceño. En la cocina de Grimmauld Place, cuando había estado a punto de salir y vio a Harry de pie sosteniendo a Kirian. Cuando se acercó como si estuviera en trance y…
"—Tienes los ojos de tu madre. Ambos los tienen… Eres más parecido a ella que a Potter, no importa lo que digan…
—Tiene castaño rojizo en su cabello… creo que lo heredó de mamá.
—Bien."
Esas palabras. La cierva en el lago que, Harry sabía ahora gracias a Hermione, había sido el patronus de Snape. Había pensado que lo sabía antes, pero ahora estaba seguro. Snape. Después de todo este tiempo, él…
—Me gustaría eso, señor —dijo Harry al fin, y le ofreció al hombre una pequeña sonrisa, justo cuando la puerta se abrió por completo y Draco volvió a entrar.
—Era Eithne, Kirian está llorando por ti —dijo, y Harry asintió. Había logrado mejorar en dejar a Kirian con Eithne, Draco o Fenrir, también dejaba que Larentia lo cuidara a menudo, ya que parecía hacerla tan feliz y Kirian la amaba. Aun así era difícil dejarlo solo durante cualquier periodo de tiempo, la ausencia lo llenaba con un sentimiento similar a la nostalgia. Y a la preocupación, por supuesto, sobre todo ahora que la pequeña bludger se movía sobre sus regordetas manos y rodillas.
—Ven, Ghost —dijo Harry mientras cruzaba la habitación, mirando a Snape cuando llegó a la puerta—. Gracias, señor. Nos vemos la semana que viene.
Snape asintió con un pequeño movimiento de cabeza, el rostro impasible como siempre, pero la línea dura que era su boca se retorció ligeramente en las esquinas de manera reveladora.
Harry fue recibido por gritos sin lágrimas cuando salió tambaleándose de la chimenea en la cabaña de Eithne, y casi chocó contra Draco y Ghost, que habían pasado primero. Draco rodó los ojos y sacó su varita, desterrando la espesa capa de hollín que siempre acompañaba a Harry al salir de la chimenea. —¿Qué hacías antes de tenerme para ordenar después de ti, Potter? —se burló Draco tan altivamente como siempre, sonriendo e inclinando la cabeza respetuosamente hacia Eithne antes de salir de la cabaña.
Eithne estaba en el sofá frente al fuego, con Kirian sentado en su rodilla lloriqueando, frotándose los ojos y quejándose impacientemente de esa manera que decía que no estaba realmente llorando. —Lo siento, ¿ha sido malo? —preguntó Harry, siempre incierto sobre cómo otras personas juzgaban el comportamiento de los niños como 'malo' después de haber sido etiquetado así durante toda su infancia. Fenrir decía que a menudo juzgaba a Kirian desde el otro extremo: demasiado bueno, en todo, incluso cuando estaba siendo 'una pequeña mierda,' como decía Fenrir. Todavía era un proceso de aprendizaje, pero él, Kirian y Fenrir estaban aprendiendo juntos.
—Oh, no —dijo Eithne alegremente, mirando a su bisnieto con adoración, acariciando su cabello castaño oscuro que sobresalía en todas partes. Kirian levantó la vista hacia la voz de Harry, olfateando visiblemente con sus pequeñas fosas nasales antes de levantar los brazos, agitándose en el regazo de Eithne con emoción. Era una vista hermosa verlo tan feliz de ver a Harry, dándole una sonrisa sin dientes.
—Ey —dijo Harry, avanzando un paso y tomando a Kirian en brazos, deleitándose con el chillido de placer que el pequeño de siete meses soltó. Ghost lamió los diminutos dedos de sus pies en señal de saludo y Harry vio a Kirian balbucearle, antes de comenzar a morderse el puño—. ¿Es así? —le preguntó Harry, como si hubiera dicho algo completamente comprensible.
—Pronto le saldrá un diente, está demasiado caliente —dijo Eithne—. Prepárate para las rabietas. Tendrás un shock, me temo, después de tener a un bebé tan tranquilo.
—Fenrir dice que lo consiento demasiado —dijo Harry con suavidad, limpiando el chupón de Kirian y poniéndoselo de nuevo en la boca.
Eithne rodó los ojos. —Un poco de mimos a esta edad no le hará ningún daño. La interacción es importante a esta edad, Fenrir solo está centrado en ser el padre 'perfecto' en comparación con sus padres. Él era algo mayor que sus hermanos y lo usó para mandarlos mucho.
Harry asintió, comprendiendo. Se preguntó hasta qué punto su pobre educación y falta de padres afectaría cómo interactuaba con Kirian. Como si sintiera la dirección melancólica de sus pensamientos, Kirian extendió una mano y trató de agarrar sus gafas. —No, no —insistió Harry, desenrollando los deditos determinados del armazón afortunadamente durable y abrazó a Kirian un poco más bajo—. ¿Pudiste seguirle el ritmo ahora que comenzó a gatear?
Eithne levantó sus cejas plateadas en una expresión que Fenrir le daba a veces. —Aún no estoy muerta, Harry. Incluso las brujas sin genes de hombre lobo pueden vivir por un largo tiempo.
Harry percibió la alegría en su voz envejecida y sonrió. No tenía idea de qué edad tenía, pero la idea de que todavía la tendrían por muchos años era buena. Quería que Kirian tuviera recuerdos de ella a los que aferrarse. Un pequeño puño apretó su camisa de una manera que reconoció y Harry se sonrojó ligeramente, aclarándose la garganta. —Esa es mi señal para irme —dijo, haciendo una pausa para que Eithne besara la frente de Kirian y le diera una palmadita en el hombro, antes de que él y Ghost salieran hacia el sol del atardecer.
—Entonces, ¿dónde está tu Alfa? —le preguntó a Kirian, quien siempre se emocionaba con los olores extraños y el bullicio de los negocios de la aldea. Su pequeña cabeza giraba ante cada chillido de risa de los niños jugando o del ruido de las gallinas picoteando el suelo mientras caminaban. Harry observó sus pequeñas fosas nasales abrirse y cerrarse mientras olía el mundo que les rodeaba, ya tratando de aprender cada olor. Harry podía reconocer olores, pero no había nacido con esa habilidad, no era un maestro en ello como lo era Fenrir, como lo sería Kirian –siendo uno consigo mismo, con su lobo, con la naturaleza.
Era como si el horror de sus primeros días de vida nunca hubiera sucedido –Kirian siempre estaba sonriendo y riendo y cautivando la atención de todo aquel que lo veía. Era un sentimiento agradable que lo llenó de esperanza. —Creo que pronto te llevaré a ver a Snape otra vez —le dijo Harry a su hijo, con una voz más suave y ligera, pero no con balbuceo infantil, no es que hubiera nada de malo en eso –Tonks y Hermione lo utilizaban todo el tiempo. Simplemente no creía que alguna vez fuera capaz de usarlo.
Los tres encontraron a Fenrir junto al pozo. Estaba de espaldas a ellos mientras se acercaban, encorvado sobre el cubo de agua que había sacado de sus profundidades, hundiendo sus grandes manos en él para lavarse la cara y el cuello de la suciedad. Harry se detuvo a unos metros de distancia cuando Fenrir se enderezó, volcando lo que quedaba del cubo sobre su cabeza de tal manera que el agua reflejó el sol, brillando de naranja y rosa a la luz de la tarde, antes de caer sobre los músculos duros y apretados.
Harry sintió que algo se tensaba en su vientre y se congeló por un momento, persiguiendo los riachuelos de agua por el cuerpo de Fenrir con los ojos. Bajaron por esa piel tensa que aún llevaba las marcas de la batalla con Voldemort, de la lanza de plata que le había atravesado el costado y que había dejado la piel pálida y rígida en contraste con el resto de su piel bronceada. Pero toda suya. Todo él. Era una sensación agradable, una que se prolongó incluso cuando se dio cuenta de que Fenrir lo había atrapado mirando y sonreía con diversión.
Cerrando la distancia entre ellos, Harry levantó la barbilla, desafiando a Fenrir a burlarse de él. —¿Terminaste de presumir? —se burló con ligereza, entrando al ruedo primero.
La sonrisa de Fenrir se amplió. —No necesito presumir, mascota, ya te he ganado —dijo con tosquedad, dejando el cubo en el suelo y extendiendo su mano mojada para ahuecar la garganta de Harry, acercándolo y apoyando su nariz contra su clavícula. Permanecieron allí por un momento, respirándose el uno al otro como si fuera la primera y última vez. Siempre. Harry levantó una mano para colocarla sobre la marca en el cuello de Fenrir, sintiendo su bajo gruñido de aprecio debajo sus dedos.
—¿Estás listo para irnos? —preguntó Fenrir después de un momento—. Kirian debe tener hambre.
Ligeramente sonrojado, Harry asintió con la cabeza, pero cuando comenzaron a caminar de regreso a la cabaña de Eithne para utilizar el Flu para llegar a casa, Harry hizo una pausa, mirando el bosque que bordeaba el pueblo. No el de Shae, sino el otro. El que había atravesado en su huida una noche de luna llena, tratando de escapar de Fenrir. Antes, cuando todo esto había comenzado. Harry parpadeó al verlo ahora, después muchas veces, pero no había apreciado cuán diferente era libre de la niebla que lo rodeaba todo.
—¿Harry? —preguntó Fenrir—, ¿estás bien?
—¿Podemos caminar un poco? —respondió él, señalando el bosque. La mirada en el rostro de Fenrir le dijo que sabía el significado de esa petición, del lugar. La mirada de Kirian se fijó en la borla al final de la cuerda de la sudadera de Harry y balbuceó mientras tiraba de ella, tratando de meterla en su boca mientras caminaban. Como siempre, algunos aldeanos levantaron sus manos y los saludaron mientras caminaban, amigables y cálidos, y Harry incluso vio a Andrómeda agachada frente a la recién terminada casa Lupin, con una pala en mano entre los macizos de flores y un Teddy sucio tratando desesperadamente de ayudar.
Teddy, quien había sido incapaz de disfrutar de salir a la calle todo lo que debería gracias a la guerra, era ya imparable y se quejaba en voz alta cuando se hacía demasiado oscuro para jugar. Incluso había ido al valle varias veces para jugar con los niños de la manada, lo que era muy agradable para todos.
—Va a empezar la dentición pronto —gruñó Fenrir con cautela cuando llegaron a las afueras de la aldea y entraron a la cubierta de los árboles. El sol menguante brillaba en las hojas y a través de los huecos para pintar el bosque de colores cálidos y acogedores. Ghost corrió por la hierba, alejándose y regresando a su lado cuando les llevaba demasiado tiempo llegar hasta él, antes de correr de nuevo, manteniendo la atención de Kirian alegremente mientras corría. Harry levantó la vista al escuchar el tono cauteloso de Fenrir y se dio cuenta de que probablemente había tenido que ayudar con sus hermanos durante su dentición.
—Se me olvida cuánta más experiencia tienes que yo —dijo Harry pensativo, mirando a Kirian arreglárselas para agarrar su chupón y arrojarlo para tener una mejor oportunidad de empujar todo su puño en su boca –borla y todo. La mano de Fenrir salió disparada para atrapar el chupón antes de que tocara el suelo sucio. Habían tenido esta rabieta las suficientes veces para no desear otra.
—Debería escucharte más, supongo —agregó Harry, porque todavía discutían a veces, por supuesto que lo hacían, ambos tenían mecha corta y mal carácter y a ninguno de los dos les gustaba estar equivocado. Incluso si Harry ahora estaba cómodo como padre, supuso que había veces en que realmente debería escuchar a Fenrir; él lo había vivido con sus hermanos, después de todo.
Fenrir sonrió, rozando sus nudillos contra la cadera de Harry cariñosamente mientras caminaban a lo largo del arroyo que corría por el bosque. El mismo arroyo en el que Fenrir se había acoplado con Harry el año anterior. —¿Dónde estaría la diversión en eso? —reflexionó el hombre—. Me gusta cuando peleamos. —Tenía la sonrisa más diabólica, por lo que Harry sintió que el calor le inundaba la cara junto con el color.
—¿Debido al sexo que inevitablemente le sigue? —preguntó él, notando con placer que no sonaba avergonzado. Pero Fenrir seguía sonriendo; sujetó su brazo y lo acercó junto con Kirian, de manera que la humedad de su pecho y brazos saturaron sus ropas. A Harry no le importó y a Kirian nunca parecía importarle mucho nada –todo el mundo siempre le decía cuán tranquilo era, esperaba que eso fuera una señal de que no era un padre completamente inútil. Fenrir le dijo que no.
Los ojos del alfa brillaron con sol de la tarde y con la mirada fija en él, deslizó su mano por el cuello de Harry para inclinar su cabeza con sus grandes dedos enredados en su cabello. —Porque me impulsas a ser un hombre mejor —dijo, su voz baja y áspera como siempre, cálida. Entonces su boca se torció en una sonrisa—. Y el sexo.
Harry rodó los ojos y salió de los brazos del hombre para caminar hacia la orilla del río, hacia el lugar donde la tierra cubierta de hierba sobresalía sobre el arroyo creando una pequeña saliente –una en la que recordaba vívidamente haber sido clavado mientras él…
—Harry —dijo Fenrir de nuevo, pero esta vez su tono no era inquisidor: él sabía lo que pasaba por su cabeza, o al menos los sentimientos, porque podía sentirlos. Lo miró pensativo, incierto mientras miraba alrededor, reconociendo el lugar como lo había hecho Harry—. Este es…
Harry asintió y se pasó la lengua por los labios secos, mirando su reflejo en la corriente cuando se acercó a la saliente. Se veía exactamente igual que esa noche –aunque un poco más sano, mejor alimentado y sus ojos no tan grandes en su rostro, demacrado por el hambre, la tortura y la preocupación. Tenía el mismo aspecto, pero se sentía diferente. Más fuerte, más seguro, poderoso. Si Conall o los otros estuvieran vivos e irrumpieran aquí y ahora, podría acabar con ellos antes de que lo tocaran. Podría arrancar los árboles y arrojárselos de lleno sin una varita y sí, si quisiera, podría poner a Fenrir de rodillas sin necesidad de usar magia.
—Aquí es donde nos acoplamos —dijo Fenrir cuando no habló, parándose junto a Harry para que también viera su reflejo, igual sin cambios, pero todavía diferente. Fenrir había madurado y, sin embargo, parecía incierto ante los recuerdos de sus inestables comienzos. Podía ser más grande, más fuerte, más viejo, pero por extraño que pareciera, Harry tenía el poder entre ellos porque Fenrir lo amaba y si Harry lo hubiera querido, lo habría dejado ir.
—Aquí es donde te elegí —aclaró Harry—, ¿recuerdas? —Había sido Fenrir el que había insistido en que Harry lo había elegido en aquel entonces, había tratado de hacerle entender que el lobo en él no era otra conciencia u otro ser. Era Harry. Eran sus deseos y elecciones sin inhibiciones mortales. Harry lo sabía ahora, pero parecía que a la luz del amor humano, Fenrir lo había olvidado, o por lo menos pensó que él lo había olvidado.
Fenrir observó a Harry bajar a un inquieto Kirian al banco de hierba junto a él. El bebé parpadeó excitado al ver la hierba, arrancando grandes puños mientras se levantaba sobre sus manos y rodillas. Se veía inestable pero decidido, y era una alegría verlo balancearse sobre sus rodillas mientras Harry se quitaba la sudadera, los pantalones, los tenis y los calcetines.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Fenrir cuando Harry se deslizó en la corriente, tan desnudo como el día en que nació. El agua estaba fría mientras corría por el estómago de Harry y él se estremeció brevemente antes de que el hombre lobo en él calentara su sangre. Se dio la vuelta en el agua y le sonrió al alfa, alcanzando el banco de hierba para quitarle la ropa a un Kirian emocionado. Ghost le dirigió una mirada que claramente decía que estaba loco y se recostó contento en la orilla, solo viendo.
—Vamos, pequeña bludger —dijo Harry, tirando de su bebé encantado hacia él y dejando que sus pies patearan la superficie del agua. Kirian chilló ruidosamente, pateado más rápido y casi saliendo del agarre de Harry –casi. Harry envolvió sus brazos a su alrededor de forma segura, la sonrisa de Kirian contagió su propia expresión antes de levantar la vista y ver a Fenrir con la mirada fija en ellos, la cabeza inclinada hacia un lado, complacido pero aún confundido. Harry se compadeció de él, ninguno de los dos sabía cómo expresarse todavía –era algo que también estaban aprendiendo juntos, paso a paso, al igual que la paternidad.
—Nunca antes pensaste en haberme convertido como una equivocación —dijo Harry—. Dijiste que era tu naturaleza y que no podías luchar contra ella, que no podías pedir disculpas por hacer lo que tus instintos sentían correcto. ¿Por qué ha cambiado eso?
Fenrir se dejó caer en la saliente y se quedó mirando el rostro feliz de Kirian, ahora intentando retorcerse fuera del agarre de Harry para golpear el agua con las manos. Harry tuvo que abrazarlo más fuerte, eso hasta que recordó que era un mago y con un movimiento de muñeca lanzó un hechizo de flotabilidad que mantuvo a Kirian balanceándose por encima del agua, como si su cuerpo se apoyara en un anillo de goma. El bebé pateó el agua con entusiasmo cuando Harry lo dejó vacilantemente hundirse en el agua y comenzó a remar sin dirección alrededor de su cintura.
Harry lo miró por un momento hasta corroborar que el hechizo era seguro y que Kirian no volcaría, entonces se encontró con esos penetrantes ojos azules una vez más. Eran tan cálidos que se olvidó de respirar por un momento. Lanzándole una mirada a Kirian –quien no era lo suficientemente fuerte como para ir a ningún lado excepto dar vueltas y vueltas a la orilla del río– Harry dio un paso adelante y descansó ambos brazos en la saliente, mirando a Fenrir, esperando.
—Lo que hice no estaba mal para los hombres lobo —dijo Fenrir al fin, su voz como la grava caliente—. Se sintió correcto, como si fuera para lo que había nacido, pero tú no fuiste criado para creer las mismas cosas que yo, eso es lo que lo hace mal.
Mirando hacia Kirian, quien estaba pateando y golpeando al agua tratando de atraparla en sus manos, Harry sonrió y levantó la barbilla hacia Fenrir en una solicitud obvia. La frente del hombre se arrugó pero aun así se inclinó, juntando sus labios en un beso lento y vacilante. Harry gimió con suavidad y envolvió sus brazos alrededor de su cuello, acercándolo más y deslizando su lengua para persuadir a esa boca a una respuesta más firme. Solo cuando sus labios estuvieron húmedos con la saliva del otro, sus lenguas hormigueando con sobre sensibilidad, Harry retrocedió lo suficiente para mirarlo a la cara.
—Fue un error —dijo él—. Me hubiera gustado tener la opción en ese entonces, pero no se puede volver atrás y deshacer los errores.
Fenrir se estremeció. —Nada de lo que haga ahora puede compensarte por quitarte esa decisión —dijo.
Harry sonrió con nostalgia. —Eso lo decido yo, ¿no? —No, solo porque eran felices ahora y todo había salido bien al final no hacía que lo que hizo Fenrir estuviera bien, pero no era como él el pasarse la vida preocupado por ello una y otra vez hasta volverse loco—. Me diste una opción cuando contaba —dijo, sin saber qué más decir para expresar sus sentimientos sobre el asunto—. Ser feliz ahora no deshace lo que hiciste, pero ser miserable y repetir las mismas palabras una y otra vez tampoco lo hace.
Fenrir pareció sorprenderse por el buen sentido de esas palabras y Harry frunció el ceño, alejándose de la saliente.
—No estés tan sorprendido. Tengo inteligencia, ¿sabes? —medio se quejó. Había algunas cosas en la vida por las que no podías pasar y no madurar un poco. Al menos la risa de Fenrir estaba de vuelta con sus palabras. El hombre se quitó los pantalones cortos que estaba usando para deslizarse en la corriente a su lado. Miró brevemente a Harry y luego se hundió hasta el cuello en el agua, empujando a Kirian un poco más rápido y haciéndolo chillar de deleite.
Harry echó la cabeza hacia atrás y observó a algunos pájaros huir de los árboles cercanos ante la intensidad del sonido. Si Kirian estaba dentando, pronto oiría esa voz aguda haciendo rabietas. No podía esperar, pensó con una mueca, mirando hacia atrás a su pequeña y extraña familia. Algo cálido e intangible burbujeó en su pecho y tuvo que detenerse a mirarlos, beberlos como el sol en su cara. Eran suyos, y sin importar cómo habían comenzado las cosas, los había elegido al final.
De repente, Fenrir se quedó inmóvil mirando algo en el agua frente a él y después de un segundo, Kirian lo vio también, sus ojos verdes muy abiertos y ansiosos, con sus manitas extendiéndose por debajo del agua. La incertidumbre royó a Harry y se puso tenso. —¿Qué es? —preguntó con rapidez—. ¿Qué pasa?
—¡Sssh! —silbó Fenrir, y fue entonces cuando Harry se alzó lentamente sobre la saliente para ver lo que estaba pasando. Un pez del tamaño de su mano con escamas que brillaban como plata pura –incluso por debajo del agua– nadaba entre los brazos extendidos de Kirian, al parecer curioso.
—¿Qué es? —preguntó Harry, asombrado y nervioso al mismo tiempo, a pesar de saber que si fuera peligroso, Fenrir no lo habría dejado acercarse a Kirian. Era instinto paternal, supuso Harry, y no del todo desagradable –significaba que lo estaba haciendo bien.
—Escamas de plata —explicó Fenrir en voz baja—, saben a mierda, pero sus escamas son como piel de dragón. Nadan tan rápido que apenas puedes verlos, pero en torno a abril es su temporada de apareamiento, por lo que son más lentos.
Harry vio a Fenrir inclinar la cabeza para observar la expresión de asombro de Kirian. El pez nadó más cerca y la cara de Kirian se iluminó cuando le rozó el vientre. Entonces Fenrir miró a Harry y sonrió. —¿Qué?—preguntó, divertido por su expresión.
—Tienes la misma expresión de asombro que él —dijo Fenrir cariñosamente, y luego el momento se perdió cuando Kirian chilló de alegría, tratando de agarrar al pez que rápidamente nadó en la otra dirección, asustado. Kirian gimió y su labio tembló, y Harry pensó que cualquier corazón se rompería al verlo. Se preguntó en qué tipo de adulto se convertiría su pequeña bludger mientras lo veía enterrarse en el pecho de Fenrir, molesto por la pérdida del bonito pez.
—Vamos, vamos —lo consoló Fenrir, cargándolo con un brazo mientras regresaba a la orilla, antes de saltar junto a Harry con los pies colgando en el agua tranquila—. Está cansado, ha sido un día largo.
Harry asintió, lanzando un encanto de secado sobre él y Kirian; limpió el pañal con un hechizo y vistió con rapidez al bebé quejumbroso antes de acomodarlo contra su pecho. Kirian protestó solo un momento antes de engancharse, su lloriqueo cesó y su boca tragó con avidez. Harry se estremeció con un leve dolor. —Mmm, definitivamente hay un diente allí —dijo con cautela, moviéndose ligeramente para ponerse más cómodo mientras lo alimentaba. Ya no era embarazoso hacerlo frente a Fenrir –siempre y cuando el bastardo no hiciera ningún comentario. Todavía era raro, sin duda, y le hacía sentir… extraño, no creía que el sentimiento desapareciera jamás, pero no empañaba la cercanía que sentía con Kirian y, en su pequeña burbuja con Fenrir, estaba bien.
—Eso no se muerde —le dijo Fenrir a su hijo con gravedad, acariciando la mejilla del bebé con la esquina de la manta bordada—. Ese es mi trabajo.
Harry rodó los ojos, pero por lo que valía, Kirian parpadeó con sus grandes ojos verdes hacia su alfa y chupó con un poco más de suavidad. —Oh Merlín, vas a ser el padre al que escucha y yo seré del que se aprovecha —dijo Harry, acomodándose dentro del brazo que rodeó su cintura y que tiró de él para hacerlo descansar contra el hombro de Fenrir. Metió los pies en el agua; sus piernas más cortas no llegaba muy abajo, pero sí lo suficiente para mojar sus pies mientras arrastraba sus dedos por las pantorrillas de Fenrir.
—Mi Alfa era el suave —dijo Fenrir pensativo—. Mis hermanos y hermana podían conseguir lo que quisieran de él. Mi papá era el de la disciplina.
Harry escuchó en silencio. Seguía siendo raro que Fenrir hablara de su familia, pero se estaba haciendo más fácil. Con el tiempo, esperaba que fuera capaz de contarles a él y a Kirian todo sobre ellos –un día.
El sol se estaba poniendo, haciendo que un pequeño escalofrío recorriera su espalda desnuda y se estremeció. Kirian seguía alimentándose aunque ahora más despacio, a punto de quedarse dormido.
—Se está volviendo frío —dijo Fenrir—. Deberíamos regresar.
Harry movió su muñeca una vez y el calor se extendió por todas partes, incluso en la pequeña extensión de agua bajo sus pies. Cerró los ojos. —Quedémonos aquí un poco más —dijo y, después de un momento, Fenrir dio un gruñido de aprobación, deslizando una mano por su espalda hasta enredarla en su cabello, masajeando su cuero cabelludo como lo hacía a veces después del sexo. Era su forma de caricias o de mostrar afecto, y si bien podría no ser apto a todos, a Harry le encantaba.
. * . * . * .
—¡Caray, Harry! Te ves-
—¿Saludable? —sugirió Hermione con rapidez, cortando la dirección obvia de las palabras de Ron. Harry se preguntó qué tan mal se veía si podían ver su cabello de recién follado y su cara enrojecida a través del fuego –por lo general las llamas escondían ese tipo de cosas.
—Lo siento —dijo Harry con timidez, se acomodó mejor sobre sus rodillas de su lado de la rejilla y se pasó una mano por el cabello para tratar de domesticarlo. La luna llena era esta noche y las hormonas, el deseo y el instinto estaban por todo lo alto. No había olvidado que Hermione y Ron llamarían por chimenea, pero se había olvidado de estar al pendiente cuando prácticamente se abalanzó sobre Fenrir en el momento en que Kirian se acomodó para su siesta antes de la luna—. Es que… bueno, no estaban interrumpiendo, pero-
—Por favor, demasiada información, compañero. —Ron hizo una mueca—. Sé que todos por ahí se ponen un poco cachondos antes de la luna –no pude no notarlo después de la última vez, y accidentalmente encontramos a Malfoy y Echo… bueno, sí, digamos que la imagen se quedó permanentemente grabada en mi cráneo.
—Tan grueso como es —susurró Hermione con suavidad—. El ritual es esta noche, ¿cierto? —dijo, dirigiendo la conversación a un terreno más seguro—. Tonks lo hará primero, ¿no?
Harry asintió. —Remus se siente cómodo ahora y ella está ansiosa por asegurarse de que todo sea seguro. Creo que les gustaría tener otro bebé pronto y… bueno, creo que siempre supimos que sería la primera.
Hermione y Ron asintieron. —¿Y todo está listo? —preguntó Ron—. ¿Estás completamente preparado?
—Todo listo —les aseguró—. Los llamaré por Flu en la mañana para hacerles saber cómo fue. Ehh… ¿cuál es la diferencia horaria, de nuevo?
Hermione rodó los ojos, claramente impaciente –ella le había dicho unas cincuenta veces. —Harry —suspiró—, honestamente. Son doce horas. Llámanos a eso de las nueve o diez de la mañana y será por la noche para nosotros. Estaremos aquí.
Harry asintió con timidez. —¿Ha habido suerte para encontrarlos? —preguntó, refiriéndose a sus padres, la razón por la que ella y Ron estaban en Australia en primer lugar. McGonagall había sugerido que parte de su memoria podría recuperarse si actuaban con la suficiente rapidez. La expresión de Hermione parecía brillante, llena de esperanza.
—Están aquí en Sydney, creo que son dentistas, lo que es bastante divertido en realidad. Me da esperanza de que no lo hayan olvidado todo. O al menos de que no la hayan perdido para siempre. Iremos a verlos mañana, tomarlo con calma, ¿sabes?
La conversación fluyó fácilmente y cuando Harry escuchó a Kirian hacer ruiditos desde la otra habitación, solo entonces se dio cuenta de cuánto tiempo habían estado hablando. No era como si no se hubieran visto en mucho tiempo, tan solo el otro día habían pasado por aquí, haciendo uso de la habitación de 'recepción' en la guarida. Era una buena sensación, una que lo llevó de vuelta a la sala común de Gryffindor, a esas altas horas de la noche en su lugar favorito frente a la chimenea. Les sonrió estúpidamente a sus dos mejores amigos.
—Me tengo que ir, Kirian acaba de despertar —dijo—. Los llamaré mañana. —Pero cuando iba a retirarse, la voz de Ron lo detuvo.
—Err, compañero —comenzó tentativamente, y Harry podía decir que se había sonrojado, orejas y todo—. No es que realmente quiera saber ni nada, o que sea asunto mío o… Pero… siempre me he preguntado. ¿Ya eras un poco gay antes de conocer a Greyback o es solo… ya sabes, él?
El rostro de Harry se encendió y tropezó con las palabras. No era como si no lo hubiera pensado, pero no había esperado que Ron sacara el tema de esa manera. Obviamente había estado en su mente desde hacía tiempo. —No sé. Realmente nunca pensé en chicos, pero nunca estuve tan obsesionado con las niñas como la mayoría de ustedes, tampoco.
Ron pareció incómodo por un momento y Harry sabía que estaba pensando en Lavender Brown. Trató de ocultar su sonrisa divertida. —Supongo que, recordando, siempre pensé que Oliver Wood estaba bastante en forma…
—Por las bolas de Merlín, está bien, no necesito saber. —Ron hizo una mueca—. Yo solo… me preguntaba, eso es todo. ¿Pasarás toda tu vida sin nunca… nunca intentar lo otro…?
Hermione, también sonrojándose, se aclaró la garganta con torpeza. —Creo que a Ronald le preocupa que extrañes tener… experiencias con una mujer. Aparte de unos cuantos besos con Ginny.
Harry soltó una risa sobresaltada. —Honestamente, no me he sentido atraído por las mujeres en absoluto o incluso pensado en ellas —dijo con sinceridad—. Si realmente quieres saber… err… Fenrir es… él es más que suficiente, ¿de acuerdo? —Ellos tenían una vida amorosa más que satisfactoria y diversa. Ni siquiera se le había ocurrido querer algo más. Incluso ahora, contemplándolo, no le veía sentido.
Ron parpadeó. —¡¿Él también te deja hacer eso entonces?! —preguntó, escandalizado y horrorizado e intrigado a la vez.
Harry hizo un sonido ahogado y pensó que podía distinguir a Hermione golpeando a Ron con fuerza en la cabeza con algo. Pero entonces Kirian soltó un gemido insistente. —Tan maravillosamente humillante como es esta conversación, Kirian me necesita. Les hablaré mañana, ¿de acuerdo?
—Buenas noches, amigo —dijo Ron con timidez, frotándose la cabeza.
—Buenas noches —dijo Hermione—. ¿Y Harry?
Harry se detuvo, a punto de retirarse del fuego.
—Eres feliz, estás a salvo y eres amado, eso es todo lo que importa. Te amamos, lo sabes, ¿no?
—Lo sé —dijo Harry con suavidad, sonriéndoles a ambos—. Buena suerte mañana. —Y con eso, se retiró del fuego. Kirian rebotaba de energía como siempre en luna llena; aún no estaba listo para transformarse por otros meses, pero aun así sentía el zumbido y detectaba la llamada de la luna a pesar de ser tan joven. Harry se acercó para verlo roer la barandilla de madera de su cuna y sonrió, levantándolo—. Vamos a prepararte entonces, ¿sí? —sugirió, vistiéndolo con un pañal limpio y ropa antes de salir a la estancia principal.
Justo al mismo tiempo, Fenrir entró a la guarida con Ghost a su lado. El lobo trotó hacia Harry felizmente, olfateando sus rodillas y cintura. Él era todo energía nerviosa, evidentemente dándose cuenta de que algo era diferente esta luna. —¿Todo bien, muchacho? —Harry sonrió, rascándole las orejas antes de mirar a Fenrir—. ¿Todos están listos?
Fenrir asintió, dio un paso adelante y deslizó sus dedos por el cabello recién follado de Harry. Cuando su resplandor post-orgásmico había sido interrumpido por la llamada del Flu, Fenrir se había vestido y dirigido al valle para comprobar que todos estuvieran preparados para el ritual. Parecía más compuesto que Harry y sacó a Kirian de sus brazos para acomodarlo en uno de los suyos, permitiendo que el bebé tirara de su cabello con intriga.
—Lupin y su esposa están afuera. Están nerviosos, pero es de esperar, supongo —dijo Fenrir, pellizcando con suavidad la naricita de Kirian para conseguir que soltara su cabello—. La celebración está a punto de comenzar, ¿estás listo?
Siguiendo al hombre hasta la puerta, Harry se detuvo con los dedos en la manija. Lo miró, pensativo. —¿Fenrir? —preguntó con curiosidad, mirando a su pequeña bludger, tan pequeño y sonrosado, descansando felizmente en los brazos grandes pero gentiles del alfa, una muestra de fuerza y gentileza a la vez.
—¿Qué? —preguntó Fenrir, con el ceño fruncido al escuchar su tono de voz—. ¿Qué pasa?
—Nada —dijo Harry con rapidez, con honestidad—. Ron dijo algo y me hizo pensar, eso es todo.
—¿Y? —lo instó Fenrir cuando dudó.
Harry se sonrojó. —Ni siquiera creo quererlo en realidad, o… S-supongo que me gustaría saber que puedo, si quisiera…
Fenrir frunció el ceño. —Bueno, sea lo que sea, definitivamente no podrás si no me lo dices —dijo con impaciencia—. ¿Qué es?
—¿Alguna vez me dejarías follarte? —preguntó entonces con un susurro incierto, viendo a Fenrir registrar sus palabras. No hubo disgusto o incluso shock, sin ira, solo un pequeño surco en su frente.
—En realidad no es lo mío —admitió el alfa con una mueca, cambiando a Kirian en su brazo mientras consideraba a Harry sin pestañear—. Me criaron como un lobo, siento… no sé cómo explicarlo.
Harry lo vio arrastrar los dedos por su cabello en un gesto que había obtenido de él, y esa pequeña intimidad erradicó algo de su vergüenza. —Siempre has pensado que el lobo dominante y el lobo sumiso tienen la misma posición en el sexo —dijo, aclarando.
—Suena de mente estrecha cuando lo dices así —se quejó Fenrir ligeramente—, y no es eso, sabes que no lo es. Simplemente se siente extraño para mí. Realmente no creo que me guste la idea si te digo la verdad, no es… natural para mí, ¿sabes? —Entonces se acercó y le levantó la barbilla, sin dejar que alejara la vista con vergüenza o incomodidad. Nunca—. Yo diría que algunas veces eres bastante dominante cuando follamos. No eres una mujer solo porque estás… en la parte inferior o como quieras expresarlo. Lo sabes, ¿no?
Harry rodó los ojos. —Lo sé —dijo con impaciencia—. Doy tanto como recibo. —Se deleitó con la sonrisa juguetona que tocó los labios de Fenrir antes de continuar—. Para ser honesto la idea se siente rara para mí, algo… no natural, supongo, como tú dices. No estoy diciendo que lo quiera, no ahora mismo. Solo necesitaba saber-
—¿Qué si de verdad quisieras, lo permitiría? —preguntó el hombre, con una ceja levantada y su voz extrañamente suave—. ¿Alguna vez te he negado algo que realmente quisieras?
Harry miró a Kirian, quien había apoyado la cabeza en el hombro de Fenrir y lo miraba contento mientras chupaba su pequeño puño. Harry sonrió. —Me haces sonar realmente malcriado —reflexionó—, pero supongo que tienes razón.
—Oh, me encanta cómo suena eso —se rió Fenrir entre dientes, abrió la puerta de su guarida y lideró el camino hacia el valle—. Si de verdad quisieras, lo probaría —confirmó mientras se acercaban a la explanada de piedra, y si bien Harry podía sentir su disgusto por la idea, el hecho de que estuviera dispuesto a probarlo si él decidía que lo quería en el futuro era suficiente. No podía imaginar desearlo, con toda honestidad; las forma en que las cosas estaban se sentía correcta, natural, liberadora, pero si alguna vez lo decidía…
—Eres juego limpio —dijo Harry con jovialidad y deslizó su mano en la de Fenrir mientras caminaban; Ghost salió disparado hacia los emocionantes preparativos. Las hogueras estaban encendidas, las antorchas ardían al mismo tiempo que la luz del día moría mientras la luna se acercaba. Los dedos de Fenrir se apretaron alrededor de los suyos.
Todos estaban reunidos alrededor del fuego principal en un círculo, los lobos y la manada agitados con excitación nerviosa. Harry estaba de pie en el centro junto a la hoguera con Tonks directamente frente a él, vestida con una túnica blanca suelta. Draco le pasó el cuenco con la poción y exhaló temblorosamente, mirando de Tonks a Harry. —¿Recuerdas las palabras? —le preguntó, y Harry asintió en respuesta, mordiéndose el interior de la boca nerviosamente—. Tienes que decirlas tres veces mientras viertes la poción con tus dedos sobre su piel. Entonces tienes que vaciar las últimas gotas en su lengua y decir la última palabra una vez más, ¿de acuerdo?
Harry volvió a asentir tratando de no molestarse con Draco, solo estaba tratando de ayudar, pero inadvertidamente lo estaba haciendo peor. —Lo tengo —aclaró entre dientes—. Lo hemos repasado bastante. Estoy bien, yo… —Miró hacia el cielo. No tenían mucho tiempo. Tenía que hacerse justo antes de que la luna se levantara.
Draco le envió una última mirada tranquilizadora antes de dar un paso atrás dentro del círculo, al lado de Echo y Remus, quien parecía ansioso. Harry trató de darle a Tonks una sonrisa que hablara de confianza. —¿Lista? —le preguntó, y vio su boca curvarse, sus ojos y cabello cambiaron a su color fucsia preferido como si se le diera fuerza.
—Lista, Harry. Vamos a lograrlo.
Lentamente, Harry levantó el cuenco y Tonks se arrodilló ante él, tirando de la túnica lo suficiente para dejar al descubierto sus hombros. Harry respiró hondo, esperando que su voz se estabilizara antes de empezar. —In nomine amoris —suspiró, su voz áspera por los nervios pero perfectamente audible y clara. Inclinó el cuenco para que parte de la poción se acumulara en sus dedos. Ahuecó el líquido verde brillante por un momento mientras hablaba—. Veritatem tantum.
Su pecho se agitó y el sudor cubrió su frente. Se sentía enfermo por los nervios y levantó la vista solo una vez para ver a Fenrir sosteniendo a Kirian con su rostro despreocupado, paciente, y a Remus, con los ojos muy abiertos pero confiados. Tonks había cerrado los ojos por ahora, preparándose para que la poción ungiera su piel y Harry se pasó la lengua por los labios, aclarándose la garganta, recordando las palabras que Draco y Snape le habían hecho recitar hasta que pudo decirlas en sueños.
—Mutatis mutandis. Amor vincit omnia. Participem me donum. —Cuando la última sílaba salió de su lengua, separó los dedos y dejó que el líquido fresco y hormigueante cayera lentamente sobre la frente de Tonks. Movió su mano de modo que goteara lentamente para pintar sus mejillas y mentón. Vio la poción brillar con un intenso resplandor al entrar en contacto con su carne y sus propios dedos hormiguearon cuando la magia comenzó a fluir. Se movió sobre sus pies, la confianza floreciendo. Estaba trabajando. ¡Iba a funcionar!
» In nomine amoris. Veritatem tantum. Mutatis mutandis —comenzó de nuevo, acunando el líquido en sus dedos para dejar que su magia se acumulara en el pequeño pozo. El calor floreció en su carne donde la sostenía, brillando con fuerza casi cegadora—. Amor vincit omnia. Participem me donum. —La derramó sobre su cuello y hombros y sobre las manos que sostenían la túnica en su lugar. Sintió la emoción y la trepidación de los reunidos. Nadie había hecho esto desde la bruja original, nadie siquiera había oído hablar del ritual antes de que Eithne, Draco, Snape y él hubieran puesto todo junto del material perdido hace mucho tiempo. Este era un acontecimiento de los que cambian la vida, uno que hizo que todos los ojos, incluso los de los niños que no entendían mucho, se centraran con gran atención.
Esto, combinado con las nuevas leyes, formaría el comienzo de la reconstrucción de todo lo que habían perdido. Todo era para ellos, algo que les era más asombroso que la muerte de Voldemort o cualquier otra cosa. Harry se sintió bajo mucha presión para hacer esto bien para ellos, para Remus, para Tonks. Sintió que le temblaban las manos al darse cuenta de cuántos futuros yacían en ellas en este momento, en el último pozo de poción creado por sus dedos ahuecados. Las náuseas eran tan potentes que hicieron que su cabeza diera vueltas al mismo tiempo que se precipitaban por su vientre, una combinación de nervios y magia tan poderosa que lo atravesaron hasta hacerle sentir mareado. Cerró los ojos con fuerza por un momento para recuperarse.
—In nomine amoris. Veritatem tantum —susurró mientras la magia zumbaba por su piel, irradiada de la poción derramada sobre el cuerpo de Tonks hasta que la luz verde bosque era más brillante que el fuego—. Mutatis mutandis. Amor vincit omnia. Participem me donum. —El mundo se estaba inclinando pero él plantó los pies, sosteniéndose a sí mismo, obligando a la magia en sus huesos a pulsar entre sus dedos mientras la poción caía, deslizándose por el pecho de Tonks por debajo de la túnica hasta que el verde brilló claramente en su estómago a través de la tela.
Esta vez fue Tonks la que se quedó sin aliento, su voz se elevó de sorpresa y no de dolor cuando la luz llenó el valle y se estremeció. Harry cayó de rodillas ante la fuerza de la magia que sacudía su cuerpo con temblores. Gruñó mientras se obligaba a levantarse, curvando los dedos alrededor de lo último de la poción. Si no sintiera la quemadura abrumadora de la magia que lo atravesaba (como la lava que lo consume todo), se habría sonrojado con incomodidad al untarla en la boca de Tonks con dedos temblorosos.
—Participem me donum —dijo fuerte y claro, entrecerrando los ojos cuando Tonks lamió la poción de sus labios, tragó y la luz lo consumió todo. Entonces se derrumbó. Las manos de la mujer salieron disparadas para sostenerlo, su cabeza colgando sin fuerzas. Todo era como energía eléctrica y una ráfaga de viento fresco y afilado que olía a hojas, tierra y océano. Entonces la luz se desvaneció y Harry pudo parpadear débilmente, manchas de color bailaron sobre su visión mientras se ajustaba al brillo sutil de las antorchas y el fuego.
Estaba hecho. Apretó los dientes, obligando a su cabeza a levantarse para ver la cara de Tonks. La poción había desaparecido por completo, pero dondequiera que había tocado, parecía haberla pintado con un polvo brillante que fue desvaneciéndose lentamente cuanto más la miraba. Ella le sonrió, apretando y frotando sus brazos donde lo sostenía en posición vertical. —Caramba, Harry —dijo brillantemente, con la voz un poco ronca por la emoción.
Harry sonrió, respirando pesadamente tanto con alivio como con esfuerzo. Los que estaban en el círculo se acercaron y Harry sintió la presión familiar de la mano de Fenrir en el hombro, ayudando a estabilizarlo cuando Tonks soltó sus brazos para recoger la daga a su lado. Ella hizo una mueca al arrastrarla ligeramente a través de su palma, pero tan pronto como la sangre brotó del corte superficial, cada lobo en el valle dejó escapar un aullido de celebración. Podían oler la diferencia. ¡Había funcionado!
Gritos y aclamaciones y sollozos secos llenaron el aire. Todo el mundo palmeó la espalda de Tonks y Harry, abrazaron y felicitaron a Tonks y a Remus. Todavía aturdido por el esfuerzo del ritual, Harry dejó que todo pasara, sonriendo vertiginosamente cuando Remus y Tonks lo abrazaron, cuando se encontró con los ojos de Echo y Draco y asintió lentamente. Todo había ido bien. Lo habían hecho. Remus y Tonks vivirían juntos una vida larga y feliz, al igual que todas las parejas de hombre lobo y mortal que se sometieran al ritual. Y todos los que compartieran el regalo serían capaces de transmitirlo a los demás. Era una sensación tan liberadora y emocionante que su sonrisa se extendió, y se preguntó vagamente si Teddy estaría aquí la próxima luna llena. Esperaba que sí.
—Bienvenida a la manada —logró Harry finalmente cuando todos retrocedieron, preparándose para la inminente llegada de la luna—. Recuerdas lo que Draco y yo te dijimos acerca de la interacción con la manada, ¿cierto?
Tonks, todavía radiante y sin aliento, ajustó la túnica con mayor seguridad a su alrededor y asintió. —Recuerdo —dijo ella, apretando la mano de Remus una última vez antes de que el hombre se apartara unos pasos—. Harry —susurró—. Gracias.
Harry miró de ella a Remus, cuyos ojos eran cálidos y brillantes a la luz del fuego, tan llenos de amor y felicidad y gratitud que lo hicieron sentir mareado de nuevo. Poco a poco se dejó caer al suelo, sentado con las piernas cruzadas mientras Fenrir se inclinaba para dejar a un inquieto Kirian en sus brazos. Esos labios –rodeados de una barba incipiente– rozaron su mandíbula hasta que Harry se giró. Capturó sus ojos, mirándolo por un largo y cálido momento antes de presionar su boca brevemente contra la de Fenrir.
—Estoy orgulloso de ti —murmuró el alfa contra sus labios, y Harry sonrió, acomodando a Kirian en sus brazos para que su carita estuviera presionada contra su pecho mientras Fenrir retrocedía. Sabía que Kirian no le temía a los lobos ni a la manada cuando estaban transformados, pero no creía que entendería la vista de su papá transformándose grotescamente hasta que fuera mayor. Tal y como lo había hecho antes, cubrió los ojos de su pequeña bludger hasta que el sonido del cartílago y del hueso agrietándose cesó y el valle se llenó de lobos.
Para ese momento su propio calor de luna se había hecho cargo, el sudor goteando por su piel para cuando la luna besó el cielo. Se quitó los pantalones y la camisa y el alivio lo llenó cuando el aire frío tocó su carne. La manada estaba alrededor, completa y feliz, lo que hizo que sus instintos fueran mucho más suaves cuando lo invadieron.
Harry vio a los cachorros forcejear en el suelo, saltando con energía. Draco saludó al lobo rojizo que era Echo con facilidad practicada, pasando los dedos largos y pálidos por su pelaje con confianza. El Remus lobo, mucho más fuerte y saludable ahora, olisqueó lentamente el cuello muy quieto de Tonks. Sus ojos amatista se posaron brevemente en Harry y éste asintió alentadoramente por instinto, incluso abrumado, sintiendo la ansiedad de su compañera de manada. Pero entonces Remus comenzó a lamer su palma herida hasta que sanó, luego su cara, meneando la cola alegremente, y estaba hecho. Todo estaba bien. Lo último de su ansiedad salió de su cuerpo y se entregó a la libertad de la luna.
De repente, empujaron su cabeza firmemente y se dio la vuelta para ver a Fenrir esperando con impaciencia, al parecer no le gustaba tener que esperar por la atención de Harry. Kirian chilló felizmente, pateando y alcanzando el hocico masivo del lobo. Le dio una palmada un poco demasiado fuerte a cada lado y Fenrir sacudió la cabeza, golpeando su nariz con suavidad en el pecho de Kirian en reprimenda, antes de olfatear ruidosamente la cabeza de rizos oscuros. El niño se rió y Harry soltó un bufido de risa, pasando sus dedos por el pelaje plateado del lobo, disfrutando la sensación de las hebras sedosas contra su carne, aún hormigueante por la magia de la poción.
Todavía un poco débil por el ritual, Harry rodó de espaldas con facilidad dejando que Kirian se arrastrara hacia la hierba, donde Fenrir lo empujó con el morro sobre su costado y acarició su vientre hasta que el bebé soltó otro chillido de risa. Harry se alzó sobre sus codos para ver, atrapando el calcetín de Kirian con los dedos de los pies evitando que escapara, justo cuando Fenrir se colocó por encima de él, sus ojos dorados brillantes. Girando la cabeza para darle la bienvenida al suave resoplido en su cuello, Harry se relajó bajo la sensación de pelaje suave y una nariz y lengua húmedas, mirando el manto de estrellas por encima y el brillo reconfortante de la luna.
—¡Baa ba Baa! —balbuceó Kirian, y Harry envolvió sus brazos alrededor del cuello de Fenrir por un momento, antes de deslizarse debajo del lobo y tirar de su cachorro por una pierna gordita cuando intentó alejarse. El bebé se quejó por haber sido retenido, pero se conformó con rapidez cuando Harry lo llevó al hueco en el que tendría que haber nacido, donde Fenrir se tumbó y se ofreció como escalador viviente. Ghost caminó hacia ellos y se acurrucó junto a Harry cuando se tumbó en el suelo, mirando a Kirian apretar sus puños en el pelaje sedoso, tratando de ponerse de pie pero fallando y en su lugar dejándose caer contra el costado de Fenrir, trepándolo.
Gruñendo con suavidad, Fenrir le dio a su hijo una mirada superficial antes de descansar su cabeza sobre el estómago de Harry, grande, pesada y cálida. Harry canturreó, pasando sus manos por las orejas suaves y lo miró a los ojos. Cuando una lengua rosada lamió su estómago, Harry soltó una risa humana y cerró los ojos, la felicidad llenándolo con tanta calidez que no había magia que pudiera tocarlo.
Cuando el sol lo despertó de manera grosera al amanecer, Harry frunció el ceño y levantó la cabeza por instinto para ver dónde estaba Kirian. El niño dormía profundamente, todavía boca abajo sobre la espalda del lobo Fenrir. Harry gruñó adormilado y haló lentamente a su pequeña bludger hasta que estuvo seguro en sus brazos, cálido contra el pelaje de Fenrir y cerró los ojos, suspirando con suavidad. Un hocico peludo rozó su costado y Harry entreabrió un ojo justo a tiempo para ver unos ojos azules parpadear hacia él. Sintió el sutil meneo de la cola esponjosa en la parte baja de su espalda y sonrió, acurrucándose más cerca.
Hundiendo sus dedos en el pelaje de Fenrir, enganchó una pierna alrededor de la barriga de Ghost y abrazó a Kirian con fuerza antes de aparecerlos en su guarida, tendidos en el reconfortante calor de su cama. Ghost se acurrucó felizmente al pie de la cama como siempre, al parecer contento de que todo estuviera bien en el mundo. Cuando un Fenrir de aspecto muy humano los cubrió con las mantas, Harry se acurrucó con un dormido Kirian en el pecho y presionó su frente contra la clavícula del hombre, luchando por permanecer dormido. Quería quedarse así para siempre. El conocimiento de que habría innumerables mañanas como esta hizo que una perezosa sonrisa de satisfacción se extendiera por su rostro.
—¿Por qué sonríes? —bromeó Fenrir, las yemas de sus dedos rozaron la mandíbula de Harry hasta que abrió los ojos y retrocedió lo suficiente para mirar el azul de esos ojos.
—Por ti —dijo Harry simplemente.
Fenrir levantó una ceja. —¿Oh? ¿Soy gracioso?
—Mucho, ahora ¡shh! —murmuró Harry, señalando con la barbilla a Kirian antes de presionar su frente contra la mandíbula rasposa del hombre. Se quedaron en silencio por un momento en ese estado semi-despierto, el vínculo entre ellos pulsando suavemente para anunciar que Fenrir estaba rebosante del mismo tipo de paz absoluta que Harry sentía brillar en su propio pecho. Al oír el familiar gruñido de satisfacción salir de los labios de su compañero, Harry sonrió y giró la cabeza ligeramente para capturar esos labios en un beso adormilado. Si era así como sería la vida a partir de ahora, entonces no podía esperar para vivirla. Cada día, rodeado de personas que lo amaban, en su hogar. Con ese pensamiento, se quedó dormido.
FIN
NA: Las palabras rituales, creadas por la bruja (básicamente una serie de declaraciones en latín):
In nomine amoris: en nombre del amor.
Veritatem tantum: verdad / solo verdad.
Mutatis mutandis: una frase en latín que significa "cambiando lo que se deba cambiar" o, más simplemente, "haciendo los cambios necesarios."
Amor vincit omnia: el amor lo conquista todo
Participem me donum: comparto el regalo.
Muchísimas gracias a todos por leer y comentar esta historia. Gracias por su paciencia y por todo el amor que me dejaron en los comentarios.
Como sabrán, esta historia tiene una segunda parte que también traduciré. Respecto a eso, quisiera saber si les gustaría que siguiera subiendo los capítulos completos o si prefieren que los divida a la mitad, tal y como hago en SlasHeaven. Con la primera opción leen el capítulo completo, obvio, sin interrupciones. Con la segunda opción podrían acortar el tiempo de espera, ya que los lectores de SH leen la "primera parte" de cada capítulo antes de que lo suba completo. ¡No fue favoritismo, es que en SH no caben los caps completos! Pero bueno, se me ocurrió que quizá podrían querer leerlo de esa forma. Háganmelo saber.
¡Muchos besos y muchos abrazos para todos!