¡Hola, nakamas! ¿Qué tal estáis pasando el verano? Yo ahora me encuentro en un bonito pueblo entre el bosque y el mar (la descripción perfecta de Galicia, la tierra donde vivo shishishi). Aquí os traigo por fin el undécimo capítulo de esta historia, cuya publicación se retrasó por el viaje que hice hace poco, pero al final, ¡aquí lo tenéis! Espero poder subir el siguiente tan pronto como pueda y no retrasarme más en la actualización de Aventura en el Antiguo Mundo, ya que estará compuesto por 20 capítulos y no quiesiera alargar mucho la publicación de cada uno. Pero que sepáis que, aunque a veces tarde, este fic quedará terminado como debe ser. ¡Palabra de escritora/maga/pirata/equina!

Sin más dilación, ¡que se abra el telón!


Franky continuaba arreglando los daños del Thousand Sunny, causados por las llamaradas que Dave White le había lanzado apenas tres horas antes. Mientras tanto, el resto de los Mugiwaras se encontraban en el pequeño trozo de isla que había sobrevivido al ataque de Vanessa, organizando los últimos preparativos para el inminente combate contra los Acechadores. Eugene repasaba junto a la tripulación los pasos a seguir de su plan. Tan sólo les quedaba una hora para acudir al punto de encuentro que les había citado la pirata peliplateada, al que llegarían la Traveling Pose que ella les había proporcionado tras arrebararles la suya.

-Recordad- les cometó el castaño- No hagáis ningún movimiento mientras finjo entregarme; pediré que me lleven al lugar donde tienen retenida a Nami, con la excusa de que quiero darle el último adiós en privado, y entonces la liberaré y os daré la señal para que comencemos a luchar.

-¿Pero Vanessa o Dave no sospecharán de tu petición?- quiso saber Robin.

-Es posible que envíen a algunos subordinados, o que uno de ellos mismos me acompañe para asegurarse de que no intento nada extraño, pero les sorprenderé cuando menos se lo esperen. Durante los años en los que ellos pensaban que estaba muerto, me he entrenado lo suficiente como para aprender técnicas nuevas de combate, y para hacerme más fuerte.

-¿Seguro que las armas de fuego de Franky y Ussop nos serán de ayuda contra esos sádicos?- preguntó Sanji mientras examinaba un hermoso revólver.

-Como saben de la existencia del Segundo Mundo, es muy posible que Vanessa haya oído hablar de ellas- le respondió el castaño barbudo, al tiempo que obervaba una escopeta de gran tamaño- Pero puedo aseguraros que hasta ahora ningún pirata o marine del Antiguo Mundo ha poseído estas armas ni mucho menos sabe cómo enfrentarlas; porque de haber sido así, muchos de los grandes imperios que gobiernan este mundo habrían caído bajo el poder de semejante tecnología armamentística. Ni siquiera Vanessa ni Dave imaginan lo potentes que son, así que las armas de vuestro mundo nos darán una buena ventaja cuando ejecutemos el primer asalto.

-No hemos vuelto a utilizar este tipo de instrumentos desde que asaltamos el palacio de Shiki "el León Dorado", hace años- reflexionó Zoro, mirando con cierto desdén el arsenal de pistolas, bazokas y fusiles que Franky y Ussop habían guardado en el taller- Yo soy un espadachín, y como tal, las espadas son las únicas armas que mis manos deben usar.

-Sólo las utilizaremos en el primer asalto- le aclaró Eugene- Así les sorprenderemos y dejaremos fuera de combate a unos cuantos enemigos. Durante el resto de la batalla, luchad como mejor sabéis.

-No lo dudes, viejo carnero- dijo Zoro, acariciando la empuñadura de la Sandai Kitetsu.

-¡Soy un ciervo...! ¡Eh... digo, un pirata, y no soy viejo!- le espetó el aludido con unos colmillos afilados.

-¿Sabrás manejar estas armas, Eugene?- preguntó Ussop mientras comprobaba que éstas estuviesen en buen estado.

-Sé disparar armas de fuego desde que era muy joven, éstas sólo son un poco más grandes y pesadas que las que estoy acostumbrado, pero podré controlarlas.

A pesar de aquella contestación, los Mugiwaras se extrañaron igualmente de que Eugene se mostrase tan confiado con aquellos objetos, sobre todo con dos revólveres pequeños pero poderosos, con los que parecía estar familiarizado por el modo en que los analizaba y los cargaba.

-Bueno, si Luffy pudo manejarlas durante el ataque a Shiki, cualquiera puede- comentó Sanji, dándole una calada a su cigarrillo, tratando de evadir las preguntas que sobrevolaban su mente y la de sus nakamas en ese instante.

Por su parte, el joven capitán se encontraba un poco apartado de ellos, sentado con las piernas cruzadas y con la mirada oculta bajo la sombra del sombrero. Había entendido el plan de Eugene y sabía lo que tendría que hacer, pero ahora lo único que ocupaba su mente era su deseo de liberar a Nami y de patearles bien fuerte el trasero a Vanessa y Dave. Estaba preocupado por el bienestar de su navegante, y furioso por no haber podido evitar que se la llevaran. La sóla idea de perderla, de que le hiceran daño... pensar en esas cosas le hacía recordar el rostro moribundo y sonriente de Ace.

-No pienso perder a nadie más- murmuró el moreno levantando la vista, que quedó iluminada por el sol- Voy a patearles el trasero a esos tipos, Nami, y volveremos juntos al mar.


-¡Caballito!- suplicó una Nami de dos años y medio al hombre de ojos azules.

-Está bien, está bien. Pero ésta es la última vez por hoy- le dijo éste mientras la elevaba por los aires y la colocaba sobre sus hombros, para después echar a correr mientras imitaba los relinchos de un caballo.

-¡Yupiiii!- gritaba la pequeña pelinaranja, abriendo sus pequeños brazos mientras el aire le acariciaba el rostro.

Se sentía muy feliz... Hasta que una intensa luz la cegó por un instante.

Lo primero que comprendió Nami al despertar era que se sentía cansada, aturdida y con un terrible dolor de cabeza. Lo último que recordaba después de haber sido secuestrada por Vanessa y por Dave era que, mientras sobrevolaban el océano, el primer oficial la había hecho desmayarse al estrecharla en su garra con una brutal fuerza, probablemente porque no querían correr ningún riesgo en caso de que ella opusiese resistencia durante el camino. Ahora se encontraba recostada sobre un sillón, en medio de una sala amplia y elegantemente decorada. Dos estanterías rebosantes de libros, mapas y cartas náuticas se econtraban a cada lado de la estancia; una gran alfombra de seda multicolor (de origen turco, aunque Nami lo desconocía) cubría el centro del suelo, diversas armas (desde espadas y hachas, hasta armamento de fuego) y algunos cuadros de exquisito trazado decoraban las paredes de madera; y por último un gran escritorio al fondo, detrás del cual se econtraba Vanessa, observándola con su inquisitiva mirada ambarina; parecía un halcón que estaba a punto de precipitarse sobre su presa. Nami entonces comprendió que se hallaba nada menos que en el camarote de la capitana de los Acechadores.

-¿Ha tenido dulces sueños, su Majestad?- le preguntó con un tono frío y meloso como el de una letal sirena.

-No especialmente, me temo que el apretón que me dio tu primer oficial con sus garras, me dejó inconsciente por completo- le respondió la pelinaranja con voz cortante, intentando aparentar tranquilidad, aunque en el fondo los nervios la carcomían intensamente.

-No podíamos arriesgarnos a que ideases alguna manera de escapar mientras llegábamos a nuestro destino- dicho ésto, la peliplateada extendió ambos brazos para presentar el lugar donde ambas se hallaban- Bienvenida al Bloody Wave. Éste es mi camarote, donde estudio las rutas a seguir para encontrar tesoros y villas que atacar. Supongo que te habrás sentido familiarizada con algunas de las cosas que hay aquí.

Nami no respondió y buscó su Clima Tact en su cinturón, pero descubrió con horror que no se encontraba ahí. Tampoco lo veía por ningún lado.

-¿Buscas ésto?- Vanessa le mostró el bastón dorado sosteníendolo en su mano, para luego guardárselo de nuevo- Obviamente, no podía permitir que me atacases en cuanto tuvieras la oprtunidad.

La joven ahogó un gruñido de impotencia, sin su arma poco podía hacer para huír y menos para enfrentarse a la líder de los Acechadores, pero al menos sabía que la Brújula Negra estaba lejos de su alcance, ya que la había guardado bajo llave en el cuarto de cartografía del Sunny la noche anterior. Vanessa no sospechaba nada de todo aquéllo.

-¿Tanto necesitas esa brújula rara? Ni siquiera Eugene fue capaz de sacarle utilidad- mintió; debía seguir haciéndole creer a Vanessa que la Brújula se encontraba en poder de Eugene sino querían que la misión de devolvérsela a Jack Sparrow se fuera a pique.

-Por supuesto. En cuanto todo ésto acabe, mi tripulación y yo nos marcharemos por fin a encontrar el Tesoro de Cortés.

Nami no entendía a qué se refería ella con "todo ésto", pero tenía que ganar tiempo mientras que sus nakamas llegaban. A pesar de que se encontraban separados, la navegante era consciente de que habían preparado un plan para rescatarla y pararle los pies a los Acechadores. Después de tantos años surcando juntos el océano, los conocía a la perfección y confiaba ellos hasta la muerte, sobre todo en Luffy. Mientras el momento señalado no ocurriese, Nami intentaría distraer a la oji-ambarina conversando con ella.

-Mencionaste que mi capitán es el Rey de los Piratas, y por mucho que sepas sobre el Segundo Mundo, dudo que se haya filtrado hasta aquí tanta información sobre el mundo pirata, dado que es un título relativamente reciente. ¿Cómo es que lo sabes entonces?

-Eres muy perspicaz, Reina Pirata, no esperaba menos de ti. Está bien, te lo explicaré: supongo que eres consciente de que algunos habitantes del Segundo Mundo han ido a parar aquí, sobre todo piratas, traficantes y fugitivos de la ley. Uno de éstos últimos es Hank Blaze, un científico que trabajaba para el Gobierno Mundial, aquél que tu querido marido ayudó a derrocar hace unos años, según me ha contado.

-¿Un científico del antiguo Gobierno dices?-preguntó la Nami; lo último que esperaba era encontrarse con enemigos provenientes de su propio mundo- ¿Ése hombre es quien te ha contado lo que sabes sobre Luffy?

-No sólo sobre él, resulta que conoce bastantes cosas interesantes sobre vosotros, los Mugiwaras, como quiénes son usuarios de Akuma no mi y sus respectivos tipos, y el estilo de lucha que poseéis cada uno. Así mismo, Blaze me contó algo que nunca llegué imaginar sobre los habitantes del Segundo Mundo: el Haki, esa extraña y poderosa energía que se encuentra en vuestro interior.

-Pues si lo que pretendes es que yo te explique cómo funciona, me parece que te llevarás una decepción, porque yo no domino el Haki en absoluto.

-¡JE! Pequeña reina tonta, no es por eso por lo que estoy hablando contigo en estos momentos. Pero antes permíteme que te cuente algo: Desde que éramos muy jóvenes, mi nakama Dave y yo anduvimos en búsqueda del Tesoro de Cortés, pero resulta que la ubicación de la isla donde se encuentra no puede ser rastreada por una brújula corriente, sino por una de origen mistorioso: la Brújula Negra, la cual le fue entregaba a Jack Sparrow por parte de una hechicera. Traté de convencerla para que me vendiera una igual, pero ella me dijo que aquella brújula era única en todo el mundo; así que, después de tantos años de incansable búsqueda, durante los cuales adquirí mi barco, mi tripulación y mis poderes de la Hasai Hasai no mi, por fin di con la Brújula Negra y con su incauto propietario. Al hombre al que mandé en su busca no le resultó difícil hacerse con la brújula, y de no haber sido porque el malnacido de Eugene Samsan se entrometió de nuevo en mi camino, el Tesoro de Cortés ya estaría en mis manos.

-Yo también me habría quedado a gusto amargando tus planes después de saber que vendiste el alma de tus nakamas por un barco y un par de Akumas no mi, no sin antes intentar vender las de unos inocentes esclavos.

-¿Cómo sabes éso?- quiso saber Vanessa, parpadeando rápidamente al no esperarse que la pelinaranja tuviera conocimiento del origen de su poder.

-Eugene me lo dijo.

-Vaya, asi que ya sois muy amigos entonces. Como un viejo tío que le cuenta sus hazañas del pasado a su adorable sobrina, qué tierno.

Nami se quedó callada. No se lo había comentado a nadie pero, por alguna misteriosa razón, sentía una tranquilidad extrañamente familiar cuando hablaba con el castaño. Era un sentimiento parecido al reencuentro con un ser querido al que no había visto en años... Pero no era el momento de reflexionar sobre éso, no debía olvidar que tenía que ganar tiempo para sus nakamas.

-¿Y puedo saber por qué ansías tanto ese tesoro?- le preguntó a Vanessa, con el fin de continuar distrayéndola con aquel tema.

-El Tesoro de Cortés no sólo es famoso por su casi incalculable valor en joyas, oro, plata y demás propiedades lujosas, sino que una parte de él, guardada en un arca de piedra, alberga un extraordinario poder. Se trata de unas monedas de origen azteca, que con sólo tocarlas te convierten en un ser maldito, un muerto en vida; pero también te hacen inmortal y por tanto, invencible. Se dice que, a cambio de la vida eterna, quien la padezca no podrá sentir ningún tipo de placer, pero éso no es nada comparado con los inmesos poderes que tendré.

Nami abrió los ojos como platos, aquella revelación de hizo comprender que el proyecyo real de la peliplateada iba más allá de lo que cualquiera había pensado. Podría decirse que se trataba de una completa locura.

-¿Así que lo que en verdad persigues es la inmortalidad, a pesar de vivir bajo una maldición por, tal vez, toda la eternidad?

-No pretendo vivir para siempre, sólo que mi tripulación y yo seamos invencibles hasta que mi plan principal se lleve a cabo, que es el dominio total de los océanos y de todos sus tesoros.

-¿Y qué harás una vez que hayas logrado todo éso?

-Entre los mayores tesoros que albergan los mares, se encuentran reliquias de gran poder, como la Fuente de la Juventud, que hace invertir el tiempo en la persona que beba de sus aguas; o el Tridente de Poseidón, que permite el control absoluto de los océanos de este mundo. Existe una leyenda que asegura que quien se haga con todas las reliquias del mar, se convertirá en el nuevo Dios del Mar. Y ésa es justamente la parte final de mi plan: ser la Diosa de los Océanos y dominar sobre todos aquellos que los surquen.

Nami apenas podía creerse lo que estaba oyendo, y por un segundo aseguró que había visto a Arlong, a Enel y a Tesoro reflejados en aquellos ojos de halcón. Entonces, su odio hacia la capitana pirata se incrementó aún más y sintió deseos de golpearla allí mismo, pero se contuvo.

-¿Tu tripulación sabe de esa última parte de tu plan?

-No, ninguno de ellos es consciente de ello excepto Dave, que como buen y leal nakama mío que es, está dispuesto a vivir con la maldición hasta que yo consiga mi objetivo. Todos ellos han oído hablar de la maldición del oro azteca; una vida eterna que les privará de sentir placer no les satisface en absoluto, y no pienso arriesgarme a tener a mis subordinados en mi contra antes de haber conseguido la primera fase de mi plan. Una vez que la maldición les corroa, ya nada podrán hacer salvo seguir bajo mi mando, si es que algún día desearán volver a la normalidad.

-¿De verdad piensas liberarlos del hechizo cuando te conviertas en diosa?

-Por supuesto. ¿De qué me servirá un puñado de muertos vivientes una vez que tenga el control sobre los mares? Con los poderes de mi divinidad romperé la maldición, y ellos serán libres de ir a donde quieran. Aunque para entonces, seguramente habrán perdido mucho tiempo de su vida anterior e incluso las familias de algunos de ellos tal vez habrán muerto, pero eso bien poco me importa.

-¿Por qué me estás contando todo ésto?

-Quiero proponerte un acuerdo.

-¿Un acuerdo? ¿Qué clase de acuerdo?

-Di mi palabra a Blaze de que la cabeza de tu esposo sería para él, pero en cambio, puedo proponerle que a ti te perdone la vida. Entonces podrás enrolarte en mi tripulación, te entregaré una parte del tesoro, y con tu conocimientos y control sobre los climas tú, junto con Dave y conmigo, seremos los más poderosos del océano.

Antes de responderle, la pelinaranja le dirigió una mirada desafiante, pues bajo ningún concepto iba a traicionar a sus nakamas ni a su capitán.

-¿Acaso crees que por unas cuantas piezas de oro y joyas, voy a permitir que esta bonita figura, que tanto me cuesta mantener cada día, se vea convertida en una carcasa maldita y putrefacta? Además, ni todos los tesoros del mundo ni la vida eterna valen nada para mí sino estoy con mis nakamas. Porque nada merece la pena si estoy sóla y no puedo compartir mis días con ellos... y mucho menos si no podré estar junto a Luffy.

Vanessa permaneció en silencio por unos minutos, como si estuviera reflexionando acerca de la contestación de la chica. Pero enseguida comenzó a carcajearse con energía, como si lo que acabara de escuchar hubiera sido un buen chiste.

-El amor... qué sentimiento tan inútil- masculló con sorna- Te he ofrecido más riquezas y poderes de los que jamás podrías soñar, pero en lugar de aceptarlos escojes seguir siendo una simple navegante; lo único a lo que puedes aspirar es a garabatear mapas y a calentar la cama de tu capitán.

Tras éstas últimas palabras, Nami arrojó sin previo aviso el tintero que había en el escritorio a la cara de Vanessa, cegándola por un instante con el líquido negro qeu contenía. La navegante aprovechó aquéllo para hacerse con la barra de madera que sostenía las cortinas del camarote más cercanas, y no perdió tiempo en golpear a la peliplateada con ella, haciéndola aterrizar de costado a un lado de la habitación.

-No me compares con una cualquiera, Blackbleed- declaró la muchacha, apoyando una mano en la cadera y mirando con orgullo a la caída- Yo soy la cartógrafa que ha trazado el primer mapa global del Segundo Mundo; soy la navegante de los Mugiwaras y del Rey de los Piratas, que los ha guidado hasta la isla de Raftel a través del peligroso Grand Line; y también soy la esposa de Monkey D Luffy, el hombre que posee la mayor voluntad que nadie podría imaginar. ¡Así que no oses comparar mi trabajo y la compañía de mi capitán con esas descripciones tan vulgares!

La aludida se irguió con dificultad para después mirar a la cartógrafa con intenso odio corrosivo. Ella se había atrevido a golpearla en su propio barco, en su propio camarote...

-¡Tú... maldita...! Vas a lamentar haberme hecho ésto. PARCIAL SHOCK.

Nami sintio un inmenso dolor por todo el cuerpo, lo cual la obligó a derrumbarse al tiempo que pensaba que sus huesos estaban a punto de quebrarse. Sin darse cuenta, soltó la barra de madera, y Vanessa aprovechó aquel instante para acercarse a su víctima.

-Estúpida, ¿creías que con un truco tan bajo ibas a vencerme?- de una patada, apartó la barra del lado de Nami.

Vanessa apoyó su bota en la clavícula de la pelinaranja, presionando con fuerza para provocarle un intenso dolor.

-¿Tú, una simple piratucha que se acuesta con ese rey enclenque, iba a poder contra mí, una futura diosa? ¡JA, no me hagas reír!- se burló la capitana con un brillo demoníaco en sus ojos.

De repente, Nami se liberó del pie de la oji-ambarina y logró erguirse sobre sus rodillas con todas sus fuerzas, agarrándose en el proceso a la camisa de la peliplateada mientras le clavaba la mirada con desafío.

-No vas a salirte con la tuya, Vanessa...

La aludida sonrió con malicia antes de apartar a la navegante con una sonora bofetada, la cual la hizo caer al suelo de nuevo.

-Me temo que ya lo he hecho, reyezuela. De hecho, en cuanto tus nakamas me entreguen a Samsan y tú te reúnas con ellos, mis tripulantes os matarán a todos... y tú serás la última en morir. Dejaré que lo último que presencies sea a cada uno de tus amigos y a tu amado rey sucumbir en un charco de sangre.

Vanessa se echó a reír antes de salir de un portazo. Pero entonces Nami sacó de detrás de su espalda un par de objetos que había conseguido arrebatarle a la peliplateada sin que ésta se diera cuenta, mientras la sujetaba por la camisa.


El Traveling Pose llevó a los Mugiwara (excepto a Franky, quien se había quedado reparando el Sunny Go) hasta la playa de Lost Rock, donde a cierta distancia pudieron divisar el Bloody Wave anclado cerca de la orilla. Cargando sus armas de fuego, avanzaron hacia allí con los nervios de punta, pues cualquier movimiento en falso podría suponer la muerte de Nami.

-Recordad- dijo Eugene- En cuanto me lleven al lugar donde retienen a Nami, vosotros esperaréis hasta que os dé la señal y entonces atacaremos, ¿de acuerdo?

-¡Sí!- respondieron todos.

A medida que se acercaban, descubrieron que un grupo compuesto por no menos de cincuenta hombres y mujeres armados les esperaban, encabezados por Vanessa. La mirada de rabia de Luffy se intensificó en cuanto la distinguió, y esperaba (por el bien de la salud de sus enemigos) que no se hubiesen atrevido a tocarle un pelo a Nami. Una vez que llegaron al punto de encuentro, los Mugiwara dejaron un espacio desierto entre ellos y los Acechadores, a modo de distancia de seguridad. Hank Blaze, por su parte, observaba con una ira corrosiva al Rey Pirata; pero también se sentía eufórico, ya que su venganza en nombre del Gobierno Mundial y la Justicia Absoluta estaba muy próxima.

-Bienvenidos, Mugiwaras. Veo que estáis dispuestos a cumplir con lo que os he soliticado.

-No lo hacemos sin sentir un gran pesar- espetó Usopp.

-Oi, tipa rara de ojos amarillos- le dijo Luffy a Vanessa- ¿Nami está bien?

-Por supuesto, se encuentra en el interior de mi camarote, esperando a reunirse contigo. Jie jie jie jie.

-Acabemos con ésto de una vez, Blackbleed- dijo Eugene secamente.

-Como desees.

-Pero antes quisiera pedirte un último deseo: déjame ver a Nami para que pueda despedirme de ella a solas.

-De acuerdo- Vanessa llamó a su primer oficial para que lo acompañara- Pero no intentes nada para huír, porque entonces Dave tiene la orden de mataros a ella y a ti de inmediato.

Eugene asintió, y después de fingir que les dedicaba un último adiós a los Mugiwaras en silencio, dejó que el oficial de los Acechadores le guiase hacia el Bloody Wave. Y los piratas del Sombrero de Paja, por su parte, se quedaron a esperar en el mismo lugar, siguiendo el plan del castaño.


Eugene siguió a Dave a través de la cubierta del barco hasta llegar a la cabina principal, donde se econtraba el camarote de la capitana peliplateada. Dave le dejó pasar al interior de la estancia, donde vio a la navegante pelinaranja, que se encontraba de pie en el centro del camarote. Iba a hablarle cuando, de repente, sintió que una fila de colmillos punzantes le aprisionaba la nuca para luego caer derribado al suelo. Dave, transformado en su forma intermedia de la Doragon Doragon no mi, lo había atacado a traición y ahora lo mantenía retenido contra el piso de madera, con el cuello apresado bajo sus fauces y la espalda inmovilizada por bajo su enorme zarpa.

-¡Eugene, no!- chilló Nami aterrada, pero el miedo le impedía moverse para ayudarlo.

-¡¿Qué mierda significa ésto, Dave?! ¡Vanessa prometió que me permitiría despedirme de ella!- reclamó el castaño al primer oficial, echo una furia ante la imposibilidad de defenderse o de contraatacar.

-Ninguna promesa vale nada contigo, Samsan. Ya has merecido más que suficiente al verla por última vez, así que conténtate con éso- respondió el hombre-reptil con una cruenta diversión en su mirada, al tiempo que ataba al oji-azul de pies y manos.

Nami observaba impotente la escena, pues al carecer de su Clima Tact o de algún arma similar a su alcance, nada podía hacer por su amigo. Así mismo, poco pudo hacer para resistirse a que el primer oficial le atase las manos y la amordazase con fuerza, para entonces sacarla a rastras del camarote.

-¡Nami...!- la llamó Eugene mientras se retorcía en el suelo- Quiero agradecerte que estuvieras dispuesta a escuchar mi pasado y también por considerarme tu nakama. No lo olvidaré...

La pelinaranja observó que unas gruesas lágrimas se asomaban entre los párpados del barbudo. Su mirada reflejaba una profunda tristeza, y no sólo se debía a que ahora sabía que la muerte le llegaría en cuanto los Mugiwaras zarpasen con Nami abordo. Al menos ella estaba ya a salvo.

-Te pareces tanto a ella...

La navegante abrió la boca para preguntar a quién se estaba refiriendo el castaño, pero Dave se lo impidió dándole un empujón para sacarla de la habitación.

-¡Basta de despedidas!- espetó el oficial con hartazgo- ¡Múevete, preciosidad, tu Rey te está esperando!

Y con un sonoro portazo, Dave y Nami desaparecieron de la vista de Eugene. En cuanto se vio completamente sólo, el castaño se echó a llorar desconsoladamente. En ese momento, sentía que no tendría escapatoria... ésta vez sí que iba a morir.

-Perdóname, hermana- lograba apenas murmurar entre sollozos- No podré cumplir la promesa que os hice a ti y a tus hijas.

La imagen de las tres mujeres le llegó como un último soplo de aire fresco, aquéllo era lo único que necesitaba para sentirse un poco reconfortado antes de que Vanessa lo asesinase en breves instantes. Pero el inesperado sonido de unos pasos de tacón le obligó a detener su llanto.

-No es el momento de lamentarse, ossan- escuchó decir a alguien que, si sus ojos no le engañaban, acababa de salir de aquella alcoba hacía apenas unos segundos.

Eugene, anonadado a más no poder, levantó la cabeza y vio a Nami justo delante de él, mirándolo con una sonrisa de orgullo y con una mano apoyada en la cadera.

-¿NA... NAMIIIIII?- tartamudeó el oji-azul con los ojos desorbitados, y sin dar crédito a lo que estaba ocurriendo, paseó rápidamente la mirada de la chica a la puerta- Pero tú... tú habías salido de aquí ahora mismo. Dave te ató y te llevó hacia la playa. ¡¿Qué... qué... qué demonios ha pasado?!

La pelinaranja se rió un poco ante la sorpresa del barbudo, y entonces mostró su Clima Tact con una mirada altiva.

-Vanessa me había quitado mi bastón del clima después de que Dave me dejase inconsciente, y poco después de despertarme, tuve una breve pelea con ella y conseguí arrebatarle el Clima Tact en el último momento. Despúes, engañar a ese "cara de lagartija" fue muy sencillo: sólo tenía que ejecutar un Mirage Tempo para crear una copia de mí antes de que viniese a buscarme, y entonces aprovecharía para ir en tu busca y ayudarte a escapar, antes de reuinirnos con Luffy y los demás. Ji ji ji ji.

-Vaya, sabía que eres muy inteligente, Nami. Pero he de admitir que tu astucia para engañar a los enemigos me obliga a quitarme el sombrero ante ti.

-¡Qué va! Sólo he combinado mi experiencia como ladrona y mis conocimientos sobre el clima para salir de ésta- contestó la aludida, llevándose las manos a sus mejillas ruborizadas.

En efecto, es muy inteligente, pero parece una adolescente por el modo en que la halagan las felicitaciones, pensó Eugene con una gotita de sudor recorriéndole la sien.

Al segundo, la chica volvió a la normalidad y procedió a desatar a Eugene.

-Pero no podemos perder tiempo- comentaba mientras terminaba de deshacer las últimas ataduras- Vanessa pretende matar a Luffy y a los demás en cuanto les entregue a mi clon.

-Entonces salgamos de aquí de inmediato.

Una vez liberado, el oji-azul arqueó su espalda y se puso a cuatro patas al tiempo que tomaba la forma completa de su Ushi Ushi no mi: modelo ciervo.

-Iremos más deprisa si te llevo sobre mi lomo- dijo el castaño a la navegante, ahora transformado en un enorme ciervo que vestía una camisola y unos pantalones- Vamos, sube.

La joven asintió y de un saltó se sentó sobre la espalda de Eugene, sintiendo una extraña sensación de deja vú.

-¡Caballito!

-Está bien, está bien. Pero ésta es la última vez por hoy.

Nami notó de pronto que una aguda migraña la asaltaba, dejándola aturdida por unos segundos hasta el punto que casi se cayó del lomo de Eugene.

-¡Oi, Nami! ¿Qué te sucede?- le preguntó el barbudo, preocupado.

-Eh... Nada, estoy bien. Sólo me he mareado un poco- respondió ella, intentando dejar de lado el horrible dolor que acababa de invadirla, para luego concentrarse de nuevo en la huía que llevarían a cabo que ella y Eugene a continuación.

-Agárrate bien a mi espalda y agacha la cabeza si algún enemigo nos asalta de repente; mis cuernos están muy afilados y podrían herirte por accidente.

Nami asintió y se aferró al peludo cuello del hombre-ciervo, y entonces Eugene se prepraró para cargar con su gran cornamenta hacia la puerta del camarote.


Unos minutos antes, en la playa de Lost Rock

Ya habían pasado bastantes minutos desde que Eugene había sido llevado al Bloody Wave, y los Mugiwaras empezaban a preocuparse por lo mucho que estaba tardando el castaño en darles la señal de ataque. ¿Le habria ocurrido algo acaso, o estaba luchando contra Dave para salvar a Nami antes de avisarlos? Sin embargo, no se escuchaba ningún ruido sospechoso en el barco ni se observaba nada extraño. Por su parte, Vanessa parecía esperar el intercambio con una sonrisa diabólica en su rostro, seguramente porque creía que al fin tendría la Brújula Negra y la vida de Eugene en sus manos.

Luffy apretaba los puños con fuerza, pues odiaba no saber lo que estaba pasando y sobre todo, no poder hacer nada hasta el momento indicado. ¿Pero cuándo llegaría ese momento? ¿Cuánto tiempo más tendría que esperar para patearles el trasero a aquellos infelices y tener a Nami a su lado otra vez? ¿Dónde estaba Eugene, por qué demonios no daba la señal de una vez? El chico estaba a punto de olvidarse del plan y de lanzarse él mismo hacia el Bloody Wave, cuando de pronto distinguió a Nami bajando de la cubierta del mismo, con Dave caminando a sus espaldas y sujetándola por sus manos atadas. La pelinaranja forcejeaba de vez en cuando y llevaba una mordaza alrededor de la boca; sin embargo, aparte de éso, parecía encontrarse bien.

-Has cumplido con tu parte, Rey de los Piratas. Y por tanto, te devuelvo a tu querida reina- anunció Vanessa por fin, después de haber permanecido callada durante todo aquel tiempo.

-Nami...- murmuró el aludido; por un lado, estaba aliviado por tener a su navegante de vuelta, pero por otro, no entendía por qué Eugene no había hecho acto de presencia todavía.

-Ve con tu amado, su Alteza- dijo la oji-ambarina a la pelinaranja, y entonces Dave empujó con violencia a ésta hacia donde se encontraba Luffy.

La joven dio un traspié y casi se derrumbó de bruces contra la arena, pero finalmente consiguió erguirse y echó a andar hacia su capitán. Luffy aguardó a que su compañera llegase a hasta él, impaciente por abrazarla después de aquellas largas y angustiosas horas en las que había temido por su bienestar. Sus nakamas también contuvieron un suspiro de alivio al observar cómo su navegante se acercaba cada vez más y entonces...

BANG

Una bala disparada por Vanessa atravesó el pecho de la pelinaranja, haciéndola caer hacia delante, ante la mirada aterrorizada de los demás Mugiwaras. Brook, Usopp y Chopper soltaron un alarido de horror, a Sanji se le cayó el cigarro de entre los dientes, Robin se llevó ambas manos a la boca para reprimir un grito de angustia, Zoro observaba con los ojos abiertos al máximo, y Luffy se había convertido en una estatua, en el vivo retrato del terror ante lo que estaba sucediendo. Imágenes de cada uno de los momentos que había compartido junto a Nami pasaron ante sus ojos como una película a cámara rápida; y casi sin darse cuenta, como si su cuerpo se moviera por sí sólo, corrió hacia su compañera.

-JIA JIA JIA JIA JIA, ¡QUE VIVA LA REINA PIRATA Y SU ESTÚPIDO AMOR!- se carcajeó Vanessa con crueldad, viendo a la chica derrumbándose lentamente mientras que el Rey Pirata, abatido, trotaba a ella tan deprisa como podía.

Pero en el momento en que la chica caía en los brazos de Luffy, ante el asombro de todos, se esfumó como el humo.

-¿QUÉ DIABLOS...?- gritó la peliplateada, entre perpleja y furiosa.

-Vaya, vaya. Qué astuta es nuestra navegante- comentó Robin, ya recuperando la calma, al igual que el resto de sus nakamas.

-Nami-san sí que sabe cómo evadir a enemigos tan idiotas como vosotros, Acechadores- la acompañó Sanji, encendiendo un cigarrillo con su mechero dorado.

-¡Menos maaaaaal!- chillaron de alegría Brook, Chopper y Usopp, mientras que Zoro asentía sonriente.

Qué lista eres, Nami, pensó Luffy con una leve pero feliz sonrisa.

Vanessa se encontraba tan confundida que no reparó en el ataque que se le venía encima desde la cubierta de su propio barco.

-WEATHER EGG

Anonadada, la capitana de los Acechadores y sus subornados observaron que un extraño huevo sobrevolaba sobre la cabeza de la peliplateada.

-THUNDER BREED TEMPO

El huevo se rompió y de él salió una lluvia de rayos que acto seguido se precipitó sobre Vanessa, electrocutándola.

-AAAAARRRRRRGGGGG.

-CAPITANA- dijeron soprendidos al unísono los Acechadores, viendo cómo su líder se caía pesadamente sobre la arena, completamente noqueada.

Los Mugiwaras, al contrario, sonrieron al saber de quién procedía aquel ataque climático. Y entonces descubrieron a su querida cartógrafa asomada a la cubierta del Bloody Wave, mostrando su característica mirada altiva y sentada sobre el lomo de Eugene en su aspecto de ciervo. Parecía una diosa vengativa de las tormentas.

-¡Ésa te la debía por insultarme y por pisarme la clavícula, malnacida!- dijo ella a Vanessa, para luego enseñarle la lengua en señal de burla.

-NAMIIII- chillaron algunos de sus nakamas, locos de contentos.

-NAMI-SWAAAAN- gritó Sanji convertido en un remolino de corazones, pero cambién radicalmente de semblante al fijarse en que Eugene la cargaba- OI, OSSAN CARNERO, ¿POR QUÉ LA LLEVAS SOBRE TU ESPALDA?

-NAMI, OSSAN CUERNITOS, ESTÁIS BIEN- dijo Luffy con un potente alarido, lleno de alegría.

-QUE SOY UN CIERVO, NO UN CARNERO. Y NO SOY UN OSSAN, MALDITA SEA- Eugene sintió que una vena le palpitaba en la nuca.

Sin embargo, aquel instante de felicidad fue interrumpido cuando la figura mitad humana y mitad dragón de Dave, se precipitó al vuelo hacia Nami y Eugene. La chica dio un chillido de miedo al considerar que no tendría tiempo para lanzar otro ataque, pero Eugene tenía otras ideas.

-Nami, agáchate y sujétate fuerte, y que sepas que le pido perdón por adelantado a tu estómago.

-¿Qué...?

Sin esperar la respuesta de la pelinaranja, el ciervo saltó de la cubierta y encaró a Dave en el aire. El hombre-reptil se aproximaba cada vez más, con sus afiladas garras preparadas para destrozar a la navegante y al oji-azul. Nami, temiendo que no lo lograrían, enterró la cara en el pelaje de Eugene, siendo entonces asaltada de nuevo por los sueños extraños.

-Yupiii, más rápido, "ino".

-Se dice "padrino", Nami.

-¡Arrg, mi cabeza!- se lamentó la joven, aunque no soltó el agarre al lomo del castaño.

-JUICIO DE CERNNUNOS

Eugene se arqueó sobre sí mismo hasta formar un círculo con su cuerpo, girando a una gran velocida, hasta el punto en que se convirtió en una masa marrón y naranja giratoria que se dirigía hacia Dave.

-AAAAHAHAHAHAHA- gritaba la pobre Nami, sufriendo los rápidos volteos del ciervo.

-SUGOIIIIII- chilló Luffy con los ojos convertidos en estrellitas.

El oficial de los Acechadores, por su parte, se detuvo en seco al compreder que no sabía cómo enfrentarse a aquel ataque, y enseguida descubrió con horror, que tampoco tendría tiempo de apartarse. Y entonces, sin apenas perder su velocidad, Eugene alcanzó a su enemigo y con sus filosas astas y sus pezuñas girando como cuchillas que rasgaban el viento, cortaron el costado de Dave de lado a lado, haciéndole soltar un aullido de dolor. Acto seguido, Eugene y Nami aterrizaban en la playa junto a los Mugiwara. Mientras tanto, Dave se encontraba derribado en la orilla, sangrando abundantemente ante la mirada atónita de sus subordinados y de Hank Blaze.

-¿Te encuentras bien, jovencita?- le preguntó Eugene a la navegante, al tiempo que ésta apenas conseguía descender de su lomo, completamente mareada.

-¡Nami!- Luffy corrió hacia su compañera, feliz por tenerla de nuevo a su lado, sana y salva.

-TÚ, OSSAN PSICÓPATA Y SUICIDA- rugió Nami, ya recuperada, mientras se abalanzaba sobre el castaño y comenzaba a darle la paliza de su vida.

-AAAAH, UAAHH, ¿PERO YO QUÉ HICE?

-¿ES QUE PENSABAS MATARME GIRANDO ASÍ O QUÉ?

-AAARGGG, AYUDAAADMEEE.

-¡Maltrato a un hombre mayor, maltrato a un hombre mayor!- gritaba Usopp, temiendo por la vida de Eugene, a quien ahora la Reina Pirata estrangulaba como si su cuello fuera una manguera.

-¡Maltrato animal, maltrato animal!- decía Chopper alarmando, debido a que el barbudo aún permanecía en su forma de ciervo.

-Jajajajajajajaja- reía enérgicamente Luffy, pues conocía perfectamente el carácter de su esposa.

Al poco, Nami decidió que era suficiente y dejó a un pobre Eugene cubierto de chichones y con el pelaje azulado. Y entonces, ya liberada de su tensión, se fijó en que Luffy se encontraba muy cerca de ella.

-¡Luffy!- dijo con una radiante sonrisa, para después lanzarse hacia su capitán con los brazos abiertos.

-¡Cuánto te eché de menos, Nami-swan!- intervino Sanji al tiempo que saltaba hacia su adorada pelinaranja, pero ella pasó de largo y el cocinero terminó besando el suelo.

La joven pareja se fundió en un abrazo, en el cual se reflejaba la añoranza y la preocupación que habían sentido por el otro durante su separación.

-¿Estás bien, Nami?- preguntó Luffy, aspirando aquel aroma a mandarinas que tanto le encantaba de ella.

-Sí, idiota, ahora sí que estoy mejor que nunca- le contestó ella, besándolo con ternura en los labios.

Mientras tanto, Hank Blaze observaba impotente lo que parecía la victoria de los piratas que tanto odiaba. Vanessa y Dave, sus aliados más poderosos, habían sido derrotados con tan sólo un par de ataques, y todo porque no habían previsto los ases en la manga que podían guardarse los Mugiwaras.

-¡Maldita sea, Blackbleed! ¿De qué me sirvió formar una alianza contigo? Los mataré a todos yo mismo- espetó el científico, al tiempo que cargaba una escopeta con balas de Kairoseki.

-NOOO- se oyó gritar a una encolerizada Vanessa, la cual acababa de despertar.

Los Mugiwaras observaron incrédulos que la peliplateada se levantaba con grandes esfuerzos, resollando con ira y mirando con inmeso odio a Nami y a Eugene.

-¡La cabeza de Samsan es mía, y ahora la de la Reina Pirata también!


Hasta aquí el capítulo de hoy, nakama-lectores. En el próximo tendrá lugar la culminación de la batalla y cierto misterio quedará resuelto (si lo deseáis, dejad vuestras propias teorías). Y ahora procedo (a partir de ahora lo haré en cada capítulo para no correr el riesgo de demorarme en contestar a cada uno) a responder a vuestros reviews:

-Monkey D Ani: Me alegra de que te guste esta locura mía, shishishi. Los misterios serán revelados en su momento poco a poco, aunque uno de ellos temo que ya suponéis cómo terminará.

-FalknerZero: Las responsabilidades son lo primero, nakama, tú tranquilo y te felicito por el curso de locución de radio. ¡Ánimo con tu nuevo proyecto de "Fantasías" (aún no me doy recuperado del sangrado nasal que me produjo el primer capítulo, shishishi) y en los que vengan! :)

-Anónimo: ¡Aguanta, aquí está el capítulo! (respondo corriendo empapada en sudor mientras llego). Lee con tranquilidad y nos vemos pronto, nakama. Shishishi.

-Alice 1420: Aunque no comentases en este capítulo, te agradezco que lo hayas hecho en los anteriores y, sobre todo, tu apoyo hacia mis proyectos LuNa. Me alegra saber que mis locuras te gustan y que las sigues, y que sepas que lo mismo me pasa con tu historia "Mi aventura contigo" y que te apoyo sinceramente de escritora a escritora ;)

Muchos relinchos de agradecimiento por seguir ahí y por comentar, añadir a Favoritos, Follow o simplemente leer. Todo ello me anima a seguir escribiendo y a explorar nuevos horizontes creativos :)

¡Nos leemos pronto!