Eh... Bueno, una nota antes de empezar: Esto es un AU: Nekoma no existe, pero al mismo tiempo si existe, ya verán donde aparecen.


ghost rain

"I don't like being here— or anywhere very much, at the moment—"
Elizabeth Bishop

Cada día que pasa es una rutina: levantarse, bañarse, desayunar, estudiar, ir al entrenamiento y volver a casa con los músculos adoloridos, hasta que finalmente cae dormido tarde en la noche y luego, vuelve a empezar.

Kei se ha acostumbrado a vivir así, con días repetitivos, rutinas aburridas y su mirada impasible, y algo que ha empezado a sentir de repente, algo pesado que empieza en lo profundo de su pecho y se extiende por todo su cuerpo. Es exasperante, y de vez en cuando, algo doloroso; Kei lo atribuye a alguna reacción extraña de la adolescencia y lo ignora. Al mismo tiempo, sus comentarios se vuelven más punzantes y su pasión desaparece.

Mientras tanto, Yamaguchi lo observa, siempre en silencio, siempre atento. Y porque Yamaguchi no se puede guardar sus comentarios cuando estos conciernen a Kei y a su salud mental, acaba diciéndoselo un día.

—Tsukki, si sigues así te vas a volver loco.

Kei lo mira, y quiere responder, de verdad quiere, pero no encuentra las palabras correctas, así que recurre a lo que conoce y en lo que confía: sus hábitos.

—Cállate, Yamaguchi.

—Perdón, Tsukki —contesta el aludido, sin poder ocultar su mueca de insatisfacción, pero incapaz de decir algo más. Y esta vez, como pocas, Kei está agradecido, porque Yamaguchi sabe cuándo callar, cuándo hablar y, por encima de todas las cosas, sabe hacer las cosas que Kei ni siquiera es capaz de soñar. Yamaguchi es capaz de romper el esquema de las cosas, con una fuerza de voluntad tan fuerte que a veces, a Kei le gustaría decirle que le prestara un poco.

Lo único por lo que Kei se da crédito, es su odio a perder, nada más.

Y es quizá ese sentimiento el que lo lleva, por única vez en su vida a romper su rutina, a ver el voleibol con otros ojos, a querer volar. Es un momento corto de inspiración, quizá de esos que no volverían jamás y cuando sus pies tocan el suelo, el escozor del balón de Ushijima impreso en sus manos enrojecidas y los gritos de sus compañeros a su alrededor, se imagina que puede hacer algo mejor, que quizá, la travesía de aquellos últimos meses no ha sido en vano y que tal vez, no había sido una mala decisión dejarse arrastrar por Lev, Bokuto y Akaashi al tercer gimnasio durante el verano.

De vez en cuando, piensa, el cambio no es tan malo. A su lado, Yamaguchi no puede dejar de sonreír.

. . . .

La primavera de su segundo año de secundaria, empieza con una confesión. La chica en cuestión es alta, de cabello oscuro y ojos de color café; cuando se acerca a Kei al final del día, evita mirarlo a los ojos y le da vueltas a un mechón de cabello alrededor de su dedo índice. Yamaguchi saca una excusa y escapa de allí. Kei no tiene más remedio que seguir a la joven por los pasillos, hasta que se detienen en un rincón solitario y ella se voltea hacia él, con las mejillas sonrojadas y el dedo índice casi enredado en su

—Tsukishima-kun —dice y hace una larga pausa para evaluar la expresión de Kei—, Tsukishima-kun, me gustas.

Tan pronto acaba suelta un fuerte suspiro y Kei no sabe qué hacer, cuando mira a su alrededor como buscando una respuesta en las paredes, alcanza a ver a sus compañeros de primer año escondidos tras una pared. Jura que todos y cada uno de ellos se las van a pagar, excepto, quizá, Yachi; ella no ha ido a espiar por curiosidad, más bien porque Hinata la ha obligado a ir con ellos, eso espera Kei.

—¿Tsukishima-kun?
—Ah… Yo… —De verdad, Kei no es tan malo como lo pintan y no quiere herir los sentimientos de la chica en frente suyo con una respuesta negativa y tampoco quiere ilusionarla con una respuesta positiva. Mucho menos quiere comprometerse diciéndole que le responderá después. Pero tiene que hacerlo.
—Yo… La verdad… Lo siento, no puedo —responde, e intenta agregar algo más, pero la chica lo interrumpe.
—Te gusta alguien más —afirma ella. Kei asiente con la cabeza, sin ser capaz de guiarla en la dirección correcta. No es que le guste alguien más, de hecho, no ha pensado en eso. A pesar de todo, cree que es más fácil decir que le gusta alguien a decir que, de momento, no le interesa salir con alguien.
—Supongo que debe ser Yachi-san. ¿O Shimizu-senpai? Ah, pero ella está en la universidad ahora. Así que debe ser Yachi-san, ¿no?
—No. Yachi es… —"Yachi es Yachi", le había dicho una vez a su hermano mayor, intentando evitar la cantidad de preguntas que éste hacía, Akiteru no había entendido—. Yachi es una amiga.

Se siente raro, explicarle su relación con otra persona a una chica cuyo nombre ni siquiera recuerda, supone que como ella había preguntado, su deber es responder y esperar que ella entienda y no llore.

—Ya veo —contesta ella y sus ojos se humedecen. Kei ve a Hinata entornando los ojos, en una expresión de desilusión, Yachi se está mordiendo una uña y Yamaguchi parece que quiere echar a correr hacia ellos y abrazar a la muchacha. La mirada de Kei se detiene en Kageyama, que conserva su expresión neutra y tranquila y por primera vez en su vida se siente agradecido de verlo.

—Lo siento —le dice y desvía su mirada de sus compañeros a la chica y de ella hacia una ventana. Una suave lluvia ha empezado a caer, a pesar del sol y crea un efecto como salido de un sueño en el exterior.
—No hay problema. Muchas gracias por escucharme, Tsukishima-kun —. Una lágrima resbala por su mejilla y Kei solo atina a rascarse la nuca, un poco incómodo.
—No llores —dice cuando la chica ya se ha dado la vuelta para irse, ella se detiene—. No vale la pena.

Cuando ella se vuelve para contestarle algo, Kei ya se ha ido.

"Estoy enfermo. No voy al club hoy", le escribe a Yamaguchi.
"estás bien? Necesitas medicina? Té? ",
"sólo necesito descansar"
"está bien. Le explicaré al capitán"
"Gracias", responde Kei y guarda su celular en el bolsillo. Con una sombrilla cubriéndolo de la lluvia, inicia su camino a casa.

. . . .

No es que esté enfermo, piensa después de bajarse del bus que lo deja cerca de su casa, simplemente no quería lidiar con gente. Ni siquiera sus compañeros de equipo. Tampoco sabe que quiere hacer en vez de eso, porque que llegar a casa y sentarse a hacer sus tareas no le apetece demasiado. Quizá solamente se acueste a dormir un rato, quizá le duela la cabeza un poco.

Quizá no quiera hablar con nadie durante un mes, porque su último encuentro con Bokuto durante el fin de semana anterior lo ha dejado agotado en todos los aspectos. La confesión que acababa de recibir no lo había ayudado demasiado y las clases, que cada vez se iban volviendo más pesadas y tediosas, tampoco colaboraban con su estado de ánimo.

Los gritos que estaba empezando a escuchar también estaban empezando a influir en su creciente malgenio.

A pesar de todo, se sorprende al notar que los vecinos a su alrededor, no miran en dirección de la voz. Muy a su pesar, la curiosidad de Kei gana, y se dirige hacia donde cree es el origen de la voz. Kei piensa que Daichi sentiría envidia de la potencia de esa voz, al mismo tiempo, se pregunta por qué tiene un tono de urgencia.

Sus pasos lo llevan hasta el bosque unos metros detrás de su casa, el mismo al que su madre le tiene cierto temor después de haber visto un jabalí pasar corriendo. La voz se oye más cercana, y ahora Kei es capaz de distinguir una palabra, algo así como un nombre.

—¿Kenma? —dice. No se da cuenta que ha dicho el nombre en voz alta, hasta que siente una mano en su hombro y alguien lo hace voltear bruscamente.
—¿Lo has visto? —gruñe. Kei contiene la respiración, la persona frente a él es un muchacho, quizá de su misma edad, pero hay algo diferente en él y aunque Kei no sabe exactamente qué es, sabe que debería huir de ahí a la primera oportunidad. El agarre de hierro en su hombro y la mirada furiosa del muchacho frente a él se lo impiden.

—¿Lo has visto? ¿Has visto a Kenma? —le vuelve a preguntar, Kei aprieta los puños, buscando la mejor manera de huir. El muchacho lo sacude por los hombros—. Responde.
—No —logra decir Kei—. No conozco a ningún Kenma. No tengo idea de quién hablas.

El muchacho lo suelta y se deja caer al suelo, parece preocupado. Y sólo por eso, Kei se queda dónde está, la sensación de peligro completamente olvidada.

—Ya veo —murmura—. Lo siento, pensé que eras… Bueno, no, sólo olvídalo. Deberías tener cuidado, ahí rumores de un exorcista andando por ahí.
—¿Exorcista?
—Exorcista —repite el muchacho y levanta la cabeza, detallando a Kei por primera vez—. Ah.
—¿De qué hablas? —De nuevo, Kei quiere salir corriendo, esta vez, teme que el muchacho frente a él sea algún enfermo mental y le quiera hacer daño.
—No, no hablo de nada —le responde el muchacho, poniéndose de pie—. Olvídalo, olvídalo. Me voy… Ah, pero si ves a un chico pequeño, con cabeza de pudín y siempre mirando al suelo, ese es Kenma, no lo dejes escapar. Encadénalo si es posible y llámame.
—¿Cómo te voy a llamar si no sé tu nombre?
—Eh… Déjame ver —. El muchacho se rasca la cabeza, pensando y sólo hasta ese momento, Kei nota algo moviéndose detrás de él.
—Tienes cola —murmura, lo más bajo posible.
—Disculpa, quería ocultarla pero… —Se mueve un poco, ocultando su larga cola negra de la vista de Kei—. En fin, Kuroo Tetsuro, es el nombre que más me gusta.
—El que más te gusta… ¿Entonces tienes más?
—Sí… Pero no es nada de lo que quieras saber ahora. Sólo recuerda esto: si ves a Kenma, lo amarras, te acercas al bosque y dices mi nombre. Yo llegaré en dos segundos, te lo prometo.

Sin decir más, el muchacho, Kuroo, sonríe y se aleja de Kei, adentrándose al bosque. Un minuto después, Kei lo escucha de nuevo gritar el nombre de Kenma y se pregunta si debería estar haciendo tanto ruido, considerando la advertencia que le acaba de hacer sobre el exorcista.

Abre la boca para llamarlo y se detiene enseguida. Quizá debería olvidarse del asunto.


Y ahora, viene la biblia de notas al final: Este fic nació inspirado gracias a un capítulo 56 del manga de Natsume Yuujinchou; en la nueva temporada del anime, es el segundo capítulo, si no estoy mal.

- Y, bueno, no sé. También debo mi inspiración a mi fascinación por las historias de Yokai, mitologia y, bueno, Kuroo y Tsukishima en general, porque extrañaba escribirlos. Al principio de cada capítulo trataré de colocar una cita de un poema o de un libro, y aunque las he buscado en español, es dificil, prácticamente imposible, encontrarlas y no me atrevo a traducirlas, porque se podría perder el ritmo, la intención, o el mensaje en general.

-Ah, y el título. Bueno, el título viene de las lluvias que tienen lugar durante los días soleados, que en inglés se llaman "sunshower", y que reciben diferentes nombres en varios lugares; "ghost rain" es el nombre que reciben en Hawaii.

-Sigo pensando en cierto longfic que tengo en pausa. Pero bueno, por ahora me concentraré en esto.

-Es todo por ahora, un abrazo a los lectores, perdón por el capítulo tan corto. Todo irá mejor para la próxima.