El Rey, La Nube Carmín, El Caballero Escarlata y La Araña.

Advertencia: Esta historia se desarrolla en el universo de Naruto, sólo que se centrará en Natsu. El contenido es algo escabroso, algo semejante a la realidad cruda y sin tapujos. Obviamente, habrá escenas sexuales apropiadas para todos, aunque habrá excepciones (violaciones y otras cosas).

Disclaimer: Todo personaje de Fairy Tail (Natsu, Erza y Mirajane) pertenecen a Hiro Mashima. Por otro lado, los personajes de Naruto (tanto anime como manga) pertenecen a Masashi Kishimoto y Toei Animation. Escribo sin fines de lucro, meramente para mi entretenimiento personal y de todo aquel que le guste ésta historia.

Resumen: Natsu llegó a la Aldea Oculta entre las Olas y comenzó a resolver la opresión que Gato tenía sobre dicha gente. Ahora, la situación está en su punto más álgido y cerca de la conclusión. ¿Natsu será capaz de vencer a Gato y compañía?

Reviews: Muchas gracias por comentar, cada comentario (tanto antiguo como nuevo) es un gran motivante. En muchas ocasiones he visitado la caja de comentarios y leo desde el primer comentario hasta el último y recuperó fuerzas para seguir escribiendo. Me quedó pensando en que no estoy solo en ésta aventura y que, más de alguno detrás de la pantalla de su computador, está pendiente de mis actualizaciones. También me siento culpable por no actualizar tan seguido y pido disculpas por eso.

En fin, gracias a [miguel puentedejesus]; [BaeSenpai55]; [angeldragneel98]; [cleo96] y [DjGuilox-018] por tomarse el tiempo de escribirme.

El comentario que no he respondido (porque los demás lo hice a través de MP) es el de cleo96 y todo porque no tiene una cuenta de usuario. Bueno, respondiendo a lo que escribiste:

Gracias por comentar. Cierto, muy cierto. El capítulo anterior es base del desarrollo y por eso fue algo corto. Con respecto a lo de Tsunami. Que puedo decir, no muchos se esperarían que ella fuera la primera en caer y por eso resultó ser una sorpresa. Que Natsu esté en Akatsuki está amarrado al título de esta historia (La Nube Carmín) y será un antihéroe. La idea de que Natsu se apropie del lugar nació al leer 'El Legendario Escultor de la Luz Lunar' y el afán del protagonista de sacarle ganancia a todo.

Poner a Haku como mujer en esta historia me resultó bastante complicado, estuve pensando en los pros y contras y al final mande todo al carajo e hice lo que quise. Creo que, por lo que he leído en los comentarios, fue una decisión bien recibida. ¡Ajá! En el futuro sucederá algo de snuf snuf entre ellos, pero falta mucho para eso. Y sí, el kekkei genkai de Haku es bastante útil. Saludos y hasta la próxima.

Hace cosa de varios días (el 08/sep/2018) apareció el comentario de Unzueta:

Lamento la demora. Realmente no tengo la intención de dejar la historia abandonada, lo que sucedió fue la falta de inspiración Gracias por el halago. Hago lo mejor para que ésta historia siga siendo atrayente, a pesar del tiempo que pasa entre la publicación de los capítulos. ¡Seguiré escribiendo, aunque sea unas diez palabras diarias!

Fin de los reviews

—Dialogo.

"Pensamiento"

[Cualquier otra cosa]

Kirigakure no Sato = Aldea Oculta Entre la Niebla

Kekkei Genkai = Límite de Línea Sanguínea

Konohagakure no Sato = Aldea Oculta Entre las Hojas

=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======

La Nube Carmín V: Niebla sangrienta

El área donde Tazuna y los aldeanos construyen el puente, estaba llena de materiales y grandes, casi gigantescas, grúas que levantaban las secciones del puente y facilitaban el trabajo. Los albañiles andaban de un lado para otro, siguiendo fielmente las instrucciones del Viejo Constructor de Puentes. Cargaban sacos de cemento, llevaban carretas llenas de arena o piedrín, movían las máquinas mezcladoras o hacían cualquier otra cosa con tal de no perder el tiempo. Tazuna se dedicaba a supervisar y revisar que todo estuviera bien y que cumpliera con los parámetros establecidos. Si no, el puente no sería lo esperado y una tragedia podría ocurrir. "Este es mi trabajo" pensó con orgullo.

Y el de Natsu era vigilar. Desde lo más alto de una grúa, camuflado a la perfección con el entorno, tanto así que hasta el más hábil de los ninjas sensores le resultaría difícil detectarlo; el pelirrosa no perdía detalle de la embarcación que estaba en mar abierto. A pesar del sol y la distancia, su aguda mirada captó a la tripulación y la presencia de su objetivo. "Así que se dieron cuenta —debajo de la máscara su expresión impertérrita cambió a una sonrisa genuina ahora que conocía la identidad de su contrincante—. Por lo menos, las cosas no serán tan aburridas. Zabusa y su intento fallido de asesinato". Natsu permaneció quieto, cambiando su estrategia a medida de la cantidad de enemigos. Fue un descuido que él supo aprovechar.

Cuando la niebla densa comenzó a surgir, Natsu chasqueó la lengua. Al final, la niebla no llegó hasta donde él estaba pero si dificultaba su visión. Negó ligeramente, a pesar de que le alegraba la perspectiva de la pelea, prefería que no hubiera sorpresas. El chakra, una ínfima parte, comenzó a concentrarse en sus ojos hasta que los irises verde oscuro cambiaron a los irises rojos con tres tomoes negros. —Ja. Los perdí de vista. No importa —él ya había tomado en cuenta ese escenario. Llegó el momento de poner en acción la estrategia que ideó.


Gato ordenó al sirviente más cercano que sirviera el desayuno. Ya que estaban en el mar, el atún eléctrico de aleta dorada seria el plato principal. Las palabras de Zabusa lo hicieron entrar en razón, así que prefirió guarecerse en el interior del yate y dejó que el ninja renegado llevara las riendas del asunto. En la pared del lado izquierdo, hacía guardia un clon del ninja mientras dos mercenarios resguardaban la cubierta del yate. "Un plan sencillo —pensó. Dos mercenarios y un clon se quedarían como escolta; el último mercenario iría en busca de Tsunami mientras los tres ninjas devastaban la zona de construcción—. Letal y sencillo, sin tanta parafernalia".

Afuera, en la cubierta, Zabusa realizó con las manos los sellos del 'Tigre', 'Perro', 'Dragón' y 'Tigre'. Justo después, una densa niebla comenzó a surgir casi de la nada y de forma antinatural se dirigió al puente en plena construcción. Ellos eran asesinos profesionales de Kirigakure y, como tal, nada podía salir mal si trabajan con su elemento a favor. Antes de partir, Zabusa impartió las últimas instrucciones al resto. Los cuatro ninjas activaron los transmisores y se colocaron hasta el último aditamento necesario. Cuchillos y estrellas ninjas, bombas de humo y de fuego, alambre de amarre y unas cuantas píldoras de soldado; ninjato en la espalda, guantes con nudillos de acero, botas de combate y bandanas de hierro en la frente. Por último, se colocaron antebrazos y espinilleras de acero liviano y flexible.

—¡Idiotas, no caigan en las trampas!

—¡Sí, Señor!

La pérdida de alguno de ellos tres significaría una terrible reducción en su, ya de por sí escaso, poder de guerra. Hasta que no encontrara nuevos compañeros, debía disponer de los actuales de la mejor manera posible. Por otro lado, Haku no podía ser desechada debido a su línea de sangre. Tenía planes específicos para ella. Sin perder tiempo, los cuatro se zambulleron y bucearon hacia la playa. En el camino realizaron los sellos respectivos para el 'Jutsu: Clon de Agua' y en un instante ya tenían el tamaño de un ejército de cincuenta. ¡Veloces y letales! Estaban como a unos dos kilómetros metros mar adentro y la distancia se reducía a cada segundo.

Por otro lado, los aldeanos en el puente miraron con interés el banco de niebla que amenazaba con engullirlos. Pero luego de que Tazuna les gritara que dejaran de perder el tiempo, volvieron a lo suyo, una densa niebla era algo cotidiano en la isla. No pasó mucho tiempo para que escucharan un pitido ligero; sin mediar palabra, dejaron sus herramientas tiradas y corrieron en la dirección donde se veía una luz roja tenue y difusa. —¡Apúrense cabrones! —Los albañiles rápidamente abandonaron la construcción; de forma extraña, un grupo igual de numeroso comenzó a caminar en dirección contraria y ocuparon los puestos abandonados. Todo sucedió tan rápido, y gracias a la niebla, que nadie se dio cuenta de tan extraño comportamiento.

Tazuna fue el único que no fue reemplazado. Aguardó la linterna roja y despidió al último de los albañiles en busca de refugio. Volvió a lo que estaba haciendo, con total naturalidad pero se podía ver cierto nerviosismo en las acciones del anciano. Se obligó a recordar lo que él le había dicho antes. «Cuando te indique, haz que todos procedan a refugiarse. Excepto vos, eres la carnada. No te preocupes, juró que nada te pasará». A pesar de la seguridad en la voz del chico, él todavía se sentía nervioso. No pasó mucho tiempo para que sus nervios fueran puestos a prueba. —¡Pero qué diablos! —No esperó la segunda explosión antes de tirarse al suelo y buscar refugio detrás de varios toneles.

El sharingan redujo la velocidad con la que giraba hasta que fueron visibles los tres 'tomoes', poco después, los ojos rojos desaparecieron. "Los usé durante dos minutos" pensó. Natsu tenía un límite de tiempo en el que podía usar el sharingan de forma continua y segura, después de pasar ese límite comenzaba a sufrir fuertes dolores de cabeza que, eventualmente, lo llevaban a la inconsciencia y cuando despertaba quedaba débil durante los siguientes días. A base de prueba y error, se dio cuenta que si usaba el dojutsu durante lapsos breves y controlados podía evitar esas repercusiones. Pero, todo tenía un límite.

Natsu abrió un bolsillito del chaleco y sacó un rollo, después de extenderlo y liberar el contenido, tenía un arco en la mano y un carcaj lleno de flechas con sellos en las astas. Preparó una y esperó mientras estiraba la cuerda, luego dejó volar la saeta en dirección al mar. Volvió a lanzar otras tres flechas de forma rápida y en direcciones diferentes. Luego, después de considerar que las flechas alcanzaron la profundidad correcta, formó el sello 'Liberar' con los dedos índice y corazón de la mano izquierda. —Katsu —susurró.

Debido a la resistencia del agua, las flechas no alcanzaron sus objetivos pero sí estuvieron cerca. —¡Prisión de agua! —ordenó Zabusa al distinguir un sello muy particular. Al instante, varias explosiones envolvieron todo el lecho marino, provocando un torrente de burbujas y energía de impacto, que los mandó lejos de donde estaban. Los peces más cercanos se volvieron picadillo, varios clones desaparecieron y en la superficie el agua explotó. La onda expansiva golpeó la playa y alejó la niebla, luego cayó la lluvia. Lastimosamente, el aviso de Zabusa fue acatado a tiempo. La mayoría de clones estaban a salvo dentro de las esferas de agua y los cuatro originales se mantenían indemnes. Aun así, el ejército fue dispersado y desorientado—. Esperen, vayan más profundo. Que los clones salgan a la superficie.

"He de suponer que hay más de un ninja, tal vez un escuadrón. No, no tienen el dinero para un escuadrón. Simplemente, ese bastardo ha tenido tiempo para prepararse". Maldijo en su interior y siguió avanzando. Ahora, con más cautela. Los clones en la superficie avanzaron sin que alguien se interpusiera en el camino. Zabusa supo que el ninja no mostraría su ubicación de forma tan fácil y si hubiera sido lo contrario, sería igual de sospechoso. Desde esta distancia bien podrían usar en conjunto 'Maremoto' y borrar el puerto, pero era bastante probable que perdieran a Tazuna. Negó. Lo mejor era cumplir con el objetivo. —¡A-17! —La espera y el tiempo para pensar terminó, el ejército de clones dentro de un par de minutos tocarían tierra. Los cuatro se dirigieron a la isla pero desde diferente rumbo y aguardaron a que comenzará el caos—. Esperen mi señal para moverse.

Natsu usaba un traje blanco de cuerpo completo y con capucha; su rostro permanecía ocultó por una máscara con la forma de un perro. "El número de clones tiene un límite y deberían gastar una cantidad de chakra considerable. Si ellos tienen algo semejante al Clon de Sombra de Obito, serían una molestia. ¡Ah, con que sólo quince cada uno!". Abajo, la situación se desarrollaba como se suponía: algunos trabajadores, desde el puente, miraban con gran curiosidad el mar y otros buscaban la seguridad en la playa interior. Tazuna empezó a gritarles que se calmarán y regresarán a sus puestos. "Maldita niebla". La niebla que fue dispersada por la explosión, volvió a posarse del lugar. La estrategia de Natsu era similar, sólo que en una versión mayor, mucho mayor. ¡Los ninjas aliados y aldeanos en el puerto eran clones de barro! El excesivo número de clones no significaba gran cosa para el ninja vestido de blanco gracias a la exorbitante cantidad de chakra que tiene.

—Maldito —masculló Tazuna. Le temblaban las piernas de lo nervioso y asustado que estaba por la situación que ya había comenzado; pero tenía, no había otra opción, que tragarse el miedo y seguir—- ¡Cabrones, regresen a su trabajo! ¡No van a comer hoy si no se apuran a volver!

El viejo, padre de Tsunami, pensó en su interior que no tenía propósito hacer esto si todos eran clones y sabían lo que tenían que hacer; se sentía un tremendo idiota por semejante pantomima. Además, él era quien corría verdadero peligro. —Maldito chico —volvió a mascullar; el malestar en la boca del estómago empeoró. "A este paso, no sería sorprendente que ya tenga úlceras"—. ¡Ey, es que no oyen, malditos! ¡Vuelvan a trabajar!

No muy lejos de él, comenzó a desarrollarse el siguiente escenario. —¡Oigan! —Gritó alguien, llamando la atención de muchos—. ¡Miren, hay gente viniendo hacia aquí!

No pasó mucho tiempo para que el pánico comenzara verdaderamente. "Creo que él sería mejor que cualquier compañía de teatro". Tazuna se vio custodiado por unos dos trabajadores. —Es hora, viejo —le dijo uno de ellos y el anciano afirmó ese pensamiento. "Definitivamente, sería el mejor teatro del mundo"—. Cuando te diga, corres como si tu vida dependiera de ello. Tranquilízate, nada te pasará. No quiero que Tsunami llore.

El viejo asintió, a pesar de la reticencia, estaba seguro de la veracidad de las palabras de Natsu. Además, él fue el único que trajo esperanzas para ésta gente tan desdichada. Volvió a asentir antes de correr como poseso en el momento indicado. Natsu se aseguró de que los atacantes vieran a Tazuna. Cuando la situación ya era un pandemónium, Haku fue detrás del viejo.

Los clones de Zabusa y compañía penetraron como cuchillo caliente en mantequilla; letales y veloces. Los primeros en caer fueron los que huían de la zona de construcción; luego siguieron los que estaban llegando a la playa. Los enemigos se extendieron como abanico. Gracias a la niebla, y a la experticia de cada ninja, la muerte se extendió como fuego en la paja. "Que extraño, no hay nada de oposición —pensó el clon de Zabusa. Justo como si hubiera llamado la mala fortuna, un sinfín de kunais llovieron desde varios ángulos. Sin duda alguna, estaban rodeados—. Iluso, la niebla es nuestra aliada".

Los exshinobis de Kirigakure rápidamente adoptaron una formación de tres y se dividieron en varios grupos. No era la primera vez que caían en una situación similar y sabían muy bien cómo actuar. Con la niebla como abrigo, comenzaron a moverse en la dirección de los que lanzaban los kunais. En cuestión de segundos se enfrentaron cuerpo a cuerpo con los clones de Natsu disfrazados como ninjas o aldeanos. Los kunais y ninjatos chocaron y sacaron chispas por doquier.

Haku tenía una orden explícita. Fue la primera en surgir del agua y mezclarse en el caos, localizó a su objetivo y fue tras él. El anciano corrió despavorido y con una velocidad tremenda. Sin duda, que la muerte te persiga es suficiente aliciente. Cuando lo estaba persiguiendo, se enfrascó en escaramuza tras escaramuza contra varios ninjas de poca monta que se interpusieron en su camino. A pesar de la situación, la expresión debajo de la máscara permaneció inmutable. En ningún momento perdió de vista a su objetivo, ella era realmente una máquina casi perfecta. Lo vio entrar en una bodega pegada a un peñasco.

Esquivó y atacó, dio una voltereta y eliminó a su último oponente. Un clon de barro. "Sin duda debe haber un lugar donde esconderse o tal vez exista una salida. Debo ser cuidadosa, seguramente es una trampa". Fue cuidadosa al momento de entrar en la bodega. Buscó una ventana y se coló por ahí. Ya en ese momento, no miraba al anciano. El sitio tenía poca visibilidad y estaba lleno de un montón de cajas. A lo lejos miró una fuente de luz. "¡Está escapando!". Ya no esperó más. Rápidamente cruzó el lugar hasta donde… se paró en seco.


Se escuchaban quejidos, alaridos y cuerpos cayendo. Los ninjas de Kirigakure se mostraron implacables y letales. Eventualmente, superaron a los defensores. Faltaba poco para eliminar la oposición de los aldeanos. Ya en ese momento, todos estaban lejos de la playa y en medio de un montón de cuerpos caídos. Repentinamente, el curso de la batalla cambió. Varios de los trabajadores comenzaron a surgir de la niebla y se lanzaron contra ellos. Los cadáveres que permanecían ocultos por la niebla empezaron a deshacerse en montones de lodo que contenían sellos explosivos. La explosión fue mucho mayor que la anterior: el fuego abrasador llegó hasta donde estaba Natsu. La onda expansiva rompió las ventanas de las casas más cercanas y sacudió las paredes de la bodega donde se ocultaba Tazuna. Definitivamente, la explosión fue tremenda. Escombros y arena volaron por doquier. El fuego se extendió como el florecimiento de un capullo escarlata.

En el lecho marino, Zabusa y los Hermanos Diabólicos percibían la situación sin correr el menor riesgo. Él ignoró cuando Haku dijo que procedía con la misión; debía centrarse en lo que pasaba en la playa y trazar la mejor estrategia a seguir. Sin importar quien fuera el enemigo, Haku saldría victoriosa. "Estamos en desventaja. Se nota que ellos tuvieron tiempo para prepararse debidamente. Al final, creo que es más de un ninja". La batalla siguió su curso y Zabusa llegó a la conclusión más obvia: no llegaría a ningún sitio si seguía dándole vueltas al asunto. —Prepárense, será Maremoto —dijo a través del comunicador. Comenzó a reunir el chakra suficiente. Los hermanos consumieron una Píldora de Soldado. Los tres de forma sincronizada trazaron la secuencia de sellos—. ¡Jutsu Gran Ola!

Las corrientes marinas confabularon a favor de Zabusa. Rápidamente, el agua se retrajo unos veinte metros mar adentro. A Zabusa no le preocupó que sus ubicaciones fueran descubiertas; no había modo alguno de que alguien quedara bien parado después de recibir este ataque. La ola agarró fuerza y arremetió a gran velocidad. Una enorme pared de treinta metros de alto cobró vida. Pero, Natsu estuvo un paso adelante. La explosión sucedió antes y la ola de agua chocó contra una de fuego. Se escuchó el siseo y el ambiente se volvió a llenar de un denso vapor que impedía la vista; el agua ganó la contienda y destruyó las primeras casas ubicadas a setenta metros de la playa.

Natsu se dio cuenta del extraño movimiento del mar y de la gran cantidad de chakra mezclándose con el agua. No le costó nada adivinar lo que iba a suceder. Esperó. Y cuando el fuego lo rodeó, se lanzó como un cometa. La grúa retumbó y cedió debido a la fuerza del impulso. "¡Al fin, los encontré!". Emitió un débil, casi imperceptible, trazo de instinto asesino mientras se acercaba velozmente. Desde que entrenó con Obito, él ya no mostraba vacilación ante la idea de matar. Después de todo, ¡era eso o morir! Salió del fuego y se coló, justo a tiempo, debajo de la gigantesca ola. En un parpadeo desenvainó la espada corta. El agua opuso resistencia. "¡Tsk!". El agua se llenó de sangre.

La infancia de Zabusa fue en extremo difícil. Desde que tenía uso de razón, siempre empuñó un arma. Incluso, se dice que primero caminó con la muerte antes que con sus congéneres. Desde niño fue entrenado tan inhumanamente que sus sentidos se desarrollaron hasta ser los de una bestia. Escuchó el silbido atronador de un objeto moviéndose a alta velocidad, luego sintió el trazo de instinto asesino. Rápidamente comenzó a trazar los sellos de una técnica adecuada para la situación. —¡Muévanse! —Rugió a través del auricular. Ese instante le salvó la vida a Meizu—. ¡Jutsu: Cinco Furiosos Tiburones de Agua!

Justo cuando escuchó la voz de Zabusa, Meizu se movió a la izquierda. La hoja negra le rebanó el brazo. El ninja apretó los dientes. El dolor fue un relámpago que atravesó todo su cuerpo, incapacitándolo de cualquier movimiento. Él se encorvó de puro dolor y esperó el golpe final. No podía moverse. Por el rabillo del ojo vio la hoja negra acercarse a su cuello. "Lo siento, hermano. Me iré primero". Antes de que muriera, unas poderosas corrientes pasaron cerca de él y le salvaron la vida. A pesar de querer moverse, su cuerpo no le respondió. Afortunadamente, su hermano apareció para sacarlo de ahí de inmediato.

Natsu chasqueó la lengua. Eran cinco tiburones y estaba clarísimo quien era el objetivo. No pudo dar el golpe final. Con la espada se defendió, con la izquierda trazó el sello de la técnica de sustitución y los tiburones se entretuvieron con el brazo de Meizu. Ahora que ya estaba en combate, sabía que si aumentaba la distancia podría ser un tremendo error. Estando bajo el agua no podía usar todos los elementos sin el riesgo de dañarse a sí mismo y la resistencia del líquido era un factor a tomar en cuenta.

Los ninjas enemigos no le dieron tiempo para seguir pensando. Afianzó los pies usando una cantidad ínfima de chakra. Natsu movió su espada a la izquierda y una onda de fuerza se expandió a partir del choque. Resultó obvio que los dos ninjas estaban usando de forma adecuada el chakra elemental de agua ya que las espadas se movieron velozmente. Siete choques sucedieron en cuestión de tres parpadeos. El agua se llenó de burbujas y se volvió muy difícil de ver. Ya que ambos ninjas estaban usando el «Elemento Agua» para fortalecer sus armas, cada impacto generaba cortes que se extendían hasta cortar el lecho marino.

"Digno de su reputación" pensó Natsu. No activó el sharingan, aún no era necesario. Inclinó el cuerpo y esquivó el corte en diagonal, arremetió buscando el brazo derecho. Pero no pudo tocarlo, levantó la pierna izquierda y recibió la patada. Natsu no se dio cuenta pero, para, Zabusa fue como patear un poste de acero sólido y sólo gracias a la protección no sufrió daño. Los puñetazos chocaron continuamente pero como tenían la misma fuerza se hacían el mismo daño. Las espadas volvieron a encontrarse en tantas ocasiones y tan velozmente que todo ser vivo a su alrededor sería cortado si era descuidado.

Durante el combate no había tiempo para intercambiar diálogos o conocer las razones detrás de cada ninja. La lucha tenia el simple propósito de tomar la vida del adversario. Zabusa y Natsu se dieron cuenta de que el menor descuido definiría al ganador. "Tendrá que salir a la superficie por aire y esa será su perdición" pensaron los dos. Natsu, por el rabillo del ojo, vió acercarse el ataque. No tomó distancia. Esperó y... ¡giró! ¡Por un pelo! La garra de acero buscó desgarrarle el estómago, era notorio el deseo de venganza. Si no fuera por Zabusa, en ese instante terminaría con Gozu pero sólo logró cortarle la mejilla. Pateó a Gozu y Zabusa detuvo su puño, el ninja de vendas rozó su máscara.

"¡Que maldito! —pensó Zabusa al ver la gran agilidad y destreza de su enemigo. El ninja blanco se las ingeniaba para esquivar y responder al mismo tiempo—. ¿Cómo diablos terminó involucrado en todo esto?". La batalla en ningún momento se detuvo.

Los tiburones se unieron a la lucha. Natsu esquivó al primero y cerró la distancia con Zabusa, evitando así que él utilizará alguna técnica ninja. Zabusa destrozó a dos tiburones, Natsu a otro. Una cadena se enrollo en la pierna del ninja blanco. Gozu jaló la cadena e impactó al ninja blanco contra una gran roca, Zabusa los siguió de cerca y en el momento justo intentó decapitar a su enemigo. Natsu torció el cuerpo de forma antinatural y la roca fue destrozada con gran fuerza. Se liberó de la cadena y la usó en contra de Gozu: lo jaló y logró apuñalarlo en el hombro.

Los dos tiburones restantes fueron eliminados por Natsu. En ningún momento dejó que Zabusa se alejara más de dos metros. El combate cuerpo a cuerpo sucedía a una velocidad vertiginosa y los dos ninjas hacían gala de la gran fuerza que tenían. Era como si no estuvieran en las profundidades del océano. Cada choque generaba pequeñas ondas de impacto que se extendían en el mar y afectaban la zona. Natsu estuvo a punto de perder el brazo derecho, pero se las apañó para desviar la espada con el antebrazo. La espada corta se rompió cuando golpeó la hombrera izquierda de Zabusa pero asestó un puñetazo en la boca del estómago; Zabusa lanzó un espadazo directo al ninja blanco.

Gozu tenía varios cortes debido a que no era capaz de seguir el ritmo en la pelea y cada vez que intervenía terminaba herido. Además, la herida que Natsu le hizo en el hombro era profunda y no ha dejado de sangrar. Todo eso lo volvía un estorbo en la batalla por lo que miraba aturdido el desarrollo de la pelea. "¡Ese maldito está al nivel de Zabusa!" pensó con asombro. Conocía a muy pocas personas capaces de enfrentar a Zabusa y todos ellos eran enemigos. Maldijo en su interior la mala fortuna. Salió del estupor y se dedicó a tratar la herida, debía estar listo para ser de ayuda cuando la oportunidad apareciera. "Aunque a este ritmo, de seguro que eso sucederá en un parpadeo". Pocos minutos después, cuando apenas aplicaba un cicatrizante, vio cómo se rompía la espada y Zabusa lanzaba el golpe ganador.

Zabusa no terminaba de comprender como era posible que éste ninja terminó metiéndose en su camino. No necesitaba que nadie le dijera que su oponente era alguien excepcional. Desde el momento en que fueron detectados, cayeron en una trampa muy elaborada. El bastardo estaba dos pasos delante de ellos: sellos explosivos bajo el agua, la bomba de tiempo en la playa y ya se había encargado de inutilizar a Meizu y Gozu. Haku cruzó fugazmente su pensamiento. Asumió, con toda certeza, que ya había muerto. Una verdadera lástima, con ella se perdía la oportunidad de engendrar vástagos con semejante kekkei genkai. Esquivó un corte que tenía la intención de decapitarlo, envió su espada en busca del brazo derecho. Siguieron de esa forma, intercambiando golpes letales que esquivaban por un pelo, durante varios minutos. "¡Al fin!" pensó con satisfacción. Una brecha, minúscula, apareció. Bajó el hombro izquierdo y empujó: la espada cedió. Resistió el puñetazo por lo que sólo retrocedió un par de centímetros. Liberó toda su intención de matar y fue por la victoria.

Natsu no se sorprendió, gracias a la experiencia sabía que la espada iba a destruirse. No fue un golpe con el puño cerrado, fuera de la vista de Zabusa formó el sello de 'Carnero' y antes de que tocará al hombre formó el sello de 'Jabalí', cuando retiró la mano ya había formado 'Perro' y antes de que la espada se acercará terminó con 'Serpiente'. Todo sucedió en una fracción de segundo y no había forma de que Zabusa lo supiera ya que no debería haber nadie, a excepción de Haku, que pudiera formar sellos con una sola mano. Además, él utilizó una ilusión muy sutil.

El golpe llevaba tanta fuerza que atravesó la armadura como si fuera papel, y ni se diga de la carne y hueso. Fue un corte descendente y en diagonal, de derecha a izquierda. El ninja blanco desapareció. La sangre salió como una fuente y se combinó con el agua del océano, formando una estela carmesí oscura. El cuerpo se comenzó a separar siguiendo el trazo del corte; el brazo, que llevaba la garra de metal, arrastró consigo una mitad al momento de hundirse. La mirada en el rostro de Gozu era perfecta para ser ejemplo de sorpresa. La muerte lo agarró con los calzones abajo. Sus últimas palabras se perdieron en un torrente de burbujas que salían de su boca y que después explotarían en la superficie. Su mirada lentamente se comenzó a apagar a medida que se perdía en las profundidades del mar lleno de su sangre. Primero perdió la consciencia y poco después la vida. ¿Qué sucedió? Cuando Natsu lo apuñaló en el hombro, colocó un sello diminuto, en su espalda, que sería el eslabón del jutsu de reemplazo.

Natsu ni siquiera esperó a que la espada termine de cortar. Él trazó rápidamente la cadena de sellos: 'Tigre, vaca, conejo, dragón, pájaro, dragón y cabra'. "Jutsu: Misil Tiburón de Agua" pensó. Nunca entendió la maña que tenían varios ninjas con eso de pronunciar la técnica que usarían, era algo tonto perder el factor sorpresa. Rápidamente, el agua tomó la forma de tres tiburones que salvaron la distancia que los separaba de Zabusa casi en un instante. A pesar de eso, fueron repelidos. "Vaya, sin duda es alguien entrenado durante la infame Niebla Sangrienta".

La sorpresa fue breve y pasajera, sin daño mental alguno. Zabusa no se inmutó o shokeo por haber asesinado a su compañero, no era la primera vez que sucedía algo similar. Lo único que lo molestó fue el hecho de caer en la trampa del ninja blanco. "Ese maldito se ha burlado de mí" la rabia hirvió en su interior. Le llevó como dos minutos lidiar con los tiburones ya que siempre estaba atento a cualquier ataque furtivo. "¿A dónde se fue ese maldito?" lo buscó detenidamente antes de llegar a la conclusión más obvia. El comunicador se destruyó en medio de la refriega por lo cual no podía advertirle al último de sus aliados. La batalla se volvió una carrera contra reloj por regresar a la superficie.

La zona de construcción ahora era una playa fangosa llena de máquinas semienterradas y herramientas desperdigadas por doquier. El mar ya había regresado a su límite natural. En ese lugar estaba Meizu sanándose el muñón. Primero cauterizó el corte, apretó los dientes debido al intenso dolor, después aplicó pomada antiséptica y se tomó unas pastillas calmantes. ¡Dolía como el infierno! "Ese hijueperra, espero que tenga la oportunidad de vengarme. Ojalá mi hermano y Zabusa lo dejen con vida". —¡Bastardo mal parido! ¡Me las vas a pagar! —Vociferó, exudando odio por cada poro. Respiraba con gran agitación. Al final, decidió esperar a que saliera Zabusa mientras amainaba el dolor. Volvió a apretar los dientes y a maldecir al bastardo que le quitó el brazo. No tenía ninguna duda de que él perdería. El tiempo se hizo eterno. Veinticinco minutos pasaron como si nada.

El dolor desapareció un poco antes de que los viera emerger. —¡Gozu! —Gritó. Su hermano a duras penas se mantenía en pie y si no fuera por Zabusa, nunca hubiera emergido. Corrió a encontrarlos. Desde lejos no se apreciaba bien la magnitud de las heridas de su hermano, pero de cerca fue obvio que eran serias. El malestar en la boca del estómago, que desde hace minutos sentía, creció en intensidad. Pensó en que lo mejor era cauterizar y luego aplicar los ungüentos que dejó aguardados en el barco. También pensó en que debían tomarse unas vacaciones donde nadie los conociera y pasar tiempo relajándose con un par de lindas mujeres. Estaba a un paso de ellos cuando Zabusa soltó a Gozu. Meizu lo atropó y de su boca emergió, a medias, un insulto para el ninja de las vendas. Zabusa desapareció de su vista y luego el cielo y la tierra dieron un giro de 180 grados. Sin que Meizu se diera cuenta, Gozu se volvió barro en sus brazos—. ¿Eh?

—Descansa en paz, junto a tus camaradas —murmuró Zabusa, le colocó un kunai en el cuello y terminó el trabajo. La transformación desapareció y quedó Natsu enfundado en el traje blanco. Él nunca olvidó al ninja que escapó a la superficie. Para bien o mal, Meizu confió demasiado en el triunfo de Zabusa y eso fue su perdición—. Ahora sólo queda uno.

Mientras el cadáver de Meizu se hundía, Natsu se dirigió a la playa. Ya no se le dificultaba respirar. A diferencia de los ninjas de Kirigakure, la técnica ninja que usó sólo le permitía estar un máximo de media hora dentro del agua. Cuando salió, apenas le quedaba un par de minutos. "Qué descuido de mi parte, un poco más y no la cuento". Ya en la playa, se quitó la capucha y la máscara. A pesar de estar empapado, el viento frio no le molestó en absoluto. Extendió un pergamino en el aire y liberó su contenido. Una espada japonesa de hoja roja y filo negro con la empuñadura engarzada por varios rubíes. La espada medía medio metro de largo. Esperó.

Zabusa vio a Meizu hundiéndose lentamente. "Lo he subestimado demasiado" pensó amargamente. Fue precavido al momento de emerger: primero un clon y luego él. Después de localizarlo, liberó a todos los clones de agua, incluso el que dejó con Gato, y el cambio fue notorio. Fue rodeado por su chakra color aguamarina y sus músculos se hincharon un par de centímetros. Ahora tenía todo su poder y concentración enfocados en un sólo objetivo: matar al ninja de cabellera rosa.

=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======

Haku, desde un lugar alto y sin ser descubierta, miró detenidamente al ninja blanco. Sólo él defendía la puerta del pasillo por donde se escabulló su objetivo. A simple vista podía decir que no sería una lucha sencilla y claramente era una trampa. No percibió a nadie más que a él. "Sí no es un señuelo, puede ser el verdadero" pensó. Al final, llegó a la conclusión de que sólo necesitaba pasarlo y después sellar el camino. Además, entre más lo pensaba más aumentaban las posibilidades de que el anciano se le escapará. Sus habilidades como rastreadora eran decentes así que notó el cambio en el ambiente.

Haku rodó a la derecha y al mismo tiempo lanzó varias shuriken. El lugar dónde ella estaba antes explotó mandando a volar astillas que la rozaron pero no le hicieron daño. Las shuriken volaron pero el ninja los detuvo todos sin ningún esfuerzo. Haku se impulsó en dirección al ninja. Hizo un sello con la mano derecha mientras tocaba el suelo con la otra. Se deslizó por la superficie congelada. Lo mejor era el combate a corta distancia. Él es más alto y robusto que ella. Pensó en aprovechar esas diferencias.

Natsu saltó antes de que el suelo terminará por congelarse y en el aire esquivó magistralmente varios kunais. Una shuriken con alambre se enrolló en su tobillo derecho, el ninja con la máscara de Kirigakure lo jaló. Natsu fortaleció su cuerpo e hizo lo posible para reducir el daño. Desenvainó la espada corta que llevaba en la espalda y sacó varios kunais. Afortunadamente, las cajas estaban vacías.

Haku usó una columna como polea y estrelló a su oponente contra varias cajas apiladas. Corrió en dirección a la entrada al pasillo. Abrió la puerta y se paró en seco, miró a izquierda y derecha. Nada. "¿Eh? ¿Cuándo? —Frente a ella sólo estaba la pared, ya no existía ningún pasillo. Reforzó su mano con chakra. Antes de que pudiera abrirse paso a través de la pared a puro golpe, Haku tuvo que correr. Tac, tac, tac, tac, hicieron los kunais al insertarse en el concreto. Aunque un par lograron rasguñarla—. No es una ilusión, cuando no miraba selló el lugar". No tenía tiempo para pensar. Sacó dos kunais y se defendió. La espada del ninja blanco silbó en busca de su brazo. Ella dobló medio cuerpo sin retroceder y lanzó una patada a las costillas. Él recibió el golpe pero la atrapó y con el codo quiso romperle la pierna. Ella uso el agarre como punto de apoyo y giró, su pierna izquierda siguió la inercia y le propinó un talonazo en la sien derecha.

"Vaya, estuve cerca" pensó Natsu. Usando la fuerza del golpe recibido la mandó a volar contra la pared mientras él salía despedido en dirección contraria. Usó la mano izquierda como apoyo y cuando tocó suelo se impulsó en dirección hacia ella. Ella hizo lo mismo sólo que usando la pared como apoyo. En el aire chocaron las armas y salieron chispas ante cada contacto. Se repelieron mutuamente y volvieron a enfrascarse en combate. Natsu realizó un corte descendente desde la derecha. Haku interpuso la espada corta y movió su cuerpo delgado de tal forma que la espada ni la rozó. Natsu esquivó las agujas senbon e hizo un corte a las piernas.

Haku saltó y propinó una patada descendente. No acertó. El suelo se cuarteó. Interpuso la espada a la altura de su pecho y salió despedida hasta estrellarse con la pared opuesta. "¡Es bastante fuerte! No sobreviviré si sigo así". Apenas logró ponerse de pie antes de que el ninja blanco ya estuviera encima de ella. Su espada corta se encontró con la del oponente y al instante sus brazos sintieron un tremendo hormigueo. Cada golpe era como si chocará contra un yunque. Pateó y esquivó. Fortaleció sus brazos, con tal de resistir los golpes, y sus piernas en afán de aumentar la velocidad.

Haku buscó la yugular, a cambio recibió una patada en el hombro derecho. Afianzó los pies usando chakra pero la fuerza fue tal que no pudo evitar salir despedida. Giró en el aire y aterrizó como una gata. Ella no esperó a que él se acercará. Haku atacaba ferozmente, aunque era repelida volvía a atacar. Sabía que la única opción era no darle tiempo para realizar cualquier cosa. No quería averiguar cuan fuerte era él cuando usaba ninjutsu.

A medida que el tiempo pasó, la batalla decantó en un intercambio de golpes. Desde patadas, puñetazos, golpes bajos hasta cabezazos. Si el oponente de Haku fuese alguien más, sin duda alguna, hace tiempo que hubiera ganado la batalla. Pero como no, la situación es distinta y muy complicada. Desde hace varios golpes que Haku estaba en desventaja. Ya no podía siquiera rozarlo; apenas si se las ingeniaba para evadir los golpes que iban directo a algún punto vital o siquiera reducir el daño. De la parte inferior de su máscara escurrían unas cuantas gotas de sangre que se perdían en su pecho.

La expresión de Natsu, debajo de la máscara, era de pena. "A pesar de que es clara la diferencia, él sigue buscando una oportunidad. Cualquier otro ya se hubiera desesperado. No comete ningún error y usa la fuerza necesaria, no hay desperdicio de movimiento. ¡Qué talentoso! Tal vez, si habló con Óbito". Lamentaba tener que matarlo. La diferencia entre ellos se debía a que Natsu estaba fuera de lo normal. Fue consciente del ataque casi desesperado y antes de terminar como un alfiletero, desapareció en menos de un pestañeo.

Haku buscaba desesperadamente una apertura que le diera unos veinte segundos para voltear las cosas. No pensaba en huir porque darle la espalda a semejante adversario sería lo último que haría. Literal ya que no dudaba de que él la mataría al menor descuido. Le dolía todo el cuerpo y tenía varias costillas fracturadas incluso, aunque ella no lo supiera, habían fisuras en sus cuatro extremidades. El acero de su armadura ya estaba abollado. Casi todas sus agujas y demás armas yacían desperdigadas por doquier. Una oportunidad se presentó: en los segundos en que Natsu se decidía por matarla. Trazo tres sellos con la mano izquierda mientras con la derecha repelía un golpe. —¡Jutsu: Mil agujas asesinas! —El agua en el ambiente se congeló en un instante y adquirieron un tamaño de diez y grosor de un centímetro. Ya que el ninja de blanco estaba en el centro, no existía posibilidad de evadir. Las agujas se movieron velozmente—. ¿Eh?

Mientras las paredes retumbaban y las ventanas se hacían añicos, debido a la explosión, Haku curvó el cuerpo como una 'C' y la espada le arrebató la máscara. El corte fue directo a la garganta y sólo por puro instinto logró sobrevivir. Sus ojos se abrieron grandemente al ver que la espada descendía como una guillotina. Por la posición en la que estaba resultaba imposible esquivar. "Madre, pronto me reuniré contigo" aceptó la muerte como algo natural y sin remordimiento alguno. A pesar de su edad joven ya había vivido suficiente: su padre, con el rostro contorsionado por la ira, la llamó monstruo a pesar de que ella era una buena niña que siempre obedecía; y, su madre, la mujer que la protegió con la vida, murió de hambre en un callejón entre montones de basura. Cerró los ojos y esperó el dulce beso de la muerte. La espada silbó con ternura, como el final de una nana.

—¿Una niña? —musitó con incredulidad. Detuvo la espada a escasos milímetros del cuello de la niña. A simple vista podía decir que apenas entraba a la pubertad y que en el futuro sería una mujer de exquisita belleza, pero eso no fue lo que detuvo su espada. Al contrario, Natsu no tomaba en cuenta el género de su contrincante al momento de quitarle la vida. Lo que detuvo a Natsu fue ese aire de resignación y la expresión de que con la muerte encontraría la paz a sus tribulaciones. Afuera, el fuego abrasador debilitó la bodega considerablemente. Un instante después las paredes explotaron debido al embiste furioso del agua. El designio mortal de Haku cambió—. ¡Niña, muévete!

Haku cayó al suelo con la firme idea de que el corte fue tan rápido que ni siquiera su cuerpo se había dado cuenta de que la muerte ya la había reclamado. La habilidad del ninja blanco era tan asombrosa que ni siquiera sintió la tibieza de la sangre en su cuello. Se quedó ahí, esperando a que la oscuridad la cegará y que su mundo pasará a formar parte de la nada. "Ni siquiera sentí dolor alguno —pensó. A pesar de escuchar los sonidos de afuera y la inminente destrucción de la bodega, no les dio importancia. Ni la advertencia la sacó del estupor—. Después de todo ya estoy muerta. ¿Así se siente morir? ¿Cuánto pasará antes de que me vuelva nada?".

Natsu chasqueo la lengua. En contra de su raciocinio, la tomó del brazo y se la echó al hombro como un costal de papas. Los músculos de las piernas restallaron como resortes y en un instante ya estaba seis metros en el cielo. Apoyó la planta derecha en la pared y se impulsó. El techo no representó dificultad alguna. Las láminas se combaron y los dos salieron a la amplitud del firmamento celeste. Ya en ese momento Haku se dio cuenta de que el ninja blanco le perdonó la vida. Ella permaneció con la mirada llena de sorpresa e incapaz de atacarlo. No comprendía los motivos de semejante acción. Incluso, la salvó de una posible muerte. A diferencia de lo que hubiera hecho Zabusa, él la bajó de forma gentil. —¿Por qué? —musitó. Se quedó viendo fijamente la máscara de expresión inmutable. Esperando que esa máscara se torciera de forma repugnante y la insultara, tal y cómo lo hacia su benefactor.

"Otra vez actúe por impulso" pensó. No le dio la espalda, eso sería un error estúpido. Ella todavía forma parte del equipo enemigo. La miró, calculando los próximos movimientos de la niña. Al final, se quitó la máscara. Ella seguía esperando una respuesta. —No sé las cosas por las que has pasado, pero todavía eres muy joven para morir —le sostuvo la mirada, escudriñando su alma—. Además, creo que alguien estaría triste si eso sucediera.

Haku permaneció en silencio, digiriendo esas palabras. A pesar del significado no encontró mala intención, a diferencia de Zabusa que continuamente se mofaba de ella llamándola 'infeliz huérfana'. —No tengo a nadie así —dijo con cierto matiz de amargura. Permaneció sentada, tal y como él la dejó. El ambiente estaba lleno de un vapor denso y salado.

Natsu sonrió en su interior aun viendo a la niña de, aproximadamente, catorce años. En ella encontró una fisura que iba a aprovechar. —¿Ni siquiera Zabusa y sus amigos?

Haku negó tristemente. Sin importar cuánto lo piense no hay mucho que decir. —No. Para él sólo soy una perra de crianza —eso lo descubrió hace poco tiempo. Él sólo estaba esperando a que ella terminará a desarrollarse para preñarla—. Lo único que tiene valor es mi sangre.

—Sí sabes eso, ¿por qué sigues con él?

No era la primera vez que pensaba en eso. —¿Y qué otra opción tengo? Él me salvó la vida, estoy en deuda con él y me asesinarían si no me quedo a su lado —era consciente de la naturaleza de su kekkei genkai y de la tragedia que asoló a su clan. Además, existían células de Kirigakure que todavía realizaban la infame 'Limpieza de Sangre'. Y hasta el momento la reputación de Zabusa bastaba para alejarlos. Suspiró con enfado al no obtener respuesta, aunque el enojo era consigo misma por tener la esperanza de que él le diría algo desconocido que ella ansiaba saber—. Pues bien, lo mejor hubiera sido que terminaras con mi vida de forma digna. Esa es la única opción que me queda.

Bajo su atenta mirada, ella se puso de pie. En sus ojos se reflejaba una resolución férrea y sin miedo a la muerte. Natsu suspiró con pesar. —Sabes que no tienes opción de ganar, y ya te perdoné la vida una vez, también te salvé una vez. ¿Y aun así, buscas la muerte?

Ella asintió. —Zabusa es el único lugar que tengo para regresar —aprovechó el tiempo que le estaba dando Natsu. Además, el ambiente húmedo jugaba a su favor. Movió sus manos y dedos, formando una larga y compleja cadena de sellos—. Él me dio una misión. O es con Tazuna o quedó aquí tendida.

Alrededor de Natsu se formó un domo de espejos de hielo. Haku se metió, literalmente, dentro de uno de ellos y rápidamente se vio reflejada en cada uno. Hasta este momento nadie ha sido capaz de vencerla después de que ella usará ésta técnica. Natsu sonrió. Le costó un poco pero dio con la solución. —Está bien. Lo volveré a hacer —pensó en voz alta. Las agujas volaron a una velocidad vertiginosa. Desde cualquier dirección y ángulo haciendo técnicamente imposible sobrevivir durante mucho tiempo. Natsu se deslizó entre las primeras cien agujas, moviéndose de forma experta sin desperdiciar un sólo movimiento. Cuando la velocidad del ataque aumentó él comenzó a desviarlas usando dos kunais e, incluso, llegó a usar las mismas agujas para hacerlas chocar contra otras. Lo único que se escuchaba en la zona era el repiqueteo del acero como si fuera una lluvia intensa—. ¡¿Eso es lo mejor que puedes hacer, niña?!

Incluso Haku estaba sorprendida. "Realmente no tengo oportunidad de ganar". En la naturaleza, cuando un animal se ve acorralado muestra una fuerza impropia que es capaz de asustar al depredador. Haku aumentó la velocidad, a costa de dañar el tejido muscular, y por fin fue capaz de acertar varios ataques. Pero, su otro enemigo era más letal: el tiempo; le quedaba como cinco minutos antes de llegar al cénit de su capacidad y luego comenzaría la caída.

Natsu internamente admitió que la niña era sorprendente. Poco a poco se estaba convirtiendo en un alfiletero andante. "Ahora, con mayor razón quiero que sea mía" pensó, pero no en el sentido sexual. Simplemente algo escrito en su alma le pedía protegerla y enseñarle que la vida no es sólo color negro, enseñarle que podía sonreír y reír como cualquier otra niña de su edad. Sonrió como en antaño. —¡Bien hecho niña! —Exclamó con regocijo. En ningún momento, ella, dejó de moverse de un espejo a otro ni paró de lanzar las agujas senbon. "Primero, me deshago de las molestias" pensó Natsu.

Haku abrió desmesuradamente los ojos. Lo imposible sucedió en un instante: el primer espejo se hizo añicos de un puñetazo. A excepción de Zabusa, nadie antes logró romper uno de los espejos y, mientras ella seguía sorprendida, él destruyó dos más. Ella se movió rápidamente entre los grandes fragmentos y buscó el punto ciego de Natsu. Sigilosa. Como tapadera de su ataque destruyó los espejos restantes.

Natsu tenía los puños revestidos de una densa cantidad de chakra rojo. El hielo, supuestamente resistente, era como arcilla ante sus golpes. —¿Ja? —Natsu se extrañó ante la repentina lluvia de granizo.

Haku no emitió ni un gramo de instinto asesino, salió detrás de él armada con un kunai en cada mano, quitarle la vida a otra persona era como respirar para ella. Veloz como el viento, se lanzó con un objetivo en mente: asestar un golpe mortal al árbol de la vida. "¿Eh?" fue lo último que pensó antes de perderse en la oscuridad.

La respuesta a la que llegó Natsu, para tener a Haku, fue sencilla: ponerle las cosas en bandeja de plata. Primero la noqueó de un golpe certero en la nuca. Luego amarró manos y tobillos con hilo de acero, fue cuidadoso de no lastimarla. —Pues bien, perdona pero es hora de buscar armas —le dijo, aunque ella estaba inconsciente. La revisó de pies a cabeza y por debajo del kimono, lo único que encontró extraño fueron los vendajes que tenía alrededor del pecho. Por lo demás, fue lo habitual: tres agujas de hierro, cinco estrellas ninja, un rollo de cable, unas cuantas bombas de humo y píldoras de soldado—. Bueno, ahora sólo falta hacerse cargo de Zabusa.

=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======

Mientras tanto…

Tsunami cortaba los vegetales en gruesas rodajas a la vez que tarareaba una alegre melodía. Tenía el cabello negro atado en un chongo y un delantal completaba el conjunto de ama de casa. Como bien se había fijado Natsu, la pelinegra tenía todo lo que un marido deseaba después de un largo día de trabajo. Trasero con una hermosa forma de melocotón, cintura delgada y pechos grandes. Terminó con los vegetales y los añadió a la olla hirviendo. La carne despedía un aroma delicioso y tentador. Desde la llegada del pelirrosa ya no tenía que contenerse al momento de preparar el almuerzo de una forma sustanciosa y exquisita. En su casa no faltaba nada y no había necesidad de saltarse algún tiempo de comida. Ni su familia, ni las familias de la aldea, ni siquiera los que no tenían hogar les faltaba el alimento.

Siguió de esa forma: tarareando mientras cocinaba o realizaba cualquier otra tarea doméstica. Pensaba profundamente en el hombre que cambió de forna drástica la realidad de la aldea. Tan ensimismada estaba que no se dio cuenta de que alguien la observaba. Desde la sala, y oculto por una pared, un hombre de mediana edad permanecía impasible. Por su constitución y vestimenta era claro que él no es un aldeano o alguien que ha pasado por hambre durante los últimos meses. No, él es la última carta de Gato.

Para el mercenario no era la primera vez que realizaba este tipo de trabajo por lo que ya estaba acostumbrado a entrar furtivamente en una casa. "Hoy es mi día de suerte" pensó con una sonrisa plasmada en el rostro curtido de cicatrices. A pesar de que era la primera vez que pisaba esta aldea, no se perdió y gracias a la guía de una anciana llegó hasta la casa de Tazuna e incluso, tanta buena suerte tenía que, la puerta estaba sin seguro alguno. Sintió la pulsación de su virilidad ante la expectativa del manjar que estaba por probar. Sintiéndose seguro se permitió observarla unos minutos más.

Detrás del mercenario, en una mesa pequeña, un objeto rodó lentamente hasta caer y romper así la quietud del lugar. Obviamente, esto llamó la atención tanto de Tsunami como del mercenario. Los ojos de la pelinegra se agrandaron debido a la presencia del intruso. Un grito murió en su garganta por lo cual soltó un chillido sorpresivo. Los dedos de su mano derecha se cernieron con fuerza alrededor del cuchillo que estaba en la tabla y que rápidamente ocultó detrás de su espalda. Hizo todo lo posible por permanecer tranquila y serena. —¿Quién es usted? —preguntó con voz temblorosa.

En cambio él, como una bestia ante la presa acorralada, se mostró lentamente y bloqueó la salida. La sonrisa torcida fue uno de los gestos más crueles que la pelinegra ha llegado a ver. —Eso no tiene importancia —dijo con tono solemne—. Lo que importa es el festín que me voy a dar.

A Tsunami comenzaron a temblarle las piernas. A pesar de que se había mostrado fuerte e impasible, el incidente de hace unos días la dejó traumatizada. Para su alivio, en esta ocasión no estaba en riesgo la vida de su hijo. Lentamente, intentando no llamar la atención demasiado, se movió a la derecha. —Mi esposo está por llegar —advirtió.

El intruso soltó una carcajada seca. Fue fácil ver a través de la mentira tan obvia. Dio un paso al frente y la mujer retrocedió pero su cintura chocó contra el mueble de la cocina provocando que varios utensilios cayeran. Ya no había necesidad de ocultar sus intenciones, por lo cual pudo relamerse los labios de forma ruin y perversa. No sería la primera vez que arrancaba el néctar de una mujer a la fuerza. —Te equivocas, corazoncito. Tu esposo ya está aquí, y soy yo.

Ella sacó el cuchillo y lo sostuvo fuertemente contra su abdomen. Estaba dispuesta a apuñalarlo o morir en el intento, pero no permitiría que la tocara. No dejaría que esas asquerosas manos recorrieran su cuerpo. Antes de que se lanzaran a una muerte segura, su rostro se llenó de alivio. —Natsu —musitó.

El violador pensó que esa expresión era una trampa por lo tanto no volteó a ver y ese fue un tremendo error. —Señorita Tsunami, por favor cierra los ojos —escuchó que decían detrás de él. Intentó reaccionar pero fue muy lento. Y un instante después alguien le agarraba la cabellera con fuerza y le rebanaba el cuello de un tajo. Antes de atravesar la ventana opuesta él chilló como un cerdo en el matadero. Murió en el patio, agarrándose el cuello en un vano intento de detener el sangrado.

Natsu se apresuró a abrazar a Tsunami. Ella, al sentirse segura, se puso a llorar en los brazos del hombre mientras temblaba de miedo. —Gracias —profirió a la vez que devolvía el abrazo. La seguridad que de él emanaba, bajó las últimas defensas de la pelinegra. ¡Natsu se volvió su héroe! Y ella la heroína de un drama.

=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======

De vuelta a la playa…

La penetrante mirada de Zabusa podía intimidar a cualquiera, incluso a ninjas experimentados. Era una mirada que reflejaba la voluntad de acero y la crueldad del hombre. Pero eso no afectó a Natsu. El pelirrosa afianzó los pies y se precipitó hacia su enemigo como un destello. Zabusa respondió al ataque de la misma forma. Las espadas chocaron y retumbaron como un trueno. A diferencia de antes, no había resistencia que afectará la fuerza de cada uno. Después de cada golpe salían chispas volando y se generaban ondas de choque que levantaban la arena. Se movían magistralmente sin desperdicio de movimiento ni de energía. No pasó mucho tiempo para que la playa se volviera una tormenta de arena.

Zabusa maldijo, por enésima vez, en su interior. Como buen ninja no dejaría que sus pensamientos se reflejarán en su expresión. Pero se estaba dando cuenta que la diferencia, lentamente, se hacía más grande y eso no era bueno. Atacó, esquivó y se defendió. Cada golpe le hacía daño, como si la fuerza de choque fuera enviada a sus músculos internos. Su sexto sentido le advirtió que se agachará y lo hizo justo a tiempo. La espada del pelirrosa le rapó un pedazo de cabellera. A pesar de que respondió al instante, su espada ni siquiera rozó un cabello. "Esto es malo —pensó al rechazar el siguiente ataque. Su brazo hormigueó terriblemente. Se alejó de él y trazó varios sellos—. Moriré si sigo así".

Natsu respondió de la misma forma. Aunque, a diferencia de Zabusa, su ataque fue más rápido y poderoso.

—¡Dragón de Agua! —El agua alrededor del pelinegro con vendajes en el rostro tomó la forma de un dragón oriental. Mientras avanzaba, la bestia soltó un estruendoso rugido parecido al choque de las olas contra el acantilado. Antes de que alcanzará su objetivo, fue despedazado por el «Jutsu Dragones Eléctricos» de Natsu. Un dragón brillante se perfiló contra el ninja de vendajes. Zabusa abrió los ojos grandemente pero, a pesar del sorpresivo acontecimiento, se defendió—. ¡Aire aplastante!

El ataque de Natsu fue dispersado por la espada de Zabusa envestida del elemento viento. La ráfaga despedazó a Natsu o eso debería haber sucedido. En cambio, el pelirrosa desapareció como un espejismo y ¡zas! Zabusa fue enterrado hasta el cuello.

Natsu se alejó de un salto antes de que el clon explotará. Al parecer, copió la estrategia anterior de Natsu. El joven rió sonoramente. —¡Esto sí que es divertido! —Exclamó con una sonrisa de oreja a oreja. Se enfrascaron en combate cuerpo a cuerpo y se dieron por igual, sólo que, paulatinamente, Natsu comenzó a sacar ventaja. Las espadas resonaban y volaban chispas ante cada golpe. Los puñetazos encontraban su objetivo y las patadas eran repelidas. ¡Era como un tornado incontrolable! El pelirrosa apuntaba a los tendones, deslizándose y retirándose entre las aperturas que dejaba Zabusa. Él, por su parte, hacía lo humanamente posible por defenderse apuntando siempre a un golpe certero—. ¡Genial! ¡Zabusa Momochi eres genial! ¡Ora, ora, ora, ora!

—¡Sho, maldito! —No importaba cuánto se estuviera esforzando, cada golpe era esquivado o contrarrestado con suma facilidad. La pelea pasó de igualdad a una clara desventaja en contra del pelinegro y eso lo frustraba y enfurecía. A simple vista era obvio quien debería estar controlando el combate, él era más grande y fuerte que su oponente por ende tenía más experiencia e ingenio, pero no era así. ¡Era como si estuvieran jugando con él! ¡El muy maldito lo menospreciaba!—. ¡Argh!

Natsu dejó de contenerse. La espada silbó terriblemente y se enrolló, como una serpiente, alrededor del brazo izquierdo. Veloz y letal se retiró en un parpadeo. La carne y hueso no opusieron resistencia ante el potente filo y el brazo, desde el codo, fue seccionado de un tajo y salió volando. La sangre chisporroteo con gran furia y sin control. Natsu tomó el miembro amputado, en pleno vuelo, y lo usó para cegar al pelinegro.

Sólo gracias al infame entrenamiento por el que pasó de niño pudo resistir el ramalazo de dolor que azotó su cuerpo. No había tiempo para pensar o chillar. Por puro instinto saltó hacia atrás mientras formaba con su espada un espacio protector pero el pelirrosa se las ingenió para rociarle sangre en el rostro. Ciego y con la guadaña de la muerte en el cuello, movió la espada hacía el lugar más probable y esperó acertar. —¿Ah?

Sí algo aprendió bien bajo la tutela de Obito era atacar-atacar-atacar sin dar tiempo para respirar y eso hizo. Se deslizó a un costado y se agachó esquivando por un pelo el golpe decapitador. Levantó su espada y reclamó el otro brazo: la punta se hundió debajo de la axila, cortando músculos y destrozando la articulación. Apenas voló el brazo, Natsu hizo una barrida y lo botó. Su expresión carecía de piedad: enterró su espada en la pierna derecha hasta la empuñadura, dejándolo clavado a la playa. A pesar de que se divirtió durante la pelea no era tan tonto como para darle ventaja y alargar el combate lo máximo que se pudiera. No, él ya no era así.

Zabusa lo maldijo fuertemente. Este era el final de sus ambiciones. Le ardían los ojos y un dolor tremendo atenazaba sus entrañas. Ya no tenía las fuerzas para ponerse de pie y mucho menos para intentar algo en una situación sin esperanza. La sangre salía a borbotones de sus dos extremidades amputadas y dentro de poco moriría lentamente. Ni siquiera podía acelerar su muerte. —¡Qué hijo de puta eres! —Vociferó. Gruño como la bestia que era y luego soltó una carcajada. Sabía que la muerte le llegaría algún día, a todos les llegaba ese día, pero por más que lo imaginó nunca pensó que sería de esta manera: apaleado como un perro, descuartizado y secado al sol hasta el último aliento. No pidió piedad, si iba a morir, pues que así fuera—. ¡Eres un puto engreíd-!

Natsu lo dejó inconsciente. Segundos después apareció su clon cargando a una maniatada Haku. El clon la sostuvo en alto mientras ella se movía inútilmente; Natsu se aseguró de que Haku fuera testigo de todo lo que sucedió. Desde la muerte del último hermano hasta la inevitable derrota de Zabusa. Al principio, ella puso su fe en su benefactor pero, eventualmente, se dio cuenta del poder monstruoso de Natsu. Se retorció, berreó, por poco y se ahoga, se hirió con el alambre de amarre y todo con tal de ayudarlo, pero nada funcionó. Incluso ahora, quería pagar bien con bien: ¡salvarle la vida! Estaba tan herido y respiraba de forma tenue que a duras penas se mantenía con vida.

—Pues bien, Haku. Como ya te habrás dado cuenta, a éste pedazo de mierda le queda poco tiempo de vida —señaló las heridas más contundentes. La arena se volvió de un marrón oscuro y seguía expandiéndose la mancha—. Te pondré las cosas muy fáciles. ¿Me escuchas?

Ella no separó la vista del cuerpo moribundo del hombre que la salvó de un basurero y que en algún momento le dio muestras de un cariño y preocupación sincera. Ella asintió con solemnidad. "¡Incluso le venderé mi vida al diablo!" pensó con resolución.

—Entiendo tu historia, él te salvó la vida, te sacó de la miseria y por eso estás en deuda eterna. Por eso es que no te importa cuánto te maltrate o te haga de menos, ¿verdad? —Ella abrió grandemente los ojos, era la primera vez que alguien leía tan bien su corazón. Asintió. Natsu continuó—. Entonces, esta es la mejor forma de devolver la gratitud que te mostró hace tiempo. Intercambia tu vida por la de él. Quiero decir, él está por morir y tú no. Te mataré aquí y ahora y lo salvaré. ¿Aceptas?

Ella asintió sin dudarlo. Le quitaron la mordaza. —¡Acepto! ¡No me importa ofrecer mi vida! ¡Sólo no lo dejes morir!

Natsu sonrió ampliamente. Tenerla a ella le garantizaba una lealtad asombrosa, nunca lo cuestionaría y haría lo que él le ordenara al pie de la letra. Sacudió la cabeza con tal de espantar los pensamientos oscuros. No, a ella no la quería por fines lúdicos. —Zetsu, haz tu magia, por favor.

El ninja monocromático emergió de la arena, tal cual fantasma, y abrió las dos hojas que adornaban su cabeza. Le sonrió de forma maliciosa. —Hola, Natsu —dijo El Blanco—. Parece que te has divertido…

—… bastante —añadió El Negro—. Lo dejaste echó una piltrafa. ¿Y él era el infame Zabusa Momochi, de quien se dijo que era el más fuerte de los Siete?

—Vaya chiste —intervino El Blanco. Natsu desde hace tiempo que se comunicó con Zetsu, quien siempre le mantenía un ojo encima, y éste habló con Obito. Akatsuki estaba consciente de lo que sucedía en la Aldea de las Olas y el actual líder dio su visto bueno. El ninja con apariencia de planta comenzó el proceso de curación—. Mira que cercenarlo y volverlo un inútil. ¿No crees que se te pasó la mano? Obito fue muy claro.

—Perdón, perdón, es que terminé emocionándome.

Los minutos pasaron entre comentarios jocosos respecto al resultado de la lucha y la humillación que sufrió Zabusa. Los miembros fueron colocados en su lugar y las heridas fueron recubiertas por un emplasto blanco. La sangre pérdida fue reemplazada por una sustancia negra. En casi una hora, el hombre recuperó el semblante de una persona sana que dormía profundamente. Pasaría mucho tiempo para que Zabusa volviera a ser el mismo. —Nos debes una —mencionó El Blanco mientras se incorporaba y todas las vides que mantuvieron con vida al pelinegro volvían a su cuerpo—, aunque has actuado bien…

—… muy bien debo decir —dijo El Negro. Los dos sonrieron y asintieron con satisfacción—. Ahora, las industrias Gato están bajo el control de la organización. Y el bonus que fue Zabusa será una adición bastante interesante al arsenal de Akatsuki. Sin olvidar, la nueva base que será ésta aldea. Obito te manda sus felicitaciones.

Haku quiso decir algo, pero una mirada de Zetsu bastó para callarla. —Ya te lo dije, Haku. Cumplí mi palabra. Por lo cual, una persona muerta no tiene voz ni voto en los asuntos de los vivos —las palabras de Natsu le dieron un duro golpe de realidad—. Me alegra que todo haya salido bien. Y hablando del maestro, ¿Dónde está?

—Haciéndose cargo de los preparativos de tu siguiente misión —mencionaron a doble voz—. En unas semanas nos volveremos a ver.

Con esa despedida, Zetsu desapareció entre la arena junto con el cuerpo inconsciente de Zabusa. La recompensa de Natsu era tiempo para terminar sus asuntos en éste lugar, además, era implícita la situación de la niña.

Natsu se quedó viendo el yate que comenzaba a desaparecer en el horizonte. Desde que se enteró de la existencia de Gato, trazó un plan que pondría todos los recursos del hombrecito a favor de la organización. Obito estuvo de acuerdo y dijo que Itachi se haría cargo de lavarle el cerebro al mafioso. No conocía a Itachi, es mejor decir que sólo sabía de Obito y Zetsu. Además, ya estaban moviendo recursos para levantar la economía de la Aldea de las Olas. En resumen, desde el inicio, el destino de Gato fue decidido por la más poderosa organización del bajo mundo y la muerte de Gozu y Meizu sólo fueron daño colateral. —Entonces… —dirigió su mirada a la niña de su interés.

Haku cayó en la arena y las ataduras se deslizaron suavemente. A pesar de que estaba libre no tenía a donde ir; era una gatita sin dueño y sin hogar. Permaneció sentada como una muñeca sin hilos. "¿Ahora qué?" se preguntó. Tragó en seco al ver que el hombre balanceaba la espada en el aire y se acercaba a ella. Bueno, restó importancia a ese detalle ya que ya estaba muerta. Natsu deslizó la punta de la espada por el cuello de la niña y dejó una finísima línea. —Haku del clan Yuuki ha muerto aquí. Ofreció su vida a cambio de la del hombre que la salvó hace años. Su muerte fue el acto más honorable que haya visto —ella respingó cuando el dedo del hombre curó el corte—. Pues bien, ya que Haku ha muerto, ¿a quién tengo delante de mí?

Ella intentó balbucear algo pero nada coherente salió de sus labios. Esa misma pregunta se hacia ella. ¿Quién era ahora? ¿Qué le deparaba el mañana? ¿Qué pasaría ahora que ya no estaba con Zabusa? ¿Seguiría siendo una herramienta? La gran deuda fue saldada satisfactoriamente y un peso enorme se comenzó a desvanecer de su corazón.

Natsu interpretó correctamente el silencio de la niña. Ella tenía toda la razón de estar confundida. —Óyelo bien. Yo te doy nueva vida. Desde ahora en adelante, tú te llamarás Fuyumi. Fuyumi, tu vida me pertenece, vives por mí y para mí. Mis enemigos serán tus enemigos, y tus enemigos morderán el polvo cuando me enfrenten. Tienes mi protección, en las buenas y en las malas. ¿Entiendes, Fuyumi?

De sus ojos brotaron lágrimas que desde hace años estaban siendo contenidas. A pesar de que se le estaba poniendo un nuevo collar, éste era más cálido que el anterior. La sonrisa del hombre era sincera y cuando él la abrazó, una calidez incompresible invadió su ser. —¡Sí, entiendo! —En los brazos de Natsu se derrumbó y todas las defensas y cargas que había llevado durante tantos años se volvieron ligeras hasta desaparecer. Lloró por un buen tiempo, lloró por su madre muerta de hambre, lloró por el hombre que les dio la espalda y lloró como nunca antes. Él la aceptó en silencio y la reconfortó. En él encontró por primera vez un cariño sincero y recordó los abrazos que le dio su padre cuando todo era perfecto.

—Te queda bien el cabello corto, Fuyumi —comentó Natsu cuando la niña terminó de cortarse los mechones largos. El cabello negro le quedó hasta debajo de los lóbulos.

Ella los amontonó junto a su kimono y les prendió fuego. Éste era su entierro simbólico, ahí quedaba todo lo que había sido Haku y su deuda con Zabusa. Fuyumi ofreció una plegaria de agradecimiento mientras todo se consumía lentamente hasta volverse cenizas. El aire frío del atardecer acarició su cuerpo desnudo. —Gracias, maestro —dijo cuándo Natsu colocó una larga manta sobre sus hombros y así cubría su desnudez. Aceptó el abrazo que él le dio y se permitió esbozar una sonrisita cuando él revolvió su cabello—. Maestro.

—No, no. Nada de maestro, es mejor que lo dejemos en Natsu. Y no aceptó otra cosa que no sea Natsu.

Ella asintió. —De acuerdo —las palabras se le atoraron en la garganta—, mi señor Natsu.

Natsu resopló cansado. —Por ahora está bien así. Vamos, es hora de regresar a la aldea y finiquitar todos los asuntos pendientes.

Los dos dejaron atrás la zona devastada rumbo al escondite de Tazuna. Ya ahí, Natsu habló largo y tendido con el viejo constructor de puentes. Dejó las cosas en claro. Gato ya nunca más sería un problema. Akatsuki los apoyaría tras bambalinas siempre y cuando la aldea no representará algún problema. No tolerarían la traición o cosa semejante. Él sería reconocido como el jefe principal de la aldea y tendría la protección perpetúa de la organización.

Tazuna firmó el pergamino donde se estipulaban las cláusulas del acuerdo de cooperación entre la Aldea Oculta entre las Olas y Akatsuki. "Es como firmar un pacto con el demonio" pensó el viejo. Pero mejor así.

=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======

Ese día, en la noche…

La habitación de Tsunami era bastante sencilla: una cama matrimonial algo vieja, un ropero al que le faltaban los espejos, una mesita con una pata dispareja y un taburete que rechinaba. Un bombillo amarillo que parpadeaba iluminaba el lugar. Se notaba a simple vista las dificultades económicas que ha pasado.

—Siéntate —ordenó la pelinegra señalando el taburete—. Y date la vuelta mientras busco la medicina.

Mientras esperaba fijó su mirada en la curvilínea figura de Tsunami que se movía de aquí para allá. No era la primera vez que hacía lo mismo así que tenía una idea de lo bien cuidada que estaba. Ella se agachó y la falda que usaba se pegó a su figura. "Ni se nota que ya tenga un hijo".

—¡Oye, no me mires así! —Dijo ella al darse la vuelta. Inevitablemente, comenzó a sonrojarse. La mirada de Natsu era muy elocuente—. ¡Date la vuelta!

Natsu negó rotundamente. —Si hago eso no podré seguir admirándote. ¡Ay! ¡Duele!

Ella respondió apretando un hematoma visible. —Ya, ya, no seas tan llorón. Sé un niño bueno y obedece —Tsunami acalló un grito. La espalda de Natsu era un testimonio vívido de la clase de vida que ha llevado. Cicatrices por doquier marcaban un intrincado mosaico. "Es más joven y ya ha vivido más que yo, que vida tan difícil" pensó con tristeza. Acarició suavemente la espalda del hombre como si esperará que cada cicatriz le contará su historia. Lo dejó ser. Y mejor se dedicó a curar cada corte y hematoma de forma minuciosa, no eran muchos—. Date la vuelta.

Natsu observó la expresión compungida de Tsunami pero no dijo nada para aliviarla. A veces lo mejor era guardar silencio y esperar. Lo que hizo fue soltar quejidos de vez en cuando cada vez que la aguja perforaba la carne y el hilo serpenteaba debajo de la piel. —Lo siento —dijo ella—, solo soporta un poco más.

—Gracias —dijo sonriendo, cuando terminaron—, mi linda y sexy enfermera.

Tsunami negó efusivamente. Hizo una reverencia profunda, como esas que se hacen al Lord Feudal. —A ti son las gracias. Lo que has hecho por la aldea no tiene precio y no importa que hagamos, jamás podremos pagar nuestra deuda —a pesar de que no gritaba, su voz tenía una fuerza que lo atravesó—. Natsu Kazama eres un ser benevolente y de gran corazón. Perdona que te hayamos causado tantas heridas.

Natsu, por primera vez en mucho tiempo, se encontró sin palabras ante la sinceridad de Tsunami. "No debes darme las gracias" pensó con remordimiento. Él tenía sus propios motivos para ayudar y planeaba sacar ventaja de eso. Pero no dijo nada para corregirla ya que Obito le enseñó que una persona en deuda es más propensa a escuchar y obedecer. —Tienes razón, Tsunami. Hoy la pasé difícil, por poco y logran matarme —hizo una pausa, dejando que sus palabras ganaran peso—. Entonces, señorita Tsunami, ¿cómo deberíamos empezar con el pago?

Tsunami parpadeó sorprendida, esbozó una sonrisa ligera al pensar en que era una broma. Pero antes de hacérselo saber, él la miró directamente a los ojos y fue evidente el sonrojo que se apoderó de ella. A pesar de que resultaba contradictorio la situación (en la mañana la salvó de ser ultrajada y ahora parecía estar coaccionándola) el mensaje estaba clarísimo: la deseaba como mujer. —No… —se puso de pie y comenzó a retroceder, intimidada por lo que veía en los ojos negros del hombre. Él la siguió y lentamente la arrinconó contra la pared.

Tsunami interpuso los brazos, en un gesto nimio de resistencia, pero su fuerza se debilitaba ante la mirada lujuriosa. Natsu agarró un mechón de cabello y lo acarició hasta llevárselo a la nariz. Aspiró con suavidad, como sí buscará memorizar el aroma. —Cada vez que encuentre una lila, me acordaré de ti —susurró mientras posaba sus labios en el cuello y ella cerraba los ojos. Tsunami ahogó un gemido—. Me gustas, Tsunami.

—No podemos —suspiró con voz encandilada. Hizo todo lo posible para no concentrarse en la sensación eléctrica que recorría su cuello pero le fue imposible. Había sido tanto tiempo desde que era tratada como mujer. Hizo un último intento de apartarlo pero sus brazos eran como fideos—. Soy mayor que tú.

Natsu ascendió sin dejar de depositar besos pequeños en el delicado cuello. —¿Y eso qué? Me gustas por quien eres —agarró la mano derecha y besó el dorso, luego colocó ese brazo sobre su hombro izquierdo. Lo mismo hizo con la mano izquierda y quedó de tal forma que ella pudiera abrazarlo—. Mírame —ordenó. Ella soltó otro suspiro que más parecía gemido.

—No quiero.

—¿Por qué?

La pelinegra se mordió el labio. Las manos en su cintura la hacían recordar viejos tiempos y desear nuevos recuerdos. La mujer que deseaba amor comenzaba a despertar, hizo un último intento desesperado por acallar sus deseos. —Tengo miedo —musitó. Sus labios se rozaron un par de segundos, fue un toque efímero pero que permanecería por siempre en la mente de Tsunami. "Mi primer beso" pensó, rememorando ese cálido sentimiento. Sus dedos acariciaron los hombros de acero del hombre. Era tan joven pero había vivido mucho más que ella—. Miedo de que esto sea un sueño.

Natsu sabía la historia de Tsunami, hace algunos días que Tazuna -con la ayuda de un par de copas- le habló de ello. Así que el miedo era comprensible. Ella ya había perdido a dos hombres que amó intensamente. Y Natsu se estaba convirtiendo en el tercero. Natsu pensó que decir, pero no se le vino nada a la mente. Era consciente de su condición como ninja: sin un lugar al que llamar hogar y sin la seguridad de vivir un día más. Por el momento, optó por otro camino.

Hay ocasiones en que las acciones dicen más que mil promesas. Y eso lo sabía ella. Tsunami respingó cuando él la besó, ya no fue un simple roce. Ese beso fue la señal para que la represa de sus sentimientos se liberará, dejando que los deseos más íntimos salieran de su corazón. Respondió el beso de forma tímida mientras sus manos cobraban valor y acariciaban la melena rosa con tal de acercarlo más. —Natsu —gimió. La mirada de Natsu la quemaba con un deseo que nunca había visto en nadie. "Solamente esta noche" pensó, pero sabía muy bien que se mentía. Cada caricia que él prodigaba la hacía estremecer y desearlo más que antes y una noche no bastaría—. También, me gustas.

Natsu sonrió con sinceridad y la volvió a besar. En esta ocasión, ella fue más proactiva. Sus lenguas se encontraron, se saludaron y rápidamente se volvieron inseparables. Ella tenía un sabor tan único que era imposible no hacerse adicto a ella. Lo mismo pensó la mujer. —Hmmm~ —la pelinegra también respondió con igual intensidad. Lo besaba con un hambre insaciable, al fin podía expresar lo que el hombre le hacía sentir desde hace varios días—. Mm~ Nnh~.

Natsu la presionó más contra la pared y pudo sentir los pechos de Tsunami presionándose contra su torso. Su mano derecha ascendió lentamente por la pierna izquierda, acariciándola con cuidado. El elástico de la falda no presentó oposición alguna en sus manos; apretó con suavidad las nalgas, las acarició y amasó. Hundió sus dedos y dejó que su corazón se llenará con la sensación que desde hace tiempo anhelaba.

Ella se separó del beso y soltó un gemido encantador y excitante. Recordó que no estaban solos así que se llevó las manos a los labios con tal de acallar sus gemidos. Él, en cambio, encontró otras formas de no callarla: empujó su virilidad contra la entrepierna de la mujer, hacidebajo gemir y suspirar su nombre. —Natsu~ Mmm~ ¡Ah~!

Natsu la volvió a besar. Éste beso aumentó en intensidad y fogosidad. Las manos de Natsu pasaron de las nalgas a los pechos. Los apretó suavemente y luego con fuerza. La tela estorbaba, así que la ayudó a quitarse la blusa. Ella usaba un sostén celeste. —Me encanta lo que veo —dijo empleando un tono profundo y seductor. Los pechos de Tsunami no eran los más grandes que ha visto pero tenían el tamaño perfecto para sus manos. Ella respiraba de forma erótica y un tenue rubor adornaba sus mejillas; sin quitarle el sostén, tomó el pezón derecho y lo acarició suavemente—. Que dulce~.

"¡Por los dioses, que bien se siente!" pensó con euforia. Había sido bastante tiempo desde la última vez que un hombre la acariciaba de esa forma y Natsu era mucho mejor que los anteriores. Aprovechó el momento en que Natsu se separó de su pecho para quitarse el sostén y darle más libertad. Quería sentir la boca del hombre directamente en su piel y él no la decepcionó. —¡Hy~~! ¡Na~tsu! —Tsunami arqueó la espalda y abrazó a Natsu, acercándolo más a sus pechos—. Mm~ qué rico~.

Natsu lamió alrededor de la aureola a un ritmo provocador. Luego abrió grande la boca y engulló el manjar que ella tan feliz le ofrecía. Sus manos volvieron a ocuparse del trasero respingón de nalgas suaves y piel tersa. El pezón se volvió una dulce gominola que con gusto mordisqueó, saboreó, succionó e hizo mil maravillas con el tierno pedacito de malvavisco. Tsunami ahogó un gritó eufórico al ser llevada al orgasmo por primera vez desde hace mucho. —¡Aahhh~~~! —Ya no le importaba si la escuchaban o lo que pensarán de ella, lo único de importancia en su mente era Natsu.

Natsu la levantó desde las nalgas y se sentó en el borde de la cama con ella a horcajadas en su regazo. Cambió de pecho y siguió el comportamiento de niño hambriento: mamó con fiereza, estirando el pecho lo más que pudo. Ella, instintivamente, agitó las caderas al sentir el bulto presionarse contra su intimidad, el simple acto la hizo estremecer. —¡Na~tsu! ¡Ah~! ¡Ohh~! ¡Sigue así cariño! —Era la primera vez que sentía tanto placer y estaba feliz de que apenas estaban en el juego previo, se mojaba de sólo pensar en el evento principal—. ¡Mmm~~~!

Natsu sonrió con lascivia al ver su obra: la mujer tenía las mejillas coloradas, respiraba de forma errática y lo miraba con lujuria. La besó y buscó su lengua, a diferencia de los besos anteriores, éste estaba cargado de nada más que deseo. Sus lenguas se enrollaron como dos serpientes en celo. Ella gimió cuando Natsu estiró la braga causando que la tela se hundiera entre sus labios. —Mi linda y sexy Tsunami, me encanta escucharte gemir —dijo antes de tomar los dos pezones al mismo tiempo con la boca. Ella soltó un largo y profundo gemido, endulzando el oído del hombre. La habitación se llenó de sonidos de succión y lamidas acompañados de gemidos sensuales.

Nuevamente, Tsunami gritó su nombre. Tocó el cielo por segunda vez. Exhausta pero satisfecha, apoyó su mentón en el cuello del hombre. Movía lentamente sus caderas, gozando la excitante fricción. —Mi amor, de mis pechos no saldrá nada hasta que cumplas con tu deber —la lujuria se apoderó de su mente y sacaba a la superficie sus más bajos deseos. La hacía hablar sucio. Deslizó una mano debajo del pantalón y acarició la vara fe carne—. Dame tus hijos.

Natsu gruñó como bestia salvaje. Las palabras de la pelinegra calaron profundo dentro de él. Por esta vez ignoró las advertencias que Obito le dijo hace tiempo. Se las ingenió para quitarse el pantalón y dejar su erección libre de la molesta prisión. —¡Oh, Tsunami! —Gruñó al momento en que los delicados dedos apretaron su glande—. ¡Ten lo por seguro!

Ella levantó las caderas mientras lo guiaba. No necesitaba verlo para saber que, lo que estaba por venir, sería grandioso. Las manos en su cintura afianzaron el agarre, enseñándole a su cuerpo y grabando en su mente el lugar al que pertenecía. Un escalofrío recorrió su cuerpo cuando la punta presionó contra su húmeda intimidad. —¡Ahhhh~! —Su expresión cambió a una de sabroso deleite a medida que la virilidad la extendía y horadaba más allá de su imaginación. "¡Llega tan adentro y es tan grande!" pensó en éxtasis—. ¡Naaatttt~~suuu!

Natsu soltó un gruñido seco y profundo, digno de una bestia. "Es tal como imaginé" pensó. Ella lo apretaba con fuerza. Cada pliegue viscoso y caliente se aferraba a él como si su vida dependiera de ello. —¡Tsunami! ¡Que rica estás! —exclamó. Era sencillo saber que no la habían tocado en años. Se quedaron así, quietos, gozando de esa conexión, disfrutando cada sensación y ansiando lo que estaba por venir—. ¿Lista?

—Espera —dijo, reprimiendo un gemido. Lo besó y usó la fuerza necesaria para tumbarlo sin hacerle daño—. Ah. Dejame esto. Ah~, tus heridaaass.

Natsu permitió que la mujer tomará el mando y no le dijo que esas heridas se sanarían con un poco de chakra. Después de todo, la noche prometía ser larga y estaba seguro que ella no podría seguirle el ritmo. —Wow, Tsunami que bella eres —dijo. La pelinegra apoyó las manos en su tórax y de sus finos labios brotó el gemido más sensual de toda la noche. Sus pechos se balancearon de forma tentadora.

—¡Ah~! ¡Natsuu~~! ¡Es tan grande y gorda! —Tsunami estaba sintiendo lo que es ser mujer. Bajaba y subía sus caderas a un ritmo lento, no podía acostumbrarse al tamaño del hombre. "¡Por dios, llega ta~n adentro! ¡Qué maravilla!" pensó. Poco a poco, comenzó a subir el ritmo y la habitación se llenó de una sinfonía dulce y cautivadora: sus gemidos eran acompañados por el choque de sus nalgas con la pelvis del hombre—. Mm~ ¡Qué ric~ooo!

El pelirrosa apretó los dientes, la intimidad de la mujer lo trataba con fiereza. ¡Lo comía con ansías! Sus labios se encontraron en un beso íntimo y cargado de deseos primigenios. ¡Comenzaron a devorarse! —Tsunami, se nota que tienes hambre —dijo. Un hilo de saliva conectaba sus lenguas y el cabello negro los cubría, dándoles una mayor intimidad. Ella prefirió callarlo con sus suaves labios; eso ya lo sabía. Sus pezones estaban tan duros que temía perforarlo—. ¡Nngh!

—¡HYAAA! ¡NATSUUU! —Gritó cuando él cambió el ritmo. Las dedos del hombre se hundieron en su carne y la tomaron con fuerza. La levantó hasta que sólo la punta quedará dentro y luego la bajó de un golpe. Tsunami gritó gozosa—. ¡Tu verga es grandiosa! ¡Ya está tocando mi útero!

Los pechos comenzaron a balancearse de forma frenética de arriba hacía abajo. La dulce voz de Tsunami era todo un concierto de gemidos, gritos y bendiciones. El sudor perlaba cada centímetro de ellos mientras el foco alumbraba de forma tenue. —¡OH~! ¡Tsunami que rico aprietas!

—¡NATSUUUU! —Exclamó cuando su cuerpo convulsionó, culpa de un potente orgasmo. Su espalda se curvó mientras cada fibra de su ser experimentaba lo que era alcanzar la gloria. Los pulmones le ardían por haber hecho tantas sentadillas sin preparación previa. Cuando el éxtasis comenzó a menguar, se recostó encima de él. Respiraba de forma errática y estaba bien sudada. Disfrutó del ritmo cardíaco del hombre—. ¡Wow! ¡Ha sido asombroso!

Natsu apretó fuertemente los dientes con tal de resistir el agarre vicioso. Ella lo apretaba tan fuerte casi cómo si quisiera arrancársela. Los pliegues se aferraban a su virilidad y lo incitaban a vaciar su semilla en ese sagrado lugar. Logró resistir. Ella comenzó a prodigar besos en su cuello y subió, dejándole marcas notorias, le sonrió cuando se vieron a los ojos. —Mi linda y sexy Tsunami. Sí que eres una mujer candente. Pero —la rodeó con los brazos y magistralmente dieron la vuelta. Ella quedó acostada cubierta por toda la anatomía del hombre—, yo aún no estoy satisfecho.

—¡Espera! ¡Ah~, estoy muy sensible! —Tsunami se curvó como una gatita cuando Natsu la embistió. El grito placentero murió en su boca; Natsu la volvió a sorprender cuando la besó de forma totalmente distinta. La cama chirrío y crujió cuando él comenzó a empujarla a un ritmo frenético, sin contemplación o piedad alguna. "¡Oh dios, ya está tocando mi útero!" pensó mientras sufría los choques eléctricos por cada golpe—. ¡Alt-! ¡Ah~ espe-! ¡Nat- ohh! ¡Noo! ¡Ah~, síííí, ahí! ¡Má~sss!

Natsu ignoró las súplicas iniciales que luego se transformaron en exigencias y comenzó lo que él denominaba como «volver su coñito en funda de mi verga». Bajó la velocidad y se concentró en golpear los puntos más sensibles, provocando que ella perdiera la cabeza. Luego recuperó el ritmo sin perder fuerza. La cama con cada rechinido amenazaba con ceder. —Tsunami, un poco más —avisó. Ella lo rodeó con las piernas y brazos con tal de tenerlo más cerca. La posición sexual se volvió más íntima y concluyó con un beso—. ¡OHHH~ ACABOOO!

Tsunami se aferró con fuerza, justo como lo haría un náufrago en plena tormenta, y recibió la ola gigante que la ahogó de placer. Se hundió sin oponer resistencia; su espalda se curvó, sus pies se doblaron en sintonía y un grito orgásmico resonó en las paredes de la habitación. El líquido caliente se abrió paso hasta su útero y bebió disparo tras disparo hasta saciar esa sed terrible. Pero la cantidad estaba más allá de lo normal. La expresión en el rostro de la mujer madura era el testimonio más puro y exacto de la felicidad femenina. El orgasmo adormiló todo su ser y consciencia. Lo último que pensó la pelinegra fue que sería feliz estando al lado del hombre. Natsu la besó mientras continuaba vaciando la carga llena de vida.

Afuera de la habitación...

La casa de Tazuna ya tenía más de una década de vida y la madera comenzaba a resentir el tiempo y las termitas. Las tablas del corredor rechinaban a cada paso, la luz se colaba por los hoyitos en las paredes, los sonidos pasaban como el viento por las rendijas y no había secretos en su familia. El viejo constructor de puentes estaba recostado en el camastro y a oscuras. Chasqueó la lengua al escuchar los primeros gemidos de su hija. Cerró los ojos y se puso las manos en los oídos con tal de no escuchar nada más, el tiempo le diría que esa acción fue en vano. "¡Ese maldito idiota!". Se sentó al borde de la cama, decidido a detenerlos, eso ya era un escándalo, sonaba como si la estuvieran matando. Desde que los vio subir el segundo piso supuso que las cosas terminarían así, pero no esperó que el encuentro fuera tan intenso y tampoco que su hija se olvidará de su nieto.

Antes de que él hombre logrará siquiera incorporarse, tambaleó y extrañado se llevó la mano a la nuca. Sus ojos se opacaron y cayó de costado. Bajo la tenue luz de la noche, una aguja plateada sobresalía de la nuca del anciano. —No permitiré que alguien moleste al maestro Natsu —dijo, Fuyumi, para sí misma. Retiró la aguja y salió de la habitación. Inari por otro lado, en su habitación, también se encontraba en las mismas condiciones que su abuelo. La pelinegra se encargó de que el niño no interrumpiera la diversión de Natsu con su madre. Con los restantes dos miembros de la casa durmiendo profundamente, Fuyumi regresó a su vigía. Se sentó al pie de la puerta y cerró los ojos; sólo ella sabe si espió o no lo que sucedió dentro de la habitación hasta deshoras de la madrugada.

=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======

Tres semanas después…

Natsu extendió su estadía en la aldea lo máximo que pudo con tal de satisfacer los deseos de la joven viuda. Desde el momento en que Tazuna e Inari se iban a trabajar, la pelinegra se soltaba el cabello y se convertía en la mujer de Natsu. No le negaba nada, siempre accedía a cualquier cosa que le pidiera el pelirrosa: lo hacían en la sala, en la cocina, sobre la mesa, cuando se bañaban, se la chupaba a escondidas de su familia. Incluso lo hicieron en la playa, a plena luz, ocultos por un saliente. En esas ocasiones, ella lo cabalgaba con un frenesí asombroso, le suplicaba que se lo hiciera desde atrás, le encantaba el misionero y lo que más amaba eran los creampies. No importaba la hora ni el momento.

—¿Te vas? —en su voz se notaba el vacío que provocaban esas palabras. Usaba el brazo del hombre como regazo mientras él la acercaba más contra si mismo—. ¿No hay forma de detenerte?

Natsu la besó. Tenía la intención de aprovechar hasta el último minuto con ella. —Sabes que si tuviera opción me quedaría contigo —se dio la vuelta hasta quedar encima de ella y entre sus piernas. La agarró de la cintura y la acercó; su virilidad llegaba por encima del ombligo—. Lo único que puedo asegurarte es que encontraré la forma de visitarte muy a menudo.

Ella soltó un gemido delicado y complaciente cuando Natsu agarró su pecho derecho. —¿Me lo prometes? —El beso que le dio Natsu fue respuesta suficiente. Sus manos se enfocaron en acariciar el glande, arrancándole un par de gruñidos al hombre—. Amor, dame tu semilla por última vez. Hoy es mi día más fértil.

Natsu sonrió con perversidad. Tenía un par de horas y las bolas hinchadas. —Tsunami, si que eres una niña egoísta. Mereces ser castigada.

—¿Ah, sí? ¿Cómo sería eso, mi amor? —Ella extendió los brazos, invitándolo a una posición más íntima. Ella se relamió los labios con sensualidad—. Me enseñarías a ser una niña buena.

—Con gusto —Natsu la volvió a besar mientras lentamente la penetraba. Ella lo recibió cálidamente y con un amor verdadero. Dejaron el sexo a un lado e hicieron el amor. Afuera, las aves dejaron de cantar atemorizados por los intensos gemidos.

Esa tarde, el pueblo entero salió a despedirse del joven ninja y su acompañante. Le dieron varios obsequios (frutas principalmente) y oraron por su bienestar. No hubo ni uno que no estuviera profundamente agradecido con el hombre. Lo vitorearon y corearon un nombre falso. La única que no estuvo para despedirlo fue la pelinegra, ya fuera porque no podía levantarse o porque no quería verlo partir.

Natsu y Fuyumi se alejaron de la aldea sin prisa alguna. El bote se mecía suavemente en el mar, como los brazos de una madre cuando arrulla al niño.

—Natsu, los aldeanos sí que lo querían —para Fuyumi era la primera vez que permanecía en un lugar cómodo y acogedor, sin la sensación de que en cualquier momento saldría algún asesino de entre las sombras—. ¿Regresaremos?

—Algún día — respondió, pensando en que ya había prometido lo mismo a otras mujeres—. Definitivamente, algún día. Por ahora, nuestro destino es Konoha.

Fuyumi asintió. El cielo estaba despejado en el horizonte y después no les llevaría mucho tiempo tocar tierra. "Konoha es la aldea más fuerte. ¿Cómo nos infiltraremos?" pensó con duda. Ella no sabía el verdadero alcance de la organización de las nubes rojas.

FIN DEL CAPÍTULO

=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======..|..(-.-)..|..=======

¡Hola! Sí que ha sido un largo tiempo (¡más de un año!) desde que publique algo de ésta historia. Lamento mucho la demora, lo digo con sinceridad, a lo largo de éste año han pasado muchas cosas. Me botaron un curso lo que me costó un semestre extra en la universidad. No tengo laptop y la mayoría de éste capítulo fue escrito en el celular, lo cuál es muy cansado de hacer. En fin...

1. ¿Qué sucedió con Zabusa? Pues bien, dejemos en que Obito tiene una forma muy eficiente de reclutar personal para la organización.

2. De Haku a Fuyumi. Lo pensé detenidamentecompdejarádejará, en cierta medida, plantear el cambio de pensamiento y forma de ser. Además, quería que Haku dejará sus cargas atrás y que no perdiera lo último que tiene de alma. Aún no estoy seguro de si acerté en semejante acción de trama.

3. Las heridas y daño interno de Fuyumi fueron sanados por Zetsu. Además, durante el tiempo que permaneció en la aldea, acortó distancia con Natsu y le tomó confianza. Ahora ya lo llama por su nombre.

3. ¿Tsunami quedó embarazada? Eso no sabría decirlo, sólo con el tiempo lo sabremos. Pero, hay que tener en cuenta el factor Zetsu y Obito. ¿Que pensarán de ella? ¿La consideran una amenaza?

4. El poder de Natsu. No se debe olvidar que en el incidente de la Torre del Cielo, él absorbió gran cantidad -por no decir todo- de etherion. E Igneel también lo fortaleció, permitiendo que su hijo dominará todos los elementos mágicos.

5. ¿Konoha? Sí. No tengo opción, la obra original gira en torno a Naruto y su aldea. Eventualmente mostraré otros lugares. Y cómo sucedieron algunas cosas que sólo se han mencionado.

Me despido de mis preciados lectores, no sin antes, recordarles que dejen un review con sus impresiones, dudas, saludos o ideas. Deben saber que de ustedes también sacó mi inspiración para poder seguir escribiendo.