LAS CRONICAS DE NARNIA: EL RETORNO DE LA REINA.

Disclaimer: Las Crónicas de Narnia no me pertenecen.

Capítulo 1: La Ultima Condición de Narina

La habitación permanecía en un apacible silencio en el que solo se podía escuchar la respiración tranquila de la pareja que se encontraba recostada en la cama, disfrutando de sus últimos momentos de sueño, permanecían abrazados en medio de las sabanas revueltas, en una unión que parecía simbólicamente indestructible. El hombre abrazaba a la mujer pelirroja por la cintura con una sonrisa en los labios, mientras esta de espaldas mantenía su rostro sereno con su cabello esparciéndose sobre la blanca almohada.

La habitación no había cambiado mucho en esos cinco años que habían pasado, la pintura de la boda de ambos reyes seguía colgada sobre la cabecera de la cama, pero, además, a los lados de la puerta había dos pinturas, cada uno de los pequeños cuadros mostraban a una niña, igual pero diferente. El parecido entre ambos niños era sorprendente y si no fuera por el color del cabello no se les podría distinguir una de la otra.

Lily tenía el cabello rubio dorado y en bucles muy elaborados para ser naturales, y Ana el cabello rojo como la sangre, desordenado y ondulado como el de su madre, ambas tenían la piel blanca y los ojos azules, como Peter, siendo esto lo que Narina más amaba de la apariencia de su marido, aunque no estuviera dispuesto a decirlo jamás.

Como alguna vez Narina lo había predicho Lily y Ana no podían ser más diferentes. Ana era toda alegría y ruido, no sabía quedarse quieta, era temeraria y juguetona, arrogante, orgullosa y caprichosa. Narina distinguía muchas de sus conductas en ella y unas cuantas, de su esposo, pero la mayoría del tiempo nunca había podido adivinar de donde había sacado su hija tantas energías y tanta felicidad, aunque lo atribuía a la manera en que se criaba.

Lily en cambio era dulce y tranquila, siempre obediente y educada, a tan poca edad ya era responsable y muy noble, de ella si era muy difícil encontrar actitudes que se parecieran a ella o a Peter pues ella jamás había sido tan dulce y tierna como su hija lo era, ni siquiera en su época dorada cuando Aslan la había mantenido con él durante su infancia, y Peter aunque serio y tranquilo era demasiado estricto como para decir que las conductas de Lily eran heredadas de él.

Aunque nuevamente Narina atribuía el carácter de Lily, como con Ana, a la manera en que las dos estaban creciendo, pues ella y Peter se esforzaban en que ambas fueran felices y disfrutaran de su infancia, sabiendo que llegaría un día en que en lo único que podrían pensar sus hijas seria en acabar con Jadis cuando esta regresara.

Durante ese tiempo había pensado mucho en quien de las dos pequeñas seria la niña de la que la profecía hablaba, la destinada a derrotar a la Bruja Blanca, analizaba cada cosa que sus hijas hacían intentando encontrar en ellas las cualidades que las harían las indicadas para tan importante tarea, pero lo cierto es que no lo había logrado.

Ana era de verdad valiente y de carácter fuerte, fácilmente podría desempeñar un buen papel contra Jadis pero, Narina admitía, no era bondadosa o sacrificada, era más bien egoísta y caprichosa. Lily en cambio era noble, trabajadora y dispuesta a sacrificarse por alguien más, a tan temprana edad ya amaba a Narnia, pero era demasiado débil de carácter, llorona y temerosa de lo que la rodeaba cuando no se encontraba con sus padres, tíos o su hermana.

Si había algo que Narina admiraba de sus hijas era esa amistad y unión que compartían, siempre estaban juntas, y los habitantes de Cair Paravel ya se habían acostumbrado a escucharlas hablar al unísono o a completar las frases que la otra dejaba a medias. Lily solía hacer a Ana más noble y menos egoísta, y Ana hacia a Lily más segura y valiente.

Narina las amaba a ambas por igual, aunque muchas veces aun no supiera como demostrar su preocupación por ellas.

La puerta de la habitación fue bruscamente abierta y pronto dos pequeños cuerpos cayeron sobre ambos durmientes despertándolos de mala manera.

-MAMA, PAPA DESPIERTEN- gritaban ambas niñas mientras brincaban sobre los cuerpos de sus padres- HOY ES EL DIA, HOY ES EL DIA.

Peter abrió sus ojos de mala gana y miro a sus dos hijitas aun con la mirada nublada por el sueño.

- ¿Niñas que sucede? - pregunto Peter en un susurro adormilado.

-Papi hoy es nuestro cumpleaños- dijo Lily tirándose sobre su padre y abrazándolo por el cuello- cumplimos 5 años.

-Es tarde, papa– hablo la otra niña – Cedric llegara pronto.

Cedric era por mucho el mejor amigo de ambas niñas, como había prometido siendo solo un bebe, este se parecía tanto a su madre como cabía de esperar, tanto física como mentalmente. Era tierno, inteligente y reservado pero su seriedad no impedía que se viera arrastrado en las travesuras de Anna, justo como Lily.

Seguido Narina recordaba al difunto abuelo de Kattherinn mientras veía al hijo de está jugando con las dos pequeñas princesas de Narnia. Narina se había resignado para entonces a jamás olvidar a su primer amor, y era entonces que se sentía culpable con Peter, el tiempo que había desde el beso en el lago de la isla de Falis no había ayudado a que la hija de Aslan se acostumbrara a la idea de estar enamorada ya no de un muerto o un imposible, sino de un ser nuevo que estaba presente en el día a día y que sabía que jamás se iría.

-Niñas aun no amanece– se quejó Peter mirando a la ventana donde entre las cortinas se podía ver el cielo aun oscurecido -deben dormir más.

-Pero ya no tenemos sueño- se quejó la pequeña pelirroja, sentándose entre su padre y el cuerpo durmiente de su madre.

Peter se incorporó de la cama y cargo a ambas niñas en sus hombros, dispuesto a llevarlas a su habitación.

-Vamos a que duerman un par de horas más- dijo el padre entre las protestas de las dos pequeñas niñas –cuando despierten Cedric ya habrá llegado y podrán jugar con el todo lo que quieran.

Peter abrió la puerta de la habitación de sus hijas y deposito a cada niña en su cama. La habitación era digna de la realeza, el cuarto ideal para cualquier infante.

-Pero el tío Rilian dijo que como era nuestro cumpleaños podíamos hacer lo que quisiéramos- reprocho Anna haciendo un adorable puchero.

-Así que eso les dijo Rilian ha- murmuro Peter con las manos en la cintura- pues primero deben de esperar a que amanezca de verdad para que sea verdaderamente su cumpleaños.

-Está bien- asintió Lily, arropándose de nuevo con sus cobijas- ¿Me das un beso para dormir, papi?

Sonriendo Peter se acercó a la pequeña rubiecita y le dio un beso en la frente, adoraba la ternura e inocencia de su hija, de cierta manera le recordaba a Susan, aunque nunca había expresado esa idea en voz alta, seguro de que nadie lograría entenderlo. Él había conocido a su hermana en una etapa que ni Edmund ni Lucy lo habían dicho, su etapa como hermana menor. En esos años que llevaba desde el nacimiento de sus hijas lo que más había recordado de Susan eran sus primeros años de vida, antes del nacimiento de Edmund. Eran recuerdos borrosos pero hermosos, que lo transportaban a la etapa más inocente de su vida.

Después de arropar a Lily, Peter se dirigió a la niña pelirroja. No sabía a quién se parecía Ilyanna, Peter no podía reconocer en ella algún rasgo suyo o de su esposa, a pesar de que muchos solían decir que había heredado ciertos rasgos de su personalidad, como su orgullo y arrojo. Su pequeña hija difícilmente solía pedirle alguna muestra de cariño, y quizás era por ello que él se esforzaba tanto en demostrarle cuanto la quería. A veces cuando Lily no estaba, y Anna así, Peter se sentía culpable, pues reconocía ser más cariñoso con la rubia que con ella, pero esto era mas porque la misma Lily solía demandarle gestos amorosos que Peter no podía negar. Simplemente había veces que sentía que le prestaba más atención a Lilyana, pero incluso Anna solía ver en su hermana un rasgo que esta no tenia, un rasgo que Peter había visto con anterioridad en su hermana Susan.

Peter deposito un beso en la frente de la pelirrojita, como lo había hecho con su hermana, pero esta le dio la espalda, berrinchuda como solo ella. A veces, Anna solía recordarle a su hermano Edmund cuando era niño, y en ocasiones como está a la época rebelde del rey justo después de que su padre fuera mandado al ejército. Pero esas actitudes nunca le habían parecido tan adorables.

El hombre rubio camino hacia la puerta y apago las velas, dejando la habitación en penumbras, desde allí observo a sus hijas. Lily dormía de costado abrazando un pequeño oso de peluche, mientras que Anna dormía boca abajo y se destapaba los pies siempre durante la noche debido a sus movimientos mientras dormía. Peter no podía creer que ya tuvieran 5 años. Parecía que había sido ayer el día en que habían nacido en el castillo de Reignis.

Con paso tranquilo, el rey regreso a su habitación, Narina lo esperaba aun en la cama, donde Peter se recostó nuevamente y la abrazo por la espalda.

-¿Duermen de nuevo?- pregunto su esposa en un susurro amortiguado por la almohada.

-Eso creo- respondió Peter sin sorprenderse por encontrarla despierta, sabía que siempre era la primera en despertar cuando sus traviesas hijas entraban en la habitación, pero jamás abría los ojos, siempre lo dejaba al hacerse cargo pero lo esperaba despierto, preocupada por sus hijas sin demostrarlo- Rilian le dijo que podían hacer lo que quisieran por ser su cumpleaños.

-Matare a ese principito- bufo Narina con fastidio.

-No antes de su boda con Lucy- negó Peter adormilado- no quiero que sea viuda antes de casarse.

Narina rio. Después de 5 años nadie comprendía como es que el príncipe narniano y la reina valiente permanecían juntos. La molestia de Peter había sido solo la primera prueba a pasar por ese amor que decían tenerse, la más grande prueba eran ellos mismos.

Para ese día. Caspian pasaba la mayor parte de sus días en Telmar, donde quería recuperar la población que un día había existido, o en Beruna donde enseñaba a Rilian todo aquello que necesitaba para convertirse en un buen soberano para los narnianos. El navegante era consciente de que Peter y Narina necesitaban su propio espacio para convivir como pareja y aprender a ser padres, por ello había querido darles un tiempo a solas, por lo que se había llevado a Rilian y Lucy a Beruna nada más regresar de Nayka después de la derrota de la Bruja Blanca.

Si había algo que todos reconocían es que a partir de ese dia en que Peter acabo con Jadis, una nueva vida había empezado para ellos. En particular, para Rilian y Lucy había comenzado una nueva clase de relación, una donde no tenían por qué esconderse. Pero esa clase de relación tenía sus desventajas. Ambos habían comenzado a pasar demasiado tiempo juntos en una etapa que Narina solía llamar ¨la luna de miel¨. Ese periodo duro aproximadamente cinco meses, después de los cuales los problemas habían comenzado.

No se comprendían, eran demasiado diferentes, y no tenían la madures para sobrellevar esas diferencias, o mejor dicho, Rilian no tenía la madures para ello. Y es que Caspian había comenzado a poner en su hijo una responsabilidad nunca antes conocida, la responsabilidad de gobernar un país entero con miles, millones, de habitantes. Para Lucy que había llevado ese trabajo a cabo desde que tenía ocho años esto no era nada, y a Rilian le desesperaba la manera en que su novia podía ver todo como una labor demasiado fácil. Con el tiempo, Rilian y Lucy habían podido resolver sus diferencias, después de un espacio de un año peleando por esa razón.

Entonces había surgido el monstruo de los celos. Lucy solía reconocer que no era la joven más segura del mundo, el haber crecido con Susan había hecho mella en su autoestima pues para todos su hermana mayor era siempre la hermosa, inteligente y noble. Lucy solía ser la pequeña y dulce. En contraparte, Rilian era uno de los hombres más seguros que había en Narnia, habiendo tenido la dicha de crecer lleno de lujos, donde todo el mundo lo alababa constantemente y de grande no había conocido más que mujeres que se aventaban a sus pies.

Y ese era el verdadero problema, la reaparición de todas esas mujeres que se arrastraban tras el príncipe de Narnia. Lucy solía pensar que esas mujeres eran más hermosas que ella, y llegaba a cuestionarse que era lo que Rilian podía ver en ella. Rilian no comprendía por qué Lucy pensaba así, ella era hermosa. ¿Cómo no podía ver todo lo que había hecho por ella que no haría jamás por esas otras mujeres? Para el, Lucy Pavensie no tenía comparación. Quizás eso era lo que llamaban amor.

Las múltiples mujeres detrás de Rilian y los celos de Lucy eran un problema que aún no podían resolver.

Otro problema a resolver por la pareja era la ya mencionada inmadurez de Rilian, simplemente el príncipe no sabía cómo llevar una relación, y no se podía considerar un chico exactamente romántico. Y es que él nunca había tenido que conquistar jamás a una chica, ni siquiera a Lucy, por lo que no sabía hacerlo. Lucy solía decirse que no importaba, su novio era así, era parte de su personalidad y debía de aceptarlo.

Pero a veces, cuando veía los detalles de Edmund hacia Kattherinn o las cosas que su siempre reservado hermano Peter tenía con su seria e indiferente esposa, no podía evitar recordar amargamente que Rilian ni siquiera era capaz de recordar su aniversario.

Había cosas que, sin embargo, Lucy intentaba enseñarle a su novio. Como por ejemplo la importancia de la comunicación entre ellos, el llegar a conocer hasta su más terrible secreto o todas sus malas costumbres. Intentaba contarle cosas de ella que nadie más sabia pero era difícil abrirse con alguien que era fácilmente distraído, y resignadamente admitía que había pocas cosas que concia de Rilian.

Quizás era por eso que nadie que los conociera realmente comprendía como es que ahora iban a casarse. Caspian aun intentaba averiguar que pasaba por la cabeza de su hijo cuando decidió pedirle matrimonio a Lucy. Y Peter aun intentaba adivinar que había hecho que su hermana le dijera que sí.

Edmund solía decir que Rilian y Lucy no se amaban, solo se necesitaban, como si creyeran que si se separaban se quedarían solos para la eternidad, Kattherinn en cambio pensaba que lo suyo era más físico, algo más basado en el deseo que en el amor.

Peter aun creía que Rilian era un patán roba hermanitas y que Lucy solamente quería vivir lo que era amar. Si era sincero consigo mismo estaba seguro que esa relación estaba destinada al fracaso pues el mayor obstáculo a vencer seria su hermana Susan, y si había algo de lo que estaba seguro era de que esta regresaría a Narnia tarde o temprano, y cuando esto sucediera esperaba que no se tomara a mal la relación del príncipe y Lucy pues no quería que la misma Susan interfiriera en esa relación, y no porque tuviera fe en ella, sino porque no quería ver a la más pequeña de sus hermanos sufriendo.

Eustace y Jill estaban demasiado confundidos por la relación de sus amigos, había veces que los veían cariñosos y felices juntos, y ambos los habían escuchado hablar de lo mucho que se amaban, pero había otras veces en que no podían verse ni en pintura y cuando lo hacían no hacían más que gritarse y hacerse reproches, sus más terribles discusiones habían sido por los celos de Lucy.

En esos momentos solían recordar mucho a Edmund y Kattherinn cuando eran novios y discutían por los celos de esta última, quien había llegado incluso a golpear a una pretendiente de Edmund, de las más insistentes. Pero de alguna manera esas peleas eran diferentes pues ninguno de ellos buscaba herirse sino que exigían una solución al otro, no podían durar más de tres horas peleados, horas en las que no hacían otra cosa más que estar tristes y recordar a su amor que estaban seguros habían perdido. Claro que eso jamás sucedió. Rilian y Lucy en cambio podían ser capaces de gritarse, arrojarse cosas he incluso pasar días sin hablarse antes de reconciliarse y volver a pelear semanas después. Era como un círculo vicioso.

Caspian era otro que no sabía que pensar, cuando esa relación comenzó, después de que esta fue aprobada por Peter, estaba feliz, recordaba la profecía de Zafira que decía que su hijo cambiaría por el amor a una mujer y no podía sino sentirse satisfecho de que esa mujer fuera su vieja amiga Lucy. Había tenido sus reservas por la historia que el mismo había tenido con Susan pero llegado ese momento consideraba ese obstáculo superado, después de todo ella no había regresado a Narnia y difícilmente lo haría. Pero su fe por esa relación se había visto quebrantada por tantas idas y venidas de la pareja.

Por su experiencia en relaciones autodestructivas, Caspian sabía que había dos grandes obstáculos a superar para su hijo y su prometida. Primero la inmadurez de su hijo que se veía incapaz ha de ser más comprensivo, paciente y a renunciar a ciertas cosas de su vida por el amor de la valiente. Y después estaba el superar la excesiva tolerancia de Lucy, quien dejaba pasar error tras error de Rilian, y en cada pelea era ella quien lo buscaba para solucionar los problemas no dejando que su hijo aprendiera algo de sus caídas y fuera consciente de sus propios errores, cargando siempre ella con todo el peso de la relación.

Se viera por donde se viera nadie creía en esa relación excepto Narina, por más increíble que pudiera parecer. La reina pelirroja solía afirmar que esos dos chicos ¨cabeza hueca¨ como solía llamarlos realmente se amaban y ahora estaban comprometidos desde hace dos meses, razón por la que ambos chicos permanecían en una nueva etapa de la ¨luna de miel¨ por lo que todo ese día se demostraron su cariño ante la molestia de Peter quien no era capaz de disfrutar de la fiesta en honor de sus hijas.

Ambas niñas juguetearon todo el día, y para la noche, cuando Aslan se presentó a felicitarlas ambas pequeñas quedaron dormidas recostadas sobre el lomo del león. Durante esos cinco años de vida, ambas niñas habían visto ir y venir al felino en sus vidas, quien las visitaba solo tres veces al año, para su cumpleaños, para el cumpleaños de su madre y para el aniversario de la caída de Jadis a manos de Peter, pero ambas niñas tenían en él una adoración comparada solamente a la que Lucy sentía por el león.

Para cuando las niñas se durmieron pocos eran los que quedaban en la playa donde se había celebrado la fiesta, y ahora encendían una gran fogata para calentarse mientras seguían charlando. Fue entonces que Narina vio descender del cielo una estrella algo retirado de donde ellos se encontraban, con fastidio Narina se puso de pie y se acercó a la estrella que miraba perdida las olas empapar la arena de la playa.

-Llegas tarde, Zaccaria- murmuro la pelirroja mirando a la apuesta estrella.

-Sabes que no vengo a la fiesta- respondió Zaccaria con tono serio –pero felicita a Anna y Lily de mi parte.

-Lo sé, desde hace tiempo que las fiestas no son lo tuyo- comento Narina, sin querer mencionar que era desde que Zafira ya no estaba entre ellos. De alguna manera era un tema tabú entre ellos.

Narina aun podía recordar con claridad lo destrozado que había acabado su antiguo enamorado cuando Zafira había partido, la había buscado como desesperado por todo un año sin poder dar con ella en el infinito cielo de Narnia, y un día simplemente había descendió sobre Cair Paravel y había roto en llanto, después convirtiéndose en esa criatura helada que tenía frente a sí.

Desde ese día nadie mencionaba a Zafira delante de Zaccaria o de ella.

-¿Qué noticias me tienes?- pregunto Narina con curiosidad.

-No buenas- negó la estrella –tenías razón sobre los atracos a los barcos de Galma, Bridstone y Magissa.

-Quisiera no haber tenido razón- suspiro la reina narniana con pesar - ¿Quiénes son?

-Personas sobrevivientes de la batalla en Maior, recuerda que hubo traidores que lograron escapar- respondió el rubio –tuvieron éxito en esconderse todo este tiempo de nosotros, no son muchos pero en definitiva alguien debe de estarlos ayudando, parecen saber lo que hacen.

-Así que la Policía Secreta renace- murmuro Narina con voz fría, perdiendo su mirada en el cielo estrellado –Que así sea.

-No saben cómo traerla de regreso- agrego Zaccaria minutos después- la varita está a salvo en Magissa.

-Regresa ahora- ordeno Narina –por mas lejos de ella que estén, no quiero arriesgarme, jamás debes dejar desprotegida esa isla. No lo olvides.

-No lo hare- negó Zaccaria, y en un relámpago de luz desapareció en el cielo nocturno.

Narina lo siguió con la mirada mientras surcaba el cielo, desde abajo se veía como una estrella fugaz, y recordando la costumbre de los humanos de pedir un deseo cada vez que veían alguna, dejo escapar un deseo hacia su amigo, por más ridículo que eso sonara.

Encuentra la paz, amigo mío.

El festejo por Anna y Lily no duro mucho más, y como habían llegado todos se fueron retirando. Kattherinn y Edmund planeaban quedarse a pasar algunos días en Cair Paravel así que Caspian decidió también quedarse, así todos estuvieron reunidos nuevamente, incluso Eustace y Jill que habían llegado dos días atrás desde Nayka.

Aslan sin embargo, tampoco se retiró, se quedó en la sala del trono, sin moverse por días. Muchos lo tomaban como un mal presagio, pues recordaban que la última vez que Aslan había hecho algo como eso, Narina había atacado el castillo y eso sumado a lo poco que el león visitaba el lugar en los últimos años. Aunque en realidad nadie podía culparlo pues siempre que iba a Cair Paravel Narina y el terminaban discutiendo, nadie sabía la razón de ello, solo habían podido rescatar de los gritos furiosos de la pelirroja que Aslan había prometido algo que aun no cumplía, pero ninguno tenía ganas de preguntarle a la reina de que hablaba.

Sin embargo para el tercer día después de lo sucedido, justo cuando Kattherinn y Edmund se despedían para retirarse del castillo, Aslan los mando llamar. Asi los dos reyes de Nayka, Narina, Peter, Caspian, Rilian, Lucy, Eustace y Jill se reunieron esa mañana en torno al gran león.

-Hace varios años, en esta misma sala, hija mía- comenzó a hablar Aslan, dirigiéndose a Narina –me pediste 5 cosas a cambio de casarte con el rey Peter y darle una hija que nos libraría de la Bruja Blanca para siempre.

-Asi es- asintió la pelirroja –He cumplido ¿no?

-Y yo también, has tenido todo lo que me pediste, excepto la última de tus condiciones que quisiste decirme a puerta cerrada- reconoció el felino, todos los restantes en la habitación miraron del león a Narina, recordaban el momento pero ninguno jamás había cuestionado a Narina sobre esa última condición- durante todos estos años me he esforzado por cumplir tu petición pero no ha sido fácil.

-Lo sé- asintió Narina- han pasado siete años y aún no has cumplido con ella.

-Pues bien, la última de tus condiciones ha sido cumplida- anuncio Aslan con voz solemne- Susan Pavensie acaba de regresar a Narnia.

Por un minuto nadie hablo, concentrados en asimilar la noticia.

-¿Qué?- pregunto Peter pasada su impresión, mirando a su esposa -¿Pediste que mi hermana regresara a Narnia?

-Si- asintió Narina- sabía que la razón de que ella no regresara era que ya no creía en Narnia pero para mí eso es una estupidez, así que exigí a Aslan que la trajera de regreso.

-Pero no fue fácil- negó el león –como les dije alguna vez, la única manera de que Susan regresara a Narnia es que fuera nuevamente su amiga, pero ella se negaba a aceptar que esta fuera más que un simple juego de niños.

-¿Existía la posibilidad de que Susan regresara?- cuestiono Rilian sorprendido mirando a su novia, sintiendo una desagradable sensación en la boca del estómago -¿Por qué no me lo dijiste, Lucy?

-No pensé que sucediera- negó Lucy –por mucho tiempo intentamos que Susan reconociera a Narnia pero ella se negaba, al no estar nosotras para convencerla creía que jamás volvería a creer.

-Como ya dije, no fue fácil- volvió a hablar Aslan- Susan debía de darse cuenta por ella misma que Narnia si existía, reconciliarse consigo, reparar sus errores y finalmente sanar para estar preparada para volver.

-Y eso te tomo demasiado tiempo- bufo Narina, incrédula de que el león tardara 7 años en cumplir su petición.

-Aunque Susan acepto en poco tiempo la existencia de Narnia y quiso regresar a ella, no estaba preparada, era inestable- explico el felino- pero ahora estaba lista y la oportunidad se presentó para que regresara.

-¿Y dónde está?- cuestiono Edmund aun impresionado -¿Por qué no la trajiste contigo?

-Quería hablar con ustedes antes- respondió Aslan- recuerden que ella cree que están muertos, debe de adaptarse a volver a Narnia. Esta cerca, en una isla no lejos de Galma.

Sin poder contenerse, Lucy corrió a abrazar a Aslan, feliz de que al fin volvería a ver a su hermana.

-Gracias, Aslan- Caspian sonrió al ver la felicidad de la chica, sintiendo él también la alegría embargarlo.

-Sin embargo hay un problema- agrego el león con voz grave.

-¿Un problema?- pregunto Narina frunciendo el ceño -¿Cuál problema?

-En el mundo de Susan también el tiempo corrió- explico Aslan –y ahora ella no está sola.

-¿Está casada?- pregunto Rilian sintiendo un poco de alivio.

-No exactamente- negó el felino, desilusionando al príncipe –pero tiene cuatro hijos que no viajaron con ella.

-¿Qué?- pregunto Peter sorprendido.

-¿Cómo que no viajaron con ella?- pregunto Edmund preocupado –¿Están solos?

-El tiempo pasara lentamente en el mundo de Susan, los niños estarán bien- respondió el felino- pero ellos no pertenecen a Narnia y sería más difícil traerlos, además de riesgoso.

-RIESGOSO Y UN CUERNO, ME LA VOLVISTE A HACER- rugió Narina sintiéndose furiosa -¿De qué me sirve que este aquí por unas semanas sintiéndose deprimida si luego la harás regresar?

-Tú me pediste que la trajera de regreso, nunca me dijiste que debía de quedarse como los otros reyes de antaño- se escudó el felino.

-Eso se sobre entendía- murmuro Narina mirándolo con los ojos entrecerrados.

-Además- agrego el león dirigiendo una mirada poco disimulada a Peter y Caspian- podría generar algún conflicto.

-¿Conflicto?- pregunto Kattherinn –son niños ¿Qué clase de conflicto pudieran crear?

-Susan ve en ellos todo lo que alguna vez amo- murmuro Aslan con nostalgia en su voz –no es sorprendente que hasta en sus nombres lo refleje.

Ninguno de ellos comprendió lo que Aslan quería decir, pero no hizo falta pues este se explicó enseguida.

-Sus hijos se llaman Leah, Emma, Marco y..- Peter, Edmund y Lucy intercambiaron una mirada de comprensión, su hermana los seguía recordando pese a todo – su hijo mayor, Caspian.

Y la furia invadió a Rilian, esto no podía estar pasando.

.

.

.

Después de tanto tiempo yo misma retorno al mundo de Narnia, tenía la mitad de este capítulo pero lo perdí y tuve que volverlo a redactar, aun no puedo decidir si estaba mejor la primera vez que lo hice.

Sé que a muchos no les agradara el que Susan regrese de esta manera y lo comprendo pero todo tiene un objetivo y además Caspian tiene un hijo. Remontándonos al pasado de la historia Zafira le profetizo a Caspian que su amada regresaría pero cuando lo hiciera tendría que aceptar lo que esta hizo para estar bien, personalmente creo que los hijos ayudan a sanar heridas. Tenía planeado que Susan tuviera solo 3 hijos pero luego decidí que necesitaba uno más, el pequeño Caspian jugara un papel muy importante en mis posteriores historias.

Como ven Rilian y Lucy no llevan una muy buena relación y la llegada de Susan solo empeorara las cosas. No quiero que se desanimen por los acontecimientos que están pasando, en lo personal creo que sucederán muchas cosas que amaran. Y les aseguro algo, la Susan que todos conocemos no será la misma que regrese a Narnia.

No se cuando podre actualizar pero espero sea pronto, no abandonare la historia pero pido su comprensión. Gracias por leer.

Fanny