y para la región este, se anuncian fuertes nevadas, con ráfagas de hasta 120km/h, se recomiendo a los ciudadanos emprender lo antes posible el regreso a casa, la tormenta está prevista para cerca de las 18 hs. Tenga en cuenta, que en caso de fuerte vientos, y nevada intensiva, los trenes y metros, cancelaran los servicios.

En otras noticias, el sindicato de transporte público, convoco a un paro general el día de hoy, por lo que Tokyo se encuentra sin buses…

Tantas circunstancias para un solo día.

Sin buses…posiblemente sin tren de regreso y con una tormenta de nueve pisándome los talones.

¿Empezar el día de buen humor?...ya lo habia desechado por completo.

Busque en mi armario la ropa deportiva de más abrigo que tenía. El gimnasio estaba climatizado, pero hasta llegar allí, pasaría frio.

También busque alguna campera de abrigo impermeable y una bufanda.

Sería una larga jornada, o más bien una larga caminata de regreso a casa. No veía como regresar ante de las 18…con suerte lo haría como a las 20. Y a esa hora sin buses ni trenes, no me quedaría otra que caminar.

Así que arme mi bolso con más ropa de lo normal, y también incluí un par de zapatillas extras.

No me veía caminando tanto, con las mismas zapatillas usadas en el partido. Por lo que mis pies iban a necesitar un cambio urgente de calzado. Solo esperaba…no lastimarme, porque iba a ser doblemente difícil volver.

Escuche como sonaba mi móvil, lo deje sonar, no tenía tiempo. Cuando corto, empezó nuevamente y así más de tres veces, hasta que decidí atenderlo.

-¿Qué quieres?

-Buen día.

-¿Qué pasa?

-¿No sabes decir buen día?

-Estoy de afán. Llego tarde al gimnasio.

-en lo que tardas en decir toda esa porquería, me hubieses dicho buen día.

-Buen día Tsukishima… ¿Qué quieres?

-Nada quería verificar si estabas vivo…o si ya te habías intentado cortar las venas.

-¿he?...no entiendo lo que dices. Y no estoy para acertijos. Tus estas a 5 minutos del gimnasio. Yo estoy a una hora en metro. Así que debo colgar an…

-lo digo por la fecha. ¿Sabes qué día es hoy no?...bueno espero verte allá. Recuerda que hoy solo hay entrenamiento. No tenemos clases. Adiós.

Tsukishima colgó.

Guarde el móvil, en uno de los bolsillos del bolsón y me dispuse a enfrentar el día.

No podía tomar un bus para llegar hasta la estación del tren, por lo que debía llegar allí a pie. Solo rogué, que no hiciese tanto frio y me dejase caminar en paz.

Active el mp3 y los auriculares, en tiempos malos, la única solución era la música.

Y me enfrente a las desoladas calles de mi barrio, sin dejar de atormentarme por la llamada de Tsukishima.

Claro que sabía que día era. Habia estado toda la semana pensando en ello. Tratando de que este año, no me afectase tanto como los últimos.

Si…era un frio 3 de enero. Un maldito 3 de enero.

-¿Qué dices? ¿He?... ¿no crees que sería lo correcto?...bueno después de tantos meses podemos formalizar ¿no?

-¿he? ¿A qué te refieres?

-Ya sabes a que me refiero Kageyama…a ser novios.

-No. Ya te he dicho que eso no es posible. Somos hombres.

-pero…creí que…ya sabes, hemos estado haciéndolo

-Shh…no lo digas tan alto. A nadie le interesa. Es imposible. ¿Entiendes?

-¿imposible?...pero…yo te quiero.

-Ya te dije, te dije que era solo sexo, nada más. Nunca me escuchas. Debemos ir al gimnasio.

-Entonces, dejemos de hacerlo.

-No seas extremista.

-Búscate otro.

-Espera Shouyou, seamos razonables.

-No me llames por mi nombre. Y no quiero razonar nada.

Luego de aquella tarde, Hinata no me volvió a dirigir la palabra, y me evadió por completo el resto de nuestro último año.

Yo no quería una relación…solo pasarla bien. Ya bastante me costaba aceptar que con quien me gustaba acostarme era un hombre, menos llegar a aceptar que tenía algún sentimiento hacia él.

Al principio creí que sería uno de sus tantos caprichos.

Pero conforme pasaban los días, él siguió ignorándome.

Lo deje pasar, pensando que ya vendría a mí. Pero no lo hizo.

Y fue un 3 de enero, el día que lo vi por última vez.

Lo llame incontable veces y siempre me daba el buzón, cuando decidí ir a su casa, su madre me dijo que se habia mudado a Tokyo para dar los exámenes de ingreso de la Universidad. Pero no me dio o no me quiso dar más datos.

Y entonces caí en un estado de semi depresión.

Lo extrañaba horriblemente. Y me di cuenta que ya no podía negar, que yo también lo quería.

Me mude a Tokyo con la esperanza de encontrarle.

Y en la universidad donde di mi ingreso solamente me encontré con Tsukishima Kei, quien contra todo pronóstico, se convirtió en mi amigo.

No encontré a Shouyou ahí, y eso que tenía el mejor equipo de voleibol universitario. Pero me mantuve expectante, si estaba en algún equipo, tarde o temprano me lo cruzaría en algún torneo. Pero eso tampoco sucedió.

Se cumplían 3 años de la última vez que lo habia visto.

Habia arrastrado los dos últimos años a Tsukishima a un bar, donde más que borracho le habia dicho lo que me pasaba con Hinata.

Y el año anterior, tenía tanto alcohol en sangre que al ingerir unas pastillas para la cabeza, me habían producido un efecto devastador.

Tsukishima me habia encontrado inconsciente en la cocina.

Así que luego de recuperarme, y de arreglar la puerta de entrada (Kei la habia tirado a patadas), decidí parar con esa locura.

Ya habia pasado mucho tiempo, era hora de superarlo.

….

Y ese 3 de enero, ya habia comenzado de la peor forma.

Y mi humor ya habia cambiado, y seguiría así todo el maldito día.

….

Luego de caminar varias calles, y con un frio que me calaba los huesos, llegue a la estación del tren.

Me dolían un poco los hombros, mi bolsón era más pesado de lo normal.

Por supuesto, como era de esperarse, el tren iba lleno, así que viaje parado. Llegaría bastante cansado al gimnasio.

Y ni quería pensar, que tenía aparte de entrenamiento un partido de práctica con otra universidad.

Por lo que sería un día largo.

Kei me esperaba como siempre en la entrada.

-Sigues vivo…

-Sí, ¿Por qué no estarlo?... entremos. Esta helando.

No deje que la fecha me afectase y me dedique de lleno al entrenamiento.

Ese año debía ser diferente. No podía darme el lujo de deprimirme, o embriagarme.

Los entrenamientos eran muy duros, cuando se acercaba la fecha de eliminatorias. Y nuestra universidad, siempre llegaba a los torneos nacionales. Ahora que Tsukishima y yo, éramos titulares, debíamos responder como se debía.

Por lo que me enfoque en mis metas y objetivos, dejando de lado aquellos sentimientos que no me servían en lo absoluto.

Tanto Tsukishima como yo, habíamos mejorado muchísimo desde nuestros años de secundaria, y ya habíamos madurado lo suficiente para darnos cuenta, que era de niños pelearnos por cualquier cosa, por lo que ambos decidimos dejar nuestras diferencias y potenciarnos en lo que mejor sabíamos : jugar voleibol.

Obviamente que a Kei le iba muy bien en la universidad, yo a duras penas aprobaba las cursadas. Y lo hacía, porque era mi condición para estar en el equipo y también debía tener un mínimo de calificación para aspirar puestos titulares, por lo que debía esforzarme al máximo.

Aunque Kei me ayudaba mucho en áreas como Literatura o Religión, cosas que no eran mi especialidad, pero que eran obligatorias en todas las carreras, puesto que la universidad tenia influencia católica. Algo muy poco conocido aquí en Japón, aun así me era difícil.

Y en temas de voleibol era una de las mejores, la más fuerte. Por lo que debía esforzarme mucho para poder ser digno de jugar entre sus filas.

Y nuestro partido de practica se habia suspendido.

La otra universidad, no habia conseguido un transporte para llegar a la nuestra. Y como de a poco se iban suspendiendo las líneas de metro, lo dejamos para el día siguiente.

-¿Quieres pasar la noche en casa?

-No, está bien. Quiero ir a mi casa, bañarme y dormir temprano.

-Pero tienes fácil un par de horas a pie.

-Me hará bien caminar, no te preocupes.

-¿en serio?

Palmee su hombro.

-No te preocupes. Te avisare cuando llegue. Todo está bien ¿sí?

-Ok…no seas idiota. No pienses por demás.

-Lo sé. Bueno es mejor que me vaya, debo aprovechar que aún es de día. Nos vemos mañana.

-vale…

Nos dimos un apretón de mano y me encamine hacia la salida del complejo universitario.

….

Aun me faltaba mucho para llegar a mi casa.

No quería sacar cuentas de cuantas calles aún me faltaban por caminar...no quería desanimarme.

Y aunque habíamos terminado para las 18:00, y aun la tormenta no se había propagado del todo, los trenes y metros ya se habían suspendido.

Revise las noticias locales desde mi celular. Con la esperanza que los sindicatos del transporte hubiesen levantado el paro, pero no. No tenía tampoco esa suerte.

Tenía un WhatsApp de Kei.

"¿Sigues vivo? ... No cometas locuras. Antes de cualquier idea que pase por tu diminuta cabeza, habla conmigo. No seas idiota…aun asumo que no llegaste. No te tires debajo del primer auto que veas"

Me pare bajo un techo para responderle.

"Estoy en camino…Sino me mata la tormenta, seguiré vivo. No te preocupes. Lo idiota se me pega contigo. Nos vemos mañana"

Guarde el celular antes de salir de aquel reparo y me proponía a emprender la marcha de nuevo.

Un auto paro cerca de mí.

-Gracias por traerme Ake-chan... Nos vemos mañana. Prometo llevarte los libros.

Comenzó a lloviznar y mis piernas flaquearon.

Estaba a mi parecer, irreconocible.

Tenía el pelo corto y no quedaba nada de esa rebeldía.

Tal vez era mi impresión, había crecido un poco más, se lo veía más alto de lo que lo recordaba.

Tenía ropa casual, y encima una chaqueta larga blanca, como la que usan los médicos.

Bajo de aquel auto con una mochila y libros en sus manos.

Una persona seria.

Lo único que no había cambiado a parte de su color de pelo, era su ruidosa voz y el brillo de su mirada.

La lluvia empezó a caer con intensidad.

Pero no podía caminar. Si lo hacía debía pasar junto a él.

Me quedé de pie observando como dejaba los libros en el umbral de una puerta y buscaba en su mochila lo que serían las llaves.

Cuando las encontró, noto mi presencia.

Se enderezo para mirarme bien y nos quedamos un momento así, reconociéndonos.

-Tobio...

Habían pasado tres largos años, había tenido que esperar tres malditos años, para volver a escuchar de su boca mi nombre.

Me puse firme y avance hacia él, los pocos metros que nos separaban.

-¿Necesitas ayuda? ...

Me agache para tomar los libros del piso, antes de que la lluvia llegase a ellos por completo.

-Sí, gracias. ¿Tu...que haces por acá?

-Iba caminando hacia mi casa.

Asintió nerviosamente.

-No te preocupes, ya debo irme... ¿Dónde los dejo?

-Ah...espera que abra la puerta.

Abrió la puerta y sólo había una larga escalera.

Subimos por ella, hasta llegar a otra puerta.

Donde me encontré con un amplio departamento, de ventanas sumamente grandes con cortinas azules.

El comedor y la sala eran amplios. Donde había una mesa larga con seis sillas. Y en el medio un sofá negro que daba hacia uno de los ventanales.

Más allá había una puerta y luego un largo pasillo.

-Déjalos sobre la mesa, por favor.

-Qué lindo lugar.

-Gracias...aquí es donde vivo.

-¿vives solo?

-Sí.

-Es muy grande.

-Si...pero es bueno para recibir visitas.

Asentí sin aún comprender la magnitud de aquello.

-Bueno...debo irme.

-Espera...déjame invitarte a tomar algo caliente. Luego de tantos años...

Y no logro terminar la frase. Yo tampoco hubiese podido.

¿Qué decir? ¿Que era agradable verme? ... Él me odiaba cuando nos vimos por última vez.

Ahora éramos más grandes, adultos. La adolescencia había quedado atrás, pero el recuerdo y el dolor no era tan fácil de olvidar.

Ordeno rápidamente los libros en una biblioteca y corrió por el pasillo.

Aún conservaba ese modo de ser imperativo.

-Ten.- me entregó una toalla de un azul profundo. -

-Gracias.

-Dame tu chaqueta, la dejaré un rato cerca del radiador.

Me saqué la chaqueta y se la entregué. Por suerte había cumplido su función impermeable y tenía el resto de la ropa aún seca.

Seque mi pelo y cara con la toalla.

-¿Qué quieres tomar?

-Un café estaría bien - respondí.

Nos sentamos en esa gran mesa a tomar un café.

¿Qué decir?...luego de tanto tiempo, y habiendo vivido tantas cosas, aun así no teníamos temas de conversación.

Habia pensado tantas veces en este posible re encuentro. Me habia dormido tantas noches, imaginando como seria.

Y ahí lo estaba viviendo de la manera más incómoda posible.

-¿Hace mucho vives aquí?

-Desde que empecé a estudiar. Mi padre paga el alquiler, con la condición que mis notas sean excelentes…

-¿Qué estas estudiando?

-Medicina.

-Yo economía.

Hinata asintió. Y nos quedamos callados por varios minutos.

Aunque su voz sonase igual, su pelo tuviese el mismo color, y la mirada siguiera brillante, pese a todo eso…habia algo diferente. Ya no parecía aquel chico extrovertido.

Y hubo algo que me aterro…en todo este tiempo que habíamos estado juntos, no habia sonreído para nada.

Por lo menos no conmigo. Con el sujeto del auto si habia reído.

-Si te soy sincero, esperaba verte en algunos de los equipos de las universidades…

-No juego más.

Quede realmente anonadado.

-¿he?... ¿en serio?

-Medicina no es una carrera sencilla. No tengo tiempos para un club. A parte Ake-chan, cuenta conmigo.

-¿Ake-chan?

-Akemi…Un amigo. Nos especializaremos en pediatría, por lo que nos ayudamos con las tesis. Así que decidí que era tiempo de dejar el voley.

-¿Lo decidiste tú?… ¿o fue tu amigo?

-¿Qué?

-Perdón… me parece una locura que hayas dejado de jugar, no lo comprendo.

-Cada uno cumple etapas. Yo ya cumplí la mía con el juego. Es hora de crecer.

-¿A qué te refieres?- pregunte molesto con la última oración.

-Que mi tiempo ya paso. Ya no soy como en preparatoria. Ahora me importa más mi futuro. Y para eso debo estudiar.

Revolvió su café una vez más, note que no lo habia tocado. Y seguramente ya estaba frio.

-¿Cómo van tus jaquecas?

Pregunto de repente.

-¿jaquecas?

-si…las que tenías a diario el último año. ¿Se te han ido?

Sonreí mentalmente.

Era tan ilógico solo pensarlo… ¿Cómo decirle que esas jaquecas se me iban cuando me acostaba con él? Eran el único remedio efectivo.

-De vez en cuando las tengo. Pero no son tan frecuentes.

El día que me empezó a eludir, me di cuenta que las jaquecas no se me iban con ningún medicamento y creí enormemente que él era mi única medicina. Pero ya no se me permitía tener acceso a la medicina. Por lo que me acostumbre a vivir con ella.

Luego de un tiempo desaparecieron. Pero las ganas de estar con él, nunca se marcharon como hubiese querido.

Lo mire fijamente y sin más pregunte:

-¿Por qué te fuiste de esa manera?... te busque durante mucho tiempo.

-¿en serio? ¿Y para qué?-

-para hablar…

-no teníamos nada de qué hablar. Tú lo dejaste en claro una vez… pero ya somos grandes ¿no?...eso quedo atrás.

-Espera…Hablemos del pasado...- Sugerí.

-Discúlpame... Pero yo no hablo de eso.

-¿Por qué?

-Porque no estoy conforme con él. Y odio no poder cambiar las cosas con las que no estoy satisfecho. Tú lo sabes... O al menos creí que recordabas como era.

-No has madurado nada...

-¿Perdón? ... Que no quiera hablar de ciertas cosas no es ser infantil. Quiero protegerme. Protegerme de ti.

-Debería irme.

-Si deberías. Pero la tormenta de nieve es muy fuerte y seguramente ya sabes que los trenes se han suspendido. Ahí tienes el sofá. Y en aquel armario unas frazadas. Por hoy puedes dormir aquí.

Se levantó llevando su taza de café hacia la cocina.

Me quedé observando desde el gran ventanal como la tormenta avanzaba sobre la ciudad.

Tal vez sería una larga noche.

-Sabes que no puedo dormir si te tengo en la habitación de al lado.

Hinata clavo duramente su mirada.

-Pues estas de suerte... Tú no estás en una habitación. Más bien en una sala... Y mi habitación no queda en la primera puerta. Ahórrate comentarios innecesarios. Buenas noches.

-son recién las siete y media.

-Debo estudiar. Acuéstate cuando quieras.- concluyo antes de perderse en el largo pasillo.

Me senté en ese sofá, y abrí lo más que pude las cortinas para ver como anochecía.

Tanto tiempo buscándolo, cuando siempre habia estado allí…solo que tuve que toparme con una tormenta de nieve, que me hiciera ver más allá. Que me hiciera cambiar la rutina, para encontrarme lo que tanto habia buscado.

Me levante y me dirigí al pasillo.

Al fondo solo habia dos puertas.

Una abierta, que daba al baño y otra seria su habitación.

Golpee despacio y él abrió la puerta enseguida.

-¿Sabes qué día es hoy?

-SI.

-¿sabes a que me refiero?- Volví a preguntar.

-Sí, no pensé que lo recordaras.

-Fue un día de mierda… ¿Cómo no hacerlo?

Hinata suspiro.

-No entiendo… ¿en qué te influyo?

¿Debía decirle? ¿Qué desde ese día lo habia buscado por tanto tiempo? ¿Dispuesto a pedirle disculpas? ¿Queriendo decirle lo que habia querido escuchar y yo le negué?

-Quería pedirte disculpas…

-Eso es parte del pasado. No me interesa en lo absoluto.

-¿no?

-No… ¿no recuerdas cuanto odio no poder cambiar algo de mí? ¿Algo de mi vida?...debes recordarlo…así lo fui en el juego. Y no me interesa esa parte de mi vida.

-tu… ¿ya lo olvidaste?

-No quiero hablar de eso. No me gusta hablar de cosas que ya pasaron. Aunque queramos no se pueden cambiar. Es en vano perder el tiempo así. Ahora…debo estudiar.

-Entonces…empecemos de nuevo.

-¿He?

-Ser amigos…sino quieres hablar del pasado…y ya que somos adultos, podríamos empezar de nuevo. – extendí mi mano- Soy Tobio Kageyama…y ¿tu?

….

….