7 razones para odiar a Helga G Pataki

Autosuficiencia

La mañana lo cegó, a veces olvidaba que el inmenso techo de vidrio no era la mejor opción para despertar cuando ya era tarde. La noche pasada había bebido más de lo que social, y moralmente se permitía.

Llegó muy noche a casa, se recostó en el sillón reclinable y se maldijo por no ser capaz de hablar con ella. Y es que si bien su relación no era perfecta, durante los 3 que llevaban saliendo la situación pintaba muy bien.

Helga había sido capaz de ser ella, la verdadera, con él. Y eso lo hacía muy feliz. Pero desde un par de meses para la fecha, todo se estaba desgastando. Ambos estaban en una encrucijada que tenían que resolver.

— Yo solo quiero que seas feliz ¿Es tan difícil que comprendas eso?

— Ya te lo dije, para mí está bien esto.

— ¡No lo está!

Arnold se enderezó, giró su rostro para encontrarla aún sentada sobre la cama, con el pijama puesto y los cabellos rebeldes sin dirección. Sintió que el corazón se le estrujaba. Imagino despertar y no ser capaz de verla y eso le dolió. Le dolió tanto que lo que tenía pensado decir se esfumó de su mente y se reemplazó por la idea de una vida sin Helga.

— Muy bien Arnoldo ¿Qué propones?

— Ya te lo dije, vas y haces tu sueño. Y ambos mantenemos el esfuerzo necesario para continuar juntos a pesar de la distancia. ¿Es que no confías en mí?

Ella se levantó de la cama, se alisó los cabellos y se colocó una chamarra encima.

—Confío en ti, sabes que no se trata de eso. Lo haremos a mi modo. O me voy y terminamos esto o me quedo y continuamos.

Él se enderezó, preso del miedo, del desconcierto y la culpa. La tomó de la muñeca y la hizo girar para verlo.

— Si te quedas me sentiré culpable toda mi vida Helga ¡Compréndelo!

— Entonces déjame ir.

— ¿Quieres que simplemente acepte perderte así como así?

Ella agachó la mirada, se desprendió de su agarre y salió sin hacer más escándalo. El rubio se dejó caer en la cama. Quería entenderla, de hecho en gran medida lo hacía. Pero no podía aceptar, de ninguna manera, ninguna de las dos opciones.

Su almohada tenía toda la fragancia de la Pataki, una lágrima le corrió por la mejilla mientras el dolor de cabeza comenzaba a hacer estragos en él. Llevaba tan solo 1 año compartiendo esa cama con su rubia, y ya no podía imaginar que ella no estuviera con él.

No la quería ver atada a Hillwood cuando ella era tan increíble. Merecía volar lejos de todo eso que la ataba, y aunque odiaba admitirlo, él se sentía como parte de esas cosas. La beca que surgió para Helga fue un balde de agua fría.

Él la convenció de mandar sus textos a un concurso. Los ganó, Arnold siempre supo que lo haría; lo que no esperó fue la oportunidad que cambiaría sus vidas. Una beca para estudiar en Yale. Esa universidad era un pase casi asegurado para que ella se convirtiera en la próxima mejor escritora de Estados Unidos.

Y hubiera sido una noticia magnífica de no haber llegado un mes después de que él le propusiera matrimonio y ella aceptara. Sabía que apenas tenían 20 años, que aún había un camino por delante, pero llevaban enamorados mutuamente ya casi 8 años. Y Helga aún más.

Su relación no iba a terminar así como así, de no ser por esa oportunidad de conseguir los sueños profesionales.

Y lamentablemente él no podía ir con ella, así que se sentía el estorbo más grande de la vida de la rubia. ¿Y si después se arrepentían de no tomar ese chance? ¿Y si después ella se lo recriminaba? ¿O peor aún, qué si no lo hacía y tenía que soportar verla llorar por los recovecos por un sueño que no fue capaz de perseguir?

Bajó las escaleras para encontrase con sus abuelos, Helga no estaba y él había perdido el apetito.

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— Lo sé Phoebe, lo sé. Pero no es fácil. ¿Crees que puedo sentirme capaz de una relación a larga distancia con todo lo que está sucediendo?

Helga caminaba por las calles aledañas a su antigua casa. Miraba desde lejos con cierto aire de melancolía y resignación. Tenía el celular pegado a la oreja, su mejor amiga tenía una relación a distancia con el moreno de Gerald. E insistía que ella también podía hacerlo.

Pero la duda la invadía. Hacía un año las cosas en su casa explotaron. Miriam y ella chocaron en uno de sus viajes. Habían quedado muy heridas y cuando el examen toxicológico determinó que su madre estaba en alto estado etílico, estuvo por ir a la cárcel.

Bob pagó una gran cantidad de dinero a modo de fianza y simplemente eso truncó la relación familiar más de lo que ya estaba. Bob se volvió muy severo con Miriam, incluso agresivo, y comenzó a cargar más y más responsabilidades en Helga.

No lo soportaba y cuando el divorcio fue inminente, simplemente comprendió que estaba desprotegida y a la deriva. Durante el proceso Arnold la llevó a vivir con él en la casa de huéspedes. Y cuando el divorcio procedió, Miriam regresó con su madre y Bob permaneció en casa, pensando que Helga volvería para convertirse en su ama de casa.

Ella no regresó, y al haber cumplido la mayoría de edad simplemente comenzó a vivir con su amado. Pero después de lo ocurrido con sus padres, un miedo acerca del amor se instaló en su corazón.

Las relaciones eran frágiles y podían romperse en cualquier momento y lugar. Cuando recibió la oportunidad de la beca, todo su mundo se fragmentó.

¿Cómo seguir su amor por la poesía si su musa ya no estaría con ella?

Arnold se propuso a ayudarle a pagar todos los costos que necesitase, pero Helga ya se sentía lo suficientemente inútil como para pedirle más ayuda. Quería ser autosuficiente, y para serlo necesitaba alejarse de él.

¿Tenía que seguir con su sueño o quedarse con el amor de su vida?

Una relación lejana para ella no era una opción.

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— Vas a anotar la razón #7 por la odio a Helga — sentenció como si hablase de una pena de muerte — quiere ser demasiado autosuficiente. Quiero… no, necesito que dependa un poco más de mí ¿Crees que es imposible que eso pase?

Gerald continúa su camino por el campus, lleva los libros bajo el brazo y mira su reloj para asegurarse que aún está en tiempo para la próxima clase.

— Pensé que esa tontería de las 7 cosas que odias de ella había quedado enterradas hace 3 años, su relación iba muy bien. No entiendo por qué razón ella no puede mantener una relación a distancia.

— Por su necesidad de autosuficiencia, por eso. Siente que está dependiendo de mí en este momento y desea que si va a seguir sus sueños, lo hará sola. ¿Entiendes? ¡Sin mí!

— ¿Crees que sea solo autosuficiencia Arnie?

El rubio parpadeo rápido un par de veces, lo procesó pero no llegó a ningún lado. Solo terminó tumbándose en el pasto del extenso campus universitario.

— ¿Qué crees que debo hacer?

— Hacerle saber que quieres que dependa de ti.

Él frunció la boca, no era tan fácil hacerlo. Llevaba tres años saliendo con ella, los mejores tres años de su vida. La verdad es que todo el asunto lo estaba haciendo dudar de algo que dio por hecho todo ese tiempo: Que Helga siempre lo amaría.

¿Y si no era así? ¿Y si ella dejaba de amarlo en la distancia? Apretó sus manos contra su rostro. Todo estaba sucediendo tan a prisa que su corazón y mente no podían alcanzar el ritmo.

— ¿Y eso en qué crees que mejoraría nuestra situación? Me encantaría poder decirle que nos iremos juntos, que la seguiré al fin del mundo. Pero sin su familia quiero ser su nuevo soporte, quiero ser su nueva familia — gritó extendiendo los brazos, dándose cuenta de lo vergonzoso que era decirlo a los 4 vientos — si ella se va quiero ayudarla en todo, quiero apoyarla.

— ¿No será que ella siente que la quieres mantener atada a ti?

La voz de Gerald lo descolocó por completo, lo hizo enderezar su cuerpo y sentir que su temperatura corporal bajaba. ¿Y si esas eran sus verdaderas intenciones ocultas? Y si apoyarla en todo significaba que ella no pudiera abandonarlo ¿Ella no pensaría lo mismo y por eso se encontraba renuente?

Lo procesó lento, porque era una de esas declaraciones que caen como balde de agua fría. Pero tenía sentimientos encontrados con su propia afirmación ¿Era realmente ese el motivo de su actuar? ¿Podría dejar a Helga partir con tal de verla feliz aunque él se quedara incapacitado para volver a amar?

— ¿Y si fuera así? Tal vez realmente quiero que sea dependiete de todo lo que soy. Las ganas de monopolizarla me inundan muchas veces, batallo contra ellas. ¿Sabes por qué?

Gerald estaba sorprendido ante la declaración, una confesión nada propia de una relación mentalmente equilibrada. Pero con dos personas completamente desequilibradas esto no tenía que hacerle ninguna mella, ellos eran así.

Pensar que todo comenzó con una pelea donde ella fue la provocadora, no sería raro que su historia continuara llena de complejidades y matices.

— ¿Por qué Arnie?

— Si la vuelvo dependiente de mí, Helga dejaría de ser Helga. Todo es tan simple ahora. ¡Voy a ir a buscarla!

Alma que lleva el diablo, el rubio se terminó de levantar presuroso, y emprendió la carrera hacia la búsqueda de su rubia.

Gerald, aun en el pasto, se preguntaba qué clase de conclusión era "Helga dejaría de ser Helga" y juntar en la misma oración "tan simple"… ¿Cómo era que ella fuese simple? No, esas dos palabras no se juntaban en la misma oración. No se podía.

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Arnold la encontró en su banca. Esa donde ella admitió que lo amaba y saldría con él. Se acercó, ella tenía las manos en su cara, y él sabía que lloraba. La abrazó rápido, y ella apenas se inmutó, seguramente reconociendo los brazos que la sostenían noche a noche, para evitarle las pesadillas del escabroso accidente.

— Tengo miedo.

Confesó él, esperando que la voz no se le quebrara. Pero dudando de que eso se pudiese evitar.

— Yo también.

Aseguró Helga, girando para abrazar fuerte al rubio. Arnold acarició su cabeza, con la máxima ternura posible. El viento hacia estragos, sería un duro diciembre. Más porque con seguridad Helga no estaría con él.

— No quiero que te vayas.

Ella alzó la mirada, sus fuertes ojos color azul penetraron hasta el fondo de su alma; y se instauraron en su corazón. Su mirada parecía decir que eso era lo que esperaba saliera de sus labios. Esas palabras que iban contra toda la sensación de deber ser del chico.

Eso que solo gritaba su lado más irracional, ese al que no le importaba nada. Ni las expectaciones de la gente, ni los deseos del resto, incluida la misma Helga a la que podía encerrar en su habitación para tenerla solo para él.

— No quiero irme. ¡Ya no tengo nada que me ate a ningún lado! ¿Te das cuenta? Miriam vive con la abuela en otro estado, Bob está sumergido en su negocio, no le intereso. Y Olga no ha vuelto a casa desde el divorcio y creo que no volverá más porque ha encontrado a una persona con la que hacer su vida ¿Qué tengo yo? ¿Qué tengo yo si no es a ti Arnold? ¿Y así me pides que me vaya, que te deje, que nos deje?

Y ahí estaba la culpa. El sentimiento que le remordía y sabía que no podría vivir con ello. Porque esa era la sensación que quería de ella, quería que Helga solo lo tuviera a él para que jamás lo dejara. Pero aunque ese era su real deseo.

No era lo que haría por la persona que ama.

Y es que la amaba tanto como para estar dispuesto a sufrir lo que hubiera que sufrir.

— Miss G. A mí siempre me vas a tener.

— ¡No es verdad! Mira a tu alrededor, toda la gente que se supone estaba conmigo, que debería estar hasta el final, la familia… ¡No lo está! Tú no eres mi familia Arnold, puedes desaparecer en cualquier momento ¿Y entonces qué seré yo?

— Miss G siempre será Miss G. Te amo, y quiero ser tu familia. Más bien, vamos a ser familia Helga. Pero no quiero… no puedo hacer que dependas de mí para todo. Tienes tus metas personales y yo estaré para apoyarte siempre. Tienes que ir a esa universidad.

Ella se aferró a él, entrelazó sus brazos en los extremos de la chamarra y se soltó a llorar.

— Vamos a seguir juntos, te lo prometo.

Él alzó el mentón de Helga, las lágrimas le bañaban el rostro y el sonrojo que le llegaba hasta las orejas la hacía ver adorable. La besó, despacio. Como si la caricia se pudiera deshacer en cualquier segundo, pero fue un beso firme. Como aquél cuyo corazón no duda de que la mejor decisión es la que están tomando.

Y es que lo sabe, ella lo sabe también. Su amor podría no merecer un óscar, pero sus sentimientos eran genuinos. Él estaba seguro que si se hubieran encontrado en otro momento o en otra vida, de todas formas se habrían enamorado uno del otro.

Tal vez se encontrarían en una gran compañía, tal vez como policía y criminal o incluso como él como su bully personal.

Eso no importaba, estaban destinados y no había nada que le quitara esa idea de la cabeza. Pero en su historia, en esta que viven ahora, como almas gemelas se encontraron muy jóvenes y tendrían que superar estos desafíos mismos del flujo del tiempo, para demostrar que ahí había amor y no capricho.

Helga sería una gran escritora, él la visitaría hasta que terminara la universidad y entonces sí. Formarían una familia. No era un cliché más, esa es su historia.

— Te amor Arnold, gracias por amarme.

— No me agradezcas, vamos a dar lo mejor para seguir juntos. Iré por ti Miss G. Porque hay más de mil razones para amarte.

Los ojos zafiro de Helga se volvieron a perder en los jades de Shortman. Y sintió, como quien siente la fe, que todo estaría bien para ellos. Y se convenció de que, sin lugar a dudas, seguirían juntos porque dos almas que se encuentran de esa forma, no pueden separarse por más distancia que exista.

FIN.

Dios, terminé esta historia de una forma TAAN diferente a como pensé que acabaría. Se supone que era una comedia y ha terminado en el mayor drama total. jaja no sé, ni idea qué pasó. Pero la idea era terminar el FF en unos años de la trama original ya que un amor tan fuerte a los 3 años, y correspondido a los 17, tenía que forzosamente tener algún momento de verdadera complejidad.

Así que tal vez saque el FF "7 razones para amar a Helga G. Pataki" jaja lo pensaré. Por otro lado las referencias que hace Arnoldo en sus otras vidas corresponden a estos fanfics: "Déjame Amarte" "Captúrame" y "Lluvia de Otoño" respectivamente. Ahora quiero continuar alguno de esos 3, podrán leerlos y decirme cuál debería continuar ahora que ha terminado "7 razones para odiar a Helga G Pataki"?

¡Muchas gracias por seguir esta historia! Me he divertido muchísimo y también he sentido la melancolía! Qué triste y bello. Ya... me pongo drama. ¡Gracias por cada review! Fueron una fuente inagotable de motivación, cada uno. Disculpen que no respondí cada uno pero o hago eso, o escribo el capítulo jaja

¡GRACIAS POR SEGUIR LA HISTORIA! FUE UN PLACER