Traducido por Mitchan. Es la primera vez que traduzco, así que si cometo algún error (seguro que lo haré) que alguien haga el favor de corregirme. ¡Gracias! ¡Espero que les guste tanto como a mí!

LOVE POTION HP

Por Tavalya Ra

E-mail: [email protected]

Perfil de FF.net: http://www.fanfiction.ws/profile.php?userid=232168

Disclaimer: Esta historia está basada en los personajes y situaciones creados por J.K. Rowling, propiedad de J.K. Rowling y varios editores incluyendo pero no limitados a Bloomsbury Books, Scholastic Books, y Raincoast Books, además de Warner Bros., Inc. No se gana dinero con este escrito ni se tiene la intención de infringir ninguna marca registrada o copyright. Rowling es una diosa, ojalá se apiade de mi alma por escribir esto.

Nota: Gracias a Stacey de "Thin Line" por revisar este fic, a Anna por permitir y apoyar esta locura, y a Simeone por prestarme su ejemplar de "El Cáliz de Fuego" sin el cual nunca me hubiera inspirado para escribir esta absurdamente larga y completamente inquietante historia.

Capítulo Uno: Explosiones

            Harry vio la piedra una fracción de segundo antes de que chocara con su frasco. La botella se tambaleó y cayó al suelo del calabozo.

            ¡Crash! El profesor Snape se volvió tan rápidamente que su ondulante túnica negra hizo un chasquido al moverse. Tenía la varita en la mano, hábilmente apuntando al charco púrpura junto al escritorio de Harry.

-Señor Potter, ¿es ésa su poción?- preguntó peligrosamente.

Harry tragó saliva. –Sí, señor.

Detrás de él, Draco Malfoy se rió con disimulo.

-¿Porqué es de otro color?

-Yo...yo...

Antes de que Harry pudiera responder adecuadamente, Snape había marchado furioso hacia su escritorio y cogido una pequeña y obviamente cerrada botella gris.

-¿Podría haber sido porque te descuidaste de añadir el Polvo de Llamas?- preguntó Snape intencionadamente, lanzando una mirada hostil a Harry desde su nariz ganchuda.

            El profesor Quirrell, un antiguo profesor del primer año de Harry, había descrito a Severus Snape como un "murciélago enorme" y Harry estaba de acuerdo. Snape era alto y delgado, con una mueca condescendiente siempre presente en su cara. Se vestía sólo de negro, el mismo color de sus ojos fríos y del pelo negro grasiento que le llegaba hasta los hombros. Tenía la piel cetrina, como si nunca abandonara el calabozo donde estaban su salón de clases y su oficina. Detestaba a Harry y durante los pasados años, el sentimiento se había vuelto mutuo. Harry siempre sentía una de dos emociones cuando estaba cerca de Snape: nervios extremos o pura furia. En ese mismo momento, estaba sintiendo la primera.

-Creo...creo que así es...

-Por una vez, Potter- dijo Snape sarcásticamente –tu incompetencia te ha salvado la vida. Si hubieras hecho bien la poción, hubiera explotado al golpear el suelo. Diez puntos menos para Gryffindor por intentar hacerte explotar a ti mismo...y unos veinte menos por no haber podido hacerlo.

            Harry se desplomó en su asiento. Treinta puntos perdidos para Gryffindor, todo gracias a Malfoy. "Seguro que le hubiera dado puntos a Gryffindor si me hubiera volado en pedazos."

-Profesor- Hermione se levantó de su asiento. Snape le dedicó una mirada despectivamente aburrida –Con todos mis respetos, no es la culpa de Harry. Una piedra golpeó...

-Señorita Granger, no hay nada honorable en cubrir la estupidez de otro amigo, especialmente si podría haber acabado con su vida- le respondió Snape fríamente, y después le habló a todos los alumnos:

-Sois estudiantes de quinto año, lo que significa que deberíais ser capaces de tener la responsabilidad de trabajar con substancias peligrosas. Si alguno de vosotros encuentra reparo alguno en actuar según su edad, sugiero que vengáis a clase una hora antes para trabajar con los de primer año.

            Los ojos negros como escarabajos de Snape se precipitaron hacia el techo mientras sonaba la campana.

-Esta noche, quiero que todos repaséis los procedimientos de seguridad estándar. Creo que es necesario un examen. Sin embargo, esto significa que tendréis que compensar la clase de mañana con vuestro tiempo libre.

            Todo el mundo, incluso los de Slytherin, se quejaron mientras salían del aula. Harry estaba a punto de salir cuando Snape le arrojó un trapo.

-Todavía no, Potter. Limpia este desastre.

            Harry suspiró y empezó a secar el charco. Snape lo miraba fríamente, como si Harry fuese un insecto. Unos minutos después, escuchó un sonido como de uñas golpeteando el suelo. Snape alzó la vista; Harry lo vio hacer una mueca de desagrado.

-Da igual- dijo –lo limpiaré yo.

Harry se sorprendió pero no hizo preguntas. Se levantó y vio un gran perro negro caminando por el aula.

"¿Sirius?" Harry sabía que había estado en Hogwarts desde finales de julio y había hablado con él varias veces desde que empezaron las clases el mes pasado, ¿pero por qué estaría visitando a Snape?

-Potter...- le advirtió Snape.

            Harry rápidamente se fue corriendo del aula, intercambiando una breve mirada con Sirius antes de marcharse.

***

            Severus Snape se cruzó de brazos y miró con frialdad al perro mientras se transformaba lentamente en un hombre, Sirius Black. La última vez que Severus lo había visto, no se había hecho un corte de pelo decente en años. Ahora, su melena negra parecía haber sido arrancada toscamente por el hombro y parecía una fregona. Aunque sus ojos eran brillantes, su cara tenía un rastro de angustia que nunca lo dejaba. No era exactamente la misma persona con quien Severus fue a la escuela y compartió una relación de odio hace veinte años; Azkaban había dejado su marca en él.

            -¿Qué quieres, Black?- preguntó sin ningún interés particular, pero su aborrecimiento era aparente de todos modos.

            Sirius suspiró. –Escucha, he estado pensando...

            -¿Una nueva experiencia para ti?

            Sirius lo miró airadamente por unos instantes antes de volver a hablar. –Qué gracioso.- dijo, sarcástico –No me lo estás poniendo fácil.

            -Entonces suéltalo ya para que te puedas ir.- le respondió Snape tranquilamente.

            Sirius continuó. –He estado hablando con Dumbledore y es obvio que tu y yo tal vez tengamos que trabajar juntos en el futuro. Hay mucha...historia...entre nosotros y yo...

            -Aunque es muy tentador, no te entregaré a Azkaban.- le informó. –Ahora si me disculpas...

            -¡Eso no es lo que quiero decir!- exclamó Sirius exasperadamente, pero Severus ya le había dado la espalda.

–Escucha- Sirius le cogió el brazo. El izquierdo. Severus dio un grito sofocado de dolor y Sirius lo soltó al instante.

-¿Qué...?

-¡Oh, no eres tú!- le espetó, cogiendose el brazo. –No es asunto tuyo.

-Pero la Marca...

-Ha estado quemándome a ratos durante la semana pasada. Dumbledore lo sabe, así que no te metas en esto. Ahora, obviamente estás empeñado en decirme lo que sea, ¡así que dímelo!

Sirius gruñó, frustrado. –Vine a pedirte perdón.- dijo bruscamente.

Severus alzó una ceja. -¿Pedirme perdón? Qué humilde por tu parte. ¿Por qué esta vez, Black? ¿Te ha obligado el director?

-Snape, hablo en serio. Quiero disculparme por...- se mordió el labio. –Por haberte incitado a seguir a Remus.

-Ah, ¿te refieres a la noche en que intentaste que me mataran?- preguntó Severus amablemente.

-No pretendía...

-¿Entonces qué pretendías? ¿Una herida grave en vez de simplemente la muerte?

Sirius sólo le lanzó una mirada hostil.

-Oh, ¿porqué no estaré sorprendido? ¿El ilustre señor Black no podía predecir el comportamiento de un hombre lobo enfurecido? ¿Y qué pasa con Lupin? Seguramente él sabía...

-Remus no sabía nada del plan.

-¿Perdón?

-Remus no sabía nada de eso, y ya que estamos tampoco lo sabía James. Fue todo idea mía. Lo descubrieron en el último minuto. No tienes ninguna razón para guardarles rencor, Severus. Fui yo.

Severus hizo una mueca desdeñosa. –Qué noble por tu parte cargar con toda la culpa.

-¡Maldita sea, ¿me vas a escuchar?! Quiero disculparme...

-¿Eso lo hace todo mejor, verdad?- dijo suavemente. –Dejar lo que pasó en el pasado. ¿Podrías tú repartir tan generosamente el perdón que esperas de mi si en este momento Peter Pettigrew...

Sirius se quedó boquiabierto. -¿Qué sabes tú sobre Pettigrew?

Severus le dedicó una sonrisa superior. –Oh, Dumbledore me dijo la verdad sobre vosotros dos. Quedé sorprendido. Nunca supe que él fuera un Mortífago, aunque no estuve muy conmocionado al saber que tú eras uno.

Sirius estaba tan furioso que temblaba. –Sabes muy bien que nunca fui un Mortífago. ¡Soy un hombre inocente!

-¿Inocente?- Severus se estaba divirtiendo bastante. –De la muerte de Pettigrew, tal vez sí.

-¿Qué estás insinuando?

-¿No es obvio?- jugueteó Snape.

-¡Maldita sea, Snape, ¡¿no puedes hablar claro de una vez?!- gritó Sirius.

 Severus entrecerró los ojos. –Supe desde el principio que eras horrible, Sirius. Después, aprendí que también eras un potencial asesino. Sé de lo que eres capaz. Puedo ver tu verdadera naturaleza...

-¡No soy tu reflejo, Snape!- le espetó Sirius.

Severus respiró hondo. -¿Qué se supone que significa eso?- susurró.

Con ácido en la lengua, Sirius dijo: -Tu valoración es algo ridícula viniendo de  un Mortífago.

Severus se sintió volverse helado y después quemarse de rabia.

-¿Ridículo, dices? ¡Creo que me lo he ganado!- exclamó. –Vi hacia donde iba Voldemort y supe que no quería seguirlo...¡y supe lo que eso significaba, también! ¡Supe que estaba arriesgándolo todo, más que incluso mi vida, por alejarme del Señor Oscuro cuando estaba en el poder, pero tuve el carácter para hacerlo! ¿Podría decirse lo mismo de ti, Black? Si hubieras estado en mi situación, ¿hubieras tenido el valor-?

-¿Cuánto tiempo habrías durado tú en Azkaban?- gritó Sirius. –¡Durante más de doce años me fue arrebatada cada pizca de felicidad, todo lo que hacía que mi vida valiera la pena! ¡Mis peores recuerdos fueron sacados a la luz y exhibidos delante de mis ojos-!

-¿Qué estabas haciendo en Azkaban si eras tan inocente?

-¡No me dieron un juicio! Barty Crouch-

-Oh, ésa es la historia de tu vida, ¿no es así, Black?- escupió Severus. –siempre es la culpa de otra persona. Pettigrew te encasquetó su crimen, Crouch te condenó y tú, tú sólo eres la víctima inocente-

-¡Soy bastante más inocente que tú!

Severus se puso rígido.

-Conozco mis crímenes, Sirius. Soy capaz de aceptar mis propias acciones.

-¡¿Qué pasa contigo?!- gritó. –Vine a disculparme, a decir que siento mucho que casi hago que te maten cuando íbamos al colegio, ¡pero ahora no estoy tan seguro! ¿Qué has hecho tú alguna vez por nadie?

Severus estaba lívido.

-¿Es que no tengo valor como educador? ¿No tuve valor como espía contra Voldemort? ¡Una vez salvé la vida del mocoso de tu ahijado; seguramente eso es algo que incluso TÚ reconocerías como valioso!

Sirius lo miró fijamente.

-¿De qué estás hablando?

-Su primer año aquí, el profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras de entonces le echó un maleficio a su escoba durante un juego de Quidditch. Yo estaba haciendo al mismo tiempo el contramaleficio.

Sirius dio un paso atrás, absolutamente sorprendido. Severus se acercó a él, diciendo suavemente:

-No lo sabes todo, Sirius.

-¡Tú tampoco!- replicó éste.

-¡Oh, creo que sé suficiente-!

El dedo del pie de Severus se golpeó contra un adoquín salido en el suelo. Tropezó y cayó sobre Sirius, quien le cogió en sus brazos. Sus ojos estaban nivelados, la Marca Oscura le abrasaba en la piel y en el momento siguiente...

El momento siguiente nunca sucedió. El tiempo avanzó hasta varios segundos después, y Severus sintió algo suave presionado sobre sus labios. Era la boca de Sirius. Ambos, con un grito ahogado de rabia, se apartaron de un empujón.

Severus ardía en una burbuja de su propia ira. El rostro de Sirius era una mezcla de pura sorpresa y repugnancia.

-¡VÉTE!- rugió Severus.

  -¿Por qué estás enojado?- le respondió Sirius gritando. –Eres tú quien...- se detuvo y se estremeció. –Oh...ugh....

-¡Por supuesto que NO lo hice! ¡VÉTE!

Severus cogió un frasco y se lo arrojó a la cabeza de Sirius. No dio en el blanco y en vez de eso golpeó la pared y se estrelló, pero no sucedió nada. Aparentemente, era una de las pociones de Potter.

-¡Eres la persona más exasperante que he conocido jamás!- rugió Sirius, agarrando una botella para devolverle el favor.

            El corazón de Severus se le atoró en la garganta  al reconocer la poción como obra de Hermione Granger. Se hizo a un lado rápidamente, esquivando por poco la pequeña explosión que resultó.

***

            Harry no alcanzó a Ron y Hermione hasta que estaban a medio camino de la torre de Gryffindor.

            -¡Ron! ¡Hermione!- gritó.

            Los dos se giraron mientras él corría directo a ellos. Tenía la cara roja y su corazón le latía salvajemente en el pecho.

            -¿Qué pasa?- preguntó Hermione.

            -No os lo vais a creer.- contestó Harry sin aliento. –¡He visto a Sirius entrar en el aula de Pociones! Está hablando con Snape...

            -¿Qué?- lo interrumpió Ron. -¿Por qué estarían Sirius y Snape...?

            -No los espié porque era Sirius. Puede que todavía estén...

            -¿Harry, dónde está tu mochila?- preguntó Hermione de repente.

            Harry se detuvo y una expresión de pavor le apareció en el rostro.

            -Oh no.

            -¿Qué?- preguntó Ron.

            Harry gruñó. –La dejé en la clase de Snape.- se dio cuenta miserablemente.

            -¡Tienes que recuperarla ahora mismo!- declaró Ron. –Si Snape la encuentra...

            Hermione suspiró. –Es un profesor. No hará nada.

            -¡Sí, claro!- replicó Ron, tomando el brazo de Harry. –Venga, vamos a cogerla.

            Los dos caminaron deprisa por el pasillo. Detrás de ellos, Hermione murmuró:

            -Al menos ésa era la última clase.

***

                        El aula de Pociones no estaba para nada como Harry la había dejado. Varios calderos estaban volteados y rodando por el suelo, trozos de cristal estaban desperdigados por todas partes, sus contenidos mezclándose en charcos púrpura y rojo. Unas quemaduras evidenciaban varias pequeñas y recientes explosiones.

            Aunque la bolsa de Harry estaba a la vista, también lo estaba algo muchísimo más horrible. El profesor Snape estaba apretado contra su escritorio por el padrino de Harry, Sirius Black. Estaban literalmente desgarrándose la cara, pero a Harry le tomó unos momentos darse cuenta de que mientras intentaban furiosamente sacarse los ojos, también se estaban besando.

            Las expresiones de repugnancia en las caras de Ron y Hermione hubieran sido divertidísimas si no hubieran imitado la expresión de Harry. De algún modo, aunque su lengua se había convertido en plomo, logró encontrar su voz.

            -Pensándolo bien, recogeré mi bolsa por la mañana...

            Los tres se retiraron de forma rápida, silenciosa y, lo más importante, desapercibida.