Díganme lo que quiera, la verdad es que había olvidado este fic :(
Espero que aún haya algunos que quiera y estén dispuestos a leerlo, pero merecía un final feliz aunque ya sabemos cómo termina la historia
Disfruten de esta corta entrega que llega a su fin.
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Capítulo 8
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Llegar a la isla base de los cazadores fue un problema. Muchos se quedaron a la deriva mientras Viggo y Ryker lograban subirse a un simple y sencillo barco salvavidas, sin embargo tardaron días en llegar.
-¿Qué pretendías? ¡Perdimos el barco y al dragón! –regaño Ryker entrando a la choza de Viggo.
El líder de los cazadores estaba mirando el tablero de mazas y garras. No quitaba la vista de la mesa y las piezas.
-Ese chico jugó contigo.
-No lo hará más. –se prometió a sí mismo. –Él no ganará.
-Pues a cómo vamos parece que sí. -interrumpió otra voz entrando como si nada. –Te puse todo en bandeja de plata para obtener a ese dragón y tú lo perdiste. –la voz áspera y ácida de Johan los hizo sentir mal. –No habrá el oro que te prometí.
-Desconocía que la bestia se iba a alterar, parecía manso.
-Viggo, Viggo, Viggo… no hagas caso de las apariencias, mírame, parezco un tonto, ¿lo soy?
Ryker carraspeó. –No.
-No debes fiarte de los dragones. –les regañó. -Espero que haya funcionado algo de esto al menos.
-De momento sé que Astrid es la máxima debilidad de él, no el dragón como creímos. –comentó Viggo.
Johan, el mercader ser rio demasiado.
-Eso el archipiélago entero lo sabe, ¿hasta ahora de das cuenta? Cuando te veas en la necesidad de acorralarlo, debes de hacerlo elegir entre lo que sea y esa lady. Ella guarda más secretos de los que crees.
Viggo lo miró con interés.
-¿Quién es ella? –preguntó curioso.
Johan tampoco era tonto, no iba a hablar más de la cuenta, no en ese momento. –A su debido tiempo lo sabrás. Por ahora, sigamos organizando tu guarida, la roca blanca se corta con mayor facilidad con los dragones de piedra. ¿Y cómo me van a pagar la renta de la isla de Vig?
Ryker sacó una bolsa de oro. –El Triple ataque que cazamos hace unos meses ha traído buenas ganancias. –presumió el pelón.
-Perfecto. –guardó su oro. –Preparemos la Subasta de Dragones también. No creo volver a verlos hasta que venga por el oro. Filtraré información en Hiccup y sus jinetes para que se enteren.
-¿Y qué estropeen la operación? –Viggo se quejó molesto.
-Ya te había dicho que me contactó un cazador del norte, está interesado en un furia nocturna, debemos traer uno. No pasará nada si mantengo a los jinetes lejos de los dragones, debes saber que yo mismo los traeré.
Ryker y Viggo asintieron, obedeciendo órdenes de su principal benefactor.
Tras hablar unos puntos más, Viggo miró de nuevo su tablero, tomó al jefe y después a la lady.
-Explotaré tu punto débil, Hiccup. Cada flecha, cada catapulta no será lanzada a ti, sino a ella. Por ser mi enemigo, un día tendrás que vivir en un mundo sin ella.
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Sobrevolando el mar Astrid comenzó a sentirse mareada.
-¡Hiccup! –lo llamó Ruffnut quien señaló a la otra chica del grupo. –Algo le pasa a Astrid.
El mencionado no tardó nada en colocarse al lado de ella.
-¿Astrid, estás bien?
La rubia asintió.
-Sí, sí… es sólo que me siento cansada, nada de qué preocuparse. –les prometió con una sonrisa, pero él ya no le creía. –
-¿Segura?
-Sí… sólo debo comer algo.
No dijeron nada más, hasta que llegaron a la base central de la orilla. Hiccup ayudó a Astrid a bajar de Stormfly, quien volaba con más cuidado.
-¿Estás segura?
-Sí, Hiccup. –le sonrió y le tocó el pecho mientras entraba.
Los jinetes aprovecharon para cenar de una buena vez y rememorar lo que había ocurrido con sus compañeros y los cazadores.
-En definitiva Viggo no superará esta derrota, habría dado lo que fuera con tal de ver su estúpida cara. –soñó la gemela.
Tras un par de bromas más, Astrid recobró fuerzas.
-Muchas gracias por todo, chicos. No lo habría logrado sin ustedes. Todos aportaron algo para mí. Les debo la vida. –confesó la rubia. –Y la verdad… creo que debo pedirles algo más.
-Lo que sea Astrid, dinos en qué podemos ayudar.
La rubia se puso de pie y se acercó a una de las cajas de madera donde tenían armamento.
-Creo que me gustaría despedir a los enfermos del barco donde me contagié. –sinceró con cierta nostalgia. –Si no hubieran encontrado al Buffalord, ustedes estarían preparando mi funeral ahora.
Hiccup se puso de pie y se colocó sus manos sobre los hombros de Astrid, que ya tenían las hombreras conocidas de ella.
-Creo que es un gesto muy amable.
Los demás asintieron y se prepararon con todo lo necesario para el funeral vikingo.
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Una vez que estuvieron frente al barco los dragones ayudaron a incendiar las flechas.
-Allí es donde veo a mi padre, a mi madre… -Astrid inició con la plegaria, sintiendo con cada una de las fibras de su ser el peso del sentimiento que conllevaba el mensaje. –A mis hermanos y hermanas. Me invitan a ocupar mi lugar entre las paredes del Valhala, donde los valientes vivirán por siempre.
Una a una las flechas fueron disparadas y hasta llegar a su destino, clavándose directamente en la madera fría y abandonada del barco.
Sin decir más por respeto a los difuntos, los jinetes comenzaron a retirarse hasta que Astrid notó que Hiccup estaba muy reflexivo en su silencio.
-¿En qué estás pensado?
-Esto debe ser sólo el inicio. –comentó seriamente.
-¿De qué?
-Es algo que dijo Viggo. Que sabía donde conseguir la oferta. ¿Habrá usado el ojo del dragón?
-¿Cómo no tenía la llave del espectro de nieve?
-Pero encontró al Buffalord sin ayuda, tenemos que descubrir cómo. –habló decidido y preocupado sólo de recordar cómo es que casi pierde a Astrid por culpa.
Por otra parte, Astrid sólo le sonrió. Agradecida por lo que habían hecho con ella, en especial él; había actuado como todo un jefe.
-Hiccup… quería darte las gracias. –confesó con amabilidad. –En verdad te debo una.
El castaño se alagó.
-No fue nada. –Tú habrías hecho lo mismo por mí.
Era cierto, cada palabra era verdadera.
-Seguro, es que… tampoco puedo imaginarme un mundo sin ti.
Sólo hubo una mirada.
Sólo eso bastó.
Sin decir más, ambos regresaron en compañía de los dragones y los otros jinetes a la Orilla del Dragón.
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La rubia ya se preparaba para dormir.
Habían sido unos días muy pesados y aunque ya estuviera recuerda, aun debía reponer fuerzas.
Iba a dormir hasta que segundos antes de apagar la vela que alumbraba su cabaña se escuchó un llamado a la puerta.
-Adelante. –la verdad es que ella estaba muy cansada como para ir a abrir.
De inmediato supo que se trataba de Hiccup por el sonidito que hacía su prótesis.
-Venía a ver si todo estaba bien. –ingresó dudoso.
Astrid le asintió.
-Estoy bien, Hiccup. Deja de preocuparte por favor.
-Yo… nunca voy a dejar de preocuparme por ti.
La rubia sólo sonrió.
-Stormfly ya está en los establos. No le digas a Tuff, pero le puse algo de pollo que traje de Berk.
La rubia se rio por eso. –Guardaré el secreto.
Él sólo la vio, le agradó verla sentada en la orilla de la cama.
Fantaseó un poco en cómo podría ser su vida al lado de ella, completamente al lado de ella.
Se imaginó verla así todas las noches mientras se esperaban mutuamente a llegar a su hogar.
También en la posibilidad de tener una familia, que sus hijos entraran a su habitación, quizá interrumpiendo momentos íntimos, o anulándolos por completo.
Esa era la vida que deseaba.
Ese era el mundo que quería para él.
No imaginaba otra cosa sin ella.
-Hablaba en serio cuando enfermaste.
Astrid lo miró curiosa.
-No imagino un mundo sin ti, y mucho menos vivir en él. Te quiero Astrid. Me gusta que seas parte de mi mundo.
La rubia le agradeció con la mirada. También quería decir muchas cosas, intentó levantarse, quizá ese era el momento que tantos esperaban, que ella esperaba.
Se puso de pie, pero al hacerlo volvió a marearse. Hiccup la socorrió de inmediato.
-¡Astrid! –trató de cargarla, pero ella se apoyó en la cama.
-Estoy bien, sólo cansada. Disculpa por preocuparte.
Haddock le sonrió y le ayudó a recostarse.
-Debes descansar… ya mañana empezaremos a diseñar nuevas estrategias para derrotar a Viggo. Pagará caro lo que intentó hacer, él y todos los que estuvieron detrás de esto.
La rubia hizo caso y asintió, dejándose tapar por él.
-Descansa mi lady…
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Algunos años después
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-Descansa mi lady. –Hiccup le besó la frente mientras la rubia se acomodaba mejor. –Debes estar agotada.
Astrid sonrió, pero de inmediato trató de enderezar la cabeza, hacia la pequeña cuna que estaba al otro lado de la habitación.
Hiccup detectó lo que ocurría, esa misma mirada la tuvo con su anterior bebé.
-¿Está bien?
El castaño se levantó de su silla y fue hasta donde estaba el recién nacido quien se removió un poco mientras su padre lo cargaba.
-Estoy bien, mami. –Hiccup imitó la voz infantil, haciéndola reír, aspecto que le hizo que le dolieran las piernas de nuevo. –Descansa, porque te daré muchos problemas a partir de hoy demandando tu atención.
-No serán problemas, mi bebé. –la madre le sonrió. –Nunca me darás problemas, siempre y cuando te parezcas a mí.
El jefe sonrió feliz. –Tiene mi cabello.
Astrid besó la frente del bebé que le ponían al lado. –Aunque me preocupan sus ojos… nunca se había visto que un bebé tuviera una extraña mezcla de colores azul y verde en sus ojos.
El amo de dragones se encogió de hombros. –Siempre rompemos las reglas.
La agotaba mujer sonrió feliz.
-¿Y Erick? –preguntó por su hijo mayor de tres añitos.
-Lo cuida mi mamá por esta noche. Está bien, y ya quiere ver a su hermanito.
La mujer empezó a cerrar los ojos, demostrando agotamiento.
-¿Cómo está todo?
-Berk es mi asunto… y todos están felices por el nuevo heredero que has dado. Por favor, Astrid. Descansa, lo necesitas.
La mujer le sonrió y lo miró enamorada.
-Gracias, gracias por darme un mundo maravilloso en el cual vivo, un mundo diferente y mejor para mí y para nuestros hijos. –susurró a punto de caer dormida después de los tés de relajación que le dieron unas horas antes.
-Yo soy el que debe decir eso. –susurró, sentándose de nuevo en la silla. –Tú eres quien trasformó mi vida, mi mundo… tú eres mi mundo, bueno. –corrigió. –Ustedes tres son mi mundo.
Las miradas llegaron mientras Astrid empezó a dormir después del día tan agitado y tan difícil que se vivió después del ataque que sufrieron, siendo adornada por la victoria hooligan y la llegada del segundo bebé de los jefes de Berk.
Pasaron unos minutos hasta que tanto su esposa, como el bebé, que descansaba en sus brazos, durmieran plácidamente.
-No imagino un mundo sin ustedes, ni tampoco vivir en él.
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FIN
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Notas de la autora:
Lamento haber tardado tanto en finalizar este fic, como regalito les dejo este guiño a mi futuro universo Hiccstrid, donde según yo tienen tres hijos jeje, aún no digo el nombre de este bebé, sólo el del mayor y de la que sigue, que si han leído mis fics ya saben cómo se llaman.
Gracias por leer
**Amai do**
—Escribe con el corazón—
Finalizado: 8 de junio de 2018