Nobu

Hachi imagina el rencor que debe haber guardado tras ese par de ojos castaños que conoció tan bien antes. Es lo normal.

Por eso no puede creer en aquella sonrisa y ojos amables que la miran desde la distancia para luego alejarse. Nobu debería de pasar de ella, fingir que nunca la conoció o que nunca se agradaron, debería de actuar como cualquier otro hombre que ha sido botado de la manera más indiferente posible por una mujer que no consideró en lo más mínimo los sentimientos de la persona a la que decía amar.

Claro que él sonrió, y por supuesto que ese gesto iba dedicado a ella, la prueba está en el mensaje que Hachi recibe dos minutos después.

Nobu es esa clase de chicos que renuncian a un Ryokan por amor a un instrumento, del tipo que le habla a la más solitaria de la clase, de los que nunca podrán odiar a quién alguna vez amaron, de esos chicos románticos que no tienen remedio.