BURZUM
.
La primera vez que se acostó con alguien pudo darse cuenta del retorcido e innombrable mundo en el que sumergiría durante muchos años, un mundo solitario. Para alguien como él, el amor pasaba a un segundo plano, uno casi inalcanzable.
Casarse con alguien similar hubiera sido casi factible, pero el solo hecho de permanecer atado a una sola persona le disgustaba sobremanera. Más aún si esta persona lograba descubrir sus pequeños, en verdad detestaría que aquello pasara, porque entonces la otra persona iba a repudiarlo, y en el peor de los casos, abandonarlo.
Él era capaz de soportar toda la mierda que le cayera encima, pero ser abandonado por alguien le causaba una extraña sensación que lo llevó a obstruir todas las posibles entradas hacia una vida sentimental más o menos llevadera.
Cometió errores en el pasado, pero no pensaba volver a repetirlos. De esa forma, podía siempre estar buscando al indicado, pero decidió no encontrarlo y cuando él tomaba una decisión las cosas siempre seguían su curso.
A Levi no le gustaban las betas, a excepción de una o dos que lo volvían loco con sus lágrimas de niñas aterradas que pagaba muy bien. No, no era un pedófilo. Tampoco un santo, ni siquiera una persona normal. Un cazador de ojos, más bien, como solía llamarlo Farlan, el único primo bastardo segundo que tenía y mejor amigo.
Las personas normales hacían el amor, tenían sexo, follaban y quedaban satisfechas volviendo a la rutina normal hasta que aquella fogosa necesidad retornaba para atormentarlos. Aún en esos tiempos el sexo podría ser considerado el mismo tabú de siempre, la gente continuaba haciéndolo de la misma manera sin cansarse, cambiando de persona o pareja de vez en cuando y como la moda actual lo permitía para algunos de la élite: Con varias parejas a la vez.
Poligamia.
Desafortunadamente él no creía en ello, le causaba repugnancia. Su madre había logrado insertarle la única virtud que no pudo rechazar, la fidelidad.
Un alfa protegía a un solo omega, así fue desde el inicio del mundo y cuando este decidió cambiar de manera radical, Kushel Ackerman se encargó de mantener la tradición en alto para encontrarle una buena candidata a Levi.
Él lo intentó, intentó emparejar una vez, con una chica, la verdad es que no le importaba el sexo de la persona, fueran hombres o mujeres cada quien tenía sus encantos. Pero recordó a su primera cita, Isabel, la omega pelirroja que le entregó la virginidad, y él la tomó gustoso. Amaba ese tipo de omegas, su cálida y suave piel, sus grandes ojos verdes pero sucios, demasiado oscuros. Había tratado de complacer a su madre al comprometerse con ella y su madre había tratado de arreglar los pequeños defectos de su perfecto hijo mayor que solo ella tuvo la desdicha de conocer.
No ser brusco, fingir que era alguien normal y hacérselo de manera normal, mentirle acerca de lo que le gustaba, tratar de sonreír y lo más importante, no debía golpearla para ver sus lágrimas. Ni bofetadas suaves, ni intentos de ahorcamiento o pellizcos que dejaran cuestionables moretones.
Fue una lista larga y tediosa, escrita por la cursiva letra de Kushel Ackerman, sobre una servilleta con bordes azulados, mientras tomaban el café de la tarde en el restaurante de Farlan.
El azabache guardó la servilleta y pudo memorizarla en el camino a su más importante cita, si se casaba con esa omega podría impulsar las acciones de la compañía de los Ackerman y así sobresalir un poco en aquella desgastada y extraña sociedad. A Levi no le interesaba sobresalir, él solo pudo mantener a raya la compañía e incluso duplicar el valor de las acciones en tan solo un año, pero la gente comenzaba a sospechar algunas cosas y si él quería continuar con los pequeños secretos que guardaba Isabel era la adecuada.
La verdad es que estuvo mintiendo, los pequeños secretos que ocultó del mundo con tanto celo lograron convertirse en algo mucho más peligroso durante todos esos años. Su madre lo consideraba una especie de ninfómano, lo cual era ridículo tratándose de un alfa, pero las cosas iban un poco más allá de eso.
Amaba las lágrimas, lo excitaban sobremanera, lo descontrolaban. Hacían que aquellos oscuros defectos que tenía muy bien guardados salieran a la luz, y la verdad, era divertido ver como se entremezclaban uno a uno sacando lo que realmente era, alguien perverso.
Levi recordaba muy bien cuando fue que decidió ocultar todo aquello, la primera vez que estuvo frente a frente con Isabel. Ella vestía un vestido negro de tirantes y unos bonitos zapatos del mismo color. Fueron a varios lugares, para varias la pasaron bien, ella la pasó bien, su lista de restricciones se cumplió al pie de la letra y pudo camuflarse con habilidad bajo la mágica careta de un alfa perfecto y completamente normal. Esa noche la omega se entregó a él, a Levi le aburrió sobremanera hacerle el amor, fue algo tosco y adormecedor. El sexo normal ya no lo excitaba como antes, pero se esforzó en demostrarle cuanto le gustaba, con un poco de suerte y tiempo Isabel lo aceptaría tal y como era.
Ella le dijo que lo amaba, que amaba y amaría todo de él.
Decidió darle una oportunidad. Pero decidió confiar en la omega y contarle su secreto, contarle lo que en verdad era. Posiblemente ese fue su verdadero y primer error. Lo que lo convertía en…
¿Un monstruo?
No se consideraba uno pero ella le gritó aquello al día siguiente y la relación estable de un día acabó para siempre.
En ese entonces, cuando decidió cerrarse para siempre, Levi tenía veinte años.
Farlan terminó casándose con Isabel.
Pasaron siete años.
Se convirtió en tío, Kushel murió en un accidente y su padre la vengó, él heredó la compañía, vendió la compañía y compró acciones. Compró otras compañías, le regalaron una casa de reposo en la costa aunque prefería su agradable departamento en Rose, Farlan se divorció de Isabel y los tres sobrinos quedaron divididos junto con sus bienes.
Erwin, su socio y antiguo compañero de universidad, se casó con Mike. Mikasa, su hermana pequeña, consiguió una novia beta. Farlan volvió a casarse con una omega rubia a quien sus hijos comenzaron a llamar mamá y seguir todo el tiempo como polluelos descarriados.
En todo ese tiempo Levi pudo profundizar más a fondo sus pequeños gustos culposos y clasificarlos con la misma tranquila seriedad con la que sobrellevaba la vida, no volvió a tratar de emparejar con nadie.
Hasta que por primera vez se topó con algo nuevo que descubrir, Farlan lo llamó instinto paternal madurando, Erwin le dijo que era represión debido a su soltería pero Levi sabía que en realidad sintió algo diferente cuando se acercó a Nanaba en la fiesta por su embarazo. Esa omega se veía muy bien desprendiendo feromonas maternales, no, las feromonas maternales olían bien. Dulces y suaves, como un arrullo en medio del invierno. Completamente exquisitas. Lo golpearon tan fuerte como una bofetada, su instinto se descontroló como pocas veces solía hacerlo.
Fue entonces cuando por segunda vez sintió aquel deseó por emparejar. No solo lo sintió, aquella noche después de volver del trabajo y regar el cactus tropical de la entrada, Levi comenzó a hacer planes. Planes serios.
Si se casaba con una omega, tendrían un hijo en dos o tres meses, entonces esa omega desprendería feromonas maternales durante dos años aproximadamente. Si la embarazara cada año, olería bien todo el tiempo…pero si lo embarazara cada año olería bien toda su vida, un omega masculino preñado era cien veces más morboso que una femenina. Le daba un mejor toque a la relación en la cama, eran especiales, maleables a su completo gusto. Y desgraciadamente, escasos.
Fue una idea de mierda en realidad, pero le agradó bastante. Tanto que por primera vez pudo relajarse en aquel departamento vacío.
A decir verdad, los omegas que desprendían feromonas maternales no estaban mal.
Eran preciosos, más no perfectos. Y por supuesto, nunca suyos.
Levi emitió un gruñido bajo, de nuevo, el instinto volvía a traicionarlo. Un ligero calor se extendía por su cuerpo, desde la planta de sus pies hasta la cabeza, lo sintió como un cosquilleo en el centro del pecho.
Se limpió el sudor de la frente, dentro de quince minutos tenía una reunión importante.
...
..
Bajos ronquidos.
Ratas escarbando con sus diminutas patas.
Botellas de vidrio apiladas.
De vez en cuando, un gemido agonizante que atravesaba la delgada pared de donde no pudo descolgar los viejos calendarios de hace más de veinte años.
¿Quién los habría puesto ahí?
La habitación que le designaron era tan pequeña como un closet o un depósito de limpieza, una caja de fósforos. Eren vivían en una caja de fósforos, como en los cuentos antiguos donde las hormigas hicieron un nido en aquel lugar, las hormigas lo consumían todo hasta que a alguien se le ocurrió encender una cerilla.
Recostado en la cama de piso, miraba al techo. Una de sus manos bajó hacia su vientre para tocarlo, cada día estaba creciendo más y eso no significaba una alegría para él porque entonces perdería clientes valiosos y ya nadie querría conocerlo ni comprarlo.
Suspiró sorprendiéndose al ver la casi invisible nube blanca que se formó en el aire, comenzaba a nevar en Rose. Tuvo que ponerse de pie, a este paso se congelaría.
Encontró la gruesa café en el extremo de la habitación, con ayuda del espejo de mano partido, pudo acicalarse el cabello peinando los mechones con los dedos de las manos, tenía los labios rajados. Se pasó la lengua sintiendo casi al instante el ruinoso sabor metálico de la sangre, odiaba el frio. Odiaba no contar con unas botas adecuadas y guantes, generalmente las manos se le ponían azules luego de una larga caminata en el exterior.
El clima de Rose era inestable como en cada parte del mundo.
Eren volvió a acariciar su vientre sobre la chaqueta antes de cerrarla, se puso una vieja bufanda de lana y el gorro blanco con borlas en los costados que lo hacía ver estúpido e infantil, todas las personas contaban con algo más decente para salir, todas las personas que no fueran él por supuesto, no podía quejarse mientras tuviera un techo donde esconder la cabeza. Allá afuera existía gente que no poseía nada en verdad estaba pasándola mal entre la nieve, el día anterior tuvo que tirar un cachorro que murió aterido al hielo en la entrada del hostel(1) y que el viejo conserje no lograba desenterrar del todo.
Ayudar a los demás era casi tan extraño como tomar el sol en medio de ese pandemónium blanco, el conserje lo había mirado con mala cara antes de tirar la pala a sus pies y largarse de ahí. Es por eso que a veces se sentía desnudo, la escasa comida y la diminuta cueva de ratas donde vivía no era suficiente, necesitaba protección.
Eren salió del cuarto asegurando la entrada con un viejo candado, no poseía muchas cosas pero desconfiaba de las personas que vivían anexadas al lugar. En su conjunto omegas y prostitutas betas, trabajaban de noche en Ville' Dor y volvían de día, eso ayudaba bastante puesto que verlas era molesto.
Lo trataban mal.
Aún no entendía la mayoría de las cosas de Rose, como por qué algunas betas y omegas que vendían sus cuerpos llevaban un tatuaje en forma deI en el muslo izquierdo, tampoco tenían toque de queda y el gobierno les proporcionaba un escaso sueldo mensual a omegas que como él estaban embarazados.
Esos veinte dólares mensuales en realidad eran una burla, pero también el coste total del alquiler de ese sitio. Quizá por esa razón ellas lo detestaban , Eren , aparte de ser el único que recibía los miserables veinte dólares, solo tenía que preocuparse por buscar alimento durante todo el día. Eso es lo que pensaba hacer ahora, caminó por el largo corredor maldiciendo las chirriantes grietas que pisaba pero logró llegar a salvo hasta el salón de abajo donde se encontraba el mostrador del conserje y los sofás parchados con tela verde. Sin nadie a la vista fue hacia su respetivo casillero donde guardaba un carrito plegable del supermercado, de alguna forma u otra volvía a ser el mismo de antes. Su madre le enseñó que solo había una forma para ganar dinero fácil y rápido, recolectando botellas y eso estuvo haciendo hasta que conoció a Stephano.
El castaño desplegó el carrito antes de salir por la puerta principal, la nieve crujía moliéndose con la suela de sus zapatos, el hostel se encontraba al final de la calle roja o calle de la prostitución. A la gente no le dio la gana encontrarle un nombre más bonito. Flanqueado por los altos edificios que eran burdeles, Eren se dirigió al que parecía ser el más grande y lujoso de todos que además tenía un gran letrero: Ville'Dor.
Normalmente tiraban cientos de botellas finas en los cubos de plástico, Eren fue el último en llegar y solo pudo recuperar media docena de estos. Le quedaba un largo recorrido hasta la plaza central donde encenderían un gigantesco árbol de la compañía eléctrica. Pero él no podía entrar ahí, era un extranjero y no tenía el tiempo adecuado para perderlo en aquel lugar donde seguramente no existían botellas que rapiñar. En cambio fue hacia el hospital para comprar el parche diario, poniéndolo sobre su marca atenuaría el dolor ardiente de cada mañana, Eren solo compraba uno a la semana, los precios de esas cosas eran tan inestables como el clima y prefería aplicarse nieve que prácticamente no costaba nada.
Podría vender su cuerpo, los chicos omegas cobraban el doble que una omega y el triple que las betas.
Y tú, Eren. ¿También lo traicionaras?
No lo hacía por las palabras de Petra, la realidad era que ningún alfa quiso comprarlo debido a la marca que ya comenzaba a expandirse con lentitud. Para poder quitarla necesitaba un tutor o un esposo y por supuesto, las personas pasaban sobre él sin siquiera mirarlo.
Su nombre estaba en la lista del burdel desde hace cuatro semanas, en la sección que ofrecía contratos matrimoniales, pero todas las veces que lo llamaron era excluido definitivamente por varias razones. Al parecer a los alfas no les gustaba la idea de tener que encargarse de un bastardo, como llamaron a su hijo las continuas siete veces que fue citado.
Y Eren comenzaba a perder peso en lugar de ganarlo.
Se detuvo, cansado, en plena caminata, había reunido lo suficiente pero no lo necesario y se encontraba en el aparcamiento de la plaza central. A lo lejos, por entre los tejados de las tiendas, pudo vislumbrar la copa del árbol de navidad. Seguramente en Sina estarían haciendo lo mismo, se imaginó a Petra rebuscando entre las cajas del sótano hasta dar con la adecuada. Debió haberle indicado que él puso los adornos en el armario y no dentro del estante como siempre lo hacía.
Stephano les compraba abrigos nuevos en navidad y pastel, ahora mismo lo daría todo por un pastel.
—…mierda
Un tipo chocó contra el carrito y él, pronto Eren tuvo que debatirse entre sostener el borde metálico o su cuerpo, pero era muy torpe; Hitch siempre se lo reprochó, solía imitar a Petra para quedar bien delante de Stephano, porque en primer lugar nadie quería a un omega sucio y de malos modales.
Cayó rasgando parte del jean que llevaba, el asfalto estaba frio y sus mejillas se tornaron rosas al sentir los trozos de vidrio en su mano derecha, seguramente algún guardia lo forzaría a limpiar.
Le gente no se detuvo a ayudarlo, no esperaba que lo hicieran.
Indignado, sintió que el horrible tipo que chocó contra él, continuaba ahí de pie.
Subió la cabeza para mirarlo, era un hombre alto, cubierto por una gabardina color gris perla y guantes de cuero oscuro. Sus zapatos brillantes parecían burlarse del castaño junto con esa fina bufanda a rayas, rayas rojas y blancas, blancas y rojas.
Eren se distrajo contándolas.
El hombre rubio lo observaba con sus impenetrables ojos azules.
Un alfa.
Eren se encogió automáticamente, tragándose los posibles diez primeros insultos que ya tenía preparados. Pensó en Petra, ella se disculparía y Hitch mostraría una coqueta sonrisa que obligaría al hombre a relajarse. Lentamente se puso de pie murmurando un forzado y bajito "lo siento".
Por el rabillo del ojo vio a la comitiva que secundaba al hombre, una secretaria malhumorada y otros tipos trajeados que miraban los coches de lujo aparcados en el estacionamiento.
Eren se quedó quieto cuando el alfa le tomó la mano para observarla de cerca.
—¿Estás bien? —le preguntó fijando sus ojos en él—. Lamento lo ocurrido.
El castaño retiró el brazo con suavidad, dispuesto a ignorarlo.
—Voy a pagar los daños —insistió el otro sacando un billete para dárselo.
"Las botellas ni siquiera son mías" quiso decir, pero el dinero gratis siempre sería bienvenido.
Antes de recibirlo vio la burda mueca de la mujer que lo acompañaba, no era nada nuevo que su apariencia invitara a la caridad.
—No es necesario —le dijo tratando de mantenerse firme.
Se inclinó para recoger el carrito e irse, algo le quemaba en la nuca, más tarde se aplicaría un poco de nieve.
Entonces alguien lo retuvo sujetándolo por el codo.
—Erwin Smith —le dijo el alfa antes de alcanzarlo e introducir el billete dentro del bolsillo de su chaqueta— ese es mi nombre.
El castaño volteó sorprendido.
—No necesito dinero —declaró.
La sonrisa del alfa rubio fue condescendiente.
—Ahora mismo me dirijo al hotel de Verano, tengo una junta de negocios con un posible inversor —contó sin intenciones de soltarlo—. Eres un omega —afirmó— a él le gustan los omegas.
Los ojos esmeraldas del castaño se dilataron, sin habla no logró empujarlo y huir como tenía previsto.
—No soy un prostituto —dijo.
—Estaba seguro de que sí.
—¿Por qué? —contraatacó.
—Esas botellas —explicó, paciente— pertenecen al burdel del barrio rojo.
Indignado, frunció el ceño mirándolo con repulsión. Pensaba gritarle.
Se contuvo.
El alfa podría ofenderse y golpearlo. Se mordió el labio inferior con disimulo. Era el primer alfa que ofrecía comprarlo, en verdad estuvo esperando la oportunidad desde hace semanas.
Pero no quería hacerlo.
Necesitaba el dinero con urgencia.
—¿C-cuánto? —titubeó.
—Lo necesario para pagar tu operación —aquello lo tomó por sorpresa— deduzco que quieres eso, llevas un parche en el bolsillo. Y si le gustas, él te recompensaría muy bien.
Eren clavó la vista en el alfa.
De seguro mentía. Nadie pagaría tanto por un omega, menos por uno en cinta.
Pero ellos no lo sabían, y si lograba ocultar su estado…tal vez podría engañarlos.
El hombre se veía confiable. Y Eren decidió aceptar guiado por sus impulsos.
PRÓXIMO CAPITULO
Bombones
Tengo que sentir odio por este hombre. Sé que tengo que sentirlo, pero no es lo que siento realmente. Lo que siento es más complicado. No sé cómo llamarlo. No es amor.
Desde ahora este fanfic tendrá mucho hard y muchas escenas eróticas y bizarras, ténganlo en cuenta. Quiero aprender a escribir lemon extenso jajaja :,v en realidad ese es mi objetivo. En el próximo cap, tenemos una cama con forma de corazón y Levi loquillo sembrando dudas sobre Eren.
Hoy no responderé reviews.
Disculpen la tardanza. Me siento muy mal, escribir sintiéndome de esa forma no funciona, no he actualizado nada desde hace tiempo. Este capítulo lo hice en dos semanas, poco apoco.