Granos de Café con gotitas de sangre.

El hombre anormalmente alto no paraba de mirar la puerta con incredulidad. Se sentía burlado de muchas maneras y eso lo tenía a punto de estallar en ira.

Sus alumnos lo miraban con miedo implantado en sus rostros. Un jadeo general se dejó escuchar entre los muchachos cuando el maestro, llevado por la cólera, golpeó con fuerza su bastón contra el suelo del salón.

-¡Indignante! –Grito, preso de rabia y odio. En poco su rostro pálido había pasado a ser rojo y su bigote parecía que se crispada mucho más. -¡Esto es indignante! –Volvió a repetir y, para aplicar énfasis a sus palabras, se levantó en puntas de vez en vez, exagerando su ya exagerada altura. –Oh, pero esto no se quedará así.

A continuación, se acercó con decisión a la lista de calificaciones y se dispuso a tachar al joven castaño de allí.

-Ustedes pueden decirle al joven Jeanger que no se moleste en volver a entrar en mi salón de clases, hoy mismo pasare mi informe al director con su irremediable pérdida. –A la par que decía ello, un plumón rojo se marcaba sobre el nombre de Eren, anulando cada calificación sacada y por sacar, todo por la gran ofensa contra su persona.

El salón entero se había quedado en un espeso silencio. El profesor cuando se enojaba, despertaba altas cantidades de miedo. Más por el hecho de que era un hombre que decía lo que creía una ofensa y no dejaba impune cualquiera que se llegase a parecer a una conducta inmoral o falta de modales. A excepción de una persona, que no le importó esto.

Mikasa se había levantado de su silla, intentando abogar por Eren.

-¡Señor, espere, debe haber una explicación!… Por cierto mismo tiene usted que Eren es intachable. Es posible que se le haya presentado un problema que escapa tanto mi imaginación como la suya. –La voz tranquila de Mikasa se había tornado en una desesperada, hablaba con más rapidez de la normal y su lenguaje corporal delataba lo angustiada que estaba por sacar a su mejor amigo de tal embrollo, otra vez.

El respeto que despertaba Mikasa en sus demás alumnos y profesores, le daba el privilegio de actuar tal como lo hacía en ese instante. De nuevo, nadie era capaz de censurar a la muchacha, Mikasa se había ganado su propia reputación, muy aparte de la de su hermano; aunque acepta que al principio su apellido la persiguió, pero ahora era conocida como Mikasa Ackerman y no como la hermana menor del sádico doctor Ackerman.

A pesar de ello, el profesor no titubeo.

-Señorita Ackerman, misma usted sabe también que eso no es excusa. ¡Haberme pedido permiso antes! Usted no se moverá de esta aula. –Dictaminó con frialdad hacia ella.

Más Mikasa, devolvió esa fría mirada.

-¡Tengo que ir! –Exclamó. –A Eren pudo haberle pasado algo. –Eso último lo había dicho más como un ruego.

-No me hará cambiar de opinión. –Ignoro el maestro las peticiones de su mejor alumna.

-Lo haré.

-No me desafié, señorita Ackerman.

Las miradas de ambas partes se clavaban con excesiva dureza, la frialdad y rivalidad era palpable y había dejado con los vellos de punta a más de uno. Para que pareciera más caricaturesco, solo faltarían chispas irrumpiendo en el lugar.

Cuando los puños apretados de Mikasa se relajaron un chasquido fastidioso salió de sus labios, se deduce fácilmente que cumpliría sus antes dichas palabras, sin importar por encima de quien tuviera que pasar.

A excepción de una persona.

-Basta, Mikasa. –La relajada voz de Levi había resonado por toda la habitación, trayendo consigo una brisa congelada. Pocas veces se ha visto la activa participación de Levi; pocas veces, también, han sido cuando se ve la libre interacción entre los hermanos, no se sabe mucho de la relación que estos dos mantienen, y hasta qué punto ejerce potestad el doctor Ackerman sobre su hermana menor, a sabiendas de que la propia Mikasa no es alguien a quien simplemente se le puedan dar órdenes. Mucho menos cuando se trataba de Eren.

-¡Pero Levi! –Le chilló ella indignada. –Yo-

-Tú nada, Mikasa. He dicho que basta; ahora, por favor, siéntate. –A pesar del tono diplomático que usó, no era más que un rotundo mandato lo dicho por el azabache.

-Hermano, por favor. –Dijo ella en un tono demasiado similar al empleado por Levi, más este solo soltó un suspiro que se perdió en el recinto. Estiró sus dedos hasta hacerlos crujir y movió con levedad su cuello.

-Dije que no.

Un silencio expectante se presentó en el aula de clases, hasta el excesivamente alto profesor estaba mudo. Mucho más cuando un gruñido escapó de la garganta de la menor de los Ackerman.

Más, y ante la sorpresiva mirada de todos en el aula, Mikasa se tiró en su puesto haciendo un puchero y con sus brazos cruzados, acatando de mala gana las órdenes de su hermano mayor.

Pero Levi no había hecho igual, con sus manos en los bolsillos de su desaliñado uniforme, camino hacia la salida. Cuando pasó ante el maestro, solo dio una pequeña y simple explicación.

-Iré por el mocoso.

Cuando las palabras del joven fueron procesadas en el cerebro del profesor, volvió a estallar en ira.

-¡¿Quién le ha dado permiso?! –Le gritó. Levi solo hizo una mueca al sentir su oído doler. –Es usted una desgracia para la casa Ackerman así sea un genio. Su madre, a diferencia suya, brillaba por sus perfectos modales y su exorbitante energía. Nada que ver con un bizarro, enfermo, trastornado y depresivo chiquillo como lo es usted. –Le escupió con odio. –Y pensar que es hijo de Kenny, quien es considerado más que un héroe, que desgracia. Oh, qué desgracia es usted Levi Ackerman, para su familia, para esta ciudad, el país y el mundo entero. Jamás debió haber nacido… Muchas veces yo mismo le rogué a Kuchell que acabara con usted, que ese embarazo, producto del pecado, solo acaba con su vida; pero era testaruda y no ha hecho caso. Luego nació usted, el dios del caos.

El monólogo del hombre había sido escuchado por Levi en completo silencio. El hombre había dicho eso que por años rondó por su cabeza y solo estuvo esperando por decirlo.

-No saldrá de acá. –Continuo. – No se lo permitiré.

Con lentitud Levi soltó el pomo de la puerta y se volteó a ver al hombre del odioso discurso; teniéndole a solo un par de metros, pudo darse cuenta de la diferencia en alturas, Levi tan solo podría pasar su pelvis.

Sin embargo un detalle había cambiado. Un mínimo detalle que significaba más que la destrucción del mundo.

La mirada del Ackerman mayor se había vuelto completamente turbia.

Fue esa mirada, lo que literalmente modificó el ambiente. De repente, nubes negras se arremolinaron alrededor del salón y un frío mucho más allá del común invadió el recinto. La forma agazapada en la que Mikasa se abrazó a sí misma, dio el toque final.

-¿Terminó? –Preguntó Levi con un deje ronco en su voz. El hombre sintió un temblor recorrer la totalidad de su cuerpo. No fue capaz de responder nada. –Tomaré eso como un sí. –Dijo con simplicidad Levi antes de meter su mano dentro de sus ropajes y sacar un arma que apuntó justo en la cabeza del profesor, un jadeo general se hizo presente. –Si ya termino, entonces debemos solucionar sus exigencias. –Continuo.

A pesar de su mirada altiva, el Ackerman solía mantener un semblante tranquilo y, los últimos años, hasta algo amable. Un semblante que lo hacía sin duda mucho más atractivo. Pero en ese momento, era alguien diferente, algo peor que solo el Doctor sádico.

Punto número uno. –Su voz era excesivamente ronca y gruesa, casi de inframundo –No soy producto de un pecado, soy un milagro. –Dijo plasmando una sonrisa altiva. –Punto número dos. –Dijo antes de soltar el seguro del arma. –Mamá no es una mamá, es un cadáver. Mi madre, por otro lado, me ama. –Nunca se presentó en Levi una tonalidad lacónica o que diera indicios de locura, era perfectamente consciente en lo de decía. –Por último, no le corresponde decidir a usted si debí o no nacer; lo único cierto es que, así es más interesante. –Musito encogiéndose de hombros. –Ahora, si usted no quiere permitirme salir, pasare "sobre su cadáver".

Después de la respuesta de Levi, el color había dejado el rostro del hombre y gotas de sudor resbalaban por su frente. Su labio inferior tembló con fuerza cuando comenzó a rogar por su vida.

-¡Doctor, Levi! –Chilló lleno de pavor. –No lo haga, por favor. Piense en las consecuencias… -Las súplicas siguieron los segundo en los que Levi presiono el gatillo sin duda o temblor, con el arma apuntando justo en la frente del hombre. Sin embargo, no hubo nada más que un poco de pólvora saliendo del objeto.

El hombre que antes se había encogido tapándose con su larga rodilla y manos, retomo otra posición para mirar al Ackeman.

Levi sonrió chiquito y soltó una opaca risilla de menos de un segundo.

-Jum. Es broma. –Dijo antes de volver a tomar la perilla y salir del lugar.

Cuando Levi salió, el hombre cayó al piso, sudando frío. Eso no fue ninguna broma, había alguien allí arriba que quería que un viviera, pues pudo ver en los ojos de Levi toda la intención de cometer homicidio.

Trago grueso.

Efectivamente no comenzó como una broma. Levi juraba que aún le quedaban un par de balas. Pero a veces solía sacar unas cada mañana, de lo contrario, la mitad del pueblo hubiera sido masacrada hace un tiempo.

Se encogió de hombros pensando que tal vez así era mejor.

Sacudió su cabeza un par de veces… no era eso en lo que debía pensar por ahora. Había algo millones de veces más importante y era buscar a Eren y rogar a satán porque el muchacho decidiera salir con él.

Camino largo rato por los pasillos del lugar sin tener noticia de Eren, comenzaba a desesperarse. Tampoco es como si fuera tan descarado de ir hasta casa de Eren y también cabía la posibilidad de que Eren ni siquiera estuviera allí. Se llevó la mano hasta la cabeza rascándose en el proceso mientras fruncía el ceño.

Chisto fuerte antes de patear una caneca de la basura. ¿Debería detectar el IP del celular de Eren? Por algo era un genio, si no había milagros, los haría por sí mismo. Saco con ansias su tableta y digitó una compleja clave, pasó por un par de filtros de seguridad antes de acceder a la aplicación que había creado con anterioridad y, con agilidad y experiencia, procedió a detectar la ubicación del mocoso.

Casi sonríe victorioso cuando el mapa satelital del lugar le mostró que Eren aún estaba dentro de las instalaciones. Irónicamente muy cerca de su posición, en un lugar por el que tal vez pasó unas dos o tres veces en su búsqueda.

Chasqueo la lengua, a veces no era tan genio como aparentaba.

Siguió caminando mirando únicamente el objeto electrónico en sus manos, su actualización en tiempo real le mostraba en donde tenía que voltear o quien se acercaba para así evitar golpearse.

Casi se sentía jugando Pokemon Go.

Un nuevo puntico brillo en su pantalla y levantó el instante el rostro para encontrarse con su experimento 4822 en la puerta de lo que parecía ser un baño de hombres. Sonrió antes de acercarse a su criatura con el ceño visiblemente más relajado, con ese porte amable que los últimos dos años solía llevar.

Cuando 4822 lo vio chillo entre contento y emocionado y se lanzó a su búsqueda. Ya estando frente al Ackeman agacho un poco su cabeza, como una clara invitación a que lo acariciara.

Levi lo hizo, sacó un poco de polvo estelar que llevaba es su cubo tetra-dimensional. El ahora "Heichou" dibujó una sonrisa de hilo antes de lanzarse a la mano de su creador, solo consiguiendo golpearse contra la pared tras Levi pues este la había quitado un segundo antes de que el experimento la alcanzara. Enfurruñado le exigió una explicación, mirándolo mal.

Gruño un par de veces.

Levi levantó una ceja y chasqueo la lengua de forma reprobatoria. Más no lo reprendió por esta vez.

-¿Quieres, 4822? –Ante la pregunta, el animal imitó el ceño fruncido de su creador, soltando frases sarcásticas, por lenguaje de señas. –Pues bien, necesito un favor. ¿Sabes dónde está Eren?

Heichou asintió eufórico antes de jalar a Levi de la ropa y llevarlo frente al baño que tenía un letrero de "fuera de funcionamiento". Había sido demasiado sencillo comprarlo.

El azabache sonrió con autosuficiencia antes de lanzarle el tarro al bicho, pero deteniéndose en la puerta.

-Vigila que nadie entre.

Heichou llevo una de sus manitas robóticas a su frente simulando un saludo militar y soltó un tierno sonido. Pero Levi, ansioso por entrar, le ignoró.

El baño estaba en perfecto estado, no había ninguna falla visible y posiblemente tampoco ninguna otra no visible. Tal vez Eren no era tan idiota como él creía. Pasó su vista por debajo de los cubículos y tal como lo sospecho, pudo ver un par de zapatos negros de colegio asomar por el último, el que quedaba contra la pared.

Con intención cerró la puerta haciendo un ruido sordo y abrió la llave del agua. Al instante los pies del cubículo se levantaron. Levi sonrió un poco ante el tierno acto del joven, cerró la llave del agua y camino, sus pasos haciendo eco en el lugar, hasta quedar frente al cubículo del baño en el cual estaba Eren. Estuvo tentado a entrar al baño del lado y espiarlo por arriba, pero se arrepintió. Más bien solo se reclinó en la pared.

Tomando una gran bocanada de aire, pues jamás se acostumbrara a eso de intentar acercarse a la gente o agradarle, se preparó mentalmente para comenzar su conversación –esperaba que así lo fuera y no solo un monólogo- con el castaño.

-Eren, hola. –Dijo aparentando indiferencia. –Soy Levi. –posteriormente hizo una mueca. -¿Me recuerdas? Soy el hermano de Mikasa.

Cuando Eren escucho la voz de Levi, su corazón se detuvo y los colores subieron todos a su cara con intensidad. ¡¿Qué hacía Levi allí?! ¡En ese preciso momento!

Contuvo una sarcástica risa al escucharlo hablar, como si pudiera olvidarlo…

Cuando quiso responder, en contra de su propia intención, su voz no salió. Los nervios lo estaban dominando.

-No creas que soy raro, por favor. –Se apresuró a aclarar Levi luego de que contextualiza su situación actual. –El profesor me ha mandado a buscarte, está muy enojado… hasta amenazó con hacerte reprobar. –Excuso.

Un agudo dolor a causa de la decepción se implantó en el pecho de Eren, apretó los puños queriendo golpear la puerta del baño, Levi seguía siendo cruel. Hasta habrá olvidado que se vieron ayer, hace tan solo un día, que Levi lo vio, después de dos largos años.

Llevo sus manos a sus rebeldes cabellos castaños. ¿Por qué tenía que sentir esas cosas? No era justo, contrariamente, era doloroso.

-Te recuerdo. –Le respondió después de un rato de silencio en el que Eren espero que Levi se fuera, sin tener resultado. Su voz había salido fría como pocas veces. -¿Cómo olvidarte? –Dijo con sarcasmo. –Tú creaste a Heichou… solo ayer nos hemos visto. Te he recordado los últimos dos años. –Dijo en un tono nostálgico que Levi no supo reconocer. Eren volvió a hacer una larga pausa en parte esperando que Levi respondiera algo y también para controlar sus propias reacciones. –Puedes decirle que no quiero volver, no me importa reprobar.

Con ello Eren había dado por terminada la conversación. Levi ahora podía hacer lo que le diera la gana, irse o quedarse. Preferiblemente que se fuera, pues su pulso aun no volvía a la normal.

Pero los planes del Ackeman no podían estar más contrarios a sus deseos.

-Puedo decirle que no encontré… -Meditó su mentira. –Así tendrás oportunidad de excusarte.

Nuevamente el silencio se había posado sobre ellos. Levi comenzaba a sentirse nervioso, de una manera desconocida para él, mientras Eren luchaba contra un montón de sensaciones no tan desconocidas, solo que intensificadas por mil. En parte, moría de ganas de salir de allí y juntarse a Levi. Pero sabía que eso podría tener graves consecuencias. Por ejemplo, volver a soportar el dolor de ser ignorado por su primera y única ilusión.

Odia, desde lo más fondo de su corazón, la forma en la que aprecia a Levi. Podría admitir que el azabache le gusta, pero eso lo tiene claro desde hace mucho más de dos años. No admite, sin embargo que sea algo más fuerte.

Jamás lo hará.

Por otro lado, Levi odia las relaciones entre humanos; prefiere las relaciones de átomos de carbono. Es un completo amateur en la práctica social. Sin embargo toma en cuenta algo que vio una vez en televisión: Sé tú mismo. De hacerlo, Eren le temerá. Así que Levi decide ser él mismo, pero solo la mejor parte de sí mismo, esa que Kuchell, Kenny y su madre dicen que tiene. Esa que el castaño le inspira la confianza para experimentar.

-Eren… -Volvió a irrumpir Levi. -¿Te sientes bien?

La voz de Levi había salido cálida y sincera, el corazón de Eren se estrujó y se vio impulsado a responder.

-S-si. –Lastimosamente había tartamudeado un poco.

Levi le frunció el ceño a la puerta.

-¿Te molesta que esté acá?

Cuando escucho la pregunta, Eren la medito a profundidad, intentando sacar una limpia respuesta del enredo de emociones en su interior.

-Un poco. –Confesó al final con sinceridad. Aun así, ahora le asustaba un poco la idea de que Levi se fuera.

Ante su respuesta el azabache se despegó de la pared y caminó hasta los lavabos y de un brinquito se sentó en el gran mesón. Se echó para atrás hasta que pudo recargar su espalda en el espejo.

Desde su posición Eren no podía ver si Levi finalmente se había ido o no; sin embargo la tristeza se cierne sobre él.

-¿Levi? –Pregunto algo dudoso.

-Aquí estoy. –Respondió el azabache desde su posición y el castaño suspiro entre aliviado y nervioso. –Solo pienso un poco.

Eren sopesó un poco la respuesta de Levi dudando si continuar la conversación. No sabe en qué momento se había apegado a la puerta, atento a cualquier cosa que el azabache le pudiera decir. Esta era lo más cercano a una conversación seria que tenían por primera vez en sus vidas entre los dos.

Sobre todo, pudieron detectar que la emoción y nerviosismo eran los sentimientos que predominan en ambos. Aunque la emoción de Levi, no era muy grande, más sentía que pronto le temblaran las manos.

El azabache dio un largo suspiro, controlando cualquier vestigio de nerviosismo.

Eren hizo lo mismo sin éxito. Igual, decidió extender ese momento hasta donde más pudiera.

-¿Y en qué?

Aun sabiendo que Eren no era capaz de verlo, Levi se encogió de hombros.

-Eren, ¿yo te desagrado? –Preguntó al fin. Al Ackerman esa pregunta lo estaba carcomiendo por un buen rato.

Nuevamente el menor sopesó la pregunta, analizando si era que realmente Levi le desagrada. No es un secreto que sus pensamientos para con Levi dejaron de ser solo flores desde hace mucho. Y aunque siente un rencor bastante grande para con él, sentir que Levi es desagradable, es otra cosa. Y es algo que Eren no siente por Levi.

-En realidad no. –Admitió y hasta él llegó el suspiro de Levi quien había relajado sus músculos. Quiso agregar un par de cosas más pero se reprimió.

-…Eso es bueno. –Escucho decir; Seguido, una risita opaca. -¿Sabes? –El Ackerman había echado su cabeza para atrás, mirando al techo. -Tengo el leve presentimiento que fue mi culpa que hayas salido así. En eso pensaba, en realidad.

Eren contuvo un chillido de sorpresa, ¿tan obvio fue? Se debatió entre si admitirle la verdad o negarlo e inventar cualquier mala excusa. Pero termino, sin embargo, yéndose por la tangente.

-¿P-por qué lo dices? –Titubeo al decirlo.

Nuevamente un suspiro salió de los labios del mayor.

-No soy muy bueno en esto. –Le admitió dejando escapar una seca risa. –La verdad, soy muy malo… Si Erwin estuviera, las cosas serían más sencillas. –Ante el nombre del rubio, Eren hizo una mueca; le molestaba no solo la simple mención del rubio sino la forma en la que Levi parecía depender de él; Se vio hundido en los celos, tan solo con la mención del amigo del Ackerman. No podía ver como Levi cerraba los ojos, sopesando la situación. –Tal vez la puerta cerrada me da confianza. –Dijo con simplicidad.

Eren siguió esperando que Levi llegara al punto, en muy poco se había dado cuenta lo mucho que Levi solía darle vueltas a un asunto, pareciendo como si analizara una y otra vez la misma cuestión y situación.

-La nota.

-¿Eh? –Dijo Eren confundido, le costaba seguirle la conversación a Levi.

-La que te he dejado hoy, sobre el puesto. –Al momento Eren comenzó a sudar; era esa nota. –Cuando… hoy en clase, te mire. –E hizo una pausa buscando las palabras para continuar. –Pero tú hacías un… ¿ademán? Raro. Luego de leer algo en un papel, saliste de ahí.

Sin siquiera que Eren lo esperara, estaba a punto de tocar el tema que él deseaba evitar. A pesar de todo, había tomado la decisión de dar un rotundo no. Bueno, miente. No sería rotundo, ni siquiera sería un no. Tenía el plan de, simplemente, esconderse en ese cubículo del baño hasta que Levi se olvidara nuevamente de su existencia. No es como si se estuviera comportando como un crío –Solo un poco, tal vez- era que desde que Levi dejó de hablarle se convirtió en una persona supremamente insegura y hasta, en ocasiones, depresiva; No ese depresivo poético que ahogaba sus penas en música o cortando superficialmente la piel que cubre sus extremidades, era más de esa depresivo visiblemente fuerte, pero gloriosamente derruido.

Tiende a pensar muchas veces en sus propios defectos y a asimilar que la razón por la cual Levi hizo lo que le hizo fue suya. Porque No es lo suficientemente listo o atractivo, no tiene ningún tipo de dote que lo haga destacar. Es decir, ni siquiera tiene un paladar refinado: prefiere mil veces las tostadas francesas con café o huevos fritos con grasoso tocino a cualquier alimento light, balanceado y carísimo, odia no solo el pavo tierno si hasta el sushi.

Es solo un mocoso homosexual. Un mocoso homosexual que debe asistir a clases de recuperación a final de año.

Cree una posibilidad que no quiere darle cara a Levi por dignidad sino por no caer más en ese torbellino de pensamientos negativos, ese que siempre termina recordándole lo patético que es.

Asintió tímidamente ante las palabras del mayor, pero chasqueo la lengua al recordar que él no podía verlo. Recargo su frente en la puerta y suspiró con amargura. Su mirada, puesta en el suelo, estaba acuosa.

-Es una posibilidad. –Alcanzó a decir en voz baja, impregnada en amargura.

El Doctor sintió algo punzante que logró bajarle el ánimo, con ello la confirmación de su teoría. Dio un nuevo brinquito hasta llegar al suelo firme, de pie. Se acercó un poco a la puerta del cubículo, casi como si pudiera tras ella ver a Eren.

-No te comprendo. Eres difícil para mí. –Ahora el tono amargo lo cargaba Levi. –Te incómodo más no te desagrado. No te desagrado pero me siento alejado. –Medito un poco, quiso creer que racionalmente, lo próximo que dijo. –Me frustra un poco que hayas cambiado tanto en tan poco tiempo. ¿Qué paso en estos dos años? ¿Quién te causo tanto daño?

Las intenciones de Levi no eran malas ni nada similar, por lo menos no sus intenciones superficiales; Era cierto que le generaba cierto grado de curiosidad Eren es su totalidad, comenzando por su anomalía genética pasando por su extraña similitud con Kuchell. Pero también le agradan sus ojos, le agrada y le causa curiosidad esa forma en la que Eren se sonroja, en la que estalla, en la que -hace un par de años- se quedaba prendado mirando sus grises ojos, de una forma lejana al odio, miedo o curiosidad. Por eso le intriga saber en qué momento perdió a Eren y ahora hacer ese estúpido intento de recuperarlo.

Sin embargo, Eren se había ofendido profundamente.

¡¿Cómo le decía ello?! Es que Levi no tenía vergüenza, según Eren. No estaba siendo en lo absoluto objetivo, no estaba teniendo en cuenta que Levi era completamente ajeno a cualquier reacción que pudo causar, no actúa con dolo más si con culpa. Pero Eren arde en ira; su cara ya no está gacha, pero sus verdes ojos siguen brillando por lagrimas amargas. Sus puños estaban hechos puños y taladraba con ira la puerta frente a él.

-Eso no te interesa. –Dijo con la voz gruesa y molesta. Levi arqueo sus cejas, algo sorprendido. No pensaba que desataría ese tipo de reacciones en el castaño.

-T-tienes razón. –Titubeo. –No tiene nada que ver conmigo, pero te equivocas en decir que no me interesa. Porque, aunque no tenga nada que ver conmigo, me causa un extraño interés… Entiendo la intención de lo que quieres decirme aunque, literal y lógicamente, estoy en desacuerdo contigo.

Eren se sintió levemente enredado, pero igualmente la ira no le dejaba dar mucha trascendencia a ello. Destacaba que hoy aprendió lo mucho que le incomoda la forma tan rápida de hablar de Levi.

-Si lo entiendes entonces, déjalo. –Le dijo Eren. Mas Levi solo dio un paso más hasta casi pegarse a la puerta en la cual estaba reclinado Eren.

-También dije que no estaba de acuerdo. –Aclaro, haciendo que Eren nuevamente estalle en ira.

-¡¿Y eso que?! ¡No tienes derecho de meterte en mi vida privada! –Le grito, de una forma que ni siquiera el mismo midió, pero no pediría perdón.

-Ese es exactamente el punto. –Levi había caminado hasta pegarse a la puerta, reclinando su frente en esta. Y, con un tono dulce que pocas veces utilizaba, susurro. –Eren… -Con ello solamente había logrado bajar completamente las defensas del joven, que tembló de pies a cabeza al sentir esa voz ronca y dulce que utilizó hace dos años, con ese ansiado primer y único acercamiento, ese el cual recreo millones de veces en su mente, esa misma voz dulce, empalmada de compresión, que con los meses se había distorsionado hasta ya no encontrar ni en sueños el matiz exacto que hacía cada neurona de su cerebro adormecerse, hasta caer, al completo, en éxtasis.

Dulce y nocivo éxtasis.

-¿Q-qué? –Le respondió a duras penas.

-Quiero tener el derecho de saber de tu vida privada. –Sentenció. Más apresuró a corregirse, pues creyó que lo que dijo sonó demasiado fuera de lugar. –Es decir, -Comenzó, nuevamente, a argumentar de esa forma peculiarmente rápida. –Hay muchas razones para ello, empezando por que somos compañeros de clase, además de que eres la persona especial de mi hermana. Debes tener en cuenta también a 4822, jamás pensé que tú le agradaras hasta ese punto. Además, me siento movido por millares de sentimientos objetivos implantados por este sistema de estado democrático e intervencionista, basados en la dignidad humana y la responsabilidad social. Yo debo, por ley, intervenir si creo que hay algo que puede llegar a ser perjudicial para ti o si algo nocivo puede estar sucediendo contigo… o en cambio caeré en delito de omisión. Si lo ves de esa manera, si tengo derecho en inmiscuirme en tu vida privada.

Levi hizo una mueca analizando su vómito verbal. Dejará de escuchar los monólogos de Erwin cuando habla de leyes. Suspiro, recargando pesadamente su frente en la puerta, sin imaginar que en ese mismo momento estaba copiando una acción anteriormente realizada por Eren. Casi golpeándose mentalmente, volvió a relajar su tonalidad de voz, al mismo del principio, ese que tanto le encantaba a Eren.

-El punto es… que tú me agradas, Eren. Lamento que mi propuesta te haya tomado por imprevisto, pero no tengo malas intenciones. Soy sincero… -Al decir ello, Levi no pudo evitar la risilla que escapó de sus labios. –Solo quiero llevarme bien contigo, quiero saber un par de cosas, por qué cambiaste, por qué ahora me evitas y quieres golpearme. –En ese momento pudo escuchar una suave risita de Eren. –Conocer tus razones. Solo será un rato, un miércoles, como Mikasa, en un café que frecuento.

Fue entonces cuando Eren fue completamente consciente de que nuevamente era como un rayo en plena tormenta, cuando la niebla y la lluvia torrencial evitaban la visibilidad y la oscuridad y la falta de luna era hasta algo tenebroso. Y brillaba muy lejos, con un blanco cegador, un relámpago que adornaba magníficamente el cielo nocturno, un increíble fenómeno natural. Contaba entonces, uno, dos y tres, para poder escuchar ese ruido ensordecedor. Recuerda Eren que cuando era chico siempre espero esos tres segundos para taparse con fuerza los oídos y aunque Carla siempre le decía que ya había pasado, no quitaba sus manitos. Ahora era algo similar, actúo mucho antes de que su mente pudiera coordinar. No había sido racional, en lo absoluto, a la hora de acceder.

Nota: De nuevo, muchas gracias a todas las personas que leen, dejan review, dan follow o fav a este fanfic. Lamento haber tardado tanto, es irónico pues esta listo desde hace dos semanas. A Natzuki quiero darte también gracias por este review, lamento no contestarlo acá, pero he leido este como los otros dos en amor yaoi, así que te responderé ambos por allá.