Color Falso

Capítulo 15: Color Amor.

El frío del metal contrastaba con el calor de su sien, obligándole a notar con demasiada atención el arma que le apuntaba directamente al cerebro, pero sólo bastaron un par de segundos para que la temperatura del arma se mimetizara con la de su piel y, por consiguiente, él también se acostumbrara a la amenaza latente. Osomatsu no pudo evitar suspirar, demasiado familiarizado con ese tipo de escenas. Se preguntaba cuántas veces en su vida se había encontrado en esa situación, notando para su diversión que los dedos de sus manos siquiera cubrían la mitad del número.

"Dinos quién eres" La grave voz del hombre frente a él le obligó a dejar sus pensamientos y centrar su atención en el desagradable bigote de su interlocutor. Le recordaba a una oruga gruesa y negra. "Te advierto que nosotros trabajamos para peces grandes, chico. ¿Conoces a los Matsuno? Nosotros somos sus protegidos. Eres tan idiota que decidiste infiltrarte en la base de una de las familias bajo el cuidado de los Matsuno: ¡La gran familia Iwagami!" Dijo. El orgullo se deslizaba por su voz, seguramente ante la revelación de su estatus. "Así que respóndenos: ¿Quién te envió aquí y para qué has venido? Si no nos respondes en tres segundos, tus sesos terminarán regados por el suelo, y se los enviaremos a tu jefe como recuerdo de tu estupidez. El pobre no podrá hacer nada contra nosotros."

Rodó sus ojos ante esa declaración de ignorancia, apartando su vista del insecto frente a él y fijándose en el resto de personas que le rodeaban; tres hombres con rostros intimidantes le vigilaban atentamente. Frente a él estaba el idiota con el grueso bigote, y a su izquierda quien tenía su arma apuntando a su sien; el tercero, a su derecha, tenía una de sus manos ocupada con su arma, enterrándola con brusquedad en la columna del Matsuno, mientras que con la otra sujetaba con fuerza el traje negro de Osomatsu, como si éste, con sus manos atadas fuertemente con una cuerda, pudiera hacer mucho en esa situación. Tal vez, el tipo con el bigote no era el único idiota. Fuera de aquel triangulo de opresión, Osomatsu logró divisar a otras dos personas, quienes se mantenían cerca de las ventanas del lugar vigilando que nadie se acercara, esas mismas que con letras gigantes anunciaban que, legalmente hablando, aquello era una oficina de préstamos. Para el disgusto de Osomatsu, no le era posible ver los rostros de los vigilantes pues, aunque la luz dentro de aquella roñosa y poco cuidada oficina era lo suficientemente intensa para alumbrar todo el cuarto, la oscuridad de la noche y las luces pasajeras de los autos ocultaban sus facciones en sombras móviles poco definidas.

"Vamos, habla, chico." Volvió a insistir el hombre con bigote de oruga. El jefe de aquel grupo, supuso, pues todos se detenían a mirarle cuando hablaba.

"Antes de eso, ¿podrías decirle a este sujeto que deje de molestar con su pistola en mi espalda? ¿Sabes lo irritante que es? Y duele." Apuntó a la persona en cuestión con un gesto de su cabeza. En cuanto dijo aquello sintió como el mencionado aplicaba más fuerza contra él. "¡Oye! Lo estás haciendo a propósito." Le gruñó, girando su rostro para verle directamente.

"¿Qué demonios?" Exclamó el jefe del grupo. "¿Acaso sabes en que situación estas, chico?"

"Tal vez es idiota, Masa-san" Habló el tipo que apuntaba a su sien. Un sujeto de la edad de Osomatsu, presumía, con su cabello rubio en punta y ojos afilados como los de un animal. Era el vivo estereotipo de un delincuente. "Deberíamos solo matarlo y ya, no sirve de nada tratar con gente así de idiota." En lo que hablaba comenzó a golpear con el cañón de su arma la sien de Osomatsu, sin ningún ápice de delicadeza.

"En serio, ¿ahora tú también? Les digo que duele." Se quejó, notoriamente mal humorado. Las últimas semanas habían sido horribles para él, por lo que no se encontraba con ánimos de tratar con más idiotas.

Osomatsu sintió como algo agarraba su camisa y le acercaba al desagradable rostro del jefe oruga. Al menos ahora no sentía la pistola en su columna. "Deberías cuidar tus palabras, chico." Siseó el hombre, dejando que sintiera su desagradable aliento. "¿Acaso no sabes con quien estás hablando?" Le soltó, empujándole de regreso al centro del círculo, siendo recibido por el tipo a su espalda evitando que cayera. "Nosotros somos-"

"La familia Iwagami." Interrumpió Osomatsu. "Ya lo dijiste." Le sonrió de lado, lleno de confianza. "Son una pequeña familia de yakuzas que se encuentra bajo el mando de los Matsuno. Son parte de los encargados de la recolección de deudas del distrito cinco y deben rendir sus cuentas con la gente a cargo de Matsuno Todomatsu." Comenzó a hablar, despreocupadamente, viendo como el resto de las personas en esa habitación le escuchaban con mayor atención que a su jefe. "Se les conoce como el tipo de grupo problemático en la mansión. Usualmente tienen retrasos para pagar y siempre falta dinero 'aquí y allá' a la hora de cerrar las recaudaciones del mes. El pobre de Totty sufre de graves dolores de cabeza por culpa de ustedes."

"¿Cómo sabes eso?"

"¿Cómo lo sabré~?" Bromeó. Debía admitir que el rostro acomplejado del jefe oruga le causó un cierto nivel de satisfacción que no esperaba.

"¡Deja de hacerte el idiota y dilo!" El hombre a sus espaldas habló, y Osomatsu pudo escuchar el sonido del arma siendo cargada. "No me digas que eres de la mansi-"

"Ah, pero últimamente han cumplido al pie de la letra con sus labores." Volvió a interrumpir, fijando su vista en el hombre del bigote. "Algo extraño si consideramos que los préstamos pedidos a la familia Matsuno han bajado, al igual que la venta de especies, por lo que los recursos deberían ser limitados. En cambio, pareciera que ustedes han mejorado."

El nerviosismo se coló en la expresión del jefe de aquella pequeña familia, al igual que en el resto de sus secuaces. Osomatsu aprovecho el pequeño afloje de la presión en su espalda para colarse con naturalidad entre los integrantes del círculo, apoyando sus manos atadas en el hombro del sujeto-oruga, dejando que su peso se colgara del mismo. El hombre dio un salto de asombro al sentirle, algo divertido de notar para el menor. El resto de los integrantes del grupo volvieron a estar alertas ante ello.

"Quiero saber cómo lo lograron." El único que no le apuntaba con su arma era el jefe, quien estaba demasiado asombrado para su propio bien. Osomatsu incluso podría jurar que los dos vigilantes, ahora a sus espaldas, también le apuntaban esperando su movimiento. "Cuénteme su secreto, Masa-san." Bromeó, imitando el tono de voz amistoso con que le había llamado antes el rubio del grupo. "No se lo diré a nadie más. Nadie más que yo necesita saberlo, de todas formas." Sonrió.

"¡Maldito!" Dijo el tal Masa-san, apretando los dientes al hablarle. Una desagradable mezcla entre ajo y tabaco llegó a la nariz de Osomatsu. "¿Realmente eres de la mansión? ¿Acaso te enviaron los de más arriba para vigilarnos?"

"Mmm~ Algo así. Digamos que trabajo directamente con los peces grandes, como tú les dices." Sonrió de lado. "¿Nunca has visto al jefe de la familia, verdad? No me sorprendería, eres solo un pez diminuto para ellos."

Antes aquella revelación el jefe del grupo le apartó de un manotazo, acabando por fulminarle con la mirada en cuanto le volvió a tener de frente. "Así que nos están investigando." En cuanto sus palabras fueron dichas, el nerviosismo pronto comenzó a apoderarse del resto de mafiosos.

"¿Es de la mansión?" Dijo uno de los vigilantes, pero el mayor de los sextillizos no logró identificar cuál.

"Masa-san, debemos matarlo." Habló el tipo que antes perforaba la espalda de Osomatsu con su arma, apuntando ahora directamente al pecho de este. "¡Este tipo es peligroso!"

"Vamos, no sean así. Solo quiero saber cómo es que ustedes obtienen dinero." Osomatsu levantó sus manos, atadas, demostrando que se encontraba en desventaja, notando la histeria en sus captores. "Como dije, no le contaré a nadie."

"¡Como si te fuéramos a decir!" Le rugió el jefe oruga.

"Hiiro-senpai tiene razón, Masa-san. ¡Solo matémoslo ya!" Gritó ahora el tipo con aspecto de delincuente. "Les contará todo."

"Entonces, eso quiere decir que hay algo que contar." Dijo Osomatsu, a lo que todos en la habitación le miraron como si acabaran de recordar su existencia.

"¡Guarda silencio!" Le volvió a gruñir Masa-san. "¡Y ustedes, cuiden sus palabras!"

"¡Si lo matamos, los de la mansión se enteraran de que algo extraño ocurre!" Gritó el otro de los vigilantes.

"¡Si no lo matamos se enterarán de todas formas! ¡¿Qué más da?!" Le refutó el de aspecto de delincuente.

"Aunque aún no me entero de nada, en verdad." Resaltó Osomatsu, divertido ante la escena del grupo entrando en pánico por solo saber que era de la mansión. Se preguntaba qué pasaría si dijera que en verdad era el jefe de los Matsuno. "Así que al menos díganme antes de matarme, para que mi muerte valga la pena."

"¡Te dijeron que te callaras!"

El sujeto que respondía al nombre de Hiiro, el mismo que presionaba su arma contra su espalda, le golpeó con ésta en un brusco movimiento producto de la desesperación. Osomatsu sintió con lujo de detalles como su cerebro se aturdía por una eterna milésima de segundo ante el golpe, momento suficiente para que sus piernas dejaran de sostener su peso y le hicieran caer al suelo.

"Eso duele…" Se quejó, siendo lo primero que logró decir ante lo sorpresivo del ataque. Notó algo cálido deslizarse por su mejilla derecha hasta su barbilla, viendo como gotas de sangre caían en la sucia alfombra verde; rojas como la camisa que usaba ese día.

"¡¿Qué demonios haces?!" Escuchó a alguien gritar por sobre su cabeza. El círculo que le rodeaba se había abierto para darle más espacio.

"De acuerdo, ya me aburrí de ser el tipo bueno." Habló Osomatsu, girando su cuerpo sobre su hombro izquierdo para ver a Masa-san desde abajo. Un sentimiento de déjà vu le invadió por un momento, obligándole a apretar los labios; la imagen de Tougo aún viva en sus memorias, al igual que la impotencia que le producía el ser visto desde arriba.

"Jyushimatsu, dispara."

Fue lo último que dijo antes de que el sonido de un arma retumbara en la habitación, al mismo tiempo que Osomatsu sentía el zumbido de una bala cortando el aire frente a su rostro y dando de lleno en el suelo a la altura de su nariz. Sus ojos se abrieron de par en par al notar el orificio que dejó el disparo, el cual le habría matado si apenas hubiera movido su cabeza un centímetro hacía el frente.

"¡Perdón por la intromi-swing amplio!" La voz de su hermano menor dispersó el breve momento de silencio que se instauró en la habitación. Todos los hombres que rodeaban a Osomatsu movieron sus pies fuera de su rango de visión, permitiendo que este viera, al igual que ellos, como Jyushimatsu salía desde un armario que se encontraba en una de las paredes más alejadas y oscuras del cuarto. "¡Soy Jyushimatsu!" Saludó el chico como si nada, con un saludo militar con la misma mano con la que sostenía el arma que acababa de usar; en la otra tenía lo que parecía ser una magullada sección de cañería.

"¿De dónde demo-?"

"¡¿Qué demonios, Jyushimatsu?!" Gritó Osomatsu, interrumpiendo por tercera vez a Masa-san. "¡Casi me matas! ¡Aprende a leer el ambiente, idiota! ¡Si digo que dispares, claramente no es a mí! ¡Fíjate en el contexto!"

"¡Osomatsunii-san!" Le respondió el chico, sonriendo con todo el ancho de su boca. "Me alegra que estés bien."

"No estoy bien, te dije que casi me ma-" Se detuvo en cuanto apoyó sus manos en el suelo para levantarse y seguir regañando al menor, reparando en que sus muñecas ahora se encontraban desatadas. Se fijó en la cuerda que antes le impedía moverse, notando que una parte de esta estaba cortada y con indicios de quemadura, seguramente producto de la bala que antes Jyushimatsu había disparado y que rozó el material de la misma.

No pudo evitar quedarse estático, admirando lo que su propio hermano había hecho, dudando de si aquello había sido a propósito o no; y a la vez, aterrado de la monstruosa habilidad del quinto hijo.

El sonido de armas siendo cargadas le regresó a la realidad, observando ahora como todos los presentes en la habitación se dividían en apuntarle tanto a él como a Jyushimatsu, quien solo había alcanzado a salir de su escondite antes de que la amenaza de un disparo le detuviera.

"Masa-san, ese tipo dijo que se llamaba Jyushimatsu." Recalcó el sujeto con aspecto de delincuente. "No será…" No terminó su oración, pasando a fijar su vista en Osomatsu para luego volver a guiarla en dirección al recién llegado. "Son idénticos."

"Gemelos." Dijo el tal Hiiro-san.

"Sextillizos." Corrigió Jyushimatsu como si nada.

"No es cierto." Exclamó Masa-san, con los labios tan apretados que era difícil entenderle del todo. Observó a Osomatsu con el entrecejo fruncido, la preocupación reflejada en sus ojos mientras apuntaba su arma en su dirección, seguramente dudando de si debería estar amenazando a la persona tendida en el suelo. "Entonces ustedes…"

"Somos tus jefes. Los peces gordos en cuestión." Finalizó Osomatsu, sonriendo de lado. La superioridad se desprendía de él con cada palabra. "Ahora, si me permiten, volveré a preguntar una vez más amablemente." El dolor palpitante de su cabeza le distraía a segundos, y con dificultad logró reincorporarse sobre sus pies para poder ver con claridad el bigote frente a sus ojos. "¿Cómo es que consiguen el dinero?"

"No creas que, porque eres el jefe de los Matsuno, eres la gran cosa, chico." Masa-san sonrió con dificultad, demostrando una forzada sensación de confianza en sí mismo. "Estas aquí, en mi oficina, rodeado por mis hombres y con sólo un aliado que casi te mata. No eres inmortal, Matsuno."

"¿Entonces no me dirán?"

"No te dirán, nii-san" Reafirmó Jyushimatsu, soltando un sonido que parecía una risa. Seguramente divertido que no siguieran las órdenes del mayor.

Osomatsu suspiró pesadamente, dejando caer la cabeza por un momento debido al cansancio y el dolor. La sangre aun goteaba a ratos sobre su traje. "¿Por qué nunca es por las buenas?" Dijo, levantando su mano derecha al cielo en un imprevisto movimiento, causando que el resto de las personas se alertaran. Como ratones a punto de ser cazados, pensó. "Jyushimatsu, has un escándalo."

"¡Hustle, hustle. Muscle, muscle!"

Fue la respuesta de su hermano, al mismo tiempo que lanzaba el arma que sostenía en dirección a Osomatsu, quien la atrapó sin mayor problema como en una ensayada escena de película, terminando por apuntar en dirección al jefe oruga, en un fluido movimiento.

"¡Como si te fuera a dejar!" Alguien le tomó por el hombro y le obligó a girar el cuerpo para encontrarse con el tipo que perforaba su espalda con su arma; Hiiro, si mal no recordaba.

Una pistola se alzó frente a sus ojos y su atacante le sonrió a modo de despedida. El sonido del vidrio rompiéndose inundó la habitación, al igual que el breve quejido de dolor de Hiiro, quien se desplomó como si una fuerza misteriosa le hubiera empujado y obligado a perder el balance.

"¡Hiiro!" Gritó el jefe del grupo al escuchar el ruido sordo del cuerpo caer, ya sin vida; la sangre brotando de su sien.

"¡Le dispararon a Hiiro-senpai!"

"¡Nos disparan desde afuera!" Alguien gritó. Osomatsu se giró de nuevo para buscar el rostro de Masa-san.

"No son los únicos." Exclamó el hombre al verle, el pánico y la ira apoderándose de él.

Nuevamente un arma se levantó frente a sus ojos, esta vez de la mano de jefe oruga. Un nuevo vidrió se sintió quebrar y desmoronarse, al mismo tiempo que el tipo con aspecto de delincuente junto a Osomatsu caía al suelo. Una fugaz sombra gris impactó de lleno contra la cabeza de Masa-san. "¡Hit al jardín derecho!" Gritó Jyushimatsu, a la vez que se aparecía frente a Osomatsu luego de derribar a la persona entre ellos. Su hermano solo le sostuvo la vista un segundo, sonriente como siempre, para luego simplemente correr para golpear a uno de los vigilantes, quienes se encontraban distraídos buscando a quien fuera que les estuviera apuntando desde el exterior.

"Malditos. Nos tendieron una trampa." Escuchó el quejido de Masa-san desde el suelo, un murmullo entre los gritos de Jyushimatsu y sus referencias al béisbol. Osomatsu se acuclilló a su altura, solo para poder verle con mayor claridad. "Un franco tirador. ¿Es en serio? Llegar tan lejos por un grupo tan pequeño como nosotros…"

"¿Qué puedo decir? Me gusta que las cosas sean en grande." Le respondió Osomatsu a la vez que cargaba su arma, asegurándose que su víctima le viera con lujo de detalles.

El sonido de un disparó retumbó en la habitación, seguido de un quejido y el ruido del metal siendo golpeado contra algo. Por inercia giró su vista para vigilar a su hermano, pero los gritos energéticos de Jyushimatsu eran la señal para Osomatsu de que este se encontraba bien y no debía preocuparse por él.

"Ahora bien," Volvió a hablar, regresando su vista hasta el hombre a sus pies. "me dirás lo que quiero saber." Una sonrisa apareció en sus labios, llena de malicia. "Y ya decidí que será por las malas, Masa-san."


"¡Salud!" Dijo Osomatsu, levantando su voz por sobre el bullicio del resto de personas dentro del bar. Jyushimatsu e Iyami solo pudieron seguirle a coro, juntando sus jarras de cerveza con la de su hermano que se mantenía en alto, esperándoles. El sonido del vidrio chocando entre sí produjo una agradable sensación en el quinto hijo, quien se olvidó por un segundo del cansancio en sus brazos y piernas.

Hace solamente una hora Osomatsu, Iyami y él habían entrado en la oficina de una pequeña familia de yakuzas, los cuales, luego de un par de golpes y disparos, fueron totalmente aniquilados por los tres integrantes de los Matsuno. Fue así que, a modo de celebración y esperando a que todo se calamara un poco luego del revuelo, Osomatsu les invitó a un pequeño bar cercano a la oficina de préstamos Iwagami luego de que ambos hermanos cambiaran sus ropas manchadas de sangre y trataran sus heridas causadas por la pelea.

Vio a Osomatsu beber con rapidez, produciendo un notorio sonido al tragar, para luego dejar escapar una exagerada exhalación al bajar su jarra, sus mejillas sonrojadas por el alcohol. "No hay nada mejor que una buena cerveza luego de acabar con los tipos malos." Exclamó, sonriendo con todos los dientes. "Es una suerte que todo saliera como lo planeamos."

"Más bien, Me lo llamaría un milagro-zansu." Iyami, a diferencia de su hermano, bebía molesto. "¿A quien demonios se le ocurre hacer una redada a una oficina de yakuzas con solo tres personas-zansu? ¿Es que acaso querías morir, Osomatsu?"

"Claro que no. Pero, tenía que mantener el perfil bajo, después de todo, es un tema delicado el que estaba tratando. Realmente me salvaste el trasero cuando nos tenían acorralados, Iyami."

"¡Iyami es bueno disparando!" Resalto Jyushimatsu, bebiendo gratamente de su cerveza.

"Me no se queja de que lo alaben-zansu, pero para Me el más asombroso fuiste tú, Ichimatsu-"

"Soy Jyushimatsu." Le interrumpió, acostumbrado.

"Me tenía una vista limitada desde el edificio de en frente," continuó el mayor como si su corrección no hubiera existido. "por lo que Me no podía hacer mucho. Pero tú te encargaste de dos de ellos con solo… ¿una cañería?"

"A Jyushimatsu no le gusta mucho usar armas." Intervino Osomatsu.

El nombrado solo asintió, dándole la razón a su hermano. La verdad era que no era malo con las armas de fuego, si se era honesto. Pero, aun así, a Jyushimatsu no le terminaban de agradar. Él prefería sostener algo entre sus manos, apretarlo entre sus dedos y sentir con cada fibra de sus músculos la fuerza que aplicaba en sus golpes. Medirse no era su especialidad, pero no por eso era ajeno a lo que era capaz de lograr con su fuerza, y las armas como las pistolas no le permitían sentir todo el daño que causaba con solo un movimiento de su dedo en el gatillo.

"De todas formas-zansu," Continuó Iyami, pasando notoriamente del tema. "¿qué negocios tenías con esos yakuzas, Osomatsu?"

"¿Eh? ¿Quieres saber?" Su hermano mayor sonrió de lado, con una expresión de soberbia que le recordaba a su infancia, y Jyushimatsu no pudo evitar prestar más atención, intrigado también. Osomatsu solo le había dicho que le acompañara esa noche y él había aceptado sin más, pero en el fondo seguía manteniendo las preguntas de por qué se encontraban en ese lugar.

"Es un secreto~" Finalizó el contrario, causando un suspiró de exasperación por parte de Iyami. "Pero, si me quieres hacer hablar, entonces deberás invitar la otra ronda de bebida." Exclamó, a la par que mostraba su jarra ya vacía.

"¿Por qué demonios Me debería invitar a un jefe de mafia? Como si no tuvieras el dinero para ello." Iyami estaba claramente enfadado, pues Osomatsu había jugado con el interés de ambos, pero de todas formas alzó la mano para pedir una nueva ronda de bebidas para los tres. Jyushimatsu solo pudo emitir un sonido de diversión; hacía mucho tiempo que no salía a beber junto a su hermano.

No estaba seguro de cuánto, pues en algún punto su capacidad para contar se vio afectada por la cantidad de alcohol recorriendo su sangre, pero Jyushimatsu sabía que ya había bebido lo suficiente como para que sus piernas se sintieran endebles, como pudín tambaleándose al caminar. Pero no se podía dejar caer, pues Osomatsu había decidido usarle de soporte, así que se mantenía dando pasos forzadamente rígidos, arrastrando a duras penas a su hermano fuera del bar.

"Me irá a ver si encuentra un taxi-zansu." Intentó decir Iyami, trastabillando al hablar. No había bebido tanto como ellos, pero al menos se notaba en su rostro que no estaba en la mejor de las condiciones.

Jyushimatsu se detuvo y asintió enérgicamente a su propuesta, lamentando rápidamente haberlo hecho, pues el mundo comenzó a girar mientras veía al mayor hacer su recorrido hacía la avenida principal.

"Jejeje." La suave voz de su hermano le obligó a desviar la mirada para verle instintivamente: un cuerpo casi muerto colgando de su hombro derecho que ahora luchaba por alzar la cabeza.

"¿De qué te ríes, Osomatsunii-san?"

"De nada. Solo me dieron ganas reír."

"Hace mucho que no lo haces." Rescató él.

Hacía no más de diez días que Osomatsu había dejado en claro que la fiesta de verano se realizaría y, en ese pequeño periodo de tiempo, todos sus hermanos se habían consumido en una extraña seriedad que a Jyushimatsu no dejaba de molestarle. No había broma o pasatiempo que pudiera devolverles la energía que parecía habían perdido. Y, aun cuando ellos se esforzaban en sonreírle y decirle que estaban bien, Jyushimatsu sabía que no lo estaban. Homura le había dicho, cuando le expresó su preocupación, que aquello era entendible, que luego de una discusión la gente siempre se sentía triste, pero que ya terminaría y volverían todos a ser felices como Jyushimatsu recordaba que eran. Pero, él tampoco estaba seguro de aquello, pues aun cuando ella no había sido parte de la discusión, Homura también parecía triste y distante, igual que sus hermanos.

"Hacía mucho que no me sentía tan tranquilo." Le respondió el mayor, con la mirada al frente. "Realmente tranquilo."

"Eso es bueno." Su sonrisa se ensanchó, totalmente feliz de escuchar aquello.

"Siempre me siento tranquilo cuando estás alrededor, Jyushimatsu." Su hermano apoyó su cabeza aún más en su hombro, suspirando largamente.

"¿Por qué?" Preguntó él, honestamente intrigado. No estaba acostumbrado a ser llamado alguien que daba tranquilidad.

"Me pregunto… Tal vez, en alguna parte, siento que nos parecemos."

"¿Osomatsunii-san y yo?"

"Sip." Le sonrió.

"¿En qué?"

Osomatsu se apartó de él, al fin sosteniéndose en sus propios pies, y Jyushimatsu sintió como el calor que dejo su cuerpo sobre su hombro se iba y daba paso al frío.

"Pienso que ambos nos preocupamos de lo mismo. Bueno, no exactamente de lo mismo, pero de lo mismo en esencia. Los dos nos preocupamos por nuestra familia ¿verdad?"

Jyushimatsu llevó su mano hasta su boca, intrigado por las palabras de su hermano, pero asintiendo al final, pues no había duda de que él se preocupaba por cada uno de sus hermanos y por todas las personas que conformaban su familia.

"¿Amas a tus hermanos?" El mayor le preguntó. La palabra amor extraña en sus oídos por parte del contrario, pues sabía que aquello era una palabra que demostraba la infinidad de sentimientos que alguien podía sentir por otra persona. Y Osomatsu nunca demostraba las cosas con tanta claridad.

"Los amo." Respondió. "¿Osomatsunii-san los ama?"

"Los amo."

La declaración de su hermano fue la misma que la de él, y aun así Jyushimatsu pudo sentir el peso de sus palabras como si el mundo se apoyara en sus hombros. La mirada fija del mayor en sus propios ojos le produjo un escalofrió que no tenía sentido de existir.

"Yo también amo a Osomatsunii-san." Se apresuró a decir, feliz, avergonzado, y con una extraña y anticlimática sensación de preocupación juntándose en la boca de su estómago.

Osomatsu abrió sus ojos, notoriamente asombrado de escucharle. Pero, Jyushimatsu no lo entendía, no entendía porque él estaba asombrado cuando era una obviedad que también le amara.

"Gracias." Contestó, avergonzado. "Yo también amo a Jyushimatsu." Y le sonrió, con una expresión tan honesta e infantil que Jyushimatsu sintió que volvía a su infancia, esa donde todos se tomaban de las manos y jugaban, donde no existía uno diferente al otro, sino que todos eran uno. Y, a su vez, sintió que si intentaba tocar con la punta de sus dedos aquella sonrisa, Osomatsu se rompería en millones de pedazos. Para cuando lo notó, una extraña pesadez se había alojado en su pecho, impidiéndole respirar con tranquilidad.

El mayor extendió su brazo en su dirección antes de que Jyushimatsu siquiera fuera capaz de reaccionar, demasiado sumido en sus pensamientos, obligándole a acercarse a él y juntar ambas cabezas en un movimiento brusco que realmente no molestó al menor. Sintió la mejilla se su hermano acomodarse a la altura de su sien, y su propia mejilla rellenar el espacio junto a la boca contraria, donde aprendió se juntan los dientes; ambos mirando al frente, encajando perfectamente en la estructura ocia del otro, un sentimiento de perfección que le hacía recordar que eran lo mismo.

"Lo siento, te pedí que hicieras algo malo conmigo." Le escuchó hablar. La mano que le obligó acercarse a Osomatsu se mantenía sobre su oreja izquierda callando el sonido de la noche, mientras que la derecha sentía la voz de su hermano retumbar. El olor a alcohol le hizo entender que, en efecto, el mayor había bebido tanto que actuaba de forma extraña, honesta. "Sé que no te gusta mucho hacerlo, pero esta vez necesitaba ayuda y no podía confiar en nadie."

"Está bien." Le dijo él, su voz también vibraba dentro de su cabeza, distrayéndole. "Osomatsunii-san prometió que siempre me detendrá cuando sea necesario, así que no tengo de qué preocuparme. Además, es por la familia."

Escuchó a su hermano suspirar y, por un largo momento, Jyushimatsu se perdió en el tintineo de una luz defectuosa de la calle frente a ellos, esperando a que su hermano decidiera hablar, sabiendo lo haría, sintiéndolo.

"Sé que la familia es importante y sé que tú lo sientes igual, pero…" Se detuvo, seguramente dudando de sus propias palabras. "Quiero que me prometas algo Jyushimatsu." El quinto hijo sólo se limitó a asentir, pero sin tanta energía como de costumbre, demasiado intrigado por lo que fuera a decir su hermano, pero a la vez cuidando no romper ese extraño ensamble que mantenían sus cabezas. "No importa lo mucho que nos ames, nunca sacrifiques tu vida por nosotros."

Hubo un nuevo momento de silencio, y Jyushimatsu seguía con la vista enfocada en la luz tintineante que luchaba por vivir, cada vez con menos fuerza para mantenerse encendida. "¿A qué te refieres, nii-san?" Preguntó, sin mover un solo músculo. Sentir el calor que emanaba la piel de Osomatsu le brindaba seguridad, pero aquellas partes que no sentían su presencia le causaban ansiedad ante el frio desconocido.

"Si un día yo no llego estar, no quiero que te sientas con la obligación de cuidar de todos. Yo sé que quieres que todos seamos felices, pero si tú, quien siempre sonríe para nosotros deja de hacerlo por preocuparse en exceso, no sería algo bueno, y tu onii-chan estaría muy triste ¿Sabes?"

Para cuando dijo aquello, Osomatsu se separó nuevamente de él, dejando una vez más que el frio comenzara a borrar su presencia en su piel, y sintiendo una vez más aquella extraña sensación de angustia al verle sonreír en su dirección; como si Osomatsu estuviera a punto de romperse, de desaparecer.

"¿Vas a ir a algún lado, Osomatsunii-san?" La pregunta salió antes de que él mismo la entendiera.

La sonrisa de su hermano no desapareció, pero Jyushimatsu pudo notar una pesada tristeza que la hizo vacilar por un segundo. "Solo confía en mí." Le respondió. "Hasta el final, mantente confiando en mí y ayuda a los otros a entender, Jyushimatsu."

El menor sintió como sus propios labios se juntaban, dejando que su siempre abierta boca mostrara una sonrisa vacía. No terminaba de entender a qué se refería su hermano, siquiera sabía si en verdad le estaba entendiendo para comenzar. Pero, en el fondo de su corazón, sabía que todo aquello no tenía mayor significado que uno solo: confianza.

"Ahora, cambiando de tema, vayamos por Iyami." volvió a hablar el jefe de la familia, avanzando en dirección a la avenida principal. "Se ha demorado lo suficiente como para creer que se olvidó de nosotros."

"¿Ya puedes caminar, nii-san?" Se apresuró él a alcanzarle en un par de zancadas.

"¿Mm? Ah, sí. Ya al menos puedo caminar. Gracias por acompañar a tu onii-chan hasta que estuviera un poco más sobrio." Osomatsu le sonrió, pero esta vez con la típica expresión de siempre, pasando su dedo índice bajo su nariz.

El quinto Matsuno le siguió, pasando por debajo de la tintineante luz que antes había llamado su atención, deteniéndose nuevamente para admirarla una vez más, pero volviendo a emprender su camino para cuando escuchó a su hermano llamarle.

Jyushimatsu se preguntó si la próxima vez que volviera a pasar con su hermano por esa calle aquella luz estaría reparada; y se preguntó su volvería a haber una próxima vez para él y Osomatsu.


¡Esta vez me demoré menos que la anterior actualización! Me merezco un dulce (?)

¡Hola, hola! ¡Aquí Oh Shamu al habla de nuevo!

Espero que esperaran esta actu tanto como yo creía que la esperarían mientras la escribía (?)

Este capítulo tiene mucho a Jyushimatsu, es básicamente sobre Jyushimatsu (y Osomatsu). ¡Es un Jyushimatsu Matsuri(-angs)! (?)

Omg, ¿se dieron cuenta que el fic ya va a cumplir un año? Con Momonade estamos flipando en colorines por eso, es como super... Wow, es que de verdad no me lo creo. Un año de esta cosa y aun ni siquiera puedo ver la luz al final del camino lol

(Siento la necesidad de disculparme luego de haber escrito eso...lo siento)

¡Btw! No creo que tenga la próxima actu para el aniversario del fic, ¡pero trabajaré duro por no pasarme por tanto en la fecha!

Recen por mí.

Como siempre, muchas gracias a Momonade por ser la betareader y aguantar todas mis preguntas sobre este capítulo. Y claro, también muchas gracias a los comentarios que me dejan, realmente me hacen muy, muy, ¡muuuuuy feliz leerlos!

¡Nos vemos en la próxima entrega! See you 3