Creación obsesiva

Capítulo 1: Cruce de caminos

Disclaimer: Resident evil y sus personajes no me pertenecen. Solo la trama es de mi autoría.

Recomendaciones musicales: Primero de todo aclarar que el tema principal de esta historia es Sweet Dreams de Emily Browning.

Agradecimientos: A mi Beta Adry, que es la madre del Weskerfield y una gran amante de las galletas de Pola que tengo bajo secuestro. Nos las comemos, Pola no las quiere recuperar y no tiene dinero para el rescate.


En la oficina solo se escuchaba el carboncillo rozandose con el papel de gran calidad y el ventilador refrescando el cálido ambiente de verano. Los miembros del equipo miraban atentos al dibujante improvisado, quien intentaba retratar a un ladrón a través de las indicaciones de una anciana.

La testigo llevaba gafas, tenía el pelo rizado platino y no escuchaba con claridad. Sus descripciones eran contradictorias y el retratista estaba hecho un lío.

Brad, aparte de no tener grandes conocimientos sobre pintura, dibujo y artes, era un novato en este nuevo campo de batalla: el lienzo. Solo le habían elegido porque nadie quería ocupar provisionalmente esa baja y hacía unas semanas Wesker encontró unos folios con dibujos graciosos sobre él. Vickers se distraía en sus horas de descanso haciendo burla de comentarios del capitán en pequeñas viñetas a mano alzada.

La antigua dibujante, Elizabeth, fue de parto y pidió la baja de dos meses y medio por maternidad. La RPD estaba sin respaldos y decidieron escoger a un integrante de los S.T.A.R.S para sustituir temporalmente a la trabajadora. El capitán Wesker fue a quejarse a la oficina de Irons, replicando que no era el trabajo del equipo de tácticas especiales el dibujar criminales.

A un lado de su hermano, Claire Redfield estaba sentada como los demás, gozando la situación. Chris había prometido llevarla a comer después de su turno en la comisaría, pero no tenían permiso de marcharse hasta que regresara el capitán. Por eso ella se encontraba en la sala dedicada al equipo, integrada como si fuera una de ellos.

La joven sentía una ligera curiosidad que la traía de cabeza. Interiormente combatía un dilema que podría resultar beneficioso para ella. ¿Y si probaba dibujar al presunto ladrón?

La menor Redfield estudiaba en la facultad de Bellas Artes. En una de sus materias optativas, a veces hacían un ejercicio de dibujar a alguna persona sin haberla visto, solo con las descripciones de los demás alumnos. Esta situación no era muy distinta de lo que hacían en clase, así que sacó los materiales necesarios de su mochilita y escuchó con atención a las palabras de la anciana.

—¿Y como decía que tenía la nariz? —repitió Jill para burlarse de las contradicciones que declaraba la señora.

—Respingona y grande.

Barry no pudo reprimir una carcajada. Hacía unos minutos la testigo había confirmado que el individuo tenía una nariz aguileña. Combinar la escasa experiencia de Brad con las facciones cambiantes del ladrón era peligroso.

—Creo que resultará ser una mutación entre Chewbacca y un humano —se burló Chris.

Pese a los comentarios sarcásticos y el incesante carcajeo de algunos miembros, la pelirroja seguía centrada en su propio retrato.

— ¿Y el pelo? —cuestionó Chris.

—Largo y oscuro, con flequillo a un lado.

Los minutos fueron pasando y las preguntas no cesaron. El retrato se iba completando y detallando a medida que pasaba el tiempo. Incluso la joven Redfield iba más avanzada que el sustituto; ya que este no paraba de borrar y volver a trazar las facciones. Sin embargo, la estudiante decidió no mostrar el retrato final y dejar que los de la comisaría se apañaran. Se guardó el folio en el regazo y se apoyó con un codo en la mesa.

—Debo ir a buscar a mis nietos a la escuela, ¿le falta mucho aún, jovenzuelo?

Vickers se frotó la nuca y titubeó por unos instantes. Luego se alzó de hombros y mostró el retrato a la mujer mayor. No estaba nada satisfecho del resultado mas no creía poder mejorar. Quizás le habían quedado los ojos desiguales, una ceja más grande que otra y unas fosas nasales desproporcionadas. A parte, la señora mayor no es que se explicara muy bien a la hora de definir al presunto criminal.

En ese momento, el capitán enfurecido por la ignorancia de Irons, entró a la oficina. Todos sus subordinados se giraron a contemplarlo. Si tenía las gafas puestas y su cuerpo estaba tenso era mejor no molestarle; pues acostumbraba a descargar su furia con el primero que se le cruzara por delante.

La pelirroja clavó sus ojos con asombro a la figura imponente de Albert. Sus aires desprendían elegancia y fuerza, y se podía intuir que tenía mucho carácter. Su vestimenta constaba de una camisa marina arremangada hasta los codos con el emblema del equipo, unos pantalones oscuros y botas de militar. Sus facciones eran lo que hizo abrir la boca como un pez a Claire. A parte de su melena rubia, peinada con esmero, sus labios finos y pómulos marcados le daban un aire de soberano. Su nariz era larga y estrecha y sus ojos estaban cubiertos por un par de lentes oscuras, cosa que llamó la atención de la menor.

No se imaginaba al capitán con este físico; había escuchado muchas leyendas urbanas y anécdotas por parte de su hermano, pero nunca había especulado que el hombre fuera tan atractivo.

Sus pasos de felino, porte majestuoso, espaldas anchas y trabajadas, brazos musculados…

Impresionante"...pensó Claire.

Por un momento, le pareció ver que detrás de las gafas de sol la mirada del superior de su hermano se posaba en ella. Después pasó de largo y pareció no importarle su presencia entrometida en una sala confidencial de la RPD.

— Ay, hijo… No se parece en nada a ese ladrón. Tengo cosas por hacer, debo irme.

La mujer mayor agarró su bastón apoyado en el escritorio y con esfuerzo se levantó de la silla. Ya había tenido suficiente por hoy. Hasta su nieto de seis años habría hecho un mejor trabajo. No había quedado contenta de los servicios de la comisaría.

El capitán miró a Brad con el ceño fruncido Él pareció estremecerse. Si le llamaba para regañarle por tal fracaso, estaba seguro que el capitán desquitaría todo el enfado acumulado en el despacho del jefe de la comisaría con él.

La pelirroja dudó unos segundos y luego se levantó con su retrato del ladrón.

— ¡Espere!—. Todos los presentes centraron sus miradas en la menor Redfield, incluso el capitán. No era momento de echarse atrás. —¿Se parece a éste?

La anciana temblorosa agarró la libreta entre sus manos inestables y se la acercó hasta casi la punta de su nariz.

Claire luchó por eliminar el ardor en sus mejillas, seguro que se había sonrojado. No le gustaba ser el centro de atención pese a tener un carácter temperamental y poseer una valentía única. Pero incluso en estas situaciones, no podía evitar sonrojarse de vergüenza. Percibía la mirada escrupulosa y estricta del capitán en su espalda, clavada como si fuera un puñal.

— ¡Si¡ ¡Eso es, niña! ¡Idéntico!—declaró la abuela.

Ante ese descubrimiento, Wesker se aproximó a los demás miembros y se colocó justo delante de Claire, dando la espalda. Un aroma masculino a limpio y colonia se infiltró en sus sentidos; la colónia del capitán tenía que ser de marca a la fuerza.

—¿Me permite?

Ese hombre era una caja de sorpresas. Poseía una voz digna de un barítono del mismísimo liceo.

Los modales y la educación de Wesker confirmaban la teoría de la menor Redfield: ese hombre era de clase alta. O al menos lo parecía.

La mayor asintió y cedió el boceto al jefe.

El corazón de Claire sonaba como un tambor en su cabeza. Las hormonas que no había tenido durante la temprana adolescencia aparecieron de golpe. ¡¿Por qué el capitán del escuadrón donde está su hermano?! Al destino le gustaba gastar jugarretas.

Observó el lenguaje no-verbal de Wesker. Se frotaba el mentón con una mano y hacía una mueca de desconcierto. Parecía estar reflexionando. Se quitó los lentes y reveló unos orbes de color azul, atrapantes, magnéticos, misteriosos.

En un movimiento brusco, tendió el retrato hacia sus subordinados.

—Frost, llévelo a escanear —ordenó sin siquiera encararle.

Joseph obedeció y a trompicones salió de la oficina para ir a secretaría. Esa tal Claire era buena dibujando...

Los zafiros de Albert se clavaron en los orbes de la menor Redfield. Una corriente eléctrica recorrió su cuerpo y tuvo un escalofrío que supo disimular con maestría. Aunque eso no pasó desapercibido por la vivaz y meticulosa vista de lince del rubio. Esa reacción involuntaria le pareció curiosa viniendo de esa adolescente que le resultaba extrañamente familiar.

Estaba seguro que nunca se había visto en persona con ella, pues no recordaba ese aroma afrutado que desprendía su sola presencia. Él sabía que no sería capaz de olvidarse de una chiquilla con facciones tan llamativas. Pómulos altos y coloridos, melena atada en una coleta, de un color rojo hechizante. Por último sus ojos, adornados con unas pestañas voluminosas que se movían cual aleteos de mariposa. Ella era mucho más baja que él y se notaba que sentía respeto hacia su figura. Pese al detallado análisis y los segundos invertidos en ello, el mayor no pudo averiguar dónde había visto antes a la pequeña pintora.

Debía estudiar artes, se veía joven, pero no tanto como para apostar que no había terminado la educación secundaria. Su ropa era… moderna, pero algo demasiado informal y simple para su gusto. Unos pantalones cortos tejanos dejaban a la vista dos piernas kilométricas que llamaban la atención y te hacían bajar la vista. En la parte superior lucía una camisa de tirantes con el logo de "Queen" y una camiseta de franela roja abierta para lucir esa reliquia del rock. Albert no tenía duda de que con un cambio de vestimentas y un poco de maquillaje, la niña podría ser una modelo y estar desfilando en las pasarelas de la glamurosa Francia.

Claire estaba muy nerviosa mientras observaba como el capitán de su hermano le echaba un vistazo demasiado largo. A su hermano mayor tampoco le gustaba esa conexión de miradas que estaban experimentando, y menos con el capitán cabreado.

Chris decidió intervenir antes que Wesker se pudiera quejar de que porque una civil estaba en la oficina de los S.T.A.R.S. El moreno se aclaró la garganta, llamando la atención de los dos presentes.

—Ella es mi hermana Claire. Y él es… —El mayor Redfield fue interrumpido por el huracán ronco del superior.

—Capitán Albert Wesker—anunció orgulloso. He oído hablar de usted, señorita Redfield—se presentó él mismo ya que no requería de portavoz.Y menos a Chris.

La pelirroja no dudó en estrechar la mano —cubierta por un guante oscuro— del capitán.

—¿Ah, sí?—preguntó ella con asombro a la vez que el jefe de su hermano deshacía el agarre.

—Su hermano tiene la capacidad de hablar hasta debajo del agua.

Ese comentario hizo sonreír a la menor como una boba, o al menos eso creía ella. Lo que vio Albert fue totalmente distinto, una mueca natural y espontánea. Aunque un poco infantil para sus preferencias. Seguramente ella también pecaba de inmadura, al igual que su hermano.

Chris, hambriento, indignado por las palabras de su superior y harto de estar en la oficina desde la madrugada, tocó el hombro de su hermana.

—¿Nos vamos a comer?

Claire asintió y se dedicó a guardar su libreta de pastas gruesas y los carboncillos en su bolsa. Luego, se colgó en la espalda la mochila con todos los materiales para pintura y dibujo. Aún notaba la mirada atenta del capitán sobre su espalda pese a que los pasos indicaban que se alejaba de su posición.

— ¿Alguien ha dicho comida?—. Burton puso su brazo encima del hombro de no fueran amigos, sería una invitación forzada para acompañarlos a comer.

—Barry, tú siempre pensando en lo mismo…—se mofó Valentine.

—Puedes venir si quieres también…—propuso el mayor Redfield a su admirada compañera.

A la hermana de Chris le sorprendió esa actitud tan extraña en él. Cuando hablaba con Jill era como si suavizara su voz y se calmara aparentemente. Ya hablaría luego con él sobre la Jill que tanto mencionaba. Estaría tan feliz si encontrara el amor, y más con esa chica que parecía agradable. No la conocía, su hermano la mencionaba a veces. Admiraba sus habilidades, le podía estar hablando de como desbloqueaba cerraduras y desactivaba explosivos durante horas. La comida sería un buen momento para socializar a fondo y ver qué sentimientos podían tener el uno hacia al otro.

Chris no exageró a la hora de describirla en una de sus llamadas telefónicas. Aproximadamente de metro setenta, cuerpo fuerte y delgado, ojos verdemar y piel clara. De nacionalidad franco-japonesa, hija de un famoso ladrón del cual aprendió todo lo que sabía ahora, especialmente el manejo experimentado de todo tipo de armas.

La morena sonrió y aceptó la invitación de ir a comer una hamburguesa en algún bar. Pese a que Chris le había prometido a su hermana que pasarían tiempo en familia, a ella no le parecía mal que sus compañeros se añadieran, todo lo contrario.

Antes de salir de la oficina de los S.T.A.R.S, Claire se volteó, quedando por unos momentos atrás. Alcanzó a ver al capitán revisando su móvil, sin ninguna expresión marcada en sus facciones de adonis.

— ¡Nos vemos! —exclamó alegre la pelirroja.

No tuvo oportunidad ni de contestar porque la Redfield cerró la puerta detrás de ella, aunque sinceramente tampoco planeaba hacerlo. Quizás se lo decía a algún otro miembro del equipo. Era muy probable que él la hubiera asustado o le causara un mal presentimiento. Nunca lograba caerles bien a las niñas pequeñas y ella tenía el mismo carácter que una.

Y así el capitán fue quedando en la soledad y la calma que se hallaba en la oficina. Sin embargo, un ruido tímido le hizo levantar la vista de la pantalla.

Brad estaba recogiendo sus cosas a toda prisa, muy seguramente porque no quería estar más tiempo a solas con el capitán. Sentía que cada segundo que pasaba podía ser volátil; un detonador de una bomba sin temporizador.

—Vickers —llamó el rubio.

El subordinado se puso tenso y tieso después de escuchar su apellido pronunciado por Wesker. A parte de que él creía que le tenía manía, estaba seguro que le echaría la bronca por algo. Desde que encontró esos dibujitos cómicos en su escritorio que no le deja en paz. Sus compañeros decían que eran imaginaciones suyas eso de la manía, pero era cierto que desde ese incidente el mayor estaba más irritable y poco tolerante con él. Por eso, estos días se los pasaba callado e intentando ser lo más sigiloso posible.

Brad se había ganado el apodo corazón de pollo porque era fácil de asustar. Pero ese aviso por parte de Albert… ¡No era para menos! Sus compañeros podían reírse lo que quisieran, pero le gustaría verlos en su misma situación a ver cómo reaccionarían. Por suerte en la oficina ya no quedaba nadie; al menos se ahorraba la humillación y las risitas. ya había tenido suficiente con el fracaso de su retrato forense.

El susodicho se giró con una sonrisa nerviosa en su boca y preguntó:

— ¿Sí, capitán?

—Venga a mi oficina, necesitamos hablar—. Esas palabras y su tono de voz estático le hicieron temblar y no pudo disimularlo.

Wesker ya había encontrado víctima con la cual descargar su ira acumulada al largo de la mañana.


El olor a frito invadía el bar. Se escuchaba el sonido de la vajilla, y las freidoras llenas de aceite borboteando. No había mucha gente en el local, a parte de la mesa que ocupaban Claire y algunos S.T.A.R.S; solo un par más estaban ocupadas. De vez en cuando el sonido de la vajilla y el agua corriente rompía la típica melodía de conversaciones amenas que se pueden mantener en un local así.

El tiempo, el partido de ayer, las vacaciones, el trabajo, las noticias…

Ya hacía casi una hora que algunos miembros de S.T.A.R.S del equipo Alpha y Claire mantenían una charla agradable. La pelirroja creía que los policías y oficiales eran personas muy serias, pero se veía que en sus horarios libres también actuaban como gente normal, e incluso de una manera bastante extrovertida. Supuso que tantas horas aparentando seriedad y profesionalismo debían pasar factura.

—¿Y tú, Claire? ¿Trabajas? —cuestionó Valentine.

La menor recibió una mirada por parte de su hermano, lo interpretaba como un: contéstale bien, me interesa Jill.

La Redfield con gusto aceptaría su petición: no se acordaba de cuándo fue la última cita de Chris con alguna chica… O incluso si tuvo una.

—Ahora estoy de vacaciones, pero pinto la habitación de las hijas de Barry, ¿cierto? —preguntó sonriendo al susodicho.

Este verano, ya que Claire estaba a punto de cumplir la mayoría de edad, había decidido que quería ayudar a su hermano a pagar facturas y otros gastos cotidianos. Por eso, cuando Burton le dijo a Chris que necesitaban renovar las paredes de ciertas habitaciones, él ofreció los servicios de su hermana pequeña. Al mayor Redfield no le hacía mucha gracia que ella trabajara, pues el resto de año se lo pasaba dejándose la piel en su carrera de Bellas Artes. Pero al ver el entusiasmo y recibir horas y horas de charlas de convencimiento acerca de los beneficios de trabajar, no se negó. En parte su hermana tenía razón: ¿Qué haría todo el día en casa sola? Además, pintar murales no era demasiado tedioso y no requería un gran esfuerzo para ella.

—Sí, Moira y Polly están muy contentas con su nueva pared rosa de princesas.

La morena rió discretamente y esbozó una sonrisa.

—Jill, ¿cómo se siente ser la única mujer en el equipo Alfa?

—Los S.T.A.R.S son unos buitres. Se tiran encima de jovencitas como vosotras—contestó Burton antes de que Valentine pudiera abrir boca.

Jill era testigo de ello. Hasta hacía unos meses había sido muy incómodo trabajar sólo con hombres. Tenía que lidiar con coqueteos y comentarios indeseados, por no hablar de las miradas. Incluso aún seguían hablando de ella en los vestidores masculinos. Y, por qué mentir, en los femeninos también, pero por envidia. Sabía que cuando ella entraba o salía, los parloteos cambiaban de tema. '¡Qué afortunada por estar con los bombones de los S.T.A.R.S!', 'le debe gustar ser el centro de atención'... Por supuesto, las agentes de la comisaría eran mujeres, y por tanto, como la buena mayoría, cotillas.

—El capitán no parece ser un baboso—reflexionó Claire más para sí misma que para sus compañeros de mesa.

Ninguno de los presentes abrió boca después del comentario de la pelirroja. Eso le dio libertad para continuar:

— ¿Siempre se comporta de esta manera, tan silencioso y observador?

El motivo por el cual nadie decía nada sobre él era porque le tenían un gran respeto y admiración. Muchos en la comisaría le tenían hasta miedo; un ejemplo claro de ello era Brad Vickers.

El capitán solo era silencioso a ratos, dependía de su estado de humor, a veces podía ser peor que un tsunami. Su voz era ronca y al alzarla se hacía tan imponente y poderosa que parecía que en cualquier momento el inmueble de la oficina se derrumbaría. Por suerte, usualmente, él se comportaba de manera pacífica y no le hacía falta la necesidad de gritar, con solo ver su figura y pose estoica bastaba.

—El capitán no siempre se comporta así. Quién sabe, a lo mejor le caíste bien—opinó Jill.

Los del equipo decían que los instintos de mujer de Valentine nunca fallaban así que la hermana de Chris decidió confiar en su criterio. Mejor caerle con gracia, así podría subir algún día en la oficina, aunque prefería no abusar de esa… "confianza".

—Dudo que ese hombre pueda tener emociones positivas hacia alguien—replicó el moreno.

El mayor Redfield admiraba mucho a su capitán y no dijo ese comentario para despreciarlo, sino para destacar una vez más su seriedad.

—No digas eso, Chris. Intenta ser amable—carcajeó su hermana.

Entre conversaciones espontáneas y risas, la comida se fue terminando y empezaron las primeras horas de la tarde. La gente salía a pasear a sus perros en pantalones y mangas cortas por el parque de la misma manzana. La intensidad de radiación solar y calor había disminuido considerablemente. Un airecillo fresco frecuentaba las calles urbanas de la ciudad y daba un soplo refrigerador a los habitantes. Era una atmósfera muy distinta a la del interior del bar.

Barry iba por la quinta birra y el mayor Redfield quería convencer a Jill para disfrutar de una partida al futbolín que estaba a un lado de la barra. La insistencia fue creciendo y la fémina no pudo evitar aceptar la invitación a una partida amistosa entre colegas.

Pagaron la cuenta a partes iguales y se desplazaron hasta el futbolín. Echaron un centavo en la rendija y salieron seis bolas las cuales se tenían que marcar en la portería del contrincante. Jill, al ver que la hermana menor de Chris estaría aburrida, la invitó a jugar en su equipo para machacar al susodicho.

El mayor Redfield, por su parte, fichó a Burton pese a que el alcohol de las cervezas le estaba subiendo a la cabeza. Una sensación embriagadora nublaba los sentidos de Barry, pero aún así, decidió unirse a la partida para darles una lección a las chicas.

Cuando ambas mujeres estaban por dar el primer "saque" y dar inicio a la partida, las puertas del bar dieron la bienvenida a un miembro familiar para los cuatro presentes.

Brad se abrió paso entre una camarera que fregaba el suelo y avanzó con pasos pequeños y rápidos hasta sus compañeros. Tenía la frente sudada y eso hizo que, como acto instintivo, se la secara con la manga de su camisa. Hoy el capitán había sido especialmente duro con él. Intentó razonarle el contratar a un profesional; era una cosa lógica y no una idea descabellada, pero el resultado fue el mismo: terminar intimidado por los gritos y palabras frías de Wesker. Con ese hombre no se podía hablar corrientemente, de buenos modos. En parte eso era culpa de Irons, con quien sostenía charlas casi todas las mañanas y a veces le ponía de mala calaña. El capitán necesitaba un pasatiempo, pues siempre descargaba la tensión y el mal humor con ellos.

Ninguno de sus compañeros dudaba que la charla con el capitán debió ser intensa. Y no era para menos: todos conocían la falta de paciencia del rubio con Vickers.

Lo único que él pudo decir fue:

—Necesito una cerveza.

"No merece solo una cerveza, sino dos", pensaron los miembros de los S.T.A.R.S. No creían que Brad pudiera salir de una pieza de ese despacho.

El muy afortunado seguía vivito y coleando.

Vaya con su suerte.


Bueno, hasta aquí el primer capítulo. No se parece nada al prologo que subí, ¿cierto? Todo a su tiempo, ya veréis que poco a poco las coses se irán acomodando y todo concordará.

Se agradecen los reviews y las opiniones. Los responderé todos en el siguiente capítulo.

Att. Frozenheart7