Lo sentimos, por temas personales, trabajo y demás nos ha sido imposible terminar de escribir este capítulo antes de hoy para actualizar. Pero finalmente lo tenemos y, ahora sí que sí, este es el final de "A writer, his muse, and their 3 kids".

Esperamos que lo disfrutéis!


En el capítulo anterior...

Hago un esfuerzo para tragar saliva tras ver la enorme preocupación en sus ojos.

-Martha…

Castle

De repente es como si la música del gimnasio se hubiera apagado. Todo está en silencio y ni siquiera escucho a Kate que me está hablando. Mi corazón late deprisa y me siento mareado, como si todo me diera vueltas… No soy capaz de reaccionar ante la llamada que acabo de recibir del hospital.

Kate me agarra de la mano y tira de mí hasta ir al pasillo del colegio, pero me freno.

-Lily… Jake… Alexis.- enfoco mi mirada en mi mujer-Reece…Reece se acaba de marchar…Y mi madre…Mi madre está ingresada.

-Cariño…

Yo miro a Kate y ella me agarra de la cara intentando que me calme y que fije mi mirada en ella. Cuando lo hago, sólo puedo ver…Que todo irá bien. Kate siempre consigue eso.

Tomo aire y respiro hondo y por suerte en ese momento mi hija mayor y uno de mis gemelos (Jake, claro) se acercan a nosotros a la vez que un montón de adolescentes corren por el pasillo en dirección a la pista de baile.

-¿Habéis visto a Reece?-pregunta Lily, dirigiéndose a mí, probablemente aun está molesta con su madre. Jake a su lado bufa mirándome de reojo, con el flequillo aun blanquecino por la harina.

Kate le pasa la mano con ternura intentando que su pelo vuelva a su color natural.

-Le estaba buscando pero no le encuentro por ningún sitio.

Yo miro a Kate. ¿Cuánto rato ha pasado desde que nuestro hijo ha salido corriendo y he recibido la llamada?

-¿Papá?-se desespera Lily al no obtener respuesta.

-Lil-interviene Kate-Tenemos que irnos…

-¿Qué? ¿Por qué? Aun queda mucho baile…Si tú eres una aguafiestas…

-Lily, la abuela esta en el hospital-digo yo seriamente. Lo último que quiero ahora mismo es tener que lidiar con una nueva discusión entre mi hija y su madre. Menos cuando mi madre está en el hospital…

-¿Qué?-pregunta alarmado Jake-¿Por qué? ¿La abuela está bien?

Yo me rasco la frente nervioso.

-Reece…Se donde puede estar-digo-Voy a buscarle.

-¿Rick?-Kate me mira cuando me freno. Yo simplemente la miro y ella asiente.

-Pero papá…-dice Lily mientras Kate tira de ella y de su hermano mientras caminamos hacia la puerta de salida.

-Enseguida voy…Recojo a Reece y voy para allí, id yendo y llama a Lex.

Kate me mira medio confundida pero finalmente asiente y sale disparada hacia el coche seguida de dos de nuestros tres hijos…

Por suerte, sé que Reece no ha ido muy lejos y está a un par de manzanas aunque… No son horas para que un niño de diez años ande solo por la calle. Cuando llego al edificio del Club de Baseball indoor que a esas horas permanece cerrado, en lugar de ir a la puerta principal que sé que debe estar cerrada, me adentro en el callejón de al lado.

Aquello está oscuro sin embargo, hay una puerta semi iluminada en un lateral y que se que siempre esta medio trabada. Reece también lo sabe. Sólo espero que este ahí porque no puedo lidiar con que Reece esté deambulando por las calles de Nueva York ahora mismo.

Entro por la puerta que da a un pasillo y a unos cuantos vestuarios y luego llego a una de las pistas principales donde hay jaulas de bateo con maquinas diseñadas para las necesidades y habilidades por edades.

Una pelota de baseball se estrella contra la valla y hace un ruido que resuena en todo el local.

Reece, con casco, pero con la camisa y los pantalones del baile balancea el bate e intenta golpear varias veces y cansado de no darle, estrella el bate contra el suelo cabreado.

Yo me quedo mirándole y el repara en mi presencia pero no dice nada.

-Prueba de…separar un poco lo pies y alzar el codo.

Reece me mira en ese momento y apunto está de golpearle una pelota.

-Cinco segundos, vamos-le señalo al frente. Él se concentra de nuevo y justo antes de golpearle, sigue mi consejo. La pelota se estrella en la valla frente a él.

Suspira y la maquina se para.

Yo entro en la zona del bateador.

-Lily le daría…Claro. Lily es genial-me dice-Lily siempre se le ha dado bien todo, el baseball…El abuelo está orgullosísimo… Y tú, el entrenador de la liga infantil.

-Ya hace tiempo que no…Y no tenía ni idea de lo que hacía-me encojo de hombros.

-Y los chicos… Eso también se le da bien…

-Oye…-yo me quejo y Reece se sienta en el suelo molesto y cabizbajo.

Yo me siento a su lado.

-A ti también se te dan bien muchas cosas…

-Las chicas…Tracy no.

-Tracy es…-yo suspiro- Reece…

-No, no hace falta que lo digas.

-Oye…-carraspeo-No tendrías que haber salido corriendo… Si tu madre se entera que estabas aquí…

-Qué más da…

-Eh…No digas eso. Tenemos que irnos.

-¿Para que sigas riéndote de mí?-me mira y yo me siento terriblemente mal.

-Escucha lo siento, a veces los adultos somos tremendamente idiotas… No sabía…No debí tratar este tema como si nada, porque a ti te duele…

Reece asiente.

-La abuela está en el hospital-le digo bajito y despacito.

El me mira.

-Tenemos que irnos…

Yo asiento.

-Escucha-digo golpeando su casco cuando los dos nos hemos levantado-Tu madre me rechazó quinientas mil veces... Y me ignoró otras cuantas… Pero nunca perdí la esperanza hasta que la conseguí.

Reece sonríe.

-Lo que quiero decir…

-Lo sé papá. Que tú también fuiste un pringado.

-Oye-digo con tono de queja golpeándole el casco de nuevo y él sonríe. Eso está mejor.-Tú eres muy parecido a ella…Aunque no lo creas… Eres muy fuerte. Y si alguna vez fallas, si te caes, yo estaré ahí contigo. Siempre estaré contigo, chico. Lo de Tracy…

-No hace falta que lo repitas más-dice yendo hacia la puerta por la que ambos nos hemos colado.

-Solo será un capítulo de tu vida, quizás dentro de un tiempo…

-Ya…

Los dos salimos al callejón y caminamos a paso ligero para buscar un taxi que nos acerque al hospital.

Todo el trayecto en taxi lo hacemos en silencio.

-El señor Hayden –el dueño de local- Se enfadaría si se entera que entran por la noche.-dice cuando nos bajamos frente al hospital, supongo para desviar los nervios.

-Yo también me he enfadado -Estas castigado jovencito….

-Papá…

-No hay papá que valga-digo y le aprieto la mano mientras miramos al frente un segundo. Yo suspiro hondo.

-¿Tienes miedo?

Asiento. No es malo que nuestros hijos vean que de vez en cuando, también tenemos miedo… Si ellos supieran todo el miedo que me han hecho pasar por un simple susto o su madre… Con sustos más fuertes e intensos.

Todo eso ha sido parte de nuestra vida.

-Yo estaré contigo siempre, chico-me sonríe, repitiendo las palabras que antes me le he dicho y que mi madre me decía cuando tenía su edad. –Y la abuela es dura…

-Lo es-susurro traspasando las puertas del hospital.


Lily

Retuerzo mis manos por encima de la rodilla que tengo flexionada sobre el incómodo asiento de plástico de color gris de la sala de espera. Nunca me ha gustado morderme las uñas cuando estoy nerviosa por lo que, en su defecto, suelo retorcerme los dedos.

Mamá también lo hace, puedo verla de reojo a mi lado mientras ella, Jake y yo esperamos noticias de los doctores sobre mi abuela. Y mientras esperamos a papá y Reece que no sé dónde se habrá metido. Él nunca se mete en líos, normalmente es Jake quien se encarga de eso. Y aunque mamá no haya dicho nada desde que hemos llegado al hospital, sé que también está preocupada por él.

Verla así ha conseguido que mi enfado disminuya un poco, pero no lo suficiente como para dejar mi orgullo a un lado y pedirle perdón.

Jake y yo la observamos con un nudo en el estómago cuando uno de los doctores pasa por allí y ella se levanta rápidamente a preguntar por nuestra abuela. El doctor le dice que no puede decirle nada más, que siguen haciéndole pruebas. Mamá asiente, se muerde el labio y después suspira, pasándose una mano por el pelo con una expresión de cansancio e impotencia.

-Chicos vosotros… quedaos aquí, enseguida vuelvo. – Nos indica antes de desaparecer por el pasillo.

Jake y yo intercambiamos una mirada. Sé que él también está asustado, e incluso reconozco en su rostro la petición oculta que esconden sus ojos, del mismo color que los de nuestra madre.

Suspiro y ladeo la cabeza, ha llegado el momento de olvidar mi orgullo.

-No vayas a ningún lado, ahora vuelvo. – Le digo, aunque me detengo cuando paso por su lado para advertirle. – Lo digo en serio.

Jake rueda los ojos y suspira, pero sé que no lo hará. No irá a ningún lado. Ya tenemos suficiente con que Reece se haya escapado y la abuela esté hospitalizada. Realmente le echaría una buena bronca de hermana mayor como se le ocurriese escaparse o hacer alguna de las suyas a él también.

Camino unos pasos recorriendo el largo pasillo del hospital con la mirada hasta que doy con mamá. Está a tan solo unos metros, de pie frente a la máquina de café. Se lleva las manos a los bolsillos y rápidamente maldice en voz alta, golpeando levemente la máquina con una mano. Probablemente se haya olvidado el monedero en el coche.

Yo saco unas monedas sueltas del bolso que llevo colgado al hombro, uno pequeño de un color gris brillante apropiado para el baile, y me acerco a ella.

-Ten. – Le digo en apenas un susurro, extendiendo mi mano hacia ella.

Ella se gira, me mira durante un par de segundos y luego acepta las monedas.

-Gracias. – Dice dedicándome una pequeña sonrisa, tratando de ocultar sus ojos vidriosos.

Yo me apoyo contra la pared y me cruzo de brazos. Nunca se me ha dado bien esto de pedir perdón.

-Lo siento, ¿vale? Yo no pretendía… Solo… Me gustaba la idea de hacerme un piercing. Lo siento.

Mamá me observa con confesión al principio y después curiosidad. Agarra su vaso de plástico por el borde para no quemarse las manos y después suspira antes de regresar su mirada a mí.

-Oh, Lily…

-Cumpliré con el castigo. – Digo, con la enterrada esperanza de que me lo levante en algún momento. – Haré lo que quieras. Yo solo… - Me muerdo el labio tras quedarme sin excusas y explicaciones. – Estudiaré más, mejoraré mis notas. ¿No vas a decir nada?

Finalmente mamá ladea la cabeza hacia un lado, haciendo lo mismo después con sus labios formando una pequeña sonrisa. Al menos he conseguido animarla un poco, o eso creo.

Apunta con un dedo hacia una cama vacía de hospital aparcada junto a una ventana y las dos nos dirigimos hacia allí.


Kate

Después de todo este tiempo… y es como si estuviese mirando una copia mejorada de mí misma. Una copia de catorce años, con un piercing y terriblemente testaruda y orgullosa, pero con un corazón enorme y humilde. Realmente no sé cómo lo hemos hecho Castle y yo para criar a tres personas y que no nos salga tan mal después de todo…

Lily toma impulso con sus brazos y se sienta de un salto en la camilla, mientras que yo simplemente apoyo mi trasero en ella.

-No debiste haberte puesto ese piercing sin consultarme. – Le digo paseando mi mirada del humeante café entre mis manos a ella.

-¿Me habrías dejado hacérmelo? – Pregunta ella, conociendo la respuesta de antemano. – Además, papá me dijo que tú hiciste lo mismo y tampoco se lo contaste a los abuelos.

-Ah… Tu padre no debió contarte eso. – Lily me dedica una sonrisa triunfante. – Y yo tenía diecisiete, no catorce.

-Eso no es relevante. – Dice encogiéndose de hombros mientras balancea sus pies.

-Sí lo es. Pero lo realmente relevante es que no confíes en nosotros… en mí. – Confieso, porque en el fondo me duele que no confíe en mí. Lily está en la etapa más delicada de su vida, y me gustaría hacerlo bien, me gustaría hacerle saber que puede confiar en mí para cualquier cosa al igual que yo confié en mi madre.

-Confío en ti mamá. Puede… - Suspira y se muerde el labio, igual que yo – Puede que no te cuente ciertas cosas…

-Las que sabes que están mal. – Puntualizo yo.

Lily vuelve a suspirar.

-Vale, puede. Pero confío en ti.

-No quiero más secretos a partir de ahora. – Digo, al mismo tiempo que le dedico una mirada de advertencia.

-Lo prometo. – Dice ella, apoyando su cabeza en mi hombro.

Asiento y respiro profundamente, mirando a nuestro alrededor.

-Todo saldrá bien. – Dice de pronto Lily. – Reece y papá aparecerán en cualquier momento… Y la abuela va a estar bien.

La rodeo contra mí y abrazo a mi pequeña, agradeciéndole con ese gesto su incondicional apoyo.

Justo en ese momento, Rick sale del ascensor con Reece a su lado. Los azules ojos de Rick están teñidos de preocupación cuando se encuentran con los míos.

-Tenías razón, - le digo a Lily mientras ambas nos ponemos en pie. – Vamos.

-Mi madre… ¿cómo está? ¿Está bien? – Pregunta Rick aceleradamente.

-Está estable ahora, - intento explicarle con calma para transmitirle tranquilidad. – parece que tuvo un amago de infarto, y le están haciendo pruebas. No podremos pasar a verla hasta que terminen.

Acaricio su mano con la mía y él me agradece en una sonrisa. Después mi mirada se dirige hacia Reece y él me mira sintiéndose culpable.

-¿Y tú estás bien? – Le pregunto, con preocupación.

-Sí. – Dice él después de abrazarme. Reece además de ser el más tranquilo de nuestros hijos, es también el más sensible y cariñoso de los tres.


Segundos después, los cuatro nos reunimos con Jake, que esperaba impaciente en la sala de espera.

-¡Al fin! Habéis tardado dos siglos… - Nos reprocha, sonriendo después al ver a su hermano y ver que está bien.

Justo entonces aparece Alexis, terminando de revolucionar la sala de espera. Su larga melena pelirroja cae sobre sus hombros y aunque va vestida de manera formal, no destaca tanto como todos nosotros, que todavía llevamos la ropa del baile de invierno.

La pelirroja nos abraza a todos, después de haber sido informada sobre el estado de Martha.

-La abuela es fuerte, saldrá de esto. – Dice, expresando lo que todos pensamos.

A Martha todavía le queda mucha guerra por dar, aunque tal vez se tenga que calmar un poco en lo que al teatro se refiere.


Castle

La mano de Kate acariciando la mía apacigua un poco el nudo que se ha formado en mi estómago. Uno nunca es demasiado mayor, ni llega a estar preparado del todo para ver a su madre en una cama de hospital con el rostro más pálido que nunca.

-Tienes buen aspecto, madre. – Le digo, tras besar sus mejillas.

-Oh, eso es que estoy horrible. – Se queja ella, tratando de arreglar su rostro.

Todos nosotros ocupamos la habitación, apenas dejando un pequeño espacio libre, a pesar de las quejas de una de las enfermeras.

-¿Estás bien, abuela? – Pregunta Reece, sentándose en la cama junto a mi madre, después de que ésta le haga un hueco.

-Si seguís preguntándome eso, creeré que estoy peor de lo que me siento. Estoy bien, no ha sido para tanto, solo ha sido… un fuerte dolor en el pecho. Estaba con Andrew por suerte y reaccionó rápidamente, llamando al 911.

Kate y yo nos miramos, desde hace tiempo sospechamos que ese tal Andrew es algo más que un amigo de mi madre. Puede que incluso sea el que ella ha estado esperando todo este tiempo.

Regreso mi mirada a mi madre, y pienso que tal vez debería quedarme esta noche con ella. Según el médico, solo estará ingresada esta noche, pero no me gustaría dejarla sola en cualquier caso. Por supuesto a ella no le gusta la idea cuando se lo comunico.

-Oh, Richard. Ya no tengo quince años, no necesito que nadie cuide de mí.

-Precisamente porque no tienes quince deberías empezar a cambiar algunas costumbres, ya sabes, llevar una vida más tranquila.

-En eso te doy la razón, he estado pensando en ello. Puede que vuestra casa de los Hamptons…

-Vale, está bien… por ahora. – Digo atropelladamente, haciendo que todos rían. – Chicos, tenéis diez minutos con la abuela antes de que todos os marchéis a casa a descansar. Ha sido un día muy largo.

Todos ellos asienten y comienzan a hablar con su abuela en un tono bastante animado. Kate y yo nos miramos de nuevo y ella tira de mi hacia fuera de la habitación.


Sonrío cuando Kate, fuera de miradas indiscretas en mitad del pasillo del hospital me rodea el cuello con sus brazos y atrapa mis labios en varios besos cortos para separarse con una sonrisa idéntica a la mía.

-¿Qué?-pregunto más tranquilo, después de saber que mi madre está bien.

-No sé, estaba pensando en lo que ha dicho tu madre…

Yo alzo las cejas sin saber a qué se refiere. Mi madre ha dicho demasiadas cosas en el poco rato que hemos estado con ella… Si no fuera así, no sería mi madre.

-En que no tenemos quince años…

-Bueno, senadora… Te conservas muy bien para la edad que tienes-digo con una risita y posando mis manos en su trasero apretando.

Ella me golpea el hombro al separarse y luego vuelve a besarme. Adoro cuando está tan besucona.

-Me refiero a que…No es solo eso, no tenemos quince y… Y si nos fuéramos un tiempo…

-¿Qué quieres decir?

-Vivir en una casa, fuera de la ciudad…

Yo hago una mueca, la verdad no esperaba eso.

-Estaríamos más tranquilos y no digo que sea para siempre, pero… a Jake lo tendríamos más controlado y a Lily también-me comenta-Podría pensarme eso de…Ya sabes…Un escalafón más.

-¿Gobernadora?

-Sí, eso me han comentado…Quieren ofrecérmelo pero no es algo oficial… O tal vez podría pensarme en ser Fiscal General… O simplemente ya es el momento de ser sólo la señora Castle.

-Uff… Me encanta la idea que seas solo la señora Castle y la madre de mis tres hijos, pero… Hace muchos años conocí a una detective y no creo que la mujer de la que me enamoré sepa estar mucho quieta.

Ella frunce el ceño.

-En los Hamptons podríamos vivir un tiempo relajados… Yo podría escribir tus memorias y las mías… Podríamos disfrutar… Pero ya le he dicho a mi madre…

-Podemos hablarlo… ¿Qué te parece?

-¿Qué me parece?-sonrío-¿Aun no sabes que te seguiría hasta el fin del mundo Kate?

-¿Dónde sea?

-Y para siempre.

-Siempre-me contesta ella y me besa de nuevo.

Yo la miro completamente embobado. Ella es todo lo que he deseado toda mi vida…En los buenos y en los malos momentos, ella es mi razón para vivir y por supuesto y como ya he demostrado cientos de veces haría lo que fuera por ella.

-Podría ser una nueva etapa-me dice pensativa- Tu, los niños y yo viviendo fuera de Nueva York, dando paseos…

-¿Qué? –escuchamos un grito a nuestras espaldas y al girarnos nos encontramos con Lily con una mirada de enfado considerable y bastante parecida a las que solía poner Kate, sobre todo al interrogar a un sospechoso y Jake y Reece a su lado con cara de sorpresa. -¿Fuera de Nueva York? Ni de coña. No pienso moverme.

Yo sonrío con mi brazo alrededor de la cintura de Kate.

-Lily…

-Nada de Lily-dice mi hija adolescente y con demasiado carácter-No pienso moverme mamá…

-No es algo oficial pero…

-No mamá, siempre te hemos acompañado en lo que has querido, no sabes lo que es ser la hija de un escritor famoso y una política… Y…

-Irás donde tu padre y yo te digamos-escucho a Kate. Aquello sólo ha hecho que abrir la caja de pandora.

Yo miro a mis hijos y los tres sonreímos mientras su madre y su hermana siguen discutiendo en mitad de la sala de espera del hospital.

-Algunas cosas no cambian-me encojo de hombros.

-Nop.-contestan los dos a la vez y los tres nos vamos a sentar en las sillas esperando a Kate y Lily.

-A veces los cambios están bien-dice Reece y me guiña el ojo- ¿Cuándo nos mudamos?

Yo sonrío y despeino a los dos y les abrazo. Pase lo que pase, estemos donde estemos… Siempre estaremos juntos. Siempre.

FIN


¿Qué os ha parecido este último capítulo? ¿Os ha gustado como final de ésta historia? ¡Esperamos vuestros comentarios!

Gracias por la paciencia, y por seguir leyéndonos en esta historia incluso cuando la serie estaba acabada.

;)

S&R