Esta historia será contada en modo Racconto.

Racconto: cuenta la historia en algún punto del pasado hasta llegar al presente, la narración es más extensa que un flashback. (Un ejemplo sería la serie:How I Met Your Mother.)

Nota de signos:
[ ] = comunicación a través de aparatos.

Disclaimer: El universo aquí mencionado es propiedad intelectual de sus autores.

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Capítulo 1
Siluetas

Se dice que cuando hemos tocado fondo somos como una sombra,
los despojos de lo que alguna vez fuimos y nada más.
Fundidos en las tinieblas de la oscuridad nuestras penas se extienden desde atrás.

Entonces…
¿Cómo nos definiríamos?
¿Somos sombras?
¿Flores marchitas?
¿O cenizas?

Quizás las tres definiciones están bien…
Somos las sombras
de aquellas flores marchitas
que al final se hicieron cenizas…

~•

Así comienza esta historia.
La historia de cuatro amigos
donde alguna vez todo floreció…
y después se marchitó…

•~•

Actualidad – Invierno
Recinto de la E4 de Unova.

[—¿Entonces es definitivo?]

—Me temo que sí.

[—Comprendo. ¿Cómo lo tomó Iris?]

―Bueno…, ella lleva encerrada en su cuarto desde esta mañana. ―hizo una pausa― No pude evitar que viera las cartas.

[―Mmm… Esto me recuerda a lo que sucedió aquel día. ¿Lo recuerdas?, cuando dejaste tu puesto de Campeón.]

―Esto es diferente Drayden. ―Alder permanecía recargado en la ventana de uno de los múltiples pasillos mirando hacia el solitario jardín de flores― Esto es diferente…

Lejos, en uno de los cuartos, una pequeña princesa de vestido rosa con blanco y de cabello purpura, yacía tendida sobre su cama contemplando el techo, sus ojos marrones habían cambiado a un tono rojizo de tanto llorar. Cerca, en cada esquina de su cama, estaba esparcidas las arrugadas cartas…

¿Cómo llegamos a esto?
No encuentro las palabras para describirlo.
Solo sé que las heladas destruyeron nuestro hermoso jardín de flores.

Shauntal

Siguiendo mi filosofía he jugado con las cartas que me han tocado.
Pero he llegado a un punto donde la ruleta de la vida dejó de girar
y mi mundo de naipes se derrumbó.
Grimsley

¿De qué sirve la fuerza cuando no puedes proteger lo que quieres?
Supongo que es aquí cuando necesito uno de sus consejos, maestro.
Entrenar tanto cuerpo como mente es vital,
pero no existe entrenamiento alguno para los giros que nos da la vida.
Y en esta batalla llamada vida…
nosotros fuimos los perdedores.
Marshal

¿En qué momento se convirtió este sueño en pesadilla?
Solo quería despertar de esta amarga agonía.
Caitlin

P.S. Gracias por invitarme a esta familia llamada Elite 4.

Todo parecía tan irreal. De la noche a la mañana el recinto de la E4 había perdido su luz…

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Cerca, muy cerca, se oye lo que parece ser un silbido.

―Ya es hora, señorita. ―Darach levanta el equipaje de mano y se prepara para abordar.

Con la mirada perdida y la cabeza agachada Caitlin se prepara para abordar el barco. Ha decidido huir. Con resignación, porque eso es lo que hay, mete su mano al bolsillo de su abrigo y saca su boleto. Un trozo de papel se ha caído, se agacha para levantarlo, pero al verlo de cerca su mano vacila en querer agarrarlo. Pues ha decidido olvidar, olvidarlo todo.

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El torrencial que cae ha retrasado el tren. Mira una y otra vez hacia las vías, pero eso no significa que por tanto mirar el paso del tiempo se va a acelerar.

―Supongo que hoy no es mi día. ―da un suspiro.

Esa última exhalación ha empañado sus lentes. Busca entre su bolsa el estuche de limpieza.

―Es increíble que lo primero que tenga a la mano sea mi libreta de notas y un bolígrafo.

Revuelve con insistencia el contenido de su bolso, queda pasmada, ha dado con un trozo de papel, lo mira con tristeza. El tren ya ha arribado. Shauntal cierra el bolso y carga sus maletas.

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―¿Ustedes creen que por ser una piloto puedo llevarlos a dónde sea? ―llevó sus manos a la cadera.

―Puedes hacerlo, sí o no, es la única respuesta que necesito Skyla.

―Sí puedo hacerlo, Grimsley. ―le contestó enfadada― Los ajustes del avión siempre están listos, partiremos cuando tú lo digas.

―Perfecto, ahora.

―¡¿Qué?! ¡¿Tan pronto?! ¡¿No piensa llevar equipaje?!

―El resto de mis cosas serán enviadas por paquetería. Por ahora lo que quiero es salir de Unova.

―¡¿Qué? ¿El resto de tus cosas?! ―contesta asombrada― ¿Entonces son ciertos los rumores?

Grimsley se le queda viendo con indiferencia.
―¿Podemos partir ya?

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Lleva mucho tiempo escalando, pero sus agobiados pies piden un descanso, pues ni el más rudo puede soportar tal tortura estando descalzo. Se detiene frente a una piedra y se recarga, abre su pequeño morral, solo carga una muda de ropa y algo de agua. Destapa la botella con agua pero en vez de beberla la deja caer sobre su cabeza.

―Faltan un par de kilómetros más.

Enrosca la tapa y guarda la botella, tiene que seguir escalando no sin antes echarle un último vista al lugar que va a abandonar.

―Si ella estuviera aquí esta vista le encantaría.

La última vista de la región de Unova desde lo alto de una montaña. Sí, el último recuerdo que tendría Marshal.

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Recinto de la E4

―Eso es todo Drayden, tengo que ir a ver cómo esta Iris y tratar de confortarla.

[―Comprendo. Has todo lo posible por animarle, ya que como nueva Campeona debe ser duro para ella perder por completo a su Alto Mando… ―hizo una larga pausa― Porque tú ya pasaste por esto anteriormente.]

Alder no sabe qué hacer y al final se suelta a reír de los nervios.

―Lo recuerdo… Recuerdo aquella semana. ―y su mente viaja por sus recuerdos…

Racconto
Hace un par de años…

Sinnoh

―Muy bien tranquila, esta vieja mansión está abandonada…

Mira hacia todos lados, oye un ruido, su corazón se detiene, vuelve a escuchar ese ruido…, es el crujir de la vieja madera.

―Aunque suceden extraños fenómenos por la noche eso quiere decir no aparecen de día. Pero este bosque es tan espeso que parece siempre de noche. ―se lleva sus manos a la cara con terror― ¡Sal, Chandelure!

Su fiel compañera sale a iluminar la estancia caminando delante de ella. Sin nada sobresaliente han recorrido la primera y segunda planta.

―Vámonos de aquí, parece que no hay nada interesante.

Se dirige hacia la entrada, no sin antes admirar la estatua. La inscripción se ve gastada, quizás por el fuego. Saca su pañuelo y la limpia, se ajusta lo lentes y lee detenidamente. Allá a lo lejos, en segundo plano, una sombra pasa, un escalofrío le recorre por la espalda, se convence a si misma de que sus ojos le han jugado mal y decide que ya es hora de irse, se hace de noche. La sombra vuelve a aparecer, ahora delante de ella.

―¡Ah! ―grita aterrada― Sal de aquí espectro del más allá, regresa al infierno de donde viniste.

Sin vacilación su fiel Chandelure lanza un ataque de fuego.

―¡Ay! ―se escucha el grito de dolor.

Se queda pasmada al igual que su pokémon. ¿Acaso los fantasmas sienten dolor? Corriendo asustada de haber herido a alguien saca su botiquín de primero auxilios.

―¿Estás bien? Perdóname no sabía que había alguien más aparte de mi… ―se ha quedado sin palabras al ver a la persona sentada frente a ella.

―Sigues siendo la misma persona comprensiva. ―lleva su mano sobre el cabello de ella para revolverlo― Me alegro de volver a verte, Shauntal.

―Señor Alder… ―las lágrimas de felicidad recorren por sus mejillas.

Ya han dejado atrás esa tétrica mansión y han entrado a un restaurante.

―… Entonces, ¿qué me dices? ―Alder dejó de comer y miró con seriedad a Shauntal.

La joven tenía entre las manos su bebida, iba a tomar un poco de limonada pero su mente se quedó en blanco. Poco a poco bajó el vaso y escondió sus manos debajo de la mesa mientras jalaba de manera nerviosa la falda de su vestido.

―Yo… No sé… No sé qué decir. ―sus ojos vacilan sobre la mesa.

Alder se le queda viendo silenciosamente, sabe que hay duda, y también un conflicto emocional.

*suspiro*
―Pienso reunir a los demás, aun si me tardo en encontrarlos pienso reunirlos. ―agarra una papa a la francesa.

Shauntal levanta la mirada, un tenue brillo de esperanza se delata en sus ojos marrones. Pero aún así sigue jugueteando con sus manos.

―Tendré que pensarlo. ―dice al fin.

Alder da una leve sonrisa de resignación.
―De acuerdo, estaré esperando tu respuesta. Si en todo el tiempo trascurrido hasta mañana en la noche no la escucho partiré sin decir ni una sola palabra.

Ella asiente cabizbaja.

Ese día terminó rápido, las horas corrían con prisa. En toda la noche no pudo dormir, dio varias vueltas sobre su cama sin conciliar el sueño, antes de que lo notara ya era de mañana. Abandonó la recamara del hotel, decidió dar una vuelta por la ciudad mientras ponía en orden sus pensamientos.

Por aquí por allá, unta boutique, una librería, una zapatería, una tienda de música, una joyería, pero de tanto andar y contemplar se detuvo frente a una cafetería. Había pasado mucho tiempo desde que probó un buen café, el olor de los granos siendo molidos, escuchar la ebullición del agua, todo eso conjugado con el ambiente del lugar, una buena música. Contemplando el ir y venir de los clientes Shauntal no se percato de la hora, hasta que la mesera le aviso que el menú había cambiado después del medio día. Así se la pasó la mañana y la tarde del día, sumergida en sus pensamientos, al final la hora acordada por Alder había llegado.

―¿Qué haré?

Levantó la vista al cielo esperando obtener alguna señal, era absurdo pensar que tendría respuesta alguna. Buscó en el bolsillo de su vestido, a lo mejor su libreta podría darle alguna idea. La pasta desgastada le recuerda que debe de adquirir una nueva, pero le ha adquirido tanto cariño que no quiere hacerlo. Sus dedos juguetean entre las hojas, sus ojos se mueven vagamente, alguna frase, alguna foto, algo debe de haber que la ayude a resolver su dilema personal. No hay nada. Resignada lo cierra, se ha dado por vencido, quizás Alder ya ha partido. Vuelve a levantar la vista al cielo, achica los ojos, en su rostro se dibuja una sonrisa y sale corriendo…

―Tenemos que partir ya. ―dice Skyla mirando hacia el cielo― El clima ha cambiado. Ni siquiera el piloto más experimentado se aventuraría en este clima.

―Esos si es que el servicio meteorológico es exacto. ―le responde Alder.

―Si partimos ahora… podremos… evitar la tor-menta. ―Shauntal recuperaba el aliento después de tanto correr.

Alder la mira, sin decir ni una palabra se gira hacia el piloto.
―Hay que partir.

Skyla se le queda viendo a la mujer que llegó, se le hace conocida pero no tiene idea de dónde. Sin darle más importancia les pide que aborden y se pongan el cinturón.

El avión ha despegado evadiendo la tormenta.

―¿Qué te hizo cambiar de opinión? ―pregunta Alder.

Shauntal mira por la ventana viendo los rayos de la lejana tormenta.
―Alguien me dijo que las mejores oportunidades vienen como un rayo, de improviso.

Ante el comentario Alder se gira hacia su ventana.
―Será un largo camino a Unova, pero antes, tenemos que hacer una parada en Kanto.

Sin obtener respuesta alguna, Alder volteó a ver a Shauntal, decide acomodarse en su asiento, él también tiene ganas de dormir.

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Kanto

―¡¿Eh?! ¡No dijo que haríamos una escala en Kanto!

―Te quedaste dormida. ―Alder bostezó.

Ambos bajaban del avión.

―Skyla, partiremos hoy mismo antes del anochecer, la persona a la que iremos a ver toma decisiones rápidas.

―¿Qué quiso decir? ―dijo una ofendida Shauntal.

La alegre y colorida región se veía más cálida que Sinnoh, o eso pensaba Shauntal. Después de un largo trayecto en auto, de casi dos horas, Shauntal bajó del carro adolorida, pues ocho horas de vuelo más las del auto ¿Quién no se quejaría de estar tanto tiempo sentado?

―Es aquí. ―dijo Alder bajando del carro.

Levanta la vista, sus grandes y marrones ojos se marearon con los fluorescentes colores del lugar y sus llamativas luces.

―¿Venimos hasta acá solo para apostar?

―Te dije que tenía pensado reunir a los demás, y en este lugar trabaja cierto personaje. ―Alder caminó hacia la puerta deslizable.

El corazón de Shauntal dio un vuelco, la opresión en su pecho se hacía muy intensa.

Alder se detuvo cuando no escuchó sus pasos detrás de él.
―Ha pasado mucho tiempo desde que lo viste ¿verdad? …Descuida, entrare yo solo y hablare con él, tú puedes irte a dar una vuelta en la ciudad.

Shauntal juntó sus manos y las llevó hacia su mentón asintiendo levemente.

Alder se adentró en el establecimiento sin su compañía. El bullicio del lugar era sofocante, el sonido de las máquinas, los gritos de los jugadores, el ir y venir contante de la gente. Sus ojos observaron detalladamente el lugar, había dado con lo que buscaba. Se sentó en uno de los asiento vacios de la mesa, solo había tres jugadores, con él ya eran cuatro.

―Cambio de quinientos. ―dijo Alder deslizando el dinero.

El crupier se le quedó viendo.
―¡Cambio de quinientos! ―gritó al mismo tiempo en que entregaba las fichas al jugador. Luego de que la máquina terminara de barajar vio al jugador― La apuesta es de cien, señor.

Alder deslizó una ficha de cien dentro de la casilla. El crupier cerró las apuestas y el juego comenzó. Los ojos de todos los presentes miraban las cartas de sus contrincantes, entre juegos asegurados, otros divididos y apuestas dobladas, el número de jugadores se redujo a dos. Alder observó las cartas de su contrincante y luego las del crupier, realizó un seguro, el crupier dio una sonrisa altanera, luego de otras cartas repartidas el crupier obtuvo un 21. El otro jugador se retiró, solo quedaron Alder y el repartidor.

―Dime, a que has venido hasta aquí. Porque algún motivo has de tener. ―Grimsley acomodó las fichas y las cartas.

―Bueno, ―dijo Alder subiendo sus manos sobre la mesa― vengo a hacer ese viejo sueño una realidad.

Grimsley arqueó una ceja.

¡Comida! ¡Un concurso de glotones! ―se escuchó a la lejanía la voz de una joven.

¡Centro comercial! ¡Máscaras en el centro comercial! ―se escuchó a la lejanía la voz de un hombre.

El ambiente serio que se había creado entre ellos dos, fue quebrantado por un par de locos gritones.

―En media hora en el bar. ―dijo Grimsley retomando el hilo de la conversación― Ya casi es mi hora de salida, por ahora tengo que hacer el corte.

Grimsley recogió las fichas y las cartas dejando a Alder solo en la mesa de juego.

La media hora transcurrió de volada. Llegando tan silencioso, Grimsley se sentó en un banco al lado de Alder, ambos estaban en la barra.

―¿Qué vas a tomar? ―preguntó el barman agitando una bebida.

―Lo mismo que él. ―Grimsley señaló con la cabeza a Alder.

El barman sirvió la bebida.

―Y bien, ¿Quiénes han aceptado? ―Grimsley le dio un sorbo a su bebida.

―Por ahora solo es Shauntal. ―Alder agitó la suya.

Grimsley lo volteó a ver con cara de asombro.
―Estas bromeando ¿verdad?

―No, es la pura verdad. Pero pienso reunir a todos, eso fue lo que le dije a ella y te lo digo a ti también.

Grimsley bufó.
―¿Entonces tienes planeado viajar a Kalos?

Alder rió:
―Para ser alguien que le da su espacio pareces bien informado.

―Cállate.

La conversación prosiguió.

―… ¿Entonces? ―preguntó un intrigado Alder.

―Iré. ―contestó Grimsley pagando la cuenta del bar.

―Sabía que podía contar contigo. ―Alder le dio una palmada en la espalda haciendo que Grimsley tosiera― Pero primero tengo que ir a ver al dueño del casino y explicarle la situación. ―y adoptó una postura seria.

―Descuida no es necesario. ―lo dijo con tono despreocupado.

―¡Pero qué! ¿Piensas dejar así tu lugar?

―No. Es solo que él ha estado escuchando todo. ―y señaló al barman.

El barman asintió y luego les dio la espalda.

Dejando atrás su viejo oficio y mirando hacia el nuevo, Grimsley no puedo evitar sentir un vacío al dejar el lugar. Y rió para sus adentros.

―¿Y dónde está Shauntal? ―Alder miró hacia todos lados.

―Parece que nuestra loca acaba de hacerse amiga de aquellos locos.

Grimsley señaló hacia los anteriores personajes que habían gritado, junto a ellos se encontraba Shauntal gritando a todo pulmón sus pensamientos.

―Parece que hoy también dormirá muy bien. ―dijo Alder con una sonrisa de oreja a oreja.

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Unova

Ya había machacado la piedra al punto de destrozarla, las rocas yacían esparcidas a su alrededor pero eso no le importaba, el pokémon seguía aferrado en seguir golpeándola hasta hacerla polvo.

—¡Kiai! —gritó su entrenador— ¡Una vez más!

El grito se escuchó por la zona.

—Veo que te sigues entrenando en las montañas. —dijo Alder interrumpiendo el entrenamiento del hombre.

—Es algo que aprendí de usted, maestro.

Alder se echó a reír.

—A qué debó su visita. —Marshal dejó de entrenar y caminó hacia él.

—Iré directo al grano. —dijo Alder poniéndose serio— Ese sueño que tenían ustedes cuando eran niños está a punto de hacerse realidad.

Los ojos de Marshal se abrieron de par en par. Rápido guardó su pokémon.

—Dos de ellos ya están aquí. ¿Quieres ir a verlos?

—No hay suficiente espacio. —dijo Shauntal ahogada detrás de la pila de libros.

Acomodando los libros entre los pequeños huecos de los estantes, los pokémon no se percataron de que aquella pila de libros amenazaba con caerse junto con su portadora. Dando un paso en falso se le dobló el tobillo y los libros salieron volando. La lluvia de libros cayó sin golpear a la joven.

—Shauntal, ¿por qué no llevas de uno en uno? —Grimsley la había protegido.

—Así es más tar-dado. —la joven de ojos marrones tartamudeaba.

Creía que la distancia había hecho su trabajo en el olvido, pero no fue así, su corazón estaba enloquecido de tan solo verlo y escucharlo. Y ahora él la estaba agarrando.

Grimsley la soltó y se alisó el traje. Sin prestar la mínima atención en los bochornos de la joven se agachó para levantar un libro.

—Parece interesante. —dijo Grimsley hojeándolo vagamente.

—Lo es. —dijo Shauntal avergonzándose— Lo escribí en Sinnoh.

Grimsley sonrió de manera divertida.
—¿Conociste a alguien interesante? —susurró cerca de su oído.

Los oídos de Shauntal se calentaron, un leve cosquilleo le recorrió por el cuello, el solo sentir su aliento le hacía estremecer.

—¡Basta! —gritó desesperada— ¡Odio que hagas eso!

Grimsley soltó una carcajada intentando contenerla pero le fue imposible,
—Perdón, pero es que es divertido. Digo, siempre tienes esa expresión tan inocente que no puedo evitar meterme contigo.

—¡Huy! —gruñó Shauntal arrojándole su zapato cuando lo vio salir por la puerta.

—Se me olvidaba. —se asomó por el marco de la puerta— Alder nos está esperando, parece que lo ha encontrado.

Los ojos de Shauntal se iluminaron de felicidad y brincando en un solo pie se dirigió a la puerta para recoger su zapato.

—Espera, Drayden eso no fue lo que acordamos. —Alder se veía molesto.

[—Ya lo sé, —dijo con fastidio— pero es la decisión de la Asociación Pokémon.]

—Drayden, estoy a punto de partir a Kalos, no pueden esperar unos días más.

[—Lo siento Alder, pero esa es la decisión final. Solo aceptaremos a tres de los miembros que sugieres y como condición pondremos a uno de nuestra elección.]

—¿Y tú estuviste de acuerdo? —elevó el tono de su voz.

Drayden no dijo nada.

—En todos estos años solo han esperado por este día.

[—Lamento que esto tenga que acabar así, pero no viajaras a Kalos.]

Un largo silencio.

[—Conozco a los chicos, y al igual que tú los he visto crecer, y también los vi partir. —mostró una hoja por el videomisor— Pero ella será quien tome ese lugar.]

El videomisor dejó de transmitir y solo se veía pura estática.

Alder se llevó una mano a la cara lamentándose, ahora cómo iba a explicarles a los tres que cumplirían su sueño con la condición de que aceptaran a un desconocido en su grupo y renunciaran al cuarto miembro de su grupo infantil. Y eso no era todo, también estaba la situación del nuevo integrante que fue propuesto sin antes haber sido consultado. Las cosas no se veían tan fáciles ya que ella tampoco tenía la culpa de lo que sucedía.

El silencio incomodo dio paso a las alegres risas de los recién llegados.

—Te lo digo en serio. Así fue como Alder me lo dijo. —hablaba Grimsley con Marshal— Según él, sus anteriores miembros lo abandonaron porque se la pasaba de vago.

—Típico del maestro. —habló entre risas— Sabia que tarde o temprano iba a suceder.

—Sí…

Grimsley dejó de hablar, Marshal dejó de reír, Shauntal miró preocupada. El ambiente en la sala era frío como el de una tormenta de nevada. Alder no se veía muy bien.

—¿Sr. Alder? —preguntó Shauntal acercándose de manera apresurada.

—Hey ustedes —salió de sus pensamientos— veo que ya se pusieron al día.

Sin duda el Campeón era bueno para esconder sus sentimientos bajo la máscara falsa de la alegría. Pero todo aquel que lo conociera muy bien se daría cuenta.

—No es nada. —respondió Alder al ver sus miradas— Se los aseguro. —chocó sus manos haciéndolas sonar— Que tal si vamos a dar un paseo para relajarnos.

—¿A dónde? —preguntó Shauntal.

—A la playa.

—¿En verano? —habló Marshal.

—Vamos, vamos, que no te sofoque la gente. —Alder empujó a ambos hacia la entrada— Vamos Grimsley, qué esperas.

Quizás podía mantener la mentira por un tiempo más hasta que llegaran al lugar. Pero sabía que no podía ocultar la verdad de Grimsley, aquel hombre nació con un increíble don para la percepción.

Tras un largo trayecto sobre la espalda del Golurk de Shauntal llegaron a la playa de Undella Town. Atestada de turistas en aquella época del año, la playa lucía refrescante. El grupo inspeccionó el lugar, la verdad no se habían preparado.

—Descuiden, no venimos a nadar. —habló por fin Alder— Venimos en una visita especial.

Caminando por la cálida y sedosa arena, dejando atrás la zona turística, el grupo divisó lo que parecía ser la zona residencial. Las majestuosas casas bien podrían ser de alguna celebridad, pero no era de extrañar, solo los ricos tenían casa en ese lugar.

—Hemos llegado. —anunció Alder deteniéndose frente a una casa— No he sido del todo sincero…, la verdad es que…

—Lo sabemos. —le interrumpió Shauntal— Era un hermoso sueño para ser verdad. Pero no se preocupe, aceptaremos lo que diga el consejo.

Alder se les quedó viendo a los tres.

—Pensaba que podía engañarnos como cuando éramos niños. —Marshal colocó sus enormes manos sobre los hombros de su maestro.

—Es verdad, ya son unos adultos. —les dedicó una mirada comprensiva igual a la de un padre.

Y sin previo aviso una onda expansiva irrumpe el ambiente familiar. Los cuatro quedan sorprendidos, se echan a correr en dirección hacia el disturbio. Al llegar a la parte trasera de la residencia ven que una batalla pokémon es la causante de tal alteración. Entre la polvareda que se disipa pueden ver que no son los únicos que visten con prendas equivocadas para el lugar, pues hay un hombre de traje parado detrás de un Empoleon, al otro lado hay una joven con un vestido junto a un Gallade.

—¡Hey ustedes, qué bueno que vinieron! —Arriba, en la terraza, una mujer rubia los saluda.

El grupo dirigió su mirada hacia la persona. La rubia y lacia cabellera de la mujer ondeaba bajo el viento salado de la playa, su esbelta figura era remarcada por su blusa desmangada de color celeste y pantalón negro. Su estatura resaltaba más gracias a sus zapatillas de tacón mediano.

—¡Suban, los estábamos esperando! —volvió a gritarles en medio de la feroz batalla que se libraba.

—La conozco… —susurró Shauntal.

—Claro que la conoces. —le dijo Alder— Ella es la entrenadora más fuerte de la región de Sinnoh, la Campeona Cynthia.

Luego de un par de minutos, el grupo se reunió con la campeona. Entre saludos y presentaciones exprés, platicaron.

—Es un grupo bastante prometedor —dijo Cynthia viendo a los miembros, pero sus ojos se detenían a cada rato sobre la única mujer del grupo— ¿Nos hemos visto antes? —Cynthia se le acercó.

—Sería un honor si me logra recordar. —Shauntal jugó de manera nerviosa con sus pulgares haciendo molinetes.

—¡Te recuerdo! —Cynthia chocó su puño contra la palma abierta.

Shauntal se sentía a desmayar de que alguien tan importante como ella la recordara.

—¡Eres la acosadora!

O tal vez no…

Los pares de ojos de sus compañeros se clavaron sobre ella, ella solo quería desaparecer.

—¿Acosadora? —dijo Grimsley dedicándole una mirada acusatoria.

—¡No es así! —gritó Shauntal toda avergonzada— Hay un motivo…

—Ya, ya —dijo Alder tratando de reconfortarla— no importa, no te vamos a juzgar. Solo espero que no empieces a espiarnos.

Y el grupo estalló en carcajadas.

Una segunda onda expansiva los regresó al punto original. El grupo ya había olvidado a qué venían.

—Todavía le falta mejorar. —dijo una voz acercándose a ellos.

El hombre que había aparecido tampoco iba vestido para la ocasión. De gabardina verde, camisa con cuello alto, unos guantes, pantalón caqui y zapatos pesados, sin duda se ha de estar asando debajo de todo eso.

—Perdónenme, olvide presentarlos. —dijo Cynthia introduciéndolo— Él es Palmer, dirige el Battle Frontier de Sinnoh y Johto. —ahora se dirigió a Palmer— Ellos son…

—Lo sé. —le interrumpió— No necesitan presentación. Y también estamos al tanto de la situación por la que cruzan.

—¿Cómo saben todo eso? —preguntó Marshal.

—El alcalde Drayden nos lo contó todo. —dijo Cynthia.

—Y bien. —Grimsley se recargó en el barandal de la terraza— ¿Quién es el candidato?

La batalla pokémon parecía llegar a su final, tanto el Empoleon como el Gallade se veían agotados.

—Es la chica. —dijo Palmer acercándose a él.

—¿Esa niña? —dijo Grimsley.

—Creo que el término correcto sería adolescente. —dijo Shauntal.

—Es una niña. —terminó Grimsley.

—Las apariencias engañan. —le dijo Cynthia— Se ve joven pero tiene un gran potencial entrenando.

—Solo porque es psíquica. —le dijo Grimsley.

Los ojos de todos se clavaron sobre él. En especial los de Cynthia y Palmer.

—Veo que poses unas habilidades analíticas. —habló Palmer.

—Solo el 5% de los que entrenan tipo psíquico comparten esos poderes con sus pokémons. —dijo Alder observando a la joven— Jamás pensé que Drayden propusiera a alguien como ella, esto traerá un balance perfecto entre los tres miembros.

Marshal y Shauntal no dijeron nada, prefirieron ver cómo evolucionaba la batalla. Por su lado, Grimsley no estaba de acuerdo, no aceptaba la idea de tener un nuevo miembro.

La batalla se veía decidida, el Empoleon y su entrenador eran superiores al Gallade y su entrenadora.

—Esto es el final. —dijo Darach remangándose su camisa— Empoleon, dales con todo lo que tienes.

El pokémon se preparó para lanzar su ataque, abrió su pico y todo su poder se concentró. Caitlin sabía muy bien lo que venía, con ese ataque golpeando a su agotado Gallade tenía todas las de perder, ¿perder? ¿acaso la derrota es admisible? Jamás podría asimilar la palabra derrota. No, claro que no, la derrota no es una opción para ella.

—Gallade, paz mental. —susurró.

Gallade se tensó. Sabía muy bien lo que venía pero que muy pocos conocían; la personalidad oculta de su entrenadora.

—Esa chica… —susurró Grimsley.

—¡Abajo! —gritó Palmer.

Solo bastaron unos segundos para que el campo de batalla se pusiera de cabeza. Otra onda expansiva se sintió junto con una tormenta de arena. La casa se cimbró, algunas ventanas de quebraron. Nada, absolutamente nada los hubiera preparado para eso y para lo que venía…

—Es imposible. —dijo Marshal recuperando el aliento.

El campo de batalla se había convertido en un cráter, en el centro del hoyo estaban un derrotado Empoleon junto a un agotado Gallade.

—He ganado. —Caitlin dio una sonrisa de satisfacción.

—Me alegro por usted. —sonrió Darach— De verdad, estoy muy feliz por us… —su expresión cambió— ¡Señorita! —gritó aterrado corriendo hacia ella.

Caitlin se había desmayado.

Los murmullos de la sala la despertaron. Sus grandes ojos turquesa se abrieron en par y chocaron contra su joven valet que le sostenía la mano.

—Señorita, que bueno que ha despertado. —Darach parecía quitarse un gran peso de encima.

—Caitlin, no te fuerces mucho. —dijo Cynthia al verla que se sentaba.

Incorporándose sobre el sofá de la sala, sus ojos turquesa vieron a todos los presentes; había más de lo normal.

—Te preguntaras quiénes somos. —dijo Alder acercándose a ella— Y no te culpo, la verdad es que somos un grupo de entrometidos. —Se sentó en el borde del sillón junto a ella— Pero la respuesta es de lo más sencilla.

—Somos miembros del Alto Mando de Unova. —dijo Marshal sentándose en el piso frente a ella— Hicimos un viaje hasta acá para ofrecerte un lugar.

—Pero dada la situación —intervino Grimsley— No será posible.

Cynthia y Palmer se quedaron pasmados.

—Esperen, que están diciendo. —habló Cynthia.

—Los poderes de esta chica están fuera de control. —dijo Marshal— No podemos poner en riesgo la seguridad de los entrenadores. Deben de saber que ella representa un peligro para sí misma como para los que están a su alrededor.

Marshal, Grimsley y Shauntal ya habían tomado su decisión. Solo faltaba la elección final de Alder. Pero el campeón no sabía qué decir o qué hacer. Mientras Cynthia objetaba con la decisión que se había tomado, Palmer intentaba todo por tranquilizar a la campeona. El valet, se veía envuelto en su propio mundo que giraba alrededor de Caitlin. Caminando de un lado al otro, tría medicinas, compresas fría, tazas de té, le tomaba la temperatura a la joven, en fin, una devoción y dedicación más allá de lo normal. Alder en completo silencio, observó con detalle todo lo que pasaba, al final decidió ver a la joven que era la causante de tal desorden.

Caitlin, con la mirada perdida hacia la nada, agarró por inercia el té que le ofrecía Darach. Tomó la medicina y se la bebió. Luego de entregar la taza se acodó en su lugar con las piernas juntas y las manos cruzadas sobre su regazo. Sin decir ni hacer nada sobre el entorno que se vivía en la sala.

—Eres muy callada. —le dijo Alder.

Caitlin con total delicadeza, giró su cabeza prácticamente 10 grados a la derecha, sus grandes ojos turquesa se clavaron en Alder, su rostro no mostraba emoción alguna.

—¿Siempre eres así? —volvió a hablarle.

—Una dama jamás debe de hablar más de la cuenta. —su voz sonaba como susurro— Sus palabras tienen que ser concisas.

Alder sonrió, la actitud de la joven le aclaro todo.

—He tomado mi decisión. —dijo Alder levantándose y hablando sobre los demás.

El resto de los presentes se giró a verlo.

—Caitlin —le ofreció su mano— Soy Alder, el campeón de la región de Unova. Estoy obligado a buscar a alguien que llene un lugar en el Alto Mando. Dime, ¿te gustaría ser esa persona?

¿Qué? —gritaron el resto de los presentes.

—Maestro… —dijo un inquietado Marshal.

Alder lo frenó con la mano.

—Sé lo que piensas. —miraba fijamente a Caitlin— Todas las personas a tu alrededor creen que eres una persona de sumo cuidado. ¿Pero estás satisfecha con eso?

Un leve gesto en el rostro de Caitlin se formó.

—Mira muy bien a tu alrededor. —Alder extendió sus brazos— ¿Quieres seguir siendo esto, o prefieres cambiar?

El silencio continuo…

—Te estoy ofreciendo una salida, pero la decisión está en ti. —volvió a ofrecerle su mano— Da un paso hacia adelante y dime que no me equivoco.

El rostro de Caitlin mostraba un gesto de duda. Paseando sus ojos turquesa entre todos los presentes contempló fijamente a Darach. Su fiel valet no decía nada.

—Yo… —titubeó.

¿En verdad ella podía cambiar? ¿O solo era una falsa ilusión que Alder le estaba ofreciendo? Las dudas en su mente se hicieron presentes.

—¿Señorita? —dijo Darach.

Caitlin se levantó del sofá y se aferró a la mano de Alder.
—Quiero cambiar. —dijo con voz ahogada.

Alder sonrió con gentileza.
—Bienvenida al Alto Mando de Unova, Caitlin.

Fin del Racconto

Alder y Drayden habían terminado de colgar. Recorriendo los solitarios pasillos del lugar, finalmente llegó a la recamara de Iris. Golpeó la puerta.

—Iris, soy yo ¿puedo entrar?

No obtuvo respuesta.

—Sé que no quiere ver y ni hablar con nadie, pero te aseguro que necesitar comer.

No hubo respuesta.

—Iris, voy a entrar a la fuerza.

Silencio total.

Alder ya se había enfadado. Con fuerza abrió la puerta de la recamara. Iris no estaba. La llamó un par de veces sin obtener respuesta. Caminó hacia su cama, ahí estaban las cartas arrugadas y empapadas de lágrimas…, pero había una más:


Lo siento abuelo, no puedo dejar que esto acabe así.
Tengo que ir detrás de ellos.
Iris

Alder quedó conmocionado. La impulsiva Iris había decidido actuar.

—Tengo que ir a detenerla. —Caminó hacia la entrada de la recamara, se detuvo de golpe— No, primero tengo que hacer una llamada. —lo pensó muy bien— No, primero hay que detenerla…

Mientras lo pensaba, los cuatro miembros ya se habían alejado más.

—En definitiva —se decidió al fin— Haré la llamada mientras voy en camino a detenerla. ¿Acaso no sabes que puede empeorar las cosas?

Y salió corriendo del recinto de la E4.

Continuará…

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Uf, nunca pensé que editaría este capítulo para tener que acoplarlo al final de Wonderland. (nunca se sabe.) En fin. Se preguntaran por qué esta historia inicia con el final (es para tenerlos enganchados muahaha) No, de hecho así lo tenía planeado, y lo mejor de todo es que va de la mano con la pesadilla de Caitlin; Así dirán"No puede ser, Caitlin desperdicio la segunda oportunidad".Pero esa es la trama de Siluetas, aquí veremos una faceta totalmente diferente de nuestros personajes, espero que les guste.

Nos vemos en el siguiente capítulo. Saludos.