5. Adult Life
Nada sale nunca como se planeó.
Esta es la segunda ley universal según Beca Mitchell, precedida por la Ley de Murphy que tanto aplica en su día a día, y seguida de la más obvia de todas: los libros son siempre mejores que las películas.
(Que conste que, que sea incapaz de estar durante dos horas seguidas prestando atención al argumento de una película, no tiene influencia alguna sobre esta última ley universal. Está segura de que debe existir algún estudio realizado por una universidad americana de la que nadie ha oído hablar en su vida que respalde su opinión).
Un día de mucho aburrimiento, descubrió que su segunda ley responde al nombre de "Ley de Seay". Y que, por fortuna o por desgracia, dependiendo de cómo lo vea cada uno, Beca no es la única en sufrirla.
La vida da tantas vueltas que es imposible predecir todos los obstáculos que te va a poner en cada momento. De modo que, Beca dejó de intentarlo directamente. Una mañana se despertó y se dio cuenta de que, hiciera lo que hiciera, no tenía poder alguno para cambiar el destino, así que mejor dejarle campar a sus anchas.
Nunca planeó que sus padres se divorciaran cuando ella tenía siete años. Nunca planeó no ser capaz de conectar con nadie durante su tiempo en el instituto y ganarse reputación de borde, rara y maleducada. Nunca planeó que su madre enfermara y Beca no tuviera más remedio que irse a vivir con ese padre que se había olvidado – convenientemente – de su existencia durante casi diez años. Nunca planeó no poder seguir su sueño de triunfar en L.A. por tener que ir a la universidad.
Era siempre lo mismo. Mismos hechos que escapaban fuera de su control y dirigían su vida a caminos por los que la propia Beca nunca se habría visto andando, o había jurado no andar nunca.
Sin saber muy bien cómo había ocurrido, la DJ se encontró un día al mando de nueve chicas de su misma edad, en un grupo de a cappella, y con un diploma de graduada en la Universidad de Barden enmarcado en un cuadro. Cuatro trofeos, a cada cual más grande, en una estantería en el salón con su correspondiente foto en grupo de las Bellas en diversos estados de felicidad y euforia. Diez semi-hermanas – contando con Aubrey – y una mejor amiga, un padre que estaba intentándolo de verdad y una brujastra que no era tan bruja al final. Una demo que iba de productor musical a productor musical para su positiva valoración, una jugosa oferta de trabajo en una discográfica con renombre y un jefe que se había propuesto ser su mentor a pesar de haber empezado con un poco de mal pie. Una pareja estable y el dinero para pagar la mitad de la fianza del alquiler de un piso en Atlanta al que planeaban mudarse juntos para ver cómo se les daba eso de cohabitar dentro de las mismas cuatro paredes.
Ah, espera. Borra eso último.
Porque nada sale nunca como se planeó.
La verdad es que Beca sabía lo que se avecinaba desde el momento en el que la luz se encendió en su habitación compartida con Chloe y dejó de besar a su mejor amiga para ver a su novio salir corriendo por el pasillo del hotel. Había que ser estúpido para no prever lo que ocurrió minutos después.
Lógicamente, la DJ salió corriendo detrás de Jesse para tratar de pararle y explicarle lo que había visto. No pensaba disculparse, soltar el típico cliché de "no es lo que crees" o "no significa nada", porque no era lo que el Treble creía, pero sí significaba algo. De ahí la necesidad que tenía Beca de explicarse, porque era complicado y simple al mismo tiempo. Así que corrió por los pasillos de su hotel en Copenhague, dando tumbos por culpa de las cantidades ingentes de alcohol que había consumido durante su celebración por ser las campeonas del mundo de a cappella. Tropezó con gente, se disculpó en balbuceos, paró para asegurarse de no vomitar y por fin alcanzó a Jesse en la habitación que el Treble compartía con Benji, justo en el ala contraria a donde estaban las de las Bellas.
Cuando Jesse hizo todas las acusaciones que tenía que hacer, soltó todo lo que quería decir, Beca le cogió de la mano y le sentó en la cama a su lado. Y le contó todo. Absolutamente todo. Las palabras caían de su boca y ella no podía controlarlas, no podía pararlas. Con voz suave y la cabeza gacha para ocultar las lágrimas que rodaban por sus mejillas, se limitó a simplemente tratar de que sonaran comprensibles.
Nunca planeó convertirse en su padre: descuidar una relación por estar demasiado inversa en otra. Nunca planeó hacer eso en Europa después de haber ganado el Mundial. Pero las cosas nunca salen como se planean, así que la DJ se adaptó a las circunstancias y dejó que la verdad saliera a la luz. Porque lo iba a hacer en algún momento, más pronto o más tarde, siempre sale.
Jesse escuchó atentamente, tratando de ser lo más comprensivo posible, tratando de no juzgar. No debió de ser fácil oír cómo su pareja de tres años le dijo que llevaba tiempo sintiendo que su relación carecía de sentido. Que veía que no iba a ninguna parte. Que había besado a su mejor amiga varias veces mientras estaba borracha, pero nunca había dicho nada porque ni ella misma comprendía del todo por qué sentía lo que sentía. Que sospechaba que estaba enamorada de su mejor amiga. Que los eventos de ese estresante año le habían hecho darse cuenta de que, quería a Jesse, de verdad le quería, pero no como él merecía o como se debía querer a una persona con la que estás románticamente relacionado. Y que lo sentía con toda su alma, pero no había nada que pudiera hacer al respecto. Nada excepto dejarle marchar.
("Te daré todo el espacio que necesites, Jesse; pero, eventualmente, volveré a buscarte. Porque, quieras o no, no te vas a librar de mí. Eres mi mejor amigo. Y sé que ahora mismo esas no son las palabras que quieres escuchar precisamente, pero son las únicas que puedo darte. Espero que me perdones.")
En cuestión de minutos, el Treble había pasado de: Jesse Swanson, novio; a Jesse Swanson, mejor amigo.
Y, aunque el joven estaba dolido, le aseguró a una preocupada Beca que volverían a estar tan unidos como lo habían estado en su primer año en Barden. Antes de que hubiera sentimientos involucrados. Antes de que él hubiera tratado de besarla mientras veían The Breakfast Club. Prometió que solo necesitaba un poco de tiempo y espacio por su cuenta para lamerse las heridas y recuperar su orgullo.
(- ¿Tu orgullo?
- Bueno, no todos los días tu novia descubre, mientras todavía está contigo, que es gay.
- Si te consuela, no soy gay, soy bi. Y ya lo sospechaba desde hacía mucho tiempo, solo que no había podido comprobarlo del todo.
- Dios, ¿puedes ser más cliché? ¿Descubrir tu sexualidad al enamorarte de tu mejor amiga, en serio? Es el argumento básico de cualquier personaje LGTBQ.)
Beca no se había dado cuenta de que había estado conteniendo la respiración hasta que vio al Treble reírse de su propio comentario y soltó un largo suspiro de alivio. Si Jesse era capaz de semi-bromear sobre la situación, entonces todo estaba bien. Significaba que le estaba diciendo la verdad cuando prometía que en algún momento sería capaz de volver y actuar como si nunca hubiera pasado nada entre ellos.
Se habían despedido con un abrazo. La DJ había perdido gradualmente su rechazo a ellos. Es decir, seguía sin ser una gran fan de darlos ni de recibirlos, pero ya no se volvía un palo de escoba cuando alguien la abrazaba ni se apartaba a los dos segundos igual que si le hubieran dado una descarga eléctrica. Después de casi cuatro años conviviendo con chicas demasiado cariñosas – especialmente Chloe – y con un novio que también escogía esa muestra de afecto sobre otras que incomodaban más a la morena cuando estaban en público, no le había quedado más remedio que acostumbrarse a los abrazos.
Así que permitió que Jesse la pegara contra su pecho y rodeó la cintura del joven con sus brazos, hundiendo la nariz en su camiseta con la bandera de américa para llenarse los pulmones por última vez del distintivo aroma del Treble – XS, de Paco Rabanne. A Beca le gustaba tanto que solía robarle la colonia a su novio las mañanas que despertaban juntos para echarse un par de gotas en las muñecas.
Con un beso en la frente y un consejo murmurado al oído, la DJ había salido de la habitación y recorrido otra vez el pasillo de vuelta hasta el ala donde estaban las Bellas.
No sabía exactamente cuánto tiempo había estado fuera, pero al llegar a su habitación se había encontrado con una imagen que llenó su corazón de cariño. Recostada contra la puerta, en pleno pasillo – a donde seguro que había salido para pasearse nerviosamente sin molestar a las demás –, estaba Chloe. Se había quedado dormida esperando a que Beca regresara, y a juzgar por su ceño fruncido, seguía preocupada. A la DJ no le había quedado más remedio que despertarla con suavidad y tambalearse ambas hasta su cama, donde cayeron y se quedaron inmediatamente dormidas sin siquiera hablar de lo ocurrido.
Y nunca hablaron de ello.
Beca se había preparado un discurso, tenía perfectamente planeado qué decir y cómo decirlo. Pero nada nunca sale tal cual se planeó. Despertaron al día siguiente con el tiempo justo para coger el avión de vuelta a Atlanta, y de ahí en adelante fue un lío de meter todas sus pertenencias en cajas de cartón claramente identificadas para que no hubiera confusiones, hacer maletas y despedirse de la casa que las había visto crecer – quizá Chloe hubiera exagerado un poco, pero sí era cierto que Beca había tenido que aguantar las lágrimas a la hora de decir adiós.
Chloe, lógicamente, dedujo lo que había pasado con Jesse y le ahorró a la DJ la vergüenza de tener que pedirle asilo. Una mañana, mientras Beca estaba prácticamente enterrada en ropa y trataba de distinguir cuál era suya y cuál era robada de las otras Bellas, la pelirroja se tiró en el colchón desnudo de su mejor amiga y le ofreció que fuera su compañera de piso. La morena se lo había agradecido hasta la saciedad – incluso con un beso en la mejilla – y le había asegurado que, a pesar de su corta estatura, tenía una fuerza extraordinaria.
Solo que sus palabras se volvieron en su contra cuando la pelirroja se lo tomó como una invitación para convertirla en su mula de carga particular.
Ahora la DJ gruñe y maldice el momento en el que le pareció una buena idea hacer ese comentario. Se seca el sudor de la frente como puede con la manga de su camiseta y tira del colchón de matrimonio que Chloe y ella están intentando subir por las escaleras del edificio. Viviendo en un cuarto.
- ¿Recuérdame otra vez por qué estamos haciendo esto nosotras? – pregunta en un jadeo.
- Porque me ahorraba los veinte dólares de la entrega más la propina que tendría que haberle dado a los transportistas. Además, fuiste tú la que dijiste que tenías fuerza extraordinaria – la pelirroja le lanza una mirada mordaz a Beca desde el otro extremo del colchón.
La DJ trata de no despistarse con el sudor que perla el rostro y pecho de su mejor amiga, descubierto por el generoso escote de su camiseta de tirantes. Ni con sus marcados bíceps, que resaltan contra su piel morena por la fuerza de levantar y empujar el colchón escaleras arriba. La última vez que Beca se dejó distraer por el atractivo aspecto de Chloe, tropezó con un escalón y se cayó de espaldas, lo cual las había retrasado porque luego la pelirroja era incapaz de dejar de reírse.
- ¡Pero me refería a tu incapacidad para abrir tarros! – protesta la morena con un tirón al colchón, tanteando con el pie antes de subir un nuevo escalón de espaldas – ¡No a que fuera a volverme verde y pudiera levantar un camión como si fuera una pluma!
Chloe se queda parada en mitad del tramo de escaleras y ríe, apoyando la frente contra el lateral del colchón. La DJ aprovecha la pausa para recoger detrás de sus orejas – todavía llenas de piercings, por supuesto – húmedos mechones de pelo que siempre se le escapan del moño. Tantea los bolsillos traseros de sus shorts vaqueros, porque cree recordar que metió en uno de ellos su bandana negra. La saca con una exclamación de victoria y le indica a la pelirroja con un dedo que espere un momento mientras dobla la tela hasta convertirla en una tira y se la ata con un nudo en la parte de arriba de la cabeza.
Con un asentimiento, ambas amigas resumen la costosa tarea de tirar – o empujar – del colchón por el último tramo de escaleras. Entre quejas de Beca, y ojos en blanco por parte de Chloe, se las apañan para arrastrarlo hasta la puerta del piso que ahora comparten; y esquivan con éxito las cajas de cartón que han ido dejando en cualquier sitio a lo largo de la mudanza.
Dejan caer el colchón al suelo con un sordo golpe en la habitación de la pelirroja. Ya inmune al polvo que flota en el ambiente después del ataque de estornudos que tuvo esa mañana, la DJ se deja caer sobre la cama de su mejor amiga con un sonoro suspiro de cansancio. Cada minúsculo músculo de su cuerpo le duele, y está al cien por cien segura de que no será capaz de levantarse al día siguiente sin morir de agujetas. Utiliza sus últimas energías para secarse el sudor con el bajo de su camiseta, y cuando se aparta la tela de la cara, pilla a los ojos de la pelirroja revoloteando por su torso descubierto.
- Que sepas – dice, señalando a Chloe vagamente con el índice antes de volver a dejar caer el brazo –, que sigo pensando que esto – señala los restos de mudanza que las rodean – ha sido toda una estrategia para verme sudorosa y sin aire.
En cuanto ve el cambio en los ojos azul bebé de su mejor amiga, sabe que ha metido la pata. Hasta. El. Jodido. Fondo.
Chloe se acerca a donde Beca está tirada con una sonrisa predatoria en el rostro y un brillo peligroso en su mirada. Se inclina hacia delante para estar más cerca de la DJ, quien trata de mantener sus ojos fijos en los de la pelirroja y no dejar que se desvíen hacia abajo, hacia la perfecta vista que Chloe le está dando de su escote – falla estrepitosamente al menos un par de veces.
- Oh, Becs – responde en un ronroneo, recorriendo lenta y sensualmente el menudo cuerpo de su mejor amiga con la mirada –. Créeme, si hubiera querido verte sudorosa y sin aliento, habría buscado una actividad más placentera para ambas.
La sonrisa de Chloe se amplía todavía más cuando escucha el abrupto pico en la respiración de la DJ y se incorpora, desapareciendo por el umbral de la puerta como si nada hubiera pasado. Beca tarda en seguirla, asegurándose primero de tener controlados sus pulmones y el calor que siente acumularse en sus mejillas y cuello.
El piso está hecho un desastre. Necesita una limpieza a fondo y organizar las cosas que todavía están metidas en cajas esparcidas por cualquier espacio disponible. El casero les dijo que se pasaría mañana por la mañana para traerles una nevera nueva, algo por lo que Chloe tuvo que pelear porque la que viene con el apartamento es más vieja que Matusalén, hace un ruido infernal y aún encima no enfría nada. No tienen un somier sobre el que poner el colchón de Chloe, ni sofás, ni televisión, ni internet, igual que tampoco ha llegado el colchón que Beca compró cuatro días atrás a pesar de que los dependientes de la tienda le aseguraron al menos diez veces que se lo enviarían a tiempo.
Básicamente, viven con lo puesto.
- ¡Mira! – exclama la pelirroja, reapareciendo de un salto de detrás de la encimera de la cocina.
Tiene una gran sonrisa en la cara, distinta a la que lucía minutos atrás mientras provocaba a Beca. La anterior era juguetona, esta es de felicidad absoluta. Sus dos manos salen de su escondite bajo la encimera, descubriendo dos tarrinas de Häagen-Dazs, una de Cookies & Cream y la otra de Mint & Chocolate. La DJ también sonríe sin poder resistirse a la excitación que dos simples cartones de helado son capaces de provocar en su mejor amiga y responde que va a buscar cucharas.
Revuelve en las cajas, porque la Bella – sin identificar, porque ninguna dio la cara cuando Beca las interrogó en busca de la culpable – que se esmeró tanto en marcar las de ambas amigas con un "Bloe" de grandes y gruesas letras, se había olvidado de especificar el contenido de cada caja. Al final, encuentra la que está llena de cosas de cocina que Chloe y ella habían ido a comprar a IKEA – para tortura de Beca, que sigue diciendo que ese sitio fue creado por el propio diablo.
Saca dos cucharas soperas – porque ¿quién come el helado con cucharillas?, ¿dónde está la gracia en eso? – y corre a la habitación tras el tercer aviso cantarín de Chloe de que "se está derritiendo el helado, Becs, y voy a tener que comerme el tuyo para que este desastre no caiga sobre mi cama."
- ¿Primero me explotas y ahora amenazas con dejarme sin comida? ¿Qué clase de mejor amiga eres? – la morena finge estar horrorizada y le arrebata su tarrina de Cookies & Cream a Chloe.
- La clase que acoge a una compañera Bella para que no sea una sin techo – contesta la pelirroja tan rápido que parece que ya tenía la respuesta pensada y preparada desde hace rato.
- Oh, venga, no actúes como si yo fuera la única favorecida con este acuerdo – bufa Beca.
- Ah, es cierto – dice la pelirroja como si se acabara de acordar de algo importante. Cierra un ojo, la cuchara llena de helado desapareciendo dentro de su boca para salir vacía al momento, y mastica las pepitas de chocolate antes de continuar hablando –. Ahora tengo a alguien que me abra los tarros.
Se echa a reír ante la expresión ligeramente dolida de la DJ, quien frunce el ceño y estira su espalda para resultar un poco más imponente.
- Muy bien – acepta, toda su expresión indica que un reto está a punto de caer de entre sus labios –, ya veremos quién te abre los tarros cuando yo no esté.
Mantiene su postura orgullosa mientras come su helado. Por el rabillo del ojo puede ver que Chloe sigue riéndose, sin tragarse para nada el acto ofendido de la morena. Se relame y se inclina hacia la DJ para depositar un frío beso en su mejilla.
- No seas tonta, ya sabes que estoy encantada de tenerte aquí.
Beca siente que su resolución de mantenerse "enfadada" falla ante el tono sincero de su mejor amiga y la sensación de sus labios sobre la piel de su mejilla. En este momento le viene a la cabeza el último consejo que le dio Jesse antes de marcharse cada uno por su lado en Copenhague: "Si hay alguien en este mundo que te quiere incondicionalmente, es ella. Díselo, Becs."
Ha pasado casi un mes desde entonces y todavía no ha hecho caso a las palabras de su exnovio, pero la morena siempre se justificaba ante sí misma diciéndose que no ha tenido oportunidad, que no ha habido un momento perfecto. Lo cual es una mentira más grande que una catedral, porque cualquier momento con Chloe ya es perfecto.
Oh, Dios, ¿de verdad acaba de pensar eso? ¿Desde cuándo es tan repugnantemente empalagosa?
Se gira para mirar a la pelirroja, que está comiendo su helado perdida en su mundo de yupi. Chloe debe de notar que está siendo intensamente observada porque parpadea para volver a la realidad y deja de tararear. Ladea la cabeza y le devuelve la mirada a Beca.
- ¿Qué? – pregunta, sin entender qué está ocurriendo.
La DJ sonríe y niega con la cabeza, pero Chloe no se va a dar por vencida tan fácilmente e interroga a su mejor amiga en busca de una explicación para su repentino cambio de humor. Beca sigue esquivando las preguntas, su sonrisa cada vez más amplia hasta que deja escapar una carcajada. La pelirroja, con su curiosidad picada, choca su hombro contra el de la morena.
Tiene la mala suerte de coordinar su golpe en el brazo izquierdo de Beca justo cuando esta se está llevando una cucharada de helado a la boca. La cuchara se desvía de su trayectoria e impacta contra el labio superior y la nariz de la DJ, quien deja escapar una exclamación de sorpresa.
- Mira lo que has hecho – se queja Beca.
Se relame los labios para quitarse todo el helado que tiene a su alcance mientras Chloe se ríe abiertamente de ella, su propia tarrina olvidada momentáneamente sobre el colchón. La DJ se limpia con el dorso de la mano y retira todo lo que le quedaba en la cara.
- Te has dejado un poco ahí – observa la pelirroja, señalando con un dedo la zona que todavía está manchada de helado.
- ¿Dónde? ¿Aquí? – se limpia de nuevo. Su mejor amiga niega con una sacudida de cabeza–. ¿Dónde entonces? – Chloe solo puede agitarse con carcajadas contenidas, y Beca le lanza una mirada de fastidio –. Me alegra que encuentres humillarme divertido.
- Perdón – se disculpa Chloe con un jadeo –, es que… Ay, es que parece que tienes un… un bigote.
Y vuelve a estallar en carcajadas, rodando por el colchón mientras se sujeta la barriga y bajo la mirada de desaprobación de la morena. Cuando es capaz de controlarse y mirar a Beca a la cara sin reírse, se incorpora y limpia la zona justo bajo la nariz de la DJ donde le había quedado un pequeño pegote de helado que se parecía al ridículo bigote de Hitler.
Luego, sin pensar, se chupa el dedo manchado de helado con una risita. La morena observa el gesto, pero no hace comentario alguno sobre ello porque está segura de que Chloe encontraría una forma de volverlo en su contra. Igual que hizo antes, igual que llevaba haciendo desde que se conocieron.
De nuevo su cabeza vuelve al consejo de Jesse. "Díselo, Becs."
Díselo.
- Oye, Chlo… – empieza, su voz grave y seria.
La pelirroja alza la mirada de su tarrina de menta y chocolate. Sus cejas se arquean en una pregunta silenciosa al mismo tiempo que un "¿mmhh?" escapa de su garganta para indicar que está escuchando, sus labios cerrados en torno a la cuchara.
En general, Chloe siempre es adorable. Es algo que lleva en el ADN. Pero tiene momentos – como este – en el que su total "adorabilidad" golpea a Beca como un mazo y la deja sin palabras.
Y ya es mala suerte que se quede sin palabras justo ahora.
- Gracias – dice al final, con una pequeña y suave sonrisa.
Chloe le guiña un ojo, acompañándolo con un ligero encogimiento de hombros. Cierra su tarrina con la tapa correspondiente y la coloca en el suelo al lado del colchón.
- ¿Te apetece ver una peli o algo? Tengo algunas en el disco duro.
Beca asiente, aunque sabe que no va a prestar atención alguna a lo que decida poner la pelirroja. Porque mentalmente ya está elaborando un plan, la forma perfecta y el momento perfecto en el que contarle a su mejor amiga que antes creía estar enamorada de ella.
Antes. Porque ahora está segura de que está enamorada de ella.
Y no es fácil para Beca estar tan segura de algo, solo ha habido un par de cosas que ha tenido tan claras en sus veintiún años de vida. Es más, está tan segura de ello como lo estaba de pequeña de que la música era su vida y de que quería dedicarse a hacerla.
De forma vaga, es consciente de que Chloe ha vuelto a sentarse a su lado, inclinada hacia delante mientras busca en su portátil algo que le apetezca ver, pero que también pueda interesar medianamente a la DJ. Porque siempre tiene en cuenta a Beca a la hora de escoger una película o una serie. Siempre busca las que tengan finales inesperados, o argumentos llenos de sorpresas, para que la morena no esté muerta de aburrimiento las dos horas o cuarenta minutos de duración.
- …tus favoritas, aunque creo que esta te puede gustar – está diciendo Chloe cuando la DJ sale de su ensimismamiento.
Parpadea, sin saber de qué le está hablando, pero sin estar dispuesta a admitir que no le ha estado haciendo caso alguno. La pelirroja arquea las cejas, claramente esperando una respuesta por parte de su amiga, respuesta que Beca no sabe darle porque puede contestar "bien" y resultar que Chloe le ha preguntado cuál es su color favorito – no sería la primera vez que le pasa, y la vergüenza siempre hace que sus mejillas ardan y… No es una experiencia que quiera repetir.
Una ancha sonrisa se abre paso por el rostro de la pelirroja, que suelta una risa y sacude la cabeza.
- ¿En qué estabas pensando que era tan interesante como para no hacerme caso? – bromea con un suave empujón al hombro de la DJ.
Beca se ruboriza y espera la ola de vergüenza que suele ahogarla en situaciones similares, pero nunca llega. Porque Chloe no le está reprochando nada, es más, está claro que encuentra la situación inmensamente divertida a juzgar por sus burbujeantes ojos azul bebé y su fácil risa.
Y es curioso cómo la sensación de aceptación, de cariño, envuelve a la morena así de repente. Sin verla venir. Se extiende por su estómago igual que el calor de un chupito de tequila y provoca el mismo efecto. La despreocupación. La libertad. La felicidad.
"Si hay alguien en este mundo que te quiere incondicionalmente, es ella."
- A la mierda – masculla Beca.
Ve los ojos de Chloe abrirse en shock, sus cejas arquearse tanto que casi desaparecen de su frente. La sorpresa en su boca al formar una pequeña sonrisa incrédula.
Luego ya no ve nada más. Porque agarra la nuca de la pelirroja al mismo tiempo que se inclina hacia delante y se traga la exclamación de su mejor amiga al cubrir sus labios con los suyos. Siente a Chloe tensarse bajo su mano, y por una fracción de segundo teme lo peor, pero pronto sus músculos vuelven a relajarse y exhala un suspiro que grita "por fin" dentro de la boca de Beca sin necesidad de usar palabras.
Los labios de Chloe saben a menta con chocolate y algo más, algo dulce y más intoxicante de lo que la borrosa memoria de la DJ lo recordaba. Se mueven de forma segura sobre los de la morena, conocedores del territorio por sus anteriores encuentros – conocen lo que tienen que hacer para arrancar sonidos de lo más profundo de la garganta de Beca.
Fríos dedos rozan la piel del cuello de la pelirroja cuando Beca libera su agarre ahora que sabe que su mejor amiga no va a salir corriendo. Se deslizan hasta posarse sobre el punto donde late el acelerado pulso de Chloe, igual que el aleteo de un pájaro contra las yemas de los dedos de la DJ. La morena atrapa un carnoso labio inferior entre los suyos, dejando una pequeña marca con los dientes antes de suavizarlo con la lengua y volver a sumergirse en la droga que es la boca de Chloe.
Siente las manos de la pelirroja quitarle la bandana que sujeta sus alborotados mechones y dejarlos caer por su espalda, entrelazando los dedos en ellos para traer más cerca a la DJ. Chloe se separa un instante para respirar hondo y cambiar el ángulo, y Beca está contenta de seguir sus direcciones. Chloe establece un ritmo más lento, dirigido a disfrutar del hecho de que esté pasando. De verdad. Sin necesidad de alcohol.
Deposita un beso sobre los labios hinchados de la DJ, primero el superior, luego atrapa el inferior, y cuando se separan, Beca besa una sonrisa. Reposa su frente sobre la de Chloe y acaricia su nariz con la suya, los ojos de ambas todavía cerrados mientras disfrutan del hormigueo que notan en sus labios.
- Quinto beso – susurra la pelirroja, y Beca no necesita verla para saber que está sonriendo.
Sus ojos se abren de golpe, sin embargo, al procesar las palabras.
- ¿Te acuerdas de los otros? – pregunta con ligera sorpresa en su tono de voz. Siempre había atribuido el hecho de que Chloe nunca mencionara sus besos a que había estado demasiado borracha como para recordarlos.
- Claro que me acuerdo – ríe –. Si nunca dije nada era porque creía que tú no te acordabas.
La DJ sacude la cabeza. No puede creerse que hayan sido tan tontas como para esperar cuatro años solo por no hablar la una con la otra. Normalmente eso de comunicarse se les daba mejor – a excepción del primer y cuarto año de Beca en Barden.
Chloe le da otro breve beso que a la morena le sabe a poco, y sin darse cuenta se inclina hacia delante en busca de los labios de su mejor amiga, para deleite de esta, que deja escapar otra risa y establece algo de distancia entre ellas. Empuja la frente de Beca con la suya para que la DJ le mire a los ojos.
- Oye, Becs – murmura. Y de nuevo, la DJ no necesita más que un breve vistazo para saber que está a punto de ser provocada y seducida –. Ahora que nos hemos besado y estamos totalmente sobrias, ¿crees que podría enseñarte esa actividad placentera que te va a dejar sudorosa y sin aliento?
Boom. Ahí está. Los pulmones de la morena dejan de funcionar momentáneamente y por un instante cree que va a morir ahí mismo. Pero se recuperan a tiempo para coger una temblorosa bocanada de aire que extiende fuego por su cuerpo al mismo tiempo que el oxígeno se expande por su sangre.
Cuando Chloe le roba otro beso, y ve los ojos azul bebé de su mejor amiga unos tonos más oscuros, está segura de que ha encontrado el paraíso.
Se lanza hacia delante, tomando por sorpresa a la pelirroja al atraparla entre su cuerpo y el colchón. Sonríe por la mezcla entre una exclamación y una carcajada que se escapa de la garganta de Chloe y cubre esos labios que llevan tentándola cuatro años con los suyos, dispuesta a ser ella la que deje a Chloe sudorosa y sin aliento.
FIN
Bueno, pues hasta aquí hemos llegado.
Muchas gracias a todos los que habéis leído, a todos los que os habéis tomado un momento para dejarme una review. De verdad que ayuda y significa mucho para mí. Me encantó escribir este fic, y saber que os ha gustado también a vosotros me anima a seguir teniendo locas ideas.
Tengo más fics en proceso de creación, así que espero volver a veros pronto ;)