*DISCLAIMER: Los Personajes y la trama pertenecen al film de Jim Henson escrito por Terry Jones y adaptado en novela por A. C. H. Smith, ha excepción de los OC (Original Characters) esos provienen de mi imaginación*


Prólogo

—No tienes poder sobre mí —dijo Sarah Williams mientras miraba fijamente aquel Rey quien le ofrecía todas sus ilusiones y sueños.

Ante aquellas palabras el Rey había de obedecer esa frase que salía de la boca de la joven, y con una mirada de tristeza, lanzó su cristal hacia ella y el Rey de los Goblins comenzaba a desvanecerse ante su mirada. Sarah tomó el cristal que al rozar su piel se convirtió en una burbuja que explotó en ese mismo momento.

En un abrir y cerrar de ojos Sarah observó el lobby de su casa y como a toda velocidad un búho salía por la ventana. Al ya no mirarlo recordó a su hermanito Toby y se echó a correr hacia la habitación principal, casi cayéndose de las escaleras pero todo era con tal de ver a Toby. Al llegar a la habitación encendió la luz, se acercó a la cuna y ahí estaba el pequeño bebé, durmiendo plácidamente. Sarah suspiro aliviada y sintió un peso menos sobre sus hombros. Sin más ni menos arropó al pequeño y se retiró a su habitación.

Al entrar en su recamara comenzó a mirar sus peluches, sus libros, sus maquetas y por un momento se quedó pensando.

—Acaso... ¿Todo fue un sueño?

Extrañada se acercó a todas sus cosas y empezó a juntarlas, remiró su maqueta de un laberinto, sus peluches, su pequeña cajita musical, fue como si su memoria le inundara su cabeza al punto de querer explotar. En ello escuchó como su padre le llamaba, al fin habían llegado a casa y con una sonrisa respondió al llamado. Se sintió un poco segura pero aún estaba entre la realidad y la ficción, mirando todo lo que había juntado y en ello notó aquel libro rojo llamado "Labyrinth." Con algo de nervio lo tomó y comenzó a pasar sus dedos sobre el título en color dorado. En ello alzó su mirada hacia su espejo y con sorpresa miró aquel enorme y peludo monstruo, tan fuerte y tierno que todos podrían abrazar sin miedo.

—¡Adiós Sarah! —exclamó.

Sorprendida y con un sentimiento que se atrapó en su garganta, Sarah volteó a mirar y no había nada. Regresó la mirada al espejo y apareció aquel zorro con el ojo parchado y ambos se miraron.

—Recuerda Sarah... —mencionó mientras se desvanecía su imagen y aparecía ese pequeño gnomo temeroso.

—Si nos necesitas, solo llámanos.

El sentimiento que Sarah tenía atorado no pudo más y salió.

—Hoggle, Ludo, Sir Didymus —soltó con su voz entre cortada, y sus lindos y grandes ojos verdes se cristalizaron—. No sé porque... pero los necesito aquí conmigo.

—¿Por qué no lo dijiste antes? —dijo Hoggle muy animado.

Sarah volteó y aquellas criaturas mágicas estaban en su habitación. Su sonrisa se ensanchó y aquel sentimiento había desaparecido solo para que una enorme felicidad la inundara completamente. Se alzó y corrió abrazarlos, su alegría era inevitable y todos sus amigos estaban ahí con ella celebrando su nuevo título: ser la campeona del laberinto.

Sin que nadie notara, en la ventana se encontraba aquel búho mirando toda la fiesta, a todos esos personajes y aquella niña. Sin más que hacer el búho salió volando hacia la luna llena que había en el cielo nocturno, pero sabía que no sería la última vez que estaría por esos lares.

Sarah celebraba con todos sus nuevos amigos, pero no se imaginaría que acababa de abrir una caja de pandora, que poco a poco la consumiría...


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