Saludos.

Aquí está la historia tan esperada. Espero no decepcionar a nadie.

Si hay algo que está mal, avísenme por favor. Quizá haya algunos datos que no tenía en cuenta.

Gracias por leer y dejen sus comentarios.

Disclaimer: Crash Bandicoot y sus personajes pertenecen a sus respectivos dueños.


Capítulo 1

Recuperándose

En un lugar en medio de la nada, un científico se encontraba trabajando tranquilamente en sus encargos, y esa era su forma ganarse de vida. Su empleo en la ciudad sólo se daba si había una mala temporada, así que por eso él permanecía siempre en su casa. Sus tres ayudantes le facilitaban su trabajo aunque, de vez en cuando, se metían en problemas debido a que la seriedad no era lo suyo. Sustancias químicas y alguna que otra evolución con su rayo Evolvo era lo que ofrecía Nitrus Brio a otros colegas o a distinguidos clientes. Sin embargo, había un pedido en particular que le llamó la atención, a pesar de que fue llevado a cabo como cualquier otro.

Un cliente misterioso había ordenado unos mutantes para que se encargaran de una tarea. Hasta allí, no había nada extraño, hasta que dio los siguientes detalles: debían ser chicas y también bandicuts. Al leer esa última palabra del correo electrónico que le había llegado, el doctor recordó de inmediato su enfrentamiento con Crash Bandicoot y eso fue deprimente. Por otro lado, tenía a su secuaz de la misma especie, quien lo reanimó después de aquella pelea, salvándole así la vida. Así que sin más, concretó esas evoluciones dando como resultado a unas cuatro hermanas bien diferentes una con la otra y las mismas se fueron con un extraño sujeto que ni siquiera quiso mostrar su rostro.

Pasaron semanas y el hombre calvo no tuvo más noticias de aquel comprador, sin embargo, otro suceso inesperado apareció frente a su puerta. Previamente, él había recibido un mensaje por parte de N. Gin, quien no quiso dar muchas explicaciones acerca del porqué de su visita, y fue él quien arribó a su residencia en su nave voladora. El cyborg no venía solo, sino que estaba acompañado por Tiny Tiger y Dingodile, y ellos a su vez tenían algo cargando entre sus brazos. Los hizo pasar adentro de su casa y luego de una breve explicación, porque necesitaba ayuda lo más pronto posible, el experto en robótica finalizó diciendo que aquellas cosas que ellos llevaban eran los doctores Cortex y Tropy convertidos en bebés.

―Es i-i-i-imposible ―dijo el químico aterrado, viendo como esos dos pequeños comenzaban a llorar y a los animales tratar de calmarlos inútilmente.

―¿Cree que podrá volverlos a la normalidad con alguna de sus pociones, doctor Brio? ―preguntó con cierto temor quien tenía un misil en la cabeza, ahora teniendo a Neo entre sus brazos ya que el tigre de Tasmania no era capaz de hacerlo callar―. También podíamos recurrir a los poderes mágicos del gran Uka Uka, pero él apenas está recuperándose.

―Será bastante difícil salvarlos ―respondió muy pensativo, tratando de recordar si había hecho algo parecido antes―, pero creo que puedo hacerlo.

El anaranjado fue el primero en saltar de alegría, ocasionando que el piso se agrietara al caer, pero el especialista en máquinas sólo se limitó a sonreír y a agradecer. Por su parte, el híbrido estaba aguantando lo mejor posible el hecho de que aquel bebé de piel azulada le tironeaba su pelaje. Los ánimos de este último seguían decayendo cuando vio que su antiguo rival, Rilla Roo, se hizo presente así como sus compañeros Koala Kong y Fake Crash. Ellos no tardaron en aprovechar la situación para burlarse, especialmente del líder del N Team, y comentando que era mejor que ellos permanecieran de esa forma. La sala de estar de aquella casa se volvió un mar de risas y, para terminar con eso, el dueño de la propiedad nombró a los mutantes como las nuevas niñeras.

―Pero no sabemos nada sobre bebés ―comentó el bandicut atemorizado luego de que sus camaradas borraran las sonrisas de sus rostros.

―Es verdad. Creo que es mala idea ―opinó quien tenía un ojo mecánico.

Nitrus tuvo que cambiar de opinión, pero les hizo tener en cuenta que mientras más tardaban, pasarían más tiempo cuidando niños. Fue así que él buscó de inmediato la cura en sus libros, mientras que los demás se las arreglaban como podían entreteniendo a Neo y a Nefarious. Después de un poco más de media hora, el químico les tenía malas noticias: no existía tal pócima y ni tampoco recordaba de algún científico que podría ayudarles. Esto causó que todos bajaran la mirada y permanecieran en silencio, hasta que una idea apareció a quien tenía tornillos en la cabeza: pedirle a la máscara negra si sabía de algún hechizo para la edad y qué cosas necesitarían.

El plan parecía ser bueno pero tratar con aquel hechicero daba escalofríos, sin embargo, tenían que intentarlo al menos. Fue así que los visitantes no tuvieron otra opción más que retirarse de aquella casa y regresar al castillo. Luego de horas de viaje, N. Gin, Tiny y Dingodile se encontraron con un asustado Komodo Moe, quien les expresó como pudo que no hallaba por ninguna parte a su hermano y al canguro azul. Aprovechando que los bebés tomaban una siesta, los mutantes salieron en busca de los desaparecidos por toda la isla, mientras que el doctor fue a tratar de hablar con la máscara vudú. A pesar de que casi no tenía ningún poder aquel ser oscuro, aun hacía lo posible para dar miedo.

Luego de subir unos cuantos pisos y de dar finalmente con la habitación en la cual el brujo se recargaba con los cristales encontrados, quien tenía una voz robótica llamó a la puerta con apenas fuerzas. A pesar de que tenía un mal presentimiento, él debía continuar por el bien de sus colegas, así que ingresó a esa sala tratando de no verse asustado. Uka Uka lo observó con odio ni bien se dio cuenta de la intromisión, y comenzó a flotar y a emanar un aura roja. Pese a lo amenazante que se veía el poseedor de unos dientes puntiagudos, el físico trató de explicar el problema y, cuando llegó a la parte del hechizo, aquel ser le respondió algo que no esperaba escuchar.

―Sé lo que estuviste haciendo, traidor. ¡Ayudaste a esos Bandicoot!

Por supuesto que esto lo tomó por sorpresa e intentaba desesperadamente negarlo todo, pero ya sabía por un lado que ese era su fin. Su trágica vida pasó ante su único ojo sano y esperó a que el otro desatara sobre él toda su furia. Extrañamente, nada malo sucedió y fue aún más raro cuando el oscuro había decidido no matarlo allí mismo. Sólo una pregunta se apoderaba de sus pensamientos: ¿Por qué?, y se atrevió a decírselo con una voz temblorosa.

―Porque me trajiste de vuelta así como a estos cristales, por eso te daré una última oportunidad para que dejes de descarriarte. Acepta que no lograrás nada con esos marsupiales y que sólo un camino debes de elegir: el del mal. Así que más te vale que empieces a ser más leal a este equipo o tendré que calcinarte, y eso será una verdadera lástima. Realmente no quisiera perder esa gran habilidad tuya de construir máquinas.

―No voy a decepcionarlo ―se apresuró a responder el ex alumno de la Academia y luego volvió al tema principal―. Entonces, ¿hay alguna forma de que vuelvan a la normalidad?

―Sí, la hay.

Para el remedio necesitarían varias cosas y, algunas de ellas, muy difíciles de conseguir. Fue allí donde el maestro de las pociones entró en acción ya que sabía sobre todos los productos químicos y, si alguno estaba guardado secretamente, el cyborg lo averiguaba en la red. Trabajaron por semanas y el resultado fue una máquina que combinaba la magia oscura y una avanzada tecnología, y durante una noche tormentosa, su creación fue puesta a prueba. Regresar a Cortex y a Tropy a su edad original fue algo que les dio esperanza a que todo les saldría bien, pero aún faltaba por resolver ese misterio de las desapariciones. Ripper Roo y Komodo Joe no aparecían por ningún lado, y luego se enteraron que fue el mismo caso para Pinstripe Potoroo. Una preocupada Tawna fue la primera en saber de aquello.

Sin embargo, fue sorprendente que Neo hiciera a un costado las diferencias que tenía con Nitrus y, al darse cuenta del arduo trabajo que hizo para que volviera a la normalidad, lo aceptó de nuevo al N Team. Las cosas estaban mejorando aunque no con la máscara negra, quien aún recordaba el reciente fracaso y exigía un nuevo plan de para dominar al mundo o, por lo menos, una venganza contra Crash y sus aliados. En cuanto a esto último, los doctores estaban carentes de inspiración como para cumplir con las órdenes de Uka Uka y, cuando transcurrió un buen tiempo como para dejar atrás la explosión del Time Twister, N. Gin cambió el tema principal anunciando que había visto a los mutantes desaparecidos.

En una reunión en donde estaba ausente el químico, ya que había regresado a su casa, quien tenía un misil en su cabeza compartió un vídeo a través de su notebook en donde aparecían los secuaces secuestrados. El mencionado archivo recorrió todo el mundo y, en primera instancia, se veía en primer plano al secuestrador, quien resultaba ser un extraterrestre de una curiosa apariencia.

―¿Así que a ustedes, babosas terrícolas, les gusta correr? ―comenzó a decir el alienígeno con una voz de lo más extraña y carcajeó sarcásticamente―. Bien, soy Nitros Oxide y el corredor más rápido de la galaxia. Viajo buscando criaturas que sean capaces de probar mi habilidad. Es un pequeño juego al que llamo "La supervivencia del más rápido". Esto es lo que haremos: desafiaré al más rápido del planeta. Si tú ganas, dejaré tu miserable pequeña roca. Pero si yo gano, convertiré a todo el globo en un estacionamiento y los haré a todos mis esclavos. ¿Están listos para correr por el destino de su planeta?

A modo de postdata, el ser espacial explicó que también se podía competir en grupos, pero que sólo debía quedar uno para el final, el cual debía superar primero a su equipo. Fue en ese momento donde él presentó brevemente a los evolucionados, así como al líder de la tribu de N. Sanity, Papu Papu. Aún faltaba para el comienzo de las carreras, como unas dos semanas, y además el vídeo mostró la ubicación de las primeras pistas. Curiosamente, esos lugares les resultaban familiares y, al observar mejor, descubrieron que se trataba de dicha isla, pero la forma de los circuitos llamó la atención del científico de barba candado.

―Parecen… ―comenzó a decir y permaneció pensativo―. Como si fueran…

―Son para correr con karts ―comentó el cyborg de cabello anaranjado―. Es extraño, ¿no?

―Esto debe ser por supuesto una broma de mal gusto ―dijo Nefarious con cierto desprecio.

Al terminar de decir aquello, el lugar en donde estaban empezó a temblar con fuerza y, al llegar con dificultad hacia las ventanas enrejadas para ver qué era lo que lo estaba causando, los tres hombres observaron que se trataba de una luz poderosa que venía desde el cielo. Aquellos minutos parecían interminables aunque no parecía que iba a desmoronarse todo el castillo. Tal como de repente el terremoto apareció, se desvaneció, y fue allí donde el maestro del tiempo deshizo su campo de fuerza, el cual estuvo protegiendo al grupo de la caída de escombros. Mientras que ellos salían con cuidado para ver cómo había quedado el edificio luego de aquella gran sacudida, encontraron a Tiny y Dingodile sobresaltados.

―¡Venir a ver esto! ―habló primero el tigre de Tasmania mientras que ambos animales señalaban enérgicamente hacia una dirección.

Al llegar todos hacia una terraza, vieron que hacia abajo se formaba un camino que antes no estaba allí. Para ver de más cerca, Cortex llamó mediante un control que tenía en su bolsillo a su aerodeslizador y, una vez que estaba a su alcance, él se subió a esta y fue recorriendo aquel sendero. Él se tardó unos minutos en regresar al lado de sus compañeros, pero ni bien lo hizo, compartió con ellos su descubrimiento. Al parecer, aquella luz transformó parte del castillo en un circuito, hasta hizo aparecer la línea de meta adornada con una bandera a cuadros tan larga como el ancho de la vía, así como también unas llamativas señalizaciones.

―Parece que esto va en serio ―reflexionó el hombre de la armadura brillante luego de escuchar el relato―. ¿Acaso alguien competirá en esas ridículas carreras?

―No creo que haya muchos. Todo el mundo cree que eso es una farsa ―respondió N. Gin.

―Además, nadie sabe cómo llegar a esta isla ―agregó Neo y luego se dio cuenta de algo que lo asustó―. Pero si la encontraran, de seguro que la policía vendrá y nos pondrán tras las rejas… Tenemos que competir.

―No pienso ponerme a manejar un vehículo para niños ―protestó el euroasiático.

―Háganlo, por favor ―pidió de rodillas el dragón de Komodo―, y rescaten a mi hermano.

Los otros dos mutantes parecían estar de acuerdo con el reptil y, luego de insistir, quien tenía su inicial marcada en la frente se decidió a entrar en la competencia. No por los mutantes, sino para que su isla siguiera parte del misterio. Días después convenció a Nefarious de formar parte de su equipo pero como último recurso y, luego de enviarle un mensaje a Nitros Oxide de que aceptaría su desafío, se enteró que tenían como competencia a los bandicuts. Sin embargo, había un problema: ningún integrante del N Team sabía conducir un kart y fue así que durante días ellos se pusieron a practicar con los vehículos que el mismo alíen les había enviado.

Luego de un cierto enfrentamiento debido a los colores de los pequeños automóviles, todos ellos (a excepción de Komodo Moe, por temor a romperlo) practicaron en la pista llamada "Castillo de Cortex", así como los otros tres que también estaban en la isla. Por lo menos, ellos tendrían ventaja en esos cuatro circuitos, al conocer el camino y sus secretos, pero aun desconocían los demás. Los días pasaron rápido y ellos pasaron a ser muy hábiles conductores pero, para que pudieran ganar sin problemas y vengarse de los enemigos al mismo tiempo, el líder del equipo se decidió a hacer trampa.

Finalmente, el día de la primera carrera llegó y el lugar citado era en la isla N. Sanity. El equipo de Cortex viajó hasta allí mediante una teletransportación, cortesía de la avanzada tecnología extraterrestre, aunque tenían que buscar por sí mismos la pista indicada. Antes de eso, debían de buscar el podio, donde tenían que encontrarse primero con las promotoras. Al llegar a destino, los científicos y sus dos secuaces no sólo dieron con las cuatro chicas, sino que también a sus rivales, quienes parecían que estaban allí hacía mucho tiempo esperando. Al principio, los hermanos y sus aliados se sorprendieron al ver de nuevo a los villanos, aunque luego sonrieron ya que les parecía gracioso verlos sobre sus karts.

―Esa sonrisa se te borrará en menos de lo que esperas ―amenazó al chico de ojos verdes el hombre de piel amarillenta mientras se bajaba de su vehículo color rojo para reunirse con las organizadoras del evento. Al verlas, fue su turno de impresionarse―. ¿Qué? ¿Más bandicuts? ¿De dónde salieron?

―Buenos días, doctor Cortex ―saludó una de ellas, la cual tenía el cabello rubio y un traje de entrenamiento color azul; las demás hicieron una reverencia. Luego ella comenzó a hablar para todos los demás―. Mi nombre es Isabella y nosotras seremos las guías y entregaremos premios a los tres primeros puestos ganadores de cada carrera.

―Los tres corredores que consigan más premios, podrán competir con el primer aliado del señor Oxide: Ripper Roo ―agregó otra chica de cabello verde hasta los hombros, que llevaba un mono color amarillo y verde, y estaba bajo el nombre de Ami.

―Sólo pueden competir cuatro integrantes de cada equipo ―avisó otra, quien tenía pelo negro lacio, un top verde manzana y una falda violeta. Se presentó con el nombre de Liz.

―Si ya están los ocho competidores, acompáñenme hacia el punto de partida ―pidió la última de ellas, quien tenía un recogido cabello celeste y tenía puesto algo parecido a una bata de laboratorio. Ambos equipos la comenzaron seguir lentamente.