Disclaimer: Todo lo que reconozcan, es de J.K Rowling, lo demás, creación propia.

Este fic participa en el Reto#5: Dramione"del foro "Hogwarts a través de los años".

AVISO: La existencia de Lord Voldemort en este fic está anulada.

P/D (una un poco larga, leanla en lo posible)
Me he visto obligada a aclarar algo antes de que comience el fic por un mal entendido.
Este primer capítulo, es una parodia, por ende el tema del fic y las situaciones estan un poco exageradas, a propósito.

Una chica me tachó de machista por la Hermione creada, y está realmente lejos de ser lo que quise escribir, al menos no fue mi intención.
Ser feminista, desde mi punto de vista, no es para nada mostrarnos menos como nosotras somos y el periodo me parece algo totalmente nuestro y femenino, un momento de la mujer que la hace única, ya que somos solo nosotras las que lo pasamos, con todos los dolores que sufrimos y los cambios de humor (yo al menos soy de esas que le trata muy mal ese momento del mes, me la paso empastilladaXD) y obviamente en este fic, exageré todo el asunto para hacerlo un poco más cómico, es como una especie de parodia ¿Se entiende? y la verdad me divertí creando a esta Hermione haciendo sufrir a Draco, suele ser al revés, que Hermione sea tranquila y siempre tenga que comprender los sentimientos que no quiere mostrar o aceptar Draco (lo cual es poco feminista también si uno averigua del tema) y quise que sea él quien tenga que comprenderla a ella en este momento y en este os. Es una pena que la gente no entienda pero bueno, espero que lo tomen desde su punto humoristico al fic y no como esta chica que lo ha tomado bastante mal! Que lo disfruten.


Era una mañana de sábado en Hogwarts, y pese a que hacía frío, los rayos de sol que se colaban por las altas columnas hacían de aquel día uno perfecto. Sí, Draco Malfoy se sentía positivo.

Estaba decidido a ir a buscar a Hermione para poder ir a desayunar juntos por primera vez desde que habían blanqueado su relación, es decir, desde el día ayer. Había sido monumental, los cuchicheos lo seguían a todas partes, nadie aún podía creerlo, algunos apostaban que era alguna broma de mal gusto. De un muy mal gusto para Pansy, por ejemplo, quien le tiró una sarta de objetos por la cabeza desde que entro a la sala común y tuvo que esperar a que la chica, envuelta en un resentimiento histérico, se fuera a dormir para ir hasta su cuarto. No se quejaba, tenía que admitirlo, la situación lo divertía muchísimo.

Siguió con sus pasos relajados pensando que haría con sus padres, por supuesto que aún no lo sabían, pero no dudaba de que Pansy se los haría saber mediante una carta en cualquier momento.

Pero eso no le importaba, no por ahora, solo le importaba la chica que le estaba esperando entre las sábanas y eso era todo lo que necesitaba, al menos en ese preciso instante.

Ingresó a la habitación de prefecta de Hermione con una sonrisa plasmada en los labios, tan malditamente Malfoy que asustaba pero Draco no imaginó que aquel día sería todo menos perfecto. Y que aquella sonrisa tan característica no sería más que un viejo recuerdo.

Al entrar a la dichosa habitación, encontró a una Hermione Granger acurrucada entre las sábanas agonizante, apretándose el estómago con el ceño fruncido y con muy mal aspecto. Curioso, pero más preocupado, se acercó a ella sutilmente y cuando le pasó la yema de sus dedos por uno de los hombros descubiertos y pecosos de la castaña ésta se incorpora de repente, con los pelos tan alborotados como si pertenecieran a un mismísimo león y con el rostro al parecer enfurecido.

¿Es que había hecho algo?

- ¿Por qué no estas con mi té caliente entre tus manos, Draco? ¿DÓNDE ESTA MI TÉ? – le grita ésta ferozmente y el chico queda estupefacto mirándola con los ojos tan abiertos como dos huevos fritos hirviéndose - ¿Por qué me miras así? ¿Es que tengo algo en la cara? – la chica se puso de pie, tapándose algo que tenía en la frente que Malfoy no alcanzó a ver. La Gryffindor vestía una joggineta grisácea y una remera de tirantes ajustada que marcaba sus senos, especialmente sus pezones. Malfoy estuvo tentativo a acercarse con tal vista a esa hora de la mañana, pero solo en el intento, esta le paró en seco con la palma de su mano levantada – Quiero mi té – le exigió y Draco asiente confundido.

- Está bien, justo vine a buscarte para ir a desayunar ¿Por qué no te vist…?

- Oh, claro, eso es todo lo que te importa ¿Cierto? ¡Claro! ¿Cómo un Malfoy va a blanquear su relación con una chica tan desaliñada como Hermione Granger a quien no le importa su pelo, ni sus uñas o su maldita ropa Muggle? ¿Cierto? – le acusó enfurecida y con indignación, pero Draco se sentía totalmente confuso. ¿Qué carajo le pasaba a Granger? ¿No era ayer que habían programado aparecer en el Gran Comedor juntos y sentarse a desayunar tranquilamente en la mañana de ese sábado?

- Granger ¿De qué carajo hablas? Si tuviera algún problema con todo eso…

- Y para tu información, me he pintado las uñas – le volvió a interrumpir, poniéndola las uñas pintadas de un color rojo intenso en la cara, prácticamente impidiéndole ver con claridad y en vez de eso ver los dedos borrosos de la castaña – Ahora, Draco, ¿Puedes por favor arreglar esto trayéndome té? Ah, y una bolsa con agua caliente estaría bien, gracias – dicho esto, la muchacha volvió a la cama tranquilamente, tomando un libro cualquiera entre sus manos y sentándose cruzando sus rodillas, recostando su espalda contra la pared.

Draco, por su parte, quedó unos segundos intentado meditar la situación, pero al darse cuenta la ignorancia de la Gryffindor, prefirió ir en busca de lo que la chica quería antes que seguir escuchando sus gritos. Lo último que necesitaba en su primer día de relación blanqueada, era tener que también blanquear que rompieron. Además, con el tiempo había descubierto que Granger enojada era peor que cualquier serpiente.

Conseguir el té fue fácil, simplemente fue y le pidió a algún elfo de la cocina que le hiciera un té caliente para Hermione. Pero ¿bolsa de agua caliente? ¿Para qué carajos Granger necesitaba una de esas?

Tuvo una idea brillante (bueno, "brillante" según quien la vea) y fue hasta Daphne Greengrass a pedirle una. Ella era una mujer como Hermione ¿cierto? ¿Pero desde cuando las mujeres acostumbraban a tener bolsas de agua caliente entre sus cosas?

Draco no lo sabía, pero sin perder más tiempo, fue hasta su sala común escondiéndose de Parkinson y buscando a una rubia tan platinada como él.

No fue difícil, la Greengrass acostumbra a usar sus mañanas de sábado para sentarse en una mesa de la sala común a dibujar cada cosa que se le pasara por la cabeza, hasta al mismo Draco.

Estaba sentada sobre un almohadón verde en el suelo, con su cabello largo, lacio y claro suelto, y sus ojos concentrados en aquel pedazo de papel que tenía en frente.

- ¡Daphne! – grita casi emocionado y se sienta a su lado. La chica levanta su mirada para mirarlo con aquellos ojos celestes que estaban cerca de confundirse con la esclerótica por los claros que eran y le sonríe.

- Tienes suerte de que Pansy duerma tanto los fin de semanas, Draco, sino ya deberías estar corriendo en dirección a la puerta – dice riendo bastante divertida, recordando la situación de la noche anterior.

- Ni lo menciones – le responde el rubio elevando ambas cejas y espiando el dibujo del bosque que al parecer hacía su amiga.

- ¿Necesitas algo? – le pregunta mientras se dedica a sombrear aquel dibujo.

- Ah… Pues, sí – le dice pensando bien qué pedir con exactitud sin que sonara extraño – Veras, ¿por las dudas no tienes una bolsa de agua caliente?

- ¿Bolsa de agua caliente? – inquiere la blonda con una sonrisa irónica en sus labios y frunciendo el entrecejo.

- Suena raro, lo sé… Es que… Por alguna razón, Granger me ha mandado a buscar una y estoy bastante seguro de que si no se la consigo me matará – la chica abre la boca en un gesto de "Acabo de entenderlo todo" y Draco se siente todavía más perdido. ¿De qué se estaba perdiendo?

- Claro que tengo esa bolsa – dice con una sonrisa en sus labios y antes de que Draco pudiera preguntarle nada, la Slytherin se pone de pie de un solo salto y sube las escaleras a su habitación. A la chica le parecía algo digno de ver como aquella Gryffindor conseguía que Malfoy sacara todo ese lado arrastrado que tenía dentro por ella. Haber conseguido que Draco blanqueara una relación, era ya algo sorpresivo pero ¿Mandar a tu novio a conseguirte una bolsa de agua caliente, siendo este Draco Malfoy, el supuesto príncipe de las serpientes quien alardeaba tener a todo el sector femenino del colegio tras él? ¡Já! Esto estaba para sentarse con una bolsa de pochoclos a ver, era mejor que cualquier Reality Show que Hermione le haya mostrado hasta ahora. La próxima vez que viera a la chica se juró felicitarla por tener tan bien controlado a su amigo.

Mientras tanto, Draco se dignó a sentarse a esperar, intentando relajarse, pero de alguna forma se sentía ansioso al ver que el reloj corría y él aún no había ido hasta Hermione.

Y aprovechó aquellos minutos para evaluar todos los por qué del brote histérico de la Gryffindor, no notó que cierta morena bajaba de las escaleras en una bata verde y con los pelos, normalmente lacios, erizados como cual felino.

- ¡Y te dignas a aparecer! – escucha un grito bastante reconocido y no era para menos. Pansy Parkinson estaba en las escaleras con la vena violeta del cuello latiéndole y contrarrestando bastante con su piel pálida.

- Pansy, creo que lo correcto sería que lo hablemo… - dijo, levantándose y colocando ambas palmas de sus manos al frente. La chica, por su parte, dejó salir de sus labios una carcajada que carecía de diversión y vuelve a fulminarlo con la mirada.

- Ya te mostraré como hablaremos, Draco Malfoy – ve como la chica saca su varita de dentro de su bata y antes de poder hacer nada la morena grita - ¡FLIPENDO! –

De alguna manera, consigue esquivarlo colocándose detrás del sillón y cuando vuelve a levantar su cabeza ve como Parkinson está dispuesta a ir con otro.

- ¡Draco, cuidado! – escucha gritar a Daphne, y el rubio simplemente vuelve a ponerse detrás del sillón.

- ¡Maldita seas, Daphne! ¡Solo tenías que ir a buscar una bolsa de agua caliente, NO DESPERTAR A PANSY! –

- ¡¿QUÉ HAS DICHO, DRACO MALFOY?! – la escucha vociferar a la susodicha y maldice por ese maldito sábado que por algún momento había, erróneamente, creído que había empezado bien.

- ¡Draco, rápido! ¡Ahí va! – la escucha hablar a Daphne, y levanta la mirada para ver como la bolsa que parecía ser de algún material de goma o similar, le da contra el rostro.

- Bonito gesto, Greengrass – dice, cuando la bolsa termina de arrastrarse por su rostro y cae en sus manos. Ve reír a la rubia con un deje de diversión.

- Lo siento. ¡VETE! –

- ¡¿Pero qué demonios hago con esto?! – le grita mientras corre a la puerta.

- ¿De verdad no lo sabes? ¡Merlín, Draco! ¡Recuérdame darte una charla sobre chicas la próxima! – le gritaba mientras detenía a Parkinson robándole su varita y luchando porque no se la quite, lo cual se le complicaba bastante teniendo en cuenta que ella medía 1.60 mientras que la morena, con sus kilométricas piernas, estaba cerca del 1.75 - ¡Solo ve y ponle agua caliente!

Draco corre como si la vida dependiese de eso y hasta cuando sale de la sala común, sigue corriendo a las cocinas en busca del té.

Llega hasta la cocina exhausto y de paso le pide al elfo, educadamente pensando en cómo Hermione le retaba diariamente por su supuesto mal trato hacia aquellas criaturas, que le colocara agua caliente a esa maldita bolsa que le estaba causando más problemas que soluciones y cuando todo está hecho, vuelve a dirigirse hacia donde estaba su supuesta novia.

Al entrar, siente como el calor debido al reciente trote hacia presencia en su cuerpo, y se quita la capa y la bufanda verde para luego entregarle a Hermione la bolsa y el té.

La chica sonríe, de forma bastante normal diría Draco, esperanzado a que el humor de aquella Gryffindor haya mejorado.

Ve como Hermione toma la bolsa de agua caliente y la coloca en su vientre, suspirando con alivio y vuelve a mirar a Draco, con una sonrisa dulce plasmada en sus labios, agradeciéndole para luego tomar el té entre ambas manos, con el objetivo de que también sirviera para calentárselas.

Draco se sienta a su lado, respirando también aliviado al ver que todo estaba volviendo a la normalidad, pero todo duro no más de un mísero instante, porque cuando volvió a abrir los ojos Hermione se dignó a escupirle todo el maldito liquido hirviendo en su rostro, quemándole y dejándoselo rojo.

- ¿Pero qué rayos te suce… - dice, sintiendo hervir su rostro y llevando sus manos frías al mismo en el intento de calmar el ardor.

- ¿QUÉ RAYOS QUÉ, DRACO MALFOY? – le grita indignada, dejando la taza sobre la mesita de luz - ¿Qué clase de té es este? – le pregunta con una mano en su cintura manifestando su enojo.

- ¿Tu favorito…? – sugiere él en tono sigiloso y alejándose significativamente de la Gryffindor. Pero al parecer esa fue una respuesta errónea, porque solo consigue enojarla más.

- ¡No puedo creer que haya accedido a blanquear nuestra relación, cuando NI SIQUIERA SABES MIS GUSTOS, DRACO! – termina gritándole llena de indignación.

De repente, ve como Hermione se levanta y tira la bolsa de agua caliente, que Draco tanto había buscado, por cualquier rincón de la habitación y empieza a dar vueltas por la misma aun gritándole cosas y reprochándole otras, y es ahora cuando Draco se da cuenta que es un buen momento para retirarse antes de que toda aquella situación empeorara pero cuando abre la puerta Hermione es más rápida y la cierra con un hechizo.

- Oh ¿Así que así será esto? ¿Piensas escaparte? Pues déjame decirte que no lo harás, querido. Primero iras a solucionarme ese té – dice señalando la taza blanca de forma insignificante - Y hazme el favor de ponerle mucha azúcar – dice demandante.

- ¿Mucha azúcar? Pero si tú siempre dices que el azúcar le saca el verdadero gusto al té – reprocha, recordando como la castaña solía regañarlo cuando le ponía azúcar al té con justamente ese fundamento.

- Oh ¡Por Merlín y Morgana! ¿De verdad estoy contigo, Draco Malfoy? No puedo creer que no sepas como me gusta el té. Por favor, ve y hazme otro, bien caliente – le recuerda, levantando su dedo índice de forma amenazante y vuelve a su cama. El chico, aturdido, asiente y vuelve a retomar camino.

El Slytherin, caminando deambulante, va en dirección a la cocina, nuevamente, cuando en el camino se encuentra con Luna Lovegood y Ginny Weasley.

De alguna manera, siente que en ellas dos está la respuesta que busca y las detiene a medio camino, preguntándoles si saben que es lo que le sucede a su amiga y Ginny ríe burlonamente, al parecer bastante divertida ante la cara de preocupación eminente de Malfoy.

- ¿Cómo es que no te has dado cuenta? Esta indispuesta, idiota – le responde la menor de los Weasley de manera bastante brusca, aunque aquello no llama su atención. Después de ser la hija menor de una numerosa familia, en la cual todos sus hermanos son hombres y tú eres la única niña, tienes dos opciones: eres demasiado brusca, o por el contrario, careces de personalidad. La Weasley definitivamente, era la primera.

- ¿Está indisque? – pregunta Draco desconcertado. Para ser sincero, Draco podía saber todo sobre como conquistar a una chica, pero no conocía todo de ellas, al ser hijo único y no tener primas mujeres, su conocimiento era bastante básico.

- Ya sabes, Draco, con Andrés – le responde Luna con aquel tono insoportablemente tranquilizador, que en vez de lograr ese resultado, en lo personal, a Draco lo alteraba.

- ¿Andrés? ¿Quién carajo es Andrés? Mira, Lovegood si esta es tu forma graciosa de decirme que Hermione me está engañando… - se detiene de pronto y mira a ambas - ¡¿Me está engañando con un Andrés?! – vocifera para luego detenerse a pensar - Pero si no conozco ni un Andrés en Hogwarts... Oh por Merlín, dime que no es ese maldito Gryffindor de…

- Por Merlín, Malfoy, estas con una nacida de muggles y ni siquiera conoces los términos muggles – le reprocha la Weasley perdiendo la paciencia llevando ambas manos a su sienes negando con la cabeza y mordisqueándose su labio inferior impaciente.

- No seas duro con él, Ginny – le detiene la Ravenclaw para luego volver a dirigirse al rubio - Ya sabes, Malfoy, está con el periodo – dice con delicadeza, como si el tema se tratara de suma importancia.

- ¿Periodo? – repite la pregunta elevando una de sus rubias cejas y de pronto llega Zabini, quien toma de forma natural la cintura de la pelirroja y luego de darle un veloz beso en los labios a la Gryffindor, ríe divertido por la desconcertación de su amigo.

- Por Morgana, Blaise, solo dile al idiota de que trata todo esto -

- ¿Qué todos lo saben menos yo? – dice Draco – Y tú, pequeña comadreja, deberías aprender a calmarte - se queja al fin, comenzando a sentirse harto de como las mujeres le estaban tratando ese día: primero Hermione con su extraño y cambiante humor, luego Pansy quien estaba bastante dispuesta al parecer a hacerle daño y ahora aquella menuda pelirroja quien le hablaba como si él fuera una especie de criatura inferior.

- Ya sabes, amigo, ese momento del mes de la mujer – le dice aún con la Weasley en brazos pero con su otra mano libre expresándose de forma significativa. Draco deja salir el aire contenido que al parecer tenía en su cuerpo y asiente por fin sintiendo como todas las piezas se ponían en su lugar. Él no había hecho nada, eran tan solo las hormonas de Hermione alborotándose.

- Oh, carajo ¡Es eso! – se golpea la cabeza con la mano por lo torpe que había sido en no pensarlo antes y corre en busca de té extra dulce antes de que Hermione le empeore el humor. Ahora por fin podía comprender la gravedad del asunto.

- ¡Draco Malfoy! – la escucha gritar a Lovegood.

- ¡Lovegood, de verdad no tengo tiempo!

- ¡Draco Malfoy, detente allí mismo! – el chico, sintiéndose alterado se detiene y gira en dirección a la rubia.

- ¿Qué sucede, lunática?

- Necesitaras esto – le asegura, tendiéndole una barra de chocolate. Él mira la barra, mira a los claros ojos de aquella rubia y vuelve a mirar la barra. No sabía mucho del asunto, pero si sabía que las mujeres se entendían entre ellas, y aunque Lovegood era un extraño género de mujer, estaba seguro que sabía más que él, así que asiente en un gesto rápido y corre con el chocolate entre manos.

Draco va a hacerle el té, exagerando la dosis de dulzura y cuando vuelve a la habitación Hermione nuevamente esta con la bolsa de agua caliente en el vientre y lagrimeando con un libro en manos, totalmente conmovida.

- Aquí está tu té, Hermione – dice tomando todo el aire que puede como si hubiera estado corriendo un maldito maratón y le tiende el té, cuando ve los ojos humedecidos de la Gryffindor y no sabe si sentirse asustado o preocupado - ¿Granger, que sucede?

- Oh, es tan triste – la escucha decir con la voz quebrada, colocándose una mano en su pecho de manera perturbada.

- ¿Qué cosa? – cuestiona Draco.

- Esta historia – le dice señalándole el libro con la mirada y negando con la cabeza.

Hermione estaba leyendo Romeo y Julieta, historia que ya había leído tiempo atrás por lo que Draco no comprendía por qué ahora le parecía tan triste.

- Pero siempre decías que te parecía estúpida y…

- ¿De verdad crees que me parecerá estúpida una historia de amor tan conmovedora? ¡Solo digo eso porque tú odias las historias muggles y más si son de amor! – definitivamente no era un buen día para contradecir nada de lo que diga la leona, así que se limita a quedar en silencio.

Hermione, por su parte, le quita el té de las manos enojada y cuando lo toma lo siente dulce y caliente, justo como lo necesitaba.

- Oh, está perfecto, Draco, gracias – dice dándole un beso y Draco siente que este será un largo y tedioso día. Y promete llevar al tanto el periodo de aquella mujer, que sufre más cambio de humor de lo que esperaba, descubriendo que Granger es una mujer con todas las malditas letras de la palabra y todo su largo significado. Y que quizás tenga algo de parecido con Pansy, lo cual lo asustaba. Mucho.

Recuerda la barra que tiene entre manos y acercándose a ella, con mucho cuidado como si la chica de repente pudiera convertirse en una extraña criatura, se la tiende. La Gryffindor primeramente mira maravillada aquel extracto de cacao en barra pero luego frunce el ceño.

- ¿Acaso me ves con cara de que tengo hambre? ¿O quieres hacer que me salgan más granos de los que ya me han salido? Porque al parecer, ese es tu único objetivo… - la chica hablaba muy rápido, y su tono se oía nuevamente ofendido, como si Draco en vez de estar haciéndole un favor, la hubiera herido. Éste rápidamente se encarga de interrumpirla.

- ¡Puedo devolverlo si quieres! – se ofreció de repente intentando quitarle el chocolate antes de que la chica volviera a tener alguna loca idea y lo mandara nuevamente a hacer cualquier cosa que se le ocurra, pero Hermione no se lo permitió y en vez de eso, apegó la barra de chocolate a su pecho, protegiéndola con sus manos como si el aquel trozo de cacao industrializado en realidad fuera un objeto de valor único y costoso.

- ¡Claro que no! ¡No voy a desperdiciarlo ahora! Solo decía… - y dicho esto, abre la barra y le da un gran mordisco – Mhm, esto es increíble – murmura degustando el chocolate con placer – Y solo mío – le advierte con una mirada tan severa como la mismísima Minverva Mcgonagall, como si eso no se tratara solo de chocolate, como si fuera algo mucho más importante y Draco, en un intento por no reír ante todo lo que le estaba haciendo pasar aquella mañana la Gryffindor, se limita a sonreírle, asintiendo y plantándole un beso en la frente.

El Slytherin se encontró riendo en silencio mientras observaba a la chica que tenía a su lado ¿Quién diría que él, un Malfoy, correría todo el maldito colegio por los caprichos de una nacida de muggles? Que sus ancestros sangre pura se retuerzan en sus tumbas, porque, definitivamente, perdieron a este muchacho.

Pero ¿A quien le importaban los muertos después de todo? Porque de alguna extraña manera, Draco le encontró el gusto a la situación y ahora mientras que la castaña estaba recostada en su pecho con la bolsa de agua caliente contra el vientre, él le leía un libro y le acariciaba el enmarañado cabello con delicadeza, y toda la situación, que era lo más real que había vivido con la castaña, a Draco le pareció lo más parecido a tocar el cielo con las manos. Después de todo, de eso se trataba una relación, de aceptar al otro en sus peores días y Draco, definitivamente aceptaba a Hermione de cualquier forma.


Bueno, en realidad para este reto tenía otro fic escrit jajaja. Pero a la hora de publicarlo se me hizo muy común y de repente se me ocurrió la idea de escribir sobre como Hermione sería en sus días y como Draco también puede estar detrás de ella, siendo prácticamente un pollerudo.

No olvidemos que aunque los mejores amigos de Hermione sean hombres y que sea una obsesionada de la sabiduría no quita que en estos días sus cambios de humor sean tan bruscos como los de todas y sufra cosas comunes como cualquier mujer ¿Verdad? Jaja.

Aclaración: En mi país (no sé en los otros), "Andrés" es una forma de llamar al período, por las dudas lo explico.

Dudas que surgieron luego de publicar el fic:

Blanquear: con "blanquear" la relación se refiere a que Draco y Hermione hicieron pública su relación, es decir la admitieron abiertamente.

Pochoclos: Bueno, los pochoclos son los pororo, o bueno en ingles, popcorn, eso que uno compra cuando va al cine para comer jaja, palomitas de maiz. Esos son todos los términos que conozco de esa palabra.

Bueno, espero su opinión. Saludos y besos.