Amantes.

Aquella noche, había sentido su cuerpo más humano que nunca, aquella noche, las manos de Hylia rozaban la piel de su amado como si rozara su alma.

Link, el héroe mortal, la hacía suya, arrastrándola en el vaivén de caderas, introduciéndose en ella con ternura y pasión, haciéndole sentirse como cualquier otra mujer.

Al despertar aquella mañana, con el otro lado de su lecho todavía tibio a causa de la reciente partida de Link, la diosa sabía que aquella noche había sido la última.

-Prometo dejar mi inmortalidad, para poderme presentar como una humana ante ti la próxima vez que nos veamos, Link.

Hylia abrió los ojos y, cegada por la blancura del lugar donde se encontraba, apretó sus manos contra el pequeño frasco que llevaba entre ellas.

Era el alma del héroe caído, Link

Rubio, manchado de su propia sangre y de la de la bestia, yacía el joven en el suelo, bajo toda aquella capa de nubes.

Hylia se había quedado con él allí, donde solo quedaban ella, el cuerpo inerte de Link, y un puñado de Sheikah.

Pronto lo dejaría todo, pronto se uniría a Link… Pero antes, debía cumplir con otro cometido.

Guiar al héroe.

Zelda se despertó, Link respiraba pausadamente a su lado, tranquilo y dócil. La luz del sol golpeaba su torso desnudo dulcemente, iluminándolo.

Suspiró. Podría acostumbrarse cada mañana a esas vistas, es más, en su interior, se sentía ligeramente a gusto al ver al joven así.

Se le cortó la respiración cuando Link abrió los ojos y, con una sonrisa en los labios, atrajo el cuerpo de la chica al suyo.

-Buenos días, Zelda.

Suspiró por fin, acomodándose en el pecho de él.

-Hola Link.

Le acarició los cabellos color chocolate y la besó en los labios.

-¿Has dormido bien?

Se encogió de hombros en respuesta, tratando de ocultar su sonrojo, actuando ser lo más adulta posible, y es que con la luz del sol, los ojos de Link, el cuerpo desnudo de Link, el pelo de Link, desprendía una tesitura totalmente distinta.

Hoy nadie les molestaría hasta muy entrado el mediodía y por la posición del sol, Zelda supo que no eran más de las 10 de la mañana.

Estiró el cuello y besó al joven en los labios.

Link, tratando de ser comedido, la agarró por las caderas, arrastrándola lo más posible hacia él.

-Te ves hermosa hoy-, dijo, sonrojado.

Zelda lo besó a falta de palabras, ahogándolo y enredando su lengua con la de él.

-En realidad, acabo de mentir-, dijo Link, al separarse de ella-. Todos los días te ves hermosa.

Siguieron besándose y dándose calor, las caricias delicadas de Link en la espalda le robaban el aire y el alma a Zelda, quien se dedicaba a morder el labio inferior de Link y a restregarse contra su esposo.

Sin saber cómo, Link le había quitado la finísima bata de gasa a Zelda, aquella bata que no dejaba nada a la imaginación.

Ella, sin siquiera importarle su propia desnudez, apretó sus caderas contra las de él con fuerza, sintiendo la hombría de Link presionando su abdomen, haciéndola enloquecer. Quería volver a sentir a Link siendo suyo.

Despistadamente, el joven comenzó a depositar besos húmedos por el cuello de la chica, que se retorcía entre sus brazos, apretando delicadamente los muslos de Zelda entre sus dedos.

Todos creían que Zelda era una mujer fría, amargada, y solitaria. Pero no era así: Zelda era alegre, pasional y cariñosa, sabía sonreír cuando se debía… solo que a veces era algo tímida. Link lo sabía, y cada día ella se lo demostraba día tras día.

Ella era diferente, diferente a Ilia, diferente a Midna, diferente a todas… ella era especial, era todo lo contrario a él: Tan calmada, tranquila y benevolente. Risueña, alegre y leal, incapaz de pisar una hormiga… Tan humilde que Link no comprendía cómo podía vivir en un palacio.

Nervioso, se le encogió el estómago en una sensación que jamás había sentido… Zelda se retorcía entre sus brazos y pedía más cariño de su parte… más cariño de Link.

Le acariciaba con los labios y mordisqueaba la piel de su cuello mientras ella metía sus manos debajo del pantaloncillo de Link, desesperada.

-No creí que fueras tan salvaje-. Pronunció él con voz grave.

Ella hizo un mohín.

-Fue a hablar el hombre lobo.

Link, a modo de venganza, le mordió el rosado botón que adornaba la cima de su busto izquierdo.

-Te voy a dar yo a ti hombre lobo.

-Si, por favor-. Pronunció ella sin apenas aire.

Zelda lo desnudó de un tirón y se posicionó en la hombría de Link.

-Me vas a matar, Zelda…

Sonrió.

-Hazlo ya, Link.

Y de un golpe, esta vez fue él quien se adentró en ella.

Zelda arqueó la espalda, pegándose a Link, gimoteando.

Él, muy lentamente comenzó a moverse dentro de ella, haciéndola desesperar.

La luz del sol chocaba dorada contra las costillas de Link, a contraluz tras las finas cortinas que rodeaban el lecho nupcial, Zelda creyó estar viendo a un Dios fiero, de Brillantes cabellos y esculpidos músculos en el éxtasis embriagador de la lujuria. Se relamió los labios contemplando como se movía, como el pelo le caía salvajemente por la frente, como poco a poco, ella se iba desdibujando en él hasta fusionarse.

Se derramó sobre las sábanas, alcanzando el punto álgido de la presión cuando Link comenzaba a acariciarle el botón de su feminidad con los dedos.

Link la sometía despacio y con fuerza, llenando al completo su ser, haciéndola sentir viva. La reina volvió a llegar al orgasmo otra vez, cuando él comenzó a ser más intenso en su hacer, arrastrándola lentamente a los placeres de la vida de casada.

Entonces tan perlado en sudor como si acabase de correr una maratón, y con el aire faltándole en los pulmones se vació en ella, llenando todo de su cálida semilla, que Zelda recibió con gusto, pegándose al cuerpo húmedo de Link y Gimiendo y tirándole de los pelos muy delicadamente, hundiendo las uñas en la piel de la espalda.

Después de un par de estocadas más, se dejó caer agotado al lado de ella.

-Te quiero, Zelda.

Ella estiró la mano y le acarició el pelo.

-Y yo a ti, Link.

Había sido tan fuerte, tan lento… tan… distinto a lo de ayer.

Zelda sintió taquicardias, ¿acaso eso era hacer el amor? ¿Acaso algo había cambiado en ambos?

-Ha sido más intenso que lo de ayer.

La besó en los labios y luego la miró a los ojos.

-Será porque hoy te quiero más que ayer.

Se sonrojó.

-Eres un tonto.

-Soy tu esposo.

Las mariposas en el estómago de Zelda habían subido por el esófago y le estaban golpeando en la garganta, haciéndole un nudo, explotando, queriendo salir todas a la vez.

-Te amo.

La abrazó con fuerza.

-Te amo, Zelda.

Zelda disfrutaba de las caricias y el cariño de Link, tan cálido y delicado que despertaban en ella deseos oscuros.

Los minutos pasaron tranquilamente hasta que Zelda decidió levantarse, debían partir aquella misma tarde, así que ambos decidieron darse un baño.

Para sorpresa de Link, las sirvientas les habían dejado el baño preparado sin que ninguno de los dos se hubiera dado cuenta… qué vergüenza… ¿Los habrían visto? Esperó que hubieran entrado por la puerta del baño y no desde el cuarto directamente.

Sonrojado, observó la figura de Zelda empaparse con un cubo pequeño, vertiéndoselo por su cuerpo desnudo.

Zelda era una mujer hermosa, de delicadas curvas y la piel tan clara que le daba envidia a la porcelana.

Le miró disimuladamente mientras caminaba tembloso hacia ella.

-No tengas vergüenza, Link.

Se rascó la nuca.

-Lo siento, Zel, eres demasiado atractiva… tu cuerpo… es excepcional.

Ella se echó a reír.

-Vas a tener que acostumbrarte.

Silencio.

Link se metió en el barreño y la abrazó por detrás, arrimándola a su cuerpo desnudo, empapándose en el dulce olor a jabón que desprendía.

-Quiero tener un hijo contigo-, dijo besándole los hombros a la chica-. Quiero ser el padre del fruto de tu vientre.

Zelda, mareada, se perdió en la intensidad de las palabras de Link.

-Eres un pícaro-, dijo cuando él le retiró el pelo y comenzó a besarla por el cuello.

-Y tú no dejas de provocarme

Agarró uno de los pechos de Zelda en su mano y se dedicó a hacerle caricias en su intimidad bajo el agua.

Al cabo de un rato, Zelda soltó un suspiro fuerte y se dejó arrastrar nuevamente hacia el orgasmo…

¿Qué había tomado Link? Si seguía así no creía poder controlarse en ningún otro momento y tenía que tomar responsabilidades.

-Vas a volverme loca, Link.

-¿Qué hay de malo en eso? Tú lo haces conmigo.

Silencio, besos, y más caricias y gemidos, que tiñeron el ambiente del color de la lujuria.

-Estás increíble-, dijo ella trenzándose el pelo ante el espejo.

Link, ataviado de un intrincado chaleco de terciopelo malva a juego con las ropas reales de Zelda y unos pantalones ajustados color beige, el florete real ceñido al cinto y botas de piel, la observaba desde el marco de la puerta, arqueando una ceja.

-No me acostumbro a esta ropa…

Zelda lo miró nada más terminar la tarea.

-No te preocupes, si gustas-. Dijo, pellizcándole el trasero al pasar por su lado-. Puedes andar desnudo los próximos siete días… a mí no va a importarme.

La siguió con la mirada, sonrojado, auto-infundiéndose valor. A veces Zelda podía ser muy directa, él también quería serlo.

-Sólo si tú me acompañas.

Ella se echó a reír mientras se ataviaba con las hombreras y la corona y caminaba hacia la puerta, guiñándole un ojo.

-Ya veremos, su majestad-, dijo entre risitas-. Ahora… por qué no bajamos a reponer fuerzas… Me muero de hambre.

Desayunaron tranquilamente bajo las atentas miradas de la criada que atendía la mesa… tratando de actuar lo más fríamente que podían.

La criada tenía el ojo puesto sobre lo galante que se veía Link, cosa que él desconocía, pero la propia reina de Hyrule supo reconocer enseguida. Lejos de enfadarse, se sintió orgullosa de haber intimado tanto con él, pero aun así el temor a perderle la invadió rápidamente.

Él, preocupado, reparó en el cambio de expresión de Zelda.

-¿Estás bien, querida?

¿La había llamado querida? La criada soltó una risita que disimuló muy mal con una tos fingida… necia, sabía que en cualquier momento podía ponerla de patitas en la ciudadela.

-Tan solo me preguntaba si disfrutasteis de esta mañana, alteza.

Link se atragantó con un pedazo de huevo que acababa de meterse en la boca.

La criada, sonrojada, se dio la vuelta y fue a buscar agua para el regente rápidamente.

Zelda se levantó y fue hasta ella, quitándole la jarra de la mano.

-Estás disculpada, Freya… me ocuparé de mi esposo si gustas.

La jovencita asintió avergonzada todavía y salió por la puerta.

Zelda le tendió un poco de agua a Link y apaciguó su tos con unos golpecitos en la espalda del chico.

-¡Por el amor de Hylia, Zelda! Casi me matas del susto.

Ella se echó a reír.

-No soporto comer mientras soy observada, así no se puede hablar-, dijo ella.

-Me sorprendes, mi amor… no creí que fueras tan atrevida.

Zelda sintió que se desfallecería.

-Repítelo.

-¿Me… sorprendes?

-No, lo otro.

-¿Qué eres atrevida?

-¡No!

-Ah… Zelda, mi amor.

-Vas a hacerme desfallecer.

-Mi vida, mi cielo, mi tierra… no necesito nada si estás a mi lado.

-Exagerado-, dijo golpeándole el hombro-. Seguro que eso se lo dices a todas.

-Jamás se lo he dicho a ninguna otra.

Zelda se quedó muda, mirándole a los ojos de color opalino… se dio cuenta de que su vida junto a él no hacía nada más que empezar… y que iba a ser algo maravilloso.

Entrado el mediodía, llegó la hora de partir y el carruaje les llevó hasta un lugar lejano a unas 3 horas de viaje.

En la frontera de Hyrule había unas cascadas en un antiguo templo de antaño, lugar donde según la leyenda, la mismísima diosa Hylia habitaba con su héroe escogido…

No muy lejos de allí, la familia real poseía una pequeña casa de vacaciones que por suerte no había sufrido daños con la llegada de Zant al reino.

Los regentes se instalaron y Zelda se quitó todo lo que llevaba encima, absolutamente todo, sin ningún tipo de pudor, y se puso una bata muy pero que muy fina de organza, totalmente transparente con brillos irisados, presentándose en la cocina así ante Link.

-Voy a las cascadas a darme un baño… ¿Me acompañas?

Link se le acercó, abrazándola.

-¿Y qué tal si… te hago mía aquí y ahora?

A Zelda le subieron los colores… es verdad que se había vestido así para provocar a Link, pero esas reacciones la dejaban sin aire.

Mirándolo intensamente a los ojos, desvistió a Link y tiró de él hasta la puerta.

Ambos abandonaron la casa… y se adentraron en el lago, tal y como sus padres los habían traído al mundo, desnudos, abandonándose el uno al otro, entregándose otra vez a la luz del melancólico crepúsculo.

BUEEEEEEEEEEEENO QUERIDOS LECTORES, ESO HA SIDO TODO POR ESTE MES…

SIENTO NO HABER ACTUALIZADO ANTES… PERO HAN SIDO MIL COSAS… TRABAJO, ESTUDIOS, COSPLAY…

HABLANDO DE COSPLAY… CON EL VENIDERO BREATH OF THE WILD SE VIENEN VARIOS, LO ESTOY VIENDO!

LE DEDICO ESTE CAPÍTULO A MI QUERIDA AMIGA GODDESS ARTEMISS, CON QUIEN COTILLEO MUCHOS SPOILERS Y SHIPPEO HARD ZELINK A TIEMPO COMPLETO…

¿ALGUIEN MÁS ENTUSIASMADO POR BREATH OF THE WILD? YO SI, Y MUCHO! ESPERO MUUUUUCHO ZELINK Y MUCHAS AVENTURAS EN ESE JUEGO… AY, DE VERDAD…

EN FIN, ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO, SI QUERÉIS PODÉIS DEJARME UN REVIEW, QUE YA SABÉIS QUE SON GRATIS Y ANIMAN MUCHO!

BESITOS A TODOS A MI ARTEMISS QUERIDA EN ESPECIAL!

YUMIVIGO