El comienzo del fin. Gracias por llegar hasta aquí conmigo.

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Cuando Kaneki sale de Anteiku al día siguiente no espera encontrarse con Touka. Lo sorprende en verdad. Tan sumido en sus pensamientos estaba que ni siquiera se había dado cuenta de que lo había seguido. En su uniforme de prepa, sin aliento, sudando, su pelo más largo de lo que recordaba. Kaneki tiene un breve momento de claridad en ese instante. Él quería mucho a Touka. La extrañaba, incluso, con todos sus insultos y palabras duras. Fue su primera aliada, aunque en el momento no quiso aceptar su ayuda. Touka recupera el aliento y la mirada que Kaneki observa en su rostro es una llena de vulnerabilidad.

Desde lo más profundo de su ser, Kaneki se siente arrepentido.

Nunca debió de haber dejado Anteiku. Nunca debió de haber dejado sola a Touka. Y pensar que también pudo haber abandonado a Hinami… ¿Y qué hay de Nishio, Irimi, Koma, Yomo y el gerente Yoshimura? Su primera familia, su antiguo Edén en un mundo lleno de horrores. Hide. Solo en este momento todo es claro, todo es sencillo: él siempre ha sido un tremendo ignorante. Nunca entendió que lo más valioso era aquello que ya tenía.

La conversación que sigue no es exactamente lo que él esperaba.

—No sé si regresar. Mis objetivos… son peligrosos. Yo sólo quiero protegerlos. Es lo que siempre he querido.

Touka no tomó esto de la mejor manera.

—¿Quién te puso a cargo de nosotros? ¿De quién exactamente nos proteges? ¿De las palomas? ¿Del CCG? ¿De los humanos? No…

La mirada de Touka se vuelve una espada.

—Tú sólo eres un cobarde.

La cachetada en su mejilla izquierda quedó igual de marcada en su piel que sus palabras en su mente. En otra vida, tal vez, sin lo que había entendido en ese momento, Touka lo hubiera hecho añicos. En esta vida, Kaneki no quiere rendirse tan rápidamente.

—Te juro, Touka, que nunca fue mi intención lastimarte. No sé qué hacer, solo no quiero ya no poder hacer nada. No lo entendía antes, pero ahora con..

Kaneki titubea al y Touka parece saber exactamente de quién está hablando. Su expresión se oscurece.

—Pero, ¿por qué no puedes confiar en nosotros? Te vas solo, por ahí, dando lastima con tu cara de héroe trágico… ¿y luego te vas corriendo con Tsukiyama? ¿Con ese sujeto Banjō?

—Eso es distinto; él es distinto ahora. Y Banjō es un buen hombre. Ellos me han apoyado todo este tiempo.

—¡No, nosotros te hemos ayudado todo este tiempo! —Touka responde enojada. Kaneki termina de enojarse también, manos echas puños a sus lados.

—Como Renji, dices, ¿siguiéndome a todas partes? O, o, ¿el gerente, guardándose secretos y usándonos como piezas de ajedrez? Les debo mucho y son mis aliados, pero no son mis amigos. Y Tsukiyama, —Kaneki respira hondo, se prepara mentalmente, —Él... Él es... Él está conmigo. Incondicionalmente.

Los hombros de Touka caen. Traición. Kaneki siente que el corazón se le hunde al fondo del estómago. Estaba pasando igual que esa noche de invierno. Esto no era lo que quería, —Touka, por favor—

—¡No! ¿A qué te refieres? ¿Qué no te escuchas? Eres… Eres un ingrato… Y yo… Yo una tonta.

—Touka….

—Basura como tú no debería estar en Anteiku… ¡Nunca regreses!

Y aunque Kaneki vio venir su mano, no hizo nada.

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Kaneki no acostumbra marcarle a Tsukiyama a menos que sea una emergencia. El departamento estará vacío hasta en la noche. Se toca la mejilla inflamada. El joven voltea a ver el atardecer mientras camina hacia su hogar; sólo quedan las últimas brasas del sol.

Kaneki le marca a Tsukiyama.

El celular que usa es un regalo de su parte, todos en el grupo tienen uno igual. El Gourmet había dicho mil veces que no podía tenerlos incomunicados. Suena el tono una sola vez y la voz al otro lado está indudablemente feliz y sorprendida.

—¡Mon coeur!

Kaneki siente que se le eriza la piel y su corazón comienza a agarrar vuelo.

—Tsukiyama.

Al otro lado de la línea, en la calle, el Gourmet está viendo las vitrinas de las tiendas pasar durante su caminata vespertina. Nota el tono de voz reservado de Kaneki pero persiste su buen humor.

Mon cher, estoy en la calle pensando en ti. ¿Y tú?

Kaneki se da cuenta que ha llegado a la entrada del departamento y apoya su frente contra la puerta, agotado. Un extraño nudo en la garganta se aparece de la nada y aunque se tarda unos segundos, responde:

—Todo el tiempo.

Tsukiyama casi salta por el extrañamiento. No se esperaba eso. Le empieza a dar ansias; algo en verdad estaba mal con Kaneki. Tsukiyama está por preguntarle al respecto cuando Kaneki le interrumpe.

—Te quiero ver.

Tsukiyama se detiene en seco y alza la mano para pedir un taxi. Kaneki sigue con la frente contra la puerta de su departamento, respirando suavemente al otro lado de la llamada. El medio ghoul conversa con fingida calma, y Tsukiyama se da cuenta.

—Kaneki, dime que pasó.

Kaneki quiere contarle sobre todo lo que le dijo Renji y sobre cómo encontró a Rize. Quiere contarle la historia de Yoshimura y el búho. Quiere contarle sobre Touka y el puente. Quiere contarle todo, pero guarda silencio. El nudo en la garganta se hace más grueso.

Abre la puerta del departamento después de rato, entra, la cierra detrás de él y camina hacia el sillón de la sala donde se deja caer de espaldas. Tsukiyama al otro lado está tratando de no entrar en pánico por el silencio y está a punto de ordenarle al taxista que se detenga, para correr el resto del camino cuando Kaneki contesta,

—Sólo quiero verte, Shū.

Tsukiyama cuelga y detiene al taxi, le paga y corre hacia el departamento. Llega poco menos de cinco minutos después y Kaneki pudo escuchar sus pisadas claramente desde su lugar en el sillón. Se levanta lánguidamente del sillón y camina hacia la puerta; siente que se le empieza a acelerar el corazón y las palmas de las manos le sudan en frío.

Tsukiyama no termina de entrar al departamento cuando Kaneki lo toma por los hombros y atrapa su cintura con las piernas. En un dos por tres, quedan ambos cuerpos pecho a pecho. Tsukiyama siente que le falta el aliento cuando Kaneki simplemente dice, "Hola" y procede a besarlo. Instintivamente cerró los ojos y sujetó a Kaneki de los muslos para mantenerlo en su lugar.

Se nota, especialmente del punto de vista del de cabellos púrpuras, que Kaneki nunca ha hecho esto antes, pero como en todo, aprende rápido. Claro que esto poco le importa al Gourmet quien en el mismo segundo que tuvo esta epifanía, la olvida con tal de apreciar las dulces caricias de Kaneki. No duran mucho en la entrada. Tsukiyama cierra la puerta con el pie y se dirige a la sala. Dirigirse a cualquier otro lugar del departamento sería apresurado de su parte, piensa al mismo de tiempo de un coro de calmato, calmato. Era un caballero, con todo y sus manos estrujando los muslos de Kaneki. Choca sin darse cuenta contra la pared debajo de las escaleras y sus ojos se abren.

Tsukiyama se hiela de pies a cabeza. Kaneki se percata en corto que algo pasó, pero intenta avivar el fuego bajo su piel besando la línea definida de su quijada, bajando por su cuello, pero Tsukiyama continúa viendo a su pareja extrañado y con un suave suspiro arrancado por menester de un beso en la coyuntura del cuello y el hombro, comienza a decir, —Kaneki, Kaneki, cher, por favor..

Kaneki lo ignora y hunde sus dientes en el mismo lugar— el sonido que hace Tsukiyama en el oído de Kaneki es pecaminoso. Kaneki besa y muerde y abusa de ese pequeño espacio y puede sentir a Tsukiyama temblar debajo de él, desde sus hombros hasta las manos que sujetan sus muslos. Escucha su agitada respiración en el oído y su ferviente murmullo de "Ken, Ken, Ken," y Kaneki se empieza a hacer agua a punto de ebullir.

Logra sentirse cómodamente nebuloso cuando de repente Tsukiyama aprovecha para separarlo lo suficiente de su cuello para presionar su frente contra la de él, forzandolo a mirarlo directamente. De tan cerca Kaneki puede apreciar qué tan blanca es su piel en contraste del rubor en sus mejillas y su cuello, que tan deliciosos se pueden ver sus labios, y Kaneki se acerca para besarlo, porque puede, porque quiere, y Tsukiyama en serio no quiere más que dejarlo seguir, pero algo claramente no estaba bien con su amado; logra decirle forzosamente,

Cher, s'il vous plait, no estás bien.. ¡Dime por favor qué ocurrió! Déjame ayudarte..

Kaneki se detiene.

Las manos de Tsukiyama están firmes en sus muslos y sabe que podría zafarse, sabe que puede empujar a Tsukiyama e irse o pedirle que se vaya y lo hará, pero le mira a los ojos, sus bellos ojos púrpuras, y Kaneki no quiere mentirle. Cierra los ojos y aleja su cara de la de él y la luz de la cocina ilumina su cara golpeada. Le arrebata un suspiro entrecortado a Tsukiyama.

My love…

Tsukiyama, sin dejarlo ir, va al congelador donde hay varias bolsas de hielos para este tipo de situaciones. Kaneki se siente apenado, como si lo hubieran atrapado haciendo algo que no debía, y hunde su cara en el cuello de Tsukiyama, susurrando,

—No lo necesito, Shū.

Tsukiyama chasquea la lengua y saca una pequeña bolsa de hielos sin tomarlo en cuenta. Kaneki suspira, pero sigue abrazando fuertemente los hombros del gourmet. Tsukiyama prende la luz de la sala, deja la bolsita de hielo en la mesita frente a ellos y se sienta en el sillón. Ninguno suelta al otro y se quedan en silencio por unos momentos. Tsukiyama es quien lo rompe, dando un suspiro largo y cansado,

—Yo sé que quieres hacer esto solo, pero me preocupas, ¿sabes? —Frota su cabeza contra la de Kaneki, quien seguía escondiendo el rostro en su hombro. Kaneki suelta un resoplo irritado, pero Tsukiyama sigue, una pequeña sonrisa en sus labios, —No importa que tan fuerte seas, nadie es invulnerable. Ni si quiera yo, y logré regenerar mi abdomen e intestinos en 5 minutos.

Kaneki sonríe y Tsukiyama al sentirlo contra su hombro, pasa sus manos de sus muslos a su cintura, por debajo de su camiseta y traza suavemente pequeños círculos relajantes. Kaneki suspira, Tsukiyama continúa,

—¿No me quieres contar qué pasó, Ken?

Kaneki prácticamente se derrite justo ahí. Se quería quedar ahí, abrazando a Tsukiyama y escuchando su suave voz y el latir de su corazón, fuerte y tranquilo. Quería quedarse en la salita que habían decorado juntos, donde habían hecho un pequeño hogar con Banjō y Hinami y los demás. Quería quedarse para siempre aquí y besar a Tsukiyama y hacerlo decir su nombre mil veces más. Pero sabe que solo sería escapar, quería no ser cobarde ya, quería hacer algo por los demás… Se separa poco a poco del cuello de Tsukiyama y se sienta en horcajadas sobre él y al fin puede apreciar la cara tan preocupada de Tsukiyama. Siente que ha visto esta cara antes y que nunca puede verla hasta que se le ha explicado con manzanitas qué está preocupado. En verdad era pésimo para leer a otras personas.

Kaneki inhala y exhala lentamente, preparándose mentalmente, antes de asentir con la cabeza. Tsukiyama alza la bolsa de hielos y Kaneki rueda sus ojos, aunque no dice nada cuando la presiona cuidadosamente contra su mejilla. Kaneki la sostiene en su lugar por Tsukiyama, y el otro regresa su mano a su cintura. Kaneki vuelve a suspirar y Tsukiyama espera pacientemente. Kaneki comienza así:

—Yoshimura me dijo que podía regresar a Anteiku.

Tsukiyama asiente la cabeza y regresa a sobar la cintura de Kaneki. Continúa,

—Eso en sí es.. Bueno, sinceramente es extraño.

Se levanta de su lugar en las piernas de Tsukiyama y empieza a caminar en la salita, —Yo dejé Anteiku para.. Pues..

Kaneki baja la bolsa de hielo de su cara y mira hacia el suelo.

—Creo que me fui porque pensé que los pondría en peligro si yo iba a buscar la Verdad.

Tsukiyama quiere levantarse y volver a acomodar a Kaneki cerca de él, olerlo, sentirlo, pero se aguanta, viendo que Kaneki platicaba mejor mientras que rondaba la salita. Kaneki se ríe sarcásticamente,

—Pero el gerente tenía casi toda la información, —Kaneki se vuelve a poner los hielos sobre su cara, —Yomo sabía sobre Kanou y sobre Rize, él la tiene escondida, amarrada como un perro. Él conoce mucho más sobre el mundo escondido de los ghouls y su obvia relación con el gobierno.

Tsukiyama llega a las mismas conclusiones que Kaneki sin problema, aunque sí mucho más indignado, —¡Nos han estado vigilando todo este tiempo!

Kaneki detiene su caminata para voltearlo a ver, cara llena de culpa. Tsukiyama inmediatamente contesta, —No, no, no. Cher, no es tu culpa. Todos en esta casa somos fieles a ti—

Kaneki igual interrumpe, —Me fui para proteger a Anteiku, pero a cambio los he lastimado a ustedes. ¡Y peor aún a ellos también! Los he traicionado..

Tsukiyama se queda mudo unos segundos. Kaneki se voltea, baja el hielo de su cara, solo para cubrirla con su otra mano.

—Casi mato a Banjō, —Kaneki empieza a respirar erráticamente, —Cuantas veces casi te.. Casi…

Tsukiyama esta vez sí se levanta del sillón, corre rápidamente hacia su pareja y lo toma de los hombros. La bolsa de hielos cae al piso, y Kaneki siente como poco a poco su visión se oscurece, las orillas de la realidad se vuelven sombras oscuras y el piso se torna monocromático. El castañeteo del ciempiés empieza a sobrecargar sus sentidos.

Jason está frente a él matando a la madre y al hijo. Decide. Decide. Decide. Decide. Decide.

—Ken, respira. Ken, por favor. Estoy contigo.

Decide. Decide. Decide. Decide. Decide.

Tsukiyama lleva a Kaneki al sillón y lo acurruca cerca de él, lo pone cerca de su pecho, cerca como antes, y le pide que respire,

—Respira, cariño, por favor. Estamos bien todos. Estamos juntos.

Kaneki se siente sofocar, no alcanza respirar entre las montañas y montañas de cadáveres a su alrededor. Escucha, ligeramente la voz de Tsukiyama a lo lejos. Shū. Me ahogo. Me ahogo entre los cuerpos de las personas a quien maté. Me ahogo entre la sangre de la gente que tendrá que morir para que yo viva. Me muero, me muero, me muero. ¿Por qué merezco vivir yo más que ellos? ¿Por qué debo ser el más fuerte yo? Si no soy fuerte no puedo protegerlos. Si no soy fuerte, me dejarán atrás. Me abandonarán. Me moriré—

—No necesito que seas fuerte, Ken, sólo necesito que estés aquí.

Desde el abismo, Kaneki ve una luz. Al parecer dijo eso último en voz alta. Tsukiyama lo tiene en sus brazos y cuando Kaneki abre los ojos, Tsukiyama lo está mirando de vuelta. El mundo empieza a florecer. Tsukiyama sonríe aliviado y dice,

—Sólo necesito que estés aquí, conmigo. ¿Qué no es suficiente?

Kaneki nunca había llorado de alivio. Tsukiyama saborea hasta la última gota.

Esa tarde, recostados en la cama de Kaneki, Tsukiyama se entera de la historia del búho y se llena de rabia al escuchar sobre las palabras de Touka. Sin embargo, después de ser tranquilizado por Kaneki, sólo pregunta una cosa:

Cher, entonces, ¿qué quieres hacer?

Kaneki, su cabeza reclinada sobre el pecho del Gourmet, dice, —Creo que.. Creo que necesitamos más amigos.

Tsukiyama suspira, aunque con una sonrisa tenue.

—Creo que quiero regresar a Anteiku.

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En la noche empiezan a llegar los inquilinos del departamento. Hinami primero de la mano de Banjō. Sante e Ichimi después y al final Jirō, con una bolsa negra llena de carne envuelta en papel blanco. Tsukiyama y Kaneki están en la cocina tomando café y hablando suavemente. Todos entran, alentados por el aroma, y cuando todos están acomodados, Kaneki los mira seriamente.

—Tenemos que dejar este grupo.

El primero en saltar es Banjō, —Espera, ¿qué?

Kaneki mira atentamente las caras de todos antes de regresar a la cara preocupada de Banjō, y responde:

—Esta no fue mi mejor idea... Ni para ustedes, ni para Anteiku. Sinceramente… Esta fue una iniciativa egoísta desde el inicio.

El silencio es ensordecedor, pero Kaneki siente a Tsukiyama a su lado como una presencia segura y fuerte y continúa,

—Perdón por ponerlos en tanto peligro todo este tiempo, pero este grupo ya no es necesario.

Hinami es la primera en hablar, —Yo no estoy segura de lo que esto significa, hermano, pero solo sé que si tu decisión es dejar este lugar, y eso te hace feliz, yo voy contigo.

La sonrisa de la joven contagia a todos a su alrededor y la tensión es efectivamente disipada.

—Gracias, Hinami.

Banjō sonríe tímidamente desde su lugar en la mesa y sus secuaces parados detrás de él comparten sonrisas pícaras,

—Yo quiero seguir ayudándote Kaneki, protegerte como te lo prometí. No importa donde sea.

—Y nosotros seguiremos a Banjō, porque si no, ¿quién lo va a proteger a él? —dice Jirō.

Banjō se sonroja y todos se ríen. El único que falta es quien ya le dio una respuesta previamente. Tsukiyama sonríe elegantemente cuando dice, —Yo te seguiré hasta el infierno, mon coeur, si me aceptas.

Todos guardan silencio otra vez. Hinami, quien estaba sentada a un lado de Tsukiyama, toma su mano, la que está sobre la mesa. Kaneki piensa sus palabras unos segundos antes de mirarlo a los ojos y responder.

—Al inicio no confiaba en ti, sabes, pero tenerte cerca… no ha sido mi peor idea aún. Tener un nakama como tú, ha sido una sorpresa tras otra.

Como Banjō aún no entiende que se traen ellos dos, solo los mira con asombro. El resto del equipo solo escucha con diferentes niveles de mortificación y vergüenza ante tanta cursilería. Tsukiyama sonríe brillantemente y Sante decide, sabiamente, llamar la atención a otro tema de mayor importancia:

—Entonces.. ¿que pasara con nosotros ahora?

Kaneki parece regresar al mundo real y su mirada la vuelve sobre sus amigos con cierta simpatía.

—El señor Yoshimura nos ofreció regresar al distrito 20 y trabajar con él.

Los inquilinos se sorprenden a diferentes niveles; es decir, Banjō se ve incrédulo, sus amigos muestran caras indiferentes, esperando la decisión de su líder como siempre, y Hinami, más que sorprendida está feliz al respecto. Tsukiyama, a un lado de Kaneki coloca una mano sobre su hombro y dice, —Dudo que el señor Yoshimura tenga espacio para todos, sin embargo, creo que tengo una buena sugerencia.

Kaneki alza una mano y dice seriamente, —No viviremos en tu mansión

Tsukiyama finge estar lastimado, y con una mano sobre su corazón y otra sobre su frente dice dramáticamente, —Oh, mi querido Kaneki, como rompes mis ilusiones en pequeños pedacitos.

Hinami no alcanzó a controlar su risa, Tsukiyama sonríe, Banjō oculta la cara en sus manos. Kaneki rueda los ojos.

Tsukiyama sigue, —No me refería a ese lugar, sino a otro departamento que tengo en esa dirección. Estaré feliz de mostrárselos mañana o pasado.

Un silencio más cómodo se asiente en la cocina. Obviamente, no podía durar tanto:

—Pero, —interrumpe Jirō, —Será como este lugar o será…

Y hace señales dramáticas con los brazos, haciendo alusión a Tsukiyama.

Ichimi y Sante se ríen y Hinami dice, —No.. Creo que será más como…

Y mueve sus brazos en ondas. Banjō no puede evitar soltar una carcajada. Ichimi quien usualmente no dice nada, niega con la cabeza y alza sus manos mientras las abre y cierra como haciendo destellos. Todos asienten a cabeza ante la epifanía del ghoul callado. Tenía toda la razón.

Por su lado, Kaneki solo se ríe ante las caras de confusión que hace el Gourmet al tratar de adivinar qué significan todos los movimientos extraños de brazos y manos de sus compañeros.

Fue una noche feliz.

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Los siguientes días parecieron un sueño ante la pesadilla que les absorbería en la noche del ataque de Anteiku.

Es con un corazón ligero que Kaneki se levanta temprano a hacer café para todos. Los primeros en irse del departamento eran Sante e Ichimi. A ellos les gusta el café con granos tostados y los cubos de azúcar de Anteiku. Los dos le dan las gracias y se lo llevan en termos para tomar en camino a su trabajo de medio tiempo. Son las 7 am. Jirō y Hinami son las siguientes y a ellas les gusta el café que trajo un día Tsukiyama de un café de maids. Más que nada por novedad, pero Kaneki se los sirve en las únicas tazas de color que tenían. Jirō le prepara el desayuno a Hinami, mientras Kaneki la acompaña en la mesa. Después de desayunar, las dos chicas se van a la sala. Jirō tiene un intenso gusto por los programas de variedad matutinos, y Hinami está anotando en su libreta. Son las 9 am.

El siguiente en despertar es Banjō, y aunque no tiene un gusto quisquilloso, Kaneki está moliendo los granos nuevos, ya que junto con él viene Tsukiyama vestido impecablemente, jeans negros, camisa de diseñador y botines. Cómo es que nadie nunca pensó en ver qué había en ese último cuarto desalojado, Kaneki prefiere ignorar. De todos modos, entran los dos a la cocina, perfectos opuestos, y Kaneki esconde su sonrisa divertida al voltearse y seguir moliendo granos de café. El primero en hablar no es él más despierto.

—Buenos días, Kaneki.

Banjō bosteza mitad de su nombre al sentarse a la mesa de la cocina y Kaneki suprime una risilla. Tsukiyama por su parte ha rodeado la mesa y se dirige directamente hacia el joven moliendo granos en la encimera a un lado de la estufa. Banjō piensa que sigue dormido cuando ve a Tsukiyama rodeando la cintura de Kaneki, dejando un beso en su nuca, y su líder no hace nada más que responder a algo susurrado en su oído, con una risa, —No seas ridículo.

Tsukiyama se ríe con él y lo suelta para irse a sentar con Banjō a la mesa. El ghoul castaño sigue sin creer que está despierto hasta que Tsukiyama le dirige la palabra,

—Ah, Banjoi, me encantaría ser tan despreocupado como tú.

Banjō inmediatamente voltea la cara para hundirla en sus dos manos, —Debo estar soñando, —comienza a decir exasperado, —¿Por qué estás aquí tan temprano, Tsukiyama?

Tsukiyama recuerda como hace unos meses Kaneki le había preguntado la misma cosa justo cuando Kaneki suelta una risa sorprendida. Banjō está confundido y Tsukiyama rueda sus ojos, colocando su mano sobre su frente al decir dramáticamente,

—¡Cómo me hieres, Banjoi! Justo ayer mi más querido Kaneki me dio cabida en su pequeña familia, ¿por qué no habría de estar con ustedes?

Kaneki ya está poniendo agua caliente en la prensa francesa cuando los dos ghouls en la mesa están discutiendo sobre lo que eso significaba. Más que nada era una pelea sobre semántica y aunque Banjō tenía razón en que Kaneki dijo una palabra que podía ser interpretada como familiar o como camarada, Tsukiyama tenía razón en que Kaneki le había dejado quedarse en el departamento, algo que no tenía precedentes, ni siquiera en estado de emergencia. Tsukiyama mantiene un tono burlón que contrasta con el tono exasperado y serio de Banjō, y Kaneki decide terminar ese argumento al servirles su café. Kaneki sirve tres tazas de café, pone el contenedor de cubos de azúcar especiales cerca de su propia taza y al sentarse alza la voz,

—Lo único importante que dije ayer fue sobre la disolución de este grupo, ¿por qué tienen que aferrarse a las pequeñas cosas?

Tsukiyama y Banjō voltean a verlo simultáneamente para decir, —¡No es una pequeñez!

Los dos se voltean a ver exasperadamente. Kaneki sonríe muy entretenido. Encoge los hombros y sigue hablando mientras pone tres cubos de azúcar en su café y los revuelve con una cucharita, —Es una pequeñez para mí, porque, que este grupo ya no sea necesario nos deja fuera de peligro.

Banjō y Tsukiyama, muy a sus pesares, voltean a verse y comparten una mirada seria. Tsukiyama es el primero en hablar,

—Kaneki, mon couer, eso es algo que me gustaría esclarecer. ¿Ya no estaremos buscando y eliminando al Árbol de Aogiri?

Banjō está asintiendo, compartiendo la misma duda. Que de todas maneras estaba mucho más tranquilo con que la respuesta fuera positiva a que fuera negativa. Kaneki está observando su café mientras responde,

—Eso creo. Yo estaba equivocado.. Si yo quería proteger a mis amigos de Anteiku, yo no debí dejarlos, debí quedarme. Aunque… -Kaneki alza la mirada a los dos ghouls preocupados frente a él y sonríe tristemente, -No estoy muy seguro de que sólo ayudar en Anteiku sea lo mejor que podamos hacer para protegernos o para solucionar ese problema.

Banjō se veía todavía inseguro, pero Tsukiyama está asintiendo.

—Mi familia ha estado escondida a plena vista todo este tiempo. Yo creo que podemos mejorar la seguridad en el distrito aún más, utilizando mis recursos, por lo menos al inicio.

Kaneki le sonríe serenamente y extiende su mano sobre la de Tsukiyama cuando dice, —Me apoyaré en ti entonces.

Tsukiyama está sonriendo orgulloso y feliz, y Banjō vuelve a tener un sentimiento de que algo no está exactamente en su lugar. Una cosa eran las flores del Gourmet en la cocina y en la sala, o que Hinami y él salieran en citas a cafés, o que Kaneki confiara en Tsukiyama (el Gourmet había sido puesto a prueba mil veces). Era eso de la mano. Y el beso. Y Kaneki riéndose. Banjō no lo soporta más e interrumpe, -Esperen, esto ya es demasiado para mí. ¿Ustedes… Están.. Ya saben..?

Kaneki y Tsukiyama ambos voltean a ver a Banjō con curiosidad, pero no dicen nada. Banjō trata de gesticular hasta con las manos, pero ambos lo ven extrañados. Debo estar dormido, piensa Banjō.

—Ya saben. Ustedes. Juntos.

Banjō junta sus manos en un mudo aplauso y Tsukiyama voltea a ver a Kaneki. Kaneki a su lado está sonrojado y aprieta sus labios, como tratando de que no se le saliera nada de la boca, pero unos pocos segundos después, susurra un tímido y corto, —Sí.

Tsukiyama estalla de la emoción mientras Kaneki parece que quiere que se lo trague la tierra (aunque no tarda en alzar la voz también para callar al extravagante ghoul). Banjō no puede creer que sea una broma, porque aun y con el pandemonio, Kaneki y Tsukiyama siguen tomados de la mano.

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Unas horas más tarde, y ya que a Banjō le dejara de doler la cabeza y se fuera a hacer sus rondas, Tsukiyama y Kaneki se van juntos al distrito 14. Tsukiyama insistió ir en metro y en poco menos de una hora llegan. Se encuentra muy cerca de la línea que conecta con el distrito 20, solamente a unos 15 minutos caminando.

La mayoría del distrito 14 es residencial, callado, y en cierto nivel, un poco lujoso. Después de caminar unos diez minutos saliendo de la estación del metro, se encuentran en una de esas nuevas áreas residenciales, apartamentos de veinte pisos rodeando un parque y tiendas de diversos tipos. Llegan a medio día más o menos, y el lugar está lleno de actividad. Viejitos usando las instalaciones del parque, gente caminando a sus perros, una línea sin fin de carros en las avenidas aledañas. Parecía un lugar perfecto para esconder ghouls.

Le tomó un rato a Kaneki, pero finalmente dice, —En este distrito se encuentra "Helter Skelter", el bar de la señorita Itori.

Tsukiyama asiente su cabeza y se detiene abruptamente. Kaneki se detiene a su lado y se da cuenta de que se encuentran frente a uno de los edificios nuevos del área residencial. Para entrar hay un código en la puerta principal que se dirige al lobby; Tsukiyama ingresa un código de cinco números y con una leve vibración se abre la puerta. El lobby tiene una fachada moderna, el piso cubierto de azulejos oscuros y al fondo otra pared de cristal en donde se encuentra otra entrada con el mismo protocolo de seguridad. Los muebles son minimalistas y algunas plantas frondosas adornan el lugar. Está de más decir que Kaneki nunca había entrado a un lugar tan lujoso. Tsukiyama aprovecha el lujo de ver a su pareja sorprendida y toma de su mano. Kaneki regresa a la realidad y Tsukiyama sonríe mientras lo jala hacia uno de los elevadores en los costados del lobby. Pasa una tarjeta blanca sobre un lector de plástico transparente a un lado de una pantalla digital en la que ingresa el número del piso al que van. Kaneki ve el número 25 en la pantalla y dice sarcásticamente, —¿No había uno más arriba, querido?

Se abren las puertas del elevador y Tsukiyama deja que Kaneki entre primero mientras responde con fingida inocencia, —¿A qué te refieres, mon coeur? Ese es el último piso.

Se cierran las puertas del elevador y Kaneki no se aguanta la risa que borbotea abruptamente de su boca. Tsukiyama sonríe victorioso. Unos minutos después, las puertas del elevador se abren a un pasillo ancho decorado de la misma manera que el lobby: un sillón moderno de cuero y unas plantas adornan la pared frente a la entrada. Tsukiyama jala levemente de la mano de Kaneki mientras él sigue viendo todo y al llegar a la entrada, extrae del bolsillo interior de su saco una llave. Cuando abre la puerta, Kaneki siente que le falta el aliento. Tsukiyama sonríe, tímidamente, mientras lo jala hacia el interior de un departamento que a primera vista parece estar decorado igual que el lobby y el pasillo, pero de cerca, está muy apenas decorado. Solo hay unos sillones, una mesa y algunas lamparas; eso no es lo que hace que Kaneki se sorprenda.

Al igual que el lobby, la pared al fondo es de cristal y al otro lado se encuentra el gran cielo azul.

Kaneki, sin pensar, ha jalado a Tsukiyama hasta el ventanal. A lo lejos puede ver el resto de los edificios y hasta el mar. Estaban muy lejos, y aun así, parecía tan cerca. Él nunca había ido al mar… baja la mirada y puede ver partes de los demás distritos y se siente aterrizar en el mundo real bruscamente.

El búho es la hija del gerente. Él había estado aterrorizando a diversos líderes de los distritos para obtener información sobre Kanou durante meses. Había asesinado y canibalizado a más de cincuenta ghouls en poco menos de medio año. Sus amigos del distrito 20 sabían más de lo que querían compartir y escondían Rize. No eran humanos. Eran monstruos.

Suspira cabizbajo. Esto llama la atención de Tsukiyama. Jala la mano de Kaneki y pregunta, —¿Todo bien? ¿Te gustó la vista? Creo que a Hinami también le gustará. Ven, te muestro los cuartos.

Kaneki se deja llevar y después de atravesar la sala y la cocina, se encuentran en un pasillo con tres puertas y unas escaleras. Tsukiyama señala con su mano libre,

—Banjoi, Ichimi y Sante van de este lado y Jirō y Hinami de este otro. Esta otra puerta es un baño… Y si eres tan amable de subir las escaleras, cher...

Tsukiyama lo suelta para dejarlo subir cómodamente las escaleras de madera oscura. Kaneki sube sin muchas ganas, pero al llegar arriba se encuentra con otro espacio con una mesa y un sillón. Hay dos puertas más y en vez de un ventanal, hay una puerta de cristal que va hacia una terraza y al techo. Kaneki pasa su mano por encima de la mesa y un poco de polvo se desprende de la madera.

Tsukiyama se aclara la garganta para llamar su atención, —Hay un cuarto libre que podría ser para tus libros o un lugar de estudio para Hinami, o quién sabe, tal vez Banjō decida terminar de aprender a leer.

Kaneki sacude su cabeza, sabiendo que era una broma vacía, siendo que él mismo le había estado enseñando a Banjō desde hace rato. Tsukiyama encoge los hombros inocentemente y voltea hacia la puerta de cristal y sigue, —De aquí puedes ir a la terraza; todavía no está amueblada, como el resto del departamento, pero pensé que sería mejor ir juntos, como antes, por ese tipo de cosas… Hacer de este chateau algo especial.

Kaneki nota que no menciona la puerta restante. Tsukiyama persiste, —Esta vez podrían ir los demás. la primera vez casi no los tomamos en cuenta y..

Kaneki se encuentra frente a la puerta restante y sin mirar a Tsukiyama dice, —Y detrás de la puerta número cuatro..

Kaneki cree escuchar el latir del corazón de Tsukiyama acelerarse. Sonríe un poco cuando dice, —Este es nuestro cuarto, ¿verdad?

—Kaneki, espera, —Tsukiyama camina hacia Kaneki extendiendo el brazo para tomarlo del hombro, pero Kaneki ya abrió la puerta.

Kaneki entra por completo a un cuarto con el mismo tipo de ventanal que en la sala. A diferencia del resto del departamento, este cuarto sí estaba decorado. Había una cama matrimonial al centro, a sus lados unos burós con cajones. Al frente y aun lado de la puerta, la pared entera estaba llena de estantes para libros, y cerca del ventanal dos sillas y una mesita. Había un florero sobre la mesita sin flores. Había un portal al otro lado de la cama que daba a un closet abierto que daba a un baño.

Kaneki alza la mano mientras que camina, para tocar los estantes de madera. Llega hasta el ventanal, donde están las sillas y la mesita. Escucha a Tsukiyama caminar detrás de él, la respiración contenida. Kaneki mira el florero al centro mientras que dice,

—Siempre estará lleno de flores, me imagino.

Tsukiyama siente como el corazón le late a mil por hora en su pecho, como todos sus sentido están activos, receptivos, dirigidos sólo hacia la única otra persona en la habitación. El magnetismo de Kaneki no era nuevo para él, pero en este lugar… En esta habitación que él mismo diseñó… Logra susurrar un "Sí" un poco ahogado.

El joven de cabellos blancos le da vuelta a la silla, y se sienta cuidadosamente sobre ella, mira hacia el cielo, no voltea atrás.

—Desayunaremos aquí a veces, ¿verdad?

Tsukiyama no se da cuenta que sólo asiente la cabeza, sin emitir sonido alguno.

—Te sentarás aquí, conmigo, y platicaremos. O leeremos. O…

Kaneki no puede continuar. Voltea a ver al hombre con quien ha decidido pasar el resto de su corta vida (aunque aún no se lo diga), y está llorando. Con la luz en sus ojos y la boca llena de promesas, el Gourmet camina hacia Kaneki, le ofrece su mano (su corazón) y lo lleva hacia la cama.

—Todos los días hasta que te arrebaten de mi cuerpo, frío y tieso.

Kaneki sabe que el mundo tiene que acabar en algún momento, pero si ocurre mientras que está en los brazos de este hombre, le importará poco.

Ese día no regresan con los demás.

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El día que abre el telón a la noche triste de esta historia es uno en el que nuestra pareja predilecta está tomando café en un rinconcito del distrito 14.

Ese día por la mañana, el ex grupo anti-Aogiri empacó todas sus pertenencias para mudarse al nuevo departamento. Han pasado unos días desde que Kaneki le dio el visto bueno y los que tenían que renunciar, renunciaron a sus trabajos. Es el primer día en meses que tienen libre y todos salen del departamento, incluyendo Hinami, quien bajo la escolta de Banjō y los demás, van al nuevo departamento, cargando con sus pocas pertenencias personales.

Tsukiyama les dice que los muebles y demás cosas las moverán trabajadores personales, y que deberían mejor ir a ver qué exactamente había a su disposición. Emocionados todos, se van sin más, y dejan a la pareja sola. Kaneki insiste en que deberían de también ir a dejar algo suyo en el departamento, simbólicamente, por lo menos, con los demás. Pero Tsukiyama le recuerda que ya estrenaron su cama, y no necesitaban más ofrendas simbólicas.

Kaneki se sonrojó de pies a cabeza y su mano cubrió la mordida que tenía en el cuello. Tsukiyama suelta una risilla divertida y Kaneki se rehúsa a dirigirle la palabra. Tsukiyama, en vez, rueda los ojos y busca entre las cajas de Kaneki una en específico que sabía estaba llena de libros.

Tsukiyama elige uno y le dice, —Dejaremos este en el estante. ¿Está bien?

El de cabellos blancos le mira sospechosamente y al ver la cubierta del libro, dice, —¿La Odisea?

Tsukiyama sonríe y dice, —Tiene un significado muy apropiado, ¿no crees?

Kaneki observa a su pareja abrir el libro ligeramente, como dejando que volaran las páginas aleatoriamente, cuando de repente se detiene en una. Justo en la comisura entre las páginas estaba una florecilla azul. Kaneki la reconoce inmediatamente. Alza sutilmente una de sus cejas y Tsukiyama se ríe.

—Ha estado escondida aquí desde hace mucho tiempo, ¿sabías?

Kaneki sacude la cabeza. Tsukiyama sonríe aún más. Saca otro libro de la caja. Nuestra señora de París. Kaneki toma el libro y lo ojea rápidamente. Aparece otra florecilla azul. Saca otro libro. Frankenstein. Otra florecilla azul. Kokoro. Las flores del mal. Flor azul. La metamorfosis. El Colgado de McGuffin. The drifting cloud. Flor azul. A este lado del paraíso. La mujer de la arena. La caída de la casa de Usher. Otra. El túnel. El aleph. Crimen y castigo. Y otra. Querido Kafka. Ana Karenina. Y otra. Don Quijote de la Mancha. Y otra. El ocaso. Y otra. Dr. Jekyll y Mr. Hyde. Dorian Gray. Cartas del diablo a su sobrino. El señor de los anillos. El nombre de la rosa. Werther. Las relaciones peligrosas.

En este momento, veinticinco flores después, Tsukiyama detiene a Kaneki diciendo,

—Ken, están dentro de todos. No necesitas verlas todas, ¿o sí?

Kaneki saca la florecilla de entre las páginas de Hamlet y pregunta, —¿Dentro de todos mis libros? ¿Todos?

Tsukiyama sonríe, —Tal vez sí debería dejarte abrirlos todos.

Kaneki le besa entre risas, mientras le coloca la florecilla en el ojal de la solapa del saco. Tsukiyama se queja de buen humor, —Espera, las vas a descompletar, cher.

Kaneki ya va saliendo del departamento, Hamlet en mano cuando responde, —No si te quedas conmigo, Shū.

Tsukiyama siente el corazón extremadamente lleno cuando camina detrás de Kaneki, susurrando, —Todos los días de mi vida.

El peso de estas palabras fue probado ni tres horas después cuando en la tele del café en el que estaban descansando, sale un reportaje especial en las noticias.

"Se ha establecido una red de vigilancia en el vigésimo distrito—"

"El CCG se ha desplegado—"

"Es posible que el objetivo, una cafetería—"

"Por el momento, el acceso a la zona se encuentra restringido—"

"Por su seguridad, no salgan de sus hogares—"

"Se cree que es una guarida de ghouls."

Kaneki se levanta abruptamente de su asiento y Tsukiyama necesita sostenerlo del brazo para que no se vaya corriendo. Kaneki vuelve sus ojos cenizos sobre los púrpuras de su pareja, y ambos se acuerdan de su antigua relación. Tsukiyama deja dinero sobre la mesa y ambos salen de ahí, corren, casi hasta llegar a una azotea desierta, separada de los oídos de la ciudad. Kaneki parece animal enjaulado, sus manos en sus cabellos blancos, murmurando mil cosas a la vez. Tsukiyama sabe exactamente que quiere hacer y no le gusta, no le gusta nada.

—Ken. Por favor, escúchame—

—No, esto no puede estar.. Esto no puede pasar, no ahora… —Kaneki quiere gritar de la frustración, siente la sangre hirviendo debajo de su piel, la adrenalina está bombeando en su cabeza, no puede, no quiere escuchar a Tsukiyama.

—Ellos saldrán de esta, es imposible que no sepan ya, —le suplica su pareja, se le acerca, pero Kaneki alza los brazos haciendo distancia entre ellos.

—¡No! Me rehúso a, a, a, —Tsukiyama ignora el lenguaje corporal de Kaneki y lo abraza fuertemente. El otro se retuerce y agita, mientras que Tsukiyama trata de tranquilizarlo, —No los vas a perder, cher, tranquilízate, por favor, escúchame—

—No puedo dejarlo así, Shū, no puedo dejarlos solos, así, tengo que ir, tengo que —Kaneki trata de zafarse del agarre en el que se encuentra, pero Tsukiyama se aferra con todas las fuerzas que tiene.

—¡No tienes que! No tienes que hacer nada, Ken, ellos saben perfectamente bien sobre las consecuencias—

Kaneki empieza a ver rojo, Tsukiyama continúa, sin darse cuenta,

—Se van a quedar para salvar las vidas de quienes dependen de ellos, es una estrategia—

La kagune de Kaneki se desenvuelve de los confines de su piel, cuatro garras carmín, separándolos abruptamente. El brazo de Tsukiyama se envuelve de púrpura igual de rápido. Kaneki no lo mira cuando grita con fuerza, —¡No me hables de estrategia! ¡Esas son personas, maldita sea!

—¡Yo no puedo permitir que hagas esto, Ken!

Kaneki está sobre el filo del edificio, ante una caída a la penumbra, y Tsukiyama no puede estar ahí con él esta vez. Tiene que aferrarse, debe salvarlo, ¿porque no deja que lo salve? El escudo de Tsukiyama se vuelve una espada peligrosa. Kaneki se ha vuelto muy, muy quieto.

—Shū.

Se miran a los ojos y Tsukiyama no puede evitar las lágrimas… ni el enojo. Se lanza, kagune fuera, sentimientos a flor de piel, hacia su amado, se lo llevaría en pedazos si era necesario.

—¿No puedes ver cuántos son? ¡Qué nos ves que ante tal poder de combate, aun con mis conexiones personales—

Lanza golpes que el peliblanco esquiva fácilmente, pero una patada logra conectar y le arrebate el aliento. Tsukiyama lo termina enjaulando entre sus brazos.

—¡Aun con el poder de mi familia, no hay nada que pueda hacer para ayudarte si vas a pelear! Ambos caen al piso, Kaneki debajo de Tsukiyama, atrapado, terriblemente quieto. Le mira arrepentido pero Tsukiyama sabe, en sus profundidades, que esto es inevitable.

La expresión de Kaneki está nublada, lo está pensando. No es como si no hubiera aprendido nada en esto días, que no se hubiera dado cuenta de los valores de sus vidas, pero… Nada de esto cambiaba el hecho de que si no podía regresar a Anteiku, si no podía salvar al gerente, su deuda nunca sería saldada, nunca podría intentar una vida mejor. Anteiku era.. Kaneki puede sentir las lágrimas de Tsukiyama caer sobre sus mejillas, y torna sus ojos a la cara de su pareja. Tsukiyama niega con la cabeza bruscamente, —No, no, no, mon petit, mon coeur, por favor, no lo hagas…

Kaneki se pregunta cómo ha de verse, qué será lo que verá Tsukiyama en sus ojos que lo tenga así. No es como si nunca estuvieran en peligro. No es como si lo que estaba pasando en Anteiku no le fuera a pasar a ellos también, después. Como si no hubieran sabido que sus vidas eran cortas. ¿Qué importaba si se adelantaba uno o dos años?

Tsukiyama lanza su última defensa, —Te amo.

Los ojos de Kaneki se abren, un poco, casi imperceptiblemente, y Tsukiyama, no puede creerlo, pero está rogando, —Te amo, Ken. ¿No es suficiente?

Esto hace que Kaneki se detenga, sólo un segundo, en su discurso interior nihilista. Tsukiyama aprovecha el momento:

—Tú y yo y Hinami y Banjō y Sante y Jirō e Ichimi. En ese apartamento que haremos todos.

Kaneki piensa en Touka, Irimi, Koma, Nishio, Yomo. El gerente. No importa las dificultades y distancia que tuvieron en los últimos meses, en los últimos días, ellos eran su primera familia. No la que más quería, ni la que había escogido, pero la familia que lo había acogido sin preguntar, sin titubear. Ellos merecían también ese final feliz, ¿no?

Tsukiyama puede ver la determinación en los ojos de Kaneki y cae sobre él, llorando. Kaneki lo abraza fuertemente y Tsukiyama no se puede detener, se hunde por completo.

Kaneki lo besa, como si fuera por última vez, y se va. Tsukiyama se queda en el techo. La noche cae. El telón se abre. La tragedia comienza.

En otra vida, Tsukiyama no dejará de llorar hasta el amanecer.

Tratará de acordarse de estos días bañados de luz durante los años que seguirán, pero la noche del ataque de Anteiku seguirá deshaciéndose de todo recuerdo, incluyendo aquel del olor de su amado, hasta que no quede nada más que la locura del olvido. No tendrá fuerzas, nada tendrá sentido en su vida y su única luz del mundo se habrá esfumado.

En otra vida, poco a poco, los pensamientos de él son deshojados de esa secreta flor del amor, la última rosa escondida en un libro, seca y olvidada: muerta. Su único descanso, vana ilusión, será de pensar que están los dos juntos, mente y alma, enterrados en las tinieblas.

En esta vida, Shū Tsukiyama no dura ni cinco minutos llorando.

No puede dejarlo morir, no puede. Le marca a Hori para que le ayude a pensar, que le ayude a pensar algo que tenga sentido porque está a una idea más de irse detrás de Kaneki a pelear. Y él sabe, más que nadie, que eso no resolverá nada. ¿Por qué Kaneki no podía aprender que estando muerto no le ayudaba a nadie? ¿En verdad no entendía cuánto lo necesitaban? ¿Cuánto lo querían? ¿Qué este sacrificio era tanto para los residentes actuales de Anteiku como para él?

Little mouse, por favor, no sé qué hacer, Kaneki se fue a pelear al distrito 20 y no me escuchó, —Tsukiyama batalla con el nudo que tiene en la garganta, —Él me dejó atrás..

Hori no necesitaba preguntar qué era, aunque sí le sorprendió la noticia. Lo pone en alta voz mientras ajusta el lente de su cámara para tomar una foto de algo que ve a la distancia. Tsukiyama sigue hablando al otro lado de la línea,

—¿Qué voy a hacer, Hori? ¿Qué voy a hacer sin él?

Que si se moría, que si moría… Tsukiyama ni siquiera quiere pensarlo. Kaneki, no importa que tan trillado sonara, era su raîson d'etre. No importa que tan dramático fuera, Tsukiyama no cree poder vivir sin él. El extravagante ghoul había dedicado su vida a definir lo gourmet a encontrarlo entre miles de cadáveres; cuando se da cuenta que lo que buscaba era a Kaneki y que luego fuera arrebatado de su alcance…

Hori, al otro lado de la llamada dramática de Tsukiyama dice finalmente, —Creo que.. Tal vez puedo ayudarte. Aunque este favor te va a costar; es uno difícil.

Tsukiyama reacciona de inmediato, —Haré lo que digas, Hori, te pagaré lo que quieras. No importa lo que necesites, ya sabes que cuentas conmigo.

Hori sonríe. Este Tsukiyama nuevo, tan distinto al ghoul que alguna vez fotografió devorándose a un corredor en el parque, era mucho más interesante. Sin mencionar a Kaneki; él siempre ha sido interesante.

—Te marco en cuanto lo alcance.

Hori cuelga para dejar de escuchar el llanto dramático de su mejor amigo y guarda su celular. Mira a su alrededor; el techo en el que está escondida era un muy buen lugar para tomar fotos de los eventos de día, pero el deber llamaba. Saca otro celular de su bolsillo y mira los mensajes sin responder. El hombre a quien buscaban era escurridizo, sin embargo, en este momento no podía darse el lujo de no encontrarlo. Tendría que usar su as bajo la manga.

Manda dos mensajes solamente y empieza a caminar hacia el viejo departamento de Tsukiyama.

Tsukiyama, por su parte ha recibido un mensaje de Hori que dice: Nos vemos en tu viejo departamento y necesito un vehículo de escape. Tsukiyama le marca a Matsumae, no tiene tiempo que perder. Diez minutos después, Matsumae aparece en una camioneta pick up y trae puesto lentes de sol aunque es de noche.

Veinte minutos después, llegan al departamento. Banjō y los demás están sentados afuera viéndose de lo más tristes; Hinami estaba llorando, la cara escondida en sus manos cuando se da cuenta que es Tsukiyama quien estaba subiendo las escaleras exteriores. Se levanta de golpe y corre hacia él a pesar de los llamados de Banjō.

Hinami no le avisa antes de abrazarlo, pero el Gourmet ya tenía los brazos abiertos.

—¡Tsukiyama-san, mi hermano agarro su máscara y se fue! Se fue a pelear; ¿por qué, por qué?

Tsukiyama siente como si le estrujaran el corazón. Besa la cabeza de Hinami, y la abraza fuertemente, sintiendo el nudo en la garganta otra vez,

—Hinami, Kaneki es… Kaneki es...

Hinami comienza a llorar otra vez, y entre sollozo dice, —No lo pudimos detener tampoco, no quería escuchar.

Pocos segundos después, Banjō aparece detrás de Hinami y Tsukiyama puede notar las lágrimas secas en las esquinas de sus ojos.

—Oh, Banjō, no fue tu culpa…

Banjō baja la cabeza, los manos echas puños a sus lados, y dice, —No nos escuchó a nosotros y tampoco quiso que fuéramos con él. Tsukiyama.. Perdón.

Hinami abraza a Tsukiyama más fuerte y Tsukiyama al fin entiende. Estaban preocupados por él. Porque sabían que de todos ellos, Tsukiyama era quien más amaba a Kaneki. Tsukiyama se muerde el labio inferior con fuerza y respira profundamente. Tenía que ser fuerte para ellos. Ellos eran parte de su familia ahora. Ellos confiaban en él ahora. Hinami nota esto y alza la mirada, —¿Tsukiyama-san?

—No vamos a dejarlo morir, my little flower. Banjō.

Los dos ghouls lo ven extrañados. Banjō es quien reacciona primero, —Espera, ¿qué tienes planeado, Tsukiyama?

Tsukiyama saca un pañuelo de su bolsillo y se lo ofrece a Hinami. Voltea a ver a Banjō y le dice, —No tengo un plan todavía, pero...

—Pero tal vez tenga ayuda.

Los tres ghouls voltean a ver, incrédulamente a los dos humanos que acaban de aparecer en el pasillo de su hogar. Eran un hombre y una mujer; una, la que hablo, era la recopiladora de información y fotógrafa, Hori Chie, amiga de Tsukiyama, pero el otro era una nueva cara. De cabello rubio, casi amarillo, y una mirada que le puso el pelo de punta a Banjō, el otro alza la mano derecha para saludar.

Tsukiyama mira a Hori, aliviado, pero extrañado, y dice, —Little mouse, ¿y el humano quién es?

—Yo, mi estimado Shū Tsukiyama, me llamo Nagachika Hideyoshi. Dime Hide, por favor.

Tsukiyama no sabe si está seguro de que le guste esta nueva persona, pero algo en él le es extremadamente familiar. Hori no espera a que el cerebro de Tsukiyama conecte los puntos. Dice, —Este chico va a ayudarnos a rescatar a Kaneki.

Instantáneamente tiene la atención de todos los ghouls presentes, incluyendo los tres escondidos en la sombra de la noche, más cerca a la entrada del departamento. Banjō es el primero en hablar, —¿Vamos a rescatar a Kaneki?

Hori asiente con la cabeza y señala a Hide.

—Él ya tenía el plan de contingencia desde hace unos días que se enteró de la operación. Sólo que ahora tiene ghouls a su disposición.

Tsukiyama logra recordar quién es en ese instante.

—Tú eres el mejor amigo de Kaneki. El amigo que tuvo que dejar atrás.

La mirada de Hide se afila, pero el rubio sonríe y dice, —Eso nos hace iguales, ¿no?

Tsukiyama aprieta los labios. Hace unos meses lo hubiera matado sin chistar. En este momento solo rueda los ojos y dice, —Y tu sentido del humor es igual de cortante, no me sorprende nada.

Esto le saca una risa sorprendida a Hide y Hinami (quien había estado viendo todo con cierta ansia) al fin logra respirar profundamente. Hide sacude la cabeza, viendo hacia el piso, como pensando que esto era una mala idea, pero termina alzando la cara con una sonrisa. Se dirige a Tsukiyama y pregunta, —¿Conseguiste un vehículo de escape?

Tsukiyama asiente y señala con la mirada hacia la calle en donde espera Matsumae con la camioneta. Hide y él comienzan a platicar; Banjō, no tiene el mejor presentimiento sobre esto, pero deja que la gente con las sonrisas maquiavélicas planee como quieran. Hori toma a Hinami de la mano y se acerca a los ghouls entre las sombras. Jirō saluda calurosamente a Hori y entran al departamento.

En esta vida, Shū Tsukiyama conoce a Hideyoshi Nagachika y el escenario cambia.

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Alejado de la civilización, al filo de una caída libre, Kaneki observa cómo se despliega el CCG para crear un perímetro alrededor de Anteiku. La noche está tranquila, solo una ligera brisa recorre la ciudad. Máscara en mano, vestido de negro, está esperando a que la batalla comience. No le sorprende la visita inesperada de Nishiki Nishio.

—¿Así que irás?

Kaneki voltea a verlo; Nishio sonríe amargamente.

—¿Siempre habías sido así de estúpido?

Kaneki toca su barbilla, como pensando, pero finalmente no dice nada. Baja de la estructura en la que estaba y cae sobre la azotea vecina en la Nishio lo espera. Los dos se miran resignados y terminan sentados, el uno a un lado del otro, como si hubieran sido amigos toda la vida. Se habían tratado de mata y de salvar y de tratar. Tsukiyama terminó siendo su pareja. De cierta manera Kaneki entiende que hay sentimientos más profundos que la camaradería o la empatía. Como decían los romanos... La sangre es más densa que el agua.

En el caso de los ghouls, haber tenido la sangre de alguien más en las manos era el augurio de una conexión inquebrantable. La maldición de los inmortales…

Kaneki suspira y Nishio empieza su discurso así:

—Este lugar tiene la mejor vista, ¿no crees?

Kaneki había llegado a la misma conclusión hace unos momentos, sin embargo, dejó la azotea en cuanto recordó que sólo unas pocas horas antes había estado en una azotea muy similar con Tsukiyama. Toca su mejilla inconscientemente, sintiendo caliente el lugar donde cayeron las lágrimas del Gourmet.

Nishio seguía hablando.

—Mira esa cantidad de personas.. Las palomas son tan infantiles, en verdad. Es sólo una cafetería. ¿Y qué si algunos ghouls se juntan a tomar un poco de café?

Se ríe amargamente. Kaneki no dice nada.

—De esta forma todo va a terminar abruptamente... Los días que habíamos pasado tan naturalmente... se desmoronaron en un segundo.

Kaneki sacude la cabeza, —No tiene que ser así. Podemos reconstruir. Podemos…

Nishio lo interrumpe, —Sólo podemos hacerlo si evitamos el radar de las palomas por un rato más.

Kaneki aprieta los labios, Nishio continúa, —En toda esta matanza, en la confusión, saldrán algunos cuerpos a los que designarán "los empleados del café". De esa manera.. De esa manera, dijo el gerente, los demás podremos pasar desapercibidos.

Kaneki siente como sus uñas se encajan en las palmas de sus manos pero no dice nada. Tsukiyama le llamó una estrategia. Kaneki mejor que nadie sabe que es sólo otra manera de decirle al suicidio.

—Ese hombre.. No consideró el mal sabor de boca que nos dejarían sus muertes.

Kaneki mira a Nishio de reojo y mantiene su silencio. No quería pensar en esas palabras. No quería pensar, punto. Quería actuar. Quería ayudar. ¿Por qué no podía ayudar nunca? ¿Por qué tenía que ser débil?

Nishio, por su parte, no sabe exactamente qué estaba haciendo. Era ya muy tarde para Kaneki. No tenía sentido que tratara de hablar con él. Él ya estaba decidido. Nishio hacia la calle, hacia las palomas y la noche. La luna se esconde detrás de una nube y la luz artificial de la ciudad los ilumina. Nishio mira a Kaneki.

Creciste mal; diste una mala vuelta y creciste chueco. Lo que florece y te corona hace que te dobles bajo su peso, hace que veas perfectamente en donde te torciste y la falta de fundamentos. Una flor que debía de haber sido cortada desde la raíz para que pudiera crecer recta y saludable.

Kaneki voltea a mirarlo y Nishio puede ver cierta vulnerabilidad. Le pregunta, —¿Y tú, Nishio?

El castaño se ríe arrogantemente y dice, —Obviamente me voy a ir; si fuera a pelear, el viejo Yoshimura y los demás habrán muerto en vano. Aparte…

Nishio voltea a hacia la ciudad.

—Aparte están las palabras de mi maldita hermana.. "Vive", me dijo. Así que.. Iré a reunirme con Kimi y luego me iré.

Se levanta el de anteojos y se desempolva los pantalones. Kaneki tarda un poco, pero reacciona a lo último que dice.

—¿Vas a ir a verla… antes de irte?

Nishio no lo voltea a ver, pero responde, —¿Qué? ¿Quieres que me vaya sin decirle nada? No.. Sería problemático, ¿no crees?, hacer que me esperara hasta que fuera una anciana.

Nishio sonríe sinceramente.

—Además.. Tengo que estar una vez más con esa gran mujer.

Kaneki siente que no puede respirar. ¿Qué estaba haciendo? ¿Qué estaba haciendo aquí sin Tsukiyama? ¿Qué quería probar? Aprieta los puños, no puede pensar en esto. No sabía todavía si moriría o no.. Tal vez.. Tal vez... Mejor piensa en otra cosa.

—Si no te hubiera llevado a la cafetería no tuvieras que..

Nishio lo interrumpe, —No empieces con esas cosas tontas, me dan asco. Aparte.. No te culpo.

Kaneki lo voltea a ver. Nishio mete las manos a sus bolsillos, y mira hacia el piso donde está la máscara de Kaneki. Tirada así parece inofensiva, un pedazo de tela y accesorios. Pero esa era la cara del Ciempiés— el asesino, el monstruo, el caos personificado. Era el arma que usaba Kaneki para transformar la realidad a su alrededor. Pasan unos segundos, la brisa se eleva, Nishio suspira.

Nishio puede ver su expresión terca y toma su hombro mientras dice,

—Oye, Kaneki, en verdad no tienes que usar eso, ¿o sí? —Nishio señala su máscara, —Está bien si vives, sabes, es normal. Quererlo. Y.. tienes a gente esperándote, ¿no?

Kaneki su cara y quita la mano de Nishio de su hombro. El corazon se le acelera, sus manos sudan, el viento que antes era silencioso es ensordecedor. Se levanta, tratando de vaciar su mente de todas las imágenes que se le amontonaban, como un collage de fotografías, Hinami en un vestido nuevo, claveles rojos, Banjō cocinando, Jirō viendo la tele, un montón de libros llenos de flores azules proclamando amor verdadero, Ichimi mostrándole a Sante un paso de baile, un departamento en el cielo, cabello púrpura y una sonrisa de zorro, trajes italianos y formas geométricas en colores extravagantes. Tsukiyama. Tsukiyama. Tsukiyama.

Kaneki dice:

—Me pregunto con qué sentimientos el gerente estaba cuidando de ese lugar.

Toma su máscara del piso. Quiso decir: "Este lugar existe por el gerente, él es Anteiku, él esperando a alguien".

—Él es una persona que ama a la gente, demasiado.. ¿Por qué tienen que…?

Se acomoda el cuello alto de su traje, cubriendo cuidadosamente el moretón ahora púrpura en el cuello.

Quiso decir: "Él es bueno, él merece vivir. Y yo.. Yo soy inservible."

Se empieza a colocar la máscara y Kaneki termina diciendo, —Había decidido hacer mi mejor esfuerzo con todos, pero, solo una vez más creo que trataré de hacerlo todo yo.

Nishio alza la mirada y ya no es Kaneki hablando. El viejo Parche, ahora Ciempiés, le mira fríamente.

—Ve con Kimi, Nishio. Adios.

Y la figura de Kaneki es envuelta en la oscuridad de la noche.

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Muchas cosas pudieron haber salido mal este fatídico día, sin embargo, días después, Kaneki despierta de golpe, la luz matutina de siempre llamándolo al mundo de los vivos. Su vista está impedida, siente como si su costado estuviera en llamas, y la boca la tiene llena de sangre humana. Aun así, nada sale de su garganta, la siente inflamada y lastimada. Voltea a los lados y reconoce el lugar. Es su cuarto en el departamento de Tsukiyama; las cajas de sus libros siguen envueltas en plástico y lo que sirve de cortina en su ventana es una sábana vieja. Identifica un peso en su regazo. Por un extraño momento no reconoce la cabeza rubia y café. Siente el corazón en el estómago cuando, poco a poco, ojos cafés se incorporan al mundo y la cara de su mejor amigo se enfoca por completo en su vista.

Nagachika Hideyoshi no había estado en presencia de su mejor amigo por exactamente 7 meses 13 días y 9 horas. Aunque la cara del susodicho no era la imagen de calidez y asombro, no importaba. Este era su mejor amigo; un introvertido de ridículo magnetismo. Convertido en ghoul, torturado por un demente, acogido por una guarida de ghouls, líder de su propio grupo de rebeldes y casado, al parecer. Esa última no la sabía. Esa sí fue una sorpresa y eso que Nagachika había estado muy al tanto de su mejor amigo (aunque no de cerca). Si Kaneki se daba cuenta de que Nagachika sabía todas estas cosas antes de tiempo… Tenía el presentimiento de que no lo tomaría del todo bien. Claro que este tampoco era el mejor momento.

Mientras que Nagachika observa cómo poco a poco Kaneki regresa a la realidad, piensa que no podía haber mejor momento que este momento. Su amigo había estado legalmente muerto durante media hora y en coma por todo un día. No había mejor momento que el presente. No cuando no sabían si al siguiente iban a tener que pelear por sus vidas. Nagachika espera con paciencia.

Por otro lado, Kaneki está entrando en pánico lentamente. Hide estaba aquí. Esa persona frente a él. El humano. Ese era… pero no podía… Hide no sabía… Kaneki siente, antes de saber que lo está haciendo, sus manos en su cabello. Su cabello blanco. Con sus manos torcidas y uñas negras. Su apariencia de monstruo. Su respiración se acelera,

—Hide, tú.. ¿Qué estás—? ¿Qué estás haciendo.. Aquí? No puedes..

Hide lo mira y actúa con cuidado, Tsukiyama le dijo que algo así podría pasar. Kaneki seguía murmurándose cosas, como si pensara que Hide no estaba ahí. Se jalaba el cabello y escondía la cara, aun en la sombra del cuarto, Hide podía ver como aparecían pequeñas venas negras en sus sienes. Hide decide hacer lo que su intuición le dice y toma a Kaneki del hombro y lo sacude un poco.

—Kaneki, tranquilo, sí estoy aquí.

El de cabellos blancos se detiene abruptamente. Dentro de su cabeza todo está hecho marañas negras de miles de hilos araña, pero la voz de Hide es una espada cortando todo. Hide le sonríe, como siempre, como toda la vida y le dice,

—Kaneki, estás bien. Ya estás en casa.

Hide no había podido ver a su amigo de cerca en mucho tiempo, pero ahora podía ver hasta la cantidad de pestañas que tenía. En la quietud del cuarto, la que había caído por el silencio de Kaneki, Hide podía escuchar cada respiro. Kaneki por su parte, con cierto temor, alza su mano izquierda y la coloca sobre la mano que colocó Hide sobre su hombro.

Está cálida.

Era una mano de verdad.

Era la mano de Hide.

Alza la mirada. Hide se ríe. Kaneki suspira, sale entrecortado y sus ojos le pican.

—Hide... —Kaneki susurra aun cabizbajo, —Entonces.. Tú.. Tú sabes que yo.. Que yo soy un..

Hide sacude a Kaneki nuevamente, ahora con ambas manos en sus hombros, —Ya sabía, desde hace rato. No importa nada, sólo que estés a salvo.

Kaneki deja de controlarse y se le echa encima a Hide. Lo abraza fuerte y Hide se ríe de la sorpresa y lo abraza de vuelta.

—Tenías que extrañarme, ¿verdad? No puedo creer que sólo hasta hoy me hayas abrazado, ingrato, au, espera, eres mucho más fuerte ahora..

Terminan sobre la cama lado a lado, ambos sosteniéndose las costillas, adoloridos, aunque por distintas razones. Después de unos segundos, el silencio vuelve a reinar. Hide está cómodo en el silencio tan típico de Kaneki, y Kaneki, pues, él tiene muchas preguntas, demasiadas. No tiene idea en dónde empezar. Hide, como siempre, es quien rompe el hielo.

—Entonces.. Rize y Tsukiyama no son muy distintos.

—Hide.. —Kaneki se pone de lado y oculta su cara en sus manos, colorado hasta las orejas. Hide continúa, de buen humor:

—No, en serio, tienen un mismo aire.. Bueno, primero que nada, el cabello, cómo hablan, muy educados y así, y apuesto que Tsukiyama también lee como tú. Hoy estaba leyendo un libro en inglés.. Hmm. Creo que era Faulkner.

Kaneki hace un ruido desde su garganta, totalmente apenado. Hide sonríe muy divertido y le pica, aunque ligeramente, el costado, para decirle, —Ni siquiera sé por qué te da tanta pena; me dijo que ya se casaron. Un poco frío de tu parte no invitarme, por cierto.

Kaneki se voltea abruptamente y Hide tiene la decencia de no reírse en su cara. Kaneki se ve más que mortificado y lo único que logra decir tras varios segundos de tartamudeo, —¡No es lo que crees! Los ghouls se casan distinto a los humanos y no es como si fuera planeado, bueno, tampoco no fue de la nada, digo, nos conocemos de rato, pero no es como si no lo pensase, cómo te enteraste, no, no, esto es, alguien, no puede ser, voy a matarlo—

Hide logra aguantarse sólo hasta ahí. Kaneki se levanta rápidamente, y parece decidido a salir a matar a alguien, así que Hide se levanta con él, lo agarra de los hombros y lo vuelve a bajar.

—Espera, espera, Kaneki, estás lastimado aún. Tranquilo.

Kaneki sigue murmurando cómo exactamente va a cometer asesinato, cuando Hide decide interrumpirlo tocándole una herida en su cuello. Un moretón que poco a poco se estaba desvaneciendo. Kaneki se sonroja otra vez y se lo tapa con la mano. Hide le dice, —Así me enteré. Es muy visible sabes; ni siquiera tuve que preguntar, Banjō lo hizo por mí.

Kaneki suspira y pregunta, —Ya conoces a todos supongo.

Hide sonríe inocentemente, —No entiendo la pregunta.

Kaneki alza las cejas, —Hori fue quien te llamó.

Hide alza sus manos en son de paz, —Ella y yo tenemos algo de historia, como todos los que husmean en esta ciudad.

Kaneki le pega en el brazo, pero el movimiento le estira un poco una herida e inmediatamente se vuelve a sentar correctamente. Hide se soba el brazo mientras dice, —En verdad eres muy fuerte; no sabía qué tanto hasta que te encontramos, Tsukiyama y yo.

Kaneki se vuelve muy quieto. No se acordaba de eso. Mira hacia su cuerpo y al fin se da cuenta de su estado. Su cuello estaba descubierto porque estaba usando una de sus camisetas grandes y sueltas. Tenía vendado todo el torso, las rodillas y los dedos de las manos. Tenía múltiples gasas pegadas con cinta en varios lugares y usaba unos shorts de entrenamiento. Hide le sacude el cabello y dice, —Tendremos que cortarte el cabello también, supongo. Nunca te lo había visto tan largo.

Kaneki asiente, callado, tratando de recordar. ¿Qué pasó después de que bajó a la pelear? Recuerda encontrar a Koma y separarlo de la pelea.. Luego fue ayudar a Irimi.. Y luego.. ¿Y luego?

Kaneki de repente se acuerda de algo. Voltea a ver a Hide quien estaba solo esperándolo pacientemente y pregunta, —¿Y mi máscara?

Hide hace una mueca como de disgusto, pero mete la mano en el buró a un lado de la cama y saca la máscara de piel intacta. Se la pasa y Kaneki le mira intensamente. Con que había sobrevivido. Suspira. Hide sonríe con sólo una comisura de sus labios y dice, —No sé de dónde la sacaste, pero me hace cuestionar tu gusto, Kaneki. Está demasiado genial para ti.

Kaneki rueda los ojos y ahora le pega a Hide con la máscara. El sonido del zipper metálico le recuerda algo. Una cruz metálica en una cadena colgada del cuello de un investigador.

Amon.

—No se ha encontrado el cuerpo del Investigador Amon desde el final de la operación.

Al parecer lo dijo en voz alta. Kaneki mira a Hide, un poco alterado, y Hide dice, —Intervinimos justo al final, no quise poner en peligro a Tsukiyama; tengo entendido que su familia está integrada en la sociedad humana, así que, en cuanto tú y Amon se dieron el golpe final, Tsukiyama entró al campo.

Kaneki lo puede ver pasar en su mente mientras Hide narra la situación. Cayó al piso, mitad del torso inexistente, y en vez de oscuridad, ve púrpura. Era Tsukiyama, estaba usando un traje como los del CCG, negro de pies a cabeza, y la armadura y casco. Le decía cosas, Kaneki no las recuerda bien, tal vez no podía escucharlas del todo, pero lo acomoda en sus brazos y empieza a correr. Había otro soldado frente a él, que ahora se da cuenta era Hide, pero fueron intervenidos… por ghouls. Ghouls que no eran de las facciones de Irimi y Koma.

—Había otros jugadores en el tablero… —susurra Kaneki. Hide asiente la cabeza y dice, —El Árbol de Aogiri se presentó. Dicen que el verdadero Búho se llevó al falso.

Kaneki baja su mirada y soolo ve sus manos hechas puños. Su mirada se empieza nublar. No pudo salvar al gerente. El maldito Árbol de Aogiri seguía usándolos para sus propios beneficios. Nada había cambiado. Ahora Amon estaba perdido, Hide se estaba involucrando con ghouls, y Tsukiyama.. Kaneki suspira, y finalmente, un olor dulce se cuela en sus sentidos.

Mira hacia la mesita a un lado de la cama y había, en un vaso, una rosa en agua. Hide sigue su mirada y dice, —¿Quieres verlo?

Kaneki siente penas, culpa, desesperación, y un sinfín de sentimientos que se hacen marañas en su cerebro, pero también, en lo más profundo de su ser, necesita ver a Tsukiyama. Asiente la cabeza.

Ahora es el turno de Hide para suspirar. Vuelve a sacudir su cabello, pero en vez de hacerlo rápidamente, termina lentamente arreglándole el cabello y acariciando su sien. Kaneki y él nunca habían sido tan táctiles, bueno, no durante tanto tiempo, y en retrospectiva no había pasado tanto tiempo a comparación del tiempo que han sido mejores amigos, pero Kaneki agradecía la cercanía al igual que sospechaba de ella.

—¿Hide?

Hide sonríe suavemente, sincero pero atenuado, como aliviado y cansado al mismo tiempo.

—¿Ya no me alejaras? ¿Volverás a ser mi mejor amigo?

Kaneki una vez más siente que se le juntan las lágrimas en los ojos. Sinceramente no puede creer su suerte. Se muerde el labio, aguantándose las ganas de llorar y dice lo más claro posible, aunque sin mirar del todo a Hide,

—Nunca dejaste de serlo, Hide.

El rubio lo vuelve a abrazar. —Recuerda que somos como conejos, Kaneki. Nos podemos morir de tristeza, tú y yo, si no nos vemos.

Kaneki lo abraza de vuelta y sonríe, risas brotando naturalmente de su boca.

—¿Cómo se me podría olvidar eso?

Se separan y Hide le ayuda a Kaneki a levantarse. Todavía siente el cuerpo muy sensible y adolorido, pero quiere ver lo que le queda después de que se acabó el mundo. Así se sentía en verdad. Los escombros del Anteiku serán por siempre las ruinas de su primer hogar. Hide lo ayuda a bajar las escaleras, sosteniendo su mano y hombro, y Kaneki quiere decir que no lo necesita, pero en cuanto baja al primer piso y escucha las voces de sus amigos siente que ya no puede caminar.

¿Cómo iba a enfrentarlos cuando los dejó de tal manera? Básicamente los abandonó. Las cadenas familiares eran en verdad imposible de escapar. Los abandonó para irse a matar. Sus pies le fallan, pero Hide lo sostiene con fuerza. El rubio le mira con simpatía y dice,

—Te han estado esperando, Kaneki, por dos días. Creo que es muy tarde para regresar a dormir.

Kaneki entiende en ese momento. Esto no era un ciclo, no era un disco rayado. La vida transcurría en una sola dirección. Nunca iba a regresar a casa; ese nunca había sido el punto. Nunca será humano otra vez.

Kaneki y Hide caminan hacia la luz de la cocina y un olor familiar le da la bienvenida.

En la estufa estaban Ichimi y Banjō cocinando, muy concentrados. En la mesa estaban Jirō y Hori viendo algo en la cámara profesional, riéndose, y Sante estaba recargado contra la pared, medio dormido. Hinami le estaba dando la espalda pero inmediatamente voltea al escucharlo entrar.

—¡Hermano! Deberías estar recostado, aún no estás sano…

Kaneki estaba por responder cuando su mirada conecta con la de Tsukiyama. Inmediatamente su mente está en blanco. No hay nada ahí, solo ojos púrpuras. Cierra la boca, y mira a su pareja con tristeza. Su cuello y sus brazos están vendados y varias de sus heridas superficiales todavía no cicatrizan del todo. Su brazo izquierdo estaba en un cabestrillo y Hinami había estado volteada porque estaba ayudándole a comer. Tsukiyama parecía un héroe griego herido en batalla; él nunca iba a ser Penélope esperando a que regresara Ulises. Kaneki no sabe qué decir.

Tsukiyama sólo le dice una cosa:

—No me arrepiento de nada.

Este es el momento de la verdad. Kaneki está boquiabierto. Se tapa la boca con su mano. Este hombre. ¿Quién se creía este hombre, jugando así con su corazón? ¿Involucrándose en una pelea donde nadie lo llamaba? ¿Qué no se daba cuenta que lastimaba a sus seres queridos? ¿Que tenía personas que lo amaban? ¿Que lo aceptan? Kaneki era un tonto que no aprendía hasta el final, el eterno arquetipo del héroe trágico. Eso fue lo que él pensó en ese exacto momento. La cara de Tsukiyama no revelaba nada. Se levanta de su lugar y camina hacia él. Hide se hace a un lado, el cuarto se llena de silencio.

Kaneki baja la mano que cubre su boca, aún no sabe qué decir. Sólo sabía que no lo merecía; él no se merecía nada de esto. Era un asesino, un ghoul, una egoísta, un suicida, un traidor, un—

Tsukiyama lo envuelve un abrazo, tanto como puedo con uno de sus brazos ocupados, y le susurra, angustiado, —Nunca lo vuelvas a hacer, por favor.

Kaneki lo abraza de vuelta con fuerza y sacude su cabeza, las palabras imposibles en su cabeza. Inmediatamente Hinami se les une, llorando. Luego Banjō y después de eso todos. Nunca lo hubiera imaginado. Envuelto entre el cariño de tanta gente, buscado y rescatado, perdonado... Kaneki, en su vida pensó que algún día pudiera ser tan feliz.

De repente uno de ellos se resbala, alguien trata de agarrar a alguien más de soporte, no funciona y todos terminan en el piso. Otros en peor forma que otros, pero todos entrelazados y tirados en el piso. Hori toma una foto que Kaneki, muchos años después, le dice a quién la ve que se llama "Una avalancha".

Fin

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Y aquí acaba esta historia.

Ya, neta, no puedo creerlo, haha. He cambiado tanto y tantas cosas han pasado desde que inicié este proyecto. Creo que se nota en mi escritura. Por ese detalle y demás situaciones de cohesión gramatical, pido disculpas. Creo que le toca una re-editada a este trabajo, pero no será hasta después. Quiero darle gracias a todas las personas que me leyeron y esperaron y me animaron a seguir escribiendo. Especialmente le doy gracias a quienes no se rindieron, aunque actualizara casi nunca o quienes me mandaron mensajes de ánimo. Sin ustedes no acababa, la verdad.

No sé qué más decir. Estoy en shock. Al fin lo acabé. Si tienen dudas, manden mensajitos, los leo y respondo, lo juro. Nos vemos en otra historia.

Kiwi (interruptedPharos)