Hola!
Gracias a esas personitas que comentaron en este pequeño one-shot! Lo prometido es deuda, así que sin más les traigo el pequeño extra con la reacción de Mikasa. Es corto, pero está hecho con la mejor de las intenciones!
Gracias por la lectura y muchos besos!
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- Eren. –
La simple mención de su nombre en aquella tonalidad que lo hacía desvariar y enviar millones de feromonas a través de su torrente sanguíneo, bastó para comprender que se había equivocado terriblemente al invitar a desayunar al Ackerman a su dulce hogar. No era que desconfiara del mayor ni mucho menos, pero no se había puesto a meditar cuán riesgoso resultaría su inocente osadía.
Con la espalda baja apoyada en el repostero de la cocina en una incómoda posición y con el cuello siendo expuesto ante los demandantes besos del mayor, Eren supo que ya poco podía hacer para apelar al raciocinio de su novio que se había ido a dar una vuelta allá por la plaza. El hombre que estaba apegado a su cuerpo con las manos envolviendo su estrecha cintura y los labios reclamando territorio allí por donde se paseaban en su tierna clavícula, había dejado de ser su amado novio para dar lugar al alfa que exigía su cuerpo con la naturaleza de un animal.
- Todo el maldito lugar huele a ti. – Y allí estaba la raíz del problema. Tan simple y evidente que no supo cómo no se le ocurrió en primer lugar.
Llevaban casi un mes saliendo a escondidas, jugando a sortear las horas de ausencia de Mikasa con su buena fortuna que –valga recalcar- hasta ahora les había sonreído sin más; pero toda buena racha es perecedera y, más pronto que tarde, vendrían a enterarse ellos de aquella ley universal. Eren formuló una réplica que entre sus pensamientos sonaba mejor que aquel penoso gemido agudo que soltó. Poco a poco la calentura de su cuerpo comenzó a aumentar y se vio a sí mismo necesitando más de los toques demandante e insaciables de su pareja. Sin embargo, el delicioso sopor en el cual se encontraba naufragando terminó en cuanto la voz de su hermana hizo aparición.
- ¿Qué mierda está pasando aquí? – El matiz grave que utilizó les dio a denotar a ambos que tan grave era el asunto.
Mikasa Jaeger se hallaba en el umbral de la puerta, bloqueando la única salida de la cocina. Traía puesto su traje de ejecutiva, en su diestra yacía el maletín con el cual viajaba siempre que iba al trabajo, y en su rostro y en sus gestos se avecinaba el peligro. Fueron solo quince segundos de sorpresa los que tardó para entender lo que sucedía y, por fin, lo había terminado de comprender todo.
Comprendió entonces la variación en el aroma de su hermano que, en un intento inútil de este por pasar desapercibido, se bañaba en perfumes para desviar las sospechas; también entendió el comportamiento casi ausente y distraído del menor que confundió en un acto de buena fe como una gripa en maduración; así como las constantes salidas en los fines de semana y la lozanía en su piel que atribuyó como parte del celo. Apretó la mandíbula en un precario intento de calmas sus ansias asesinas y, en un rápido movimiento, asió con fuerza la muñeca del menor para traerlo a la seguridad de su lado. Lo que no previó fue que el otro alfa en la habitación haría lo mismo por mantenerlo del suyo.
- Suéltalo – Pronunció sílaba por sílaba asegurándose de imprimir en ellas todo el veneno posible.
- Suéltalo tú. – Ackerman no se quedó atrás quien, con toda la frustración que significaba ser interrumpido en plena introducción al acto sexual, no se dejaría amedrentar por una mocosa caprichosa.
- Yo… yo… - Y Eren se sintió patético y cohibido ante la destilación de dominancia que exacerbaban ambos alfas, dando lugar al omega que habitaba en su interior y que le rogaba bajar la cabeza en señal de sumisión. Eso decía su instinto, pero su cabezonería terminó por tomar las riendas en el asunto. – Mikasa, Levi es mi pareja destinada.
Si había alguna forma de empeorar la situación, el menor de los Jaeger la consiguió. Todo empeoró en cuanto Mikasa terminó de comprender que aquella vocecita pertenecía a su tierno hermanito que estaba por cumplir los quince años en cuestión de días. El significado del mensaje logró por hacerla imaginar las peores situaciones que una hermana mayor celosa puede maquinar… Y ardió Troya.
El desmadre que causaron en la cocina aquella mañana nefasta en la que Mikasa había olvidado el reporte financiero en su laptop – y por el cual tuvo que regresar a encontrarse con la incómoda escena- es historia aparte. Lo cierto fue que tanto Levi como Mikasa conciliaron mantener una relación distante y cordial por Eren, quien usando todo su repertorio de pucheros y gimoteos consiguió que la terrible pelea entre ambos alfas se calmara en cuestión de treinta minutos. La mujer los sentó a ambos en el sofá más amplio del departamento en cuanto se calmó.
- Explícame qué es lo que sucede aquí. – La pregunta no tenía destinatario, pero bien sabía Ackerman que iba dirigida hacia él.
- El mocoso ya te lo explicó. – Respondió fingiendo ignorar el ceño enfurruñado que se formaba en el rostro de su pareja al ser llamado sin más "mocoso". – Somos lo que la gente usualmente denomina como "destinados". – Al ver que la mujer frente a ellos seguía sin pronunciar palabra, continuó. – Lo supe en cuanto lo vi por primera vez. Lo voy a cuidar como si fuera mi vida entera.
Aquello no se lo esperaban ni Eren ni Mikasa, ni tampoco la tonalidad seria de su voz que ya no demostraba la usual soberbia con la que hablaba. El primero casi se le echa encima en cuanto comprendió cuán enamorado estaba de aquel alfa gruñón obsesionado con la limpieza, pero la voz de Mikasa terminó por refrenar cualquier acción suya.
- ¿Estás seguro de lo que me estás diciendo? – Ackerman solo asintió en señal de respuesta, ante ello Mikasa prosiguió. – Eren tan solo es un niño, aún va en secundaria y no sabe muy bien qué hacer con su vida. Es desordenado y se distrae con facilidad, se pierde constantemente por las calles y confía demasiado en los demás, es muy terco y es alérgico a las nueces y a los-
- Mariscos, lo sé. – Completó el sermón por ella. Ella se tomó medio minuto más para sopesar la mirada seria del mayor y, finalmente, dio su veredicto final.
- Espero que así sea, sino me veré en la necesidad de tomar medidas. – Mikasa fingió ignorar el bufido que soltó el mayor y prosiguió. – Después voy a hablar contigo, Eren.
El menor de los Jaeger solo tembló ante la mirada seria de la mayor, y supo desde entonces que poco o nada podría hacer por evitar la incómoda charla que sabía se avecinaba. Sería mentir si dijéramos que desde entonces serían una especie de familia feliz; lo cierto fue que ambos alfas no se llevaban ni se llevarán bien jamás, pero tenían algo en común que compartían y, haciendo gala de ello, fue que establecieron su acuerdo de paz implícito procurando siempre encontrarse lo menos posible. Es cierto que el amor puede hacer milagros, tal y como aquel que se formaba en el interior del vientre del menor con la paciencia que se toma la vida en crear una nueva.
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