N/A: Caí en la tentación de escribir sobre ellas, ya desde hace bastante tiempo quise publicar algo, pero después de todo lo que ha pasado ya no pude resistirme más. Hay suficientes fanfics de clexa para sobrevivir (aunque nunca hay suficientes...), pero necesitaba uno que no fuera AU, así que lo escribí yo xD.

Bien, la historia empieza desde un punto muy importante en la trama de clexa y hay algunas variaciones según mi gusto escritoril, luego la historia cambiará bastante y sobre todo la trama de algunos personajes y del universo (que no me gustaron demasiado en la serie). A pesar del vasto universo de la serie, este fic va a estar centrado en Clarke y Lexa, con algún cameo de algún personaje que se cruce entre ellas, pero no voy a profundizar en nada más allá de ellas.

Rating: M... creo que no hace falta aclarar por qué, ya la imagen que acompaña el fic habla sola...

Disclamer: Sólo poseo un ordenador, muchos feels clexa, imaginación y ganas de matar a cierto señor innombrable; el resto no me pertenece.

TODOS los comentarios, reviews, correciones y demás son bienvenidos :D


CAPÍTULO 1: Right place at wrong time (El lugar correcto en el tiempo inadecuado)

Lexa sabía lo que era el miedo. Lo recordaba, al menos. Pensó que lo controlaba y que jamás volvería a ser un problema para ella. Se podría decir que conocía el miedo o eso creía.

Su mirada azul, fulminante, estaba fija sobre ella desde hacía un buen rato. Un silencio tenso inundó la estancia y produjo un escalofrío por la espina dorsal de Lexa. Clarke se limitó a mirarla con aquellos ojos fríos, tratando de intimidarla. Ella supo buscar el momento oportuno para irrumpir en su tienda y reclamarle sobre Octavia. Lexa intuía que algo de eso pasaría en cuanto diera la orden de matar a la hermana de Bellamy, no podía arriesgar la misión, pero sabía que Clarke no lo iba a ver igual que ella. Lo que no supo prever Lexa fue aquella opresión en el pecho que le produjo Clarke en unos pocos segundos.

—¿Y estás dispuesta a arriesgarlo todo por eso? —dijo Lexa por fin. Sus ojos verdes se fijaron inquebrantables en Clarke—. ¿Por tus sentimientos? —concluyó tensando su mandíbula.

—Sí. —Clarke ni siquiera dudó al responderle y se apresuró en acortar la distancia entre ellas con rapidez—. Dices que tener sentimientos me hace débil, pero tú eres la débil por esconderte de ellos. Puedo ser una hipócrita, pero tú eres una mentirosa. —Lexa no tuvo tiempo de reponerse del nudo incómodo que se formó en su garganta porque Clarke no le dio tregua—: Sentiste algo por Gustus, todavía estás atormentada por Costia. Quieres hacer creer a todo el mundo que nada te afecta, pero veo a través de ti.

Lexa rehuyó hacia atrás mientras Clarke invadía su espacio personal, pero pronto tropezó contra la mesa. Agarró con ambas manos el borde de la mesa y la otra mujer se aproximó peligrosamente a ella. Estaba acorralada y Clarke estaba tan cerca…

—Lárgate —acertó a decirle con rabia.

Pero era demasiado tarde. Clarke debió darse cuenta que sus palabras habían acertado como puñales afilados en Lexa. La comandante casi no podía mostrarse entera ante Clarke. De verdad sus palabras se sintieron dolorosas en el pecho de Lexa. El mero hecho de escuchar el nombre de Costia de los labios de ella hizo que las piernas de Lexa flaquearan —fue una suerte tener de apoyo aquella mesa—. Había demasiada verdad en las palabras de Clarke, ni siquiera la muchacha celeste podía empezar a imaginarse cuánta… Y por eso necesitaba con urgencia que se fuera de allí, pero Clarke estaba lejos de marcharse, no ahora que había quebrado a la comandante.

—250 personas murieron en aquella aldea. Sé que sientes algo por ellos, pero dejaste que se quemaran…

Sólo pudo mantenerle la mirada y hasta eso fue difícil. Los ojos azules temblaban con pasión y decisión delante de ella. Clarke había tumbado las defensas de la comandante con una facilidad y rapidez ante la que Lexa no tuvo tiempo de hacer nada. El dolor y la rabia provocados por las palabras de Clarke formaron un torbellino opresivo en su pecho que no le dejaba respirar con normalidad.

—No a todos —le respondió con un esfuerzo terrible por mantener la voz firme. Lexa tragó tratando de disminuir el molesto nudo de su garganta, porque no sería capaz de pronunciar palabra alguna de otra forma—: No a ti.

Entonces la postura agresiva de Clarke cambió. Sus ojos azules parecieron confusos y sorprendidos. Lexa no lo supo, pero el corazón de Clarke dio un vuelco y se aceleró bruscamente. Dio un paso hacia atrás buscando el engaño en la mirada de Lexa, pero la vulnerabilidad de sus ojos verdes le mostraron que no mentía. Clarke se estremeció sin poder dejar de mirar a Lexa. La había roto, había escarbado en ella tratando de encontrar sus más profundas emociones y lo que al final le había dicho Lexa la desconcertó por completo.

—Bueno… si te preocupas por mí… —Las palabras de Clarke salieron con dificultad, ya no tenían la agresividad y firmeza de antes—. Confía en mí —añadió en un susurro tembloroso—. Octavia no es una amenaza.

Lexa la miró como si de verdad fuera a complacer sus deseos. Por un segundo, Clarke creyó que lo haría. Vio el dolor y la frustración en los ojos de Lexa. La comandante suspiró con pesar y luego la miró con tristeza.

—No puedo hacer eso —le respondió.

Y Clarke sintió la ira subiendo por la boca de su estómago. Apretó los puños con rabia y ya no supo cómo volver a quebrar a Lexa. ¿Por qué narices le había dicho eso? ¿Estaba jugando con sus emociones? ¿Trataba de disuadirla? Clarke sacudió su cabeza de un lado a otro. ¿Por qué diablos le importaba que Lexa se preocupara por ella? Maldita sea… ¿Por qué le habían alterado tanto aquellas palabras? Octavia estaba en peligro, Lexa la mataría para mantener en secreto la verdad sobre el ataque a la aldea. Había venido hasta la tienda para impedir que le hiciera daño. «No a ti», aquellas palabras encogieron su estómago. Clarke tuvo que hacer un gran esfuerzo para mostrarse indiferente y cortante:

—No puedo sacrificar a mi gente. Si le haces daño a Octavia, les diré a todos que sabíamos lo del misil.

Lexa se quedó mirándola en silencio y eso enervó mucho más a Clarke. Era una estupidez, no la dejaría en buen lugar revelar lo del misil, pero Clarke no supo qué más decir. Aquellos ojos verdes que se cernían sobre ella tampoco la ayudaban a concentrarse. Clarke supo que no había nada más que pudiera hacer. Se dio media vuelta, esperando que aquella amenaza surtiera efecto, y salió de aquella tienda maldiciendo a Lexa.

A los pocos pasos, Clarke se detuvo. Su respiración era tan fuerte y su corazón bombeaba con tanta rapidez en su pecho que se sintió algo mareada. Intentó quebrar emocionalmente a Lexa pero ella también había salido afectada por aquel enfrentamiento. Cerró los ojos y tomó una larga bocanada de aire.

Y en algún momento, su vista volvió hacia atrás: hacia la tienda de Lexa. Una intensidad la recorrió por dentro, incluso sus piernas temblaron ligeramente. Quiso alejarse de allí, de veras, pero cuando se dio cuenta, se dirigía hacia la tienda de Lexa con el mismo paso enérgico con el que salió de allí.

Cuando entró, Lexa estaba de espaldas, con las manos apoyadas sobre la mesa donde la había acorralado unos minutos antes. Sólo le dirigió una mirada indiferente de soslayo.

—Clarke… —dijo, pero no añadió más nada y el sonido de su voz estremeció a la otra.

Y después, silencio. No es que todo estuviera sumido en quietud, se oían los gritos de los terrestres y las voces de todos los guerreros en el campamento; ellas no parecían escuchar nada, sumidas ambas en miles de pensamientos que cruzaban con frenesí sus mentes.

Lexa estaba esperando que Clarke volviera a increparla hasta que le asegurara que no iba a volver a atacar a Octavia. Clarke había vuelto a por más, porque había visto la vulnerabilidad brillando en sus ojos, Lexa estaba segura de ello.

—Confío en ti, Clarke —le dijo desviando la mirada hacia la mesa que tenía enfrente—, pero…

Su voz quedó congelada cuando sintió la mano de Clarke sobre su espalda. Aquella fue una táctica inesperada por parte de Clarke, eso pensó. Lexa se puso rígida y se dio la vuelta con tanta brusquedad que Clarke retiró la mano con cierto temor. Se observaron en un silencio indescifrable. Aquello alteró a Lexa porque no supo leer las emociones de la otra mujer. No había rastro de la Clarke borde de antes. La razón por la que había vuelto a la tienda se estaba convirtiendo en un misterio para ella.

—Sé que es difícil para ti.

Lexa la miró con confusión. Los ojos que antes parecían atravesar su alma, al mirarla fijamente, ahora estaban fijos en alguna parte del suelo, dubitativos.

—Puede parecerte cruel pero es la forma en la que mi gente hace las cosas, Clarke, así sobrevivimos.

—La vida es algo más que supervivencia. Al menos nos merecemos algo más que eso… —le respondió y suspiró volviendo la mirada hacia ella—. Lexa, quizá no me creas pero… no quiero que te pase nada, yo… yo no permitiría que nadie te hiciera daño… Quiero decir… —De pronto, Clarke había perdido la fluidez del habla y sus palabras salían con torpeza de su boca—, si pensara que Octavia es una amenaza…

Clarke dijo algo más, pero Lexa se había perdido en aquello que dijo. Se quedó sin respiración y se sintió tan impotente… Era la comandante y unas simples palabras bastaron para hacerle perder el control de sí misma. Quizá los hombres de la montaña habían desplegado la niebla ácida y por eso era difícil respirar, por eso quemaba el aire en sus pulmones y su piel se había encharcado en sudor. No supo si Clarke había dejado de hablar o continuaba en ello.

—Quizá nos merecemos algo más —susurró mientras lamentó que Clarke volviera a la tienda.

Sus labios la reclamaron antes incluso de que pensara en hacerlo. Sintió la presión en ellos, hinchados por el deseo de besarla, y se dejó llevar por aquel impulso. Capturó los labios de Clarke con sutileza mientras ella permaneció quieta en el mismo sitio. Lexa no supo lo que eso significaba hasta que sintió la respuesta de un beso contra su boca. Una llama prendió en su pecho, tan lenta y ardiente como la forma en la que sus labios se movieron, juntos.

De pronto, Clarke inclinó su cabeza hacia atrás, lo que provocó que Lexa dejara de besarla en ese momento. Un nudo de temor subió por su estómago mientras Clarke la miraba frunciendo el ceño. Lexa quiso alejarse pero una mano tras su nunca se lo impidió. Clarke volvió a acercarla, reclamando sus labios. Lo hizo con tanta intensidad que Lexa sintió como si una corriente eléctrica atravesara su interior. El cuerpo de Clarke la acorraló contra la mesa, una de sus manos subió por el costado de Lexa y ésta pensó que no había suficiente aire en la estancia. Sí, la niebla ácida de los hombres de la montaña la estaba quemando viva por dentro… o quizá fue culpa de la lengua de Clarke y en cómo se deslizó entre sus labios… o sus caderas, que se movieron sutilmente sobre el muslo de Lexa…

—¡Es la señal! —alguien gritó afuera—. ¡Comandante! ¡La montaña!

Se separaron con rapidez y se miraron en silencio, con el hambre todavía en los ojos. Clarke tenía las mejillas subidas en color. Lexa nunca pensó que pudiera verse tan preciosa cuando estaba excitada. Quiso quedarse viendo su rostro durante más tiempo, pero Clarke abandonó la tienda a toda prisa.

Lexa sabía lo que era el miedo. Lo recordaba, al menos. Pensó que lo controlaba y que jamás volvería a ser un problema para ella. Se podría decir que conocía el miedo, o eso pensaba. Cuando se quedó sola en la tienda, conoció un miedo nuevo: uno que la hizo temblar de la cabeza a los pies.


N/A: Si les gustó y quieren que la siga no estaría mal que me lo hicieran saber. El número de comentarios/reviews es inversamente proporcional al tiempo en el que tardo en publicar, o algo así :3

Los títulos de los capítulos vienen de canciones, si tienes alguna canción que te hace pensar en clexa me lo dejas en los comentarios y veré si lo puedo meter en algún capi :D

Canción: Lucie Silvas, Something about you