"PRINCESA, POR AMOR" ("Princesa, por la fuerza II")
Bienvenidos a la segunda parte de "Princesa, por la fuerza". La historia continúa. Si visitáis mi blog (enlace en mi perfil), podréis ver el nuevo póster que hice para este fanfic. Espero que os guste y me acompañéis en esta "nueva" aventura.
CAPÍTULO 1
A Hermione no le gustaba nada la caza. Para ella, cazar animales indefensos no podía ser un pasatiempo y mucho menos considerarse un deporte, era una de las pocas cosas que no le gustaban de pertenecer a la familia real de los Weasley. Entre la realeza, el asunto de la caza era ya una tradición, y aunque la última generación de Weasleys no la practicaba demasiado, de tarde en tarde, los pelirrojos viajaban juntos a sus padres y sus primos a Escocia para participar de ello.
Y allí se encontraba, en una de las majestuosas habitaciones del castillo de Balmoral, observando su propio reflejo en el espejo del tocador. Había vivido su primera vez sólo unos días atrás y se sentía la misma mujer, y a la vez, distinta. Qué contradictorio y fascinante a la vez. ¿Notarían los demás que algo había cambiado? Entonces sintió unas manos grandes apoyándose sobre sus hombros, y una voz profunda que le hablaba al oído.
—Qué guapa estás por la mañana, te sienta bien el aire del campo —susurró Ron.
—Gracias —replicó ella mientras se volvía buscando su boca para besarlo.
—Pero no me recibas así de cariñosa que no saldremos de la habitación —bromeó el pelirrojo. Hermione rio y se levantó de la silla.
—Ya sabes que no voy a acompañaros a cazar —aseguró muy seria.
—Lo sé, no habrá caza este viaje, al menos no por mi parte —prometió el príncipe—. Además, tenemos que recibir a Wilkes, viene a hacernos algunas fotos.
—Pues no le hagamos esperar —exclamó Hermione dándole una palmada en el trasero a su novio y corriendo delante de él.
—¡Ey! —Ron salió disparado tras ella, abandonando la habitación.
—Míralos —dijo la princesa estrechando los ojos—, yo diría que algo ha pasado entre ellos.
—Claro —contestó Harry con tranquilidad—, se han enamorado.
—No, Harry —Ginny se acercó más a él para que nadie del servicio pudiera escucharlos en aquel pasillo—, me refiero a algo más palpable… —Ante la cara de póker del moreno, Ginny concretó— más físico, ¿me entiendes?
—Pues…
—¿No te has dado cuenta de cómo se miran y cómo se comportan desde que llegamos a Balmoral?
—La verdad es que no, me cuesta apartar la mirada de mi preciosa novia —replicó el conde de Bath.
—Dios, Harry —Ginny se arrojó a su cuello y lo besó con todas sus ganas. Pero reaccionó unos instantes después—. No me descentres, que estaba sacando conclusiones sobre mi hermano y Hermione —se quejó con gesto divertido. Harry sonrió.
—Quizá tengas razón, y ya hayan probado las mieles del amor al completo.
—¿Era necesario que viniera Malfoy? —gruñó Ron.
—Me temo que sus padres y los tuyos se llevan bien, es inevitable que los inviten —dijo Hermione.
—Buenos días, altezas —Draco inclinó ligeramente la cabeza ante los presentes, aunque su mirada metálica estaba fija en Ginevra—. Hace buen tiempo, será una gran cacería.
—Yo no voy a participar, tengo un compromiso oficial —informó el príncipe. Hermione se aferró a su brazo y se alejaron del grupo.
—¿Ginny? —preguntó el rubio con una sonrisa que Harry le habría borrado de la cara sin contemplaciones.
—Yo sí iré, y Harry, ¿verdad? —El moreno asintió, no iba a dejarla sola con Malfoy, aunque la caza tampoco fuera su afición favorita.
—Estupendo, cuantos más seamos, mejor —aseguró Draco sin rastro de molestia.
Harry frunció el ceño. ¿De verdad había renunciado a Ginny?, ¿de verdad buscaba llevarse bien con ellos? Le costaba tanto confiar en él, pero parecía estar ganándose a la princesa.
Adam Wilkes les hizo unas cuantas fotografías para después confeccionar un reportaje sobre los días de vacaciones estivales de la pareja real en Escocia. Después, Ron y Hermione disfrutaron de una agradable tarde paseando por los inmensos prados y bosques que rodeaban el castillo de Balmoral. Decidieron cenar al aire libre, Sirius y Remus los custodiaban a cierta distancia, para darles intimidad.
—¿Cómo te sientes con todo esto ahora, Hermione? —preguntó Ron.
—¿Quieres decir con… todo esto? —La joven hizo aspavientos con los brazos para señalar la naturaleza que les rodeaba y a sus guardaespaldas.
—Sí, ¿cómo te sientes siendo la futura princesa de Gales? —Hermione tomó la mano del pelirrojo.
—Me da un poco de miedo y vértigo, supone una gran responsabilidad y mucho sacrificio para alguien como yo que ama tanto su libertad y anonimato.
—Lo sé —dijo Ron con una sonrisa apagada.
—Pero… —Hermione apretó ligeramente la mano de Ron, haciendo que éste la mirase a los ojos— Ahora mismo no querría ser otra cosa que tu novia y tu futura esposa.
El príncipe agrandó la sonrisa, y se llevó la mano de su novia a los labios, para besarla.
Era una tarea muy exigente y tendría que dejar muchas cosas atrás, cosas que ella amaba, pero estaba muy enamorada de Ron, quería estar con él, a su lado en cada paso que diera hacia su reinado y compartir con él toda su vida. Hermione había comprendido que, si bien aquella aventura comenzó como una obligación impuesta, se había convertido ahora en una decisión personal. Sería princesa, pero por amor.
Tonks no podía ocultar su sonrisa mientras se despedía de Remus Lupin con unos mensajes de móvil. Unos toques en su puerta la sacaron de su ensimismamiento.
—Disculpe, señorita —dijo una chica del servicio—, sus padres quieren que baje al salón principal.
—¿Para qué? –preguntó desconcertada. No recordaba haber cometido ninguna imprudencia últimamente como para que quisieran hablar con ella.
—Lo siento, señorita, no me lo han dicho.
—Está bien, diles que ahora bajo.
Tonks no podía creerse lo que estaba escuchando de boca de sus padres. No habían contado con su opinión, ni siquiera le habían consultado sobre sus compromisos en los próximos días. Sólo parecía importarles que al fin, su hija, ya nada jovencita, conociera a posibles candidatos a marido.
—Se trata de Marcus Flint y Anthony Goldstein —anunció Ted Tonks con solemnidad—, el primero viene de una familia multimillonaria, el segundo, además de dinero, tiene título nobiliario, su padre es el marqués de Huntley.
—¿Qué te parece, cariño? —preguntó Andrómeda— ¿No te parecen buenos candidatos?
—Pero… —Tonks intentó decir algo, sin embargo, la voz de su madre se lo impidió.
—He concertado ya una cita con cada uno, para esta misma semana, para que sepas cuanto antes cuál de los dos te gusta más. Me han dicho que Anthony es más guapo, pero Marcus es más rico —dijo entre risitas.
Tonks quería salir corriendo de aquel salón. Lo que tanto temían ella y Remus había pasado. Sus padres se habían cansado de esperar y ya le estaban buscando un futuro marido. Y sintió miedo de contárselo a su novio, sabía que podría afectarle demasiado. Necesitaba ayuda, pero ¿de quién? A fin de cuentas, todos sus amigos salían o estaban enamorados de personas con dinero y hasta títulos.
Oliver Wood contemplaba la bonita sonrisa de su acompañante femenina. No tenía pensado salir esa noche, pero el encuentro de por la tarde le hizo cambiar de opinión. Había acompañado a sus padres en la inauguración de una nueva exposición en una de sus galerías de arte, no pensaba quedarse mucho rato. Caminaba, distraído, entre cuadros y esculturas hasta que una voz femenina lo llamó por su nombre. Cuando se volvió hacia aquella voz, la vio. Ella le contó que le gustaba el arte desde niña, pasión que compartía con su madre. Estuvieron conversando sobre arte y otros temas hasta que Oliver se dejó llevar por un impulso y le propuso cenar juntos por la noche.
—Entonces, ¿has olvidado ya a Granger? —preguntó la chica mientras movía ligeramente la copa de vino que llevaba en la mano.
—Sí… no te voy a mentir, si pienso en ella todavía me duele, pero el orgullo, fui un imbécil por aguantar tanto tiempo. ¿Tú olvidaste a tu aristócrata? —replicó Oliver.
—Sí, ahora ya sí… Además, realmente nunca estuve con él, porque siempre tuvo en su mente a la princesa —explicó.
—Así que estamos los dos libres y sin compromiso, señorita Chang. —La miró con aire seductor y levantó su copa.
—Eso parece, señor Wood —Cho le devolvió la sonrisa, al tiempo que movía su copa para brindar con Oliver—. No quiero saber nada más de la aristocracia, con Cedric y Harry tuve bastante, en lo sucesivo, prefiero verme con plebeyos como yo —bromeó la morena con una divertida mueca, Oliver se carcajeó.
Snape lo había liberado por ese día de sus tareas reales y Ron aprovechó para disfrutar de la belleza de los jardines de Buckingham junto a su novia. La llevó hasta un rincón donde había un par de columpios de madera, donde Ginevra y él se columpiaban bajo la atenta mirada de Charlie, su hermano mayor, que ya por entonces estaba delicado de salud y solía evitar actividades físicas.
—Charlie se sentaba ahí, sobre ese tronco, y Ginny y yo competíamos para ver quien llegaba más alto —contaba Ron con cierta melancolía. Hermione no soltaba su mano—, ven, siéntate conmigo.
El príncipe tiró de ella con delicadeza, se sentó en uno de los columpios y Hermione se dispuso a sentarse en el otro.
—Pero siéntate aquí —dijo señalando su regazo.
—No pretenderás que nos columpiemos sentados así, ¿verdad? —preguntó una temerosa Hermione.
—Tranquila, nada de lo que hagamos comprometerá tu integridad física —aseguró el príncipe—, quizá otra cosa sí —susurró contra su cuello cuando la tuvo ya sentada en su regazo.
—¿Qué insinúas… Ron?… —musitó ella en respuesta a los besos que recibía en el cuello.
Ya no hubo más palabras, la propia Hermione lo impidió al besar los labios del pelirrojo con ardientes ganas. Habían hecho el amor ya varias veces, pero parecía que nunca tenían bastante y aprovechaban cualquier oportunidad de besarse y acariciarse que pudiera surgir. ¿Sería eso lo que llamaban "la pasión de los primeros meses"? Deseaba que no terminase nunca. Ron la sujetaba con firmeza rodeando su cintura con un brazo, la otra mano la tenía bien empleada en acariciar su muslo, y no tardó en colarse debajo de la falda, haciendo que su respiración se alterase.
Hermione agradeció que estuvieran sentados dándole la espalda al palacio, de manera que nadie pudiera ver realmente lo que pasaba en aquel columpio. Pero eso no evitó que se sobresaltasen al escuchar la voz de un hombre del servicio, situado a pocos metros de ellos.
—Discúlpenme, alteza —rogó el hombre, con cierto apuro—. Sus padres desean verle.
—Muy bien, ahora mismo voy.
Hermione se había puesto de pie, y se arreglaba la falda disimuladamente. El pelirrojo contenía la risa.
—¿Crees que se habrá dado cuenta de algo? —preguntó apurada.
—Es probable. —Ron sonreía con pillería.
—¡Serás idiota, Ronald Weasley! —gritó la castaña al tiempo que le daba un azote en el brazo.
—A mí me encanta que te cueste tanto disimular.
Ignorando la suave agresión de su novia, Ron la agarró por la cintura y la sentó de nuevo sobre sus rodillas. Hermione iba a replicarle algo, él lo sabía por la expresión de su cara, pero la hizo callar con un beso.
—A mí me encanta tu manera de zanjar las discusiones —aseguró la castaña justo antes de besarlo ella, abrazada a su cuello.
Sus carcajadas y bromas podían escucharse desde uno de los porches de palacio, donde un taciturno Snape trataba de concentrarse en la redacción de un documento. El moreno torció aún más el gesto, se crispaba con tanta felicidad juvenil.
—Esperemos que esta felicidad dure mucho… por el bien de todos —manifestó en voz alta pero para sí mismo.
Harry Potter no esperaba visita aquella mañana. Por eso se sorprendió cuando su mayordomo anunció la presencia de Bellatrix Lestrange. ¿Qué quería de él la mismísima duquesa de Devonshire? Un poco por curiosidad y un mucho por caballerosidad, indicó al servicio que la hicieran pasar hasta el salón donde se encontraba.
—Señor, la duquesa de Devonshire —anunció el mayordomo. Harry se levantó de inmediato para recibirla.
Bellatrix apareció ataviada con un caro y escueto vestido veraniego de color violeta. Su sola imagen cortaba la respiración. Qué bien le sentaban los años a aquella mujer. No por nada se rumoreaba que había hecho algún pacto con el diablo para mantenerse siempre hermosa. Pero también se rumoreaba que se había acostado al mismo tiempo con un padre y con su hijo mientras la mujer del primero miraba. Bellatriz Lestrange siempre sería la protagonista de gran cantidad de habladurías, y a juzgar por su actitud, parecía divertirle serlo.
CONTINUARÁ…