Disclaimer: Los personajes usados en esta historia son propiedad de Naoko Takeuchi, no intento lucrar con ellos. La historia si es total y absolutamente de mi autoría.

Advertencia: Esta historia puede contener escenas fuertes en algún momento, esperando no dañar la sensibilidad de los lectores.


STRANGE STUDIO

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Capítulo Uno.

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Un expreso y galletas sabor vainilla.

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El olor a humedad era tan penetrante que hasta picaba la nariz, le dolía todo el cuerpo y el frío del piso fue lo que la hizo despertar. No sabía cuánto tiempo había estado inconsciente y mucho menos como fue que llegó a ese lugar.

—Sei…ya… —pronunció con voz débil, lo último que recordaba era que su novio, con el cual llevaba dos semanas saliendo, había ido a recogerla a su trabajo, eran las 21:17hrs. cuando checó su hora de salida y abandonó la cafetería por la puerta trasera donde estaba esperándola aquel apuesto chico, de cabellera larga en color negro que amarraba en una coleta baja. Sus penetrantes y enigmáticos ojos azules la miraban fijamente mientras la recibía con una seductora sonrisa, de esas que te dejan sin aliento.

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Dos semanas atrás…

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Usagi Tsukino como ya era costumbre, llegaba retrasada por diez minutos a su turno en la cafetería en la cual trabajaba por las tardes para costearse la universidad. Vivía con su amiga Mina que bien pasaba como su hermana, tenían un parecido físico impresionante, ambas rubias con ojos azules, siempre habían sido muy unidas desde el jardín de niños. A los quince años decidieron irse a vivir solas ya que para ninguna de las dos, la vida familiar era muy grata, mientras que para Mina era un hogar disfuncional donde su papá era un alcohólico violento y su mamá una mujer sumisa que toleraba los golpes y maltratos de su esposo, para Usagi era un padre que se había quedado sin empleo desde hace mucho tiempo y una madre que mantenía esa casa y otra familia más. Así que unidas como siempre se aventuraron a pagar un apartamento entre las dos, seguir con sus estudios y trabajar medio tiempo en el mismo sitio para pagar tanto su renta como la escuela.

—Buenas tardes, Lita —saludó a una chica castaña que se encontraba en la cocina del lugar.

—Usagi, ¿de nuevo tarde? —le contestó la joven que preparaba dos frappuccinos grandes.

—Lo siento, lo siento —se disculpó la rubia con peinado de chonguitos que recién llegaba —. Tuve que ir a la biblioteca a pedir unos libros de física para una investigación.

—Bueno, bueno —contestó Lita sin mirarla —. Ponte rápido el uniforme, da gracias que Esmeralda fue de compras, si no te hubiera regresado.

—Gracias Lita —sonrió la ojiazul —, eres la mejor —dicho esto, salió corriendo al área de los casilleros a cambiarse de ropa.

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—Usa, ¿por qué tardaste tanto? —le preguntó Mina cuando ella se incorporó al servicio.

— ¡Aishhh! —Usagi rodó los ojos —. El cascarrabias de física nos dejó una investigación de cuatro cuartas para mañana y a mano, que según, para que de verdad investiguemos.

— ¡Waaah! ¡Qué pesado! Menos mal que no me tocó a mí este semestre.

—Tienes suerte amiga, ¡tienes suerte! —contestó con tono dramático exagerado. Ambas rieron.

—Por cierto, en la mesa doce esta tu cliente exclusivo —le dijo Mina picándole las costillas con el codo.

— ¿De verdad? ¿Otra vez? —preguntó Usagi con las mejillas tenuemente ruborizadas.

—Ajá —contestó su amiga con una enorme sonrisa pícara —. Y se niega a ser atendido por alguien más que no seas tú.

— ¡Dios! —Exclamó emocionada la rubia de coletas —; ¿Voy?

—Yo diría que sí —intervino en la plática Lita quien le entregaba una charola con dos frappuccinos a Mina —. Tiene más de veinte minutos esperándote, no queremos que hable mal del servicio.

—Pero me da vergüenza —contestó Usagi mordiéndose el labio.

— ¡Ay Usa! Cualquiera quisiera tener un cliente tan guapo y fiel como el tuyo, ¡eehh! ¡Ve! —le dio un empujoncito en dirección a la mesa doce.

—Bu-buenas tardes —dijo nerviosa Usagi al llegar a la mesa indicada —. ¿Ya lo atienden?

—Hola, Bombón —contestó el chico de cabello azabache con una sonrisa lobuna. Era del tipo de chicos que enamoran solo con verlo, guapo, ojos azules, cabellera larga y bien cuidada, cuerpo bien formado o por lo menos es lo que se veía con esos vaqueros ajustados que siempre vestía y esas playeras que le hacían justicia a su torso trabajado. Y ni decir de su personalidad, seguro y galante, siempre con una sonrisa seductora en los labios y su manera tan caballerosa de tratar a los demás —. Todavía no.

Las mejillas de la mesera se encendieron aún más.

— ¿Puedo tomarle su orden?

—Un expreso con galletas de vainilla por favor.

—En un momento se lo traigo —contestó la joven y se retiró sintiendo la mirada escondida tras unas gafas oscuras de aquel chico hasta que se perdió en la cocina — ¡Pff! Lita, lo de siempre para la mesa doce —le encargó a la castaña mientras agitaba su libreta en su rostro para bajar el ardor de sus mejillas.

— ¿Es enserio? —preguntó Lita sonriendo —, lleva dos semanas viniendo todos los días y pide que la atienda la misma señorita y ordena lo mismo día con día. Debe estar enamorado de ti, linda.

— ¡No digas esas cosas! Claro que no.

—Entonces, ¿por qué crees que viene? —Cuestionó Mina quien iba entrando a la cocina —Un cappuccino de moka y dos de vainilla para la mesa tres por favor.

—Pues…

—A verte, solo a eso —contestó la chica a su propia pregunta.

—Eso es tener suerte —Lita suspiró —. No dudo que un día de estos te invite a salir.

—Y tú debes decirle que si —amenazó la rubia de peinado de media cola a su amiga —. Usa, no pierdas la oportunidad.

—Basta, no tengo tiempo para eso —respondió Usagi ya con sus mejillas coloradas —. Además, ¿cómo podría fijarse un chico como él en mí?

—Y ¿por qué no, Usagi? —Lita le entrego su pedido en una charola —Eres una chica dulce, alegre y muy linda, ¿quién no se enamoraría de ti?

—Lita tiene razón —Mina secundó la moción —. Ten, pon un poco de mi brillo en los labios para que te veas más hermosa.

—No, no quiero que piense mal de mí.

—No lo hará, anda —Mina puso brillo en los labios de su amiga —, ahora ve por todo.

Usagi caminó lo más segura que pudo hasta la mesa donde se encontraba su cliente especial.

—Aquí está su orden —dijo la joven rubia al dejar la charola sobre la mesa.

—Gracias Bombón.

— ¿Se le ofrece algo más?

—Sí, ¿podrías sentarte un rato a platicar conmigo? —Seiya lanzó una sonrisa que hizo que a Usagi le temblaran las piernas.

—Lo siento, no lo tengo permitido.

—Bien, pero ¿qué hay de tu número de celular? ¿Me lo puedes dar o también está prohibido?

—Esto… —Usagi volteó para todos lados y encontró la mirada celeste de Mina, quien le mostró una sonrisa pícara, regresó la vista al chico sentado en la mesa y tomó su comanda para anotar en la primera hoja rápidamente algo, arrancó el pedazo de papel y lo dejo sobre la mesa —. Con permiso.

El regreso hasta la cocina se le hizo eterno, quería correr, sentía la mirada del azabache aun sobre ella — ¡Dios! ¡Lo hice! — No podía creer que le había pasado su número a un desconocido, lo único que sabía de él era su nombre y que se había mudado con su familia hace poco al pueblo y es que en ese pequeño poblado todo se sabía enseguida.

— ¿Qué paso? ¿Qué te dijo? —le preguntó Mina apenas Usagi había entrado a la cocina.

—M-me pidió mi número —Usagi sentía que le temblaban sus manos.

— ¿Se lo diste? —Poco le falto a Mina para gritar de lo emocionada que estaba —. ¡Di que sí, Usa!

La respuesta fue dada con un asentimiento de cabeza y se llevó las manos a las mejillas en un intento inútil de nivelar la temperatura de su rostro.

—Ya no puedo salir y verlo de nuevo.

— ¡No exageres, Usagi! No es como si tú fueras la lanzada —Mina rio por la reacción de su amiga —. En todo caso él es el que debe sentirse como acosador.

—Y, ¿sí me llama?

—Le contestas —Lita quien escuchaba la conversación fue la que dio respuesta.

—Así de fácil —respaldó lo último Mina.

—Como si fuera tan sencillo —suspiró la chica que aún no lograba controlar su ritmo cardiaco.

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El día en la cafetería iba demasiado flojo, habia lapsos en los que Mina, Usagi y Lita solo estaban sentadas esperando que alguien entrará. Esos momentos los aprovechaban las estudiantes para adelantar tarea o estudiar, sus exámenes se acercaban y ninguna de las tres tenía ese don de retención con una sola lectura, así que debían esforzarse.

En uno de esos momentos fue cuando el celular de Usagi timbró notificando que tenía un mensaje. Lo sacó de su delantal, era un número desconocido "¿Cuál es tu hora de salida, bombón?". Inconsciente, sus delgados labios surcaron una sonrisa. Sus dedos empezaron a escribir, ¿Por qué lo preguntas? Fue la respuesta que le dio. Guardó su móvil en el mismo lugar y siguió leyendo el libro de física cuántica que tenía frete a ella.

Su teléfono no tardó en sonar de nuevo, otro mensaje.

"Quería invitarte un algodón de azúcar, ¿puedo?"

La sonrisa de antes se acentuó aún más en su rostro, se quedó pensativa por unos segundo y volvió a textear "09:00pm", sus mejillas estaban tenuemente encendidas, sería la primera vez que salía con un chico —Mi primera cita — pensó al regresar el celular a su sitio.

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—Usagi, ¿te falta mucho? —Desesperada una mujer de edad media que tenía el cabello verdoso le tocaba la puerta del baño a la rubia — ¿Por qué tardas tanto?

— ¡Ya!, ya voy —le respondió la chica al momento de abrir la puerta —. No seas desesperada Esmeralda.

—Tuve un día caótico por las compras, Usagi. Lo único que quiero es largarme a descansar, pero no puedo cerrar porque la señorita Tsukino está haciendo no sé qué tanto en el baño —alegó la mayor.

— ¡Ay! ¡No tardé tanto! —Contestó Usagi —. Pero ya me voy —tomó su bolso del locker y se despidió agitando la mano por encima de su cabeza.

—A ver, a ver —le habló Esmeralda haciéndola regresar.

— ¿Ahora qué pasa? —preguntó en mal modo Usagi.

— ¿Te pusiste brillo labial? —Dijo Esmeralda en tono burlesco —; Tienes… ¿una cita?

— ¿Eehh? —El súbito sonrojo en su rostro la delató —. No, para nada.

— ¿Quién es? ¿Es de tu escuela? —Insistió la encargada.

—No —contestó inmediato Usagi, pero después se retractó, si Esmeralda se enteraba que era un cliente seguramente estaría despedida para el día de mañana —. Bueno, sí. Es un compañero.

—Ah… ya veo —Esmeralda apretó los labios, sintió envidia. Ella ya casi llegaba a los treinta y cinco años y seguía soltera, le echaba la culpa a ese tedioso trabajo en la cafetería de su tía que para colmo nunca se casó, por eso dejó su negocio a cargo de su única sobrina, hija de su hermana. Esmeralda estaba casi resignada a tener el mismo destino de su tía —. Espero no empieces a faltar o llegar más tarde por culpa de ese noviecito —la última palabra salió de su garganta con un dejo de coraje que intentó ocultar tras una sonora carcajada.

—Lo prometo —sonrió y salió corriendo del lugar, no sin antes registrar su salida en el enorme reloj checador que estaba al final del pasillo de la puerta de servicio.

—Ya íbamos a dejarte —se quejó Mina cuando Usagi llegó donde estaban ellas —. Te tardaste mucho.

— ¡Baaaah! Es que Esmeralda me entretuvo —hizo un gesto de fastidio pero después sonrió —. Chicas, tengo algo que decirles.

— ¿Sobre Esmeralda? —Preguntó Lita — ¿Te hizo algo? ¿De nuevo te amenazó con despedirte por llegar tarde?

—No, nada de eso —Usagi rio nerviosa —. Se los iba a decir antes pero se me pasó.

— ¿Qué ocurre ahora, Usa? ¡Habla! —la curiosidad de Mina no podía esperar, sabía que algo le pasaba a su amiga y por esa sonrisita boba y la dificultad que tenía para poder decirlo, intuía que se trataba sobre su cliente especial.

—Bueno, creo que hoy no iré con ustedes —ambas chicas la miraban a la expectativa de que siguiera hablando —. Me… meinvitaronasalir —dijo tan rápido que casi era imposible entenderle.

Mina y Lita chillaron un gritito de emoción.

— ¿El de la mesa doce? —preguntó Lita, Usagi solo afirmó con un movimiento de cabeza y una sonrisa adorable.

— ¿Dónde está? —buscó Mina con la mirada hasta que lo vio en la acera de enfrente, recargado en la pared, reía divertido y las saludó con la mano cuando estás tres posaron los ojos sobre él.

—Bueno, entonces nosotras nos vamos —dijo Lita jalando a Mina del brazo —: ¡Suerte!

—Gracias.

—No llegues tan tarde, ¡eehh! —dictó Mina quien era remolcada por Lita.

—No te preocupes, no lo haré —contestó Usagi riendo.

— ¡Te estaré esperando despierta! —le gritó Mina cuando ya llevaban unos diez metros de distancia con ella.

Usagi elevó su mano para agitarla en forma de saludo mientras seguía riendo. Seiya se aproximó hasta ella cuando vio que sus dos amigas se habían alejado lo suficiente.

—Hola, bombón —saludó al estar frente a ella —. ¿Tus amigas? —le preguntó refiriéndose a las recién retiradas.

—Sí —le contestó la rubia con orgullo —. Mina es mi compañera de cuarto, de escuela y de trabajo —rio antes de seguir —y Lita solo de escuela y trabajo, pero vive por nuestro rumbo.

—Ya veo, pensé que se desilusionarían que después de esperarte tanto, no te fueras con ellas —dijo Seiya haciendo un ademán para que comenzaran a caminar.

—No, nunca harían eso.

—Y, ¿qué tal estuvo tu día?

Usagi estaba muy nerviosa, pero Seiya no dejó de abrir conversaciones, no dejó que los silencios incomodos aparecieran entre ellos. Él era encantador, buen conversador y la hacía sentir cómoda. Fueron al parque del pueblo, como lo había dicho Seiya, le compró un algodón de azúcar enorme y se sentaron a platicar en una banca, conocieron parte de su vida el uno del otro. Seiya le contó que tenía a su cargo un estudio de fotografía artístico que era negocio de su papá pero que ahora administraba él, no lograban estar más de seis meses en la misma ciudad, tenía que vivir como nómada y eso ya lo tenía harto pero que también le agradaba que a sus 26 años ya fuera autosuficiente y que había decidido quedarse en ese lugar. Que era hijo único y muy unido con sus padres, prueba de ello el estudio rodante, los tres iban juntos a donde fuera que debían moverse.

Ella no fue tan abierta con él, solo le contó a grandes rasgos que Mina y ella habían decidido vivir juntas y que ninguna contaba con el apoyo de su familia por eso tenían que trabajar. Le contó que a diferencia de él, ella no podía presumir de una buena relación con sus padres, no dio detalle alguno del porqué. Pero si contaba con emoción sobre lo que estaba estudiando, Administración de Empresas y le contó anécdotas divertidas de ella y sus amigas en la escuela.

Usagi no recordaba la última vez que habia reído tanto con una persona que no fuera Lita y Mina, la estaba pasando tan de maravilla con Seiya que perdió la noción del tiempo y no fue hasta que Seiya mismo le recordó que debería ir a casa.

—Creo que ya es tarde —le dijo con un gesto de desilusión —. ¿Puedo acompañarte a tu casa?

— ¿Eeh? —Usagi miró la pantalla de su celular: 23:30hs marcaba el reloj digital —Ya es muy tarde.

Se levantó sin responder la pregunta de Seiya pero esperó a que él también se incorporara y caminaran juntos.

De nueva cuenta fue Seiya quien abrió tema de conversación.

— ¿Sabes cómo podría estar seguro de quedarme a vivir aquí?

— ¿Cómo? —contestó ella con interés.

—Tal vez —el tono de Seiya era juguetón —, si cierta chica linda de cabello rubio y mirada de ángel, aceptará ser mi novia.

— ¿Qué? —al oír eso, Usagi abrió los ojos de par en par volteando a verlo, sintió una onda de calor expandirse en su rostro. Seiya la miraba de reojo con su cara al frente.

—Eso —contestó el chico con una sonrisa satisfecha por la reacción de la chica —. Es lindo ir a verla todos los días a su trabajo como su admirador pero creo que sería mucho mejor que fuera como su novio —volteó a verla y la encontró tan hermosa con ese rojo encendido en sus mejillas que volvió a sonreír —, ¿No crees?

Ella bajo la mirada nerviosa y siguió caminando, él solo amplió su sonrisa y camino al par de ella.

Al llegar al edificio donde vivía Usagi, ella fue la primera en despedirse.

—Gracias por el algodón, me he divertido mucho.

—Gracias a ti bombón, por aceptar salir conmigo —le regaló una sonrisa coqueta que hizo que Usagi se pusiera nerviosa por enésima vez.

—Bueno, ya voy a entrar —dijo inquieta y se dispuso a avanzar a la entrada. Sintió un leve jaloneo sobre su brazo que la hizo girar, fue recibida por los brazos de Seiya y en un rápido movimiento, los labios de él capturaron los suyos en un lento y suave beso que la dejó sin respiración, a los pocos segundos se veía correspondiéndolo.

—Descansa —le dijo Seiya ya cuando se separaron —. Nos vemos mañana, bombón.

—Ha-hasta mañana —contestó ella y caminó rápido al edificio. Al llegar a la puerta giró y vio a Seiya aun parado, él le sonrió, guiñándole el ojo agitó su mano diciéndole adiós.

Usagi entró a su habitación, se sentía soñada. Jamás imaginó que un chico como Seiya se fijaría en ella, su mente repetía una y otra vez aquella confesión que le hizo, se dejó caer sobre su cama entre suspiros, sonreía y se emocionaba al recordar esa primera cita con él, su corazón estaba acelerado pero su cuerpo denotaba el cansancio de un día pesado —está dispuesto a quedarse aquí por mí —fue el último pensamiento que tuvo antes de que el sueño la rindiera.

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Quiero agradecer infinitamente a mi hermosa beta Yuki Lunar por el constante y gran apoyo que me das. Te adoro.

Bueno, este es el primer capítulo. Espero que les haya gustado o por lo menos haya captado su interés para esperar el siguiente capítulo. ^^

Espero sus comentarios, dudas, sugerencias, reclamos. Mil gracias por leer.

Brita Kou.