Y llegó el final de este fic! Me costó bastante terminarlo, y el calor no ayudaba en nada. He tardado, pero lo logré. Espero que disfrutéis leyendo este último capítulo. Y nada... como siempre, las respuestas a los reviews los encontrareis al final junto con una despedida mía :) 3
Shingeki no Kyojin no me pertenece.
Pareja: LevixEren.
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Uno, dos tres... Uno, dos, tres... No abro los ojos... Vuelvo a probar... Uno, dos, tres... Uno, dos, tres... Si abro los ojos tendré que empezar de cero... Contar ayuda a centrar mi cerebro en un punto fijo. No puedo pensar, no puedo hablar conmigo mismo, no puedo oír los gritos, si los escucho, caigo.
Me aislo de esas paredes, tengo que liberar mi mente de ese encarcelamiento.
Nunca presté atención a esas tonterías zen o budistas. ¿Meditación? ¿Mente en blanco? Antes me hubiese reído con ganas. Ahora es una de las tantas vías que barajo para que este aislamiento no me afecte. Los monjes budistas sin duda no tienen problemas para concentrarse, rodeados de naturaleza y luz... Me reí en voz alta. Mi entorno daba verdadero asco.
No creí ser capaz de soportar un lugar tan deplorable como ese, pero más tarde entendí que ese iba a ser el menor de mis problemas. Cuando me encerraron no sentí más que frustración e impotencia, luego creció en mí un odio hacia Erwin por ser el causante de mi desgracia. Cada noche me la pasaba maldiciéndole por el mero hecho de existir.
Suena raro, pero todo el odio lo fui perdiendo a medida que pasaban los días. No tener a nadie con quien desahogar mis frustraciones fue duro, retener mi ira no era sano, y aún así, aprendí a manejar mis emociones para que no me dañaran.
Hace tiempo dejé de preguntarme por la fecha de mi liberación. Iba a ser algún día, pero no esperaría por el. Simplemente llegaría sin yo desearlo. Era un buen remedio.
Evitar pensamientos relacionados con Eren fue mi mayor desafío. Necesitaba tenerlo, hacerlo mío, sentir su piel... No estoy muy seguro de si lo he logrado, mi cabeza suele llamarlo a menudo. Me preguntaba qué estaría haciendo en esos momentos, cómo llevaba su libertad y si... había conocido alguien. Deseé que eso último no se cumpliera. Ya no era mi dulce pero ese sentimiento de posesión no desaparecía. Me decía una y otra vez que no volvería a verlo nunca más y que no tenía sentido dedicarle más horas, minutos o segundos.
Eren se había ido.
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Echado bocarriba sobre la litera con los ojos cerrados intentaba conciliar el sueño. Hacía tan solo unas pocas horas que encerraron a un preso cerca de mi celda y sus gritos no me dejaron dormir. Controlar la ira era un verdadero reto, algunas veces golpeaba la pared de la celda para desquitarme hasta que me veía obligado a detenerme por el sangrado de mis nudillos.
La pared tenía rastros de sangre seca pero no me molesté en limpiarlo, tampoco tenía con qué hacerlo. Escuché pasos acercándose y temí que encerraran a otro preso. Pese a desconocer la hora, los intervalos entre comida y comida eran bastante flexibles, para así asegurar que nos muriéramos de hambre. Aún era demasiado pronto para la siguiente comida. Los guardias solo bajan para encerrar o...
Los pasos se detuvieron justo frente mi celda y yo me levanté de la litera con un vuelco en el corazón. El chirriar de la puerta al abrirse fue desagradable, y si mal no recordaba, solo lo había oído cuando me encerraron el primer día.
El guardia me miró con una mueca antes de decir:
—Puedes salir.
Tardé unos segundos en reaccionar, sin poder creer lo que veían mis ojos. Era libre. No más noches oyendo gritos dementes. Poniéndome en pie, avancé sin prisas, mirando al frente con la esperanza de borrar de mi mente esa mugrienta celda. No la echaría de menos.
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Cuando salí al exterior respiré profundamente; una bocanada de aire puro hizo que recobrara parte de mis fuerzas. El guardia me empujó pero no me quejé. Atravesamos el patio, el cual había presos que detuvieron sus acciones para observarme atentamente. Estaba convencido que no me habían echado de menos.
—Smith te espera en su despacho —informó el tipo cuando entramos en el edificio.
Por supuesto. Jamás me libraría de él.
Ignorando las múltiples miradas y los cuchicheos, me dirigí a ese maldito despacho con los puños apretados. Al llegar a su puerta, no supe si llamar o no, pero dado que no lo había hecho en esos cuatro años, entré como todas las veces anteriores, sin llamar.
Erwin alzó la mirada y con una mano me señaló la silla que había enfrente de su mesa. Sin decir nada, retiré un poco la silla y me senté como quien se sienta en un trono. Tras un breve silencio, Erwin habló:
—Me gustaría creer que estos seis meses de encierro te han hecho reflexionar sobre tus actos, pero me temo que esperar eso sería ridículamente optimista.
—Me alegra ver que no se deja engañar por falsas ilusiones.
—Desde luego que no. Te conozco desde hace muchos años, Levi —dijo como si le estuviera hablando a un antiguo alumno—, y aún así, veo que ahora no te caigo muy bien —añadió curioso.
—No veo porque tendrías que caerme bien —repliqué molesto.
—Debes entender, que las leyes son las leyes, y ni siquiera tú puedes pasar por encima de ellas.
—¿Algo más?
Mi intención era sonar irrespetuoso, puesto que él era la última persona con la que quería conversar.
Erwin suspiró y negó con la cabeza; seguramente pensando que no tenía remedio. Abriendo uno de los cajones de su mesa, sacó un fajo de cartas.
—Jaeger me pidió que las guardara para ti. Siguen selladas.
Cogí el montón de cartas atónito. Debía haber unas diez más o menos. No dije nada, ni siquiera le di las gracias. Esperé por si añadía algo más, pero ese silencio fue una señal de que podía irme. Salí del despacho sintiendo un ligero roce en mi piel. ¿Escalofríos? Observé la pila de cartas y algo dentro de mí se rompió... o se recompuso. No lo sabía.
Mis piernas se detuvieron antes de llegar a la celda. No iba a esperar tanto. Alcancé las escaleras principales y sentándome en el tercer escalón abrí una carta al azar. No había tenido oportunidad de ver su caligrafía... Era nítida y sencilla. Me gustó.
4 de noviembre
Anoche tuve un buen sueño, lástima que no recuerde nada. Odio cuando tu estúpida mente no es capaz de retener un sueño agradable pero sí recuerde las pesadillas. Cada noche temo por tus pesadillas. Ese lugar es un imán para hacer del sueño un auténtico horror. Dios, de verdad espero que no te hayas vuelto loco. Yo no estuve ni un día y fue insoportable. ¡Es tan injusto! Sé que no ceso de repetirme en todas mis cartas, pero, ¡no deberías estar encerrado! Maldigo el estar cómodamente en mi cama mientras tú... El único consuelo que me queda es que nada es eterno, saldrás y me aferro a ello con todas mis fuerzas.
La carta seguía pero abrí otra sin poder contener mi impaciencia.
20 de diciembre
Mi madre está decorando la casa con los adornos navideños. Ayer me regañó por no salir de mi habitación. ¿No entiende que afuera hace frío? Por las calles solo se ven familias y parejas tomadas de la mano. No debería sentir rabia, pero es así. No quiero ni imaginar el frío que debes estar pasando, y por eso creo que es injusto que yo salga a la calle, con mi abrigo y mi bufanda mientras tú no tienes nada de eso. ¿Quieres saber qué le pediré al viejo de la barba?
Un Levi... ¡pero no un Levi cualquiera! El que conocí en una prisión y me tomó como su dulce de caramelo. Sí... Quiero ese. Si recibo otro, lo tiraré a la basura.
Sonreí con una profunda tristeza quemándome el pecho. Ese idiota... El Levi que él quería era un egoísta y un imbécil.
Guardando la carta en el sobre, retomé el camino hacia mi celda. Alzando la mirada, me quedé muy quieto ante lo que veían mis ojos. Farlan me observaba a pocos metros de distancia, recostado en la pared y de brazos cruzados. Parecía que llevaba en esa posición un buen rato, aparentemente divertido. Él fue el primero en hablar.
—Que mal te ves —dijo sonriéndome.
—¿Qué esperabas? He estado seis meses pudriéndome ahí abajo —respondí sin sentirme ofendido por su sinceridad.
Su sonrisa se ensanchó, deduje que aliviado por reconocerme tal y como era antes del encierro.
—Bienvenido de nuevo.
Pasando su brazo derecho por mis hombros me acercó a él a modo de abrazo. Yo no dije nada pero ese gesto me reconfortó. Agradecí tener de nuevo a Farlan a mi lado; era un buen amigo. Sin soltarme, cambió de dirección; yo seguí sus pasos sin protestar.
—Tengo que ponerte al día de todo —anunció mientras íbamos caminando por los pasillos—. A Isabel casi le dio un ataque cuando le expliqué que te habían encerrado. Dijo... bueno se escandalizó tanto que empezó a gritar y por poco los guardias no la sacan a la fuerza de la sala.
No me sorprendí en absoluto.
—... Le costó tiempo asimilarlo, pero al final se resignó. Eso sí, aún no me ha perdonado esos dos meses de ausencia.
—¿Dos meses de ausencia? —repetí desconcertado.
—¿A qué no adivinas? Me metieron en aislamiento dos meses —explicó soltando una risa.
—¿Qué hiciste?
—Me peleé con Bossard en el patio. Me dijo que dejara en paz a su novia y yo me negué. Su diagnóstico fue la nariz rota, un ojo morado y dos dientes perdidos. No está mal, ¿eh? El muy cabrón me dio en las costillas y a veces me cuesta respirar cuando corro, pero salí ganando de todos modos. Petra ya solo me visita a mí.
Yo alcé una ceja.
—¡Oh! Se me olvidaba... Así es como se llama la chica de la que os hablé hace meses. Es preciosa.
Yo no dije nada, pero encontré curioso que Farlan hubiera conseguido su propósito de seguir en contacto con aquella chica.
—Algunos presos intentaron aprovechar que no estabas para adueñarse de la prisión, Hange, yo y Mike tuvimos que pelear contra todos para no perder el respeto. Fueron unas semanas entretenidas.
—Me hubiera decepcionado regresar y veros arrinconados en una esquina con la cabeza agachada.
Farlan rió ante esa ocurrencia.
—Jamás lo hubiésemos permitido.
Era bueno saber que podía confiar en ellos en casos como ese.
—Déjame pensar... ¡Ah, si! Esto no te va a gustar, pero no pudimos hacer nada para evitarlo, Smith no es como los presos, y contra él poco podíamos...
—Suéltalo —dije impaciente.
Farlan se mordió el labio y adoptó un tono de voz casual, como si quisiera restarle importancia a lo que tenía que decirme.
—Smith hizo que trasladaran tus cosas a otra celda: Erd, Gunter y el estúpido de Bossard son ahora tus nuevos compañeros.
Dicho en otras palabras; había perdido todos mis privilegios. Erwin se había encargado de quitarme todo aquello que me hacía único en prisión. Por extraño que parezca, no lo lamenté. ¿Qué importaban los privilegios sino tenía a Eren para poder disfrutarlos?
Me regañé por pensar eso. Mi propósito era olvidarme de él, no recordarle con pesar.
—Erwin no se hubiera contentado solo con encerrarme. Debía asegurarse que cuando volviera no tuviese nada —respondí indiferente.
—Aún así, nadie ha ocupado tu lugar.
Por supuesto que nadie ocupaba mi lugar en ese asqueroso agujero. Los presos me temen y así es como debe ser.
Llegamos hasta las duchas, las cuales a esa hora estaban libres de presos. Entrecerrando los ojos, capté el mensaje. Lanzándole una mirada a Farlan, este simplemente sonrió con descaro.
—Será mejor que te tomes una ducha, querrás causar una buena impresión después de tantos meses, ¿no?
Tenía razón. Nunca había deseado darme una buena ducha como ahora. Me daba asco a mi mismo y quitarme toda esa suciedad ayudaría a hacerme sentir mejor.
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Erwin me avisó que el domingo tendría visita. Supuse que se trataría de Isabel, ansiosa por verme y regañarme por esos seis meses ausente. No obstante, me llevé una grata sorpresa al descubrir que no era Isabel quien me esperaba en la sala de visitas.
Eren Jaeger me observaba con la boca entreabierta y sin pestañear. Tal como lo recordaba, pero no por ello menos atractivo. Mi dulce de caramelo... Como le había echado de menos... Corriendo hacia mí, se me echó encima dejando escapar un ligero quejido. Agradecí el haberme duchado y haber limpiado la mierda que cubría mi cuerpo.
—Por fin... Por fin saliste —me susurró entrecortado.
—Sí... Al fin salí.
Le devolví el abrazo con un extraño sentimiento llenándome el corazón. No se separaba de mí, sus brazos me envolvían y no me dejaban moverme. Tampoco es que quisiera. Estar allí de pie siendo abrazado por él se sentía bastante bien.
—Sino estuviera prohibido, te besaría ahora mismo.
Yo también quería besarle, pero oírlo de sus propias palabras me dejó sin aliento.
—¡Vosotros! ¡Separaos!
A regañadientes Eren obedeció con una expresión de fastidio.
—Había olvidado lo desagradables que eran los guardias —comentó en voz baja para que solo yo le oyera.
—Eren, tengo que decírtelo algo —dije sin rodeos.
—Levi —me interrumpió mientras tomábamos asiento—, la droga no la tenías para consumirla, ¿verdad? —preguntó con temor.
—No. No era para mí —mi respuesta provocó un suspiro de alivio que no duró más de un segundo—. La cogí para incriminarte y conseguir que te aumentaran la condena unos meses más.
Su expresión pasó de la incredulidad al estupor y luego de la decepción al dolor. No servía de nada disculparme por mucho que lo sintiera. Quizás la había cagado contándole la verdad, pero sentía que se lo debía. Nuestra relación moriría, pero dada la situación en la que nos encontrábamos, no había forma de salvarla.
—Siento si te hiciste una idea equivocada de mí. Nunca he sido una buena persona —confesé con la mirada fija en la mesa.
Las personas a mi alrededor creaban su propio juicio sobre mí, incapaces de percibir mi verdadero yo. Nadie me conocía realmente.
—Eso fue muy egoísta —murmuró tras un momento de silencio.
¿Estaba furioso? No pude saberlo. Fue desconcertante no poder leer su rostro. Él solía ser muy expresivo y casi siempre le delataban esos ojos tan hermosos. No quería hacerlo, pero levanté el rostro y lo único que vi fue dolor en su mirada.
—Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para tenerte más tiempo.
—¿A costa de perjudicarme?
—Sí. Ya sabes... te hubiera consolado durante las noches acariciándote el rostro y dejando que lloraras sobre mi pecho.
Hasta ahí nuestro último encuentro. Era una despedida mejor que la de hace seis meses: completamente sincera. Eren no contestó, demasiado aturdido como para gritarme en medio de la sala.
—Gracias por las cartas —dije levantándome.
Eren me miró pero no hizo nada para detenerme. Se le veía muy incómodo así que decidí despedirme lo más rápido posible.
—Adiós, Eren.
Me di la vuelta y salí de la sala sin mirar atrás. Tampoco me llamó, por lo que deduje que había hecho bien. No sentí nada de tristeza ante esa fría despedida, y sin embargo, juré que aquel reencuentro me había afectado de una forma u otra.
No solía encariñarme con las personas, de hecho, evitaba relacionarme con ellas. Podría decirse que tanto Farlan como Isabel eran la única excepción, puesto que yo no soy de hacer amigos de la noche a la mañana. Mucha gente me conoce, han oído hablar de mí, saben mi nombre, pero nada más.
Irónicamente, me obsesioné con un preso que, al igual que el resto de personas, no sabía nada de mí. ¿Qué le hacía especial? ¿Por qué era diferente?
No encontré la respuesta.
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Los días transcurrieron aburridos y vacíos.
Una rutina monótona y sin gracia.
Más que nunca noté la ausencia de Eren. No quería admitirlo, pero echaba de menos tenerlo a mi lado. Los meses que pasamos juntos fueron casi como un regalo, demasiado bonito como para que durase. No quería parecer egoísta, pues tenía a Farlan y aunque no quisiera reconocerlo... a Hange, quienes hacían todo lo posible para animarme.
No me di cuenta hasta que Farlan no me lo dijo, pero en verdad, estaba bastante deprimido. Hange, al principio, se reía de eso, sin poder creerse que yo echara en falta un dulce, pero al comprobar que mi estado no mejoraba con el paso de los días, no se burló más.
Me aconsejaron buscar otro dulce para olvidarme de Eren, pero todos los presos nuevos eran muy simples y ninguno se comparaba con él. Algunos podían ser "aceptables" pero no tenía el entusiasmo de antes. Aquello me frustraba, incapaz de comprender por qué todo giraba alrededor de Eren.
La cosas empeoraron cuando nuestro grupo empezó a romperse. Mike fue el primero en salir de la prisión. Su crimen: tráfico de influencias y cohecho pasivo le acarreó tres años. A pesar de no hablar casi nunca, era un buen compañero, fuerte y leal.
La salida de Farlan fue dura. Un año antes de mi liberación, él ya era libre. Su crimen: cómplice por homicidio, le valieron cinco años.
No quisimos darnos una despedida emotiva, nos ahorramos las promesas y las palabras bonitas. Un corto abrazo y un asentimiento de cabeza; eso fue todo. Sin él, la vida en prisión iba a ser muy distinta. Al final, solo quedamos Hange y yo. Fue extraño, pero llegamos a tener una buena relación. Incluso llegué a considerarlo un amigo... o amiga. Nunca le pregunté acerca de su sexualidad, no era un tema que me interesase. Descubrí que su compañía podía ser hasta agradable, y ser los más temidos de la prisión nos dio muchas ventajas.
Quizás no tuviera más privilegios, pero el temor que suscitaba entre los presos persistía y nadie osaba desafiarme. Algunos presos nuevos lo intentaron, pero yo me deshacía de ellos, a veces con la ayuda de Hange, no porque lo necesitara, sino porque él disfrutaba hacer daño. Me atrevería a afirmar que durante esos meses conocí un resquicio de su verdadera faceta.
Y sin embargo, llegó el día en que fue puesto en libertad. Según me había dicho, el juez le condenó a once años de prisión. ¿Su crimen? Secuestrar y torturar a varios miembros de la policía durante tres meses. No llegó a matarlos, pero su declaración no sirvió en el juicio, dado que Hange se había encargado de que no pudiesen volver a hablar.
Nunca lo consideré alguien peligroso, y desde luego, conmigo no lo era.
Una vez solo en prisión, no busqué ningún grupo. Todos me tenían miedo y nadie se acercaba a mí. Pasé mi último año completamente solo, deseando desesperadamente salir de ahí. Las visitas de Farlan e Isabel no eran suficientes y patéticamente esperaba encontrarme con Eren una vez más en la sala de visitas. Sin embargo, no volvió.
Erwin me llamaba para que acudiese a su despacho y entablar una conversación sobre mi futuro. Aún le guardaba rencor por lo que había hecho, pero aprendí que si me enfrentaba a él, siempre terminaría perdiendo. Fingía estar preocupado por mí, pero los dos sabíamos que nuestra "amistad" había muerto hacía tiempo.
En nuestra última reunión no le di las gracias. Si bien había hecho mucho por mí, todavía le odiaba.
Mi condena fue de seis años. Homicidio doloso sin antecedentes. Isabel, Erwin y Farlan testificaron a mi favor pero como era lógico, no me libré de ir a la prisión. Tomé la justicia por mi mano y actué acorde a mis principios. Farlan me ayudó, pero fui yo quien acabó con la vida de ese hombre, y me aseguré de decirlo bien alto en el juicio sin remordimientos.
El recuerdo del rostro de Isabel cubierto de golpes y moratones seguía presente dentro de mi cabeza, y si pudiera, volvería a matar al mismo hombre una y otra vez.
Con Erwin trabajando en la prisión y ocupando un alto cargo, pude obtener varios privilegios. Este me conocía bien, y aunque no aprobaba mis actos, no se mostró cruel. Manteníamos una buena amistad, y de vez en cuando me regalaba algunos lujos sin que los demás se enteraran. Me sorprendí ante ese gesto, pero no tardé mucho en abusar de ello. Junto con Farlan nos construimos una reputación y pronto me convertí en el preso más temido.
Y a pesar de todo, Farlan jamás me dio la espalda pese a convertirme en un capullo.
Su figura alta y elegante me aguardaba en la salida con los brazos cruzados.
—Nos has hecho esperar demasiado —comentó con su típica sonrisa.
Isabel, quien venía corriendo hacia mí, siempre fue demasiado buena conmigo.
Su abrazo fue suficiente para entender todo lo que quería decir.
Y entonces lo vi. Observándome con expresión seria y los labios fruncidos. Estaba allí, a escasos metros de distancia. Podía ser una ilusión producto de mi imaginación, pero tuve la certeza de que no lo era.
—¿Qué haces aquí?
—Esperándote.
—¿Por qué? —pregunté aún con Isabel en mis brazos.
—Quería verte —respondió algo molesto por mi frialdad.
Me separé de Isabel y le hice frente, aun cuando en el fondo agradecía verle de nuevo.
—¿Eso qué significa?
—Que yo decidiré cuando perdonarte.
No me opuse a su decisión. Era justo. Fuera de prisión no tenía poder alguno sobre los demás, e irónicamente ahora Eren era quien tenía poder sobre mí.
Isabel estuvo a punto de hablar pero Farlan la detuvo a tiempo, consciente que aquella conversación era solo entre nosotros dos. Alejándose un poco para darnos privacidad, oí como esta protestaba pero Farlan le ponía la mano en la boca.
—¿Estás seguro?
—No hagas que me arrepienta de mi decisión —dijo Eren en tono serio.
—No, jamás haría eso.
Mi egoísmo me demostró que no merecía un chico como Eren, pero lo necesitaba como se necesita el aire para respirar.
"Me llamo Levi Ackerman, tengo 32 años y estoy en libertad condicional. Sobreviví el resto de mi condena como un preso más, y hoy ... he recuperado lo que perdí".
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Respuesta a los reviews:
Akire: acepta encantada las galletitas en forma de corazón 3 Este sí es el final definitivo! Tómalo como una especie de epílogo. A Levi le importa mucho Eren, por eso hizo lo que hizo. Gracias por comentar :)
Bossenbroek: Nop, definitivamente el Riren no puede ser más bonito XD. Levi lo mimaba mucho! E iba a culparlo de la droga pero sin que él se enterase. Gracias a ti por tu paciencia 3 Ya estoy bien y te devuelvo el abrazo con mucho cariño!
AstridHatakeAckermanJaeger: conseguí recuperarme yo solita, pero muchas gracias por tus dulces palabras :) Es bueno saber que hay personas que se preocupan por otras aunque no se conozcan, eres un sol 3 Te mando muchos besos!
Charly Land: es imposible no encariñarse con Levi, en el fondo es un angelito (?) Eren lo esperó sí, pero no será fácil para ellos y menos para Levi retomar su relación. Cariño, adoro tus palabras... *queda aplastada por tu abrazo de mamut* Reviews como los tuyos me dan mucha fuerza para seguir escribiendo :) Mil gracias!
miu39: las pruebas eran demasiado evidentes, y Eren en aquel momento no entendía nada, y aunque hubiese inventado alguna mentira, Levi ya estaba encerrado. Erwin ya dijo que no admitía excepciones. Al final Levi quedó libre pero sin reducción de condena, creo que era lo justo.
Ame8910: espero que este final no te haga llorar. Se volvieron a reencontrar 3
Fujimy: En este fic el cejotas (me encanta este apodo XD) está para joder (?) No es mala persona pero sí muy estricto con las normas, pero siempre cumple con su palabra. No ganaría nada quedándose las cartas para él. Muchas gracias por tu ánimos! Al final, Eren decidió darle otra oportunidad a Levi 3
Taurus95: Levii ya es libre y está junto a Eren! *inserte música de final de película*
ChibiNeko27: pues solo decirte que es un placer leerte :) Ambas somos parecidas, yo también leo fics, pero solo comento cuando siento verdadera necesidad. Así que muchas gracias por este hermoso review 3 Siento que este ya sea el final :/ Espero que hayas disfrutado mucho leyéndolo :)
Gosly: cariño, no sabes como aprecio tus palabras 3 Leer tu review sí ha sido una verdadera maravilla! Nunca obligaré a nadie a comentar, así que no te sientas presionada XD no es necesario que te disculpes, mujer, faltaría más! Me has hecho muy feliz y respecto a Levi... bueno, él siguió con su vida sin su caramelo :( Pero ahora vuelve a tenerlo a su lado! :D Un beso enorme, Gosly!
Y aquí es cuando yo me despido de ustedes. Ha sido genial escribir este fic y quiero daros las gracias por vuestra paciencia, apoyo y sinceridad.
No es un final exactamente feliz, pero creo que así tenía que ser. Como se dice a veces, final con sabor agridulce (?) Para quienes queráis saber un poco más, Levi tendrá que esforzarse mucho para ser perdonado, Eren sigue enfadado pero ha decidido darle una segunda oportunidad. Aunque no se le ve muy contento, él también se alegra por verle en libertad. Será un nuevo reto para Levi, y estoy segura que todos esperamos que Eren termine perdonándolo.
Y respecto al sexo de Hange, en este fic es hombre. Personalmente siempre la he visto como una mujer (el anime influyó mucho) pero encontré interesante ponerla como hombre. La razón de por qué nadie sabía con exactitud su sexualidad era porque Hange quería convertirse en mujer (de hecho en Orange is the New Black hay una presa que anteriormente era hombre), pero como Hange no había empezado con el tratamiento hormonal ni se había operado, la encerraron en una prisión para hombres. Si recordáis el capítulo 4, Eren se dirige a ella como mujer, y eso la hizo muy feliz. 3
Sin más, se despide con un fuerte abrazo:
AngelGefallen