¡Hola! Bueno he aquí el nuevo capítulo de esta historia. De verdad lamento tardarme tanto en actualizar. En doloroso enigma les expliqué la situación debido porque no lo había hecho. Se me ocurrió que como estoy escribiendo dos historias, he pensado actualizar cada una por semana. Es decir una semana doloroso enigma y luego la otra fingida actuación. Bueno también depende de la imaginación e inspiración que tenga con los dos. xD Lo que si es cierto es que actualizaré cada semana de algunas de estas dos historias.

También pensé en editar fingida actuacion y me refiero en acomodar la redacción y errores que contiene los capítulos anteriores. Yo les avisaré en cuanto lo haga, mientras tanto disfruten del capítulo y espero leer sus maravillosos review.


Fingida Actuación.

Nada de que hablar.

Los rayos del sol se filtraban por un pequeño orificio entre la cortina de la ventana de la habitación, atinándose en el rostro de Emma, lo que en efecto hizo que ella comenzara a abrir sus ojos con lentitud. Empieza a mirar alrededor de la estancia con cierto cansancio y al reconocer donde se encontraba sus mejillas inmediatamente se ruborizaron. Intentó incorporarse pero su cuerpo estaba algo jadeante y dolorido, desde algún tiempo no había sentido esa sensación de debilidad, pero en un buen sentido de la palabra. No podía creer que había tenido relaciones sexuales con Tom. Era algo sorprendente y difícil de procesar.

Comenzó rememorar el momento de su llegada al apartamento, donde ellos habían discutido arrebatadamente por el error que perpetraron y de manera incomprensible fueron presos por el mismo desliz.

Guiados por el deseo.

Sin dudarlo habían atravesado esa línea invisible que tanto les aterraba. Si es que esto era precisamente un traspié para Emma, porque por alguna razón, ella ya no lo veía de esa manera. Estaba cansada.

Sintió la serena respiración de Tom en su cuello y sonrío un poco. Comenzó a girar despacio. Aún seguía dormido. Su rostro estaba relajado y su pecho bajaba y subía con tranquilad. Emma apreció la necesidad de tocar su rostro. Alzó lentamente su mano, pero se detuvo a solo milímetros, y devolvió su mano a su lugar. Frunció ligeramente el ceño cavilando en lo que estuvo a punto de hacer. Era algo demasiado afectivo como para hacerlo, no era adecuado y era por el simple hecho de que no podía permitirse volver en aquel tiempo atrás de niña enamorada y embelesada por él.

Era una verdad absoluta, que a pesar que se había entregado a él hace horas atrás, no podía consentir que los sentimientos se entrometieran. Solo se había entregado en cuerpo pero no sentimentalmente. El deseo fue la emoción que los unió reciamente, se dio cuenta de ello al momento de sentir los labios de Tom en los suyos. Esa angustia que había sentido todo este tiempo era porque sentía la necesidad de saciar aquello que no se pudo terminar en la velada con él.

¿Cómo es posible que sienta esto? Estaba segura que no estaba enamorada de él, pero se sentía extraña al apreciar ese sentimiento de anhelo.

Lo deseaba.

Por alguna razón a Emma le siguió otro pensamiento que la intranquilizó.

¿Qué sucedería si Tom despertara y le dijera que todo había sido un error de nuevo?

No.

No podía soportar otro rechazo de él.

Con aquel pensamiento afligido Emma sintió la urgencia de escapar de allí. Pero ¿y si estaba equivocada? Tal vez él no se comportaría de esa manera con ella. Pero había pasado mucho tiempo en el que su relación no estaba en las mejores condiciones posibles y cabe decir, que la distancia era una de las razones principales. Las personas pueden cambiar por muchas circunstancias. Ella no estuvo presente en su vida por un largo tiempo y no sabía con exactitud qué cambio en él. Y no basta decir, que a pasar que estuvieron juntos en todas las definiciones existentes, él no se había comportado de forma muy amigable con ella. Era algo estúpido pensarlo siquiera en este momento, después de esa unión carnal que cometieron los dos con mucho consentimiento, dudara de él. Pero no podía evitarlo.

Se interponía muchas confusiones con respecto a su relación.

Momentáneamente recordó aquel sueño que tuvo hace algún tiempo. Era casi parecido a lo que está viviendo en este momento. Su cuerpo tembló levemente al recordar en el último momento del sueño, cuando Tom expresó en su rostro indiferencia y rencor hacia ella.

Tal vez si ocurriría o quizás no, pero no podía descartar esa posibilidad.

Lentamente fue levantándose. Sintió el frio en sus pies al pisar el suelo y se estremeció un poco, por inercia cruzó sus brazos abrigando sus senos. Encontró su vestido y sus tacones desperdigados en el suelo pero no hallaba su braga. La desesperación intervino en ella como consecuencia y miró con agobio hacia la cama para ver si se encontraba allí, pero tampoco estaba.

Entonces, un recuerdo, más precisamente un destello llegó sorpresivamente a su mente.

Tal vez se hallaba en la cocina.

Enrojeció al recordar como lo habían hecho justo en la mesa de una forma desesperada, descargando todo el deseo que habían aprisionado en los más profundo de su corazón. Ella había creído que habían terminado, pero se había equivocado cuando Tom se apropió de sus labios y comenzó a moverse suavemente dentro de ella. También deliberó que lo harían de nuevo sobre la mesa, pero él había tomado sus piernas y las hizo envolver en su cintura para luego alzarla y llevarla a su habitación. La tiró en la cama e inmediatamente comenzó a desnudarla con un toque de desespero en sus manos. Ella también ayudó a desnudarlo. Cuando terminaron de despojarse de toda la ropa, Tom inmediatamente se abalanzó hacia ella. Esta vez no había ni una prenda puesta en sus cuerpos y de esta manera ellos lograrían sentirse con más profundidad. Comenzaron a rosear su piel apreciando una intensidad sofocada. Tom la había tocado como nadie lo había hecho, como si no hubiese vida después de ello, estaba perdido en su cuerpo, bebiendo de ella, saciándose de ella y ella lo dejaba ser porque también quería perderse en él.

Fue así como terminaron en la cama.

Emma se mordió el labio y soltó un suave jadeo. Estaba ensimismada con aquel pensamiento. Pero inmediatamente negó con su cabeza y trató de calmar su corazón, porque desde que rememoró todo aquello, comenzó a palpitar en una perfecta sincronía. No era el momento correcto.

Recogió su vestido y comenzó a vestirse rápidamente. Cada cuanto daba una ojeada a Tom para ver si despertaba.

Su rostro se frunció cuando advirtió que su vestido estaba roto justamente en la parte donde cubría sus senos.

Tom lo había hecho.

No es posible.

¿Cómo saldría ahora con su vestido rasgado?

Poco le importó.

Saldría así como sea, se cubriría con sus manos. Que más daba. Era el único sufragio que tenía. De todas maneras nadie la reconocería al salir. Tomaría su peluca y llamaría a su chofer para que le espere en algún sitio.

Le hecho una última mirada a Tom y su corazón palpitó cuando vio que se revolvía ligeramente en el sitio donde ella había dormido, se quedó estática esperando que despertara. Pero no fue así. Se quedó quieta por unos cuentos segundos y expulsó suavemente la poca respiración que había contenido. Camino con suavidad para tomar sus tacones y se encaminó a puntitas a la puerta.

Ni siquiera llegó a rosar el manubrio porque se había detenido cuando escuchó la tibia voz de Tom pronunciar su nombre. Cerró los ojos sacudida. No puede ser. No quería voltearse. No quería ver el rechazo o el arrepentimiento reflejado en su rostro tal como en el sueño.

—Emma—volvió a llamar suavemente.

Emma apretó sus parpados y luego liberó un suspiro. Comenzó a voltearse con lentitud aun con sus ojos cerrados. Los abrió cuando ya estaba delante de él y lo vio. Estaba sentado y apoyado en la cabecera de la cama y la sabana solo cubría su parte baja. La observaba confundido pero también con sosiego. Ella comenzó a inspeccionar su rostro para ver si hallaba algún rastro de rechazo. Pero nada de eso se manifestaba en su rostro.

— ¿Te vas?

Emma tragó hondo y agachó su mirada.

—Yo… es que…—no pudo evitar tartamudear y se odio por ello.

—No es posible que te vayas…—Emma subió su mirada y lo observó con extrañeza. Había inquietud en sus ojos y también cierto enojo. El silencio se hizo hondo y solo se escuchaba sus respiraciones. Emma no tenía palabras en ese instante. Se sentía como una tonta.

— ¿Por qué quieres irte? —cuestionó con amargura. También se apreció un poco de dolencia en su voz.

—Es solo que…—volvió agachar su mirada. ¿Qué le diría? Simplemente no podía decirle que el motivo de su huida era porque tenía miedo de volver a sentir su apatía y con eso le proporcionaría a juzgar que ella no se lamentaba. Si él diría que fue de nuevo un total error, ella también indicaría lo mismo, solo para ocultar su dolor. Subió su mirada y advirtió que Tom tenía el entrecejo ligeramente fruncido y la contemplaba con demasiada persistencia. Emma por primera vez se sintió pequeña e intimidada por su presencia, tanto que tuvo que apartar su mirada. No sabía que decirle o hacer a continuación. Solo comenzó a frotar su hombro en un gesto de timidez.

El entrecejo de Tom se aligeró y no pudo evitar causarle un poco de gracia al ver a Emma en ese estado de encogimiento. Sonrió al comprender todo.

—Ven aquí—dijo Tom mientras se echaba a un lado y palmeaba con suavidad la calma.

Emma lo miró y seguidamente parpadeó confundida.

— ¿Qué?

—Ven, acércate—, insistió. Emma vacilante se acercó con sus dos manos agarradas como si se tratase de una niña regañada. Tom la tomó de la cintura y la sentó a su lado. Emma no lo miraba, pero al tenerlo cerca comenzó apreciar su aroma masculino, además de que su olor también estaba rociado en él.

— ¿Por qué pensabas irte sin decirme nada? —Emma no contestó, tampoco volteo a mirarlo. Tom exhaló hondamente y tomó el rostro de la castaña para que lo observara—. Escucha, sé que estás pensando acerca de que tal vez yo voy a decir que esto fue un total error, pero no es así Emma, estoy cansado de esa jodida palabra.

Emma pestañeó sorprendida y Tom prosiguió.

—Y no hay que negar que eso es lo que hemos estado señalando constantemente desde lo que ocurrió en la velada, pero mira ahora donde nos hallamos tú y yo—. Al decir aquello, Emma no pudo evitar ruborizarse y él volvió a sonreír—no me arrepiento y no quiero que te vayas—concluyó con suavidad.

— ¿Por qué quieres que me quede? No veo la razón Tom.

Él suspiró.

—Me disgusta un poco que preguntes eso, tengo una razón por la que quiero que te quedes conmigo y la razón es más que obvia.

Emma se avergonzó un poco y las dudas se disiparon. Se sintió una tonta por pensar incorrectamente de él. Le resultó evidente que Tom no era ese tipo de hombres que desechaban a las mujeres después de acostarse con ellas. Pero aun así, había muchos asuntos pendientes entre ellos que aún no habían quedado claros. Principalmente, ¿qué harían después de esto? ¿Qué tipo de relación se ostentaban entre ellos? despues de esto y entre muchas otras interrogantes. Estaba tan ensimismada que no pudo evitar lamerse un poco los labios debido a la resequedad que se promovía al despertar. Ese gesto no pasó desapercibido por Tom donde sus ojos comenzaron a fijarse en su boca sin que ella se diera cuenta.

—Tom aún tenemos…

Tom la silenció.

—No digas nada—musitó. La acercó más hacia él y comenzó acercar su boca a su cuello a lo que Emma se asombró. Él comenzó a oler su aroma y ella apreció su respiración. Se estremeció.

Emitió un suave jadeo cuando él emprendió a darle delicados besos. Cerró sus ojos.

—Tom deberíamos hablar de esto, sabes que…—sus palabras temblorosas fueron calladas cuando Tom pegó sus labios con lo de ella y comenzó a besarla delicadamente. Ella correspondió enseguida.

—No digas nada más—susurró en sus labios.

—Pero tenemos que hablar—la voz de Emma salió nerviosa y estimulada.

—En otro momento ¿de acuerdo? —Emma no pudo evitar asentir en respuesta, se sentía demasiado bien al ser acariciada por él con sus labios. Sus respiraciones comenzaron a entrecortarse donde fusionaban deliciosamente por el anhelo.

Cerraron sus ojos y volvieron a perderse en el deseo.

Continuará.