¡Hola a todas! Primero que nada, agradecerte por tomarte la molestia de entrar hasta aquí ¡Gracias por darme una oportunidad! *emoticón llorando de felicidad*

Como lo describí, este será un fic KuroTsukki y que también tendrá bastante BokuAka (porque las otp me pueden demasiadooo) ¿A quién no le gusta el cuarteto del 3er Gimnasio? Porque yo lo amo jajaja

Básicamente es un AU donde Kuroo es bastante mayor que Tsukki (en una parte del capi especifico cuántos años se llevan) y gracias a eso, se dan muchas situaciones como consecuencia de lo arriesgado de eso (ya saben… el peligro es tentador owo)

¡Quiero agradecer a mi beta Nolee Ramvel! Ella me ha ayudado mucho con este proyecto, te debo mucho, linda ; ; x3 Este fic no sería lo mismo sin ti.

Solo una pequeña aclaración:

/ —…— / (Este símbolo significa cambio de escena)

Y sin nada más que decir, ¡Espero que les guste! Hay unas pequeñas notas finales abajo, así que nos vemos en un ratito.

Enjoy.


Prólogo

Vaya, vaya, hoy he logrado llegar aquí antes ¿No es genial? Apuesto que te preguntas por qué soy tan insistente. No puedes pedirme que deje pasar tu belleza aún en la más profunda oscuridad. Más arriba que cualquier edificio, que la punta de un rascacielos ¡Hasta más arriba que un avión!

Así que no seas tan renuente. Te me has escapado un par de veces, envidio a tus acompañantes. Te rodean, aunque cuando estás completamente sola; quisiera ser tu más preciada compañía ¿Sueno como un tonto, no?

¡Ey, espera! ¡No te vayas! ¡No quería molestarte!

Hola… anoche te escapaste de mí, eres muy cruel, hermosa.

¿No ves que espero aquí todos los días solo para verte?

Creí que ya te habías acostumbrado a mi compañía.

¿O acaso no soy lo suficientemente bueno como el resto? Si pudiera estar contigo, haría lo imposible para que siempre seas la única que brille… pero supongo que no puedo… ¿Sabes? Creo que hoy no podrán llevarte de mi lado tan rápido. Me alegra. En este oscuro lugar al menos así no me siento tan solo. Eres mi propósito cada día que pasa.

¿Te ha gustado eso, no? No seas tímida, pareciera que quieres ocultarte entre las tempestades, pero hoy al menos te quedarás a mi lado ¿No?

Dormiré en paz, ilumíname, arrúllame y sé parte de mis sueños.

¡Te he extrañado tanto! Las personas corrían, los techos temblaban, el agua caía y yo no te encontraba. Ha hecho mucho frío, me congelaba hasta los huesos, pero ha valido la pena, aunque me has hecho sufrir, eh. Eres malvada, pero no importa, así me haces ser más insistente contigo, cariño.

Ah, mírame, como si fuera posible ¿Pero sabes qué dice aquel viejo búho del árbol? Jura que cuando morimos, podemos encontrarnos ¡Espérame! Aunque no tan pronto, recuerda las 9 vidas, aunque ya sabes lo que dicen, que lo bueno se hace esperar.

Sabes que nada es imposible, no lo dudes.

Soy un gato astuto, así que confía en mis palabras.

Y a pesar que nunca me contestas… sé que me entiendes.

…Y así pasamos todos estos años juntos. Los pensamientos no son los mismos; el hambre se siente más; el frío… la soledad. Creo que estoy cerca de ir contigo. Este gato ya no siente las patas, pero tú sigues igual de radiante

¿Me seguirás queriendo a pesar de los años?

¿Pero qué pasa? ¿Acaso hoy no brillas tanto como ayer? ¿Acaso te has preocupado? Vaya, qué cálido me siento por dentro, sabes, se siente bien.

Siendo tú, no te preocupes… espera, mis párpados me pesan y siento más escalofríos. Mi amigo, de plumas graciosas y ojos enormes, me mira apenado desde la misma rama de siempre .Sabe lo que va a pasar. Ah… me pesa el pecho ahora también ¿Qué tanto te tardas en morir…?

Un suspiro.

Un aleteo al cielo nocturno.

El sueño de un triste gato callejero.

.Tu luz me resplandece ¿Eres tú? Me estoy quedando ciego… Espera…

No, no es eso. Al fin estoy en el mismo lugar que tú, donde no importan las distancias, ni los cuerpos o razones por las que fuimos castigados en otra vida.

Veo tus ojos y siento que estoy en casa, al fin.

He vuelto, mi hermosa luna.

Capítulo 1

La nueva canción de su banda favorita retumbaba en sus oídos, los cuales estaban cubiertos por sus audífonos. Su almuerzo estaba envuelto de nuevo, de forma pulcra, con la diferencia de que ahora ya estaba en su estómago. Había estado delicioso, no podía negar las habilidades culinarias de su madre.

Guardó el empaque antes de volver a prestar atención a su música y leía de forma desinteresada un libro. Esperaba que el recreo se pasara rápido de esa manera. Aunque no era como si Tsukishima hiciera demasiado en el poco tiempo libre que daban en medio de clases.

Al menos, hasta que su amigo Yamaguchi quisiera llamar su atención.

—Tsukki, sé que has oído de la fiesta que se dará en Moonlight esta noche —decía el chico de pecas, mientras miraba una de sus historietas preferidas.

—Ya es la tercera vez que me hablas de esto en la semana, Yamaguchi ¿Tantas ganas tienes de ir? —respondió con aburrimiento el rubio, siguiendo su lectura.

—¿Y tú no? Lo único que haces aquí en la escuela es leer, escuchar música y hablarme de dinosaurios y Jurassic Park.

Tsukishima lo miró agudizando su mirada hacia el otro.

—Si te aburre lo que te digo tal vez sería mejor que me dejes en paz.

—¡No me malinterpretes! Es interesante saber de dinosaurios y todo, pero no haría mal probar cosas nuevas ¿No?

El más alto solo contestó con un sonido desinteresado y no despegaba la vista de su libro. Yamaguchi entendió que aquello significaba que podía seguir explicando su idea.

—Es nuestro último año, la otra vez dijiste que tu hermano tenía como amigo al dueño de ese lugar ¿Qué tal si habla con él para poder ir una noche?

—No me gustan las fiestas —denegó Tsukki y dio vuelta a la siguiente página—, no veo razón a tener que ir ahí.

—¡Nunca has ido! ¿Cómo puedes saberlo?

—¿Y tú sí has ido, Yamaguchi? —preguntó Tsukishima de forma fría, sin alzar la mirada hacia su amigo.

El castaño miró hacia abajo, un poco herido. Sabía que el rubio no lo decía a propósito, solo que a veces no medía sus palabras…

—No —aceptó—, pero no quiero acabar la escuela y decir que no he ido a ninguna fiesta…

Bueno, el rubio pensaba que realmente ese no era su problema. Yamaguchi podía ir por su cuenta si lo deseaba. Aunque debía admitir que se le dificultaría entrar siendo menor de edad.

—Tsukishima… —empezó el más bajo.

—Para empezar, somos menores de edad. Usar al amigo de mi hermano es solo parte de tus artimañas para poder entrar.

—Tsukki… —repitió el otro.

—Aunque llores, no iré.

—¡Por favor!

Tsukishima lo miró con el ceño fruncido, irritado porque no podía leer en paz.

—No.

—¡Tsukki!

—¡He dicho que no!

—¡Tsuuuuuuuukki!

—¡Ugh, de acuerdo! ¡Eres realmente desesperante, Yamaguchi!

Su amigo sonrió triunfante. Y, entonces, cayó en la cuenta de todo.

Era pésimo manejando berrinches y su paciencia era poca. Él sabía que el rubio explotaría en cualquier momento y aceptaría para que lo dejaran tranquilo. De acuerdo, si quería ir con tantas ganas, al demonio, iría solo para decirle a Yamaguchi lo mucho que odiaba las fiestas luego de eso y así dejaría de fastidiarlo.

—Era parte de tu plan maligno —incriminó el de gafas. Seguiría hablando de la maldad del pecoso si no fuera porque la campana sonó, anunciando el fin del receso.

—¡Nos divertiremos, Tsukki!

/ —…— /

—Estoy en casa —dijo al quitarse los zapatos de la entrada, probablemente su madre estaría en el ordenador. El trabajo desde casa no quitaba que sea pesado. Su madre tenía que mantener su reputación como una de las cadenas de ventas por internet más reconocidas del país; ella se esforzaba mucho.

—Hola, querido.

En efecto, la señora Tsukishima le sonrió con calidez y le dio unas cuantas indicaciones en la cocina, sobre su comida preparada y sus cubiertos.

—¿Dónde está Akiteru?

El rubio se sentó en el sofá de terciopelo negro junto a su madre. La televisión estaba encendida y en el canal de las noticias.

—Ya sabes, en el trabajo. Mucha gente acude a su consulta, le tienen tanta confianza, pero también lo mantienen tan ocupado… —comentó algo afligida. Tsukishima respondió con un monosílabo y dio el primer bocado a su plato. Su madre lo vio de reojo— ¿Necesitas hablar con él?

—Puedo esperarlo.

—¿Todo bien?

—Sí, mamá. No te preocupes.

—Ah, Kei, recuerda que tu cena también te la he guardado. No olvides comerla a tiempo, por favor, más me preocupa lo poco que comes —explicó la mujer, con ceño de consternación— Por favor no lo olvides mientras tu padre y yo estamos de viaje.

—No, mamá. Por cierto ¿Ya tienes las maletas hechas?

—Todo listo —aseguró ella, con una radiante sonrisa— Verás que este viaje de trabajo pasará rápido y podré pronto volver a verlos, mis bebés —dijo antes de dejar un sonoro beso en la mejilla del de gafas.

Tsukishima agradeció el gesto, pero aun así restregó algo fastidiado los restos de lápiz labial en su mejilla.

Una vez había terminado de comer, se dirigió a la cocina y limpió los platos. Si bien tenían el dinero como para contratar una mucama, su madre había preferido inculcarle lo mismo que hicieron con ella.

—¡Ah, cariño! —le llamó su madre desde debajo de las escaleras— ¡No olvides que hoy vence el recibo de tu teléfono!

Sí.

Eso era el valerse por sí mismos.

Su padre compartía su pensamiento. Así que, a pesar de ser una familia muy adinerada, mantenía una mente centrada y que sabía perfectamente dónde estaban parados. Con los pies en la tierra.

Quizá era una de las razones por las que la gente no sospechaba desde el inicio que Tsukishima era heredero de una fortuna. El rubio no quería que lo supieran. Suficiente tenía con la gente estirada de su escuela, donde sabían que todos allí tenían dinero y lo único que satisfacía sus mentes eran un adecuados status y las relaciones de sus amigos.

Tuvo suerte al encontrar a Yamaguchi. Era un poco extraño, pero era sincero. Eso era suficiente para Tsukki.

Y tal vez esa era la razón por la que no solía salir de su casa. Justo como ahora, disfrutaba en su habitación. Tenía su peluche de dinosaurio mirándolo desde el otro lado de la cama. Mientras, continuaba con la lectura que había tenido en el descanso de la escuela.

Un par de horas más tarde, Yamaguchi le escribía para recordarle que se encontrarían en Moonlight a la medianoche. De acuerdo, habló con su hermano y la verdad, Akiteru le debía un par de favores. No fue difícil conseguir que le ayudara con eso. De todos modos, Tsukishima también lo había cubierto un par de veces que su hermano mayor había ido a fiestas cuando estaba en la universidad.

Claro que no iba a olvidar cómo el rubio mayor no se creía que, de verdad, su hermanito quería ir a una discoteca.

Apostaba que lo atormentaría con esto durante meses.

/ —…— /

Tsukishima nunca se imaginó de sí mismo que estaría en esa clase de lugares, pero la vida a veces te da sorpresas. El humo de tabaco esparcido en el ambiente, las luces tenues y las parejas bailando con movimientos sugerentes eran apenas algunas de las cosas que hacían sentir al rubio fuera de su elemento.

No culparía a Yamaguchi por convencerlo a salir de su casa. No. Se culpaba a sí mismo por aceptar, por ser tan estúpido.

Ahora mismo podría estar en su cama, mirando el especial de dinosaurios de Discovery Channel; pero estaba dirigiéndose a la barra de tragos. Todo fuera por alejarse de la masa humana que meneaba su cuerpo uno con otro de manera demasiado indecorosa para él. Tsukishima los veía con asco mientras huía.

Con algo de hazaña logró salir. Se colocó en uno de los asientos de la barra con luces fosforescentes y pidió un simple vaso con agua. No quería más. Claro que el cantinero lo miró como si estuviera loco, pero no le hizo caso. Bebería un poco y luego se largaría del lugar, nadie parecía tener ningún interés en él; ni para bailar, ni tampoco para conversar. Si ese era el caso, el de lentes también lo ponía como última en su lista de cosas por hacer esa noche.

Como si supiera de qué iban sus pensamientos, su celular vibró en su bolsillo en señal de un nuevo mensaje. Yamaguchi le pedía disculpas por no poder irse a encontrar con él esa noche y que tratara de pasarla bien.

El desgraciado se había pasado toda la semana rogándole para que aceptara ir a ese lugar y ahora, justo la misma noche, a esa hora, él decidía decirle que no iría.

Eso fue la gota que derramó el vaso.

Tendría una seria charla con Yamaguchi el lunes.

—Ese idiota… —. Masculló entre dientes y apagó la pantalla de su celular con el ceño fruncido. Ni la música estridente del lugar le había provocado tanto fastidio.

—¿Un mal mensaje?

Alzó la mirada. Un desconocido era el que le hablaba. Frunció el ceño de nuevo en confusión, '¿Por qué?' era lo único que pensó.

El moreno de cabello rebelde y ojos entornados parecía divertirse de alguna manera. La sonrisa torcida que le dedicaba brillaba por entre la oscuridad del lugar. Tsukishima podría decir que el condenado tramaba algo de solo verlo. Y no solo verlo. Podía olerlo. Era un claro perfume de menta.

—Solo una molestia —contestó desconfiado—, ¿Deseas algo?

Él sonrió aún más. Unos caninos sobresalían y una grave risa se escuchó.

—¿Necesito desear algo para hablarle a alguien?

—No me conoces, no tienes razón para hacerlo.

El otro fingió dolor, poniendo una mano en su pecho.

—Qué cruel eres. Solo que, es imposible pasar por desapercibido aquella cara de enfado al ver tu teléfono.

Tsukishima alzó una ceja.

—¿Disculpa?

—Soy Kuroo. Es un gusto, cuatro-ojos —dijo, ignorando lo anterior. Extendió su mano a lo que el rubio con algo de disgusto, y luego de unos segundos, aceptó.

Kuroo frecuentaba el lugar los fines de semana. Quizá por diversión, quizá buscando una cama distinta donde dormir. El moreno se consideraba un espíritu libre, sin ataduras ni prejuicios. Aquella noche no era distinta, al menos hasta que vio una esbelta y rubia figura salir por entre el mar de bailarines.

'Oh'. Fue lo único que pensó. 'Interesante' sería la palabra que usaría para describir lo que veía en ese instante. Kuroo dejó de lado al seductor chico de cabellos plateados con el que conversaba para seguir a su rubia presa.

Cuando lo vio sentado en la barra, completamente solo, y con esa pálida piel brillando con la luz de ambiente de la discoteca, supo que le gustaba. Mientras avanzaba, su mirada lo escaneaba con más detalle. Quijada definida, clavículas al aire, torso delgado… y qué piernas. Esas piernas. Dios, eran kilométricas.

Él se las podía imaginar con facilidad alrededor de su cuello, de preferencia con el otro gimiendo su nombre de forma que su garganta se desgarraría. Se relamió los labios.

Kuroo había encontrado a su nuevo juguete.

Apostaba que podría lograr cambiar esa cara de enfado a una muy, muy dulce expresión de placer y puro éxtasis.

—¿No me dirás tu nombre, bonito?

—Soy Tsukishima, no 'bonito'. Podría golpearte por eso ahora mismo.

Lo que se preguntaba el rubio era: ¿Por qué no lo hacía?

—Tsukki —repitió, pronunciando cada sílaba lentamente. El chico parecía avergonzarse un tanto con esa forma de decir su nombre. Adorable. Le hizo acomodar su cabeza en su mano para poder contemplarle mejor— ¿Has venido solo?

—¿Es de tu incumbencia?

Kuroo chasqueó la lengua. El chico era difícil. Fabuloso, justo su tipo favorito.

—Probablemente no, pero… Quizá me gustaría que lo sea —Sonrió torcidamente y pasó su dedo rápidamente por la mejilla de Tsukishima, en una caricia sutil y fugaz—. Quizá me interesa saber un poco más de ti.

Tsukishima se repetía a sí mismo que no debería caer. Podría decir cuáles eran las intenciones de ese tipo, y el malnacido lo estaba logrando. Sabía que era atractivo y eso era peligroso.

—… ¿Cómo que cosas? —preguntó, tomando el primer sorbo de su vaso.

El de cabello negro sostuvo su sonrisa y sacó un cigarrillo de su bolsillo. El rubio seguía cada una de sus acciones con la mirada. Kuroo lo encendió y dio una larga bocanada. Lo siguiente que el de lentes vio fue un maravilloso cuello estirándose hacia atrás, exhalando el humo con una sensualidad que quizá nunca habría creído posible para una acción tan cotidiana como expulsar del cuerpo sustancias tóxicas. Podía notar la definida manzana de Adán, los músculos contraerse y estirarse en sus movimientos y la quijada fuerte que seguía a sus labios, curvados en una sonrisa de satisfacción.

Había sido pillado.

—¿Me estabas observando?

A juzgar por el tono de voz, sabía que su ego se había multiplicado mil veces.

Tsukishima tragó pesado.

—Claro que no —se apresuró en contestar.

Kuroo dio unos suaves golpecitos a su cigarro antes de acercarse peligrosamente al rubio.

—Mientes.

—No observo cosas que no me interesan.

—Entonces ¿Qué mirabas con tanta atención? Y debo decir, con los labios secos y entrecerrados.

—No te interesa.

—Es una de las cosas que me interesa saber de ti —contraatacó, sabiendo que ahí lo acorralaría.

—Eso no es cierto, lo haces por conveniencia.

—Tsukki, solo dilo —insistió, con sus manos sosteniendo su cabeza— ¿Te gustó lo que viste?

El mencionado se limitaba a beber su agua, renuente a contestar. No, no iba a aceptarlo.

—No voy a contestar a eso.

—Qué lástima, porque cuando algo no puedo saberlo con facilidad… más insistente me vuelvo —alzó unas cejas, refiriéndose más que todo a querer conseguir al chico y Tsukishima lo entendía— Y siempre, mi lindo Tsukki, siempre obtengo lo que quiero.

—Suenas tan seguro de ti mismo.

—Lo estoy —, sonrió ladinamente.

El de lentes puso una mueca de fastidio. Realmente quería salir de ahí ahora mismo y huir de aquel tipo que le estaba poniendo los pelos de punta. Lo peor era que ni siquiera sabía por qué se ponía así de nervioso ¿Podría ser por ser la primera vez que iba a un lugar como ese, estando solo?

—Te quedaste callado, Tsukki ¿Y por qué me ves así?

Kuroo era tan cínico, él sabía exactamente por qué lo miraba así ahora.

—Me voy —. Eso fue todo lo que respondió antes de comenzar a ponerse de pie. Había tenido suficiente por esa noche.

Entonces, Kuroo lo retuvo de su muñeca.

Su corazón se detuvo por un instante.

—Déjame invitarte aunque sea un trago —, aquella era la voz de Kuroo devolviéndolo a la realidad— Solo una cerveza.

—No puedo —dijo por inercia. El otro levantó una ceja, confundido—Soy… soy menor de edad…

—No puede ser —respondió el moreno y lo soltó del asombro—… ¿Qué estás bebiendo ahí, entonces? —dijo, mientras señalaba el vaso del menor.

—Es… —.Demonios, qué molestia ser humillado de esta forma—… Agua.

—¡¿Huh?! ¿Bebes agua en una discoteca?

—¡Eso no te incumbe!

Tsukishima estaba tan avergonzado ahora mismo…

—¡¿Y cómo entraste?!

—…Mi hermano es amigo del dueño.

Justo en ese instante, su celular comenzó a vibrar de nuevo. Así huía de tener que darle explicaciones acerca de las relaciones de su hermano. Era un alivio, de alguna forma, porque la humillación hizo que baje su guardia y temía terminar hablando de más sobre temas personales.

Juraba, realmente juraba que si era de nuevo Yamaguchi, lo bloquearía de sus contactos.

Sin embargo, en la pantalla de su celular se veía la clara imagen de su hermano. El nombre de Akiteru rezaba en la parte superior de la pantalla táctil mientras de fondo el mayor de los Tsukishima aparecía con las playas de Miami tras él.

Kei tenía un mal presentimiento.

—¿Akiteru? —respondió con algo de temor ¿Por qué su hermano lo llamaba tan temprano? Apenas y había pasado medianoche.

—¡Kei! —, él sonaba alarmado— A mamá y papá les postergaron su vuelo y salieron del aeropuerto para volver. Tengo que llevar tu trasero de regreso a casa. AHORA.

Quedó en blanco, se puso tan nervioso de pronto que el celular tembló en sus manos por el temor de ser descubierto. Él… ¡Sus padres le tenían tanta confianza! Ahora lo iba a arruinar todo.

—¡E-Escucha…!

Fue entonces que presionó el botón para cortar la llamada en ese momento, sin querer. Intentó con desesperación llamar pero no podía, le comunicaban que no contaba con crédito suficiente.

¡Maldición, olvidó pagar hoy el recibo de su teléfono! ¡Estaba jodido!

—…¿Estás bien?

—¡Por favor, préstame tu teléfono!

Kuroo parpadeó dos veces antes de procesar adecuadamente la petición. El pequeño se veía alterado. Supuso que no tenía nada de malo ¿Se habría quedado sin crédito o algo?

Le fue arrebatado su teléfono apenas en un abrir y cerrar de ojos. Tsukishima marcó el número rápidamente y se veía muy nervioso mientras hablaba. El moreno se preguntó si había alguna emergencia. Lo cual era una lástima porque esperaba poder conversar un poco más con el rubio.

—Oye…

Entonces volteó a mirarlo de nuevo, el rubio finalmente había cortado. Tomó su celular de regreso y le sonrió.

—¿Qué ocurre, bonito?

—Ayúdame… por favor…—susurró. Apenas un hilo de voz.

—¿Cómo? —. Claro que era imposible que Kuroo pudiera oírlo con todo el estruendo de la música.

—¡Necesito que me ayudes a salir ahora! —exclamó. Señaló el ingreso principal— Los guardias de la puerta no deben verme. Descubrirán que me colé.

—¡¿Te colaste?!

—¡No te interesa!

—¿Debes irte? —miró su reloj de muñeca con curiosidad— Si apenas es algo más de medianoche.

—¡Será peor si no me voy ahora!

—¡¿Qué esto?! ¿Una especie de Cenicienta moderna? ¿Vienes en una calabaza?

—¡Solo ayúdame a salir!

Kuroo resopló al tiempo que se puso de pie. Increíble, había terminado liado a un escándalo de un problemático adolescente que –apostaba- había venido hasta ese lugar sin permiso y ahora lo iban a descubrir. Pues tendría que ayudar a ese pequeño, parecía un polluelo al que le cortarían las alas.

—Sígueme.

Su amigo y él ocasionalmente habían trabajado en ese lugar. Conocían la salida para los empleados y aquello tenía conexión directa con el estacionamiento. Con suerte, podrían burlar al personal y salir rápido de ahí.

—Muy bien. Escucha: solo tenemos que cruzar la cocina y estaremos fuera de aquí —señaló Kuroo con cautela. Tsukishima parecía concentrarse lo más que podía en no hacer ningún ruido y luego asintió con la cabeza.

Por desgracia, el moreno no se alertó de un trabajador que estaba en el lugar. Recogía algunos vasos, seguramente para llevar al bar. Había ocasiones que necesitaban más, cuando asistían más personas a la discoteca. Casi le da un paro cuando por poco chocan, Tsukishima se quejó con él porque chocó contra su propia espalda. Kuroo tuvo que cubrirle la boca o si no estarían muertos.

—¿Quieres salir de aquí o no? —le dijo, a modo de castigo.

Tsukishima le respondió mal con la mirada.

—… ¿Sabes? Tienes una cara tan linda, deberías enojarte menos —le susurró antes de soltarlo.

El rubio maldecía la forma en que lo llamaba por hacerlo sonrojar de esa manera. Esperaba que el otro no se diera cuenta de aquel detalle.

—No soy lindo—, reprochó.

Kuroo solo rió entre dientes como respuesta. Se quejaba de que lo llamara "lindo" y no por decirle que apestaba por su mal carácter.

Adorable, pensó.

Una vez el trabajador se fue, pudieron poner un pie fuera del establecimiento. Tsukishima exhaló como si hubiera estado aguantando la respiración todo ese rato. Aunque lejos de hacerlo no estaba, pensaba el moreno.

El más alto le agradeció luego de aquello, apenas con palabras sencillas y bastante respetuoso.

—Espera —dijo Kuroo. Tsukishima volteó de inmediato, algo confundido—¿Tienes auto?

—Tomaré un taxi.

El moreno se acercó deprisa hacia él hasta quedar frente a frente. El rubio alzó una ceja.

—Puedo llevarte.

—Puedo yo solo.

—Es algo peligroso tomar un taxi a esta hora, solo ¿Lo sabías, pequeño?

Kei frunció el ceño.

—Más peligroso es ir en el auto de un extraño —debatió.

Tsukki tenía un punto.

—Ahora mismo, podría haberte llevado a algún lugar oscuro y noquearte para hacerte daño. No lo hice.

Kuroo sonrió de lado y se cruzó de brazos. Estaba seguro que le diría que sí con eso. Además, no mentía. La ciudad de noche era demasiado peligrosa. Más si eres un adolescente que nunca ha ido ni siquiera a un bar.

Tsukishima miró con preocupación la hora y se debatía mentalmente si aceptar la oferta o no. Quizá un taxi demorara mucho en pasar y sería tarde…

—El dueño de este lugar me conoce, tuve un trabajo temporal en verano —el moreno le mostró su tarjeta de identificación como empleado, dentro de su billetera— Créeme que él me patearía el trasero si descubre que me metí en problemas.

El rubio notó algo de inmediato luego de ver su tarjeta: Kuroo tenía 24 años…

—Vamos.

No le dio tiempo siquiera de ponerse a pensar en que el tipo con el que estaba hablando era siete años mayor. La situación era urgente y solo le quedó seguirlo por el estacionamiento.

Kuroo le lanzó un casco… tenía una motocicleta.

—Es… una moto… —susurró Tsukishima. El moreno lo vio y sonrió, claramente orgulloso.

—¿Una belleza no? —Alardeaba mientras se colocaba el casco—. Es una Harley. Me valió varios meses sin cenar y mucho ahorro, pero ha valido la pena. El motor es una joya.

Fue entonces que el menor reaccionó.

—¿Iremos en moto? —preguntó, con algo de desconfianza. Nunca había montado una antes.

—Pues lamento no tener auto, pero uno tiene sus prioridades ¿No? —Se movió un poco para darle algo de espacio detrás y le sonrió de lado— Ahora, sube. O te meterás en problemas ¿Verdad?

Tch —Tsukishima chasqueó la lengua con fastidio por su comentario y finalmente se colocó como copiloto, detrás—. No sabes nada de mí, así que deja de hablar.

Kuroo rió y encendió la motocicleta. El motor rugió con fuerza y las luces iluminaron el camino.

—No estás ebrio… ¿verdad? —preguntó Tsukki con cautela.

Kuroo casi estalla en carcajadas. Era tan inocente. Era muy difícil que hubiera tomado tanto alcohol para embriagarse cuando el moreno había llegado hace muy poco a la discoteca. Antes de la medianoche era bastante temprano para empezar una fiesta.

—Eres tan encantador —respondió con diversión—. Sujétate bien, bonito.

Y aunque Kei ahora se arrepentía más que nunca haber aceptado su ayuda, obedeció y rodeó la cintura del moreno con los brazos. Tenía un abdomen muy fuerte, al parecer…

Al fin, pudo llegar a encontrarse con su hermano justo a tiempo en el lugar que acordaron. Akiteru no tenía las llaves del auto, puesto que lo habían llevado a reparar, así que no tuvo de otra que pedirle al chofer de la familia llevarlo.

Las luces del parque ayudaban a que sea un lugar iluminado donde podría divisar a quien sea fácilmente. No había mucha gente pero eso no era problema por la seguridad personal que traía siempre consigo. Las calles estaban muy silenciosas y solo fueron perturbadas con el sonido de un potente motor.

Cuando vio a Tsukishima llegar, casi salta de la alegría y del alivio. Se acercó a su querido hermano menor de inmediato, hasta que notó un pequeño detalle.

¿Kei llegaba en una motocicleta?

—A-Akiteru… —empezó el rubio menor, quitándose el casco y mirando con urgencia a Kuroo— Puedo explicarlo…

—¡Oh! ¿Es un amigo tuyo de la escuela? ¿Me dijiste que irías con uno, verdad?

…Su hermano creía que Kuroo era Yamaguchi, ya que nunca había descrito como era su amigo… de alguna forma esto era raro y a la vez le convenía.

—Así es —dijo Tetsurou con una sonrisa amable— Tsukki es un buen amigo mío y le debía un favor, así que lo traje en mi moto. Espero no le moleste.

—¡Para nada! De hecho ¡Qué amable! ¡Te lo agradezco mucho! —respondió un Akiteru igual de sonriente.

—Ya, ya. No ha sido nada, en serio —Kuroo insistía en su amabilidad, como si fuera un dulce rollo de canela hecho persona. Ni un rastro del arrogante conquistador de hace un rato.

Tsukishima no podía creer que un extraño lo estuviera cubriendo. Alguien a quien apenas había conocido hace media hora y que lo había ayudado porque había sentido algo de pena por él. No sabía si reír, gritar o llorar. Así que su rostro debió ser una extraña mezcla de las tres emociones tratando de ser contenidas con seriedad.

—Muchas gracias de nuevo, pero ahora debo irme rápido con Kei ¡Ojalá nos veamos luego! —Akiteru se despidió ondeando la mano mientras se adentraba al elegante auto negro del año—Vamos, Kei o estaremos en problemas.

Kuroo chasqueó la lengua, divertido y miró a Tsukishima después de oír eso.

—Lo he adivinado, pequeño problemático —dijo con algo de sorna.

—… Si no fuera que me has ayudado, te golpearía ahora —, le contestó con una mueca—. Gracias… Y… —debatió si decir algo más, toda la noche había sido tan confusa, así que se limitó con sus palabras—… adiós, supongo.

El moreno le guiñó un ojo y lo miró con ojos entornados.

—Un placer.

Apoyó su peso en su motocicleta y se quedó mirando cómo el auto se alejaba. Ese chico era tan peculiar, tan de mal carácter, pero tan adorable. Subió a su moto de nuevo y tomó rumbo de vuelta a casa.

Pero, demonios, en todo el camino no pudo quitarse de la cabeza a ese rubio… De alguna forma, se sentía cautivado.

Y el nombre del otro siguió retumbando fuerte en su mente.

Tsukishima se subió al auto, tal como lo hizo su hermano. Le echó un último vistazo al motociclista. Aquel que le había salvado el pellejo esa noche ¿Sería pura casualidad que se lo haya encontrado?

—Estamos a tiempo, nuestros padres no notarán que estuviste afuera —decía Akiteru con alivio. Suspiró tranquilo y luego miró a su hermano menor de lado—Hey, tu amigo tenía una Harley. Se veía preciosa, eh ¿Cómo se llama él?

Tsukki dudó, pero finalmente, su hermano no conocía a nadie de su escuela, así que no corría peligro de ser descubierto, ni nada.

Y al parecer, el moreno se veía tan joven que Akiteru hasta pensó que era un estudiante de secundaria. Aun cuando el tipo tenía 24 años….

O bueno… porque era de noche y quizá no le vio bien la cara en la oscuridad.

Aún podía recordar el tacto de su chaqueta de cuero… y su aroma.

—Kuroo —fue lo único que respondió, antes de volver a hundirse en sus pensamientos.


¡Y eso es todo! De todo corazón, espero que les haya gustado. Háganmelo saber, por favor, cualquier tipo de opinión, los leo con atención para siempre tratar de mejorar.

Es la primera historia que publico en el fandom de Haikyuu (y debo decir que me he encariñado mucho a este en poco tiempo) así que ando toda rebosante de emoción jaja

Nos vemos el siguiente domingo. Un abrazo a todas x3

Bye!

Annlu Namikaze