Disclaimer: Hetalia no me pertenece, solo tomé prestados algunos personajes de Hidepapa.

Nota del autor: Este fic se lo dedico a una amiga de Facebook que ama la baraja de cartas de Hetalia y sobre todo, el PruAus.


Green and black

I

"Yo siempre estaré a su lado; hasta el día que muera..."


Había pasado un año de la boda donde la princesa heredera al trono se unía con el príncipe del reino Braginski. Mi trabajo como protector y fiel sirviente empezó desde ese día, el mismo trabajo que tuvo mi padre, al igual que su padre...

La familia Eldenstein se dedicó a la servidumbre desde que el reino de tréboles fue arrebatado del puño de hierro de mi bisabuelo. Los usurpadores lo asesinaron y solo dejaron con vida a una pareja de hermanos para que la línea de sangre no se extinguiera, tal vez para mantener el cruel recuerdo de que alguna vez fuimos los dueños de estas tierras.

Los "Jack " solo nacemos y morimos para servir, los monarcas son nuestra prioridad; así que tenemos estrictamente prohibido cualquier tipo de independencia, como enamorarnos, en este trabajo no hay lugar para distracciones. Aunque irónicamente, se nos permite tener hijos... por desgracia; al igual que en las tierras lejanas del oriente, la ley del hijo único está vigente y si tiene sangre Eldenstein, necesariamente debía ser varón. Yo tuve la suerte de ser el primero de mi generación y no obligar a mi padre sufrir la pérdida de una o más hijas, algo con lo que no desearía lidiar.

La reina Hedervary es hija única, su padre; quedó estéril luego de una gran batalla y finalmente murió asesinado por su amante. La reina, avergonzada; decidió mudarse lejos del palacio. No sin antes aceptar la propuesta del reino Braginski de unir ambos reinos en matrimonio.

Como era costumbre, cada aniversario se celebraba a lo grande, por lo tanto; ese mes tenía más trabajo del que deseaba. Por razones diplomáticas, los monarcas de todos los reinos no podían estar en la misma habitación, lo que significaba que cada día había una nueva visita.


-Reina Elizabetha, los reyes de corazones han llegado-dije en voz baja mientras le alcanzaba una copa de agua helada.

-Gracias, Roderich-tomó la copa con delicadeza, evitando provocar un accidente como la última vez que escuchó las palabras "reyes" y "corazones" en una misma oración.

El rey miró a su esposa de reojo-¿Estás bien?-Ivan Braginski, notó algo extraño en la castaña.

-No pasa nada...-sonrió-...estoy bien, parece que exageré con el ajuste de mi corsét.

-Entonces deberías desajustarlo... parece ser algo serio.

-No es necesario, además; tenemos visitas-dejó la copa vacía en la fuente-sería muy grosero si los recibieras tú solo.

-Bueno...-sus ojos violeta se encontraron con los míos-...mantente alerta Jack.

Como era de esperarse de un monarca extranjero, había leído el manual; porque de otra manera no me hubiera llamado así; ya que solo en estas tierras se daba ese título a los sirvientes más importantes de la realeza.

Asentí con la cabeza, entregué la fuente junto con la copa a otro sirviente y me acomodé para recibir a los reyes de corazones.


Las grandes puertas del salón principal se abrieron...

-Con ustedes, sus majestades, Ludwig de Beilschmitd y Kiku de Honda; reyes de corazones-la pareja había llegado, aunque todavía faltaba un peculiar personaje por presentar-...Sir Feliciano Vargas, Jack de corazones-el pelirrojo, quien iba detrás del par, era muy diferente a sus serios y discretos amos.

-Bienvenidos al reino de tréboles-dijo el rey Ivan.

-Es un honor visitar su palacio; muchas felicidades por su aniversario-el monarca del reino rosa miró a la reina Elizabeta-me alegra verla de nuevo, reina Hedervary.

-Igualmente-respondió el cumplido la joven reina, quien de inmediato me solicitó otra copa; pero de vino.

-¿Se encuentra bien, su majestad?-preguntó la reina de corazones-está muy pálida...

Era cierto, Lady Hedervary estaba blanca como un papel. Su estado me preocupaba, ya que de mí dependia su bienestar y de fracasar; mi cabeza terminaría empalada. Y como era de esperarse, el contenido desapareció en un solo trago.

-Disculpen-dijo mientras se quitaba el tinte natural con una servilleta-estaba sedienta.

Ella tenía la suerte de que su esposo no la reprochara o se indignara por tremendo espectáculo; en su tierra natal, si una mujer no disfrutaba de una buena copa de licor, no merecía ser esposa de un Braginski. Por cierto, en la tierra del invierno eterno, beber vodka es parte de sus costumbres.

-Lindo traje-el invernal rubio, estaba cautivado por el peculiar vestuario del japonés.

-Muchas gracias-se ruborizó-es de seda; si nos visita en un futuro, con gusto puedo obsequiarle unos kimonos.

-¡Es una fantástica idea!-con una sonrisa de oreja a oreja se levantó del trono-Es hora del almuerzo, por favor; acompáñennos.


Durante el almuerzo, Lady Elizabetha bebía copa tras copa de vino. No podía ocultarlo, la visita la estaba afectando; podía engañar al trío de aristócratas y a los demás sirvientes, pero a mí no. La conozco desde que era una niña, tal vez en esa época el título pertenecía a mi padre, sin embargo; era fundamental conocer a la princesa para no tener problemas en satisfacer sus necesidades en un futuro.

Después, fueron al salón real; una habitación especial donde podían platicar plácidamente y liberarse un poco del protocolo.

-Rey Braginski-dijo Ludwig-es cierto que nuestra visita es para felicitarlos por su primer aniversario; pero quisiera aprovechar mi estadía para hablar de negocios...

La habitación quedó en silencio luego de que el monarca rosa articulara esas palabras.

-Déjennos solos-la reina castaña vociferó-esta será una reunión privada. Si no fuera mucha molestia...-señaló con la mirada al Jack de corazones-Sir Feliciano, usted también debe retirarse.

Una de las violaciones imperdonables de un Jack; era la de desobediencia, esta consistía aceptar las órdenes solamente del rey a quien juraste lealtad; de otra forma, serías condenado a la guillotina. El rubio del reino de corazones había entendido la indirecta-Feliciano, retírate. Te quedarás junto a Sir Roderich y Toris.

-Como usted ordene-el chico del rizo obedeció sin reprochar.

-Toris-Braginski golpeó el piso con su báculo, provocando un estruendoso sonido- espera junto a los caballeros afuera.

Si bien soy un sirviente, solo debía atender a la reina. Ahí es donde entra a la historia Sir Toris, el leal sirviente extranjero del rey Braginski, un joven de alta estatura, cabello largo y ojos color verde.

El chico se dirigió hasta la puerta y la cerró con delicadeza.

Ahora, con un muro de madera separándonos de nuestros amos; no teníamos idea de cómo matar el tiempo.

Continuará...


PD: Muchas gracias por leer, en este capítulo quería narrar un poco sobre el trabajo de Roderich como sota de tréboles. No se olviden de comentar y pronto estaré publicando el próximo capítulo.