Los personajes de Dragon Ball y Naruto no me pertenecen. Son obra y creación de Akira Toriyama y Masashi Kishimoto respectivamente.
Otro retraso, mis queridos lectores. Lo lamento mucho, la meta era actualiza a mediados de junio, pero fue un mes duro de trabajo por la situación de la pandemia que por estas fechas se encuentra en su punto más álgido.
En fin, no quiero aburrirlos con detalles. Contestaré los reviews de los usuarios sin cuenta. Aclaro que hubo un último review que me llegó esta mañana, pero no pude contestarlo acá abajo porque al aprobarlo, desapareció. Esto es un error ya viejo en Fanfiction, pero bastante más frecuente últimamente, se arregla por sí solo y los reviews siempre aparecen otra vez, el problema es que puede tardar días.
Reviews:
ZAIKO23: Sí, es una lástima que se nos muriera el pobre Trunks. Por lo demás, encantado de que el capítulo te haya gustado, hermano. Gracias por tus buenos deseos, espero esté bien de salud también. Un saludo.
Guest: En este capítulo podrás ver las reacciones de Goten y los demás frente a la muerte de Trunks. La Vegeta tendrá que esperar, pero me imagino que no le agradará en lo más mínimo y querrá culpables. Mil gracias por tus palabras, me alegra mucho que el capítulo te encantara. Mis mejores deseos para ti también, amigo.
Toneri2002: Actualicé rápido la vez pasada, por desgracia para esta ocasión tardé más de lo que hubiera querido. Sobre tu pregunta, no estoy al tanto de Boruto, por lo que no podría emitir juicio sobre probables velocidades luz, pero al menos en todo el manga escrito por Kishi y las películas posteriores, la hazaña de mayor velocidad vista es la de Naruto reaccionando a la espada de luz de Toneri, que por la forma en que se estira y corta la luna da un mach 4 dígitos medio (ni siquiera el 1% de la velocidad de la luz), velocidad que de sobra manejan personajes como Freezer en el arco de Namek, quien arroja ataques que alcanzan el núcleo de un planeta en un instante sin ser sus técnicas más rápidas. En lo que a poder bruto se refiere, siempre sacando a Boruto de la ecuación (porque no lo he visto ni pienso hacerlo), en Naruto nunca mostraron o tan siquiera insinuaron ataques Planet Buster. En fin, muchas gracias por leer y comentar, un saludo amigo.
Joel: Intento responder lo que puedo, amigo, en todo caso a mí me saca una sonrisa leer los comentarios que me dejan xD Esperé mucho tiempo por el capítulo del Ozaru, así como también tenía prevista la muerte de Trunks desde ese momento. Ya veremos las reacciones de los demás en este capítulo. Por último, agradecerte mucho por el apoyo al seguir la historia, pero sobre todo agradezco tus palabras y buenos deseos, me alegra que las historias te ayudaran un poco a dar tus primeros pasos de escritor. Bendiciones para ti también y tu familia.
Breno Lucas: Tuvo un poco de todo el capítulo pasado, porque entre todo el desastre y la violencia hubo un poquito de lugar para la relación de Ino y Trunks. Espero y te guste este capítulo. Gracias por el apoyo, hermano.
Urea Mabele: A mí mismo me dio pena escribir el momento en que Trunks se despedía de sus amigos. También me gusta la pareja de Ino y Trunks, pero no lo digo por mi fic, sino por el simple hecho de imaginármelos juntos, creo que la verdad pegan bastante bien. Sobre Sakura y Goten, ya se verá un poco más sobre ellos cuando me toque escribir el entrenamiento que tuvieron en la habitación del tiempo. Y sí, fue una experiencia en más de un sentido jaja. Muchas gracias por tu mensaje, espero leernos de nuevo.
Karzec 56: Gracias, un gusto saber que el capítulo te haya parecido bueno. Sobre Trunks, la verdad es que sí murió, igual te invito a leer lo que ocurrirá en este capítulo. Saludos para ti también, amigo.
Guest: Me alegra que te gustara el capítulo. Me gusta Goblin Slayer y voy al día con el manga, por lo que tu idea de ese cross me gustó, pero no creo ponerme en ello porque como he dicho, planeo hacer otros proyectos al finalizar esta historia y la de Avatar que tengo pendiente. Sobre Fairy Tail, la verdad no he visto ni el anime ni el manga, pero sé que hay algunos crossover por la página de Dragon Ball con ese universo. En fin, te deseo suerte a ti también.
Kororo: Cierto, siempre era Goten el que se llevaba lo peor, por desgracia ahora le tocó a Trunks y bien feo. Pues gracias, es un gusto saber que el capítulo te emocionara, lo único que lamento es que no pude traer este tan rápido como quería. Espero leernos de nuevo.
JhonM: Qué bueno saberlo, hermano, ése es el próposito: entretener a algunos con la lectura. Espero y sigas con la misma motivación para leer lo que sigue a continuación. Saludos!
Camilo 007: Pues todo un honor para mí enterarme de que sigues la historia desde el capítulo 3, hermano. Nunca es tarde para empezar, en todo caso sí que me gustaría mucho volver a leer un mensaje tuyo más adelante, solo si está en tus posibilidades, claro está, eso motiva mucho. Y sobre el asunto de la magia, quizá más adelante toque ese punto, ya lo he estado manejando un poco con la idea de que el ki se relaciona no solo al cuerpo y la mente, sino también al alma e incluso las emociones. Un abrazo!
Metalazul: Es posible que se reencuentren, para eso te invito a leer el capítulo ;) Un saludo!
Guest: Pues muchas gracias por seguir toda la historia. Goten es más inocente que Trunks sin lugar a dudas, pero nunca al nivel de Goku jaja.
Kohiro Hyuga: Pues un millón de gracias por seguir la historia desde Dos Saiyajins en Konoha, eso significa un apoyo de años ya por tu parte, amigo. Metal Cooler no aparecerá, pero Bergamo y sus hermanos quizá. Un abrazo.
LectVerd: Suele pasar, recuerdo la felicidad que se siente cuando descubres que hay dos capítulos disponibles de un fic que te gusta mucho jajaja lástima que justo el anterior termina de esa manera, y por desgracia mi trabajo no me permitió volver lo rápido que hubiera deseado. En fin, un gusto leerte otra vez, solo espero que tu amenaza desaparezca luego de leer este capítulo. Saludos!
Ruliac: Descuida, que mi compromiso de continuar y terminar el fic es algo que todavía mantengo, así que seguiré avanzando y publicando capítulos poco a poco. Naruto también tendrá lo suyo, no te preocupes, en todo caso tengo mis dudas si hacerlos a Sasuke y a él tan rotos en la serie por una cuestión de balance entre los mismos personajes de Naruto, pero ya veremos qué decido con ese asunto. Cuídate amigo, espero leerte nuevamente.
Fan Dragon Ball: Saludos a ti también. Sí, voy al día con Heroes, pero la verdad es que lo veo por inercia, porque es malo, dura poco y sacan un capítulo cada muchos meses. Creo que te refiere a Hearts, y la verdad que su motivación como villano me pareció buena, solo que hubiera sido mejor si lo dejaran saber desde el principio y no en el preciso momento que lo mataron, pero meh. Más o menos en eso ando, en un arco de dioses que siempre tuve en mente incluso antes de que existiese la saga de Zamusu. Luego de esto no creo que le quede mucho al fic.
Goku Black: Antes que nada, muchas gracias por leer toda la historia hasta acá. Sobre tus preguntas: 1. Goten mistico y Trunks Ssj3 en este fic tendrían más poder que cualquier personaje en Z (sin fusiones) por todo lo que han entrenado y aumentado su poder base. Antes te habría dicho que incluso igualarían a Vegetto, pero ya no, porque con Kefla quedó demostrado que la fusión aumenta asquerosamente la fuerza. 2. De nuevo, antes te habría dicho que Goku y Vegeta base de "Fukatsu No F" tendrían tanta fuerza como un Ssj God, pues la idea en principio era esa, que el Ssj God ya no era necesario porque Goku absorbió su poder y tanto en base como en ssj1 podía acceder a ese nivel (lo dice Bills en la primera pelea), pero luego en el torneo de poder esa idea es desechada, se hace un retcon y nuevamente el Ssj God aparece y guarda un nivel completamente diferente respecto a las fases previas (por fanservice lo hacen aparecer de nuevo). 3. No lo creo. No pienso hacer que Goten y Trunks lleguen tan lejos. Un saludo!
Ikki de Leo: Tranquilo amigo, te doy autorización de subir la historia a youtube si gustas, solo te pido que dejes un link a la historia en Fanfiction y que me des el crédito como has dicho. Saludos.
Guest: Don't worry, dude, I'll finish the story, I won't leave it unfinished. Take care, I hope to read you again.
Adriel: Muchas gracias, espero que leas este capítulo también y ojalá lo disfrutes.
Guest: Trato de publicar una vez al mes, a veces tardo un poco más, pero ahí me mantengo.
Guest: Hola. Pues tomaré en consideración tu petición, aunque de hecho te adelante que en mis planes no está eliminar a Konan, no lo veo necesario debido al camino que pienso tomar. Por lo demás, agradezco mucho tus palabras y espero que tengas ganas de seguir leyendo el fic. Un saludo.
Evelin: Hola, Evelin. Cada vez falta menos para que Goku y Vegeta lleguen al mundo de Naruto, es un momento que muchos me han estado pidiendo jaja. Aproximadamente una vez al mes subo capítulos, a veces tardo un poco más, pero me manejo en ese tiempo. Cuídate, te mando saludos!
Guest: Correcto, leo un crossover de DB con My Hero Academia muy bueno: "El símbolo de la paz"; no obstante, aunque me parece buena idea, no tengo planteado en este momento un proyecto como ese. Al terminar este fic, continuaré el de Avatar que tengo pendiente, y luego me pondré con una historia original de mi parte. Después de todo eso, quizá, me ponga con algunas ideas de fics más.
RockForLife: Eso se debe a que las transformaciones son básicamente multiplicadores, por lo cual si un personaje A tiene más poder en su estado base que un personaje B, cuando los dos se transformen en ssj, el A será más poderoso. Esa es la razón por la cual el Goku ssj1 que detiene la espada de Trunks con un dedo es más fuerte que el de la saga de Namek, porque ya su estado base es más fuerte y al transformarse el x50 "le multiplica más", por decirlo de alguna manera. Otros ejemplos serían los que diste de Trunks ssj2 en el manga de Super con un poder equiparable al Goku ssj3 (que fue similar a lo que hice con el Trunks ssj3 de esta historia que es tan fuerte como Goten Místico). Por lo demás, las transformaciones también multiplican otros stats (velocidad de reacción, desplazamiento y combate; durabilidad; etc). Saludos.
VAMOS MANAOS: Correcto. La fase de reclutamiento en el manga y anime son diferentes. Es común que se "traspapelen" datos entre uno y otros. Saludos.
Aruam: Gracias hermano, un placer leerte otra vez, y por supuesto, contento de saber que te gustó el capítulo. 1. Planeaba usar como chiste que la diosa de la destrucción eliminó el planeta de One Piece porque le cayó mal Luffy, dejando implicado que otros anime podrían existir en el U9, pero tengo mis dudas jaja. 2. Puede ser, es algo que tengo planeado desde hace mucho para la pelea final pero podría cambiar. 3. Konan no creo, Nagato probablemente sí. Saludos, hermano.
Ahora sí, los dejo con el capítulo 27 del fic. Espero lo disfruten ;)
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27. Serpientes y manzanas
Del noroeste llegó, en estricta formación militar, un mar carmesí ceñido en ruidosas cotas de malla, acero bruñido y cuero cocido trenzados en gruesos cordones de macramé. Seis mil pasos sincronizados con impasible rigor retumbaron desde Iwagakure, todos fieros shinobis altamente capacitados y mentalizados para la guerra, portando en alto los estandartes con el rocoso símbolo de Tsuchi no Kuni estampado sobre un fondo de sangre.
Ōnoki no estaba para ordenar el despliegue de una misioncita de esas conformada apenas por un par de escuadrones. Lo que ocurría no era una escaramuza ninja; un conflicto donde, si acaso, se mutilaban entre espadas y kunais los espías de una nación con los soldados fronterizos de otra. Los terremotos y disparos de ki que sobrevolaron su aldea, algunos de los cuales aterrizaron en altamar provocando violentos tsunamis que alcanzaron la costa norte del País de la Tierra, involucraban saiyajins.
Su olfato de zorro viejo le alertó que el desconocido peligro se acercaba a su pueblo. No tenía más opción que reclutar a la tercera parte de su ejército para dar comienzo a maniobras de intercepción, en tanto se daba pie a la evacuación de los civiles; otra tercera parte serviría como segundo muro de contención; la restante, protegería a los aldeanos y, en el peor de los casos, conformarían el relevo si es que ese día, Iwagakure dejaba de existir.
Así de crítica estaba la cosa. El Tsuchikage se adelantó al resto, y supo que su planteamiento fue el correcto cuando, desde el cielo, quedó de piedra contemplando al colosal simio responsable de la catástrofe. Solo Trunks le hacía frente, eso hasta que llegó un pequeño escuadrón de ninjas donde identificó a Naruto y al hermano del Raikage.
Ōnoki confirmó así que el monstruo iba en dirección a su aldea. Debían entorpecer su avance para dar tiempo a que los demás huyeran. El éxodo de una población entera no era cosa de media hora.
―Sacrificar a tres mil de mis hombres… ―Se lamentó, sin embargo. Morirían aplastados bajo las infames patas del animal.
No canceló la campaña. Esperaría en el sitio hasta que llegara el ejército. Observó cómo cientos de clones desaparecían entre nubes de humo que en breve serían de sangre cuando su gente arribara. Hizo bien en dejar a Kurotsuchi a cargo de la evacuación, muy a pesar de las protestas de ella, por supuesto.
―¿Raikage-dono? ―Tras evaluar mejor el terreno, avistó al líder de Kumogakure en la cima de un escabroso risco que se alzaba a lo lejos, fuera de la trayectoria de la bestia. Estaba acompañado por Darui y C, sus hombres de mayor confianza. Dispuestos en formación triangular, completaba la escolta el equipo Samui, situados en tres salientes de piedra que ofrecían una visión panorámica del entorno.
―Alguien se acerca. ―Avisó C, que con sus habilidades de sensor, captó el chakra de Ōnoki cuando descendía hacia ellos.
―Tsuchikage-dono. ―A no apartó la vista de la rabieta protagonizada por el violento Ōzaru. Se mantuvo de brazos cruzados, con el ceño fruncido y la piel erizada―. ¿Sabías que esa cosa de allá es Son Goten?
―¿¡Qué dices!? ―gritó el anciano con los ojos desorbitados.
―Como lo oyes. Naruto, el Jinchūriki del Kyūbi, entrenaba en una locación secreta con mi hermano para aprender a controlar el poder de su bestia con cola. Sí, se supone que era confidencial para mantenerlos seguros de Akatsuki, pero presumo que a estas alturas ya no importa. En fin, parece que sintieron el ki de Goten mediante el Sennin Mōdo. Aseguran que se trata de él, y pensándolo bien, tendría sentido si tomamos en cuenta…
―La cola… ―El viejo Kage se anticipó. Goten tenía cola de mono, y el monstruo era una especie de uno, ni más ni menos.
―¿Qué hace Trunks? ―preguntó Omoi, interrumpiendo la discusión al tiempo que observaba a su amigo flotando muy alto. La cálida luz de oro radiante que solía ser su aura, se veía ahora espeluznante y caótica, negra y violeta, y desprendía un luctuoso cariz que no prometía otra cosa que muerte.
―Lleva así unos segundos. ―replicó Karui, empapada en un perlado manto de sudor―. Está concentrando energía. Va a lanzar una técnica, pero no entiendo por qué su aura cambió de manera tan radical. Nunca lo había visto así.
―¿Intentan distraer a Goten mientras él la prepara? ―Samui estrechó sus perspicaces ojos zafiros―. No, ellos no están trabajando en conjunto. Cada quien va por su lado.
―Opino lo mismo, por lo que entonces ellos intentan cortarle la cola. Trunks, por su parte, desistió de esa idea y piensa matarlo…
Las conmocionadas miradas de los shinobis se cernieron como fríos y negros kunais sobre el viejo Ōnoki. Solo A se mantuvo inmutable, pues llegó a la misma conclusión en su fuero interno. No obstante, Darui notó cómo las manos del jefe se empuñaban y los grandes nudillos le crujían con fiereza: impotencia.
De un momento a otro, tuvo lugar el desenlace de la batalla cuando, de alguna manera, consiguieron cercenar la cola del Ōzaru, que perdió sus formas y desde esa distancia desapareció de la vista al recuperar su apariencia original.
Los ninjas emprendieron marcha. Saltaron entre las rocas y escarpadas paredes del acantilado hasta poner los pies en tierra firme. Ōnoki se anticipó al resto mediante su técnica de vuelo, siguiendo los serpenteantes rastros de humo que se elevaban como dedos gaseosos que ansiaban con arañar la plateada Luna. Encontró a Goten tendido de espaldas al fondo de un amplio cráter, desnudo e inconsciente, rodeado por Naruto y el grupo de shinobis que viajaron junto a él.
Una kunoichi de cabello rosa paseaba sus manos envueltas en chakra verde por el definido torso del saiyajin. Se le veía perturbada por la ansiedad, mas no amedrentada ni asustada. Hacía su trabajo con una determinación y experticia propias de alguien que la doblaba en edad.
―Está sano, no parece haber recibido ningún daño. Sus órganos vitales se encuentran en perfecto estado. ―Se hizo a un lado para que Naruto lo cubriera con la larga capa blanca que llevaba en los hombros―. Por lo visto esa transformación lo dejó sin energía, así que duerme para recuperar fuerzas.
―¿Qué hay de Trunks? ―preguntó el Tsuchikage. A excepción de los chicos, su presencia generó asombro y hasta reverencias en quienes lo reconocieron.
―¿Trunks? ―Sakura levantó la cabeza. No lo vio flotando. ―De seguro interrumpió su técnica, lo que no explica por qué no está acá.
―Vayan a revisarlo, nosotros nos quedaremos aquí cuidando a Goten. ―Resolvió Naruto, señalándose con el pulgar.
Ōnoki se elevó de nuevo. Un puñado de arrugas apergaminaron sus órbitas cuando entrecerró la mirada en pos de localizar al saiyajin. A lo lejos, un claro antinatural marcaba el espeso follaje boscoso como un solitario y vergonzoso lunar. Una punzada vació su pecho desde adentro: la desnudez de la zona irradiaba los vestigios de un aura mortal, de una informe abominación incomprensible a lo que la razón humana podía aspirar.
Cuando Trunks cayó sin vida, borró de la existencia toda forma de materia circundante con los residuos de energía Hakai que aún le arropaban. Descansaba sobre un yermo marchito de cincuenta metros de radio, que contrastaba con la verdosa vitalidad de la espesa maleza y los arbustos que crecían intactos de un centímetro a otro en los alrededores. El suelo, ahora gris y cuarteado por la extrema deshidratación, desprendía una esencia mefítica; tenía un aspecto corrupto, casi maldito. Daba la impresión que entre las grietas de la reseca tierra, discurría un sistema arterial púrpura que transportaba un deletéreo veneno que todo lo exterminaba, pero no eran más que las últimas luciérnagas de Hakai extinguiéndose para siempre.
El Tsuchikage tenía más años encima de los que le gustaría admitir. Había visto y escuchado lo suficiente como para saber que la maldad del hombre no conocía límites, eso por mencionar las guerras que había atestiguado junto al montón de atrocidades que traían consigo. Pese a ello, no comprendía ni terminaba de asimilar el abominable estremeciendo que revolvía sus vísceras. Era aterrador respirar tan siquiera la atmósfera de ese lugar. La kunoichi que le acompañaba se veía erizada en pavor; tragaba en seco, y tenía los horrorizados ojos verdes muy abiertos. Más que la visión, era la intangible naturaleza destructiva del Hakai que anegaba sus cuerpos.
Sakura fue la primera en acercarse, si bien no alcanzó a arrodillarse junto a Trunks cuando quedó paralizada y deformó sus rasgos en un rictus de pánico. No tenía cómo describirlo, pero era como si en su actual estado, el saiyajin estuviera varios niveles más allá de la muerte. Ni siquiera intentó usar el Byakugō no Jutsu para desplegar sus mejores técnicas de sanación en él. Algo le dijo de entrada que sería inútil.
Llegaron casi junto a ellos el Raikage con su escolta. Todos compartieron la misma espeluznante impresión.
Omoi y Karui se pusieron de cuclillas a cada lado del saiyajin, contemplando su cuerpo con el aliento contenido. Tenía la camiseta negra y los pantalones hechos trizas, dejando en evidencia múltiples quemaduras, cortes y hematomas regados por su fuerte torso y musculosas piernas. No obstante, el detalle que substrajo la atención de los presentes, fue el de su brazo derecho, amputado hasta por debajo del codo, con la piel chamuscada al extremo de la calcinación. Marcas negras semejantes a las del sello de maldición de Orochimaru, se irradiaban desde la extremidad cercenada hasta el respectivo hombro.
―¿Qué mierda es esto? ―Karui reprimió un chillido cuando tocó con sus dedos el brazo de Trunks y parte de este se deshizo en cenizas negras como el carbón.
―Fue esa técnica ―dijo el Raikage―. Desconozco su funcionamiento, pero no hay que saber mucho de nada para entender que se trataba de algo atroz, diría que hasta prohibido.
―Se empujó a estos límites, dispuesto incluso a sacrificarse junto a su amigo para evitar que resultáramos heridos.
La declaración del Tsuchikage fue dura. Los ojos de Omoi y Karui se desbordaron de lágrimas amargas. Samui volteó la cabeza en un fútil intento por desasirse de la penosa imagen de Trunks, el fuerte, atractivo y gentil joven que por un breve aunque valioso tiempo, formó parte de su equipo. Una triste suerte de velorio, que no hizo más que concurrirse en lamentos a medida que arribaban Kakashi y los demás.
―¿Qué hiciste, idiota? ―lloró Shikamaru encima de él, con la misma vehemencia que sobre el maltrecho cadáver de Asuma.
Chōji no paraba de sollozar y restregarse las lágrimas del rostro, contagiando con sus quejidos de dolor el ánimo de los shinobis.
La escena solo fue a peor cuando Ino despertó y se encontró con la nefasta imagen. Estaba y no estaba. Veía todo y nada. Sus piernas flaquearon. Cayó de rodillas. Se arrastró miserablemente a donde yacía el cuerpo de su amado, mojándole el rostro dormido con sus mudas lágrimas cuando se inclinó sobre él.
―Hey, despierta, Trunks, despierta. ―Lo sacudió del pecho con suavidad, luego un poco más firme―. Tenemos que regresar a la aldea. Vamos, que es tarde, no me hagas esperar. ―Pasó sus finos dedos por el espeso y revuelto cabello del saiyajin, continuando por su rostro sereno, bello aun manchado en sangre.
Un gemido bajo y gutural anticipó el sentido llanto de Ino. No fue algo escandaloso como ocurriera con Asuma, pero llevaba consigo un tono terebrante que arrancó, desde lo profundo, la empatía más genuina y primitiva en sus oyentes, pues parecía como si algo delicado se hubiera roto dentro de ella.
Incluso el Raikage, duro como ninguno y severo en su expresión, debió darse vuelta para mitigar la pena que le transmitía la escena. Ese llanto removió en él los sentimientos más delicados que pudo alguna vez tener por sus seres queridos y camaradas muertos en acción.
Porque la aflicción de la kunoichi, consiguió individualizar la pena en cada uno de los shinobis por lo que significaba Trunks para ella, más que por quien era. No faltó, sin embargo, el coro de sollozos que se sumó al suyo de parte de aquellos que también compartieron su vida con él, de quienes conocieron su auténtico valor, incorruptible sentido de la justicia, y disposición de entrega hacia quienes le necesitaban.
Asuma siempre estuvo en lo cierto. El poder de Trunks era algo al alcance de pocos, porque casi nadie sería capaz de usarlo de la forma en que él lo había hecho. Si quedaba alguien que dudara de ello, que sintiera envidia o aprensión acerca de su inconmensurable fuerza, entonces ese día entendió lo que su difunto sensei descubrió primero que nadie.
El equipo 10 estaba devastado. Lloraban sin consuelo sobre el cadáver de su amigo. Hinata y Kiba se enjugaban las lágrimas, lo mismo que Tenten, Lee y Gai. Neji y Shino se estremecían de tristeza.
El equipo Samui se lamentaba de no haber compartido más junto a él, aunque durante lo poco que lo hicieron, reconocieron a un hombre de los que ya no había, si es que alguna vez hubo uno en un mundo tan mezquino y pérfido como el shinobi. Él los protegió de la muerte, y renunció a sus inmensas ansias de venganza contra Akatuski al negociar por la vida de un maestro que no era suyo ni conocía, pero que supo era amado por ellos.
Kakashi estaba desolado. Su vidrioso ojo descubierto contemplaba al héroe que una vez fue el chiquillo irreverente, travieso y altanero que consiguió de camino al País de las Olas. Asuma no se equivocó en su apreciación.
―Sabía que no eras como los demás. ―La sonrisa de Trunks niño brilló por su arrogancia en los recuerdos del Raikage. El mocoso, de brazos cruzados, se inclinó hacia atrás y esquivó el electrificado puño más veloz del planeta―. Eres rápido, como un rayo… ―¡Cómo lo odiaba! Impertinente, impulsivo… y ridículamente poderoso. En esa pelea, sin mediar apenas en palabras, se conocieron y respetaron como guerreros. Por eso A, contrario a sus costumbres, le aceptó dentro de su aldea. Supo que era un hombre en quien podía fiar.
Y cuando todos pensaron que la cosa no podía ponerse peor, llegó el grupo de Naruto en compañía de Goten. Cubierto con la capa blanca, se tambaleaba al andar, incluso tropezaba cada ciertos pasos porque su equilibrio no se adaptaba a la pérdida de la cola.
―Trunks, ¿qué te pasó? ―gimió, hecho un desastre. Se echó a su lado, llorando con amargura como nunca antes lo había visto ninguno de ellos―. No me dejes, Trunks, no me dejes… ―repitió entre ininteligibles quejidos. Se le veía menudo y débil, ajeno a su habitual estampa vigorosa. Murió su amado amigo, y con él, la conexión que le quedaba con su familia y hogar.
―En verdad es una tragedia. ―Sonó una voz gastada y áspera que solo Sakura y el saiyajin supieron identificar.
Todos se dieron vuelta, y quedaron en shock con la presencia de un anciano verde que le sacaba media cabeza de estatura al Raigake. Era un extraterrestre.
―Kamisama… ―murmuró Sakura, haciendo que más de uno bajara la guardia y se asombrara con el significado de esa palabra.
―¿Conoces a ese sujeto? ―preguntó Kakashi al tiempo que guardaba su kunai. Ella asintió.
Era una criatura ataviada en una larga túnica blanca que arrastraba al andar, con un kanji rojo estampado en el pecho que decía "Kami". Encorvado y, sin embargo, con la cabeza elevada a dos metros y un palmo del suelo, recargaba su cansado peso en un retorcido cayado de hosca y anudada madera. Su piel era verde, pálida y arrugada. Grandes placas de lo que parecían fibras musculares expuestas, parcheaban sus antebrazos y bíceps.
―Soy Kamisama, guardián de la Tierra. Habito en este planeta desde hace siglos con la tarea de fungir de guía y maestro para los humanos que, mediante su ki, lograsen llegar hasta mí, algo que, como supondrán, nunca ocurrió hasta que conocí a Goten y Trunks.
La introducción, lejos de solventar dudas, abrió paso a una andanada de preguntas que ninguno fue capaz de manifestar debido a la acusación de Sakura.
―Usted lo sabía, ¿no es así? ―dijo la kunoichi. Un peligroso silencio tensó la atmósfera junto a los músculos de la espalda de Goten―. Desde su templo puede verlo todo, tenía conocimiento de lo que tramaba el enemigo. Además, no crea que olvidé su sospechosa actitud antes de iniciar mi entrenamiento. Dos años han pasado de eso y todavía lo recuerdo con claridad.
El Nameku no se turbó ni amilanó con la imputación. Su impertérrito semblante dejaba translucir, en cualquier caso, un ínfimo dejo de compunción.
―Estás en lo correcto, pero debes saber que mi posición ha de ser neutral. No puedo intervenir en el desarrollo natural de la historia de este mundo. No te confundas, que Goten y Trunks, por mucha admiración que me causen como guerreros, no son mis amigos.
Fue muy rápido. Goten pateó lejos el bastón del viejo, haciéndolo trastabillar y, en mitad de la caída, lo sujetó con una mano del cuello de la túnica. Levantó un trémulo puño izquierdo que fue incapaz de enterrarse en la sorprendida cara de Kamisama.
―¡Maldita sea! ¿Por qué lo permitió? ―Entre llantos, envió al Nameku al suelo con un empujón. Estaba furioso, si bien su dolor era mucho mayor.
El anciano se incorporó sacudiéndose el polvo de sus vestiduras. Se le veía avergonzado. Su expresión era otra. Compartía la congoja del resto.
―La Tierra corre peligro. He venido a advertirles que deben estar preparados. La verdadera amenaza ni siquiera ha comenzado.
―¿A qué se refiere? ―preguntó Kakashi.
―Sé que algunos de ustedes ya lo habrán notado. ―Los rasgos de Kamisama se ensombrecieron―. Esta noche, Akatsuki no hizo más que ejercer la voluntad de un tercero, un ser supremo con conocimientos extensos que hizo posible este perverso desenlace. Kaiō-shin los quiere muertos…
Los oscuros ojos de Goten parecían dos platos redondos y lustrosos por las lágrimas. Estaban en un serio problema.
―Kaiō-shin… una deidad superior, supongo. ―Dedujo Shikamaru al juzgar la etimología del nombre.
―El dios de los dioses, efectivamente. Él me prohibió avisarles, y tuve que obedecer dada mi baja jerarquía, si bien tampoco me reveló sus planes con exactitud. Lo único que sé, es que esto apenas es la antesala de lo viene.
―¿Vendrá Hakaishin? ―La voz del saiyajin afloró con miedo. Shikamaru recordó ese nombre, Trunks lo pronunció en la oficina de Tsunade el día que llegó.
―No, Hakaishin-sama no ha despertado aún. Rō-sama trama algo diferente, sospecho que planea desatar una fuerza en extremo peligrosa.
―¿Qué le lleva a pensar eso? ―dijo esta vez Sakura.
―Rō-sama engañó a Akatsuki para que consiguieran por él el Kotoamatsukami. Creo que es obvio que lo necesita para controlar a alguien, lo cual no puede significar nada bueno.
―Ese jutsu está en manos de Itachi Uchiha. ―replicó Kakashi―. Danzō conserva el otro ojo.
―No más. Ambos ojos fueron robados. ―Los ninjas intercambiaron miradas reprobatorias y murmullos contrariados―. Las razones de Rō-sama no importan ahora mismo. Ya no hay forma de detenerlo, lo único que queda es pelear contra aquello que desea controlar. Solo he venido para comunicar esto, no tengo mucho más tiempo.
―¿Y por qué de repente optó por desobedecer las órdenes de su superior? ―cuestionó Ōnoki al Nameku que se elevaba frente a él como un verdadero gigante―. Quiero decir, permitió que las cosas llegaran a un punto sin retorno para después pretender que desea ayudarnos. Diría incluso que es una broma cruel y de mal gusto.
Kamisama se mantuvo en silencio. Puso su atención en Trunks y la chica que se mantenía llorando sobre él.
―Haz de tu poder algo que sea para todos…olvida a esa kunoichi. Eres un guerrero, y como tal, debes corresponder al poder que se te ha concedido como se merece.
Los humanos estaban colmados de imperfecciones. Eras codiciosos, crueles y estúpidos. Goten y Trunks, no exentos de otros pecados, representaban, no obstante, lo que Kamisama siempre esperó de los terrícolas a su cargo. Los exhortó entonces a suprimir su plano emocional para cumplir con la misión de proteger sin distingo a los habitantes del planeta.
No pudo estar más equivocado al respecto. Ellos no se movían por un deber intrínseco que trascendía la entereza de sus espíritus. Eran tan humanos como cualquiera, sacaban fuerzas y peleaban con mayor determinación que nunca cuando la seguridad de quienes amaban estaba en juego. Hasta en eso fracasó como maestro, y solo provocó en ellos dudas y tormentos.
―Goten, les debo una disculpa a ti y a Trunks. Olviden lo que les he enseñado. No renuncien ni intenten sepultar jamás sus emociones. Amen sin miedo, pues solo así podrán extraer su potencial entero y dar lo mejor de ustedes en la batalla que se avecina. ―Una mueca apesadumbrada desdibujó el cansado rostro del anciano―. Pero supongo que ya los dos se dieron cuenta de eso, así que, una vez más, los consejos de este viejo no son más que palabrerías.
Kamisama se abrió paso hacia Trunks. Se puso de cuclillas junto a él, e Ino levantó la mirada suplicándole con su ser que lo ayudara de alguna manera.
―Kamisa-sama, ¿usted va a…?
El anciano esbozó la primera sonrisa genuina que el saiyajin le veía desde que se habían conocido.
―Gracias por darle paz a mi alma, Son Goten. Envíale mis saludos a Karin…
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Las nubes doradas y el cielo rosa eran del Otro Mundo. Trunks tenía un vago recuerdo de ello. Estaba junto a Gohan, Goten y Piccolo a la cabeza de una interminable fila de bolas de fuego azul que supuestamente eran las almas de quienes esperaban a ser juzgados. Él y sus amigos recibieron un trato especial, se les condujo al frente de la formación para evitarles la espera, y se les permitió conservar sus cuerpos para seguir entrenando aun muertos.
Esta vez, las nubes doradas lo cubrían todo. Supuso que se trataba de una diferencia entre el Otro Mundo del universo nueve con el del siete. Pero estaba solo. No había rastro de almas, palacios, vasallos o de Enma cumpliendo su perpetua labor de determinar quién iba al paraíso o al infierno.
Al cabo de caminar sin rumbo fijo por un par de minutos, avistó la silueta de un hombre que, a medida que se acercaba, cobraba la identidad de Asuma con su chaleco táctico, sonriendo como de costumbre.
―Se supone que no deberíamos encontrarnos en estas circunstancias. ―dijo, llevándose una mano a la nuca―. O cuando menos, no todavía.
―Asuma sensei. ―El saiyajin apartó la mirada―. Hice lo que pude. Tal vez debí confiar más en mis amigos, es solo que… no quería que nadie muriera…
―Tuviste un rato duro, ¿no? ―El jōnin ladeó la cabeza con aire curioso, señalando el brazo amputado de Trunks―. Se supone que eso no debería estar así. Una vez muerto, tus heridas deberían desaparecer.
―Es una historia un poco larga, pero con gusto se la contaré. Después de todo, tiempo es lo que nos sobra.
―Te equivocas ―negó Asuma―, este no es tu lugar. ―Su aseveración contorsionó en duda los rasgos del joven―. Trunks, te dije que te las verías conmigo si hacías llorar a Ino de nuevo. Que no se haga costumbre el marcharte de esa manera. Recuerda lo que te dije sobre las piezas del shōgi: tú eres la torre, no un sacrificable peón.
―Claro, lo único que conseguí fue morir en vano ―dijo con un toque de desgano―. Aunque no me retracto. Pude protegerlos.
―¿Y quién dice que fue en vano? ―Carcajeó al tiempo que sacudía a su alumno por el hombro―. Cada paso que das, marca quien eres en realidad, y la persona que eres, es esperanza ante nuestros ojos. Podrías haberlo hecho mejor, sí, pero sin duda no lo has hecho mal. Además, ¿quién soy para juzgarte por eso? Si alguien no paró de equivocarse mientras estuvo vivo, fui yo.
El cuerpo de Trunks comenzó a disolverse en esporas de energía que parecían polvo de oro agitado por el viento. Sus ojos azules se ampliaron en sorpresa, lo que provocó en Asuma una mueca divertida.
―¿Lo ves? No teníamos mucho tiempo. Aún no es tu momento.
―¡Asuma sensei! ―gritó desesperado, extendiendo su brazo sano que también se esfumaba en brillantes partículas. Fue demasiado rápido, quería charlar con él un montón de cosas. A pesar de ello, y para regocijo del jōnin, se contentó con decir lo único que importaba antes de esfumarse en su totalidad―. Usted es el mejor maestro que he tenido…
Entonces Trunks sintió que su espalda golpeaba contra el duro suelo y despertó de un salto, desorientado y aferrado por los delgados brazos de Ino, que chillaba y balbuceaba afectos e insultos por partes iguales. Muchos lloraban de alegría por tenerle de vuelta. Otros silbaron y vitorearon el retorno de un verdadero héroe. Goten lo sacudió y le dio un abrazo que le hizo crujir los huesos, sollozando también como un niño.
―¿Qué pasó? ¿Cómo es que yo…? ―Enmudeció cuando oteó su entorno y se encontró con la figura de Kamisama, que se desvanecía mientras se despedía con un solemne gesto de asentimiento.
―Él se sacrificó para reparar el daño y traerte en una pieza ―explicó Sakura en tanto se secaba las lágrimas con su antebrazo.
Fue cuando vino a notar que su brazo derecho había vuelto a la normalidad. El Nameku había sanado la destrucción parcial que la técnica había provocado en su cuerpo, mente y alma. La tristeza lo invadió por el excesivo precio que el anciano debió pagar, pues ni siquiera iría al Otro Mundo, tan sencillo como que había dejado de existir en cualquier nivel y plano.
Luego de eso Ōnoki los invitó a hospedarse en Iwagakure, el lugar habitado más cercano al que se encontraban. Había sido una noche extenuante en varios sentidos. Comida y una buena cama es lo menos que podía ofrecer para que recuperaran fuerzas y volvieran a sus respectivas aldeas. Mañana habría lugar para poner a Trunks al día con la nefasta noticia. Ya tendrían tiempo para preocuparse de ello, por el momento había que celebrar y descansar.
Pero Naruto, pese a la alegría del momento, no terminaba de darle vueltas a un asunto, en especial porque cada tanto se le acercaba un ninja diferente a zarandearlo y felicitarlo por haber sido quien cortó la cola del Ōzaru. No habría sido una molestia para él de no ser porque nunca llegó a lanzar el segundo Rasen Shuriken.
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Poseso bajo un acceso de rabia, Obito tiró la máscara contra la pared de la pútrida caverna que hacía las veces de guarida. Astillas naranjas saltaron, pero el sonido fue amortiguado por el de sus histéricos gritos de desahogo que se redoblaban en tormentoso eco. Eran juguetes desechables en manos del maldito Kaiō-shin, cuyo plan no contemplaba alcanzar siquiera la fase dos, ya que Goten pudo destruir la Tierra esa noche perfectamente.
La desavenencia, de la mano con su intrínseca aunque transitoria desdicha, puso a prueba la voluntad de Uchiha cuando se inclinó por hacer lo correcto: cortó la cola del Ōzaru en ese instante donde el tiempo se ralentizó a su percepción, en el momento que las circunstancias convenían y no admitían un segundo más ni menos. Usó el Kamui para guardar en su dimensión el primer Rasen Shuriken que arrojó Naruto; luego, lo hizo reaparecer a una distancia insalvable para su objetivo.
―Ella me ha estado observando…. ―Pensó en Rin antes, durante y después de hacerlo.
No podía deshacerse de la imagen del colosal simio destruyéndolo todo. Fue algo impresionante. Aquel poder tan avasallante e implacable, fue una demostración palpable y objetiva de lo aterrador que podía llegar a ser Kaiō-shin: pese a que Goten fue el protagonista del desastre, temía mucho más de lo que era capaz Rō.
Se transportó con el Kamui a su dimensión, donde se topó con la indeseable presencia del dios sentado en el suelo, quien jugueteaba en ademán indiferente con un par de ojos Sharingan que levitaban en círculos sobre su palma. El pobre cuervo, con las cavidades orbitarias vacías chorreando sangre, dejaba a su paso pequeñas huellas rojas de cuatro dedos entre saltitos.
―Debo agradecerte por lo que has hecho. ―dijo con su aflautada voz―. Y no me refiero a tu asistencia para completar mi plan, que también, sino al hecho de que detuvieras a Goten antes de que todo se fuera al infierno. Ya sabes, será más divertido tener a los dos saiyajins con vida para el auténtico espectáculo.
―Eres un maldito enfermo. ―Uchiha temblaba de impotencia―. ¿Qué es lo que en verdad quieres? Y no me vengas con tu basura de las líneas de tiempo y el desorden en el universo. Eso te importa una mierda.
―¡Oh, me ofendes con tus acusaciones, querido Obito! ―entonó con una mano al pecho en fingida aflicción―. No mentí con esa información, es cierto que Goten y Trunks jamás debieron estar aquí. Debo darte la razón, eso sí, en que me importa entre poco y nada. ―Entonces la cara de Rō se descompuso en genuina rabia―. ¡Maldita sea, acabaron con Cooler siendo unos simples mocosos! Lo que en verdad me enloquece, es que ese par de asquerosos monos del universo siete sean tan fuertes.
―No lo entiendo. ―Uchiha quedó perdido en la idea―. No lo entiendo― repitió, incapaz de encontrarle el menor sentido.
―Un microbio como tú no podría entender a un ser supremo como yo. Soy un dios de la creación. De mis manos han nacido estrellas, civilizaciones y razas enteras. Eventos que para ti supondrían mil vidas, son efímeros ante mis ojos, de la misma manera en que he sido testigo de procesos tan ínfimos y breves, que ni siquiera podrías imaginar que han ocurrido. A pesar de eso, jamás he podido crear algo que alcance un potencial comparable al de esos dos monstruos, ¡ni de cerca! ¿Por qué Enki-sama lo ha logrado y yo no? ¡¿Por qué otros Kaiō-shin pueden dar vida a seres del nivel de Goten y Trunks?!
Perdió la compostura, y con ella, el simulado recato con que solía pretender superioridad. Su exacerbada rabieta retiró la máscara que velaba su frágil orgullo. Las rasgadas fosas nasales de víbora se le abrían y cerraban al son de su acelerada respiración.
―Me cuesta creer que haces esto por envidia…
―Mi ventaja está en reconocerlo. Sé de sobra que no tengo el talento de Enki-sama, mas mi ambición me ha llevado a donde estoy en lugar de lamentarme hasta el final de los tiempos por haberme equivocado. ―Abrió los brazos, enseñando las palmas en una postura redentora―. El Legendario Super Saiyajin. De haber sido mi creación, no me habría importado que la mitad del universo hubiera desaparecido. ¿Por qué habría de sentirme avergonzado? Los mortales son lo que son, y en nada más tendría que ver yo. Sería motivo de honra que el fruto de mi trabajo alcanzara semejante poder.
―¿Legendario Super Saiyajin? ―La simple mención envió una sacudida horripilante a través del cuerpo de Obito―. ¿Es ese tu campeón? ¿Para eso querías el Kotoamatsukami en realidad?
Los labios de Rō se estiraron, iluminando su cara con una sardónica expresión.
―Esos simios miserables llegaron a mi universo pavoneándose, demasiado confiados de sus habilidades. Ya no más. Experimentarán lo que es ser aplastados como gusanos. ¡Kai Kai!
Obito quedó absorto en el cuervo sin ojos dando tumbos. Las erizadas plumas de la nuca y el pecho estaban embadurnadas en sangre. Agitó las alas sin alzar vuelo, y sus profundos graznidos, emisarios de la maldición que acechaba a la Tierra, se redoblaron en un aciago eco dentro de la íngrima dimensión. La batalla que se avecinaba no tenía precedentes.
Rō apareció luego en la cueva donde se escondía Kabuto, quien todavía tenía enfrente el improvisado tablero de shōgi con que manipuló a los shinobis resucitados con el Edo Tensei. Orochimaru ya estaba a su lado.
―Él es Kaiō-shin, mi señor.
El sannin le inspeccionó con detalle. Era un sujeto pequeño y de contextura frágil, aunque algo en él transmitía esa suerte de divinidad inherente a su naturaleza y posición, tal y como le explicó Kabuto. Más allá de sus rasgos y llamativo color de piel, se le hizo evidente que no pertenecía al mundo de los mortales.
―Un placer conocerlo, Orochimaru-sama. ―Saludó el dios con una leve inclinación de cabeza―. Tiene allí a un buen aprendiz. Cooperó conmigo para poder llegar a Sasuke y hacer lo posible por traerlo de vuelta.
―En efecto. El legado de Orochimaru-sama no podía desaparecer sin más. ―El joven subió con un índice sus gafas, tras las cuales resplandecían un par de rasgados ojos amarillos de reptil.
―Kabuto siempre demostró ser leal a mí y mis ideales. Debo aceptar, eso sí, que desconozco hasta dónde se habría interrumpido mi legado realmente, pues veo que ha llegado muy lejos sin dejar de añadir su huella personal.
El Modo Sabio hablaba por sí mismo. Kabuto no solo dominaba la mayoría de jutsus de su maestro, sino que fue capaz de mejorarlos con la utilización del senjutsu. De hecho, fue una brillante idea de su parte el haberse inoculado las células de Jūgo para adquirir la facilidad de absorber la energía de la naturaleza circundante.
―Muy perceptivo. ―Rio Kaiō-shin al tiempo que se quitaba el pendiente Photala de la oreja derecha―. No se equivoca. Con Kabuto acá, no habría sido necesario liberarlo de ese sellado en lo absoluto, pero él tenía sus condiciones.
―Tengo la convicción de que la humanidad necesita los descubrimientos de Orochimaru-sama. ―Un brazo pálido cuarteado en escamas salió de entre las holgadas mangas, y capturó a medio vuelo el sarcillo que le fue arrojado―. No lo tome a mal, mi señor, pero conocer a Rō-sama abrió mis horizontes. Por eso le quería de regreso, para que continuara con sus valiosos aportes. La Tierra no debe quedarse sola, y para ser honesto, a mí ya se me antoja chica...
―¿Qué estás tratando de decir? ―El sannin, confundido, atestiguó cómo su alumno perforaba el lóbulo de su oreja derecha con aquella joya redonda y roja.
Los cuerpos de Rō y Kabuto se hicieron figuras de intensa luz blanca. El sannin debió cubrirse los ojos con su antebrazo para protegerlos del fulgor que de golpe anegó cada rincón de la caverna. Alcanzó a ver, no obstante, cómo las siluetas de ambos chocaban por el pecho y se mezclaban en la imagen de un único y nuevo ser. Un estallido final, cual relámpago que esparcía su luminosidad en el firmamento, saldó la unión entre un ente de chakra y otro de ki.
―Ahora sí está todo hecho ―dijo Rō desde su nueva apariencia, con la piel blanca y escamosa de una serpiente. Sus ojos amarillos tenían un aspecto reptil, y un par de colmillos afilados asomaban por sus sonrientes labios. Por lo demás, la talla y forma de su cuerpo, así como sus vestiduras, seguían siendo las mismas.
―¿Cómo es posible? ―balbuceó Orochimaru.
―Nos fusionamos gracias a los pendientes Pothala. Por mi poder y personalidad dominante, soy quien mantiene el control de esta unión. Básicamente Kabuto ha pasado a formar parte de mí, a brindarme sus habilidades, conocimientos y chakra, no mucho más.
―Así que ya lo habían decidido. ―Ahora comprendía a qué se refirió su alumno con que se abrieron sus horizontes y la Tierra le quedaba pequeña.
―No pudo rechazar la opción de trascender, de hacerse parte de algo más grande, de convertirse en Dios. Un chico inteligente, sin lugar a dudas.
―Necesitas chakra para usar el Kotoamatsukami, ¿no es así? ―replicó con una risilla nerviosa―. Puedo reconocer las ambiciones de Kabuto, por lo que no alcanzo a imaginar cómo lo convenciste para llegar a esto con todo lo que implica. Él no habría estado de acuerdo con que hicieras daño a nuestro mundo, de lo contrario, liberarme de Sasuke no tendría sentido.
―Vaya, sí que piensas en todo. Lo cierto es que él me ofreció sus servicios a cambio de que le diera lo necesario para acercarse más a un dios: conocimientos, poder, lo que fuera. No debía revelar mis intenciones de obtener chakra o habría llegado a la misma conclusión que tú.
―Por lo que le ofreciste como única opción formar parte de ti…
―Exacto. Le hice creer que el gran favorecido sería él, cuando en verdad estaba haciendo justo lo que yo necesitaba.
Rō utilizó las yemas de sus dedos para extirpar su globo ocular izquierdo en medio de un grotesco chasquido. Después, rellenó la sangrante cavidad orbitaria con uno de los Sharingan en su posesión. La regeneración de Kabuto hizo el resto para que el trasplante sanara de inmediato, con lo que Kaiō-shin no hizo más que secarse una solitaria lágrima de sangre con un pañuelo que extrajo de sus bolsillos.
―Con esto podré regresar al Planeta Sagrado. Enki-sama ya no será más un problema. ―Con un movimiento de su cabeza, Rō se despidió del sannin―. Lo siento por ti y Kabuto. Te sacamos de allí solo para que presenciaras tu legado ser destruido. ¡Kai Kai!
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Una hilera de dedos luminosos se colocó entre las persianas y rasguñó, como una cálida y sutil caricia, los adormecidos rasgos de Trunks. Se desperezó de a poco bajo la gruesa manta del futón, girándose sobre su hombro derecho e izquierdo hasta en un par de ocasiones cuando por fin se dignó a abrir los ojos, encontrándose con el interior de una habitación que desconocía y que le hacía reactivarse de un tirón. Por suerte recordó, con la misma rapidez, que se habían trasladado a Iwagakure, si bien los últimos pormenores se le tornaban ajenos y confusos.
Se quitó las sábanas de encima e ingresó al baño. La imagen que le devolvía el espejo era la de un joven fuerte, de cabello desordenado y el musculoso torso salpicado en viejas cicatrices, mas no había rastro que sobreviviera a su encuentro con el Ōzaru, como si tal batalla jamás se hubiera gestado.
Se quitó el bóxer e ingresó a la ducha para darse un baño caliente. Las gotas le reventaban contra las sienes, perforándole los cruentos recuerdos de cada golpe en manos de aquel enloquecido monstruo. Una risa corta y hosca se le escapó al venírsele la imagen de Goten como responsable de tan aberrante transformación. Aún le costaba asimilar tal locura.
Cuando hubo de terminar, regresó a la pieza con una toalla atada a la cintura. Esperaba ponerse sus ropas rotas hasta tener cómo reponerlas, pero se llevó una sorpresa al encontrarse con un conjunto como el que solía usar, doblado e intacto, sobre la única silla en la estancia. Era nuevo, y entendió que antes de morir, Kamisama le hizo el favor de dejarle uno con su magia.
Se colocó la camiseta negra sin mangas, luego la chaqueta púrpura con el emblema de la Corporación Cápsula, los pantalones y por último las botas amarillas. Tan pronto puso un pie fuera de la habitación, un par de delgados brazos se le echaron al cuello, un beso cálido se plantó en su mejilla, y lo que parecía un regaño preocupado en lugar de molesto, le recibió por parte de Ino.
―Dormiste por dos días. ―La voz de Shikamaru, sentado en un sofá junto a Chōji, le llegó desde el fondo del pasillo―. Ino no se despegó de la puerta. Hubieras visto cómo se puso cuando escuchó la ducha encenderse.
―Pensamos en llamar refuerzos para evitar que entrara sin permiso. ―Continuó Chōji, conteniendo la risa.
Lo que en otra situación les hubiera significado una paliza, cayó en oídos sordos. Aprovecharon el momento para liberar un poco de la tensión contenida en los últimos días a través de chistecitos que sabían que la rubia perdonaría.
―¿Dónde está Goten?
―¿A esta hora? De seguro desayunando en el comedor. Que por cierto, deberíamos bajar cuanto antes si no queremos que se acabe ese delicioso tocino freído con miel que sirven acá. Es una exquisitez, Trunks, te lo juro.
Akimichi, como era natural, se tomó el papel de guía mientras describía con entusiasmo y la boca salivando, la variada gastronomía de Iwagakure, más elevada en calorías y grasas saturadas que la dieta promedio de Konoha por lo que podía escucharse.
―Me encontré con Asuma sensei…
El grupo se detuvo en seco a la par de la verborrea culinaria de Chōji. Los ninjas se dieron vuelta y le contemplaron con un dejo de aprensión. El detalle es que, tratándose de Trunks, todo era posible.
―¿Qué te dijo? ―preguntó Shikamaru, con los oscuros ojos brillándole emocionados.
―Que no era mi momento. ―Los dedos de su mano se entrelazaron con los de Ino, haciéndola sonrojar―. Y que no me olvidara del trabajo en equipo.
―Claro, muy propio de él. ―Nara sonrió de medio lado, escondió las manos en los bolsillos de su chaleco táctico y reanudó la marcha al comedor.
La rubia se aferró al brazo del saiyajin durante el trayecto. De ser necesario, entraría al complejo Yamanaka con él de esa manera, importándole una mierda lo que el clan o su padre dijeran o sintieran. No desperdiciaría más tiempo sin él, sin saber si el día de mañana lo tendría a su lado.
El aroma del prometido tocino caramelizado en miel, les deleitó el olfato tan pronto arribaron al comedor. Estaba casi vacío, lo cual no llamó la atención de Chōji a juzgar por cómo atiborraba una bandeja con cuanto embutido, pan y fruta tuvo a su alcance. Shikamaru, en cambio, sí que se extrañó, pues lo usual es que a esa hora estuvieran sus compañeros de Konoha, pero solo vieron al equipo Samui dispuesto en un apartado mesón.
―Trunks, ¿en verdad eres tú? ―preguntó Omoi, levantándose de un salto―. ¡Por todos los cielos, sí que eres tú, hermano! Estábamos muy preocupados. Pensé que ese tal Kamisama en lugar de revivirte se metió en tu cuerpo para poder controlarte, así bajaríamos nuestra guardia, se instalaría en nuestras aldeas, y cuando nos diéramos cuenta, ¡bam!; sería demasiado tarde, ¡estaríamos dominados por extraterrestres y…!
―¡Cierra la boca, idiota! ―Karui lo hizo callar con un sonoro golpe en la parte posterior del cráneo―. Lo siento, es un poco paranoico. Le encanta teorizar tonterías que solo a él podrían ocurrírsele.
―Estoy bien, gracias. ―dijo Trunks―. Lamento haberlos preocupado de esa manera.
―La próxima vez no te vendría mal aceptar un poco de ayuda. ―gruñó Karui―. Jugar al héroe del mundo te matará algún día si no lo tomas con un poco de calma.
Ambos grupos tomaron asiento en el mismo mesón. Los ninjas de la nube ya habían terminado, pero se quedaron para acompañar a los otros mientras comían. En tanto, Trunks aprovechó de presentarlos y explicar de qué se conocían.
Samui, impávida como de costumbre, observó con atención a Yamanaka por algunos minutos antes de emitir juicio.
―Ya veo, así que tú eres la chica en la que pensaba Trunks. ―Apoyó los codos en la mesa para alivianar su dolor de espalda, logrando de manera inconsciente que sus enormes pechos resaltaran todavía más―. Se ve que son muy unidos.
―¿Qué quieres decir con eso? ―Ino hizo a un lado su tostada con mantequilla. Examinó la delantera de la rubia. Los vellos de la nuca se le erizaron, como si un instinto animal le advirtiera de una posible rival.
―Quería que tuviéramos una cita, pero al verlo tan pensativo, supuse que otra mujer ocupaba su cabeza. ―Se encogió de hombros, restando importancia a una declaración que dejó boquiabiertos a los demás―. Como dije esa noche, no estoy interesada en hombres atados sentimentalmente.
―¿Lo nuestro? ¡¿E-esa noche?! ―Yamanaka le arrebató los palillos a un confundido Chōji y los partió dentro de su puño. Su mirada destellaba como zafiros ardiendo en fuego, en tanto los ojos de Samui eran un gélido e indiferente glacial.
―I-Ino, tranquilízate, no-no pasó nada. ―Trunks levantó las manos en gesto conciliador.
―Esto será problemático… ―suspiró Shikamaru, que decidió levantarse para evitar algún golpe por accidente.
―¿Quieres que me tranquilice? ―resopló Ino con la cara congestionada en rabia―. ¡No sabes lo mal que la he pasado estos días para enterarme, justo cuando al fin despiertas, que tenías una aventura con una vaca lechera de la nube!
Omoi escupió su té, luchando por contener la risa a la vez que evitaba ahogarse.
―Escucha bien, niña, porque no pienso repetirme: no pasó nada entre tu novio y yo. Siempre se mostró interesado en ti. No había manera de que funcionara.
Si Samui llegó a molestarse, no se notó en absoluto. Lo cierto es que fue tan franca y directa, que hasta Ino tragó en seco su orgullo y bufó en lugar de continuar.
―Con permiso. ―Roja de vergüenza, tomó su bandeja y se fue a otro sitio. Antes de hacerlo, eso sí, le echó una mirada al saiyajin que prometía matarlo si no la acompañaba.
―A propósito, ¿por qué está tan vacío el lugar? ―inquirió Shikamaru.
―Habrá una reunión dentro de diez minutos en la sala de conferencias de la aldea ―respondió Samui―. Es para tratar el tema de la posible invasión que se avecina. Esperaban por Trunks, pero viendo que tardaba en despertar, sumado a la presión de los Señores Feudales de las demás naciones, se vieron obligados a adelantar el evento.
―Entonces estamos a tiempo. A buena hora vino Trunks a recobrar la consciencia.
―¿Estarán también los Señores Feudales? ―interrogó Karui, desconcertada con ese detalle.
―Creo que no será presencial. Utilizarán monitores para la videollamada. Bueno, eso fue lo que me pareció entenderle a Raikage-sama.
―Tiene sentido. ―Shikamaru sostuvo su barbilla―. Ahorraremos tiempo y recursos en la seguridad de los traslados. Además, cuando se trata de conflictos bélicos, la última palabra la tendrán siempre los Kages.
Debieron apurar un poco a Chōji para llegar a tiempo a la reunión. Trunks, por su parte, despertó con menos apetito de lo habitual, lo que no evitó que comiera por cinco personas y tuvieran que apresurarle también.
Salieron del edificio dispuesto para hospedarlos, en cuya entrada les esperaban ninjas de Iwa para conducirlos a la sala de conferencias, situada cerca de la torre Kage de la aldea.
Trunks aprovechó el breve paseo para ojear los alrededores. Las estructuras eran monótonas, coniformes, construidas sobre la misma piedra grisácea de las montañas que protegían la aldea; de aspecto rústico y consistencia fuerte, los edificios se unían entre sí con estrechos puentes de madera que a la distancia parecían cordones colgando entre las rocas. La aldea estaba bien organizada, aunque la escarpada geografía obligó a que ciertas edificaciones fueran erigidas a distintos niveles, provocando que a lo lejos se diera el efecto visual de que algunas se amontonaban a otras.
―Llegamos. ―Informó uno de los guías. Al frente tenían una especie de domo rocoso que en nada resaltaba con cualquier estructura que le rodeara.
Ingresaron en fila. Al igual que el edificio de hospedaje, encontraron que el interior no guardaba semejanza con la tosca fachada de afuera: una sala de estar alfombrada en su totalidad, con amplios sillones de cuero negro y paredes tapizadas en porcelana blanca, lo que en conjunto daba un aire moderno a la vez que minimalista.
Les pidieron continuar por un pasillo a la derecha que tenía puertas a cada lado, pertenecientes a salas menores. No se detuvieron hasta el final, donde les aguardaba el salón principal. En el centro de la habitación había una extensa mesa cuadrada esculpida en la misma piedra del suelo, y en cuya cabecera se hallaba Onoki presidiendo la conferencia. Al fondo había siete monitores dispuestos en forma piramidal; en cinco de ellos aparecían los rostros de los Daimyō, y en los dos restantes, Gaara y Mei Terumi.
Los ojos de la audiencia se volcaron sobre los recién ingresados, siendo el saiyajin objeto de especial atención por evidentes razones.
―Llegas en buen momento, Trunks ―dijo Onoki con una mueca que entreveía alivio―. Tomen asiento. Acabamos de comenzar, por lo que tenemos un montón de dudas que aclarar. Goten ha sido muy amable en explicarnos lo poco que hemos preguntado, pero sería bueno si nos dieras luces con tus palabras.
―¿Qué quieren saber?
Los murmullos colmaron la sala. Se notaba a los Daimyō ansiosos por tomar el protagonismo de la junta preguntando cuantas sandeces se les ocurrieran, así que el Raikage hizo tronar su voz, haciéndose con la delantera.
―Dinos lo que sabes sobre ese tal Hakai-shin.
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Enki quedó pasmado con el desagradable suceso. El Ōzaru resultó la palpitante y avasalladora reencarnación de aquellos aciagos recuerdos que, muy para su desgracia, mantenía guardados en su memoria y lastimaban su corazón. En la noche que Goten se transformó en bestia al mirar la Luna llena, revivieron con la intensidad de antaño sus vivencias frente al Legendario Super Saiyajin: el descontrol, la ira y violencia irracional de ese ser, vinieron a desbordar en la misma aborrecible locura a un sujeto tan apacible como Goten. Los saiyajins eran, pues, portadores de una maldad intrínseca, genética incluso, que los sentenciaba a ser peligrosos y objeto de desconfianza destacables dentro del resto de mortales.
El gigantesco ki fue percibido por Kaiō-shin en el Planeta Sagrado. Derramó su té, producto de los temblores que le sobrevinieron. Era una presencia descomunal, salvaje, primitiva. Se sintió como si un depredador supremo e implacable estuviera sobre él, acorralándolo en un dictamen de muerte ineludible. Se sorprendió, eso sí, por la audacia e insistencia de los shinobis que lograron revertir la situación.
Por otro lado, quedó impactado por la resolución de Trunks. Estaba dispuesto a sacrificar a su amigo y a sí mismo, mucho más allá de la simple muerte, con tal de proteger al planeta y las personas que les habían acogido. Él también era un mortal con un potencial excepcional, en un tiempo relativamente corto se las ingenió para manejar, aunque de forma básica, la energía Hakai.
Su consternación frente a la serie de eventos resultó tal, que fue incapaz de buscar a Rō hasta varios minutos después que todo terminó. Se teletransportó entonces a la zona donde se ubicaba su palacio.
Estaba frente a un lago verde como el limo, pero el agua en realidad era limpia, pura, imperturbable. En medio de ese peculiar cuerpo líquido, se alzaba un solitario árbol de ramas desnudas y un tronco tan grueso como un edificio, en cuya copa se incrustaba el palacio de Rō.
―No puedo sentir su presencia. No está aquí. ―Enki dio un paso y cayó al lago. El mundo se dio vuelta, y ahora caminaba en la superficie del otro lado del agua, sin una gota escurriendo o empapando sus vestimentas: una dimensión diferente.
Esperó a que la tenue corriente arrastrara a sus pies una enorme hoja de estanque, gruesa como un colchón, y capaz de mantener el peso de un hombre sin hundirse. Mientras viajaba sobre ella, Enki observó a su alrededor cómo las inmensas tortugas, del tamaño de elefantes, asomaban cada tanto sus moteadas cabezas para tomar oxígeno. A lo lejos se formó una explosión acuática cuando las fauces de un titánico pez escarlata, engulleron de un limpio bocado a uno de los acorazados reptiles como si de una mosca se tratase. Todo un variopinto ecosistema incapaz de cruzar al otro lado. Solo él, por su condición de Dios, atravesaba las dimensiones sin contratiempos.
La hoja de estanque chocó contra una plataforma circular de roca cubierta en musgo, marcando el final del recorrido. Enki se montó en ella, y de la nada aparecieron muchas más, conformando una escalera donde cada peldaño flotaba en el aire. Saltó de una en una hasta alcanzar la cima, varias docenas de plataformas después, para llegar a un último montículo donde consiguió a Rō de espaldas con una capucha puesta. Estaba sentado en una mesa, bebiendo té y husmeando por su bola de cristal.
―Supongo que has visto lo que pasó con los saiyajins. ―No hubo respuesta. Un extraño repelús sacudió cada fibra de Enki. El aura que manaba de su subordinado era desagradable y diferente―. Rō, ¿te encuentras bien?
―Por supuesto, Enki-sama. Me siento de maravilla. ―Dando su último sorbo de té, se levantó y dio la vuelta al tiempo que descubría su cabeza. El Sharingan en su ojo izquierdo refulgió en sangre.
―¿Qué has hecho, insensato? ¡Has perdido la razón! ―gritó Enki al notar su apariencia de serpiente blanca, al percibir el chakra percudiendo su ki―. De no ser por nuestra conexión con Hakai-shin, te mataría ahora mismo, maldito traidor. Cuando menos tendré que sellarte.
―No sea tan duro conmigo, mi señor ―replicó, enseñando los colmillos de víbora―. Tantos milenios de inactividad y lamentos le han hecho perder el objetivo. En su papel de ser supremo, permitió que los mortales en nuestro universo tomaran las riendas de su propio destino.
―¡Como lo dicta el pacto sagrado de la Era de los Primeros Dioses!
―Lo que no significa que esté bien. Los humanos son tan estúpidos que no saben sacar provecho a su libertad; malgastan su hermoso albedrío en matarse, sufrir y esclavizarse entre ellos. No hay más que comprobar el resultado de los árboles que usted ha creado. ¡Pura ruina y debilidad la de esos seres!
―Yo mejor que nadie lo sé.
―¿Y entonces por qué se tomó la atribución de juzgarlos? ¿No escapa eso a nuestro divino deber también, mi señor? ―escupió con las palabras envenenadas en rabia y envidia.
―Eres un pobre desgraciado al que no haría mal recordar su posición. Me guardas resentimiento porque nunca te he dejado hacer lo que deseas. Siempre lo supe, mas no imaginé que llegarías a estos extremos.
El ki del sagrado Kaiō-shin reventó en un aura blanca, al principio violenta, luego fantasmagórica, casi etérea, propia de un Dios. Unió los dedos de ambas manos formando un diamante y apuntó a su subordinado.
Rō le contestó con una larga y desquiciada carcajada que de a poco se adelgazaba en irritantes chillidos. Cuando hubo de terminar, volvió a su asiento, y con un gesto de su brazo, invitó a su amenazante superior a acompañarle en tanto le servía té.
―¿Miel o limón, mi señor?
El hermoso rostro de Enki no delataba emoción ni aprensión. Apagó su ki. En sus ojos violetas se veían pozos serenos de tristeza. Tomó lugar frente a Rō, cogió la taza que le tendían y examinó los postres sobre la mesa: galletas de almendra, bizcochos, barritas de canela y polvorones de naranja. Una manzana roja y brillante como la sangre arterial, refulgió en su mirada, tanto así, que su anfitrión se la extendió al notar su interés por ella.
Por un segundo, Enki pareció reaccionar ante la imagen de la perversa serpiente blanca entregándole la fruta, pero bastó una pequeña sacudida de cabeza para desasirse de la idea y retornar a su prisión de brumas.
―Estoy bien así, Rō. Muchas gracias.
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Fin del capítulo.
No debería hacer esta aclaratoria, pero lo hago porque sé que me lo van a preguntar. Cuando Trunks muere, pasa de forma transitoria por el limbo al que van los shinobis, pero de no ser resucitado, habría seguido de largo al Otro Mundo. Esto lo sabía Asuma, por eso le dijo "este no es tu lugar".
Sobre su brazo faltante, esto es debido al daño al alma del Hakai. No profundicé en eso, pero quizá algunas de sus capacidades mentales también fueron dañadas en el proceso, lo que podría incluir su capacidad para controlar adecuadamente el ki (es decir, quizá no habría podido pelear ni entrenar bien en el Otro Mundo), pero esto son solo datos curiosos, en nada afecta al desarrollo de la historia y menos ahora que él está bien.
Con este capítulo concluye el asunto del Ozaru. Los planes de Rō van viento en popa, ahora le queda nada más despertar al Legendario SSJ y controlarlo con el ojo de Shisui, si es que puede…
Y sí, la razón por la que Rō se fusiona con Kabuto es para mezclar ki y chakra efectivamente. Anteriormente dije que ambas energías son incompatibles, y solo el senjutusu logra mezclarlas y sacarle provecho a esto pero con muchas limitantes y dificultades. No obstante, mediante el artefacto mágico que representan los Photala, es posible, y esto tendrá relevancia para un enemigo final del que he hablado prácticamente nada en el fic, pero que desde hace años (al igual que el Legendario SSJ), tengo pensado sacar. Algunos ya se imaginarán que se trata de una especie de Majin Boo.
En fin, me despido deseándoles como siempre lo mejor del mundo, éxito en sus proyectos/trabajo/estudios, y mucha salud por los tiempos que corren.
Como siempre los invito a dejar sus impresiones y comentarios mediante un review. ¡Saludos!
―Taro