Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, como todos sabéis. El crédito es enteramente de Kishimoto.

Advertencias: Parejas canon por aquí y por allá. En caso de que no deseéis leerlas, ya sabéis.

Notas: Algún día lograré escribir algo que me guste de verdad. Algún día.

Gracias a Isi por ser, como siempre, la primera en echarme una mano cuando lo necesito. Es el amor en persona, os lo digo yo, pero ssh.

Falsa alarma.

1.

La primera vez que ocurre, Hinata se despierta de golpe a causa del ruido de la alarma, que se cuela con fiereza a través de sus oídos y parece golpear todos los rincones de su cabeza antes de escaparse por el primer hueco que encuentra.

La chica se incorpora, las últimas brumas del sueño desapareciendo de su cabeza mientras tantea con cierta desesperación la mesita de noche que reposa junto a su cama, buscando el interruptor de su lámpara. En cuanto la luz se extiende a través de la estancia, se atreve a levantarse.

No toma ninguna de sus pertenencias, por el simple hecho de que no cree tener tiempo para ello. Abre la puerta de su habitación a toda prisa, encontrándose con la mirada verde de Sakura, que parece tan preocupada como ella misma. Su teléfono rosa contrasta con el color oscuro de su pijama, y la Hyûga se alegra de que al menos una de las dos haya tomado el aparato para avisar a sus familias de lo que está ocurriendo.

—Es la alarma de incendios. —Hinata sabe que está puntuando lo obvio, pero por alguna razón es lo único que sale de entre sus labios.

Sakura asiente, tomando el brazo de ella con tanta fuerza que probablemente deje moratones en su piel, la cual siempre ha sido demasiado pálida como para evitar esas cosas, y prácticamente la saca a rastras de la casa.

Hay un pequeño tumulto en su rellano, y su amiga parece confusa ante eso. Mira a Hinata, como esperando que ella tenga la respuesta a todas sus preguntas, pero la Hyûga sólo alcanza a encogerse de hombros con una mirada de disculpa.

—¿Puede saberse por qué no habéis bajado? —pregunta Sakura, tras tomar del brazo a Shikamaru (tercero D, recuerda Hinata con un aire distraído que no debería mantener en esta situación. Shikamaru vive en el tercero D.) —¡La alarma está sonando como si no hubiera mañana!

El chico emite un suspiro de cansancio, limitándose a hacer un gesto con la cabeza hacia lo que sea que se halla en el centro de la multitud. Nunca le ha gustado mucho hablar: Parece que cada palabra le cuesta, le pesa en la lengua, como si fuera un esfuerzo demasiado grande para él.

Aún aferrando el brazo de su amiga, Sakura se abre paso entre el gentío. Hinata se dedica a murmurar disculpas ante aquellos que les miran con molestia por la incursión, su rostro de un rabioso tono rojo que debe hacerla parecer un tomate.

Resulta que el eje de todo el grupo son dos chicos. Hinata les dirige una larga mirada, escaneándoles con curiosidad. Uno de ellos es moreno, probablemente un poco más pálido que ella (y eso que siempre había pensado que sólo Neji y Sai eran capaces de alcanzar ese punto) y parece hacer caso omiso de las regañinas que están recibiendo, los brazos cruzados en una pose altiva y la barbilla alta.

—¡Esto ha sido una locura, lograr despertarnos a todos así...! —la que está gritando es Ino Yamanaka, una de los dos compañeros de piso de Shikamaru. Mueve los brazos furiosamente, como si estuviera convulsionando de la más pura rabia. El hecho de que ni siquiera Sai -ese artista que parece enfermo a causa de su extrema palidez y que vive en el pequeño estudio del ático- pueda tranquilizarla resulta incluso preocupante.

—¡No lo pretendía ´ttebayo! ¡Nunca fue mi intención causar tantos problemas, simplemente estaba intentando molestar un poco al imbécil de Sasuke, no pensé que la cerilla caería a la manta!

Es entonces cuando los ojos de Hinata pasan al rubio que acaba de hablar. Y se queda sin respiración. (Quizá nunca la recupere del todo, piensa para sí.)

No es excesivamente guapo, no en el sentido convencional de la palabra, y no es que Hinata suela ser de las que se impresionan inmediatamente por algo tan básico como la belleza. Pero tiene los ojos más azules que ella haya visto en su vida, y de algún modo eso consigue robarle el aliento. Son como el cielo en una mañana de primavera, brillantes y vivos y esperanzadores.

Ella es de pronto increíblemente consciente de su propio aspecto -de los pantalones viejos de pijama que lleva, con dibujitos de conejitos, y de la enorme camiseta que utiliza para dormir, que Kiba le regaló cuando su equipo de baloncesto cambió la equipación.- Inmediatamente se lleva una mano a su cabello, notándolo enredado por las horas contra la almohada y los movimientos que la chica haya podido hacer.

Siente la sangre escalarle al rostro con tanta velocidad que parece haber estado siempre allí. Y cree -realmente cree- que va a desmayarse ahí mismo si él observa su aspecto.

Por supuesto, y como no podía ser de otro modo, los ojos -tantantan azules- del chico giran hacia ella cuando escanea la multitud, buscando apoyo.

El primer instinto de Hinata es quedar semi escondida tras Sakura, pero eso sólo parece hacerlo peor, porque él mantiene la mirada sobre las chicas lo que parece una eternidad. Hay una sonrisa zorruna dibujándose paulatinamente en sus labios, remarcando las curiosas marcas de sus mejillas. Alza la mano, en un saludo claro, y ella siente que las piernas le tiemblan.

Todo cobra sentido cuando la voz de su amiga se alza, enfadada y cargada de algo que roza la ofensa. El momento se rompe, y toda la magia que Hinata hubiera podido imaginar desaparece como si nunca hubiera estado ahí.

—¿¡Naruto!? ¡Pensé que os mudábais la semana que viene!

Oh. Naruto. Qué nombre tan extraño para un chico tan extraño y una situación tan extraña.

...

...

...

—¿Así que, de qué conoces a ese par de idiotas?

Ante la pregunta de Temari, Sakura se queda unos instantes en silencio. Remueve sin ánimo los fideos instantáneos de su bol, como si fueran lo más interesante del mundo. Pese a esa apariencia de apatía, a Hinata no se le escapa que la mirada de sus ojos verdes se ha suavizado, cargándose de un cariño tan profundo que parece transmitirse en ondas cálidas hacia el resto de las presentes. Cuando habla intenta imprimir a su voz el tono lleno de ahínco habitual, pero de nuevo los bordes de sus palabras están suavizados.

—El imbécil que ha hecho saltar la alarma de incendios es Naruto Uzumaki. El chico guapo es Sasuke Uchiha. Compartimos clase hasta el instituto. —Sakura se lleva los fideos a la boca, haciendo una pausa para masticarlos. Hinata mira su propio plato, que se está enfriando a estas alturas, y tras unos instantes pensativos acaba por apartarlo, desganada. —Sasuke se mudó con...¿catorce años? Naruto y yo fuimos algo así como un equipo de dos desde entonces. Pero en cuanto tuvo ocasión, salió disparado tras Sasuke.

Ino, que está sentada con las piernas cruzadas en el sillón, se inclina hacia delante con la curiosidad dibujada en sus ojos azules. Pestañea lentamente repetidas veces, dándole tiempo a Sakura para continuar. Cuando es obvio que no va a hacerlo, medio rezonga.

—¿Están juntos, entonces? ¿Amor que vence barreras, y todo eso? Qué desperdicio.

Sakura se atraganta con los fideos, y Hinata no puede evitar una sutil risa ante la reacción de su amiga. Temari se apresura a acercarse a ella para darle palmadas en la espalda, hasta que la tos parece amainar y la chica de pelo rosa se atreve a volver a hablar, tras varios carraspeos.

—No, no, son sólo amigos. —sus ojos brillan con cierta nostalgia, y de nuevo Hinata sólo alcanza a sorprenderse de lo expresiva que puede llegar a ser su compañera. —Sasuke tenía problemas en aquella época, y Naruto siempre ha sido demasiado fiel para su propio bien. Pero —deja el bol en el suelo con más estrépito del necesario, causando que Hinata dé un pequeño respingo justo mientras Ino suelta un bufido por la nariz. — eso no es algo que me corresponda explicar.

El móvil de Hinata vibra con fiereza sobre la mesa un par de segundos antes de que su tono de mensaje empiece a sonar. La chica se estira, para tomarlo con aire vacilante, como si temiera ofender a sus invitadas con el gesto. Temari, que parece ser la única que se da cuenta, rueda los ojos con aire entre frustrado y divertido.

—Puedes leer un mensaje, Hinata, ninguna vamos a darte un mordisco.

—Si Tenten estuviera aquí, podrías dudar eso—añade Ino, con aire pensativo. Ante la serie de miradas extrañadas clavadas en ella, añade. —Bueno, te pareces mucho a Neji, y él ya lleva, ¿un par de meses, al menos? en Hokkaido. Debe de estar desesperada por un buen polv-

La rubia se corta de golpe ante el codazo que Sakura propina en su estómago. Deja escapar el aire de sus pulmones por el golpe, volviendo a tomarlo con una bocanada en cuanto el dolor retrocede un poco.

—¡Frentona, serás-!

—¡Estabas avergonzando a Hinata, pedazo de cerda!

—¡Hinata ya tiene más de veinte años, debería tener asumido que el sexo existe!

La aludida se hunde en su sitio, un ramalazo de culpabilidad causado por la idea de que ha provocado una pelea entre ellas simplemente por sonrojarse cruzando a través de su pecho como un latigazo. Temari, que está sentada justo frente a la chica, vocaliza un "Siempre igual" con los labios, sin llegar a pronunciarlo, y luego se dedica a rebuscar en su bolso con ahínco.

Finalmente, Hinata dirige la vista al mensaje de su teléfono.

"Eh, Hinata! Voy a salir a dar su primer paseo del día a Akamaru.

Voy a decirle a Shino que mueva el culo también.

Vienes, no?"

La chica dirige una mirada dubitativa a sus amigas. Temari ha encontrado en su bolso el abanico que estaba buscando, y lo ha utilizado para darle un golpe a cada una en la cabeza. Hyûga emite un suspiro divertido antes de teclear rápidamente una respuesta a Kiba:

"¿Veinte minutos en el lugar de siempre?"

"! BIEN. Allí nos vemos."

—¿Uh, chicas? Creo...creo que voy a salir—murmura, dirigiéndoles una mirada entre el pelo oscuro de su flequillo.

Sakura está en el suelo, con Ino encima tirando de su boca con el índice, como si fuera un anzuelo y la de pelo rosa un pescado. Temari está intentando separarlas, abrazando a la otra rubia desde la espalda y gritándole que si ha estado cultivando alguna planta rara que afecte a su cabeza últimamente. Ninguna parece escucharla.

De nuevo, la chica sólo alcanza a reírse por lo bajo.

...

...

...

Hinata sale de casa tras asegurarse por segunda vez de que no se olvida las llaves, hábito que tomó después de tener que esperar casi tres horas a que Sakura volviera de sus prácticas de boxeo para que alguien le abriera la puerta.

Gira sobre sus talones, dispuesta a partir finalmente, para encontrarse cara a cara con los enormes ojos de Naruto Uzumaki, quien acaba de salir de su propio apartamento. El chico alza una mano, en un saludo cargado de dinamismo y alegría, mientras con la contraria cierra la puerta tras de sí.

—¡Hey 'ttebayo!

Ella siente inmediatamente la sangre subir hasta sus mejillas, donde parece aposentarse, dispuesta a quedarse ahí una temporada. Hinata siempre ha odiado un poco su nula capacidad para hablar con la gente. Siente que la lengua se le traba y que las rodillas le tiemblan ante la idea de interaccionar con desconocidos, mientras sus manos viajan al bajo de su camiseta para empezar a estrujarlo compulsivamente.

—B-Buenos días.

La chica tiene planeado escabullirse tras ese breve intercambio cortés, antes de permitir que esos ojos azules afecten también a su capacidad motora, ya que parecen por lo menos haber estropeado la del habla. Sin embargo, apenas ha dado un paso antes de que Naruto se ponga a su lado, haciendo ademanes con las manos mientras habla a toda velocidad, unas palabras atropellándose las unas con las otras:

—¡Siento lo de esta madrugada! Estaba terminando de desempaquetar todo, ya sabes, y entonces empecé a jugar con unas cerillas para intentar encender una vela -aún no tenemos luz, y ya me dirás qué clase de casero estúpido nos da el apartamento sin eso 'ttebayo- y entonces el imbécil de Sasuke hizo algún comentario sobre lo tonto que soy, y yo quise asustarle, pero sólo asustarle, y él me golpeó la mano y la cerilla cayó sobre la manta y- ¿uh, estás bien? Estás muy roja 'ttebayo.

Hinata asiente mecánicamente, apretando con fuerza los labios. Si él dejara de mirarla fijamente mientras habla, quizá podría lograr combatir el tono alarmante que han tomado sus mejillas, pero no parece tener esperanza alguna de ello. Finalmente, se las apaña para mostrarle una sonrisa suave, avergonzada.

—Uh, sí...Lo siento. El viento frío me enrojece la piel en cuanto salgo.

—Pero hace calo-

—¡Ll-Llego tarde! —eso, para ser sincera, es una gran mentira. Pero tenía que cortarle antes de que él desenmascarara su pequeña excusa. Hinata se esfuerza en parecer horrorizada cuando mira el reloj.

Lo que ella no sabe, por supuesto, es que Naruto es en ocasiones tan noble que hasta puede rozar lo estúpido. Lo suficiente como para dirigir una mirada cargada de disculpa hacia ella y apresurarse a alzar las manos, como si le estuviera acusando de algo.

—¡No pretendía entretenerte 'ttebayo! —se rebusca en los bolsillos de la chaqueta a toda velocidad, y no tarda en sacar un juego de llaves que hace tintinear frente al rostro de Hinata. —¡Puedo llevarte!

—¿Ah? —es lo único que alcanza a preguntar ella, que de inmediato se siente algo estúpida. ¿De verdad? ¿"Ah"? ¿Es que se le ha olvidado cómo hablar? —¡N-No es necesario, puedo caminar, estoy segura de que llegaré a tiempo!

—¡Pero si te llevo yo, lo harás incluso adelantada! —Naruto toma el brazo de ella con firmeza, y Hinata realmente cree que va a desmayarse en ese mismo momento. El chico echa a caminar escaleras abajo, con un aura alegre que casi parece pasar hasta ella a través de su roce. —Por cierto, soy Naruto Uzumaki.

—Hinata Hyûga. —responde ella, en un susurro apenas audible.

La sonrisa que Naruto le dedica parece iluminar el oscuro rellano.