Algunos meses después de haber tenido su primera cita, Ichimatsu y Karamatsu decidieron mudarse; no muy lejos de su hogar, y lo más convenientemente cerca posible de sus respectivos empleos. Choromatsu se mudó seis semanas después que ellos; consiguió un departamento a pocos kilómetros de donde el segundo y cuarto Matsuno vivían, seguido de inmediato por Osomatsu, quien lo convenció de vivir juntos y compartir los gastos. Jyushimatsu y Todomatsu también consiguieron empleos pero se quedaron viviendo con sus padres.
•••
Día de San Valentín, dos años después.
-¡Ichimatsu, my love! Estoy en casa. – Cada que el segundo Matsuno cruzaba la puerta de su apartamento sus primeras palabras siempre estaban dirigidas a él. A veces obtenía respuesta, y otras veces no; como pensó que era el caso. En su brazo sostenía un gran ramo de rosas rojas y una caja con chocolates.
-Creo que aún no ha regresado. – Dejó los obsequios en la mesa de la sala. -Bueno, después de todo me esforcé para terminar antes y llegué tres horas más temprano hoy. Tal vez sigue fuera. –
Pero en cuanto entró un poco más, de inmediato percibió un aroma muy distintivo.
-¡Oh!… Es chocolate. – Se emocionó. Eso quería decir que Ichimatsu sí estaba en casa. –¿My beauty kitty me habrá preparado algunos? –
Se acercó a la cocina, y los vio. Eran pequeñas guitarras de chocolate. Karamatsu se sorprendió mucho de grata manera. En el lavabo habían algunos recipientes aún con restos de chocolate derretido. –Entonces los hizo él mismo. – Se sonrojó tanto que sus ojos lagrimearon.
Tomó uno de los pequeños chocolates. –Me pregunto cuándo habrá comprado los moldes. – Lo comió y saboreó. -¡Wow, es delicioso! –
El joven nostálgico recordó el primer San Valentín que celebraron juntos. Ese día el mayor llegó casi a las diez de la noche… Y cuando entró vio a Ichimatsu en la cocina, con un gesto deprimido y a la vez furioso. –Je, recuerdo que estabas muy molesto porque intentaste preparar chocolates, pero fue un desastre. – Y era verdad. Los chocolates que preparó ese día parecían rocas… Además estaban quemados… -Pero yo me conmoví tanto que me hiciste llorar. Me los comí todos y al día siguiente me enfermé. – Sonrió divertido.
-¿Ichimatsu? – Por fin lo llamó.
-¿Hmm? ¿Karamatsu? ¡Bienvenido a casa! – La voz se escuchaba un poco lejana y con eco.
-Entonces está en el baño. – Se acercó a puerta. –Estoy en casa, my love. –
-Hoy regresaste temprano. ¿Todo está bien? –
-Sí, hoy terminé antes… ¿Te estás duchando? –
-Ya terminé, estoy en la bañera ahora. –
-Oh… Emm… ¿me dejas pasar? – Hubo unos segundos de silencio.
-… Entra, está abierto. - El mayor giró la perilla y entró. Había mucho vapor. Ichimatsu en efecto estaba en la bañera, relajándose en el agua espumosa. Karamatsu se acercó a él y de inmediato le dio un romántico beso.
-… Sabes a chocolate… - Acusó el menor con un evidente tono molesto.
-Jeje… sí. Esas guitarras se veían deliciosas, no pude evitar probarlas. Thanks a lot, my kitty. – El joven en la bañera se abochornó y desvió la mirada. Nunca cambiaría.
-¿Tienes mucho tiempo aquí? –
-No, acabo de entrar. – En cuanto dijo eso, Karamatsu comenzó a quitarse su traje. –Entonces entraré contigo. -
-Eso pensé que dirías. – Supuso Ichimatsu en su mente, mientras miraba a su hermano darse rápido una ducha para poder entrar limpio con él.
El mayor se sentó en el otro extremo de la tina… y extendió sus brazos. Ichimatsu aceptó la invitación, se acercó a él y se recargó de espaldas en su pecho. Karamatsu lo envolvió en sus brazos.
-… Qué bien se siente. – Suspiró el joven de ceño fruncido.
-Debes estar cansado… -
-Un poco. –
-No te sobreesfuerces… -
-Descuida, estoy bien. – Lo tranquilizó y le dio un pequeño beso en el hombro. –Quería llegar antes a como diera lugar. Terminamos el proyecto a tiempo y nos darán el día libre mañana. –
-¿En serio? Yo tampoco trabajo mañana. –
-¿Eh? ¿En verdad? – Preguntó emocionado.
-Sí… La campaña de adopciones que publicitaste funcionó mucho mejor de lo que creíamos. Especialmente por éste día. Aunque fue difícil descartar a las personas que sólo los querían para usarlos como regalo… Me alegra que casi todos pudieran encontrar un buen hogar. – Su preciado Ichimatsu se escuchaba feliz… y claro, dicha felicidad se contagiaba. Karamatsu lo abrazó efusivo.
-Muy buen trabajo, Ichimatsu. Estoy tan orgulloso de ti. –
El menor, al principio abochornado, correspondió su afecto acariciando sus manos. -… Tú… en verdad ayudaste mucho… Gra… Gracias… - El joven halagado sonrió satisfecho y besó su mejilla.
-Todo por ti, my dear. Me alegra haber llegado temprano. Hacía mucho tiempo que no nos bañábamos juntos. –
-Sólo fueron dos semanas… -
-Oye, para mí es mucho… ¡Ah! Es verdad. Choromatsu me envió hoy un e-mail. –
-¿Hmm? –
-Dice que va a venir de visita éste domingo. –
-… Ha venido los últimos tres domingos… -
-Lo sé… Es rápido porque está a quince minutos en tren. Pero me sorprende que aún crea que puede evadir a Osomatsu y venir solo. –
-… Es irónico que sea el mismo Osomatsu nii-san quien no le permita hablar de él; porque estoy seguro de que eso es lo que quiere hacer. –
-¿Crees que… al fin...? –
-… No lo sé. – El menor suspiró. -En todo éste tiempo, sabemos que Choromatsu nii-san jamás tuvo el valor de rechazarlo. Sin embargo, aún no sé qué tan lejos han llegado. Tal vez eso es de lo que quiere hablar. –
-¿Qué otra cosa puede ser? Seguramente la perseverancia de Osomatsu ha sido recompensada. –
-Aún recuerdo su reacción cuando nos vio por primera vez. Si Osomatsu nii-san de verdad pudo ganárselo, yo más bien lo llamaría un milagro… -
-Heh… tienes razón… -
-… Bueno… eso decía de nosotros dos… Y míranos ahora. Estoy sentado en la bañera contigo mientras ahora tienes semejante erección. –
-Umm… ¿Cómo lo… –
-Es imposible no sentir eso, Kusomatsu. –
-… Lo siento. No puedo evitarlo… desde que entré has estado rozándome. –
-Tch… - Se giró para verlo de frente y se sentó en sus piernas. – Karamatsu miró de inmediato que también estaba muy excitado.
Ichimatsu recargó los brazos en los fuertes hombros de su hermano, y le dio un beso muy húmedo y erótico.
-… Bueno… ya que estamos así… vamos a hacernos cargo, ¿está bien? – Susurró en los labios del otro.
Karamatsu sonrió concupiscente. Ni siquiera le preguntó si había preparado su cuerpo para recibirlo. Con su sensual invitación fue suficiente para saberlo.
-Claro que sí, my little kitty… Ven aquí… -
•••
Aunque estuviera agotado, Karamatsu nunca perdía ni un ápice de la pasión con la que le hacía el amor… Ese día no fue la excepción.
Cada penetración, cada beso, cada contacto de sus manos… cada caricia de su lengua…
Ichimatsu se rendía al placer total.
El agua salpicaba por doquier…
-Karamatsu… Kara… ¡Ahh! –
-Ichimatsu… te amo… Ichi… matsu… -
-Hah… ¡Nh!... Te amo… ¡Karamatsu! ¡Más!... -
Ambos se entregaban el uno al otro con todo, como el primer día… Ambos unían sus cuerpos con regocijo, como la primera vez…
Y… ambos se amaban… como siempre, y como nunca…
•••
Después de su apasionado encuentro vespertino, terminar su baño y preparar la cena, la pareja se sentó a comer y a ponerse al día.
-¡Vaya! Esto es delicioso, my dear. – Ichimatsu había preparado las croquetas de carne que tanto le gustaban. –Es verdad, mañana es mi turno de preparar los bentos, ¿quieres algo en especial? –
-No sé… ¿qué tal tempura? Aún tenemos vegetales. –
-Perfect! Te preparé el almuerzo más delicioso, my love. – Esa se había convertido en una frase recurrente en su hermano mayor. Siempre que le hablaba así, Ichimatsu podía sentir cómo su corazón se llenaba a plenitud.
En ese instante le llegaron recuerdos de los primeros días que recién se mudaron al departamento. Ambos habían decidido repartirse los gastos y las tareas de su nuevo hogar. Al principio acordaron que prepararían los bentos un día cada quién, pero Karamatsu terminó preparándolos todos los días durante casi tres meses… ¿La razón? Los almuerzos de Ichimatsu eran prácticamente imposibles de comer. Las verduras saladas, el pescado terroso y el arroz quemado… -Admito que fue deprimente. – Pero Karamatsu tuvo paciencia. –Siempre comía lo que le preparaba, mintiéndome al decir que estaba delicioso… Lo hice enfermar muchas veces… - Por esa razón, Ichimatsu practicó mucho hasta que su comida fue lo suficientemente buena como para ver la expresión satisfecha en el mayor, sin que éste tuviera que fingirla.
Hacer feliz a Karamatsu, aunque fuera con nimiedades… lo hacía muy feliz también.
-Oye Ichimatsu. – La voz del mayor hizo que su mente regresara al presente. -¿Qué te parece si invitamos a venir a Jyushimatsu y a Todomatsu éste domingo? Ahora que la temporada ya terminó. – Se refería a la liga de béisbol profesional a la que el quinto Matsuno pertenecía ahora.
-No lo sé. Desde que Totty es su manager ha sido implacable con sus horarios. Aunque últimamente se ha vuelto débil ante las peticiones de Jyushimatsu. –
-Cierto, por eso hay que aprovechar. Hace tiempo que no nos reunimos los seis. Los llamaré mañana. –
-Descuida, ya que ahorremos lo suficiente para comprar el auto, nosotros mismos los visitaremos más a menudo, ¿cierto? –
-Sí. Y como por ahora Jyushimatsu es el único con auto, no está de más seguir pidiéndole venir aquí de vez en cuando, para ahorrar gasolina. –
-Ja, eres un tacaño… -
-Tal vez un día pueda comprar una motocicleta también. –
-Está bien… tú sólo preocúpate por ganar dinero suficiente y ya veremos. Lo harás bien, eres un gran publicista después de todo. -
-Heh, seguro. Déjamelo a mí, my honey. – El menor esbozó una sonrisa, agradecido por su auto-confianza.
-Ah, acabo de recordar que el próximo lunes comenzará a trabajar la nueva doctora veterinaria en el albergue. Tal vez el lunes llegue un poco tarde. – Desde que el dueño anterior se jubiló, Ichimatsu se había convertido en el nuevo jefe y una de sus tantas obligaciones era contratar nuevo personal.
-Espera… ¿dijiste doctora? –
-… Sí. –
-Entonces… ¿es una chica? – Preguntó lo obvio.
-¿Eso qué importa? – Karamatsu guardó silencio.
-Ja, ¿qué? ¿Celoso? – Se burló el menor. El mayor se puso de pie, se acercó a él y le dio un profundo beso que sorprendió un poco al joven despeinado.
-… Tú sabes que sí… - Le bisbiseó en la oreja. Ichimatsu se estremeció.
Enseguida, Karamatsu lo incitó a ponerse de pie también y de inmediato lo abrazó efusivo.
-No puedo evitarlo… ¿Qué pasará si se enamora de ti? –
-… Idiota, eso no va a pasar. Es una mujer mayor y casada… – Le pellizcó ambas mejillas. –Eres demasiado consentido, Kusomatsu. Deja de pensar en tonterías. –
-Auch… Es tu culpa. –
-¿Ah? ¿Por qué? –
-Sí… - Besó sus labios… una y otra vez. –Es tu culpa que esté loco por ti… - Ambos se miraron. Ichimatsu no dijo una palabra, pero para el mayor, ver sus mejillas ruborizadas y su mirada avergonzada era suficiente para él.
-Bueno… my love… ¿Qué te parece si comenzamos ya a celebrar San Valentín? – Besó su mano y continuó.
-Nn… Imaginé que no tendrías suficiente… – Dijo con dificultad, pues el mayor ya lo estaba besando por todas partes. –Está bien… pero tú… harás todas las tareas mañana… ¿De acuerdo?... – Le demandó con leves gemidos. Imposible no excitarse con esos besos que lo hacían perder sus sentidos.
-Claro, sweetheart, como tú digas. – Besó su cuello, sus hombros, su rostro y su pecho. Ichimatsu rápido se dejó llevar por sus apasionadas caricias. Y de repente, cuando su hermano asió sus posaderas, Ichimatsu se sobresaltó un poco.
-¿Aún no estás satisfecho, Kusomatsu pervertido? –
-No, quiero todo de ti, siempre quiero más… –
Unieron sus labios, frotaron sus lenguas…
Ichimatsu se separó un poco… y metió dos de sus dedos dentro de la caliente boca del mayor.
-… ¿Sabes? Tengo ganas de bañar de chocolate ese obsceno cuerpo tuyo… - Le dijo despacio, saboreando sus labios. Karamatsu sintió que se encendía en llamas.
-… Oh, amor mío… Nada me gustaría más… - Le susurró, antes de abalanzarse hacia él y hacerle el amor en el mismo piso de la cocina.
•••
Continuaron en su habitación. Volvieron a unirse… Nunca era suficiente, sus jóvenes cuerpos ardiendo apasionadamente y sin restricciones seguían deseándose con desesperación…
Entrelazaron sus manos. Ichimatsu aún tenía en su dedo anular el anillo que Karamatsu le entregó el día que juraron amarse por siempre. Jamás se lo quitó… sin importar cuánto lo cuestionaran o qué tanto lo juzgaran.
En la mano de Karamatsu… también había un anillo. Ichimatsu se lo dio un año después. Para el cuarto Matsuno, poder ahorrar el dinero para comprarle un anillo igual tomó mucho más tiempo del que había pensado, puesto que su hermano mayor le había comprado uno demasiado costoso. –Todo el tiempo que trabajaste fuera de la ciudad sólo fue para eso. Hay veces que aún me cuesta creerlo. –
La manera en que se lo entregó, para Ichimatsu no fue nada especial. –Sólo te invité a cenar. Planeaba dártelo ahí mismo en el restaurante pero por razones que ya no recuerdo no pude atreverme. Después salimos a beber, y a pesar de que hubo incontables oportunidades esa noche, tampoco me atreví. Luego, mientras volvíamos a casa… tú me viste deprimido. Ver tu rostro tan preocupado y sonrojado por mí, me conmovió hasta lo más profundo… En ese momento ya no pude soportarlo. Terminé dándote el anillo en un parque cercano y a oscuras. En el fondo me sentía furioso porque nada salió como quise… Pero tú… estallaste en llanto… y me dijiste que era el día más feliz de tu vida…
Vinimos a casa… y lo hicimos toda la noche.
… Justo como lo estamos haciendo ahora… -
Karamatsu lo amaba con tanta pasión que Ichimatsu siempre terminaba fuera de sí. Se aferraba al mayor de tal manera que mordía y rasguñaba su piel…
Todo el amor que Ichimatsu anhelaba tener… el joven de largas pestañas lo correspondía inmensamente…
No… era mucho más que eso. La manera en la que se consagraba por completo a él lo terminaba estremeciendo hasta las lágrimas.
Y para Karamatsu… tener en sus manos el hermoso cuerpo del menor era una sensación indescriptible. Sentir a flor de piel la suavidad de Ichimatsu, deslizar entre sus dedos su sedoso y encantador cabello alborotado… penetrar en su tórrido interior y arder junto con él…
Manifestar ese amor, perderse en su propia pasión… necesitar uno del otro como si no existiera nadie más…
Eso es lo que significaba ser amantes…
Los anillos que se habían entregado habían sellado el compromiso de permanecer siempre juntos.
Sin embargo…
Entregar su alma… entregar todo su ser al otro… Esa era la verdadera promesa de amor eterno…
Amor que no necesitaba palabras ni objetos.
Porque, tenerse el uno al otro… era lo único importante…
Y lo único que necesitaban para ser felices…
•••
Ya eran las diez de la noche. Los Matsuno descansaban recostados en la cama de su habitación.
-Ichimatsu, acabo de recordar… -
-¿Hmm? –
-Escuché en la oficina que ésta noche habrá una lluvia de estrellas. –
-Ah, es cierto, creo haber escuchado sobre eso también. –
-¿Quieres que salgamos al balcón? –
-… No creo que puedan verse, Karamatsu, estamos en la ciudad. –
-Bueno, tal vez tengamos suerte. ¿No te gustaría? –
-Hmm, de acuerdo. Menos mal que dejaste de fumar. –
Karamatsu besó con ternura la frente del menor. –Claro que no. No haría nada que le disguste a my lovely kitty. – Ichimatsu le sonrió con cariño. Ya nunca volvió a sentir la necesidad de disimular su dicha.
El menor se levantó. –Ve. Yo iré en un momento. Llévate la frazada, hace frío. –
-¿Uh? Oh, está bien. –
•••
Mientras Karamatsu esperaba en el balcón, se cobijó con la manta. –Tiene razón… hace frío. –
Miró el cielo… y sonrió con nostalgia.
-Ya no recuerdo cuántas veces miré el cielo pensando en ti. – Rio un poco. –Y ahora estás aquí… conmigo… - Cerró sus ojos. –Quise prometerte lo más inimaginable. El cielo y la tierra; la luna y las estrellas… Sin embargo, lo único que pude hacer para demostrarte mi amor fue ser yo mismo… Me alegra tanto que lo hayas aceptado…
Tomaste todo de mí y al mismo tiempo me lo diste todo…
Comprendí que no necesito prometer nada imposible… Sólo debo amarte por quien eres y dejar que me ames por quien soy…
Me pregunto si… tú piensas lo mismo. –
-Karamatsu… - La suave voz de Ichimatsu lo hizo abrir sus ojos.
Volteó para mirarlo y… vio que su amado hermano menor llevaba puesto el mismo yukata que le había regalado tiempo atrás.
Por unos instantes, el mayor se paralizó, boquiabierto.
-… Ese día vimos fuegos artificiales, ¿recuerdas? –
-… Sí… Cla… Claro que lo recuerdo. – El joven de ojos tranquilos se sentó junto a él. Karamatsu también lo cubrió con la frazada.
-Tal vez tengamos suerte, o tal vez no, pero no importa. Sólo… me alegra estar aquí contigo, ¿sabes? –
El joven de fuertes cejas sonrió, con los ojos vidriosos; muy enternecido por sus hermosas palabras.
-Soy tan afortunado… Muchas gracias, amor mío… - Ambos se miraron y sonrieron con afecto.
Karamatsu rodeó en su brazo al menor, y miraron el cielo.
Un rato después, Ichimatsu se quedó dormido.
•••
-Cuando cerré los ojos, me sentí muy tranquilo… envuelto en tu calidez.
Recuerdo que antes de dormir, me hice una promesa: Hacerte siempre feliz, Karamatsu…
•••
-Esa misma noche, tuve un sueño.
Soñé que era un hombre viejo. Seguía trabajando en el mismo albergue, pero con diferentes personas… todas mucho más jóvenes que yo.
Observé mi reflejo en un cristal. Mi piel arrugada, mis ojos apagados, mi cabello blanco… mi postura encorvada…
Ja, sí… Sin duda era muy viejo…
Era el día de mi jubilación y las personas se reunieron a mi alrededor. Me felicitaban, me deseaban un buen retiro…
Se veían como personas amables… Supe que los animales estarían en buenas manos. "Por algo los elegí", pensé.
Me pregunté si fui un buen jefe. Ellos estaban tristes porque me marchaba, así que quise imaginar que sí. Algunos de esos jóvenes incluso lloraban; pero yo no. Me sentía triste, pero al mismo tiempo satisfecho, así que no vi ninguna razón para llorar.
Toda mi vida… viví como un hombre normal… Común y corriente.
Así mismo envejecí. Sin quejas ni arrepentimientos.
Salí del lugar… crucé la puerta… di unos pasos y…
… Te vi esperándome ahí afuera.
Karamatsu…
Eras igual de viejo que yo. Tenías el mismo rostro arrugado… el mismo canoso cabello, la misma ropa anticuada y dolorosa de ver… los mismos ojos cansados…
Y… la misma maravillosa sonrisa que tanto amo…
Me recibiste con un gran ramo de rosas… y los brazos abiertos.
"Ichimatsu, amor mío… Lo has hecho muy bien". Me dijiste, felicitándome.
En ese momento… rompí en llanto.
… Y corrí hacia ti tan rápido como me lo permitieron mis agotados pies…
… Y te abracé…
… Y te besé…
•••
Ichimatsu despertó, con lágrimas en sus ojos.
Descansaba en el hombro de Karamatsu. Al moverse alertó a éste último, quien ya estaba dormitando también.
Miró que el menor se limpiaba los ojos.
-¿Ichimatsu? – De inmediato notó sus lágrimas. -¿Qué pasa? ¿Qué tienes? –
-Nada… No pasa nada… - Le respondió calmado… y sonriendo. El mayor no entendía, pero al ver su apacible sonrisa, se tranquilizó.
-Ichimatsu, no sabes cómo amo verte sonreír… - Las afectuosas palabras de su querido Karamatsu y el amor que expresaba en su rostro hacían vibrar todo su interior.
El menor lo abrazó y se recostó en su regazo. Sintió los diligentes latidos de su corazón y sus cálidos y protectores brazos rodeándolo.
Su olor… su tibia respiración… sus suaves caricias…
-… Karamatsu… -
-Dime. –
-… Gracias por estar conmigo… Te amo… - Lo estrechó con cariño. El joven de largas pestañas sonrió feliz.
-… Yo también te amo a ti… mi precioso Ichimatsu. -
Se miraron mutuamente… sonriéndose con todo el pletórico amor que ambos se profesaban.
Se besaron con ternura… y siguieron abrazándose.
Ichimatsu nunca le contó el sueño que tuvo, porque supo muy bien su significado.
-Será una buena vida… Karamatsu…
A tu lado… todos los días seré muy feliz…
Porque te amo… y te amaré siempre… con todo mi ser… hasta el final de mis días…
Eso es… lo que siento por ti. –
~ FIN
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Antes que ninguna otra cosa, permítanme por favor agradecerles con toda mi alma que hayan leído el fic hasta el final. Los amo.
Después de todas sus dificultades, como dije antes… quería que cuando hubiera romance éste fuera tan meloso y cursi como fuera posible; espero haberlo logrado.
Uff, tardé nueve meses en terminarlo, con todo y los contratiempos, aún pienso que me tardé una eternidad. XD También debo decir que no cambié ni una sola cosa de lo que quería hacer. Tal vez agregué cosas que no planeé al principio, pero la idea original se mantuvo intacta de principio a fin.
Éste fic se convirtió en algo muy importante para mí. Después de todo, éste es mi primer fanfic, y SIEMPRE será mi primer fanfic. Por eso… aunque pasen los años… seguiré viéndolo con mucho cariño.
Intenté escribir de la misma manera que me gusta ver a mí. Me gustan las cosas fáciles y amenas de leer, sin muchas palabras rebuscadas o situaciones complicadas… (Creo que se nota, jeje)
Y bueno, como he dicho anteriormente, no soy escritora. Sé que lo que escribí tiene varias fallas. Fallas que aún debo corregir, por cierto. Mil gracias a los lectores que me corrigieron en su momento; por hacerlo de forma amable y siempre con respeto. Sólo quiero que sepan que di todo de mí, y que a pesar de los errores, hice mi mejor esfuerzo…
También, que lo hice con mucho amor. Amor por el hermoso fandom de Osomatsu-san, y por supuesto, por mi amada OTP. ;;w;;
En las próximas semanas voy a repasar el fic completo para intentar corregir los errores más notorios. Como dije desde el capítulo uno, puedo pecar de redundante (en serio, tantos pleonasmos son peores que los pecados capitales). T~T (También que uso muchísimos puntos suspensivos. Lo admito, soy culpable. XD Es que cuando los pongo en verdad me imagino las pausas, jeje)
Más que nada debo arreglar los errores de puntuación (o los que alcance a ver, al menos) y tal vez una que otra palabra que esté de más o algo. No sé, tengo miedo de revisar… ya me imagino los horrores que encontraré. X'D
En fin, de nuevo, muchísimas gracias por haber leído mi trabajo. Siempre lo voy a atesorar. A los que me siguieron desde los primeros capítulos, a los nuevos lectores… a los lectores casuales… A todos… muchas gracias.
Atte: Imperator.