Disclaimer: Los personajes de Twilight pertenecen a Stephenie Meyer y esta trama a DH78. Yo solo traduzco con su autorización.


Summary: Futuretake. Edward y Bella ahora están casados y disfrutando de sus aventuras de otra forma. Edward sigue siendo un sexy jugador de fútbol profesional.

~*~*~*~EtS—Sigue el juego~*~*~*~

—¡Papiiiiii! —El susurro es cercano y lejano al mismo tiempo.

—Papiiiii. —Esta vez, hay pequeñas manos a los lados de mi rostro. Intento quitarlas, porque, francamente, sigue estando oscuro afuera.

Pero, entonces, hay una risita. Es un sonido dulce, y eso me hace responder siempre.

Siento a Bella moverse, su cuerpo cálido contorneado contra el mío. Ella gime cerca de mi oído y juro escuchar otra risita.

¿Qué tienen las mujeres de esta familia?

—Papi, deja de ser tan tonto. Despiértate. —Esa última parte fue dicha en mi cara, puedo oler el aliento a pasta dental. Ella intenta que ceda. Me arriesgo y abro un ojo.

—¿Quién perturba mi sueño? —gruño juguetonamente.

—¡Soy yo, papi! —ríe ella—. ¡Es hora de levantarse! ¡No quiero llegar tarde!

Aparentemente había heredado la obsesión por los horarios de su madre.

—Amor, son… —Llevo mi mano hacia mi mesa de luz para chequear mi teléfono—. Son solo las seis. No tenemos que estar allí hasta las nueve. Vuelve a dormir, o mira los dibujos, o haz un balance del presupuesto federal —respondo medio dormido.

—¿Qué es un presupesto fedral?

Oh, por el amor de…

—No te preocupes, no es importante —digo, intentando girarme así Bella me está abrazando. No logro hacerlo, ya que Bella habla, murmurando contra mi espalda.

—Le prometiste hacerle un gran desayuno.

—Traidora.

Bella ríe, le da un apretón a mi trasero debajo de las mantas y suelto un gritito.

—De acuerdo, está bien. Dios, ya me levanto —me quejo, derrotado.

—Amamos a papi, ¿no, cariño? —Bella le recuerda a la chiquilla.

—¡Sí! ¡Amamos a papi! Quiero panqueques con chispas de chocolate y tocino y huevos revueltos y chocolatada y…

—Oye, oye, más despacio, bebita. ¿Por qué no bajas y miras la televisión por unos minutos? Papi tiene que ir al baño y esas cosas. Ve —digo, dándole una palmada en su pequeño trasero mientras baja a los saltos de nuestra cama.

—¡Está bien, papi, pero apúrate! —dice, yéndose a los saltitos.

Vuelvo a recostarme mientras el brazo de Bella se acomoda sobre mi pecho y frota su nariz contra mi cuello.

—Ella saca lo sargento de ti, ¿sabes? —murmura.

—Sí, supongo que lo hace. Siempre estoy ansioso antes de un juego.

—Bueno, ¿por qué no cumples tus deberes de papi-barra-entrenador? No la tengas esperando. Voy a hacer pis.

Bella rueda hacia su costado e intenta ponerse de pie, pero antes de hacerlo, sostengo su antebrazo. Se gira hacia mí inquisitivamente. Le sonrío vagamente antes de darle un beso en la boca y bajar mi cabeza para darle uno a su vientre.

—Buenos días, amiguito. No le hagas pasar mal a mami hoy, ¿de acuerdo?

—Sí, por favor, escucha a tu papi. —Bella se levanta y da unas palmaditas a su hinchado vientre.

Finalmente, bajo las escaleras y le hago a Katie un desayuno de campeones, substituyendo los chips de chocolate por arándanos. Me aseguro que sus panqueques sean de harina de sarraceno. No hay necesidad para tanta azúcar.

—Hija, ven aquí, es hora de masticar —llamo hacia el sofá. Katie apaga el televisor y camina descalza hacia la mesa de la cocina. Sus ojos se ensanchan y su sonrisa ilumina la habitación, al igual que su madre.

Hablando de ella, Bella entra a la cocina, ya vestida, toma la única taza de café que tiene permitida y se sienta con nosotros.

—¿Estás emocionada? ¡Es el juego por el campeonato! —dice Bella felizmente.

Katie asiente enérgicamente, con su boca llena de panqueques.

—¿El abuelito y la nana estarán allí? —pregunta Katie después de tragar.

—Sí. ¡No se lo perderían por nada! ¡La abuela Renée, Phil y el abuelo Charlie también van a verte! —comparte Bella.

Los padres de Bella decidieron venir de visita, ya que ella se encuentra a punto de parir. Renée estaba decidida a venir aquí, y no Charlie no iba quedarse tranquilo en su casa cuando Bella estaba por tener a su primer nieto.

Lo mismo pasó cuando Katie nació. Pero, aunque esperas estar preparado, nada te prepara para lo inesperado. Ella llegó un par de semanas antes, los padres de Bella a penas pudieron llegar a la ciudad a tiempo, y a mí me llamaron por los parlantes mientras entrenaba. Conduje al hospital con botines puestos y un uniforme sucio. No me preguntes cómo.

Nuestro pequeño amiguito (todavía no lo hemos nombrado) viene pasando su fecha de parto. Bella no está muy contenta. Ella lo quiere afuera, y aunque ama estar embarazada, la última semana le está pasando factura.

Dándole un beso a cada una en la frente, dejo a mis chicas para que hablen así puedo vestirme. Cerca de cuarenta y cinco minutos después, Katie está vestida. Sonrío cuando la veo con su cabello broncíneo en coletas, su camiseta y short de fútbol celeste, canilleras y medias largas. Sus ojos marrones están ensanchados y llenos de emoción.

Bella me sonríe mientras ambos comunicamos nuestra felicidad por nuestra pequeña familia.

—De acuerdo, pequeña, vámonos. ¿Tienes todo?

—Ajá. ¡Estoy lista!

Nos vamos hacia el partido de fútbol más importante de mi vida.

~*~*~*~EtS-Sigue el juego~*~*~*~

El día es hermoso. Hay una brisa cálida y el sol brilla fuertemente mientras lo espectadores, padres, y pequeños jugadores rondan por el campo. Después de descargar el bolso de Katie y ayudar a Bella a salir del coche, caminamos lentamente—bueno, yo camino, Bella lo hace como pingüino— mientras nuestra hija corre delante de nosotros, señalando a sus compañeros. Ya puedo sentir ojos sobre nosotros, probablemente sobre la gran panza de Bella, de la cual, si soy honesto, estoy malditamente orgulloso. Bella embarazada es posiblemente la cosa más sexy del mundo. Y ella estuvo más cachonda de lo usual hasta hace dos semanas. Lo considero preparación para el inevitable embargo sexual después de que nazca el bebé.

—¡Ah! Estas malditas madres futbolistas —dice Bella por lo bajo.

—¿Qué? También eres una, ¿sabes? —bromeo.

—Sí, pero no soy como ellas, en sus minivans y sus ventas de pasteles y sus canciones. Y con sus ojeos al entrenador principal —murmura amenazantemente mientras observa a dichas madres.

—Oh, vamos. No son tan malas, ¿cierto? —La miro con cuidado. Sus hormonas la han vuelto un poco loca últimamente, y siempre cuido mis palabras por miedo a un ataque—. Y, además, tú fuiste la que pensó que sería buena idea que me ofrezca como entrenador.

Me fulmina con la mirada, y después a las mujeres.

—Sí. Eso fue antes que me diera cuenta que todas estas mujeres iban a ojear a mi marido. ¡Sin mencionar que estoy aquí! ¡Embarazada! ¡Muy embarazada! —grita la última parte para nadie en particular.

—Oh, nena, no me están ojeando, solo están celosas de lo hermosa que luces. Ellas desean lucir así de bien embarazadas. —Intento salvar el momento con un halago, seguido por un beso firme en su frente.

—Por favor. Quieren un poco de ti. Es enfermizo. Algunas de ellas te miran mientras están al lado de sus maridos —observa, disgustada.

—Bueno, sí, ¿acaso ves a sus maridos? La mitad de ellos están volviéndose calvos y tienen panza de cerveza que compite con tu hermosa panza, y ellos no son hermosos. Esas mujeres solo están celosas de que conseguiste un bombón y has tenido sexo conmigo… al menos dos veces —bromeo, acariciando su vientre y mirando a Katie a lo lejos. La expresión de Bella cambia a una sonrisa satisfecha mientras arquea una ceja.

—¿Estamos un poco engreídos hoy? Pareces disfrutar de la atención un poco demasiado.

—No, nena. Solo disfruto alardear de mi esposa en frente de todos esos malditos maridos que solo desean tenerte. Quiero que miren.

—¡Bella! ¡Edward! ¡Hola!

Angela grita a unos metros de nosotros cuando Bella y yo entramos al campo. Angela y su esposo, Ben Cheney, son los únicos padres sensatos de todos los locos que hay aquí, y nos hemos hecho buenos amigos desde la primera vez que Katie comenzó a entrenar. Ben y yo entrenamos al equipo de nuestros hijos juntos. Su hijo, Seth, es un niño tímido, especialmente alrededor de mi Katie.

Bien. Que se mantenga así, Seth.

—Hola, chicos, ¿cómo va? —respondo, tirando nuestros bolsos llenos de pelotas y equipamiento al suelo.

—Todo bien aquí. Toma —dice Ben, tendiéndome una taza térmica—. Café. No sé tú, pero me levanté muy temprano —gruñe Ben mientras Angela le da unas palmadas en el hombro.

—¿Qué? ¿Seth también te despertó temprano? —pregunta Bella, abriendo su silla y armando la mesa con bebidas y comida.

Angela ríe.

—Oh, por Dios, fue muy divertido. Seth es bastante extrovertido cuando está en casa con nosotros. Pero esta mañana, wow. Jamás lo he visto así de emocionado.

—Bueno, debería estarlo, este es nuestro partido más importante —digo, tomando un sorbo de mi café.

—Lo es. Pero de nuevo, no estaríamos aquí sin nuestro entrenador profesional de fútbol. —Sonríe Ben, chocando su puño con el mío.

Después de unas temporadas jugando en Chicago Fire, me lastimé en el campo y me rompí un ligamento de la rodilla. Normalmente, hubiera estado haciendo rehabilitación por un tiempo y luchando por volver al campo. Pero la lesión me hizo detener y pensar hacia dónde quería que fuera mi vida. Mi fiebre por el juego se había desvanecido un poco. Todavía amaba el fútbol, no se equivoquen, pero cuando Bella quedó embarazada, mis prioridades cambiaron un poco. Llámalo ponerse viejo, o madurar, o lo que sea que se te ocurra. Pero quería estar más presente.

Así que, me retiré del juego, eligiendo a cambio trabajar como entrenador del club. Es un gran trabajo, ya que solo necesito estar en los partidos locales y trabajar con los jugadores durante la pretemporada. Pero puedo estar con mi esposa, y ahora con mi hija, mucho más.

Bella sigue trabajando para el Tribune, pero ahora se encuentra de licencia por maternidad ya que va a por explotar en cualquier momento. Intenté convencerla de que no necesitábamos estar en este partido hoy, y que Katie lo entendería. Bella me había fulminado con la mirada en respuesta, citando que ella jamás haría a un lado así a los momentos más importantes de la vida de Katie. Ella está enfocada en asegurarse de que Katie no resienta a su hermanito de ninguna forma.

Bueno, entonces. Había aprendido muy rápido a no meterme en el camino de mi esposa. Jamás.

—¡Está bien, pequeños, júntense! —grito a todos mis jugadores. Pequeños pies corren hacia Ben y a mí y los chicos se amontonan con ojos llenos de emoción y asombro.

—De acuerdo, todos. Como ya saben este es un partido muy importante para nosotros como equipo. Recuerden pensar como equipo y ayudarse. Si alguien del otro equipo se cae, los ayudan a levantarse. No se trata de ganar o perder. Se trata de…

—¡DIVERTIRSE! —todos gritan. Veo a Katie sonreír adorablemente hacia mí. Esa es mi pequeña.

—¡Vamos, entonces! Entremos en calor primero. Sigan al Sr. Cheney —ordeno, mientras Ben se hace cargo y lleva a los enanos para precalentar. No es como si lo necesiten. Tienen cinco años. Eso solo los hace sentir como jugadores de verdad, y a los padres les encanta babosearse y tomar fotos de ellos haciendo cosas graciosas así.

Me dirijo hacia Bella, que ha estado mirándome con una sonrisa enorme. A ella le encanta verme interactuar con los niños, y usualmente la pone caliente. Y eso me trae sexo.

Ganamos todos.

—¿Qué haces, mamita sexy? —Arqueo una ceja y me agacho para acariciar su vientre.

Bella ríe.

—Te miro, papi. Tú en shorts de fútbol jamás dejará de ser sexy —arrulla, llevando su mano a mi rostro.

—Bueno, ¿por qué no lo dijiste antes, nena? Siempre puedo usarlos en la cama si quieres —susurro en su pido antes de succionar su lóbulo.

A la mierda todo, siempre quiero estar dentro de ella. Todo el maldito tiempo. Incluso más cuando está embarazada. Su libido vuela por los techos tanto que, en estos nueve meses, lo habíamos hecho en todas las superficies disponibles de nuestra casa.

Amo esa casa. Jamás me quiero mudar.

—Estaré feliz de hacerlo, nena —digo, poniéndome de pie y estirando mis piernas. Cuando me doy vuelta, Bella me da una nalgada… de nuevo. Es un hábito, y no tengo vergüenza de admitir que me gusta. Suelto un grito fingido como siempre hago y ella se ríe fuertemente.

Amo a esta mujer.

El juego está en curso y, como esperado, lo niños la pasan genial. La mitad de ellos no tiene idea de lo que están haciendo, pero está bien. Los padres se están riendo, grabando y tomando fotos de sus niños divirtiéndose en el campo. Escucho a Bella y Angie alentar y aplaudir como las fans que son. También escucho las distintivas voces y risas de mi padre, Charlie, Renée y Phil. Todos están aquí. Eso me hace sonreír.

No se me pasa por alto que las madres futbolistas están, de hecho, mirándome, como Bella había mencionado, de una forma nada buena. Pero no podría importarme menos. Me vuelvo a casa con la mujer más hermosa de aquí. Y me deja tener sexo con ella.

El equipo rival hace un gol accidental, seguido por uno de nuestro equipo. La energía es alta mientras todos los padres gritan y alientan a sus hijos para que corran, pateen o bloqueen. Tengo reglas muy estrictas con respecto a la participación de los padres en la liga. Hice que todos firmaran contrato prometiendo no pelear con los árbitros o los entrenadores, y no avergonzar a los niños. Nada le quita más las ganas de jugar a un niño que ver a sus padres peleando con el arbitro u otro padre. Esto mantiene las cosas pacificas y les recuerda que no se trata de ganar el partido. Se trata de instalar confianza en estos niños tan temprano como sea posible.

El juego se encuentra empatado ahora. Hago que algunos jugadores descansen, y dejo que otros jueguen en su lugar, incluyendo a Katie. Sus coletas rebotan mientras corre hacia el centro del campo. De hecho, es algo buena. Y no, no es porque sea mi hija y no estoy exagerando. Sus patadas son algo fuertes y es rápida con sus pies. Todos esos drills en casa conmigo ayudaron mucho.

Cerca de cinco minutos dentro del juego, Katie posee la pelota. La cambia con Seth, que la está ayudando a llegar al arco. Pero algo pasa, no tengo idea de qué. De repente, Katie corre rápido hacia adelante, supongo que consecuencia de la adrenalina, y termina saliéndose del terreno, pasándose del arco. No tengo idea a dónde cree que va. Le grito que vuelva al campo, junto con todos los demás. La escena es bastante graciosa, ver a todos los adultos gritarle a mi hija para que regrese. Me giro para ver a Bella riéndose histéricamente mientras mi madre y mi padre se le une. Mi madre grita por encima de todos.

—Oh, la manzana no cae muy lejos del árbol, ¿no? —Eso solo hace que Bella se ría más fuerte, y no puedo evitar reírme junto con ella. Soy lo bastante humilde como para admitir que no siempre fui el jugador perfecto que soy ahora. Gente, Katie tiene cinco años. Puedo apostar que será una jugadora estrella, al igual que su papi.

Katie finalmente entiende por qué todos le están gritando y patea la pelota hacia el arco apropiadamente. Seth bloquea a varios jugadores del otro equipo con éxito antes que Katie le pase la pelota. En un instante, Seth patea la pelota y hace un gol. La multitud se vuelve loca, por supuesto, pero es no es lo que me detiene en seco. Oh, no.

Mientras todos los niños llenan a Seth de felicitaciones, Katie se abre paso y se ubica frente a Seth, dándole un beso en la mejilla. Los ojos de Seth se ensanchan y se sus mejillas se sonrojan. Katie ríe y se hace hacia atrás, mezclándose con el resto de los niños.

Creo que yo también me sonrojo como Seth.

Bella llega a mi lado de inmediato. Asumo que también vio lo que pasó.

—¿Estás bien? —Suena como si estuviera riéndose de mí.

—Eh… sí. Solo voy a tener que hablar con tu hija —gruño.

—Oh, ¿ahora es mi hija? —Ríe.

—Sí. ¿Qué niña de cinco años tiene el poder de dejar sin palabras a un niño? Tiene que ser hija de Bella Swan. Míralo. Se encuentra en shock.

—Es Swan-Cullen, cariño. Y sí, supongo que tienes razón. Ella es mi hija, y estoy orgullosa de ella —declara, girándose para darme un beso en la mejilla, al igual que Katie hizo con Seth.

Nuestra familia nos rodea rápidamente con felicitaciones y abrazos de felicidad. Katie se encuentra en mis brazos, trofeo en mano. Todos decidimos dirigirnos hacia la heladería para celebrar. Estoy más feliz en este momento de lo que he estado jamás. Mejor que cualquier liga mayor o un titulo de la MLS. Esto es mucho mejor.

Después que Katie esté ubicada en su sillita, me giro hacia mi esposa y la tomo en brazos, enterrando mi nariz en su cuello. Susurro un "te amo", besando su cuello cuando ella gime fuerte.

—Nena, será mejor que le bajes el volumen, este es un evento familiar —digo, sonriendo contra su mandíbula.

Ella gime de nuevo, esta vez sus brazos se tensan alrededor de mi cuello y sus dedos de entierran en mi piel.

—Ay, nena, guárdalo para más tarde —bromeo, antes de zafarme de su agarre. Su rostro está estrujado, sus ojos cerrados. Se encuentra adolorida.

—¡Amor! ¿Qué pasa? —pregunto, entrando en pánico. Nuestros padres deben escuchar desde sus coches porque enseguida se acercan a nosotros.

—Yo… eh… ¡ay! —grita Bella.

—Bella, cariño, ¿es una contracción? —pregunta mamá, colocando un brazo sobre el hombro de Bella.

—Sí, sí. ¡Oh, por Dios! ¡Creo que acabo de romper bolsa!

—¿Mami? —Escucho la voz angustiada de Katie desde el coche.

Escucho a Charlie acercarse y murmurar algo a su nieta que rápidamente la tranquiliza.

—Nena, déjame meterte en el coche, ¿de acuerdo? Mamá, hay una toalla en el maletero. ¿Puedes buscarla y colocarla sobre el asiento del pasajero? —Mi voz suena controlada, pero por dentro estoy enloqueciendo.

—Por supuesto, cariño —dice mientras se aleja. Papá ya está hablándole a Bella sobre medir las contracciones y ya ha hablado con el hospital para hacerles saber que estamos en camino. Es bueno tener a un papá que es conocido en el mundo médico.

Mi papá y yo la ayudamos a caminar hacia el coche y a entrar. Charlie toma a Katie y promete llevarla al hospital con Renée y Phil. La escena que estamos haciendo está creando una muchedumbre, pero no me importa. Mi hijo está en camino.

Ben y Angela se acercan y prometen encargarse de todo antes de ir al hospital.

El viaje es tenso, intento mantener la compostura mientras que mi esposa se retuerce de dolor a mi lado. Sus contracciones vienen cada diez minutos. No tardará mucho.

El hospital ya tiene a su personal esperándonos con una silla de ruedas para cuando llegamos, y así de rápido se la llevan para prepararla. Papá me echa de allí para estar con Bella mientras él se encarga de todo el papeleo.

Rápidamente me coloco la bata y entro a la sala de parto, donde Bella ya se encuentra en posición. El doctor ya tiene puesto guantes y le está diciendo a Bella que espere para pujar.

—¡Quiero las drogas! —grita Bella al mismo tiempo que me ubico a su lado. Ella toma mi mano y la exprime con fuerza, pero me muerdo la lengua y aguanto las ganas de gritar del dolor.

—Bella, no tenemos tiempo. Estás dilatada por completo, es demasiado tarde para las drogas. Puedes hacerlo, ¿de acuerdo? Solo piensa en que tendrás en brazos a tu hijo en unos minutos.

—¡Vete al diablo! ¡Quiero las drogas! —grita ella al buen doctor y yo suelto una risita. Ella se gira hacia mí, rogando, y me siento inútil por no poder ayudarla.

—Por favor… Por favor, amor… Diles que me den las drogas… ¡No puedo hacer esto! Duele… —ruega al borde de las lágrimas. Por dentro estoy muriendo, me siento inútil. Nada de lo que diga ayudará.

—Nena, deseo poder hacer algo. Pero el doctor dice que es demasiado tarde. Bella, eres fuerte… la mujer más fuerte que conozco. Sé que puedes con esto, ¿de acuerdo? Estoy aquí contigo.

—Está bien, Bella —interrumpe el doctor—. Es hora de pujar, cuando estés lista… Vas a tener que pujar y cuando contemos hasta diez, descansas. ¿Estás lista?

Bella solo puede asentir con los ojos cerrados.

Alrededor de diez minutos después, Bella puja por última vez después que la cabeza del bebé esté afuera y, en un flash, nuestro bebé es ubicado sobre el pecho de ella. Me doy cuenta que tengo lágrimas en mis ojos y mi visión es borrosa. Las seco y beso a Bella en la frente mientras observamos a nuestro hermoso niño. Soy el hijo de puta más feliz del mundo.

Dos horas después, Bella está descansando cómodamente y amamantando al bebé con felicidad.

Él sabe donde está lo bueno… como su papi.

—¿Cómo lo llamaremos? —pregunta ella.

Katie, que ha estado recostada al lado de Bella observando a su hermanito, habla.

—Llamémoslo Anthony, como el segundo nombre de papi.

Bella y yo nos miramos y sonreímos.

Anthony será.

Cuando nuestros padres entran al cuarto, sonrío en saludo, guiándolos hacia la cama de Bella, donde el bebé ahora duerme en sus brazos.

Mi madre y Renée están abrazándose mientras observan con adoración a su nuevo nieto.

—Gente, gracias a Katie, tenemos un nombre —digo en susurros.

—Es un placer presentarles a Anthony Charles Masen.

Todos ellos sonríen, especialmente Charlie, que parece estar a punto de desmayarse de la felicidad.

—Oh, ese es un nombre maravilloso, cariño. Muy buena elección. —Mamá da a Katie unas palmaditas en la cabeza.

Mientras miro la escena frente a mí, pienso en cómo hemos llegado aquí, a este momento exacto. Recuerdos de noches llenas de lujuria, falta de comunicación, amenazas a nuestras carreras corren por mi mente. Pienso en el momento que nos permitimos amarnos profundamente, y cómo se sintió cuando dijimos nuestros votos en frente de todos nuestros allegados. Pienso en la primera vez que sostuve a Katie en mis brazos.

Tan increíble como había sido ganar títulos en la liga y los campeonatos, premios a mejor jugador, nada… nada se compara a los eventos y los hitos, buenos y malos, me han traído hasta aquí. Aquí, con mi familia y amigos, con mi esposa maravillosa y mis hijos increíbles.

Ganar el premio a mejor jugador había sido un título del que estaba orgulloso. Pero, ser llamado "papá" siempre superará a todo lo demás.


Y llegamos al final de esta historia. Gracias por leer.

En lo que me fui del fandom, este fanfic fue convertido en libro. Si les interesa leerlo, la autora lo publicó bajó el nombre de Keeping Score by Zara Connor. Lo pueden encontrar en Amazon.