El día por fin había llegado a su fin, los vástagos de la familia Malfoy-Granger habían terminado su presentación aquella noche y Mcgonagall había optado por una cena rápida y enviarlos a todos a sus respectivas habitaciones. Sobre todo teniendo en cuenta el alboroto que se había producido con el desmayo de Antares.

Los Gryffindor no eran la excepción todos se encontraban preparándose para ir a dormir. Harry y Ronald después de ser pillados por Malfoy y sin opción a poder hablar con su amiga se habían dirigido inmediatamente a su habitación, que compartían con sus antiguos compañeros de casa.

Ronald miraba divertido como sus compañeros de habitación se gastaban bromas entre ellos, los habían hospedado en su antigua habitación en la torre de los leones, la diferencia es que ahora la habitación estaba amueblada con camas individuales adornadas con doseles rojos de bordes dorados. Cuando Ronald lo había visto por primera vez se había puesto tan colorado como su cabello por culpa del enfado, era una desfachatez que él hubiera estado durmiendo durante seis años en esa habitación y justo el año en el que él no estaba mejoraran la mobiliaria.

Una reacción parecida habían tenido sus anteriores compañeros de cuarto a quienes también habían asignado esa habitación.

-Bueno Dean, nuestros amigos son una causa perdida, liarse con dos serpientes ya de por sí es malo pero mira que casarse y tener hijos con ellas... En serio, chicos ¿en qué pensábais?- Dijo Seamus burlón.

-Oye, tampoco te pases, Daphne es muy guapa, y además ella es diferente a sus amigos.-

-Harry Potter, definitivamente te perdimos. Pero llevas razón la rubia está de muy buen ver, ¿te la has tirado?-

-¡SEAMUS! No seas cerdo, eso a ti no te importa, pero para que no dudes de la integridad de Daphne, no, no he tenido ese tipo de contacto con ella. ¡Por Dios!, ¿quién te crees que soy? Hace dos días estaba con Ginny, una relación no se olvida de un día para el otro.-

-Cualquiera lo diría con el beso que le diste...- Murmuró Dean.

- Eso... eso fue por la emoción.-

-Ya... la emoción. Pero bueno, Greengrass no está tan mal, quien tiene una verdadera condena es Ron, Parkinson es un ogro, ¿verdad amigo?-

Ronald que hasta el momento había estado ajeno a toda la conversación al verse implicado no pudo evitar sonrojarse y empezar a balbucear, ¿y si le preguntaban si habían intimado?, ¿qué diría? Él al contrario que Harry, sí que había tenido sexo con Pansy. Y de repente se sintió como un patán por ello, ¿en qué lugar dejaba eso a Hermione?, ¿cómo que no le importaba? Él quería a Hermione pero no de la forma en la que ellos pensaban, y sabía que era recíproco, pero Harry tenía razón hacía dos días que volvía a estar soltero debería de haberle guardado un respeto a su amiga antes de liarse con Pansy, PERO ÉL NO TENÍA LA CULPA, LA MORENA SE HABÍA LANZADO SOBRE ÉL. Además de que también lo deseaba, era una de las chicas más bellas de todo el castillo y de Londres mágico como tantas veces lo había dejado claro la revista que dirigía Rita Skeeter, Corazón de Bruja.

-Yo... No creo que sea tan malo, la verdad.- Cuando vio las caras de Seamus y Dean se obligó a decir.- Bueno, al menos eso es lo que hemos podido ver en los recuerdos, ¿no?- Harry lo miraba burlón y a los otros dos parecía que se les iba a caer la mandíbula de un momento a otro.

Neville los observaba desde su cama en silencio, sin querer entrar en la conversación. Él no veía mal las parejas y no era nadie para opinar en el amor, mucho menos en la nueva era de libertad en la que se encontraban.

-¿Qué no será tan malo?, pero ¿tú sabes lo que estás diciendo?, ¡ES PARKINSON! Sabes lo que se dice de ella, ¿estarás cómodamente casado con alguien con una fama tan promiscua?, ¿crees que te será fiel?- Ronald miró a Seamus apretando la mandíbula, entonces recordó lo que le había dicho Pansy la otra noche, mentiras, todo eran rumores infundados por la gente, Ronald como era de esperarse se encontraba más colorado que su cabello.

-Sí.- Dijo con determinación.- Confío en que en el futuro me será fiel. Y lo que digan me da igual, pueden ser mentiras o ¿acaso alguien de aquí se la ha tirado?, ¿te la has tirado, Seamus?, ¿sabes cómo es su cuerpo desnudo?, ¿la forma de sus curvas?, ¿los lunares que tiene?, ¿lo sabes, Seamus? Porque yo creo que no, ¿pero sabes quién sí que lo sabe? Yo, su futuro marido, y no lo sé, no dudo que mañana no siga guardándole rencor porque su comportamiento durante todos estos años ha sido el de una auténtica zorra, pero no voy a permitir que nadie más se meta con ella por como maneja su propio cuerpo. Buenas noches.- Y dejando a sus mejores amigos boquiabiertos se metió en su cama dándoles la espalda. Realmente aquel discurso no se lo esperaban que viniera precisamente de Ron. Parecía haber madurado en esa semana.

Horas más tarde, la torre de los leones con la oscuridad de la noche, cayó en un profundo halo de sueño, todo estaba en calma, salvo por la sombra que entraba a la sala común por primera vez.

Sin tener mucha idea de hacia donde iba llegó a las escaleras que conducían a las habitaciones. Sus nervios comenzaron a crisparse cuando no supo hacia donde dirigirse. Respiró hondo y recordó lo que había logrado sonsacarle a un pobre diablo de primero, entonces comenzó a subir las escaleras de la izquierda.

Contó tres puertas hasta dar con un pasillo estrecho, se paró en la segunda puerta y sacó su varita susurrando un alohomora. Entró despacio cerrando la puerta tras de sí, después observó las camas detenidamente hasta dar con una cabellera pelirroja, que se vislumbraba por los hilos de luz de la luna que se filtraban por las ventanas. Entre ronquidos y ronquidos todavía más fuertes se dirigió sigilosa cual sierpe a la cama de Ronald.

Recorrió al pelirrojo por encima de las mantas con la punta de sus dedos. Con cuidado se subió encima de él. Comenzó a besar su cuello haciendo que el chico fuera murmurando incoherencias, protestando porque lo arrebataran de los brazos de Morfeo. Con su lengua perfiló la mandíbula del chico, lo destapó de cintura para arriba y fue desabrochándole la camisa del pijama de franela.

Sonrió al percatarse como se iba erizando la nívea piel del muchacho. Besó cada parte descubierta y el pobre pelirrojo, cada vez más despierto, dejaba escapar pequeños jadeos. Cuando la sombra volvió a subir a su cuello y mordió su nuez, Ron despertó abriendo los ojos con un pequeño gemido.

Cuando enfocó su mirada en la persona que estaba encima de su regazo, dio un respingo.

-¡PARKINSON!- Exclamó, haciendo que sus compañeros de habitación se removieran en sus camas. Ron miró a su alrededor y volvió a centrar su mirada en la chica.- ¿Qué haces aquí?-

Pansy se encogió de hombros y cerró el dosel de la cama.- Me aburría y no podía dormir, así que me dije: "¿por qué no molestar a Weasley?" Y aquí estoy, dispuesta a pasar un buen rato con mi futuro maridito.-

- ¿Estás loca? ¿Y si te pillan?-

- ¿ En serio, Weasley? Tú y tus amigos han hecho cosas peores que meterse en el cuarto de los chicos de otra casa, ah pero espera, además vosotros ya no sois alumnos y yo soy mayor de edad, así que no veo el problema, pero si tanto molesto me voy.- Dijo Pansy mientras se bajaba de encima del chico. Ron hizo un mueca, tampoco era que quisiera que se fuera.

-No es necesario que te vayas, puedes dormir aquí si quieres pero, es que haces cosas muy raras, Parkinson.-

-Y lo dice el que cogió el coche volador de su padre en segundo año.-

-Fue por una buena causa, además, ¿cómo sabes tú eso?- Pansy enrojeció de pronto y miró hacia otro lado.

-Eso da igual.- Cogió su varita y silenció el interior de la cama.- Es hora de relajarse, Weasley.- Ron no entendió a qué se refería hasta que ella volvió a sentarse sobre él, sin túnica-y sin nada más que un conjunto de lencería de encaje- y lo besó con pasión.

A la mañana siguiente cuando Ron despertó sintió un peso calentito apoyado sobre él. Gruñó levemente mientras abría los ojos, se encontraba desorientado, esa no era su habitación en La Madriguera, bajó su mirada y se encontró con una mata de pelo negro, fue entonces cuando sus ojos casi se salen de sus órbitas al recordar lo que habían hecho la noche anterior, ¡Y CON SUS COMPAÑEROS DE CUARTO ALREDEDOR! Era la cosa más desvergonzada y excitante que había hecho nunca.

Al volver a mirarla se dio unos minutos para poder detallarla en paz, porque despierta jamás lo dejaría admirarla con tranquilidad, por las aberturas de los doseles entraban finos rayos de luz que no eran lo suficientemente fuertes como para despertarla pero si le daban a Ron el privilegio de observarla.

Si despierta y con la cara endemoniada era hermosa, cuando estaba relajada y dormida parecía una ninfa creada para corromper la mente mundana con su belleza. Se fijó en las densas y largas pestañas que tenía, las cejas perfectamente perfiladas, la nariz respingona que un día le pareció de cerdo notó que era pequeña y puntiaguda; miró sus mejillas, que tenían un rubor que destacaba por sobre su piel blanca como la porcelana, finalmente llegó a sus labios, carnosos y de un tono rojizo natural que le incitaba a morderlos. Dejó un tierno beso en ellos sin poder resistirse.

Siguió su inspección, si su rostro era perfecto, su cuerpo no se quedaba atrás. No era menuda pero tampoco se podía decir que la muchacha fuera alta, era de una estatura media, pero a comparación de la de él parecía un gnomo. Sonrió ante el pensamiento. Si se enteraba que la estaba comparando con un gnomo era hombre muerto. La muchacha se removió ligeramente destapándose por completo, dejando a Ronald una maravillosa vista de aquel melocotón, firme, con forma de corazón que lo hacía perder la cabeza y otra cosa más abajo. No pudo evitar acariciarlo suavemente.

Tenía una cintura de avispa que estaba segura no solo era genética, para tener ese cuerpo debía ejercitarse, y eso estaba bien, le gustaba que se cuidara, aunque no le hacía tanta gracia que fuera una egocéntrica.

Con cuidado de no despertarla, la quitó de encima y la acomodó en la cama tapándola. Después de darle un beso en la frente se incorporó y fue a darse una merecida ducha. Y pensar que iba a tener que quedarse el último para ayudar a Pansy a salir sin que los pillaran, ¡SE IBA A PERDER EL PRINCIPIO DEL DESAYUNO! Si eso no era romántico que bajara Merlín y lo viera.

Mientras el pelirrojo se duchaba, el sol hacía su función alumbrando la estancia, haciendo que los chicos fueran despertando, ya que no habían corrido las cortinas de los doseles como cierto pelirrojo había hecho, por razones obvias.

Cuando los chicos vieron las cortinas echadas en la cama del pelirrojo pensaban que eran a causa del enfado con el que se acostó la noche anterior por la absurda pregunta de Seamus.

-Pues sí que le dio fuerte.- Susurró Seamus a Cormac Mclaggen quien se encongió de hombros.

-Parkinson follará tan bien que le terminó de secar el poco cerebro que tiene.- Cormac comenzó a reírse de su propio chiste. Seamus, sin embargo, torció el gesto y le cerró la puerta de la habitación en la cara, ese comentario había sido cruel y asqueroso.

-Eh, Seamus, me pido primero para la ducha, Harry va detrás de mí, y Neville se duchó anoche, así que vas detrás de Harry.- Dean lo alcanzó seguido de Neville.- ¿Qué haces?

-Ron tiene las cortinas echadas, y él siempre duerme sin cerrarlas, creo que ayer me pasé con él y el tema de Parkinson.-

-¿Por qué no te disculpas? Ron seguro que lo entiende.

-Claro, Seamus.- lo apoyó Neville yendo a su lado.

-Eh, Ron, tío lo siento por lo de anoche.- Esperó una respuesta pero no contestó nadie.

Seamus se giró hacia sus amigos y estos se encogieron de hombros.

-Vamos, Ron no puedes ser tan rencoroso, Seamus se ha disculpado sinceramente.- Dijo Neville, mientras se adelantaba para correr las cortinas llevándose la sorpresa de su vida, en la cama no estaba Ron, sino Pansy Parkinson durmiendo profundamente y con el busto destapado. Neville comenzó a murmurar incoherencias completamente colorado, mientras que Seamus y Dean estaban boquiabiertos y con los ojos como platos.

La puerta del baño se abrió detrás de ellos y por ella salió Ronald, secándose el pelo con una toalla y vestido para el día que se avecinaba.- Hey, ¿qué miráis?- Los otros tres le dirigieron una mirada rápida y como un resorte volvieron a mirar a la morena, el pelirrojo vio lo que sus amigos observaban con tanto empeño y sintió la ira subir por cada poro de su piel.

-¿QUÉ DIABLOS ESTÁIS MIRANDO, BABOSOS?- Les gritó rojo hasta la raíz del cabello y quitándose la camisa.- ESPERO POR VUESTRO BIEN QUE OLVIDÉIS LO QUE ACABÁIS DE VER, ASQUEROSOS, VIEJOS VERDES.- Y de sopetón se subió a la cama de un salto cerrando los doseles, Pansy se despertó con el ceño fruncido. Desde fuera solo se pudo escuchar un "¡qué tetas!" embobado de Seamus.

-¿Se puede saber que te pasa Weasley? que gritón eres, por amor a Merlín.- Dijo volviendo a acostarse dispuesta a recuperar unas horas de sueño.

-Ponte esto.- A la morena no le dio tiempo ni siquiera a mirar la prenda cuando Ron ya se la había puesto.

-¿Te da morbo que me ponga tu ropa?- Dijo juguetona levantándose para apretarse contra él, haciendo que Ron se sonrojara.

-No digas tonterías, es para que no te vean.

-¿Y a mí qué me importa si me ven?- Aquello dejó atónito a Ron.

-¿Pero tú sabes lo que estás diciendo?-

-Totalmente. Pueden ver lo que quieran, pero nadie va tocar si a mí no me da la gana, que se atrevan.- Dijo Pansy, con una fuerza renovada por darse a respetar, sin darse cuenta con esa frase había cambiado el rumbo de su futuro.- Y ahora déjame dormir un rato más, yo no madrugo tanto, es malo para mi hermosa cara.- Dijo haciendo que Ronald rodara los ojos, aun así se acurrucó con ella. Estaba loca, pero era guapa, inteligente y tenía una lengua afilada que lo volvía loco, en muchos sentidos. Su relación podría funcionar. Pensó Ron.

En la torre de los Premios Anuales dos cuerpos enredados se removían con los primeros rayos de la mañana, Hermione fue la primera en despertar, al abrir los ojos se encontró con el rostro enterrado en un pecho masculino totalmente níveo, lo que la hizo retroceder desorientada. Entonces vio el pelo platinado, Malfoy, pensó y recordó TODO lo que había pasado ayer y no pudo evitar sonrojarse, que desvergonzada había sido, pero ¿cómo había sido capaz de hacer eso? Tal vez Malfoy le había dado una poción desinhibidora, al momento de pensarlo deshechó la idea, lo que hizo, lo hizo porque había querido. Pero, ¿por qué con él?, y ¿por qué tan rápido? Con Ronald le costaba hasta darse un beso más apasionado, entonces lo recordó, "todo el mundo sabe que estás enamorada de mí" eso le había dicho Malfoy la tarde de ayer. Ella, Hermione Granger, ¿enamorada de Malfoy? no. Era inverosímil, era absurdo, si era su némesis, pero entonces cómo explicar que estaba tan cómodamente acostada en una cama totalmente desnuda y enredada contra su cuerpo que también estaba totalmente desnudo. Un momento. MALFOY ESTABA DESNUDO Y POR AMOR A DIOS QUE ESO QUE SE LE CLAVABA EN EL MUSLO NO ERA UN PALO DE HIERRO.

-¡MALFOY!- Dijo empujándolo hasta que el pobre muchacho cayó al suelo.

-¡QUÉ COÑO TE PASA, GRANGER! ¿ES QUE ESTÁS LOCA?- Dijo furioso y contrariado.

-¡ESTÁS DESNUDO!- Dijo tapándose hasta el cuello.

-Muy ágil, Granger, te van a dar un premio por tu sentido común tan perspicaz.- Dijo de mala leche mientras se encerraba en el baño de su habitación dando un portazo. Hermione se sintió ofendida por el comentario y arrancando las sábanas de la cama del rubio salió de la habitación para dirigirse a la suya, tomar una ducha y comenzar al prepararse para el día que empezaba, al parecer con el pie izquierdo.

Horas después el Gran Comedor comenzaba a llenarse, entre los primeros alumnos que estaba ya sentados se encontraban los chicos de las tercera generación, conversando tranquilamente.

-Cariño, no tienes que preocuparte de nada, tus padres no están tan mal de la cabeza como los nuestros, es más yo diría que son los más equilibrados mentalmente.- Decía una morena mientras sobaba los hombros de su novio intentando darle ánimos.

-Coincido con mi prima.- Dijo Katrina.- No te preocupes Mark, verás como todo sale bien. Si nosotros nos hemos muerto en el intento, tú mucho menos.- Dijo con una sonrisa amable.

-Gracias, pero eso lo tendré que juzgar yo cuando me presente. ¿Os importaría si cambiamos de tema? No quiero seguir pensando en lo que se viene.-

-Faltaría más, ¿cómo te encuentras, Antares?- Preguntó Dominique.

Antares seguía algo más pálida de lo normal pero ya estaba prácticamente recuperada, en ese momento estaba siendo alimentada por su novio a petición de ella, y a costa de la vergüenza que le daba al pobre y tímido Albus Potter.

-Bien, gracias, y con los cuidados de este bombón cada vez mejor.- Dijo dándole un beso que le sacó los colores al joven Potter.

El Gran Comedor por fin estaba al completo, los últimos en llegar fueron Ronald y Pansy que llegaron juntos, Pansy iba por delante y él le seguía el paso. Ron se dio cuenta que Seamus y Dean miraban a Pansy embobados y se pegó a ella para que no la miraran, también les dirigió una mirada amenazante. Neville estaba tan avergonzado que ni siquiera levantó la mirada de su plato.

Draco y Hermione estaban lo más separados posible, después de su micro discusión de la mañana ambos estaban de un humor de perros. Aunque, eso sí, no se quitaban la vista de encima cuando el otro no miraba.

-Mamá, si miras tanto a papá lo vas a desgastar...- Le susurró Althea a su madre cuando todos estaban en una amena conversación.

-Pero, ¿qué estás diciendo? Yo no lo estaba mirando, tengo cosas mejores que hacer que estar mirando a ese idiota.-

-Ya, como que se te caía la baba por ese idiota. Te voy a contar algo. Papá me confesó una vez que cuando estabais en Hogwarts, cuarto año creo recordar, hubo un baile. Y durante todo el baile, estuvo pendiente de una muchacha con un vestido azul, el pelo semirecogido, un maquillaje sutil. Me contó que la encontró angelical. Esa muchacha castaña hizo que no pudiera disfrutar del baile y que su pareja le diera una bofetada, pero esa humillación no hizo que él abandonara el baile, porque estaba como bajo un hechizo hipnótico, cada vez que la veía bailar o sonreír, sentía sus pies pegados al suelo y sus ojos no podían apartarse de la chica. Al final de la noche la chica acabó llorando por un idiota.- Dijo desviando la mirada a Ron que comía fulminando con la mirada a sus amigos.- Y de pronto, sintió algo que solo había sentido al ver a su madre llorar cuando de pequeño se había roto un brazo por ser un niño caprichoso. Sintió agujas dentro de su estómago y algo más arriba, justo aquí.- Dijo colocando su mano sobre su corazón.- Desde entonces, siempre veía a esa chica más de lo normal, nunca se había fijado excesivamente en ella, porque la consideraba inferior, pero desde ese día, comenzó a notar sus curvas debajo de la ropa ancha, las esmeradas respuestas que daba en cada clase que compartían, el ceño fruncido que ponía cuando estaba concentrada, lo que prefería para desayunar, prácticamente pasó a ser un espía. Y años después con todo el dolor de su ego admitió que estaba enamorado de esas muchacha que siempre había sido una mera hija de muggles para él.-

Hermione con la mirada baja y la expresión seria, preguntó con voz queda.- ¿ Y por qué siguió metiéndose con ella?, ¿por qué no intentó acercarse a ella y conquistarla o ser su amigo?, ¿por qué no fue valiente?- Terminó perdiendo por completo la voz.
Althea la miró mientras pensaba una respuesta a todas sus preguntas.

-No lo sé.- Contentó por fin.- Eso, supongo, solo lo sabe él. Pero yo creo que lo hizo por miedo, es alguien que no está hecho a querer a las personas, de hecho sé con exactitud que con las dos manos podemos contar a la gente que quiere de corazón. También, intuyo, que tuvo que ver el miedo. No todos somos Gryffindors valientes que se tiran al vacío sin pensárselo dos veces. Además, si alguien se hubiera enterado de sus sentimientos, estoy muy segura que habría perdido a todas las personas que tenía por las que luchar.-

Hermione reflexionó su conversación con su hija mientras examinaba a Draco y con los dientes apretados admitió que la que tuvo la culpa de la discusión de esa mañana era ella. Más tarde hablaría con él.

Ron seguía muy afanado en asesinar a sus amigos con la mirada mientras comía y refunfuñaba. Todos se le quedaron en más de una ocasión, al mismo tiempo que miraba a su derecha donde estaba Pansy, que parecía no darle demasiada importancia. Rose carraspeó llamando la atención de sus padres, mientras miraba brevemente a los demás chicos de la tercera generación.

-Mamá, papá, mm, queríamos preguntaros algo.- Dijo tanteando el terreno. Ahora los dos la miraban, aunque Ronald seguía comiendo.- Veréis, estamos un poco confundidos, porque esta mañana nos hemos levantado con los recuerdos un poco modificados.-

-Efo que quere defir?- Preguntó Ron con la boca medio llena.

-Pues, que no recordamos nada del pasado que contamos de mamá, ahora los recuerdos que tenemos son que mamá, logró vencer a... ese hombre.- Explicó Rose, obviando el hecho de su padre hablando con la boca llena.

-¿Cómo?- Preguntó Pansy, Ronald se mantuvo callado sin comprender exactamente lo que pasaba.-

-Que a pesar de estar muy mal parada, lograste enfrentar a ese hombre, no dejaste que... bueno, abusara de ti, ni que accediera a las cuentas de Gringotts.-

-Perdón por meterme, pero creí que después de que os fuerais nos borrarían la memoria.- Dijo Hermione.

¡¿CÓMOOO?!- Fue la exclamación colectiva que se oyó en todo el Gran Comedor.

-¿Por qué harán eso?- Preguntó Daphne, desanimada, mientras inconscientemente se agarraba al brazo de Harry, quien estaba a su izquierda.

-No entiendo qué necesidad hay de borrarnos la memoria.- Replicó Theo.

-Es necesario para que todo siga su curso, pero al parecer eso no es suficiente, porque la tía Pansy ha cambiado su destino.- Dijo Femi.

-Así que eras tú quien son espiaba aquel día.- Susurró una voz detrás de Hermione, haciéndola sobresaltarse y perder ligeramente el color.-

-¡Qué susto me has dado, Scorpius! No sé de qué me estás hablando.-

- ¿Ah no?- Preguntó mientras se sentaba junto a su madre.- Porque yo creo que sí. Nos estabas espiando la mañana del día de mi presentación. Oí como Rose y Lily hablaban de la charla con Dumbledore en la puerta de la Sala de los Menesteres. No es casualidad que tú lo sepas porque estabas en la puerta esperando para entrar y ver si alguien se parecía a ti y tenías descendencia, pero, oh sorpresa, todos tus vástagos somos Malfoy hasta la médula.- Hermione se quedó boquiabierta, la había retratado a fondo. Sabía exactamente cada movimiento que había hecho.- Que no se te olvide quien eres, y quien soy, mamá. Sé todo de ti, de papá, de los abuelos. Igual que vosotros sabéis todo de nosotros. A mí no pueden mentirme, espero que ahora que sabes que serás madre de seis hijos, hayas quedado satisfecha con tu futuro.- Hermione sonrió.

-Estoy muy feliz de mi futuro, Scorpius, y muy orgullosa de cada uno de mis cinco hijos. Espera, ¿por qué has dicho seis?-

Scorpius esbozó una sonrisa ladina muy parecida a las de su padre y abuelo.

-Ups. Habré contado mal.- Dijo después de darle un beso en la mejilla y guiñarle un ojo. Si Hermione lo había interpretado bien, eso quería decir que en el futuro ella estaba... oh. Pensó mientras se sonrojaba completamente.

El desayuno siguió como de costumbre y después de este, un encapuchado se levantó y con el rezo de "Acabemos con esto" se subió a la tarima, el resto esperaban ansiosos, y no era para menos cada vez quedaban menos chicos y el colegio volvería a se aburrido así que tenían que aprovechar.

Cuando el futurista se quitó la capucha, un chico de ojos azules, mandíbula cuadrada y marcada, nariz perfilada, labios finos y cabello castaño. Era alto y también musculoso, se notaba que se ejercitaba.

El chico miro ligeramente a su novia y con gesto nervioso empezó su presentación.

-Hola, buenos días. Mi nombre es Mark, tengo 20 años. En Hogwarts pertenecí a la casa de Gryffindor. Y también fui prefecto, y más tarde tuve el honor de ser Premio Anual- La casa en cuestión rompió en aplausos, y más de uno gritó "El futuro es gryffindor" o frases como "Los chicos del futuro de Gryffindor son más guapos que los de Slytherin" cosa que hizo rodar los ojos en la mesa de las serpientes, eso era imposible.- Bueno, dado que mi asignatura favorita era herbología, al salir decidí especializarme en la materia. Recientemente, he abierto mi propio invernadero, en el que cultivo todo tipo de plantas mágicas, para después usarlas en pociones medicinales.- Hermione se giró para mirar a Neville que tenía una sonrisa bonachona en la cara mientras miraba al joven, lo cierto era que no le veía ningún parecido físico con su amigo, pero estaba segura que su personalidad y gestos nerviosos, era muy parecidos a Neville Longbottom.- Al contrario que los demás, tengo dos madrinas, que son Luna Lovegood y Padma Patil.- Luna le sonrió con inigualable ternura, poniendo algo celosos a sus gemelos, no por nada eran celosas serpientes. Padma, sin embargo, le dio una tensa sonrisa, eraba un poco impactada todavía con las visitas del futuro.- Tengo un preciosa novia, que se encuentra hoy aquí, pero todavía no se ha preguntado. Bueno, creo que como no me ha interrumpido nadie, ya he acabado.- Dijo en tono amistoso. Alguien de la mesa de Hufflepuff levantó la mano. Mark le dio la palabra educadamente.

-No has terminado todavía, no nos has dicho quiénes son tus padres.-

Mark se rascó la nuca como una reacción nerviosa.- Sí, es verdad. Bueno, mis padres son Neville Longbottom y Hanna Abott.- Luna aplaudió feliz, Neville se desmayó y Hanna se puso muy colorada. Seamus le lanzó un aquamenti que lo levantó sobresaltado y comenzó a balbucear.- Papá, tranquilo.- Neville se quedó mirándolo con la boca abierta.- El hecho de que me dedique a la herbología, es tu culpa. Al final, tú eres el mejor profesor de herbología que existe, sin ofender Señora Sprout.- La mujer le sonrío feliz.- Mamá.- Se giró hacia su madre, que seguía roja como la grana, estaba enamorada de Neville desde cuarto y ahora tendría un hijo con él, por Merlín.- Tú. junto al abuelo, comprasteis El Caldero Chorreante, y desde entonces lo administras, y lo has reformado, haciendo muchas mejoras. Creo que ahora sí que está todo. Ahora mi recuerdo.

Una vez más la neblina apareció para mostrar el callejón Diagon en pleno apogeo.

Hannah Abbott y Louise Abbott, su padre, observaban el Caldero Chorreante con una sonrisa orgullosa, había costado pero finalmente lo habían arreglado, les había costado conseguirlo porque los antiguos dueños se negaban a venderlo pero con el empeño de Louise y la amabilidad de Hannah al fin era suyo. Cuando entraron por primera vez pensaron que había sido un error, pero pronto empezaron a limpiar y remodelar el bar.

Siete meses después estaban delante de una fachada hogareña, que no dejaba de ser moderna, por dentro, sin lugar a dudas, parecía otro, había sido completamente reformado de arriba abajo.

Las habitaciones contaban con mobiliario nuevo, los baños habían supuesto una tarea ardua, habían sido desatascados, la factura de fontanería había costado más que el resto de la reforma pero ambos dueños estaban orgullosos del trabajo realizado.

Padre e hija se miraron con una sonrisa y entraron para encontrarse con la gente que había sido invitada

La fiesta había sido un éxito y como esperaban había asegurado clientes a su establecimiento, además de que esperaban haber hecho nuevos negocios con promotores e inversionistas que quisieran trabajar con ellos.

Hannah había notado que Marcus Van Nowell, un gran emprendedor en los negocios, no le había quitado el ojo de encima.

Era un hombre muy atractivo y su mirada penetrante en ella hizo que sus mejillas se tiñeran del color de las amapolas. Hanna siempre había sido una muchacha bastante tímida y las pocas veces que había hablado con hombre en el ámbito amoroso se había puesto tan nerviosa que comenzaba a tartamudear y su cara parecía un tomate.

-Hola.- Dijo una melodiosa y sensual voz junto a ella. Hanna despertó de su ensoñación para que una inevitable vergüenza la invadiera.

-Ho-hola es un placer conocerle, sr. Van Nowell. Espero que nuestro humilde hotel sea de su agrado.-

-El placer siempre será mío, al conocer a semejante bella dama.- Dijo mientras se inclinaba en un reverencia para después besar su mano.

Hanna se sentía sofocada ante la cortesía del hombre.

-Y en cuanto a su hotel, me encantaría invertir en él, y ser un socio permanente de su negocio.- Aquello ilusionó tanto a Hanna que no puso atención al tono sugerente y pícaro.

-En ese caso, si lo desea, puedo enseñarle las instalaciones y después, podríamos hablar con mi padre para formalizar su asociación.- Dijo Hanna muy emocionada. Marcus sonrió ladino.

-No podría apetecerme más que una linda señorita me mostrara el hotel.

Poco se imaginaba Hanna en su inocente mente de las intenciones que tenía Van Nowell de seducirla.

Siete meses después...

Hanna estaba en la barra del bar cuando lo vio acercarse, Neville estaban mucho más guapo a comparación de cómo lo recordaba, lo habían invitado a la inauguración hace cuatro meses pero una lechuza había llegado ofreciendo disculpas, deseándoles mucha suerte en su nuevo proyecto y declinado amablemente su asistencia. Aquello había desilusionado enormemente a Hannah, pues, por todos era conocido que la muchacha estaba enamorada de él desde Hogwarts, no sabe exactamente como pasó, porque al principio lo consideraba un chico patoso y gordinflón, pero haciendo un poco de memoria, Hannah se reconoció observándolo en el Gran Comedor, en clases compartidas, la pasión que ponía en Herbología, y sobre todo en la Batalla Final, lo valiente que había sido al enfrentarse al mal. Ella también había participado pero en el momento en que declararon a Harry Potter muerto su padre la cogió del brazo y se desaparecieron.

Ahora se avergonzaba, debería haberse quedado y luchar por seguir viviendo en un mundo libre y sin amenazas como en el que vivían ahora.

Viendo como Neville la había localizado en se puso a limpiar la barra con frenesí, intentando hacerse la que no veía nada.

-Hola, Hannah.- Dijo Neville con una sonrisa sincera.

-Ho-hola.- Tartamudeó Hannah. En esos meses se había vuelto más tímida ante las miradas que la gente le daba. Se removió inquieta detrás de la barra.

-Vine para comprobar la veracidad de tan buenas críticas hacia este sitio. La verdad, es que nunca pensé que este sitio pudiera parecer un hotel de cinco estrellas, como dirían los muggles.-

-Sí, ha costado mucho esfuerzo por parte de mi padre y mía.- Dijo con una sonrisa pero sin atreverse a mirarlo a la cara.

- Y, ¿crees que habría una habitación para mí?- Preguntó el chico con una sonrisa amable.

-S-sí, claro que sí. Arnold te acompañará y te mostrará las instalaciones comunes y tu habitación.-

Neville la miró extrañado, Hanna no lo miraba a la cara, se giró a ver al tal Arnold estaba detrás de un mostrador y pobre no daba abasto registrando clientes y atendiendo el teléfono, hecho que sorprendió a Neville de sobre manera y que no dejaría pasar. Pero creyó prudente dejarlo para después.

-Eh, ¿por qué no me acompañas tú?- Observó como Hannah se removió incómoda y se aferraba a la barra. Pareció que se debatía consigo misma mientras miraba nerviosamente a Arnold, una mancha de arrepentimiento cruzó su mirada, no podía hacerle eso a Arnold, bastante hacía el pobre con entender su situación y protegerla como un hermano mayor.

-Está bien.- Dijo mirando de reojo a Neville.- Sígueme.- Pero Neville no pudo moverse del sitio al ver el prominente vientre de Hannah, hasta donde él sabía Hannah no estaba casada, ni había oído rumores de que tuviera pareja. Hannah vio como la miraba, y su mirada fija en su vientre, y ella no pudo evitar bajar la mirada avergonzada.

Desde hacía siete meses era la comidilla en las calles de Londres Mágico, era la nueva propietaria del Caldero Chorreante que se había quedado embarazada en la inauguración, con un presunto socio, que en tal que había terminado de tener sexo se había largado sin dejar rastro.

Así que no era de extrañar que Neville la mirara sorprendido y curioso, ya estaba acostumbrada a esas miradas, pero no estaba acostumbrada, ni jamás se acostumbraría, a las críticas y los chismes. Por eso no salía de detrás de la barra, ahí se sentía protegida, nadie veía a su bebé.

-Las habitaciones están en los pisos de arriba.- Dijo quedamente.

-Claro, vamos.- Dijo todavía algo impactado cogiendo su maleta del suelo.

-Y, ¿qué te trae por aquí?-

-Bueno, estoy buscando casa, mi abuela se trasladó a una propiedad de la familia en Irlanda. Me pidió permiso para vender la de Londres, no se sentía a gusto de seguir aquí, en Londres. Así que, yo me veo en la obligación de encontrar algo para mí, y aunque estoy la mayoría del tiempo en Hogwarts me gustaría saber que tengo un sitio que es mío y que está bien comunicado. Estoy aprovechando el fin de semana para buscar casa.

-Al final de la calle hay una nueva inmobiliaria, tal vez te interese lo tienen.-

-Iré esta tarde sin falta, gracias.- El ambiente se tornó incómodo cuando la conversación llegó a su fin.- Bueno, esta es tu habitación, espero que todo esté a tu gusto y si necesitas algo no dudes de hacérnoslo saber.-

-Claro, gracias Hannah, espero que puedas hacerme un hueco para ponernos al día.-

De aquella conversación habían pasado un mes, Neville había encontrado casa, pero también había encontrado algo más, había encontrado una mujer que le apasionada, que disfrutaba en su compañía, que los hacía estar con los pies en la tierra, centrado en lo que tenía delante y con siendo el joven despistado que solía ser.

Hannah era es mujer, poco le importaba que estuviera esperando un bebé, al contrario, ese pequeño le resultaba sorprendente por momentos, sobre todo cuando hacía poco, Hannah le dejó tocar su vientre cuando el pequeño se movía.

Las cosas con Hannah se dieron deprisa pero con cautela. Su padre, al día siguiente de su llegada le explicó los rumores que acosaban a su hija y futuro nieto. Neville invitó a Hannah a tomar un té, y la pobre aceptó un poco obligada por su padre. Después de eso conectaron muy bien, y Hannah fue confiando en él, viéndole como un amigo fiel, él solo esperaba que pudiera verlo como un hombre que pudiera cuidarla y amarla.

Ese día habían quedado para hacer un picnic y que Hannah disfrutara del aire libre y del sol. Y era el momento de que Neville se pusiera serio.

-Hannah, sé que hace un mes que nos volvimos a encontrar, pero llevo algunas semanas queriendo pedirte algo.-

-Lo que quieras.- Dijo con una sonrisa alegre.

-¿Quieres salir conmigo?- Hannah se atragantó con el jugo de manzana.- Sé que es algo alocado pero realmente me gustas, y creo que estoy enamorado de ti.- Dijo mientras palmeaba suavemente su espalda, mientras Hannah se calmaba.

-No puedes estar enamorado, voy a tener un bebé y tú no mereces llevar contigo una carga como esta.-

-Hannah, sí puedo estar enamorado de una mujer hermosa y dulce como tú, y de hecho lo estoy, y tú hijo no es una carga ni para ti, ni para mí. Desde que me dejaste tocar tu vientre no paro de pensar en él. Cada vez que paso por una tienda que tiene sección de bebés mis ojos no pueden evitar desviarse y mirarlo todo con extrema ilusión. Hanna, te quiero, dame una oportunidad.-

Hannah lo miró mordiéndose el labio inferior, y a la porra ella también lo amaba, incluso en sus tiempos en Hogwarts ya tenía sus ojos puestos en el chico patoso de Gryffindor.

-Pero, a la primera muestra de que no funcione, te pido que no insitas, no quiero que mi bebé pueda sufrir por esto.-

-Te lo prometo, pero no pienses en que algo salga mal porque voy a dar todo de mí por haceros felices y por se un referente y un padre para Frank.-

-¿Frank?- Preguntó Hannah entre sorprendida, alegre y divertida.

-Bueno, teniendo en cuenta que aún no habías decidido un nombre para el niño, creo que sería buena idea nombrarlo como el hombre más valiente que conozco, mi padre, él lo dio todo por proteger a su familia, aunque el precio fuera su cordura.-

Hannah lo miró con lágrimas en los ojos.- Será un placer nombrarloncomo tu padre, Neville.-

Y sellaron el principio de su largo amor con un hermoso beso.

La pantalla se evaporó y Frank solo sonrió a sus padres, Neville se levantó y lo abrazó. Ese hombre lo quiso desde el primer momento y siempre daba lo mejor de sí mismo para que se sintiera orgulloso de él.
Era el hombre al que más admiraba en el mundo. Era su padre.

Por primera vez desde que esta loca aventura empezó, Ares y Albus Dumbledore se habían encontrado cara a cara, más o menos, y Albus intentaba mediar con su nieta, la había localizado cuando iba al baño aprovechando el receso después de la presentación del chico Longbottom y echó al payaso que moraba en el cuadro frente al baño de mujeres de la planta baja del castillo.

-No llegará el día en el que me perdones, ¿verdad?, te hice mucho daño, como también te lo hace el recuerdo de quién es tu padre.- La increpó nada más salir.

-¿Y si te digo que en el futuro tú también vuelves a la vida?, ¿creerías entonces que no tienes redención? Yo misma te devolveré a la vida, ¿por qué? no lo sé, pero tal vez tenga que ver el hecho de que eres la única familia que me queda como para consumirme en el odio. Tienes mi perdón, pero no todavía, tienes que hacer muchos méritos para que te lo dé definitivamente.-

Después de eso Ares volvió a dejar a su abuelo ocn la palabra en la boca.

En el Gran Comedor los chicos del futuro habían decidido juntar a todas las familias a las horas de las comidas.

-Y bueno, chicos, no nos habéis dicho como comenzasteis a salir.- Dijo Daphne que tenía mucha curiosidad sobre cómo su retoño había empezado una relación con la benjamina del clan de su mejor amigo.

Toda la mesa se giró, poniendo toda su atención a Albus, que había enrojecido, y en Antares, que esbozaba una sonrisa pícara a su novio.

-Bueno, eh, pasó sin más.- Los del futuro parecían querer comenzar a reírse de una forma escandalosa mientras que los demás lo miraban pidiendo más información.

-¿Por qué no un recuerdito, mi amor?- Preguntó Antares con cara angelical, pero con las peores intenciones.

-Yo... no creo que sea lo mejor...- Dijo con la mirada gacha.

-¿Por qué?- Preguntó Harry mirando con preocupación a su hijo, ¿le había obligado la hija de Malfoy?

-Es... que...- Soltó un suspiro.- Está bien- Cogió su varita con pereza y formuló un hechizo que pocos de los allí presentes sabían, Antares colocó una bola de cristal que su madre la había dado y la agrandó de manera que todos tuvieran visibilidad del recuerdo.

Albus Potter estaba preocupado desde que había vuelto a su casa para las vacaciones de Navidad y todos en su casa lo habían notado, sobre todo su madre, Daphne Potter. Veía a su niño decaído, veía la forma en la que rehuía la mirada de su padre, como estaba cortante con sus hermanos, como no bromeaba con Sirius y, por lo general, como no salía de su cuarto. Harry quería dejarle su espacio, pero ella como toda una mamá gallina solo quería aliviar la pena de su bebé.

Tocando tres veces a la habitación de Albus y tras recibir un escueto 'no quiero ver a nadie', Daphne entró en la habitación.

- ¿Qué quieres, mamá? No quiero ver a nadie.- Dijo Albus de mala gana acostado boca abajo en la cama.

-No me voy a ir de aquí hasta que no hablemos, cariño, todos estamos preocupados por ti.-

-Pues no os preocupéis.-

Daphne esbozó una sonrisa tierna y se acercó a la cama, sentándose en ella.- No podemos dejar de preocuparnos cuando alguien de nuestra familia se pone mal. Hasta James está muy preocupado por ti.- Y era cierto, su relación se caracterizaba por pequeñas discusiones de tira y afloja. Al ver su humor tan hostil, su hermano mayor había dejado de hacerle bromas que pudieran molestarle.- Cariño, cuéntame que es lo que pasa.-

Albus se incorporó y miró a su madre a los ojos.

-Mamá, soy gay.- Mientras lo decía sentía que sus ojos se iban empañando, era la primera vez que lo decía en voz alta.

Su madre se quedó mirándolo con los ojos como platos, totalmente sorprendida. Albus suspiró bajando la mirada mientras sentía como las lágrimas salían a borbotones de sus ojos. Quería desaparecer, y aunque era mago y con un pensamiento desaparecería, sentía que era imposible. Cerró los ojos sintiendo una agonía que no debería estar en su interior tras confesar lo que sentía. Entonces sintió los brazos más cálidos del mundo rodearlo y apretarlo fuerte.

-Albus, mírame, no llores. Ahora somos libres para ser quienes realmente queremos ser, y es precioso que lo admitas, no tienes que preocuparte o lamentarte por quien eres. Eres un jovencito maravilloso y vas a ser un hombre fantástico. Y sobre todo feliz, porque vas a ser quien realmente quieres ser y cómo quieres ser.-

-Papá me va a odiar, el tío Sirius se va a avergonzar de mí, y James se va a reír de mí.- Decía con un llanto agudo.

-Eso no va a pasar. Albus, somos tu familia y te vamos a apoyar, si alguien se mete contigo el primero que te va a defender es tu hermano, porque te adora con locura, para Sirius eres como un hijo y jamás se avergonzaría de ti, porque sería como avergonzarse de sí mismo, y eso nunca va a pasar. Y mi amor, tu padre respira y vive por su familia, luchó años para liberar al mundo de la presencia de ese ser que representaba todo lo malo, el labró un futuro libre para sus hijos, tu padre vive por su familia y jamás odiaría lo más importante que tiene en la vida que sois vosotros. Y Lily y yo estaremos ahí también, al pie del cañón por si alguien se mete contigo, tus abuelos y tíos también. Albus, la gente que te quiere siempre estará ahí para apoyarte y amarte sin importar como seas o a quien ames. Deja de llorar y baja con nosotros, porque de la única manera en la que nos puedes hacer daño es así, reprimiéndote y alejándote de nosotros, no siendo como eres.- Albus se lanzó a los brazos de su madre para abrazarla fuertemente.

-Te quiero, mamá.- Daphne sonrió con lágrimas en los ojos.

-Y yo a ti, mi bebé.-

-Me gustaría tomarme un tiempo para ir diciéndolo, ¿me guardas el secreto? Aunque me gustaría hablar con papá esta noche del tema.-

-Te prometo que seré una tumba.

Después de hablar con sus padres todo había sido más fácil para Albus, su padre al principio se había quedado callado no terminando de comprender el trasfondo que tenían las palabras de su hijo, pero tras un codazo en las costillas de Daphne todo había pasado demasiado rápido como para recordarlo con claridad, corrió a los brazos de su hijo y lo abrazó con fuerza dándole si más sincero apoyo.

Tras la aceptación tan positiva de sus padre procedió a hablar con sus hermanos, Lily gritó eufórica, pero su hermano se mantuvo sentado mirándolo con el ceño fruncido.

-¿Te gustan los tíos?- Le preguntó con cara de contrariedad. Albus asintió con la cabeza y James continuó mirándolo con la misma cara de confusión.

-James, si no lo apoyas, quiero que sepas que me da igual, es algo que no va a cambiar y que no voy a reprimir por nadie.- Dijo su hermano.

James asintió con cara seria, se levantó y se dirigió a Albus, quien se puso tenso, sin saber que esperar. Fue cuando recibió los brazos de su hermano cuando verdaderamente quedó sorprendido.- Me alegro por ti, y tienes una par de huevos bien puestos, hermanito.-

-Gracias.-

-No se dan, enano.-

-Sois tan tiernos cuando no discutís.- Dijo Lily con gesto burlón.

En Navidad se lo confesó a toda la familia y poco a poco, tras el breve shock, y como era de esperarse, la noticia fue bien acogida por todos los miembros de la extensa familia, todos se alegraron por Albus, todos menos una persona, Antares, que lo miró seria, con una ceja alzada.

Ella no creía que fuera gay, se había pasado más de la mitad de su vida observándolo. Para nadie del clan Malfoy era un secreto que Albus Potter le gustaba a la benjamina de la familia, pero lo guardaban en secreto. De hecho, Antares era amiga de Albus, pero siempre había sido bastante fría con él, para que no se se notara su enamoramiento.

Porque lo conocía sabía que no era homosexual, o eso querían creer ella y su terquedad.

Era febrero y Albus y Antares habían dejado de hablarse. No habian parado de discutir desde que el joven Potter confesara la realidad de su sexualidad a toda la familia. Para Antares era difícil concebir que él fue gay. Por lo que ideó un plan para comprobar si decía la verdad o era un fase. Lo había intentado seducir con todas las armas que tenía. Había puesto incluso a otras chicas delante de él, pero nada había funcionado. Antares hizo una prueba de fuego en contra de sí misma y puso en el camino de Albus a un muchacho afín a sus gustos. Pero albus tampoco reaccionó a él. Bueno, tal vez lo ojeara de más pero en ningún momento intentó flirtear.

Antares había llegado a desesperarse, por lo decidió tomarse un respiro de su macabro plan, e intentar olvidarse de él. Ahí fue donde apareció Ruppert Lewis, de séptimo año, si se enteraban sus padres o hermanos, no llegaría a ver la mayoría de edad.

Albus iba a paso tranquilo por los jardines de Hogwarts, iba concentrado en sus propios pasos pensando en el nuevo trabajo de Pociones, hasta que oyó el crujido de una rama e involuntaria su mirada siguió hasta el origen de dicho ruido. Sorprendido era poco, para describir como se quedó al ver a su tormento en brazos de un chico que desde lejos se veía que era mayor que ellos, de último año calculaba Albus.

Antares parecía estar muy cómoda en los brazos de aquel tipo, aunque tampoco podía ver mucho de tan pegados como estaban, pensó Albus con sarcasmo.

Sin poder evitarlo y con la escusa de protegerla en nombre de sus hermanos se acercó a separarlos.

Estando a unos pocos pasos carraspeó con la única intención de molestar.

-Perdonad, chicos, pero no creo que sea un lugar correcto para hacer eso, los de primero podrían veros, además de algún profesor y castigaros.-

-Vaya, tío, gracias que simpático que flacucho, ¿por qué no vamos a un sitio más privado a hacer cosas más privadas, eh, amor?- Dijo Ruppert

-No molestes, Albus.- Contestó Antares secamente.

-No creo que a tus padres les guste saber que sales con un chico mayor, Antares.- Dijo de forma persistente.

-Y yo no creo que tus padres te hayan educado para meterte en lo que no ye importa, Albus Severus.-

-Bueno, teniendo en cuenta que tus hermanos no están aquí para reprender y protegerte es mi papel como mejor amigo de tu hermano, así que nos vamos.-

-Mis hermanos no tienen derecho a reprenderme, porque no tienen por qué meterse en mi vida. Mucho menos tú.-

-Ya. Qué pena, de verdad, ahora vámonos.- Dijo agarrándola del brazo para llevársela de ahí.

-Oye, ¿qué mierda crees que estás haciendo con mi chica?, ¿acaso quieres problemas?, ¿es eso?-

-Tal vez el que quiere problemas eres tú, Lewis, porque serías muy tonto con meterte conmigo sin saber que sé tu secretito con la profesora de vuelo, imagino que no querrás que tu expediente de perfecto jugador de quiddich quede manchado si sale a la luz semejante escándalo, ¿no? Ya me parecía a mí, pues entonces quítate de mi camino, gorila con patas.- Y se llevó a la pequeña Malfoy a rastras.

-¡DÉJAME!, ¡NO TIENES NINGÚN DERECHO A METERTE EN MIS ASUNTOS!- Gritó Antares mientras ponía toda la resistencia que podía peleando como toda una banshee.

-¿TUS ASUNTOS SON ENROLLARTE CON ESE TÍO?, ¡Antares, es mayor que tú, no está bien!-

-Tú, no eres absolutamente nadie para decirme qué está bien o mal. Eres un niñato, que no es capaz de admitir lo que siente, no sé por qué todo el maldito mundo piensa que eres tan valiente por mostrarte tal como eres, cuando es MENTIRA, ¡MENTIRA!

-Antares, me gustan los hombres, entiéndelo.- Dijo tirándose del cabello con ambas manos mientras resoplaba. Antares se acerco a paso firme hasta estar respirando el mismo aire y lo besó, sin cerrar los ojos lo desafiaba a separarse, mientras lo besaba con furia candente. Sin titubeos, llevó su mano al paquete de Albus y lo apretó.

-¿Y esto qué es? si eres gay por qué te empalmas conmigo y mis besos, ahora que me vas a decir, ¿que es algo involuntario? No quieres aceptar tus sentimientos por mí, pero tampoco quieres verme con otros, tú lo que eres es un mierda, Albus Potter.- Después de decir si nombre con toda la repugnancia que pudo reunir, salió del aula.

Albus se quedó cabizbajo reflexionando sus palabras, soltó un suspiro lastimero y salió detrás de ella.

Tuvo que correr para poder alcanzarla, cuando lo hizo la giró con delicadeza, pero ella estaba tan furiosa que se giró bruscamente y le pegó una bofetada.

-No quiero volver a verte nunca jamás.- Casi saboreó cada palabra, hizo hincapié en cada palabra.

-Para Antares, por favor. Estoy confundido, tú no sabes lo que es sentirte toda tu vida atraído por gente de tu mismo sexo y que ahora me de cuenta que no es así, porque resulta que también me gustan las mujeres, ¿qué clase de chiste de persona soy?-

Antares se relajó un poco tras escucharlo.- Tú no eres ningún chiste, Albus.- Dijo mientras le acariciaba la mejilla, Albus acunó su cara la mano femenina que le acariciaba.- Eres bisexual, y es tan válido y común como ser gay, lesbiana o asexual. Solo te pido que seas sincero, y si me quieres, como yo te quiero, dímelo, afróntalo conmigo, juntos.-

-¿Cómo sabes que me quieres?, Antares, ¿cómo sabes que no es un capricho?-

Antares le cogió la cara con ambas manos.- Porque cuando un Malfoy ama, ama de verdad solo una vez en la vida. Y seré para muchos aún una niña, pero estoy segura, desde que nací y te vi por primera vez, que tú eres para mí, Albus. Te amo. Y si te niegas a esto que sientes por mí, no voy a insistir, pero quiero que sepas que por mucho que me veas con otros, yo, solo pensaré en ti.- Le dio un beso, dulce, casto, apenas un roce y después simplemente se fue dejando a Albus con la cabeza echa un lío.

Para cuando Albus regresó a su sala común las luces de todo el castillo estaban apagadas, no quedaba ni el humo de las pocas antorchas que dejaban para iluminar los pasillos durante las rondas de perfectos. Eso no evitó que Albus fuera recibido por un puñetazo que lo hizo tambalearse y doblarse de dolor.

Un poco recuperado enfocó la vista en su atacante encontrándose con su mejor amigo.

-Abraxas, ¿qué coño haces?-

-Eso es lo que pasa cuando haces llorar a alguna de mis hermanas, puedes ser mi mejor amigo, Albus, pero mi familia siempre estará por encima de ti y de cualquiera. ¿Qué le has hecho?-

-La vi besarse con un tipo y los separé, después... discutimos.-

-Mi hermana no llora por una discusión, Albus.- Dijo Abraxas con una ceja alzada.

-Puede... puede que ella quiera una respuesta contundente sobre lo que siento por ella.-

- ¿Y cuál es esa respuesta si puede saberse?-

Albus se tiró del pelo en señal de desesperación y confuso respondió.- Ni yo mismo lo sé. La quiero, eso está claro, pero no sé de qué manera.

-O no quieres saberlo.- Zanjó su amigo.

-Sí, quiero, Abraxas, claro que quiero saber qué es lo que siente mi corazón, sé que la quiero, pero también sé... que me gustan los hombre, pero... ¡pero estoy tan confuso, Abraxas! Me gustan los tíos, pero me muero por follarme a tu hermana.-

-Vale, amigo, creo que voy a tener que darte otro puñetazo por lo que haz dicho y otros tres de parte de mi hermano mayor, de mi padre y de mi abuelo. Agradece que no te dé uno de parte de mi madre.- Dijo levantándose y yendo a su amigo, cogiéndole por el cuello de la camisa.- Antes de darte la paliza voy hacer algo para que reflexiones sobre tus sentimientos.- Y lo besó, fue arrasador, dominante y con lengua. Fue un beso de película, candente y de marca Malfoy.

Pero no es lo que Albus había esperado toda su vida. No eran como los de Antares, los de su Anty eran arrolladores pero también dulces de una forma que le hacía sentir que la pequeña rubia se le metía en el alma.

Ahora solo sentía como su mejor amigo le daba el beso cachondo de judas antes de matarlo, y morir virgen, por confesar las poco castas intenciones que tenía con respecto a la pequeña rubia.

-¿Y bien?- Pregunto Abraxas cuando lo soltó.

-Estas muy bueno, pero si me vuelves a besar te castro.- Dijo Albus, para romper en una carcajada acompañado de Abraxas. Era cierto que los hombres le atraían sexualmente, pero hace ya tiempo que solo podía sentir deseo por una sola persona y esa no tenía precisamente pene entre las piernas.

Tan ensimismado en sus pensamientos en los que por primera vez se reconocía que estaba enamorado de Antares Malfoy Granger que no vio venir el primero de muchos de los puñetazos que le dio Abraxas. Mandandolo a la enfermería. Por una poción antiinflamatoria, no malpensemos, al fin y al cabo eran mejores amigos como para que lo mandáse con cuatro costillas y la nariz rota. Eso se lo dejaría a su padre y a Scorpius para cuando fuera a pedir la mano de su hermana.

Albus no quiso retrasar más cosas y mucho menos el cabreo de Antares. Así que, se coló a hurtadillas en la habitación que la rubia compartía con otras compañeras de casa.

Cuando la vio dormir no pudo evitar pensar que parecía un puto ángel, pero del infierno.

-Anty, Anty despierta.- Susurró suavemente. La rubia se despertó con el ceño fruncido y de mala gana.

-¿Qué quieres?, ¿y por qué tienes un ojo morado?-

-Por idiota, he hecho llorar a la mujer más bonita de todo el planeta y alguien me ha dado mi merecido.-

-Pues espero que te haya dolido, te he preguntado que qué quieres.-

-Besarte.- Dijo seriamente haciendo que Antares enarcara una ceja.- Has hablado todo lo que has querido y me has gritado mucho más ahora es mi turno de hablar. Tienes razón, me gustas, pero también sé que me gustan los chicos, por tanto, también tienes razón ahí, porque eso quiere decir que soy bisexual, y no sé cómo manejar el que me gusten ambos sexos. Me siento mal, toda mi vida he creído que era alguien reprimido en mí mismo por la sociedad y cuando confieso cómo soy y soy libre porque todos mis seres queridos me apoyan, resulta que es esa no es mi verdad, resulta que es no es mi verdadera condición. No sé cómo sobrellevar el que también me gusten las chicas y me da miedo, una vez más, confesárselo al mundo. Otra vez me siento encerrado, reprimido, recluido y me duele tanto que por momento creo que me asfixio. Claro que me gustas, tendría que ser imbécil, porque ni siendo ciego podría ignorarte, pero yo no sé qué tengo que hacer para gustarte a ti, qué hacer para conquistarte. Y tú llegas y me insistes en que dé la cara y admita quién soy de verdad cuando toda no tengo ni idea de ello.-

-La diferencia de antes a ahora es que ahora no estás solo, yo voy a estar para ti, dándote la mano en cada paso que des, y cuando estés listo para hacerlo público voy a estar ahí. Lo que quiero es que te lo aceptes a ti mismo, Albus.-

-Lo acepto, tal vez he tardado un poco, pero lo acepto. Soy bisexual y me gusta Antares Malfoy, caray que raro suena.-

-Si eres bisexual, podemos experimentar, a mí no me importaría hacer un trío.- Dijo Antares con una mirada sugerente.

-Creo que paso, yo soy monógamo, amor y solo yo estoy con mi novia.-

-Pero qué territorial, Potter.- Dijo con falsa sorpresa.- Pídeme que sea tu novia.-

-¿No lo eras ya? Después de todo ese discurso, bueno, vale, tú... ¿Me harías el honor de ser mi novia, única y exclusivamente mi novia, mandado a la mierda al idiota de Lewis?-

-Trato hecho, acepto ser tu novia Potter, ahora como MI novio, te quedarás a dormir conmigo.- Dijo cargando los doseles y acurrucándose contra él.