¡Buenas minna-san! Hoy les traigo un AU (universo alterno) de Diabolik lovers para el reto de "Diabolik lovers adicción total" ewe pienso escribir varios capitulos para entretenernos un buen rato, la historia puede variar de la original (ya que es un Au) pero las personalidades de los personajes que ya conocemos siguen igual.

Antes que nada quiero agradecerle a mi grupo de facebook "Soi Fong-san que me hace el aguante con los fics y me ayudan a mejorar :D Ademas agradecer a la limpieza y arreglos de mis horrores de ortografía a Marcela Barrantes (gracias a ti mejoro en mi redacción) :)

Recuerden dejarme reviews para ver que les pareció, sus comentarios me animan mucho a seguir y a mejorar como escritora :D

¡Disfruten!

Disclaimer: Los personajes de Diabolik Lovers no me perteneces sino a rejet, sin embargo la historia es de mi autoria.


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"Entre los muchos lujos de la vida, el café puede ser considerado como uno de los más valiosos. El atisba la alegría sin intoxicación, y el placentero flujo de espíritus que ocasiona nunca es seguido de tristeza, languidez o debilidad".

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―¡Disculpe! ¿Podría darme un Cortado?

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―¡Enseguida señor! ¿Desea acompañarlo con algo?

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―¡Ah! Sí, ¿puede ser unos tostados? ―finalizó para tomar asiento en la barra.

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―¡Sí! Enseguida se lo traigo… ―y se dispuso a preparar lo solicitado automáticamente como todos los días.

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―Será mejor que te apures mocoso ―bromeó el jefe del local―. Hoy faltó Gil así que tienes doble trabajo y a estos clientes no les gusta esperar, ¿Ya lo sabes? ―preguntó solo para hacerlo molestar.

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―Arg, ya lo sé, viejo metiche ―refunfuñó y el dueño rio―. ¡Ponte a trabajar tú también! ―exclamó y el más anciano rio aún más fuerte.

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―Ya lo sé. Y más respeto que soy tu superior ―e hizo un ademan de superioridad. El joven sólo atinó a chasquear la lengua y llevarle el pedido al cliente que escuchaba la conversación muy divertido.

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La forma en la que le hablaba a su jefe era por la confianza que había entre ellos y, aunque a veces no le gustase que lo jodiese tanto, él también solía devolvérsela. Sólo hacía medio año que estaba trabajando en aquella cafetería y aunque no fuese tan lujosa tenía un clima hogareño y cálido. En ella solían juntarse estudiantes universitarios por la localización, empresarios, algunas parejas y raramente niños de preparatoria.

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Sonrió por haberlos llamado niños. Él apenas finalizó la preparatoria el año pasado y ahora estaba trabajando mientras estudiaba de tarde. A su madre no le gustó la idea sin embargo él no dio el brazo a torcer; quería pagarse sus estudios y desligarse del odioso dinero de su padre. Aunque sus padres estaban separados él seguía manteniéndolos y eso no le gustaba. Él era el menor de seis hermanos, tenía 19 años y sólo dos de los trillizos y él eran los únicos que quedaban en su casa con su madre. Sus hermanos mayores ya tenían sus casas o departamentos y trabajan, salvo los anteriores tres a el que estaban en sus últimos años.

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―¡Subaru-kun, dos café con leche y medias lunas para la mesa 10! ―pidió su compañera de trabajo. Al estar apretados con el personal debía además de atender la barra, preparar los pedidos de los camareros.

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―¡Ya salen! ―exclamó inexpresivo. Idiotas vagos que le cargaban más trabajo, unos por vacaciones y otros de vagos. Sabía que no debía quejarse, él también trabajaba de media jornada, de 7 de la mañana a 12:30 hs del medio día e ingresaba a la universidad a las 14hs, lo que le dejaba un margen de baño y almuerzo. Este era su primer año, así que no cursaba todos los días y el horario de la tarde comprendía de las 13 hs hasta las 19hs, obviamente que según cada clase tenía un horario diferente y este cuatrimestre empezaban a partir de las 14hs o 14:30hs dependiendo sus profesores―. ¡TSK! ¡Esta porquería! ―rechistó golpeando un poco la cafetera.

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―¿Qué pasa, Subaru-kun? ¿Y los pedidos? ―preguntó nuevamente su compañera. Este los señaló rápidamente, ya estaban listos pero él aun así seguía luchando contra la maquina.

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―¡Es Jennifer que no quiere funcionar! ―dijo con algo de cansancio.

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―¡Es porque no la tratas como se debe! ―apareció de la nada alegando el jefe para luego acariciar la cafetera. El albino retrocedió, pues no quería formar parte de aquella imagen―. ¿Acaso nunca te enseñaron a tratar una dama?

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―Es una máquina ―vociferó rápido ante la risa de su compañera que salía rápidamente a entregar el pedido―; y no esta andando como se supone que debería hacerlo. ¡Deja de ser tacaño y compra una nueva!

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―¡Shhh! ―lo calló para no llamar la atención de los demás clientes―. ¡Eres un desalmado! ¿Cómo puedes sugerir deshacernos de nuestra linda Jenny e ir por ahí con la consciencia limpia? ¿Eh? Ella nos ha dado trabajo a todos y tú ¿se lo agradeces así? ¡Eres un mal agradecido mocoso! ―sollozó al final abrazando más a su antigua cafetera. El albino puso los ojos en blanco, apretó sus manos en puños y respiró profundamente. Era un ejercicio que le había servido demasiado para no romperles la cara a los clientes insoportables―. Además no sería lo mismo sin ella… E-Ella le da un toque mágico a cada café que preparas. ¿No lo sientes?

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―El único "toque mágico" que podría darle es el de esencia a oxido ¡Esta muy vieja! Por su culpa pueden clausurarnos si alguien se queja. ―La sorpresa en la cara de su jefe le daba la razón sin embargo este no dejaba de acariciar a la maquina.

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―Prometo restaurarla pronto… ―sugirió en voz baja algo dudoso. Subaru sólo se cruzó de brazos mientras daba un largo suspiro intentando conseguir un poco de paz.

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Últimamente siempre era la misma discusión. Al principio cuando le enseñaron aquella vieja chatarra, que increíblemente seguía preparando café, se la presentaron como "Jennifer". Creyó que era una broma pero todos se referían así a esta, incluso los empleados más serios de la cafetería. Quiso seguir indiferente a aquel apodo pero no pudo, también termino llamándola así pues le facilitaba el trabajo al no tener que aguantar las burlas de algunos de sus colegas que le decían cosas como; "¡No seas tímido, Subaru-kun, Jenny es dócil!" o "Jenny, perdónalo, es un bruto". Iba a matar a alguien si seguía así, pero necesitaba el empleo así que debía comportarse.

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―¡Tres lágrimas y un café negro! ―pidió su otra compañera. El joven quiso avanzar y tocar a Jennifer pero su jefe se lo impidió.

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―¿Cómo te atreves a tocar a una mujer y aparentar que está todo bien después de llamarla vieja? ¿¡Eh!? ―regañó el superior.

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―¿Quieres que trabaje o no? ―advirtió el albino. A este comentario el anciano se movió después de susurrarle unas cuantas cosas a la maquina.

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―Recuerda mocoso… con cuidado.

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-Sí, sí, déjame trabajar. ―Y se dispuso a preparar rápidamente las órdenes. Aunque no lo quisiese admitir ahora Jennifer andaba bien―. No lo puedo creer –le confesó a esta en voz baja.

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Después de una larga jornada llego a su casa a las 19:30hs, por suerte la universidad ni el trabajo quedaba tan lejos de donde vivía. Dejó su abrigo en el perchero y subió a su habitación para dejar su mochila en el escritorio y después tirarse de espaldas a su cama. Tomó su cabeza entre sus manos y resopló con fuerza. Faltaba poco para los exámenes finales y había dos materias que le estaban jodiendo la vida; debía aprobarlas sino tendría que recusarlas el próximo cuatrimestre. A causa de eso estaba cansado.

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Intentó pensar en algunos compañeros a los que podría pedirle ayuda pero no les tenía tanta confianza, en ese momento fue cuando se arrepintió de ser "algo" antisocial… no es que no quisiese hablar con nadie, sino que le costaba entablar conversaciones y cuando sus compañeros se acercaban lo hacían con algo de miedo por su apariencia "irritada". Estaba en grandes problemas y no le quedaría de otra que recurrir a los costosos profesores particulares.

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―¡Oye! ―Escuchó que lo llamaban cuando sintió que una parte de su cama se hundía―. ¡Hazle caso a Oree-sama cuando te habla! ¡Caray! Hace rato que te estoy llamando. –Regañó Ayato.

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―¿Hm? ¿Qué haces en mi habitación? ¡Te dije que tocaras la puerta antes de entrar! ―elevó la voz mientras tomaba asiento.

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―¡Ves que no me escuchas! Te dije que "te estoy llamando desde hace rato" ―aclaró. El albino sabía que en cuestiones de tiempos su hermano era bastante impaciente, así que calculó que lo pudo haber ignorado por cinco segundos.

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―¡Ya te escuché! ¿Qué pasa? ―le dirigió la mirada y el pelirrojo se paró.

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―Okaa-san (madre) te está llamando. Le pareció raro que no la saludaras al llegar… Y eso que te hablamos ―reclamó ofendido y salió de la habitación.

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Sinceramente no se había dado cuenta. Estaba tan metido en sus cosas que ignoró por completo el saludo de su madre y eso que ella lo había educado muy bien para saludar al llegar o salir de algún lugar.

Bajó al living y se encontró con Kanato, Ayato y su progenitora. La última se encontraba preparando la cena mientras los demás cortaban algunas verduras que iban de acompañamiento.

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―Buenas tardes… ―saludó en voz baja.

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―¡Hijo! Qué bue-

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―¡Eso no, Subaru! Lo primero que deberías hacer es disculparte por ignorarnos tan olímpicamente ¿Verdad, Teddy? ―retó el peli violeta.

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―¡Y eso iba a hacer! ¿Por qué no me dejas terminar? ―y comenzó a discutir con sus dos hermanos.

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Ellos eran hijos de distintas madres pero aun así se tenían cariño y para todos, su madre era Christa. ¿Qué había pasado? La madre de Shuu y Reiji, sus hermanos mayores, falleció al poco tiempo del parto y por esa razón no la recordaban. Sin embargo su padre, empresario de mucho prestigio, contrajo matrimonio al poco tiempo con la hija de un influyente político y tuvo trillizos; Laito, Kanato y Ayato. Pero no todo marchó como esperaban: Cordelia, maltrataba mucho a los dos hijos mayores por el simple hecho de ser de otro matrimonio y de igual forma lo hacía con sus hijos, alegando que ella solo los tuvo para mantener su relación y que era por eso que los dejaba con las niñeras. Tougo Sakamaki, su padre, no aguantó mucho la situación y admitió que fue un error haberse casado al tan poco tiempo del fallecimiento de su primer esposa, por eso se divorció de la segunda tomando completamente la tutela de los trillizos y dándole una jugosa remuneración para que no los molestara y los hiciera sufrir más con su abandono. Por suerte todos eran bastante pequeños y no recordaban tanto, así que a partir de ese momento los niños comenzaron a relacionarse más como los hermanos que eran.

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Al año reapareció una vieja amiga de su infancia; Christa, de la que había estado enamorado su padre desde muy joven. Esta no lo juzgó por su pasado y le brindó el cuidado y cariño que necesitaba él y sus hijos enamorándolo completamente otra vez. Para los niños ella se convirtió en la madre que nunca tuvieron y la aceptaron rápidamente. Y así fue como se fueron a vivir juntos, se casaron y tuvieron a Subaru en no mucho tiempo.

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Se había formado la familia que tanto desearon. Pasaron por dificultades, alegrías, tristezas y sorpresas, pero juntos. Todos sabían de sus condiciones genéticas pero no les importó, ni los trillizos quisieron conocer a su madre biológica. Todo anduvo sobre ruedas por un muy buen tiempo, exactamente hasta los 16 años de Subaru donde sus padres se separaron por cuestiones que nunca les revelaron. Sólo verla llorar a su madre les dio motivos para guardarle un poco de rencor a Tougo.

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Y ahora ahí estaban, discutiendo por el carácter destructivo de Subaru y el histérico de Kanato.

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―¡Ya es suficiente! ―elevó la voz Christa y se callaron―. Hola, hijo… ¿Cómo estás? ―comenzó de nuevo la conversación no dejándoles más alternativa que sentarse a seguir con lo que estaban haciendo. Ayato le tendió el mantel y los platos a Subaru para que pusiera la mesa.

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―Bien… ―murmuró–. No era mi intención ignorarlos es sólo… es sólo que… ―no quiso preocuparla, pero no supo que decirle.

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―¿Te peleaste con Jennifer otra vez? ―preguntó divertido Kanato, dejando boquiabierto al albino.

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―Con que era eso ―rio la mayor junto con sus demás hijos.

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―¡Ah! ¡Espera! No fue por eso… ―gritó. Todos en su familia estaban enterados de sus desventuras con la cafetera. Es más, Ayato, lo había escuchar pronunciar su nombre entre insultos mientras dormía.

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―¡Oye! Subaru… ¿Cuándo se van a casar? ―quiso burlarse el pelirrojo.

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―¡Es una maldita máquina de porquería! ¿Cómo vas a decir eso? ―se exaltó.

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Después de aquella charla se dedicaron a cenar. Ese día estaba encargado de la limpieza Kanato así que aprovechó para ducharse e ir a estudiar un poco antes de dormir. No tendría día de descanso hasta el domingo así que no podía malgastar sus horas libres.

No se quejaba de su familia ni de su vida en general; fueron golpeados varias veces por distintas situaciones pero aun así seguían unidos. Por eso no pudo evitar irse a dormir con esa sensación de agradecimiento en su pecho.

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A la mañana siguiente salió de su casa, después de haber desayunado con sus hermanos que iban a distintas universidades, en cambio de él ellos sí pudieron conseguir trabajo a la tarde.

Hoy le tocaba abrir la tienda y poner el local en condiciones. Había llegado más temprano para adelantar sus tareas y abrir a horario. Su jefe siempre llegaba una hora más tarde porque debía dejar a sus hijos en la escuela. Pero de todos modos no le molestaba hacerlo, para él no había nada como aquella cafetería recién ordenada y vacía; en esos momentos se daba el gusto de sentarse y deleitarse con un dulce café preparado por él mismo. Miraba por la ventana como la gente se dirigía a sus diferentes destinos, ajeno totalmente a ellos. Cerraba los ojos lentamente y se deleitaba con aquel cálido silencio y el aroma del café recién hecho.

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A las 6:55hs colocaba el cartel de abierto y se paraba en su puesto para esperar a los clientes y empleados que llegaban.

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―¡Dos expresos, Subaru-kun! ―dijo sin mucho ánimo Gil que se había dignado a ir a trabajar. El albino solo asintió y cumplió con el pedido a duras penas. Luego de entregárselo a su compañero, la cafetera comenzó a hacer ruidos extraños, realmente no lo podía creer.

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―¡Tsk! ¡Maldita desgraciada! ¿Por qué me haces esto? ―murmuró con odio mientras luchaba con ella, pero sin importar sus esfuerzos no conseguía que funcionara―. ¡Este bien, te dejare en paz! ―le gritó apartando sus manos. El sonido de una risa lo despertó de su ensoñación y le hizo recordar el lugar en donde estaba, se acomodó un poco su uniforme y trató de calmarse.

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―¿En qué la puedo… ayudar…? ―preguntó algo sorprendido, era la clienta que siempre llegaba a las diez de la mañana y se sentaba a leer un libro en el lugar en el que tanto le gustaba estar cuando estaba solo. Era una joven de tez pálida pero de mejillas rosadas, cabello negro como la noche, bastante largo y unos preciosos ojos violetas. Debajo de sus llamativos labios, que ahora se encontraban curvados en una sonrisa, descansaba un pequeño lunar que le daba un aspecto más travieso. Por la hora en la que ella aparecía dedujo que era en un descanso entre materias pues varias veces la había visto con libros de universidad y particulares. Nunca se hablaban, solo se saludaban, y por eso le parecía raro verla dejar su lugar y acercarse a la barra donde él se encontraba luchando con la cafetera.

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―Disculpa, no pude evitar acercarme al ver que te estabas matando con Jennifer ―confesó entre risas y los señaló.

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―¿Ah? ¿Cómo es que? ―salió de su ensoñación al escuchar el nombre de su contrincante.

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―Siempre te veo discutiendo con "ella", llamándola por su nombre e insultándola ―señaló, apoyando sus brazos en la barra y el albino no pudo hacer más que sonrojarse. No podía creer que lo hubieran escuchado discutir con esa chatarra. No sabía dónde meterse ahora pero no le quedaba más que cumplir con su trabajo y esbozar una MUY forzada sonrisa. La azabache rio divertida―. ¡No te voy a delatar ni nada! Es más debería agradecerte, me sueles alegrar mucho las mañanas… Subaru ―confesó haciendo que la sangre del albino se agolpara más en sus mejillas. Su nombre lo había dicho como si lo hubiera saboreado. Chasqueó la lengua y la miró algo molesto por tomarse tantas confianzas con él. Ella pareció notarlo―. Perdón, a veces soy algo imprudente y… ¡Ah! Tu nombre… lo sé por tu cartel. ―Señaló librándolo de una estúpida duda más.

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―¿Necesitaba algo? ―Ignoró todo lo antes dicho e intento calmarse. La ojivioleta hizo un leve puchero por aquella acción.

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―Sólo te quería dar una mano… Puedo ayudarte a reparar a Jennifer ―se ofreció entusiasta.

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―No se moleste. Ahora mismo solucionaremos esta falla muchas gracias por ofrecerse ―intentó ser lo más "profesional" posible.

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―¡Vamos! Ya te lo dije, quiero agradecerte por alegrar todas mis mañanas ―volvió a remarcar dejándolo más confundido que antes―. Tú… siempre eres el que prepara mi café y aquí entre nosotros ―se acercó un poco para darle aire de confidencialidad―, ¡es el mejor que he probado! Y a esta hora salvas a mis compañeros de que los devore ―rio, pero el albino no―. A veces, cuando estoy en clases, no puedo esperar a venir aquí, incluso me suelo levantar deseando probar este café ―confesó con una sonrisa y algo sonrojada provocando un leve sonrojo en las mejillas de Subaru. Le había agradado escuchar que le gustaba lo que el preparaba para ella porque realmente era cierto, él siempre preparaba su bebida todos los días sin excepción.

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―Pues gra-

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―¡Mocoso! ¿Estás holgazaneando? ―Interrumpió su jefe, provocando que este le respondiera revoleando los ojos para después señalar la cafetera―. ¿Qué le hiciste a Jenny? ―exigió saber pero cuando se acercó lo suficiente notó a la azabache―. Oh… ¿Necesita algo, señorita? ―intentó emendar la situación, pero ésta sólo rio.

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―Perdón, yo fui la que molestó a Subaru. Sólo le estaba ofreciendo mi ayuda para reparar a "Jennifer" ―indicó―. Con mi primo solemos restaurar aparatos los fines de semana. Incluso reparamos motores, así que quise echarle un vistazo. ¿Me dejaría? ―preguntó poniendo cara de niña inocente. Al jefe no le quedó de otra que permitírselo y más con su argumento de "No es sólo por mí, sino por toda la comunidad consumidora de café, y Jenny"

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Subaru no lo podía creer. Mientras seguía atendiendo con las cafeteras más pequeñas, la azabache revisaba y acomodaba quién sabe qué en Jennifer.

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―¡Huh! ―se quejó la oji violeta y el albino fue a ayudarla.

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―¿Qué necesitas que haga?

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―¡Ah! Perdón… pero tiene atorado algo aquí ―señaló algunas válvulas―, pero se ve que quedó un poco de líquido almacenado. Necesito un tacho para vaciarla y poder acomodar todo esto. ―Pidió y Subaru la obedeció. A los pocos segundos estaba ahí con un tacho y ayudándola según las instrucciones que le daba. Al estar la cafetera abierta el calor que desprendía los molestaba un poco, pero aun así seguían trabajando.

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―Oye… ―llamó la atención de ella―. ¿Cuál es tu nombre? ―preguntó sinceramente, le causaba bastante curiosidad y además que ella supiera el suyo y él no el de ella no le parecía justo.

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―¿Ah? – Esbozo pero luego reacciono―. ¡No me había dado cuenta! ¡Perdona mis modales! Mi primo va a matarme cuando se entere ―dijo algo temerosa, pero luego rio―. Ahome, Ahome Mukami. ¡Mucho gusto! ―finalizó sonriendo y haciendo que Jennifer desprendiera todo el líquido.

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Luego de eso acomodó lo que tenía que acomodar con unas llaves que le había proporcionado el jefe.

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―¡Listo! ―Exclamó para después limpiar el sudor de su frente con el reverso de su mano―. Por favor pruébala… ―el albino la probó y anduvo al primer intento, sin forcejear, insultar o golpear―. ¡Perfecto! Me alegra que este bien, ahora sólo tienes que tratarla con más cuidado ―advirtió y escuchó como Gil soltó una pequeña risa al pasar al lado de él.

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―-¡TSK! Traidora… ―le susurró a la máquina―. Hm… ¡Cierto! ¿Cuánto es? ―preguntó, sabiendo que su jefe también insistiría en pagarle y no falló porque este se apareció con dinero en su mano. Le insistió en pagarle pero ella se negó sin embargo como el mayor no dejaba de ofrecerle dinero, quedaron en un acuerdo de que tendría café gratis por una semana. Total, los arreglos que ella había hecho no era la gran cosa.

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―Uff ―resopló Ahome luego de secarse las manos―, ya son más de las 11:30hs ―y rio quedamente.

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―Perdiste tus clases, ¿verdad? ―preguntó algo culpable el albino.

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―¡Sí! Pero no hay problema porque nunca falté… ¡Ah! Por cierto… ¿En qué carrera estas? ―preguntó curiosa.

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―A-Arquitectura, en primer año ―comentó sin mucha emoción, pues era una de las pocas opciones que tenía. Era eso o administrador de empresas, contador, corredor u otras ramas de la economía. No sentía que era lo que más quería, pero dentro de todo era lo que más le gustaba. Dejo de secar la taza que tenía en manos y la miró de reojo, la azabache tenía pasmada una preciosa sonrisa en el rostro y se preguntó si seria por él o por alguien que pasó cerca. Aun así no se animó a mirar hacia sus costados.

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―¡Qué interesante! A parte me sorprendes ―confesó apoyando un dedo en sus labios―. Pensé que eras más grande… ―la mueca de disgusto de parte de Subaru le advirtió que se detuviera―. Bueno… yo ya estoy en el tercer año de psicomotricidad… es una mezcla entre la psicología y el cuerpo. Me gusta buscar una manera original de ayudar a la gente ―comentó ruborizada―. ¡Ah! Tengo 20 años también, dentro de poco cumpliré 21~

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Por el contrario, él siempre pensó que estaría en el mismo año que él, e inconscientemente agradeció que solo tuvieran dos años de diferencia.

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―¡Ah! ¡Ya tengo que irme! ―avisó al observar su reloj y recogió sus cosas―. ¡Nos vemos mañana, Subaru! ―le giñó el ojo en símbolo de complicidad y se fue.

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―H-Hasta mañana ―susurró al quedarse viendo la puerta por donde había salido la azabache.

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Un silbido más unas risas le provocaron escalofríos por la espalda y le advirtieron que no debía girar por nada del mundo.

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―Subaru-kun~ ―tarareo Gil―. ¿Te guuuustoo'? ―preguntó con burla y las risas incrementaron. Comenzó a respirar profundo y contar hasta cien pero las insinuaciones de sus compañeros no lo dejaron en paz.

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―¡Ya déjenme trabajar! ―gritó apartándolos.

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Después de salir de trabajar fue a la universidad y de ahí a su casa. Ese día volvía más temprano por lo que pudo contemplar un atardecer de invierno, tan frío y reconfortante a la vez, desde el banco de una plaza. Aquel panorama le resultaba fascinante y digno de admirar. Recordó también que pronto nevaría. No pudo evitar pensar en su inusual clienta, tanto tiempo se mantuvo distante y ahora ¿Por qué? ¿Realmente solo era por Jennifer? Se preguntó y maldijo a la máquina.

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Suspiró pesadamente, cerró los ojos y dejó que una ventisca helada golpeara suavemente su rostro. Capaz mañana ella volvería a hablarle, o para variar el podría acercarse, pensó con cierta vergüenza. Ese era su trabajo y debía comportarse y no dejar que la azabache causara estragos en su mente. No quería darle importancia pero no podía dejar de admitir que le había parecido muy hermosa y su actitud desesperante y a la vez amable le llamó bastante su atención.

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Levantó su mirada observando la puesta del sol y cómo este se llevaba todo rastro de calidez con él. Volvió a suspirar, pero esta vez con tranquilidad.

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"Bueno… después de todo las aventuras y desventuras ya están a la orden del día"

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¡Fin del cap 1! ¿Que les pareció? para los que quieren saber mas de la Occ es Ahome de mi otro fanfic "mil agujas", al principio no tenia ni la menor idea de como transmitir mi idea pero termino asi *-*

Recuerden dejarme sus comentarios ;) gracias por tomarse un poco de tiempo y leer mi fic :D

¡Nos leemos luego!