Cambio de Planes

En medio del impresionante palacio de hielo se encontraba la reina de Arendelle, enfrentando a los hombres de Weselton. No era una lucha que pudieran ganar, después de todo, éstos no eran rivales dignos de alguien como ella. Uno de los guardias está a punto de caer del balcón. Es momento de intervenir.

-¡Reina Elsa! No sea el monstruo que todos temen que sea-le dije, obteniendo su atención al instante. La ira se desvanece de su rostro, ahora paralizado por el miedo.

Aprovechándose de la situación, el hombre acorralado por los carámbanos apunta con su ballesta a la monarca. No puedo dejar que la maten, al menos no en este momento, con la princesa Anna perdida, y el reino reducido a un páramo congelado. Tiene que haber otra salida… me abalanzo sobre el guardia, desviando la flecha, que intersecta un candelabro, logrando que éste caiga estrepitosamente.

La soberana intenta huir, pero resbala en el trayecto y se golpea en la cabeza, quedando inconsciente. La tomo en mis brazos y les dirijo una señal a quienes me acompañan, para que regresemos.

Subo al caballo con ella, colocándola cuidadosamente sobre mi regazo. Nunca antes la había observado detenidamente, su rostro pálido es adornado por unas cuantas pecas, la nariz pequeña y respingada, pestañas largas, y labios rojizos, contrastantes con su tez nívea. Luce tan frágil, es increíble que una chica tan menuda como ella pudiese causar tal devastación ¿Cómo es que algo tan hermoso puede ser tan destructivo?


Al llegar, la Guardia real me acompaña a los calabozos del palacio, donde encierro a la reina por petición de los nobles. Todos piensan que ella es una amenaza, y apostaría que algunos optarían por su ejecución. Incluso su gente ha dejado de verla como una gobernante benévola, dominados por el miedo y la inseguridad. Sin mencionar los rumores acerca del reino maldecido por su líder, que seguro se expandirán como una pandemia por el resto de Europa.

Hay que detener la helada antes de que el daño sea irreparable, y el reino quede sepultado bajo gruesas capas de hielo. Haré lo imposible para salvarlo, seré el héroe que ellos esperan en estos momentos. Después de todo, esta podría ser mi segunda oportunidad para acceder al trono. Sólo debo encontrar una solución viable.

Unas horas más tarde, oigo el crujido de las cadenas, signo de que la joven monarca ha despertado. Es momento de hacerle una visita.

-¿Por qué me trajiste aquí?-dice.

-No quería que la lastimaran

-Pero soy un peligro para Arendelle. Trae a Anna.

-Anna no ha regresado- y dudo que lo haga, con esta la tormenta, la princesa no durará mucho estando sola ahí afuera.- Reina, por favor suprima el invierno, devuélvanos el verano, ¿puede?

-¿No lo entiendes? No sé hacerlo-su sinceridad resulta aplastante.-Tienes que decirles que me liberen.

-Haré lo que pueda-digo antes de retirarme.

¡Demonios! creí que sabría cómo controlarlo, aunque, al parecer, es el frío lo que la controla. Tiene tanto poder a su disposición y ni siquiera sabe cómo utilizarlo. Me equivoqué al pensar que intentar razonar con ella era suficiente, por lo que debo cambiar de estrategia. ¿Cuál será mi siguiente movimiento? ¿Torturarla? ¿Asesinarla? Las probabilidades de que eso resuelva el problema son tantas como las de que empeore.

Me vendría bien una vuelta por el castillo para despejar mi mente por un rato. El tamaño de la construcción resulta casi absurdo considerando la cantidad reducida de personar que habitan en ella, no obstante, es más pequeño que otros palacios que he visitado. Incluyendo el mío en las Islas del Sur, el cual fue diseñado para miles de personas, con cientos de habitaciones y sirvientes. El recuerdo se disipa cuando oigo voces provenientes del interior de la biblioteca. Son los miembros del Concejo y los cónsules invitados, discutiendo acerca de las medidas que deben tomar a continuación. Me uno a ellos, llamando su atención con un gesto.

-Volveré a buscar a la princesa Anna-les anuncio. No es que me importe, pero necesito observar sus reacciones.

-Es peligroso que salga otra vez-dice el dignatario francés.

-Si algo le pasa…

-Si algo le pasa a la princesa, Arendelle sólo lo tendrá a usted-interrumpe el cónsul proveniente de España.

Perfecto, ellos confían en mí, lo suficiente como para dejarme a cargo del reino. Lo único que queda por hacer es encargarme del invierno y de su creadora. Es un tema delicado, un paso en falso y todo se vendrá abajo. Tal vez deba esperar un poco, entender el problema, y para ello necesito ir al origen de éste, es decir, tratar nuevamente con la reina Elsa.

Emprendo el camino de regreso a los calabozos, pensando en cuál sería la mejor forma de acercarme a ella. Un verdadero desafío, considerando que nadie ha logrado acercarse a ella. Su actitud glacial, distante, y ese aire de superioridad hacen aún más difícil alcanzar mi objetivo. Debo encontrar un punto débil en su escudo, descubrir sus debilidades y utilizarlas a mi favor. Pero primero hay que calmarla, aterrada no sirve de mucho.

En las afueras de la celda se siente sonar el metal quebrándose. Seguro intenta escapar, cosa que no puedo permitir. Fue más que suficiente con el viaje a la Montaña del Norte, no saldré a buscarla de nuevo.

-Majestad, ¡deténgase!-hace caso omiso, continua forcejeando con las cadenas.

Me acerco a ella y toco suavemente su brazo, consiguiendo que se detenga. Mira fijamente con sus ojos azules cargados de preocupación y temor. Le falta alguien que la consuele, que esté de su lado, y planeo ser esa persona.

-Esto no resolverá nada-comienzo-. Ya abandonó Arendelle una vez, huir es solo un gasto de energía y tiempo.

-¿Qué espera que haga? No puedo quedarme, es riesgoso para mi gente-responde-. Libéreme, es una orden- aun estando en desventaja, conserva su porte real y autoridad.

-Prométame que no saldrá corriendo si lo hago.

-¿Por qué es tan importante que permanezca aquí? Está claro que alguien como yo no pertenece a este lugar.

-No tiene que ser así, la necesitamos aquí, sin usted no podemos regresar el verano.

-No es algo que pueda controlar.

-Claro que lo es, con algo de práctica-no sé si deba decirle esto, no es seguro que funcione… mas no hay otra alternativa, tiene que quedarse-. La ayudaré, no estará sola en el proceso.

-¿Cómo planea hacer eso? Es inútil, le haría daño a usted y a mi pueblo-tengo que convencerla de que sé cómo se siente, de que no todo está perdido.

-Sígame, hay algo que quiero mostrarle.


Esto ha sido el primer capítulo de 'Til Måneskinn', una idea general de cómo será. Agradezco de antemano por tomarte el tiempo de leerlo ^-^ Cualquier comentario o crítica, por favor no dudes de escribirlo, es mi primer fic, apreciaría mucho tu opinión.