Un pobre y mediocre intentó de homenajear a Alan.

DISCLAIMER: Harry Potter no me pertenece sino a la maravillosa J.K Rowling.


''Para una mente bien organizada la muerte no es más que la siguiente gran aventura''

-Mírame...-

Los ojos verdes encontraron los negros, pero después de un segundo algo en las profundidades de la oscuridad pareció desvanecerse dejándolos fijos, blancos y vacíos. La mano que sostenía a Harry cayó al piso y Snape no se movió más.

No tenía miedo de la muerte, todo él había muerto cuando ella lo hizo y agradecía profundamente que el muchacho descubriera la verdad.

Despertó, como si hubiera pasado una larga noche de un sueño tranquilo y sin pesadillas, como hace mucho tiempo que no tenía. Se levantó de a poco sintiéndose ligero, sin la presión en su pecho que cargaba de hace años; movió sus brazos y ya no hubo esa rigidez en sus movimientos.

Volteó y ahí estaba Hogwarts, no estaba siendo azotado por la guerra, ya no había dos bandos, no había gente luchando por lo que creía era lo correcto, ya no había personas llorando por la pérdida de un ser querido. Solo era Hogwarts, el mismo castillo que vio por primera vez cuando tenía 11 años. El mismo que no le cerró las puertas ni en ese entonces ni cuando había cometido cientos de errores. Quisó llorar.

Las grandes puertas del castillo se abrieron y varios aplausos lo recibieron.

Nunca antes había sido recibido así. Cada año veía las caras de repulsión que le dedicaban sus alumnos, y jamás le habían molestado, pero ahora, no sabía qué hacer.

Ahí estaba Dumbledore, con una cara sonriente oculta tras una barba más oscura y corta, a su lado su hermana Ariadna le veía con dulzura. Estaba su madre, joven y hermosa, ya sin las ojeras que siempre enmarcaron sus ojos y las lágrimas saliendo de los mismos. Se acercó y le tomó la mano.

Sintió que una pequeña parte de su alma volvía a él.

Y al fondo, estaban 3 figuras, tres varones que ya no le causaron miedo: Remus, Sirius y James.

Justo como los recordaba, jóvenes, apuestos e idiotas.

James Potter, su mayor enemigo, le sonreía de manera genuina, sin burla ni veneno. Estrechó su mano como en un saludo.

-Gracias, Severus- sonrió gentil y genuinamente agradecido.

-¿Por qué?- preguntó el hombre.

-Por proteger a Harry, claro- dijo una voz femenina.

Y entonces la vio, una hermosa joven de 15 años, con la cabellera roja que la caracterizaba y los hermosos ojos verdes esmeraldas que le había heredado a su hijo, la bendición y maldición de Severus.

-Gracias por cuidarlo- sonrió acercándole, y Snape sintió que su alma estaba completa de nuevo. –Has sido un buen hombre, Sev-

Severus levantó su mano y toco la suave mejilla de la mujer en un movimiento tierno.

-Lo hice por ti, Lily- le dijo mirándola como no lo hacía en muchos años.

-Lo sé- respondió para después abrazar a su viejo amigo –Te extrañé, Sev-

-Y yo a ti Lily, no sabes cuánto- y una lágrima se deslizo por su mejilla.

La joven pelirroja la enjugo –Estás en casa- dijo –Estamos en casa-

Estaba en casa, con las personas que amaba.

Su alma por fin estaba en paz.


En memoria de Alan Rickman

14/01/2016

Lumos /*