Inalcanzable

Sinopsis: Milo, amazona dorada de Escorpio, pagará muy caro por una imprudencia en manos de su mejor amigo. Ahora tiene que tomar una decisión, ¿Athena o la nueva vida dentro suyo? Camus x Milo (Fem) Pre Saga de las doce casas.

Protagonistas: Camus de Acuario, Milo de Escorpio.

Secundarios: Hyoga, Isaack, Shaka de Virgo, Saga de Géminis, Death Mask, Afrdoita de Piscis, algunos OCs (No aparecerán mucho)

Pareja principal: Camus x Milo

Pareja secundaria: Saga x Milo (Aunque esta por verse)

Categoría: Drama/Romance

Renuncia: Saint Seiya no me pertenece y éste es un escrito sin fines de lucro.

Notas: Milo no es la Milo de la pelirroja, es una versión femenina del Milo original (Lo que podrían haber hecho en leyenda del santuario… se hubiera visto más guapa) y por original me remito al Manga, será rubia (Mmm me encanta su pelo azul, pero versión mujer me parece más linda así, quizás porque Milo rubio siempre se veía muy uke XD).

Quiero hacer esto lo más canon pasible… pasando por alto el hecho de que volví mujer a uno de los dorados pero… si en leyenda del santuario pudieron ¿Porqué yo no? OMG! Siempre veo que tratan de abordar el tema de un embarazo en fics y hasta ahora nada me convenció, pero es comprensible, es algo que el anime no expone y genera curiosidad, se embaraza una amazona ¿Qué onda? ¿La expulsan, le regalan al niño… la matan? Convengamos que el Santuario no es Disney y matan por mucho menos que eso y siendo ellas tan orgullosas… en fin, pondré mi visión del asunto aquí, y no, no me veo el templo de Escorpio con una cuna XD si es que me entienden.

Como adicional solo quiero agregar que Milo al ser amazona dorada esta muy por encima de cualquier amazona en el santuario, y las leyes de las amazonas… las rigen ellas, por lo que se ve en el anime, no el patriarca (Lo de la mascarita y toda la cosa) parecen una tribu aparte, Milo es de la elite dorada, asique no le dirían un grupo de amazonas si puede o no mostrar su rostro o les rendiría cuentas, traducción: ¡No le voy a poner una máscara! ¡Odio como les quedan! Je

Prólogo.

POV Milo

Tenía el cabello sujeto en una cola de caballo, y lo sentía húmedo, caliente, adhiriéndose a la piel de mi cuero cabelludo y cuello, estaba sudando demasiado por el esfuerzo que hacía, pero mi cuerpo estaba completamente frío, resultado de estar arrodillada sobre la helada loza del baño y de tener mis brazos sobre el retrete.

Otro espasmo sacudió todo mi cuerpo y cerrando los ojos volví a inclinarme hacía adelante, complemente asqueada por las involuntarias acciones de mi cuerpo… Ya era la tercera vez, y no había ya comida en mi estómago para devolver, el paladar me quemaba y no podía parar de temblar.

Con esfuerzo me alejé de ese artefacto, evitando siquiera mirar en él, me arrastré hasta un tapete de goma, sobre el que tomé asiento, buscando aislar un poco ese frío tan desagradable que sacudía mis huesos, odiaba el piso del baño, odiaba estar descompuesta… y odiaba tanto a Camus de Acuario…

Mis piernas y pies estaban desnudos, solo vestía una polera negra cuello de tortuga que me llegaba a medio muslo y olía a Camus… precisamente porque era de él.

El mareo volvió a sacudirme, pero ésa vez me esforcé por no darle lugar, mi paladar estaba ya al rojo vivo, además pronto llegarían las criadas y no quería que nadie supiera lo que estaba pasando, de hecho quería que nada estuviera pasando.

¿Cuánto tiempo llevaba ya? ¿Dos meses? El martirio mensual femenino ya no me atormentaba y en su lugar habían llegado los constantes vómitos y mareos. Había tratado de ignorarlo, de convencerme que no podía ser tanta mi desdicha, pero cada día me convencía de que se me terminaba el tiempo y que solo estaba retardando lo inevitable. Me abracé unos momentos, tratando de nivelar mi respiración, estaba agitada y mis latidos me estaban aturdiendo, todo parecía tan irreal, yo… Milo de Escorpio, estaba embarazada, mi peor pesadilla hecha realidad.

Me puse de pie, tambaleándome, estaba toda entumida, llevaba al menos una hora en el suelo, con pereza me acerqué al lavamanos, para ver el reflejo que me devolvía el espejo, mi cabello apenas parecía recogido, la pequeña coleta no podía darle demasiado orden a mi rubia melena, dos de mis amplios mechones seguían sobre mis hombros, haciendo un fuerte contraste con la prenda de Camus, de la manera que lo hacía antes con los rojizos cabellos del mismo. Mis ojos estaban irritados, tenían bolsas, pero no había llorado, jamás lloraba, los hombres ocasionalmente podían permitírselo, una amazona que aspiraba a ser respetada como uno… no, principalmente una que se negaba a portar máscara desde que obtuviera el mayor reconocimiento que ninguna hubiera tenido en toda la historia… ser santo dorado… ser santo de Escorpio, no yo jamás lloraba, mi maestro me había extirpado ese mal hábito de pequeña.

"Si el dolor demanda expresarse conviértelo en ira, jamás en lágrimas, la fuerza genera temor y respeto, las lágrimas solo lástima y menosprecio"

Pero como odie ser tan buena alumna en ese momento, como odie mi condición de mujer, no haber nacido hombre y libre de esa maldición, odié a mi maestro por quitarme la capacidad de sufrir como necesitaba… y odie a Camus, odie a Camus por sobre todas las cosas por haberme metido en ese calvario, por ser el cómplice de mi desgracia, porque él dormía plácidamente en Siberia, con sus seudoalumnos, mientras yo pasaba las noches junto al retrete… odiándolo, maldiciéndolo… necesitándolo.

Lavé mi cara con agua fría, buscando despertar un poco mi piel, mis facciones, me solté el cabello y empecé a humedecer las puntas para deshacer algunos nudos sin destruirlo en el proceso, no sabía ser cuidadosa con él, menos cuando estaba tan alterada.

No tardé en sentir que golpeaban suavemente la puerta, era Amenthys, siempre llegaba primero al rayar el alba, para prepararme el desayuno, las demás doncellas se le sumaban pasadas las horas para hacer la limpieza y cumplir con las diligencias que les encargara, tampoco tardarían en llegar un par de soldados, a pasar el relevamiento de la guardia nocturna y cualquier novedad, como cada día. No era momento de autocompadecerme, era hora de actuar.

"¡Un minuto!" Respondí volviendo a chequear mi imagen en el espejo, esforzándome porque el desvelo no se me notara. Bastó abrir la puerta y encontrarme de frente con el moreno rostro de mi jefa de personal, la morena y robusta Amenthys, para saber que todo era inútil, lucía aún más angustiada que yo misma segundos atrás, se tomó la libertad de poner una mano sobre mi hombro y tuve la confirmación de que mi secreto ya no lo era, al fin y al cabo, ella cambiaba mis sábanas y proveía elementos de higiene, no era posible que se le pasara por alto que su señora no había requerido atenciones especiales en dos meses…

Esa mano, morena y grande fue como una piedra, algo que golpeo sobre mi cuerpo y me arrastró al vacío, a la realidad, que alguien más lo supiera lo volvía aún más real, mi embarazo ya no existía solo dentro de los límites de mi recámara, de mi baño, pero tendría que apresurarme a decidir qué hacer si quería que permaneciera dentro de mi templo.

Amenthys, ataviada con su largo vestido, vistosos aros y exuberante rodete, me miró a los ojos con aprensión, ejerciendo un poco más de presión sobre mi mano.

"Nadie tiene por que saberlo" Susurro con voz temblorosa, ella entendía la gravedad de la situación y estaba igual de asustada, al fin y al cabo… ella me había criado "Mi niña… solo será un momento… y tu problema habrá desaparecido"

Sus palabras encogieron mi estómago y secaron mi boca, no fui capaz de decir nada, sintiéndome contrariada porque sus palabras me generaran tanto alivio en vez de repudio.

"Nadie tiene porque saberlo" Volvió a repetir, pronunciando lentamente cada palabra, asegurándose de que yo entendiera, tratando de convencerme.

Yo asentí en silencio, incapaz de pensar en otra solución.

La dejé atrás para internarme en mi alcoba, donde ya me esperaba un cambio de ropa para usar debajo de mi armadura, un ambos magenta era esta vez, junto al vendaje que necesitaba para recubrir mi parte superior, jamás usaba ropa de mujer, y eso era precisamente un sujetador.

Me quité la prenda que Camus me había dado la última vez que dormimos juntos, en su última visita al santuario… dos meses atrás, su templo estaba helado, como era habitual, y cuando empecé a quejarme me enfundó en su polera, un poco por la fuerza ya que me resistí un poco a tan brusco trato, pero no me la quité, en parte porque el cambio de temperatura se llevó mi malhumor, porque olía a Camus y porque mi amigo estaba tan… tomado, nunca había visto a Camus así, sabía que bebía ¿Quién no? Yo también lo hacía ocasionalmente, pero cuando se pasaba de copas por lo general solo hablaba un poco de más, o más bien empezaba a decir lo que pensaba sin ningún recato, por eso no me extraño cuando terminada la cena con el patriarca, bajando desde Piscis me jaló hacía su templo y dijo "Quiero dormir contigo".

No le di problemas. No era la primera vez que lo hacíamos, y esperaba, en esos momentos, que no fuera la última. Lo que no esperaba era acabar haciéndolo en el suelo habiendo una cálida y linda cama en su alcoba, no esperaba tanta desesperación y… fuerza, fue como estar con otra persona. Y la rareza aumentó cuando Camus empezó a reir, cuando esa sonrisa alegre se congeló en su rostro, que le hacía lucir atractivo, pero tan fuera de su personalidad que me dio escalofríos, sus manos frías encerrándose en mis senos no me dejó pensar mucho, sentía escalofríos por todo el cuerpo, y esta vez era Camus quien no me daba tregua, quien iba demasiado rápido, quien estaba cargado de ansiedad.

Debí vérmelo venir, nada bueno podía salir de todo eso, debí detenerlo cuando entró en mi sin la protección necesaria, debí pedirle que parara… debí evitarlo, pero estaba demasiado ocupada sintiendo, cuando mi cerebro despertó ya era tarde. Cuando Camus despertó ya estaba solo, y no muy consciente del desastre que había ocasionado, apenas y recordaba donde lo habíamos hecho y asumió de inmediato que mi mala actitud a la mañana siguiente se debía a las marcas que había dejado en mi cuerpo, no sabía que más que marca había dejado una huella… una que necesitaba borrar.

Mientras acababa de vestirme me lo pregunté brevemente ¿Debería decirle a Camus? ¿Estaba bien lo que iba a hacer? El estómago no dejaba de molestarme, pero me bastó observar la caja de mi armadura en el pedestal al otro extremo de mi alcoba para apartar todos esos pensamientos, yo era la amazona dorada de Escorpio, estaba por encima de todas esas cosas, no era momento de dudar, debía ponerle remedio de inmediato a todo ese asunto, Camus llegaría en cuestión de días y no me arriesgaría a que lo supiera, Amenthys tenía razón.

"Nadie tiene porque saberlo"

Continua..

Bueno, es un breve prólogo, y solo me interesa saber si a alguien le interesa una trama así XD si veo que sí actualizaré lo antes posible, tengo ya en mente más o menos el rumbo que quiero que tome el fic. Incluí a Saga en la trama porque es previo al conflicto de las doce casas, así que él es el patriarca, el Santuario es un lugar oscuro y naturalmente… Athena ni figura en el mapa.

Saludos y espero les gustara!