Aclaración: los personajes son de Satoshi Tajiri y Nintendo y obviamente no estoy rompiendo ninguna ley sobre la propiedad intelectual del autor al estar haciendo un inofensivo fanfiction sin ganancia lucrativa. En serio, ¿quién se quejaría de los fanfics? jaja

Este fic es parte de un reto en el foro de DexHolders del Prof Oak llamado "Rehaciendo los Clichés" porque al diablo con esas mediocridades. En lugar de una dedicatoria quiero agradecerle a los administradores del foro por aparecer con esta idea, ya que me dieron horas de diversión al pensar en el fic.

Advertencia: este fic fue escrito con amor y mucha música instrumental cursi.


Llegando a Conocerte, Mi Horrible Perdición.

Prólogo: El Inicio de una Molesta Solución

Precisión, eso era la única habilidad que necesitaba Wikstrom para lograr su objetivo en aquel momento: servir lo último que quedaba de café en la cafetera en su taza si derramar una sola gota. Con la misma gracia que usaba para sujetar su mosquete en la hora de práctica, sujetó su taza de Probopass firmemente esperando acabar el contenido sin la necesidad de recurrir a una segunda taza. Eran de aquellos días sin retadores que lo más emocionante que podía hacer el Maestro de Pokemons tipo Metal era servirse una taza de café.

Finalmente la última gota cayó en la taza y pudo ver como el líquido había formado una figura ovalada anunciando su proximidad de rebalsarse en su mano. Acercó cuidadosamente su taza de Probopass a su boca y justo cuando estaba a punto de saborear el primer trago, la puerta del cuarto de descanso se abrió violentamente para chocar contra la pared casi ocasionándole un paro cardiaco al Maestro de Pokemons tipo Metal.

Sintiendo el ardiente café en sus labios, Wikstrom dejó su taza abajo al mismo tiempo que sufría de sus quemaduras matutinas. Siebold entró para mirar a su compañero realizando su extraño ritual de bailes improvisados adolorido por su quemadura. Odiaba admitirlo, pero ver a Wikstrom sufrir le ocasionaba gracia (considerando que siempre que lo convencía de practicar esgrima con él terminaba siendo humillado por su compañero especialista en los Pokemons tipo Metal).

-¡Oh por Camelot! —gritó dramáticamente Siebold poniendo una mano en su frente consiguiendo una mirada enojada de su compañero— ¿qué herida terrible habéis sufrido en vuestra batalla? ¿Sería acaso la quemadura del galante Charizard o tal vez vuestra incompetencia haberos afectado en vuestro desafío?

-Eso lo decide, —comentó molesto Wikstrom buscando una servilleta— jamás te llevaré a ver otra de mis obras gratis. A la próxima tendrás que pagar la entrada.

-¡Callaos! —gritó Siebold fingiendo llorar— ¡callaos que vuestras palabras me hacen daño a mi frágil corazón! ¡Daño como el café que sujetáis en vuestras manos! ¡Tan amargo y poco dulce! ¡Tan negro y sin leche! ¡Por qué, por el Pokemón de la Muerte Yvelta, por qué habéis decidido sacrificar vuestra dignidad con bebida tan mediocre y desalentada!

-Primero: deja de hablar así, insultas a las bondadosas personas que en verdad tienen ese hermoso acento —respondió Wikstrom, al notar que su compañero traía unos pastelillos le arrebató uno sin previo aviso—. Segundo, encontré la cafetera medio vacía pero también algo llena y no podía hacer más sin desperdiciar, así que intenté tomarme lo último antes de preparar más.

-También nos salvaste de otra pelea entre Malva y Diantha —dijo Siebold tomando otro de los pastelillos— nuestra reina siempre le vive diciendo a Malva que haga más café cuando se de cuenta que ya no queda mucho y que no desperdicie dejándolo ahí. ¿La has visto a todo esto?

-¿Malva? Jamás la miro, —respondió Wikstrom disfrutando el postre que había preparado su amigo— ¿Diantha? Juraría que estaría hoy con una su amiga que venía de visita, no estoy seguro si era la campeona Cynthia o la otra niña tierna Iris.

Como una de las tres brujas que predijeron el futuro del rey, Wikstrom había razonado correctamente los paraderos de su reina de Kalos. Diantha se encontraba en un pequeño local de Aquacorde disfrutando un postre con su gran amiga Cynthia Shirona. La campeona de Sinnoh se encontraba en Kalos para una exposición pero había logrado sacar un tiempo de su ocupado horario para juntarse con su amiga Diantha. Ella había sido campeona antes que Cynthia (un par de años) así que cuando empezó su trabajo como campeona de Sinnoh buscó muchas veces sus consejos, los cuales la ayudaron mucho. En ese tiempo terminaron convirtiéndose en grandes amigas y ambas tenían una fascinación por los postres.

Así que se encontraban ambas disfrutando su merienda, mientras que Diantha comía una tarta de tatin de manzana y Cynthia un batido de vainilla con chocolate, ambas se ocultaban debajo de grandes sombreros y elegantes abrigos para obtener un poco de privacidad.

-¿Así que apareció en tu puerta con un arreglo de flores de un hotel? —preguntó Diantha casi atragantándose de la risa.

-¡Sí! ¡Así como lo escuchas! —respondió riéndose Cynthia— andaba durmiendo y de la nada recibí una llamad de él y escuché el timbre del departamento, cuando lo abrí lo encontré ahí con el florero y el arreglo en sus manos. Te juro que solo porque le sentí olor raro lo dejé pasar ya que no quería que anduviera por la calle así.

-¿Estaba ebrio? —preguntó sorprendida Diantha— siempre pensé que era un hombre muy moderado.

-La verdad, por más extraño que suene, incluso cuando está ebrio lo es —respondió Cynthia encogiendo sus hombros— me dijo que se había encontrado con un viejo amigo y que fueron a un bar en un hotel donde se quedaba su amigo. Pero a media reunión se recordó que había sonado, según él, "rara" en nuestra conversación que tuvimos unas horas antes por el teléfono y pensó que unas flores lo animarían.

-Ahora respóndeme: ¿por qué se robo el arreglo del hotel?

-Según él, porque no pensó que encontraría alguna florería abierta a esas horas de la noche —ambas se rieron a carcajadas otra vez y cuando Cynthia logró recuperar su aliento dio una sonrisa sincera, una legítima que Diantha reconoció al instante— pero te seré sincera Din, por más que me ría contigo te juro que no es de burla. En verdad ese adefesio genético logró alegrarme cuando estaba muy deprimida… me estoy riendo por lo feliz que me hizo…

-Me alegro mucho por ti Cindy —respondió Diantha tomando la mano de su amiga para mostrar su cariño a su querida amiga— en verdad lo de Lucian te afectó mucho, ¿verdad?

-Es solo que jamás pensé que me llegaría a pelear con él de esa manera —comentó Cynthia siendo sincera— siempre lo vi como un hermano, no como Flint y Aaron que siempre los vi como un par de niños inmaduros, pero sí como familia… supongo que Lucian jamás me miró así.

-Estoy agradecida que tu adefesio genético estuviera ahí para ayudarte, ¿cómo lo llamabas también? ¿Cara de mango?

-Cabeza de Piña —respondió Cynthia sonriendo— ese apodo ya está ocupado, el alcalde espartano lo pensó antes que yo… aunque para ser más exactos, el apodo es: Charlatán Cabeza de Piña

Ambas continuaron riéndose y después de algunas cucharadas en silencio, Cynthia decidió sacar un tema que buscaba discutir con su amiga.

-Din, ¿tú que harías en mi posición? —preguntó la campeona de Sinnoh— ¿tú tienes problemas con algún miembro de la Elite Four?

-Primero intentaría separar la vida personal de la profesional, algo que sé que tú puedes hacer perfectamente —respondió Diantha dejando la cuchara en su plato vacío— y segundo… sí, tengo problemas con solo una miembro.

-¿Malva verdad? —preguntó Cynthia.

-¿Cómo supiste?

-Bueno, tanto Wikstrom como Siebold son caballeros así que no pienso que te traigan problemas y Drasna es demasiado amorosa para pelearse con cualquier ser vivo —dijo Cynthia compartiendo su deducción— además, ¿no es Malva la mujer de actitud ardiente que te quema con su fuego?

-Si es así, pásame el extintor de llamas —respondió furiosa Diantha pensando en su compañera— porque no la soporto.

Cynthia se rió por la actitud que había tomado Diantha en ese momento, típicamente actuaba de una manera dulce, elegante y muy madura pero ahora parecía una niña enojada. Era raro ver a Din así y la campeona de Sinnoh disfrutaba cada segundo de esta extraña oportunidad. Al final de su reunión, después de pagar las cuentas, Diantha tomó las manos de su amiga y le dijo:

-Quiero que me prometas algo, quiero que te permitas ser feliz. No más inseguridades, no más miedo. Solo tú y lo que en verdad quieres.

-Solo si tú me prometes algo a cambio —respondió Cynthia tomando más fuerte las manos de su querida amiga— quiero que intentes llevarte mejor con Malva. Tú y yo sabemos que seguirá en la Elite Four por mucho tiempo y no puedes seguir así, no es sano.

-¿Alguna sugerencia?

-Yo le dedico un día a cada miembro por mes —respondió Cynthia— ya sea ir al cine con Aaron o ayudarlo con el huerto en su casa, acompañar a Flint alguna convención de cómics los cuales no son lo mismo que los mangas, ayudar a Bertha a tejer un suéter mientras miramos alguna telenovela tonta o ir a la biblioteca con Lucian… claro eso era antes ahora no sé que haré… pero deberías de intentar dedicarle todo un día a cada miembro y tal vez llegues a descubrir que Malva es una buena persona.

Intercambiaron sus despedidas con largos abrazos ya que en verdad se querían mucho entre las dos. Diantha besó cada mejilla de la campeona y siempre recibía la misma mirada de Cynthia al realizar dicha acción, extrañada de las costumbres de Kalos pero esa cara siempre le sacaba una risa. ¿Acaso sus besos eran tan terribles que la asustaban? Diantha le gustaba pensar que sí ya que tenía un arma para usar en contra de su amiga la próxima vez que se vieran.

Cynthia tenía razón, no era sano sentir tanto desagrado por una persona, sobretodo si era alguien quien trabajaba contigo casi todos los días. Diantha se propuso intentar llevarse mejor con cada miembro y eso obligatoriamente incluía a Malva. Ahora que no tenía que hacer ninguna película en su horario y pensó que con los pocos retadores que frecuentaban ese mes, podría usar ese tiempo para empezar a cumplir su propósito.

La razón por la cual no le agradaba Malva se podía resumir en dos palabras: su actitud. Si no le estaba frunciendo el ceño estaría haciéndole algún comentario pasivo agresivo que cuestionaba su autoridad o su propia inteligencia. Incluso hubo una ocasión en donde la reportera le dijo indirectamente que sus cejas eran feas (clásico comentario de: ¡eres tan valiente! Yo no podría usar tal cosa, en su caso cejas gruesas, porque son horrendas pero en ti se ven bien). Sin mencionar que tampoco se esforzaba por relacionarse con los demás miembros, era una desconocida y esa clase de aislamiento la enojaba mucho sabiendo que sus compañeros ya habían intentado en más de alguna ocasión acercarse a ella.

Cuando le contó a sus compañeros de la Elite Four el nuevo plan de dedicarle un día a cada uno para pasar tiempo juntos y conocerse mejor, todos reaccionaron de manera positiva. Excepto Malva, quien simplemente contempló a Diantha sin decir una palabra. Aunque no le pareciera el plan, la campeona de Kalos ya estaba decidida y lo haría quisiera o no. Siempre que la Maestra de tipo Fuego la miraba transmitía una horrenda frialdad que era contradictoria al tipo que se especializaba, ¿qué tenía esa mujer en su contra?

La primera que se apuntó para pasar más tiempo con Diantha fue Dransa. La mujer mayor decidió que la actividad que haría con la campeona sería ir a explorar el Reflection Cave. Era uno de los lugares favoritos de Dransa y quería compartir su lugar especial con la campeona reconociendo sus buenas intenciones de volverse más cercanas.

Diantha se sorprendió de ver a una mujer de la edad de Dransa caminar con tanta facilidad entre el terreno inestable de la cueva. Estaba agradecida que decidiera usar ropa acorde de la situación dejando atrás su abrigo y tacones para cambiarlo por botas y una camisa suelta de manga corta. Pero a la mitad de la exploración, la Maestra de Pokemons Dragones se sentó para sacar un cuaderno y empezar a dibujar, quien lo diría, el hobby de Dransa era dibujar y la Reflection Cave era uno de sus lugares favoritos para practicar. También traía con ella crayones de madera y si sus habilidades de dibujar eran admirables, su forma de pintar parecía ser digno de ser parte de una exposición de un museo.

La campeona se sentó a su lado solo para ver cómo pintaba, en verdad tenía una habilidad especial con esos crayones. Tenía un trazado delicado y suave, cada capa de color se intercalaba con otra para formar una armonía perfecta de colores y figuras. Su dibujo se basaba en sus alrededores que eran rocas iluminadas por el reflejo de las paredes de la cueva. Cuando Diantha le preguntó por qué no vendía sus obras, Dransa simplemente respondió:

-En algunas cosas soy una persona egoísta. Estos dibujos los uso como una manera de quitarme el estrés y muchas veces pinto en ellos mis secretos, mis frustraciones y mis anhelos. Son cosas mías que no quiero compartir con nadie más, pero claro, te podré enseñar más dibujos cuando quieras. Pero estos bocetos son solo para mi y para esos pocos quienes considere dignos de verlos. Que estos colores armoniosos te dejen claro mis sentimientos hacia ti, Diantha, me agradas y eres una buena persona.

La campeona quedó fascinada con su explicación, su admiración por la mujer mayor creció mucho en ese día y disfrutó cada minuto que pasó con ella. Se sentía como pasar una tarde con tu tía favorita o tu madrina quien te hacía sentir especial. Dransa le dio a la campeona su propia hoja para que pintara también algún dibujo que hiciera. Santo Arceus, Diantha era pésima para dibujar pero por lo menos logró sacarle unas cuantas risas a su compañera cuando le enseñó su intento fallido de dibujo de Carbink. Parecía un bulto de vómito con ojos. Hablaron, se rieron y llegó a conocerla más, había logrado acercarse con una miembro y todavía le faltaban tres.

El siguiente fue Wikstrom, quien le pidió ayuda a la campeona para ensayar su próxima obra de teatro. El Maestro de Pokemons tipo metal era parte de un teatro local que era relativamente famoso en Kalos y siempre buscaba hacerlo lo más conocido posible sin perder sus humildes raíces. Wikstrom, en la obra, era El Cid Campeador y mientras que adoptaba el papel de Rodrigo Díaz de Vivar con pasión y alegría, Diantha lo apoyaba siendo cualquier otro personaje que apareciera en la escena que ensayaban.

Diantha no le importaba qué papel adoptar, siempre era divertido ver a Wikstrom actuar con su modismo elegante y, en algunas ocasiones, exagerada. Al final del día, Wikstrom había logrado adoptar el honorable papel de Rodrigo Díaz de Vivar mientras que Diantha había sido el Sancho II, Alfonso VI y su amada Jimena Díaz, tantos papeles en una sola tarde le trajeron un reto que disfrutó al máximo. Amaba actuar, si no era obvio ya.

Aunque no todo fue actuación entre los dos ya que durante sus horas de descanso, Wikstrom le contó a Diantha sus planes de llevar a su esposa de vacaciones por Kalos. Sabía que el miembro estaba casado pero jamás la había conocido, pero por la forma que su compañero hablaba de ella era evidente que la amaba muchísimo. Cuánto envidiaba Diantha a esa amada esposa, no tenía que ver con Wikstrom sino que en verdad deseaba tener a alguien que hablara así de ella a sus espaldas con tanto cariño y amor. Parecía como si le estuviera hablando de una diosa y no de su esposa.

Después de ensayar terminaron ayudando a otros actores quienes se encontraban practicando afuera del teatro, frente al parque que quedaba cruzando la calle. La campeona se sorprendió de ver como su compañero adoptaba una actitud paciente con los demás, considerando que jamás lo era con los retadores que aparecían en la Elite Four. Aquí sustituía su mosquete agresivo por una regla amistosa que apuntaba a todo error que cometían los actores pero los señalaba para ayudarlos a mejorar y jamás los humilló por eso. Verlo actuar tan paciente con actores novatos la llevó a descubrir un lado nuevo en su compañero de la Elite Four. Ahora sabía más sobre él y estaba feliz, logró su objetivo y ahora quedaban dos.

Siebold le dejó claro a Diantha que la razón por la cual no pasó tiempo con ella en un principio tenía que ver con su horario ocupado de trabajo. Además de ser miembro de la Elite Four, era chef en el Restaurante Le Yeah en Lumiose y tener tanto prestigio en el restaurante le traía mucha presión. Su día juntos consistió en Siebold preparando un almuerzo especial para los líderes de gimnasio Grant y Valerie mientras que la campeona le hacía compañía.

El Maestro de Pokemons Acuáticos le comentó a la campeona que ambos líderes de gimnasios siempre lo visitaban de vez en cuando y que le gustaba sorprenderlos con alguna comida especial para ellos. Resultaba que los tres habían sido amigos de la infancia y que cada uno encontró su propio camino al crecer, pero que no podían olvidar las incontables aventuras que tuvieron de niños mientras exploraban la región de Kalos.

Diantha no sabía que Siebold era amigo de la infancia de Grant y Valerie. Esa mañana, mientras que la campeona se encontraba sentada observando como su amigo cocinaba, Siebold le contó varias de sus aventuras. De cómo al principio de su viaje le daba miedo el agua y que su padre, para ayudarlo a enfrentar su miedo, le dio un Squirtle para tranquilizarlo. La idea era que si alguna vez se caía al agua, tendría un Pokemon que lo rescataría de ahogarse.

-Lo que no sabía era que ese Squirtle fue apenas el inicio de mi amor por los Pokemons tipo agua —dijo Siebold mientras salteaba unas verduras en el sartén—. En el momento que me tocó atrapar un segundo Pokemón, busqué un tipo agua con la excusa que si Squirtle no podría rescatarme, necesitaba otro del mismo tipo para asegurar mi vida… qué excusa más mediocre, ¿no crees?

Diantha asintió con una sonrisa, poniendo mucha atención a cada palabra que decía ya que estaba disfrutando mucho conocer ese lado de Siebold. Siempre había sido amistoso y bromista con ella, pero no llegaba al punto de contarle cosas personales como su infancia. Con mucha habilidad movió los ingredientes en la sartén y después de juguetear con ellos un poco en el aire, los hizo a un lado para continuar con la preparación del plato. El olor era magnífico.

-Creo que el momento que acepté mi amor por esos Pokemons fue cuando me propuse aprender a nadar… siempre había evadido las piscinas de pequeño ya que prefería estar en la cocina con mi mamá preparando algún platillo en el verano —continuó relatando Siebold—. Recuerdo que fui un tonto cuando intenté nadar por primera vez, salté de un acantilado en Shalour City directo al mar. Casi me ahogo pero un hombre me salvó sacándome del mar, el hombre me dijo que mis Pokemons intentaron sacarme pero la corriente había sido demasiado fuerte para ellos. ¿Sabes quién resultó ser ese hombre? El abuelo de Korrina.

Finalmente la carne ya estaba preparada y después de ponerlo en un contenedor de plástico junto a las otras verduras, Siebold dejó que el líquido acumulado en la sartén cayera sobre el contenedor para improvisar una decoración Gourmet típico de él. Diantha lo ayudó a empacar la comida y cuando salieron de su departamento, Siebold respiró profundo y dijo:

-Fue ese día que descubrí que el agua no me atemorizaba tanto, me asustó imaginarme mis Pokemons queriéndome rescatar y fallar en el intento. Me imaginé lo culpables que se sintieron y decidí que desde ese día entrenaría mucho para convertirme en el entrenador tipo agua más poderoso. Así jamás se sentirían culpables otra vez por no ser tan fuertes.

-Y mírate ahora, chef en un restaurante exclusivo de Lumiose y también miembro de la Elite Four —respondió Diantha con una sonrisa, sujetando cuidadosamente los envases con jugos que llevaba en sus manos.

-Y esto solo es el inicio —dijo Siebold con una sonrisa confiada— quiero viajar en algún momento a otras regiones para compartir nuestro arte culinario. También quisiera abrir un albergue para personas y Pokemons. Nadie debería de pasar hambre en el mundo.

-Te prometo que cuando lo hagas, te apoyaré en todo —respondió la campeona con una sonrisa llegando al hotel donde estarían sus demás amigos— gracias por compartirme estas historias.

-Bueno, ese era el punto de esto, ¿verdad? —la sonrisa de Siebold era iluminada— querías conocernos mejor y ahora a la próxima, tú tendrás que compartirme tus más ambiciosos anhelos y cualquier oscuro secreto que tengas escondido bajo tu elegante actitud.

-Trato hecho.

Llegaron al pequeño hotel donde se quedaban los líderes y los cuatro disfrutaron la comida que había preparado Siebold. Por supuesto que Grant lo molestó diciéndole que le faltaba sal a la carne y el miembro de la Elite Four respondió fingiendo arrebatarle su comida. Entre todas las risas, el chef dijo con una voz sombría:

-¿Jamás has escuchado el dicho que dice: no se debe de molestar al cocinero?

-¿No? -respondió Grant confundido- ¿por qué dicen eso?

-Bueno, existe la posibilidad que encuentres un ingrediente especial en tu comida -Siebold guiñó un ojo con una sonrisa pícara- algo que es tan mío y propio que se podría decir que te dejé mi ADN en tu comida.

Diantha simplemente se rió de su inmadurez, había estado con él en toda la mañana y sabía que no le había escupido a la comida de Grant. Aunque le asegurara más de mil veces al líder de gimnasio que su comida estaba sin escupitajos, tanto ella como Valerie notaron su mirada sospechosa con cada bocado que daba. En verdad Siebold podía ser un travieso cuando quería y era divertido sabiendo lo buena persona que era en realidad. Fue un día maravilloso para conocerlo mejor.

Tres fuera, faltaba una…

Ugh..


Todo comentario será agradecido, subiré los próximos capítulos aunque es una historia corta así que no esperen muchos caps (son aprox cuatro o cinco en total).