Libertad
Parte 1

Sin embargo la vergüenza recorría mi ser. Aquellas manos delicadas que se encargaban de desprender los botones de mi camisa con delicadeza y rapidez, hacían que mi cuerpo se estremeciera poco a poco… No había duda, Matsuri intentaría templar mi cuerpo metiéndome a la regadera. El hecho es que mi cuerpo ya no me responde, me encuentro en un estado en donde mi mente se desconecto del cuerpo y no puedo hacer nada a voluntad.

Quería detenerla, pues no podía evitar ver su cuerpo empapado. Aquel vestido de pronunciado escote estaba escurriendo, cada parte se su ser parecía visible y me era imposible dejar de apreciar aquella figura. Su rostro tenía un semblante cabizbajo, como si hubiese llegado al máximo nivel que una fiebre le permite. Aquellos ojos negros se perdían en un par de bolsas hinchadas por las que escurría maquillaje. El tocado de flores estaba hecho trizas en el suelo del recibidor y su cabello mojado lucia como una tanda de fideos para ramen.

Quitó mi saco y camisa para pasar a los zapatos, las agujetas parecían un código imposible de descifrar sus dedos temblaban mientras intentaba tomar las puntas de las agujetas… tapó su boca con las manos e intento calentarlas en repetidas ocasiones. Matsuri no sólo estaba agotada no sólo físicamente, conocía sus límites, y sabía que ella se estaba perdiendo como yo el sentido de la razón.

De pronto me levanto de un hombro y difícilmente me arrastro al baño de mi habitación. Escuchaba su respiración más agitada de lo normal, estaba seguro que ella también podría colapsar en cualquier momento. Bajo mis pies solo podía ver retazos de hojas, charcos de agua y restos de arena mojada que Matsuri arrastraba en la tela de su vestido.

Llegamos al baño y ella me sentó en el pequeño banco de la regadera y me apoyo en la pared.

-Gaara, dime algo necesito saber que estas bien.- Dijo sin verme a los ojos y poniéndose de cuclillas frente a mi.

No podía contestar, no tenía fuerzas para hablar. Pero hizo algo que no me esperaba. Tocó la hebilla de mi pantalón y comenzó a recorrerlo para sacármelo.

No podía con eso. Me vería desnudo. Y no era lo correcto, ella jamás debía verme así, era mi cuerpo… Así que como pude moví mi brazo para intentar detenerla.

-N-no…por favor…- toque una de sus muñecas y ella se detuvo.

-G-gaara necesito hacerlo…- Se lo negué Con la cabeza. Iba a explotar, me sentía caliente y algún músculo en mi cuerpo estaba bombeando sangre más rápido de lo normal y no podía relajarme, tenía por lo menos tres emociones encontradas al mismo tiempo.

-Solo quiero ayudarte... – Y ella lo estaba haciendo, solo que no era la manera en la que hubiese querido.

-Déjame ayudarte esta vez… será la última… después se que tu prometida vendrá a ayudarte.- Me dejo sin palabras.

No podía explicarle que todo lo que había leído en aquellos papeles era un fraude. No podía decirle que si no fuese por ella hubiese tenido que firmar ese trato nupcial en mi cumpleaños… tampoco tenía energía para darle un abrazo y descansar mutuamente. Tal vez no era demasiado tarde, pero no era el momento. Sus manos delicadas cedieron ante mi silencio, lo interpretaron como una afirmación y se tomaron la libertad de despojarse de mis prendas… cerré los ojos. La vergüenza me invadía. Pero ella se detuvo antes de quitar mi ropa interior. Sentía la piel caliente y apreté fuerte mis párpados para no deslumbrar aquella escena.

-Tranquilo…Esta bien, es solo nuestro cascarón…No te debes avergonzar por ello…- tocó mis mejillas y con sus pulgares masajeo mis párpados como una indicación para que los abriese. Cedí ante su gesto y lentamente abrí mis párpados.

Matsuri camino hacia atrás y fue por un par de toallas al closet del tocador. Poco a poco baje la mirada y noté que mi miembro estaba comenzando a endurecerse una vez más. Matsuri regreso rápido arrastrando ese vestido que no dejaba mucho a la imaginación. Intenté cubrirme con un brazo pero me fue imposible moverlo. Ella se dio cuenta y dejo las toallas en un perchero frente a nosotros.

-Matsuri -

Aquel baño glamoroso solo hacia que la situación pareciera meramente sexual. Intenté tranquilizarme pero no pude, sabía que estaba cumpliendo un sueño erótico de mi juventud, pero no exactamente como lo imaginaba. Gaara intento tapar a su miembro que seguramente por nervios estaba tomando fila. Él aun parecía negado al hecho de que conociera su cuerpo así que no tuve otra opción.

-Gaara -

Matsuri levantó mi quijada un poco y me dedico una sonrisa que no ayudaba en nada a mi cuerpo.

-Bien… Yo también necesito la ducha, no me siento bien.- Cuando dijo eso sentí un balde de agua fría. Entonces bajo el cierre de su vestido dándome la espalda y lo dejo caer.

No pude evitar ver aquel cuerpo, no llevaba puesto un sujetador y por otro lado usaba un conjunto de lencería, pantaletas de color rosa pastel y un liguero que sujetaba un par de medias individuales. Aquella vista era hermosa pero penosa a la vez, y lo que había intentado evitar en mi cuerpo ahora se haría más que obvio. Cerré los ojos, para mi ella seguía siendo mi alumna, nada había cambiado. A pesar de saber que ella me amaba, que podía besarla y sentirme bien, a pesar de todo… yo era el hombre que ella soñó en el tskuyuomi infinito. Y no podía hacerle esto a ella… No sentía que debía ser deseado de esta manera ni mucho menos ser tratado de esta manera… No por que fuese injusto, si no por que el simple hecho de saber que ella estaba cuidando de mi me hacía sentir inútil y reducido a un cuerpo vacío.

-Matsuri-

Tal vez no funcionó como lo esperaba, pero al menos la situación se encontraba equilibrada, quite su bóxer y tapé su entrepierna con una toalla de baño.

Intenté no prestarle atención al detalle más notorio de su desnudez, y pude entender por qué no quería que le quitara la ropa interior. Tomé la regadera de presión y comencé a rociar el agua caliente por el cuerpo de Gaara. Se notaba que apretaba sus párpados fuertes para evitar verme desnuda. Así que por un momento lo recapacite.

Tal vez esto era demasiado para él. Abrí la regadera de techo para que hiciera el trabajo solo. Me dirigí al perchero del baño y tome una de las batas de baño… debía cubrirme… No había más, era demasiada presión para él.

Cuando regrese note que Gaara respiraba de manera agitada y su cuerpo estaba comenzando a enrojecer. Me acerque despacio y toque su mejilla, definitivamente seguía amando a ese hombre. Acaricie sus párpados con mis pulgares.

-Tranquilo, me puse una bata…-

En automático el relajo el ceño y comenzó a abrir los ojos de a poco.

-Gaara-

Mi ser descanso. Ahora podía dejarme ir. Abrí los ojos y ella estaba en cuclillas dejando que el agua de la regadera nos empapara.

-M-Matsuri… lo que leíste…- No podía terminar mis oraciones, no tenía fuerzas para hablar.

-Tranquilo.- tocó mis manos.

- No hay nada que debas explicarme. Se que haces lo correcto.- Sus ojos se humedecieron. Bajo la mirada.

- ¿Y tú…Dónde quedas… – Dije sin terminar aprisa para continuar mi oración.

- … - No dijo nada. Al contrario, se puso de pie y fue en busca de otra bata para mí. Así que intenté dar mi último soplo de energía.

- No quiero dejarte ir Gaara. Tú eres mi único deseo.- Me robó la oportunidad… a pesar de todo lo que ella decía era cien veces más valiente que yo. Ella podía decir lo que sentía sin algún pudor. Y lo entendía, 27 años, Matsuri tiene control de todo lo que había en su cabeza.

Volvió a hincarse frente a mí. Su mirada estaba firme. Una lágrima corrió por su mejilla pero ella la limpió con su muñeca.

-¿Sabes por qué te deseo tanto?- mi corazón sintió un apretón. No dije nada.

-Durante mucho tiempo me sentí sola. Pero te conocí y ese sentimiento se dispersó, al fin había encontrado a alguien que sintiera aquella soledad… tal vez por esa sea la única razón por la que me enamore de ti… después crecimos y entonces, no sólo te encontraba interesante si no también atractivo… Así como todas las mujeres de la ciudad. – Tomo un bocado de aire y tallo sus ojos.

-Después…- su voz se comenzó a ablandar.

-Después, pensé que no había razón para estar enamorada de ti. Por que tú eras alguien imposible… es decir… ¿cómo enamorar a alguien que nunca ha sentido el amor?... ¿Cómo ponerme bajo la expectativa de todas aquellas princesas que venían a conocerte?- tenía razón. Por eso ella decía que enamorarse de mí era una pesadilla, yo no puedo comprender aquellos sentimientos, ni mucho menos diferenciar el afecto que la gente me da. Pero vaya ¿Ser banal? Jamás juzgaría a una persona por su aspecto físico… no soy yo.

Comenzó a llorar, no podía hacer nada, ni siquiera hablar. Mi garganta se sentía seca e indispuesta… mi cuerpo seguía estático.

-Pero, sin importar que te cases… Yo te seguiré amando. Porque tú eres alguien importante en mi vida, y no quiero dejarte ir… No quiero despertar y saber que ya no eres parte de mi vida… quiero seguir ayudando a tu hijo, verte tras el escritorio por las mañanas, quiero estar ahí para ti aunque eso signifique no ser parte de tu vida…-

No soporté más. Mi mente se apagó.

- Matsuri-

-¿¡Gaara!? –

El pelirrojo cayó sobre mí. Lo más probable es que estuviera desmayado. Pues no detecte ninguna señal de movimiento en su cuerpo. Lo intente mover con delicadeza pero entonces escuché los pasos de alguien que abría con cuidado la puerta del tocador.

3 PARTES + EPILOGO