Hola a todos mis lectores y lectoras 3. Primera actualización del año, estoy feliz de poder hacerla, había caído en un coma de hiatus pero al fin estoy saliendo de él, así que prepárense que este 2018, pienso actualizar todos mis fics, y por supuesto, lanzarme en algunos nuevos proyectos, aunque no para este fandom, o quizás sí...sólo les puedo garantizar que será un año de sorpresas :)

Quiero darles gracias a todos por sus lecturas y sus comentarios, especialmente a: Anebula-chain, Mary martin-sempai, Darkacuario, Acuario no June 4311, Tepucihuatl-Shun, I-will-love-you-recklessly, maya-noodle, y a Tot12, y al fin, a leer, ustedes me dirán qué les pareció este capítulo y si valió la pena esperar por él. Los personajes pertenecen a Masami Kurumada, menos mis desechables oc ;)


Y vivieron felices.

Por Mel-Gothic de Cáncer.

Hace muchos siglos atrás, cuando los dioses olímpicos teníamos el control absoluto de la civilización y transitábamos libremente por este mundo, solía visitar constantemente a mi amada hermana, Perséfone. Hija de mi padre Zeus y de mi tía Deméter, ella acompañaba a su madre en la soledad de los campos y los bosques; era una diosa pura, ingenua, no sabía de rencores, de guerras, de traiciones, mucho menos de violencia…si tan sólo hubiese podido protegerla…

- ¡Athena! ¡Has venido a visitarnos!- una chica rubia, de ojos verdosos, muy parecida a June vestida con una túnica blanca, sin mangas, corría, veloz como el viento, en mitad de un enorme prado rumbo a un séquito de hombres armados que caminaban tras un carro dorado tirado por corceles blancos.

- Perséfone, pensé que estarías en el hogar de Deméter- la puerta del carro se abrió, y tras ella, bajó una mujer de largos y ondulados cabellos castaños, vestía una elegante túnica de color blanco, sus brazos estaban adornados por brazales de oro con joyas incrustadas, y de su cuello colgaban espléndidos medallones con mochuelos y lechuzas ricamente labrados en el noble metal.

- Hay mucho trabajo que realizar en los campos, la primavera es demasiado importante, debemos fecundar todo a nuestro alrededor, de lo contrario, animales y humanos sufrirán por igual- explicó sonriente la joven diosa abrazando a su media hermana- ¡Pero siempre tengo tiempo para ti, bienvenida! ¿Vas a quedarte muchos días?

- No estaré por mucho tiempo, harán fiestas en mi honor en Atenas, debo estar presente, pero quería visitarte y también a tu madre-

- ¿Crees que ella me deje acompañarte? Tengo curiosidad por saber cómo son las ciudades, mi madre jamás me permite viajar fuera de los campos y las montañas- Perséfone suspiro apesadumbrada, ya que la sobreprotección de Deméter le parecía exagerada.

- No lo sé, pero en la cena de esta noche se lo podemos preguntar- Athena extendió su mano para coger la de su hermana, ambas subieron al carruaje, y este inició su marcha hasta el palacio de Deméter.

Perséfone observó a su alrededor, puso su atención en cada uno de los caballeros armados que servían de escolta a Athena, especialmente en uno de cabello alborotado de color castaño.

- ¿Ese es tu caballero de Pegaso?- murmuró muy suave cerca del oído de su hermana.

- Así es-

- Ya veo, es muy guapo, es tal como lo describiste- contestó Perséfone con una risita traviesa ante el sonrojo de Athena, luego bajando aún más la voz, de forma casi imperceptible dijo- Yo también tengo un secreto, conocí a un mortal muy lindo y amable con los animales, y me gusta…

Saori abrió los ojos abrumada por esos viejos recuerdos de la memoria ancestral de Athena. Perséfone era su querida hermana, nunca deseó nada malo para ella, ambas habían sido cómplices en muchas cosas en su pasado, y siempre sería así en cada encarnación, pero desde la mitología no pudo protegerla, y Hades la secuestró delante de ella mientras recogían flores en un prado, sin que pudiera hacer nada al respecto, más que advertirle a Deméter de lo sucedido, y tratar de mediar con Zeus para que le permitiera regresar a la superficie.

A ella no le importaba si Perséfone era la diosa de la primavera o la diosa de los infiernos, era su amada hermana divina, la protegería a como diera lugar, y su habitáculo, June, también era importante para Saori, ya que con el tiempo, la llegó a considerar como su dulce hermana terrenal, aquella que siempre quiso tener cuando era una niña solitaria que vivía en aquella enorme mansión.


Corteza de Roble.

Eran las seis de la tarde del mismo día que Shun partió rumbo a su misión en Belarús. Saori había tenido una intensa jornada de trabajando en la Fundación Graude, muchas reuniones, negocios, socios por los que velar, y al mismo tiempo, se le sumaban las preocupaciones de su santuario en Rodorio y su mismo rol como Athena.

- Hades ha estado entrometiéndose en la vida marital de Shun y June ¿Qué es lo que está tramando? El plazo para entregarle un nuevo habitáculo aún no finaliza, tengo tiempo, pero al parecer, él no pretende quedarse quieto- reflexionaba mientras su chofer conducía hacia la entraba de la mansión Kido- June se comporta como la diosa de los infiernos y como la diosa de la primavera al mismo tiempo, me pregunto si Hades tendrá que ver en ello, ya que es imposible que encarnen esas dos facetas de Perséfone en una misma persona, ese exceso de poder terminaría destruyendo el cuerpo de su habitáculo.

Al estacionar la limusina, Tatsumi bajó y dio la vuelta para abrir la puerta a su señora. Saori le agradeció con cortesía, le indicó que quería estar a solas en su planetario privado, que nadie la molestara hasta la cena y avanzó por los pasillos de la mansión directamente hacia la cocina. Deseaba disfrutar de una taza de té, pero no tenía ánimos para pedírselo a su mayordomo o a alguna criada, sólo iría por lo que necesitaba y después, se encerraría en la soledad de su planetario para poder acallar su mente por unos instantes y así, poder ordenar sus ideas.

- Pese a que Hades violó a June en su noche de bodas, el Olimpo no ha hecho nada por sancionar esa conducta, mi padre sigue defendiendo a su hermano, aunque haya enviado a Alecto a castigarlo- Saori suspiró molesta, le desagradaba la forma que tenía Zeus para solucionar los conflictos que se daban dentro de su reino, especialmente, cuando se trataba de poner orden entre dioses y diosas- ellos siempre ganan- pensó antes de dar vueltas a la perilla de la puerta y entrar en la cocina.

Apenas dio unos cuantos pasos, un agradable aroma se extendió alrededor de ella.

- ¿Canela?- preguntó en voz alta notando la silueta de June sacando un par de bandejas del horno. Iba a saludarla y preguntarle qué estaba cocinando, pero apenas su amazona se ubicó frente a ella, notó con sorpresa, que sus ojos habían cambiado de color.

- ¡Perséfone!-

- ¿No te da gusto verme hermana?- contestó la diosa con una amplia sonrisa, dejando las bandejas de lado, para abrazar a Athena.

- Pero… ¿Cómo es posible que…?- preguntó sin comprender que Perséfone estuviera ahí, sin su cosmos expandiéndose en todas direcciones, sin plantas floreciendo descontroladamente a su alrededor, ni su cabello y su piel resplandeciendo como solía suceder cuando ocupaba el cuerpo de su habitáculo.

- June es una de tus amazonas, es diferente a mis anteriores habitáculos, puede controlar el cosmos, eso significa que yo también puedo hacerlo, hay muchas cosas de ella que me agradan- explicó Perséfone depositando nuevamente su atención en los rollos de canela que había cocinado- Su mente es muy fácil de leer, aprendo muy rápido a través de ella, y hasta puedo hornear esto que le llaman dulces, quería tenerlos listos para cuando llegaras, pero ese lugar llamado Instituto Agropecuario era bastante interesante, me quedé en clases hasta que terminaron, los mortales han inventado cosas muy extrañas para trabajar la agricultura sobre Gaia.

- ¿Estuviste todo el día ocupando el lugar de June? ¿Desde qué hora?-

- Tomé posesión de su cuerpo después de que se fue su esposo- explicó Perséfone tratando de buscar en la memoria de June el nombre del Caballero de Andrómeda- Shun, ese es su nombre ¿verdad?

- Por favor, no hagas eso, es peligroso, si intervienes en la vida de June de forma repentina podrías meterte en un grave problema-

- Lo sé, el Olimpo de seguro me debe estar observando, pero no me importa- sonrió Perséfone buscando un par de tazas- Seguro quieres beber té de jazmín, June sabe que es el favorito de tu habitáculo, lo prepararé en seguida-

Saori no perdió de vista ningún movimiento de su hermana divina, había tomado posesión absoluta de June, cada uno de sus gestos eran los de su amazona, aquel comportamiento le pareció desolador, Athena no era así de invasiva con ella, pero también suponía que no todos los dioses actuaban de la misma manera con sus habitáculos.

- Estos rollos aún están calientes, te quemarás si no se enfrían- Perséfone elevó su cosmos, la ventana de la cocina se abrió de par en par, y una gélida brisa entró a la habitación enfriando los dulces para que pudieran comerlos.

- Ya está, espero te gusten- Perséfone se sentó frente a Saori, le sirvió un poco de té, y quedó mirándola expectante de lo que le diría sobre lo que había cocinado.

- ¡Están deliciosos!- contestó Saori al probar el primer bocado, y Perséfone sonrió satisfecha.

- Esta humana me será de mucha utilidad- pensó.

- Por cierto, hay una pregunta que he querido hacerte- Saori puso una expresión dulce y maternal en su rostro mientras tomaba la mano de Perséfone- Sobre tus poderes, he notado que June tiene control sobre la naturaleza, pero también sobre los muertos ¿Qué significa eso? ¿Podrías decirme si eres la primavera o la diosa de los infiernos?

- ¡Qué directa Athena! ¿Tan preocupada estás por cómo se comporta tu amazona? ¿O quieres saberlo para ir con la información a mi madre y al Olimpo?- Perséfone probó un rollo de canela sin verse alterada por la pregunta de su hermana.

-¿Te he traicionado alguna vez como hermana?- preguntó Saori con naturalidad.

- No, excepto cuando cuatro de mis reencarnaciones quisieron someter la superficie terrestre a los períodos de glaciación- contestó la diosa de la primavera con sinceridad- y cuando mi lado infernal encarnó tres veces.

- Ibas a arrasar con todos los seres vivos- le increpó Athena.

- Gaia estaba cansada, necesitaba renovarse, los congelamientos y calentamientos de este mundo no son por capricho, todo debe mantenerse en un constante balance, es parte primordial de los misterios eleusinos- Perséfone esta vez puso una expresión de disgusto.

- Esta bien, no te enfades, sé que Deméter y tú protegen a la titánide Gaia, pero tus medidas en ese entonces fueron demasiado radicales- intentó arreglar las cosas Saori mientras bebía un poco de té.

- De todas formas, no contestaré a tu pregunta- dijo finalmente Perséfone a su hermana.

- ¿Por qué?-

- Porque no tengo muy claro lo que sucede con mi cosmos, tal como dijiste, June tiene poder sobre la naturaleza y el mundo de los muertos, pero no siento que mi yo infernal y mi yo primaveral estén juntos- Perséfone sonrió esta vez con dolor en su mirada al recordar el pasado- Si ambas partes estuvieran dentro de mí, sería insoportable, no podría controlarme entre amar a la humanidad, a Gaia, o destruirlos a todos, y todo ese poder desintegraría por completo el cuerpo de este habitáculo.

- Es verdad, pero entonces ¿Por qué June se comporta de esa manera?- Saori palideció al escuchar el veredicto de Perséfone.

- No lo sé, tal vez Hades sea el responsable, pero dime una cosa Athena ¿Qué lamentarías más? ¿Qué yo resultara ser la diosa de los infiernos o que tu amazona resultase gravemente perjudicada en este asunto? Yo soy eterna, siempre renaceré al igual que tú, pero June, a quien quieres tanto como a mí, no tiene esa posibilidad-

- No me hagas esa pregunta Perséfone, siento como si quisieras que eligiera a una de ustedes, yo no puedo hacer eso, las quiero a las dos por igual, pero a ti, te he considerado desde siempre, June sólo es mi amazona en esta encarnación, y eso la hace mucho más valiosa, si muere tan joven, no podría perdonármelo nunca, pero si tu vuelves a sufrir de nuevo sin poder ayudarte, tampoco me lo perdonaría- contestó Saori mirando a Perséfone con tristeza.

- Por algo eres la diosa de la justicia, siempre fallas de forma igualitaria para todos, no me disgusta tu respuesta, eso me hace preservar mis sentimientos hacia ti, como mi hermana más querida, dejaré a tu habitáculo hacer su vida tranquila, pero de vez en cuando, si estamos a solas, déjame compartir contigo una taza de té y algún dulce-

- Sabes que adoro pasar tiempo junto a ti- sonrió Saori- Y debo reconocer que le sacas bastante provecho a las habilidades de June para la cocina.

- Quería preguntarte algo más- contestó Perséfone.

- ¿Qué cosa?-

- Mis guerreros y mi escolta, imagino que el Olimpo debe estar preocupado por mi aparición, sé que tienen sus ojos puestos sobre ti y sobre mí, por eso…- Perséfone cerró su ojos apesadumbrada- antes de que Hades o Zeus hagan conmigo lo que siempre hacen, quisiera al menos poder defenderme, tu amazona sabe pelear, y eso es algo nuevo para mí, pero necesito a mis guerreros activos.

- Respecto a eso, he seleccionado personalmente a tus escoltas y al líder de tus guerreros, son amigos de June, de seguro, cuando los veas, sabrás todo acerca de ellos- explicó Athena.

- ¿Y mi consejero?-

- Aún no he encontrado una persona con las cualidades necesarias para ello, pero ten por seguro que pronto aparecerá- Athena probó otro bocado del roll de Canela.

- Imagino que al resto de mis guardias tendré que seleccionarlos yo misma- pensó en voz alta Perséfone bebiendo un poco más de té- Al menos en eso tengo algo de libertad.

- Sabes que nuestro padre sólo me encomendó reclutar y seleccionar a aquellos que tengan más influencia sobre ti- justificó Athena aquella decisión que se repetía encarnación tras encarnación.

- Es así como todos me controlan- murmuró despacio Perséfone.

La luz solar que se colaba por el amplio ventanal de la cocina se fue extinguiendo, el rostro y el cuerpo de Perséfone comenzó a resplandecer.

- Ya es hora de marcharme, volveré otro día para comer juntas algo delicioso, lo prometo Athena- dijo despidiéndose de su hermana. En seguida, la piel de June dejó de resplandecer, y sus ojos volvieron a cambiar de color.

- Te estaré esperando hermana- contestó Saori posando su mirada en la taza de té y el roll de Canela que Perséfone había dejado a medio beber y comer.

- ¿Cómo llegué hasta la cocina?- June al regresar a su cuerpo se sintió extraña, miró a su alrededor, todo le parecía desconocido- ¡Señorita Saori!- exclamó al ver a la diosa frente a ella.

- ¿Qué sucede June?-

- Yo…no lo sé, estoy confundida, esta mañana Shun se fue a Belarús, entonces, me levanté para ir a clases, pero repentinamente me dio mucho sueño, y después desperté aquí, junto a usted- June miró a Saori angustiada- esto es extraño…siento como si hubiera ido a clases, como si el conocimiento estuviera dentro de mí, pero no recuerdo que he estado haciendo ¿Qué hora es?

- Son las nueve de la noche, tranquila, seguro debes estar tan atareada por el día mundial de la Tierra, que no te diste cuenta del paso del tiempo- sonrió Saori.

- Tal vez…tenga razón- habló June sin estar muy convencida, aunque dentro de sus recuerdos se veía a sí misma con el club de horticultura preparando los detalles de la actividad para el día siguiente.

- ¿No te gustaría ver una película juntas esta noche?- preguntó de improviso Saori.

- Sería divertido- contestó June.

- Entonces vamos, me han recomendado una romántica muy buena- la diosa comenzó a hablar sin detenerse demasiado, había cambiado de opinión respecto a ir a su planetario, prefería acompañar a su amazona, y esa noche, al igual que las anteriores, en ausencia de Shun, ella cuidaría con su cosmos, que Hades no se le volviera a acercar.

A la mañana siguiente, June desayunó temprano para ir al instituto donde estudiaba, ese día tenía mucho que hacer para conmemorar el día mundial de la Tierra, no había tenido tiempo de escribir en su diario, pero no le pareció realmente que hubiera algo que contar, así que lo dejó guardado bajo su colchón, y salió a toda prisa. Pero al ir a buscar su bicicleta, chocó fuertemente con alguien en la entrada del garaje.

- Lo siento- dijo apenada, pero cuando levantó la vista, se estremeció por completo- es…es usted…

- Yo también lo siento joven señorita, no imaginaba que nos volveríamos a encontrar- contestó el mismo hombre alto, de cabello canoso, vestido con ropa tradicional japonesa.

- No soy señorita, soy señora, Kido, June Kido es mi nombre, encantada de conocerle- dijo June presentándose ante aquel hombre, y haciendo una inclinación de saludo delante de él.

- ¿Kido? ¿Acaso eres la esposa de alguno de los herederos de esta mansión?- preguntó el hombre.

- Shun Kido es mi marido- contestó June insegura de sí debía dar aquella información.

- Shun…ya veo- el anciano permaneció en silencio por algunos instantes, miró a June como inspeccionándola, y luego sonrió- No me esperaba que él tuviera una esposa tan linda, pero debo reconocer que de todos, era el único que imaginaba que se casaría algún día.

- ¿Conoce a Shun?- preguntó June, aunque le pareció que sus palabras eran algo ridículas. Por algo ese hombre estaba ahí en la mansión deambulando.

- Él y los otros nueve, son los únicos de mis cien hijos que quedan con vida-

- ¡No puede ser! ¿Usted es el padre de Shun?- June pestañeó como creyendo que todo era un sueño, pero bastó sólo ese ligero parpadeo, para que el anciano desapareciera de su vista, como si nunca hubiera estado allí.

- ¡Espere! ¡No se vaya!- la amazona empezó a buscar a aquella aparición, pero al no dar con ella, se dirigió rápidamente al despacho de Saori.

- ¿Qué sucede June?- preguntó la diosa al verla entrar agitada.

- Vi a un hombre en el garaje, era anciano, canoso, alto, llevaba un kimono como el de Shun cuando nos casamos, dijo que era su padre, y el de Seiya y los demás-

- Calma, estás muy agitada- Saori se puso de pie, tomó un vaso, puso agua de una botella de cristal en el, y se lo ofreció a su amazona.

- No quiero, gracias-

- Pero…-

- Señorita, no trate de bajarle el perfil a este asunto, estoy cansada ¿Qué está pasando? ¿Por qué ese hombre dijo eso? No soy tonta, hace dos días estaba en la sala del primer piso, Shun entró en ella y ni siquiera lo vio, es un fantasma ¿Verdad? ¿Quién es? ¡Necesito que me dé una respuesta, no puedo confiar en nadie más!- June estaba angustiada, Saori pudo darse cuenta de ello, para serenarla, decidió contarle esa pequeña verdad, dentro de muchas otras, que por respeto al pacto que hizo con Zeus, prefería mantener ocultas hasta que se le permitiera hablar con June.

- Acompáñame- indicó con una expresión melancólica en su rostro. Ambas salieron de la mansión, caminaron internándose en uno de los bosques que la rodeaban, hasta llegar a una pequeña casita de estilo japonés, que Saori tenía destinada para recibir a los socios más antiguos de la Fundación Graude, un grupo selecto de veteranos de guerra, amigos del abuelo de la señorita.

June nunca había entrado en ese lugar, y pensó en ese momento, que ninguno de los otros caballeros de bronce lo hacía, ni siquiera Seiya. Al ingresar, notó que todo a su alrededor era de una decoración tradicional japonesa, tatami en el suelo, una mesa pequeña con un arreglo de ikebana en el centro, y cojines para poder sentarse en ellos. A un costado, se hallaba un brasero, y utensilios, que seguramente se utilizaban para hacer la ceremonia del té, pero lo que dejó sin aliento a la amazona, fue un altar que había frente a la mesita, donde entre velas e incienso, se alzaba la fotografía del mismo hombre con el que se había topado en la sala del primer piso de la mansión y en el garaje.

- Quítate los zapatos June- ordenó Saori, y la amazona obedeció- Ya estoy aquí abuelo, he venido a visitarte- la diosa encendió las velas y el incienso, se acomodó en uno de los cojines, e invitó a June a hacer una reverencia al anciano de la fotografía y a sentarse con ella.

- Él es Mitsumasa Kido, el hombre al que me entregó Aioros de Sagitario el día que logró rescatarme del intento de asesinato de Saga de Géminis- explicó Saori- También es el dueño de esta mansión y de la Fundación Graude, él es mi abuelo.

- Mitsumasa Kido- murmuró June notando los ojos vidriosos de su diosa- entonces… ¿Ese señor es quién adoptó a Shun y los demás, y los envió a entrenar para convertirse en caballeros?

- Así es, pero hay algo más- la mirada de Saori ensombreció repentinamente- Mi abuelo es el padre biológico de Shun y los demás.

- ¿Qué? ¡Pero él jamás me habló de algo así!- dijo la amazona con sorpresa.

- Quizás jamás lo haga, porque todos ellos prefieren hacer como que esto jamás ocurrió, desean olvidarlo, porque es muy doloroso- la diosa entrecruzó los dedos de sus manos para poder explicar lo sucedido- Mi abuelo mantuvo aventuras amorosas con muchas mujeres, de esos romances, tuvo un total de cien hijos. Cuando Aioros me dejó bajo su cuidado, él decidió informarse sobre el Santuario y los Caballeros, y reclutó a cada niño para que en el futuro me protegieran. No todos eran huérfanos, así que negoció con las madres, de otras tuvo que deshacerse, no conozco el detalle de lo ocurrido con cada una de ellas, lo cierto es que logró adoptar a cada uno de sus hijos biológicos, y luego los envió a los diversos campos de entrenamiento, a lo largo y ancho de este mundo. El resto de la historia ya lo sabes, sólo diez lograron regresar con vida.

- Es por eso que Shun prefiere mantenerlo en secreto- dijo con tristeza June- Otra cosa más que me escondes, sé que debo respetar esa decisión, pero me duele que no confíes en mí- pensó entristecida sobre su marido.

- Por respeto a Seiya, Shiryu, Hyoga, Shun, Ikki, Ichi, Nachi, Geki, Ban y Jabu, es que hice desaparecer todas las fotografías de mi abuelo de la mansión, su único retrato se quemó en un incendio hace años. Este altar es el único que hay para honrarlo como mi ancestro. Aunque puedo comprender el dolor de ellos, Mitsumasa es mi abuelo, la única persona que me dio cariño, comprensión y que me dio una niñez, antes de entrar en estas guerras encarnizadas, a pesar de todo, lo sigo queriendo, y lo extraño…pero tengo culpa June, porque era a ellos a quién él debió amar y consentir, no a mí, y yo los traté con la punta de mis zapatos, cuando eran ellos quienes debían estar en mi lugar.

June vio a Saori romper en un llanto silencioso, mientras a su lado aparecía el fantasma de Mitsumasa Kido. La amazona entendió que su diosa no podía verlo, porque sus poderes no abarcaban los del reino de los muertos, y trató de ser de ayuda para ella.

- Señorita, no debería sentirse culpable, todo esto ya pasó, y usted ha hecho todo lo que está a su alcance para enmendar sus errores de niña, Shun y los demás lo saben, y la valoran mucho, el señor Kido está orgulloso de usted, creo que lo que él lamenta es no haberles pedido perdón a sus hijos, quizás, ese sea el motivo por el que aún ronda por la mansión- dijo de forma impulsiva, y se sorprendió cuando el anciano fantasma asintió ante sus palabras.

- ¿Él está aquí? Yo pude verlo un par de veces, cuando recién iniciaron las guerras santas, pero a lo largo de los años, perdí por completo la conexión con él- Saori notó que su amazona miraba a un punto invisible al lado de ella, y supuso que su abuelo estaba con ellas.

- Está…junto a usted señorita- contestó June con timidez señalando al hombro derecho de su diosa, donde Mitsumasa Kido posó su mano.

- Me alegro que estés aquí abuelo- Saori detuvo su llanto y puso su mano sobre el hombro que la amazona le había señalado- Sé que no puedes descansar, porque buscas el perdón de tus hijos, no puedo ayudarte con eso, lo siento tanto.

- Señorita Saori- June vio la expresión de tristeza del anciano sumada a la de su diosa- Si yo puedo ver a su abuelo ¿Cree que pueda ayudarlo a descansar en paz?

- ¿Qué?- exclamó con sorpresa la diosa.

- Si he estado desarrollando este extraño poder con mi cosmos de ver gente muerta, al igual que hacer crecer las flores y los árboles, quizás debería sacarle provecho ¿No es así? ¿Le haría feliz que su abuelo pueda descansar? Si es eso lo que usted desea, entonces, yo lo haré, buscaré la manera de ayudarlo- June se puso de pie y avanzó hasta la diosa y la etérea figura de Mitsumasa Kido- estoy siempre a su servicio, esa es la razón por la que vine a este mundo, es lo que me enseñó mi maestro.

- ¡Oh, June!- Saori se puso de pie, y bañada en lágrimas abrazó a la amazona de Camaleón con fuerzas- de verdad te estaría muy agradecida si pudieras ayudarlo a expiar su culpa, y pudiera descansar finalmente en paz.

June correspondió al abrazo de Saori con un gesto de ternura y hermandad, Mitsumasa las contempló por unos instantes, y se esfumó con una sonrisa de esperanza. Aunque la amazona no sabía por qué podía ver a los muertos, el anciano al igual que Saori, sí sabía que ella tenía el poder suficiente para poder ayudarlo, porque de alguna manera, el cosmos del inframundo estaba dentro de ella.

June miró la hora en su reloj, y tuvo que salir de prisa rumbo al instituto. Debido al hecho ocurrido se le hizo tarde para llegar a sus clases y a sus actividades del club de horticultura, pero sus habilidades de amazona le permitieron aparecer justo al inicio de la segunda clase que tenía aquel día.

Transcurrió la mañana con bastantes ajetreos, las horas avanzaron con rapidez, y ya pasadas las cinco de la tarde, June estaba con su grupo terminando de entregar las plantas que habían preparado para conmemorar el día de la Tierra, luego del taller de cuidado de plantas de interior que impartieron.

- El evento fue todo un éxito, debemos informar a la gente así, más seguido, casi no quedan begonias, hasta los profesores se llevaron una- dijo uno de sus compañeros.

- Es verdad, quizás podemos hacer una jornada de autocultivo o de cómo hacer composta- señaló otra chica que estaba en el club.

- Entonces preparemos un programa y lo presentamos para que nos den la autorización- sonrió June alegre por los resultados de la actividad, mientras apartaba unas cuantas plantas que quería llevarle a Saori, a Shun, y a sus amigos.

- ¡June!- escuchó que le hablaban, y al voltear, vio a dos chicas que entraban al instituto. Haruko y Midori.

- ¿Qué hacen aquí?- preguntó con sorpresa.

- ¿No te da gusto vernos?- dijo Midori.

- ¡Qué bonitas begonias! ¿Guardaste una para mí?- preguntó Haruko.

- Claro que me da gusto y guardé plantas para las dos- contestó la amazona animada al ver a sus amigas.

- June, ya sólo nos queda ordenar este lugar, puedes ir con estas señoritas si lo deseas, nosotros terminaremos el resto- dijo uno de los chicos del club de horticultura.

- ¿Están seguros?-

- ¡Claro! Sólo danos la llave de la bodega para guardar las mesas y toldos que ocupamos, eres la que más ha trabajado en todo esto, no nos equivocamos al elegirte como presidenta del club- agregó otra muchacha que estaba guardando algunos flyers de papel ecológico que sobraron, y que usarían para otra actividad.

- Gracias a todos la conmemoración del día mundial de la Tierra ha sido un éxito, los felicito, han hecho un buen trabajo, cuando terminen de guardar las cosas, pueden ir a la casa de té orgánico que está por aquí cerca, prometo alcanzarlos luego para festejar- ordenó June y luego fue donde sus amigas, quienes la invitaron a beber un jugo a una cafetería cercana.

- Lamentamos tener que interrumpir tu actividad de club, pero te tenemos una grandiosa noticia- señaló Midori- por favor deme un jugo de mango natural.

- Yo quiero uno de frambuesa- pidió Haruko al mesero.

- Una limonada con menta y jengibre para mí, sin azúcar ni endulzante, por favor- June miró a sus amigas esperando que le dijeran cuál era esa grandiosa noticia.

- Ya sabes que estamos casi terminando de estudiar biología, y que estamos becadas por la Fundación Graude- empezó a explicar Midori.

- La señorita Saori Kido ha estado interesada en nuestra carrera profesional, y ayer nos llamó para hablarnos acerca de un proyecto de investigación en un lugar llamado Isla Andrómeda- continuó explicando Haruko.

- ¿Isla Andrómeda?- June quedó confusa al escuchar a sus amigas hablarle sobre ese proyecto. Aunque Spica y Reda estaban a cargo de la isla, cualquier decisión sobre ella, la diosa solía preguntárselo, ya que quién mejor la conocía y administraba los recursos para los refugiados era ella.

- Así es, el proyecto se trata de ir a la isla, explorarla e identificar tanto las especies animales como vegetales, haremos un catastro de todas ellas, y la mejor parte es que, si hacemos bien nuestro trabajo, la señorita se comprometió a usar la información recolectada para convertirla en un santuario de la naturaleza- dijo emocionada Midori.

- Si mal no recuerdo, tú vivías allá ¿Verdad June?- preguntó Haruko, pero el silencio de la amazona les hizo comprender que algo andaba mal- ¿Qué sucede? ¿No te da gusto la noticia?

- Claro que me alegra, es sólo que, la señorita Saori no me había hablado de ese proyecto, quizás se deba a que ya no estudio biología- June se sintió desplazada por la diosa, y por unos instantes, aquella decisión le pareció injusta, aunque también entendía que ahora las cosas eran distintas, ella estudiaba técnico agrario, y estaba casada con un prestigioso médico.

- Bueno, no te lo dijo porque el proyecto está en pañales, haremos un diagnóstico primero, durante nuestras próximas vacaciones, además, ella nos dijo que como tú vivías allí antes de mudarte a Japón, estarías a la cabeza de nuestro equipo- agregó Midori. En el fondo, la diosa había organizado aquel proyecto, exclusivamente para que las dos mujeres pudieran estar nuevamente cerca de June, y así poder protegerla.

- Quizás no te ha dicho nada porque no tiene tiempo, ya sabes cómo es ella, siempre nos dices que se la pasa ocupada en muchos compromisos de su fundación- Haruko intentó dar una buena excusa a su amiga.

- Por cierto, Masaru aún no llega, le pedí que fuera puntual- Midori miró en todas direcciones buscando a su amigo, luego, sacó su teléfono móvil y le marcó-¡No contesta!- comenzó a regañar.

- ¿Masaru?- preguntó June algo incómoda.

- Él también está en el proyecto, se dedicará a estudiar la zona marina de la isla- explicó Haruko.

- A Shun no le agradará esta noticia- pensó la amazona.

- ¡Al fin contestas! ¿Dónde estás?- Haruko y June escucharon a Midori regañar por teléfono, mientras el mesero ponía su pedido en la mesa- ¿No puedes venir? ¡Te dijimos que es importante que June lo supiese! ¿Cómo esperas que la Fundación nos financie si te desapareces? ¡Eres un irresponsable!

- Masaru se retiró por un tiempo de las actividades de nuestro grupo ambientalista, antes de que te casaras. La presidencia la asumió Midori, y él se reintegró después de que la señorita Saori hablara con nosotros para su proyecto- murmuró muy despacio Haruko, mientras su amiga seguía regañando al aludido.

- Comprendo- suspiró June recordando todo lo sucedido, desde el beso robado, hasta el intento por impedir que se casara con Shun.

- ¡Primera y última vez que te acepto esta falta de compromiso!- terminó de decir Midori colgando el teléfono.

- ¿Qué fue lo que te dijo?- preguntó Haruko divertida con la actitud de mando de su amiga, la cual tenía un carácter bastante fuerte a diferencia de ella, cuya personalidad era muy suave y delicada.

- Que hoy tenía que ir a dar lecciones de buceo a Yokohama, y que lo había olvidado por completo- refunfuñó Midori.

Mientras charlaban, June no paraba de pensar lo difícil que sería su vida de pareja con Shun, si tenía que trabajar con Masaru, definitivamente hablaría con Saori al regresar a la mansión, sobre ese proyecto en el que quería invertir. Una hora después, la amazona se despidió de sus amigas, y se marchó a la casa de té orgánico, para festejar con su club de horticultura el día mundial de la Tierra, después de todo, los miembros del club trabajaron arduo por conmemorarlo y difundirlo en la comunidad, y había resultado todo mejor de lo que esperaban.

Eran las siete de la tarde. June estaba sacando su bicicleta de los estacionamientos de la casa de té, cuando sintió una presencia tras ella.

- Masaru- dijo con una fría expresión, notando al voltear, la bronceada y alta figura que estaba a escasos centímetros de ella- Creí que estabas en Yokohama.

- Llegué más temprano de lo que supuse, le pregunté a Haruko donde estabas, necesito hablar contigo- escuchó decir al hombre de barba poco abundante y largo cabello negro atado en una coleta, que la miraba con expresión grave.

- ¿Qué te hace pensar que después de lo que me hiciste querría escucharte? ¡Casi arruinas mi boda! ¡Mi relación con Shun!- contestó molesta June a punto de hacer partir su bicicleta, pero Masaru la sostuvo por delante para impedir que se fuera.

- ¡Perdóname! ¡De verdad quiero que me escuches!-

June asintió de mala gana, bajando de su bicicleta, suspiró algo contrariada, no debería escucharlo, pero era su mejor amigo, tal vez las cosas no podían ser como antes, pero si trabajarían juntos, era bueno dejar las cosas claras desde un principio. Ambos caminaron en dirección a un parque cercano, y tomaron asiento en una banca, mientras en el cielo, las estrellas comenzaban poco a poco a asomarse.

- Haruko me habló sobre tu decisión de ser vegetariana, te he traído este obsequio- Masaru sacó una pequeña bolsa de papel ecológico con un frasco dentro- Son vitaminas, para que no te descompenses, si lo deseas, puedo recomendarte a mi especialista en nutrición, son pocos los médicos que están a favor de este tipo de alimentación, la mayoría te inducirán a que sigas con una dieta omnívora.

- Gracias- contestó June recibiendo el obsequio. Masaru hizo una pausa antes de continuar con lo que tenía que decir. El sólo hecho de saber que estaba frente a la mujer que amaba, y a su vez, saber que era el habitáculo de Perséfone, le llenaba de tristeza.

- No quería aceptar trabajar para el proyecto de la Señorita Kido, sabía que sería incómodo para ti y para tu marido-

- Y si lo sabías ¿Por qué aceptaste?- preguntó June aún algo molesta.

- Porque quiero conocer la isla de dónde vienes, y, quería volver a verte y ser tu compañero de equipo, como antes- contestó Masaru bajando la mirada apenado.

- Sabes que no será como cuando estábamos en nuestro grupo-

- Sí, ya no me tienes confianza, pero con trabajar al lado tuyo me basta, no necesito nada más, prometo no volver a entrometerme entre tú y tu marido- Masaru miró hacia las estrellas con resignación. Ella no le pertenecería nunca.

- ¿Estás seguro que podrás contenerte?- dijo June insegura de que él pudiese cumplir su palabra si ya la había besado a la fuerza una vez.

- No me subestimes, ponme a prueba si lo deseas- Masaru notó en ella una expresión de desconfianza.

- No necesito hacer eso, me traicionaste ¿Crees que Shun se sentirá cómodo contigo rondándome?- dijo June enfadándose por el atrevimiento de Masaru.

- Sólo…dame una oportunidad, June, tú y yo, dijimos que nos convertiríamos en los guerreros del arcoíris ¿Lo recuerdas?-

- Sí, lo recuerdo-

- Ambos nos prometimos regresarle a la madre tierra lo que le pertenece, es por eso que todos te seguimos en la universidad, creímos en ti, yo creo en ti, es sólo que me gustas mucho, pero ya entendí que no soy tu elegido, así que decidí ayudarte como tu camarada- explicó Masaru con sinceridad a June. Un silencio sobrecogedor los rodeó, y repentinamente, él notó que el cosmos de su amiga empezó a descontrolarse.

- Si así lo deseas, yo no te lo impediré- murmuró June antes de sentir como si algo se apoderara de ella.

- Háblame sobre esos guerreros del Arcoiris-

Masaru abrió sus ojos castaños enormemente. La pálida piel de June brillaba como las estrellas, su cabello creció de forma descontrolada, a su alrededor, los árboles y las plantas se movían como si danzaran, y florecían constantemente. June posó su mirada en él, el azul de sus ojos fue devorado por un intenso color verde.

- ¿Usted es Perséfone?- dijo impactado al ver a su amiga transformada en una diosa.

- Así es ¿Masaru es tu nombre? Entonces, te ordeno, háblame sobre esos guerreros del Arcoiris ¿Qué es lo que sabes?-

- Son…son una leyenda de los pueblos originarios de Estados Unidos…- Masaru estaba tan impresionado por el cosmos poderoso de Perséfone, que apenas le salían las palabras- Luego de que América fuera invadida por los europeos, las tribus fueron despojadas de sus territorios, además, no veían con buenos ojos, cómo los blancos se relacionaban con la madre Tierra, abusaban de ella, tomaban más de lo que necesitaban para vivir, hasta que un día, un chamán anunció la venida del Guerrero del Arcoiris, habría muchos como él, y su misión es la de restaurar el equilibrio entre nosotros y la naturaleza.

- Ya veo- Perséfone posó su mirada en las estrellas- Los humanos siguen con su asqueroso afán de acuñar riquezas a costa de Gaia y todo lo que ella, amorosamente nos da.

Masaru vio a la diosa ponerse de pie, dio unos cuantos pasos hasta el centro del parque donde estaban, y entonces, su cosmos se expandió hasta formar una cúpula dorada alrededor de ellos. Después de eso, varias enredaderas surgieron de la tierra, y rodearon el cuerpo de June, formando una armadura vegetal, junto a un báculo de madera, en cuyo centro se alzaba un topacio con forma de semilla. Perséfone dio un golpe con el báculo al suelo, primero, emergieron unos pequeños tallos, que rápidamente echaron hojas y brotes, en la medida que crecían, el joven estudiante de biología marina se percató que lo que germinaba frente a él, era un enorme árbol.

Los verdes ojos de la diosa brillaban como dos estrellas fugaces. Cuando el árbol terminó de crecer, el resplandor del cuerpo de June se extinguió, y Perséfone habló a Masaru.

- No te preocupes, nadie está viendo esto, para eso cree la cúpula dorada, lo que aquí suceda, solo será entre tú y yo, eres amigo de mi habitáculo, y deseas seguirla y seguirme hasta el final, no importa cuál sea ¿No es así?-

- Sí, es todo lo que deseo, poder cuidar a la madre Tierra, junto a June y a usted- contestó Masaru tratando de calmarse.

- ¿Sabes que árbol es este?- preguntó la diosa, apuntando al árbol mágico con su báculo.

- Sí, es un roble, Quercus robur- contestó luego de mirar en detalle la corteza, el tronco, y sus hojas.

- ¿Cuál es la cualidad humana que mejor encaja con este roble?- volvió a preguntar Perséfone.

- La fortaleza- Masaru lo dijo casi sin pensar. Entonces, el topacio del báculo de la diosa brilló con intensidad, lanzó un rayo hacia el tronco del roble, formando un hueco, dentro del cual se hallaba una armadura hecha con su corteza.

El cosmos del joven empezó a resonar con la armadura, esta se elevó, se desensambló, y se adaptó a su cuerpo.

- Masaru de Roble, tú, que has demostrado una lealtad especial hacia mí y mi habitáculo, en nombre de tu amor no correspondido, hoy te concedo el deseo de pasar a ser uno mis guerreros del Arcoiris, te entrego la Corteza de tu árbol guardián, el más fuerte de los árboles de mi bosque, y te nombro el general de todo mi ejército. Tu misión es mantener el equilibrio dentro del reino de Gaia, de acuerdo a los misterios eleusinos, me obedecerás y velarás, porque humanos, espíritus del bosque y animales, se relacionen siempre en armonía.

Tras pronunciar esas palabras. Un orgulloso Masaru, se arrodilló delante de Perséfone, para besar su mano en señal de gratitud por haberlo elegido.

- Mi señora, no la decepcionaré, lo juro, voy a respetarla, y a June, hasta que muera-

La diosa acarició la cabeza de su guerrero. Un intenso perfume floral emanó desde ella. Varias esporas cayeron desde el cielo dorado de la cúpula, en homenaje a su general, y entonces, susurró en su oído.

- Sé que eres digno de mi confianza-

Masaru iba a contestar, pero en tan sólo un parpadeo, la cúpula dorada desapareció, junto a las esporas, las enredaderas, la armadura y el báculo de la diosa, dejando a una pálida June con los ojos cerrados, al borde de un desmayo.

- ¡June!- gritó el joven sosteniéndola para que no se golpeara.

- ¿Qué pasó?- preguntó la amazona- Estoy muy cansada…Masaru, llama a la señorita Saori, no me siento bien…- alcanzó a decir antes de perder el conocimiento.

El ahora guerrero, iba a llamar a una ambulancia en lugar de pedir ayuda a Saori, pero en el preciso momento en que estaba marcando, sintió una oscura presencia a su alrededor. Miró en todas direcciones, y se percató que una oscura bruma estaba acercándose a ellos. Los árboles se agitaron, los animales empezaron a comportarse de forma extraña, algunos arrojándose contra la niebla. Sólo entonces, al verlos morir, Masaru se dio cuenta de quién los estaba acechando.

- Tú debes ser Hades-

- ¡Ah! ¡Vaya! Así que mi dulce esposa ya ha encontrado a su principal guardaespaldas, no creí que anduviera tan rápido en esta encarnación- contestó el dios de los infiernos en señal de burla.

- ¡Aléjate de June y de la señora Perséfone!- Masaru recostó a la amazona con suavidad en el suelo, y con la corteza cubriendo su cuerpo, se puso en posición de combate- No permitiré que te la lleves.

- Ya veo, siempre que quiero hacer las cosas por las buenas, aparecen valientes idiotas como tú, que me obligan a hacerlo por las malas- La bruma comenzó a tomar forma de un ser humano, que se abalanzó contra Masaru. Este trató de golpearlo, pero su puño pasó de largo a través del ser de bruma.

- ¡Maldición!- dijo al caer al suelo, de inmediato, se puso de pie para seguir atacando. Pero ninguno de sus golpes lograba hacerle daño a Hades.

La bruma alcanzó a June, y comenzó a levantarla por los aires, un agujero se abrió en la tierra, seguramente conducía directo al inframundo. Y Masaru, en un arranque de ira, elevó su cosmos, no permitiría que Hades se la llevara lejos del mundo de la superficie, nunca.

- No pensé que esto saldría tan fácil, sin ese entrometido de mi habitáculo, sigues siendo igual de inofensiva, Perséfone- se escuchó reír triunfal al dios de los infiernos, hasta que una voz poderosa, lo interrumpió.

- ¡Hoja del Roble Indestructible!-

Entonces, el hombre de bruma se partió en vertical por la mitad, atravesado por una espada de madera, cuya hoja, era tan dura, y bien trabajada, como si estuviese hecha de metal.

- Así que no eres basura, está bien, me marcho, pero me llevo lo que me pertenece- rió Hades mientras la bruma que sostenía a June se esfumaba, y la amazona caía en dirección al agujero en la tierra.

- ¡June! ¡No!- Masaru se movió velozmente, y de un salto, logró atraparla antes de que unos brazos que emergieron del túnel, la cogieran, para llevarla al inframundo.

- ¡Malnacido humano!- Hades furioso por su plan estropeado, usó la bruma para envolver a Masaru y asfixiarlo, pero una luz poderosa emergió en ese momento, y el dios del inframundo debió retirarse.

- ¿Athena?-

- Descuida, ahora todo estará bien, sentí el cosmos de mi hermana con demasiada intensidad, vi la hora y fui a buscarla al instituto, allí me dijeron que te habían visto con ella en este parque, June jamás puede estar sola de noche, o de lo contrario, Hades la atrapará y ya no podremos salvarla- explicó Saori acercándose a su amazona.

- La posesión de Perséfone ocupó mucha de su energía- murmuró la diosa al tocarla- pero ya te ha entregado tu corteza divina, y la has protegido, gracias Masaru.

- Hice lo que correspondía, jamás permitiré que ese Hades toque a June, ni a la señora Perséfone-

Ha pasado ya un día con Shun muy lejos de mí, y empiezo a extrañarlo, a pesar de que tengo mis actividades en el instituto y el club, lo que me mantiene ocupada. Hoy festejamos el día mundial de la Tierra y todo nos salió muy bien, tanto, que me quedé dormida en la banca de un parque, y ni siquiera lo recuerdo.

La señorita Saori dijo que Masaru quiso hablar conmigo sobre el proyecto de conservación de Isla Andrómeda, y que él la llamó para que me fueran a buscar en la limusina junto a Tatsumi porque le fue imposible despertarme. Pero yo tengo de nuevo esa sensación de que me hubieran robado parte de mi tiempo, como si otra persona tomara mi lugar. Son las cuatro de la madrugada, desperté hace poco, y no puedo dormir, a mi lado se encuentra la señorita Saori, pero se quedó dormida luego de explicarme cómo regresé a la mansión.

Le pregunté por qué no me había dicho lo de Isla Andrómeda, pero ella se excusó diciendo que no había tenido demasiado tiempo en hablar conmigo de ese asunto, y además, quería saber si Haruko, Midori y Masaru colaborarían. Tiene puestas sus esperanzas en mí, y en los demás, piensa que es bueno que la isla empiece a desarrollarse en base a los recursos naturales con los que cuenta, eso, ayudaría mucho a los refugiados que habitan en ella. Estoy de acuerdo, es sólo que…a veces creo que ella trata de desviar mi atención para que no haga preguntas, como la misión de Shun, el acecho del íncubo, o esas personas muertas que se aparecen a mi alrededor, como el señor Mitsumasa Kido.

Tal vez, no debería dudar tanto de ella y de Shun. Quizás, debo dedicarme a hacer mis cosas, preocuparme de mi carrera, de mis plantas, de ser una buena esposa, y ahora de este proyecto en la isla, tendré que hablar con Spica y Reda en algún momento. También me preocupa lo del hanami, aunque aún falta para la fecha que fijó mi esposo, hay mucho que hacer, debo encontrar una sakura que no haya florecido, y enviarle a Shun por correo todas las ideas que se me ocurran para hacer de esa festividad algo exitoso.

Por otro lado, también debo hablar con el fantasma del señor Mitsumasa, y saber qué necesita, para que pueda descansar en paz, aunque, creo que lo que él busca es el perdón de sus hijos, pero, no estoy segura si los muchachos querrán perdonarlo, si lo que me dijo la señorita Saori es cierto.

Shun, apenas ha pasado un día de que te fuiste y estoy llena de tareas que hacer ¿Cómo te estará yendo a ti? Espero que cumplas pronto tu misión, y que regreses sano y salvo, te estaré esperando, y entonces, podremos al fin vivir en nuestra propia casa.

Diario de June, Mansión Kido, Tokio, 22 de Abril.


Zeus descansaba en un diván junto a la diosa Hera, ambos comían algunas uvas y parecían estar en uno de esos escasos momentos en que podían llevarse bien, sin discusiones maritales por infidelidad. Un sirviente anunció la llegada de la diosa Artemisa, y el matrimonio dejando de lado sus bocados, se acomodaron para recibirla.

La diosa de dorada y larga cabellera entró armada con su arco y su carcaj con flechas, los cuales dejó a un lado, en el piso de mármol. Tras hacer una reverencia para saludar a su padre, comenzó a hablar con voz calma.

- He venido para darte un informe respecto a la amazona de Athena-

- Dime, hija mía ¿Qué novedades traes?- preguntó Zeus con curiosidad.

- La he observado desde hace un mes, sin que mi hermana se dé cuenta, y debo decir que las noticias no son muy alentadoras- habló Artemisa.- La amazona controla tanto el clima, la naturaleza, como también puede ver a los seres del inframundo, mayoritariamente fantasmas, también puede entablar comunicación con ellos.

- ¿Eso quiere decir que la diosa de la primavera y la diosa de los infiernos han encarnado en ella?- preguntó temerosa Hera.

- Ni la misma Perséfone lo sabe- contestó Artemisa.

- ¿A qué te refieres?- dijeron alarmados tanto el rey como la reina del Olimpo.

- Escuché una conversación entre Athena y ella, donde le asegura que no tiene claro qué aspecto de su personalidad está presente, teme que Hades le haya hecho algo a su habitáculo, la noche en que la violó-

- Es verdad, Hades nunca se ha comportado de esa manera, hasta que logra secuestrar al habitáculo de Perséfone y se la lleva al inframundo- pensó en voz alta Zeus.

- Hay algo más, creo que todos sentimos el cosmos de Perséfone expandiéndose el día de hoy- continuó Artemisa con su informe- ella ha comenzado a usar el cuerpo de su habitáculo, y ya ha nombrado al general de su ejército-

- Ya veo- Zeus miró con seriedad a su hija- la inestabilidad de Perséfone es peligrosa, más aún si ya está despertando a sus guerreros.

- Pero eso nos podría servir como una pista, supongo que los guerreros del arcoíris sólo obedecen a la diosa de la primavera- intervino Hera.

- No es tan así- contestó Zeus- Los guerreros del arcoíris, en estricto rigor, obedecen a Perséfone, incluso si el habitáculo resulta ser la diosa de los infiernos, ellos la seguirán hasta el final.

- Pero son guerreros de la naturaleza, seguro obedecerían a Deméter si ella interviene- insistió Hera.

- A diferencia de Perséfone, quién es la protectora de la titánide Gaia, Deméter sólo se dedica a hacer germinar su reino, siempre han trabajado en conjunto, nuestra hermana, Hera, tiene sus guardianes pastores, y también, a las guerreras semillas, pero su poder no es bélico precisamente, a diferencia de los soldados de su hija- sentenció Zeus.

- Entonces ¿Qué haremos? Debe existir alguna manera de poder descubrir qué diosa se encuentra dentro de la amazona de Camaleón- Hera se cruzó de brazos algo dubitativa respecto a la situación.

- Quizás puede existir una manera- Zeus se puso de pie del diván donde estaba sentado junto a su esposa- Artemisa, deberás atacar al habitáculo de Perséfone, para que ella se anime a pelear.

- ¡¿Qué?!- dijeron Hera y Artemisa al mismo tiempo.

- No deben estar ni sus escoltas, ni su general a su lado, saca todo su poder a relucir, si se trata de la diosa de la primavera, sus ataques definitivamente serán usando la naturaleza a su alrededor, si se trata de la diosa de los infiernos, utilizará energías oscuras del inframundo para combatirte-

- Padre… ¿Qué sucede si las dos diosas están dentro de esa amazona?- preguntó Artemisa preocupada por tan drástica determinación de su padre.

- Si controla ambas cosas, es difícil que tanto poder se mantenga en ese frágil cuerpo humano, seguramente se destruirá, y ya no tendremos de qué preocuparnos- respondió Zeus cogiendo unas cuantas uvas para comerlas sin un ápice de preocupación.

- Pero si eso sucede, desencadenaremos otra guerra con Athena, ella ama profundamente a su hermana Perséfone y su habitáculo- dijo Hera, temerosa de que nuevamente la hija favorita de su esposo llegara hasta el Olimpo para destruirlo.

- Artemisa, eres una hija inteligente- habló Zeus a la diosa cazadora- estoy seguro que puedes urdir un plan que sirva para liberar el cosmos bélico de Perséfone, sin que el Olimpo se vea implicado, no me falles, confiamos en ti.

- Sí padre- contestó la diosa no muy convencida del plan del rey de los dioses, pero debía obedecerle, ya que su palabra, era incuestionable.

- ¿De esta manera piensas resolver el problema Zeus? Como siempre, tú decides lo que es justo y lo que no, aunque no tengas la verdadera razón, esta vez no me quedaré de brazos cruzados, no permitiré que maten a esa muchacha por tu miedo al poder de Gaia y las diosas de la Tierra-

Una sombra se escabulló entre los pilares del palacio de Zeus, el dios de los cielos ignoraba que alguien más sabía de su plan, y que impediría que se concretara.

Continuará….


Notas breves de la autora:

* El título del capítulo me quedó muy Thorin escudo de Roble xD, pero estoy basando a los guerreros de Perséfone en los signos zodiacales del horóscopo celta y algunas de sus características, la fortaleza es un atributo del Roble.

* La leyenda del Guerrero Arcoiris es de verdad, hay material escaso pero interesante respecto al tema, yo lo simplifiqué un poco, de hecho, Rata Blanca le hizo una hermosa canción 3

* Como dato extra, las apariciones de la June-Perséfone primaveral tienen un tema musical, bien clásico del New Age, si les interesa (quizás leer las escenas de Perséfone haciendo germinar la tierra o entregando cortezas) la canción es de la cantante Miriam Stockland y el grupo Adiemus, en el album Eternal, la canción se llama "Adiemus"

* Les adelanto que el próximo fic a actualizar, espero a finales de marzo o principios de Abril será "Paralelamente", es de mis historias más complejas y más amadas, así que si eres fan del Shun-June, te la recomiendo, aún tienes tiempo para leerla o rememorarla ;)

* Nos leemos pronto :D

Mel-Gothic de Cáncer.