Mucho tiempo ha pasado, y antes de continuar debo hacer las siguientes aclaraciones acerca de esta historia:

1) Cambié "Traffy" por "Torao". ¿Por qué? Pues no sé, sentí que era mejor así.

2) Hice algunos cambios menores a lo largo de todo el fanfic. No son muy notorios, más que nada son correcciones ortográficas o gramaticales.

3) Si esto estuviese publicado en AO3, estaría con la etiqueta de "Slow Burn". Porque la verdad, esto será lento.

One Piece no me pertenece, es obra y creación del gran Eiichiro Oda.


Law leía páginas al azar de Wikipedia desde su teléfono, más que nada para tener algo que hacer. Luffy comía y comía, hablándole de vez en cuando. Trafalgar no le entendía ni una palabra, por lo que simplemente se resignó a esperar que el chico terminara de tragar.

Tenía el presentimiento de que, quizás, eso no ocurría en esta vida.

— ¡Ah, Luffy! —saludó alegremente un rubio de cejas raras a Luffy. Por su ropa, supuso que era un mesero del lugar, pero, ¿no había visto antes a ese sujeto?

— ¡Sfuanfi! —exclamó. Nadie lo entendió, pero le dio igual. Tomó un trago de agua y se limpió la boca con la mano—. ¿Trabajando?

— Sí, le pedí horas extras al viejo.

— Que afbufido—contestó, llevando más comida a su boca. Law ni siquiera intentó entender qué había intentado decir Luffy, ni tampoco por qué un mocoso de quince años se encontraba trabajando en un restaurante durante el horario escolar.

— Bueno, ¿de culpa de quién será? Y come antes de hablar. Si Nami-san estuviera aquí te habría mandado a volar. —El más bajo de los tres simplemente encogió los hombros. Sin embargo, siguió el consejo de su amigo.

— Este es Torao —explicó Monkey. La verdad, sentía que a estas alturas discutir su nombre con ese chico era… Inútil, sin más. Por lo que sencillamente decidió permanecer en silencio, buscando en su móvil qué tan altas eran las probabilidades de morir atragantado con carne.

— Lo sé, ya lo había visto, ¿recuerdas?

— Pero ahora te estoy contando su nombre.

— Ya veo. Me suena de algo, ¿no dicen que eres un matón? Trafalgar Law, ¿cierto?

— Torao no es un mantón. Estudia cirugía —soltó Luffy ante una pregunta que claramente no iba dirigida a él.

— Eso he escuchado también. Quizás debería ir a machacar gente para que al menos los rumores tengan fundamento —contestó Law —. Y estudio medicina, no "cirugía".

— Es igual —dijo el menor. Sanji, por su parte, analizaba la escena detenidamente—. Torao me invitó a comer aquí —expresó mirando al rubio.

— Me extorsionaste.

— No sé qué significa eso. ¡Trae más comida, Sanji! —exclamó. El aludido simplemente soltó una risa suave.

— Claro, claro. Pero no lleves a la bancarrota a este pobre tipo —contestó, mientras se alejaba. Law soltó un resoplido. Al menos el rubio ese había sido de lo más normal.

Y otra hora pasó hasta que el menor terminó de comer.

— ¡Ah! Que bueno estuvo todo. Sanji es el mejor cocinero del mundo mundial.

— ¿No es el camarero?

— Sí, pero Sanji siempre cocina nuestra comida. Especialmente si estamos aquí en Barty's.

— Huh —Trafalgar supuso que aquel rubio era hijo del dueño del lugar o algo así, especialmente al ver que la cuenta simplemente decía cero. Dejó dinero igualmente, pero agradeció mentalmente al muchacho. Tampoco tan bien le había caído como para hacerlo personalmente.

— ¿Dónde vamos ahora, Torao?

— A tu casa, por supuesto — respondió sin dudar, abriendo la puerta de su auto.

— ¡¿Te quedarás para una fiesta en pijamas?! Podríamos ver películas toda la noche y comer comida chatarra con Sabo y Ace. ¡Ah! Ace no, saldrá con...

— No, mocoso. Te iré a dejar a tu casa y ya —dijo, interrumpiendo al más bajo, quien instantáneamente cambió su expresión a un puchero. Trafalgar estaba teniendo un dejá vù.

— Qué aburriiido eres, Trafy —criticó. Law no respondió. De todas formas, le dio su dirección—. ¡Nos vemos mañana! —exclamó con una gran sonrisa antes de bajarse del auto— ¡Y recuerda ir el sábado a mi cumpleaños, Torao!

— Sí, sí. Como sea, vete ya — manifestó, rodando los ojos. Luego de unos segundos observando a la nada, se recostó sobre el volante de su carro, examinando las horribles decisiones que había tomado para llegar hasta aquel nefasto punto en su vida.

¿Cuándo tendría un día normal?